Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

Advertencia: Esta historia está 100% de acuerdo con el maintext, con la relación OBVIA de pareja que hay entre Xena y Gabrielle. Si eres menor de 18 años, andate mejor a escuchar a N´SYNC. O si te escandaliza la idea de que dos mujeres puedan amarse, no leas más.

Disclaimer: Los personajes de Xena, Warrior Princess, Gabrielle y Eve, son un invento del Señor Robert Tapert y propiedad de Renaisansse Pictures. Yo tan solo los tomé prestados un ratito.

Dedicatoria: Esta narración está dedicada a mi amorcito lindo, quién me ayudó con la redacción e hizo correcciones.

Comentarios, criticas, opiniones, insultos, alabanzas o permisos para publicar esta narración: thenarrator@hotmail.com


DIA LIBRE

Por : "The Narrator"

Después de ese cansador día de batalla, Xena y yo decidimos descansar lo que restaba de la tarde y toda la noche en paz, no queríamos escuchar ningún grito, ningún sonido de espadas chocando o a ningún guerrero gritando, solo queríamos estar solas y en paz. Caída la tarde, llegamos a un claro, en el cual se asomaba un lago de cristalinas y tibias aguas, ambas nos miramos y sin necesidad de expresarlo, supimos que ese era el lugar donde juntas queríamos acabar el resto del día.

Lo primero que hicimos fue deshacernos de toda la ropa incómoda, armaduras, armas y calzado, yo me dispuse a preparar la comida mientras Xena nadaba un poco en el lago. Me senté contra un árbol a escribir en mi pergamino acerca del día que habíamos tenido hoy. Por más que trataba de escribir una palabra no podía, seguramente estaba cansada por la batalla, además que no tenía concentración alguna.

De repente Xena terminó de nadar y salió del lago, ¡Por los Dioses! ¡era demasiado hermosa! su cuerpo desnudo a la luz de la luna hacía que su belleza fuera mas notoria y las gotas de agua cayendo por su cuerpo, demarcaban cada curvatura.

Xena se sentó muy cerca de mí y empezó a secarse el cuerpo, yo tan solo me mordía el labio inferior y apretaba con mis puños la frazada que estaba debajo de mí, no resistía verla tan cerca y desnuda, su cuerpo estaba húmedo y vaporoso, las gotas de agua se deslizaban desde su precioso rostro, acariciaban su pecho, sus firmes senos de diosa, pasaban por su abdómen y finalmente desaparecían entre su candente monte de venus. Parecía coquetear conmigo mientras se sacaba el agua de encima, sacudía su pelo de acá para allá, se tomaba sus senos y empezaba a jugar con sus pezones....¡ay, por Zeus! yo ya no podía más, me estaba conteniendo demasiado, quería saltar sobre ella, besar cada rincón de su anatomía, pasar mi lengua y quitar las pequeñas gotas de agua,¡ hacerla mía!

De repente Xena me pidió el favor que le secara su espalda, ¿Por que me hacía eso? era como un castigo de los Dioses, era como tener en frente la fruta y no poderla comer, era como tentar a un sediento con agua. Traté de sacar de mi mente todos esos pensamientos que me estaban invadiento y tan solo dedicarme a cumplir la tarea que me había sido encomendada, secar la espalda de Xena. Tomé la tela y comencé lentamente a secar las gotas de agua que recorrían su curvatura, recogí su pelo hacia un lado para facilitar mi labor, sus hombros tenían un encanto particular, un aroma que me invitaba a acercar mis labios hacia ellos. ¡No Gabrielle, no debes hacer eso! ¡No no no! pensaba mientras cada vez me costaba más trabajo mantener mis manos quietas sobre la espalda de la princesa guerrera. Tomé una profunda respiración y proseguí sacando el agua. De repente mis ojos se dirigieron hacia el cuello de Xena, estaba húmedo, y cálido... ¡aaaaaaaarrrrrrrggggg! ¡YA NO PUEDO MAS!

Sin pensarlo dos veces me abalancé sobre Xena, mis labios inmediatamente buscaron su piel, esa piel que me estaba llamando a gritos, esa piel que había estado deseando desde el instante mismo que la ví desnuda. Comencé a besar apasionadamente su cuello, parecía que estuviera devorando el más delicioso de los manjares, no me podía detener, quería besarla más y más y más...

Xena se mostró un poco sorprendida al principio, pero lentamente dejó notar que ella deseaba tanto como yo entregarse a mí, inclinó su cuerpo hacía atrás y cerró sus ojos, permitiendo que yo continuara saboreando la dulzura de su suave piel. Mis labios empezaron a deslizarse por su cuello, lentamente fuí subiendo por su mentón, mi lengua se resbalaba sobre él, después lamí lentamente sus labios humedeciéndolos, y luego con mi boca abrí la suya para por fin darle ese anhelado beso.

