DESINTEGRACION GARIFUNA
Entre 1810 a 1850 los morenos vicentinos de Pueblo Nuevo y La Ceiba adquirieron un gran poder económico en la región, debido a las cuantiosas ganancias que les dejaba el contrabando. Muchos creyeron que la experiencia de San Vicente se volvería a repetir, que los llevó, incluso, a co-gobernar la isla con los franceses; Pero nada de eso ocurrió. Los negros caribes siempre se caracterizaron en el pasado de ser un pueblo arrogante, muy orgulloso de su libertad. Bajo ninguna circunstancia aceptaron la esclavitud.
Los forjadores del pueblo garifuna habían llegado de las islas vecinas a San Vicente, huyendo del yugo francés e inglés. Para conservar la libertad que tanto apreciaban, se involucraron en permanentes luchas armadas con elementos de tropa de los dos imperios mas poderosos de la época: Francia e Inglaterra. Pero llegó el día que el poderoso imperio británico con estratagemas y enfrentamientos bélicos, lograron la rendición incondicional de los negros caribes, al capturar unos 5.040 morenos vicentinos, que, por primera vez, fueron privados de la libertad y sometidos a toda clase de vejámenes. Recibieron el mismo trato de esclavos, donde "un poco mas de la mitad fueron torturados y asesinados”.
Esta traumática experiencia dejó huellas negativas profundas, heridas que fueron cicatrizadas con el tiempo y la sucesión de nuevas generaciones. "A Port Royal y a Trujillo llegó un pueblo inteligente pero amargado, humillado y si se quiere, hasta frustrado por la nueva situación que vivían. Fueron expulsados ignominiosamente de San Vicente, la cual consideraban su verdadera patria y por la que estaban dispuestos a ofrendar sus vidas. Ahora se consideraban unos parias sin tierra y sin nación. Por primera vez experimentaban lo que era tener un amo, desgraciadamente les tocó a los anglosajones, el imperio que trataba de la peor manera a los vencidos".
"Por más esfuerzo que hicieron los garífunas de Pueblo Nuevo y la Barra del Estero, (lo mismo ocurrió con los de La Ceiba), de superar el trauma con que llegaron a estas playas, tratando de rehacer sus vidas, volviendo a vivir como en el pasado; no les fue posible".
Cometieron errores de los que tardíamente llegaron arrepentirse. Mientras estaban manejando, dirigiendo y controlando el contrabando, no se expusieron, a través de la amistad y la confianza a caer en los vicios y adquirir costumbres negativas que caracterizaban a los demás miembros de otros grupos migratorio s del Cangrejal. Este aislamiento, que se traducía en estar alerta y desconfiar del prójimo más próximo, fue la piedra angular en San Vicente, para no exponerse y dar a conocer sus debilidades internas a los demás. Como por ejemplo, cuando rechazan el plan de los ingleses de "britanizar a los garífunas a efecto de infiltrarse entre ellos y espiar sus actividades de lucha por su autonomía, que era el factor clave de su supervivencia", utilizando los servicios de Peter Gordon.
Está también el caso del hijo de Saturé, John Dumney, al negarse enseñarle la lengua garifuna a un inglés que se lo pidió, porque los negros caribes "estaban conscientes de que su lengua era un arma estratégica y de supervivencia, con la cual podían diseñar su plan de resistencia y divulgarlo entre ellos mismos, aún en presencia del enemigo".
El mayor daño que le ocasionaron los ingleses el pueblo garifuna no fue la deportación en sí, sino la forma de como los trataron y humillaron a seres muy orgullosos y apegados a su libertad. Nunca habían experimentado lo que era estar bajo el yugo de un amo.
Los hicieron que “perdieran el factor clave de su supervivencia”. Muchos quedaron confundidos Y otros (como los garífunas de Nueva Armenia que nos hemos referido anteriormente), perdieran los motivos y las esperanzas para continuar viviendo y luchando por un futuro desconocido. Vencidas las resistencias y la rebeldía, apagada la inteligencia sin ganas de continuar viviendo, los garífunas bajaron la cabeza, antes altiva, para no volverla a levantarla más, debido también a una considerable pérdida de la seguridad personal. A muchas generaciones las dominó el miedo, antes desconocido, a tal grado que abandonaron masivamente los trabajos y empresas arriesgadas y difíciles; por las menos complicadas en los bares, restaurantes, almacenes y casas privadas:
Ignorantes los garífunas de los múltiples conflictos personales que les había generado la deportación de San Vicente, ceden ante las presiones de los agresivos y alcoholizados campesinos olanchanos, permitiéndoles que compartieran el trabajo, así como las ganancias fabulosas del contrabando. Vemos pues, que el pueblo que tuvo la virilidad y osadía de enfrentar y resistir tropas, presiones e intrigas de todo tipo, de las potencias más poderosas del siglo XIX; ceden con suma facilidad ante campesinos ignorantes. Lo anterior nos puede dar una idea del estado anímico en que se encontraba el pueblo garifuna. Ya no contaban con la fortaleza interna y agilidad mental de antes, para enfrentar problemas y solucionarlos. Algunos escritos de la época aseguran que actuaban como autómatas sin esperanza en el futuro. El Lic. Hipólito Moncada era de la opinión que:
"Muchas formas de pensar y actuar de los morenos vicentinos son poco comprensibles. Sabiendo por experiencia propia que no eran aceptados por los olanchanos, a tal grado que muchos de ellos los llegaron hasta odiar debido a un manifiesto racismo visceral, les permitieron compartir el comercio marítimo y las fabulosas ganancias que dejaba este negocio".