Primero fue un beso lento y suave, simplemente nuestros labios se juntaron y movíamos nuestras cabezas, pero para mi sorpresa, Xena empezó a meter su lengua dentro de mi boca, explorando cada rincón de ella. Fue una de las mejores sensaciones que he experimentado en mi vida, sentir su lengua húmeda dentro de mi boca, jugueteando con la mía, moviéndose lentamente, estremeciendo cada partícula de mi cuerpo que ya se estaba comenzando a agitar y a poner realmente caliente.

Cuando acabamos de besarnos, yo quería seguir besando el cuerpo de mi deseada Xena, pero parecía que Xena no quería proseguir, se retiró de mi lado y me dijo en un tono de voz sensual que me quitara toda la ropa,¡¡¡ SIIIIIIIII!!!, quería estar desnuda, quería que nuestros cuerpos se tocaran, quería que se fundieran en uno solo, así que rápidamente me quité mi sostén rojo y mi falda roja e inmediatamente quedé sólo con mis pensamientos lujuriosos y la compañía de Xena.

La Princesa Guerrera se acostó sobre el suelo, su cuerpo tendido ahí, era una invitación al placer, sus pezones estaban erectos y abajo, en la plenitud de su ser, rodaba una cascada que parecía no poder ser detenida, solo quería aumentar su cauce al compás de mis caricias. Yo me acosté encima de ella, al principio sólo me dediqué a admirar ese cuerpo que había tenido en frente mío tantas veces, que me había sido prohibido, pero que ahora gracias a los Dioses era absolutamente mío. ¡Pero ya no quería admirar más!, quería tocarlo, acariciarlo, besarlo, lamerlo, hacerlo absolutamente mío, así que volví al punto en el cual había quedado... su cuello, lentamente regresé hacía éll y lo comencé a besar nuevamente. Bajo mis labios se escurrían las pequeñas gotas de agua que aún quedaban, así que poco a poco dejé salir mi lengua para lamer cada gota que adornaba la piel de mi amada Guerrera.

Mi cuerpo ya a estas alturas, estaba absolutamente empapado debido a las gotas de agua que tenía el de Xena. Estábamos las dos bajo el mismo deseo, compartiendo la misma desenfrenada pasión, sentí como si las dos fuéramos una llama que cada vez ardía con más y más velocidad, una llama que jamás se extinguiría, porque una vez prendida, ni la misma Afrodita iba a poder controlar este incendio de emociones y sentimientos, este incendio de frenesí.

Las gotas de agua lentamente fueron siendo la guía de mis labios, los cuales iban dejando un camino de más húmedad a medida que recorrían como expertos la piel de Xena, las gotas generosas, me fueron indicando hacia donde debía continuar trazando mi recorrido. No podían haber encontrado una mejor parada que los senos de Xena, así que obedientemente me detuve en tan deliciosa geografía. Sus senos eran firmes y redondos, al mismo tiempo que suaves y gentiles. Primero recorrí su alrededor, no quería devorar de una vez sus tiernos pezones, los cuales eran una innegable tentación. Mi lengua habilidosa, trazaba círculos alrededor de sus senos, acariciaba cada centimetro de su piel, haciendo que sus poros se abrieran ante tan cálida experiencia. Después de deleitarme con el contorno de su seno, finalmente llegué a su pezón, y con mi lengua lo empujé de un lado hacía otro, después lentamente tiré de él, lo metí con suavidad dentro de mi boca y empecé a succionar con gentileza, poco a poco, haciendo que el placer viniera a Xena de manera lenta, luego la succión fue mas fuerte y finalmente puse su pezón entre mis dientes y lo mordí.

Xena estaba con sus ojos cerrados, su respiración se agitaba cada vez más, con su mano derecha acariciaba mi cabeza, mientras que con la izquierda, trazaba figuras sobre mi espalda. Me gustaba sentir a la Princesa Guerrera tan noble y sumisa ante mis consentimientos, su cuerpo correspondía a cada una de mis caricias libremente, ya no había prohibiciones ni tabues, eramos simplemente las dos amándonos y entregándonos la una a la otra, sin temor de recorrer con nuestros sentidos cada parte de la silueta de la otra. Después hice lo mismo con el otro pecho de Xena y parecía que Xena estaba disfrutando de las sensaciones. Entonces quise darle más y más placer, necesitaba dárselo, necesitba dejar salir todo este torrente de lujuria y deseo que había estado reprimiento desde hace mucho tiempo.