Otros han escrito:
"Los garífunas no presentaron ningún inconveniente para que los primeros olanchanos se incorporaran de lleno, al ya lucrativo comercio del contrabando marítimo, enseñándoles los secretos y habilidades que tenían que desarrollar para poder desenvolverse con eficacia en el mar adentro".
Una vez que los vicentinos admiten a los olanchanos a compartir el contrabando, cometen el segundo error: Ambos grupos desarrollan amistad alcohólica convirtiéndose los campesinos en confidentes de los morenos y viceversa. Los olanchanos vieron la gran oportunidad que se les presentaba, de atraerse la confianza de los vicentinos, los que contaban con un sólido respaldo económico, o sea, obtuvieron lo que ellos necesitaban para continuar bebiendo. Se producen cambios en la sociedad ceibeña. El poder económico deja de ser exclusividad de los morenos vicentinos. La comunidad pasa a ser regida por dos grupos, diríamos bien definidos: Por los traumatizados negros caribes; y por los alcohólicos campesinos olanchanos,
quienes:
"De la noche a la mañana principian a nadar en la riqueza, manejando por primera vez en sus vidas respetables cantidades de dinero. Los otrora famélicos y económicamente pobres campesinos olanchanos, se enriquecieron sin mucho esfuerzo, el dinero los volvió locos no encontrando como gastarlo. Embrutecidos por el alcohol, cayeron con suma frecuencia en la depravación moral".
Hasta por el año de 1930 se manejaron en La Ceiba, listas con los nombres de campesinos que murieron en alta mar, debido a múltiples accidentes ocasionados por la excesiva ingesta alcohólica. Otros fallecieron por las enfermedades típicas del mar como el escorbuto, con el correr de los años esta información se perdió. Mientras los negros caribes se desenvolvieron como un grupo aislado, sin llegar a desarrollar relaciones de amistad con los demás, tal como lo habían llevado a la práctica en San Vicente, mantuvieron intactas las costumbres y tradiciones. Pero una vez que principian a desarrollar amistad alcohólica con los olanchanos, como un terremoto devastador, se desploma la sociedad garifuna del Cangrejal.
"Al caer en las garras del alcoholismo, poco a poco la raza garifuna se derrumba estrepitosamente en una vorágine de francachelas y parrandas. Solo un reducido número de familias de Pueblo Nuevo se salvaron de este cataclismo como las familias Núñez, Moreira, Martínez, Sambulá, Güity, García, algunas ramas de los Lacayo, Arriola, Arzú, Molina y Gotay. Los demás daban pena y lástima ver- los caer en cualquier rincón, victimas del alcoholismo crónico, recordando glorias pasadas probablemente algunas ciertas y muchas inventadas. El baile de "La Punta" comenzó a vulgarizarse ya degenerarse al calor de los tragos, pues prácticamente hacían movimientos exagerados como teniendo el acto sexual en público, lo que provocó el rechazo de la sociedad ceibeña. El baile de "Los Mascaros" no lo podían danzar, sino eran pasados de tragos. La unidad familiar comienza también a resquebrajarse con fatales repercusiones en el "Consejo de Ancianos", dejándose de abordar los problemas, con la objetividad de antes.
Hasta entonces el Consejo de Ancianos, que controlaba y administraba el contrabando distribuyendo equitativamente las fabulosas ganancias entre las familias vicentinas, pasa a ser engrosado por los olanchanos y también algunos yoreños, así como por los primeros inmigrantes extranjeros que llegan a radicarse en la región.
"El tercer error más grave y si se quiere hasta mortal que cometen los vicentinos, consiste en haber aceptado como miembros del "Consejo de Ancianos ", a campesinos ignorantes, analfabetas, totalmente irresponsables cuya única motivación era la de caerle al dinero que generaba el contrabando, para después irlo a dilapidar en guaro y mujeres".
En el año de 1833 llega a vivir en la barra del Cangrejal, el primer emigrante extranjero de nombre Francisco Pablo Tarantino Caruso, nacido en Palermo, isla de Sicilia en Italia. "Cultivó excelentes relaciones comerciales y de amistad con los garífunas de Pueblo Nuevo, los que también le permitieron compartir, junto con los olanchanos, las ganancias que se obtenían de la venta de mercadería de contrabando, lo que le permitió acumular una legendaria fortuna, quizás la más grande en el ámbito familiar, que se ha dado hasta la fecha en todo el Municipio ceibeño". Con el arribo de los primeros colonos españoles en 1846, rápidamente el contrabando comienza a cambiar de manos.
"La raza garifuna dejó de ser el grupo determinante en el negocio; Y después de ser los dueños absolutos, pasaron a ser contratados por su vasta experiencia y conocimientos de las rutas marítimas, al conducir las mismas barcazas cuyos nuevos dueños eran ahora los europeos".
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