Mi lengua siguió dejándose llevar por las gotas de agua que todavía bajaban por el cuerpo de mi adorada guerrera, era un gusto recorrer su cuerpo, casi virginal para mí. su ombligo era un pequeño depósito de agua, así que mi lengua entraba y salía de él, tratando de sacar el agua que ahí había contenido. Mis manos aún continuaban acariciando los pechos de Xena, mis dedos toqueteaban sus pezones y los apretaban con firmeza, mientras mi lengua seguía su recorrido por el abdómen de mi Princesa, hasta que por fin llegué a la rosa más abierta de su jardín corporal, a la plenitud de su ser, en donde la haría llegar al éxtasis mismo si ella me lo permitía.

Hundí mi cabeza en medio de sus piernas, mi lengua ahora sólo quería llegar a un único destino, cuando por fin lo encontré, comencé a moverla lentamente, con suavidad, como si estuviera en realidad acariciando la más delicada de las flores. Xena comenzó a estremecerse, sus piernas comenzaron a temblar despacio y de su boca tan solo salió un pequeño ¡aaaaahhhh!. En vista que el juego con mi lengua parecía estar agradando a Xena, no quise interrumpir su ola de éxtasis, así que fuí aumentando la velocidad de mi jugueteo, haciendo que las piernas de Xena fueran apretando mi cabeza. Su pelvis danzaba al ritmo de la pasión, cada vez sus gemidos iban aumentando, estaba llegando al momento más sublime de nuestro encuentro, a su primer orgasmo ocasionado por su Reina Amazona.

En medio de sus piernas, justo donde su silueta llega a lo más hermoso, parecía que un maremoto hubiera azotado cada rincón de su ser, sus puños estaban cerrados, apretando el suelo que nos sostenía. Su cara estaba sonrojada, dibujaba una leve sonrisa, por fin, Xena, la Princesa Guerrera había sido mía, solo mía, ahora, ni el mismo Ares iba a poder deshacer lo que yo había hecho, no había terremoto ni huracán que pudieran borrar el hermoso acto del cual la naturaleza había sido testigo.

En seguida, puse mi cabeza sobre el pecho de mi Princesa, ya las gotas de agua se habían secado. Quise sentirla cerca a mí, quise escuchar el retumbar de su corazón, apasionado por el mío, ella tan solo puso su mano sobre mi pelo y empezó a acariciarlo, de repente me dijo suavemente: -Te Amo Gabrielle.
Nos quedamos así por un rato, calladas, simplemente acompañadas por el sonido de los leños quemándose y la naturaleza dándole vida a nuestro alrededor. Lentamente fuí bajando mi mano izquierda buscando nuevamente uno de sus senos, cuando finalmente lo encontré, empecé a mover mis dedos sobre su pezón... fue algo extraño, algo inquietante, por que con tan solo ese movimiento, ambas pudimos sentir como la llama del deseo y de la pasión, otra vez se había avivado más que todas las antorchas del olimpo juntas.

Juntas rodamos por el suelo, ya no nos importaba nada, tan solo queríamos seguir entregándonos todo eso que teníamos dentro y que se moría por salir, que pedía a viva voz salir de nuestra alma y ser transmitido por nuestra piel. Yo quedé boca abajo, Xena quedó encima mío. Sus labios se pozaron sobre mi espalda y suavemente empezaron a moverse por mi piel, cada caricia de sus labios causaba escalofríos en todo mi cuerpo. Sus senos se arrastraban siguiendo al resto de su silueta, y mientras se arrastraban, también iban dejando una caricia sobre mí. Cautelosa pero enérgica, fue besando mi espalda, no era necesario verla para poder sentir la vibración de su cuerpo encima del mío, para poder sentir que ella deseaba prolongar al igual que yo, el instante mismo para amarnos con frenesí.

Cuando se posó en mis gluteos, dejó libre su lengua, sabia y experta sabía como moverse para hacer que yo me estremeciera, mientras tanto hábilmente sus manos fueron explorando el resto de mi anatomía, ya no eran extrañas, parecía como si siempre hubieran sido fieles conocedoras de cada trozo de mi piel. Volvió a subir dejando un camino de humedad a medida que se delizaba, un camino tibio que quedaría grabado por siempre, no solo en mi piel, sino en mi corazón que se estaba quemando en el centro de un volcán a punto de hacer erupción.

Con una de sus manos me dió la vuelta, ahora habíamos quedado frente a frente, mirándonos a los ojos. Era el momento de la entrega total. Nuestros labios se buscaron, al igual que nuestras manos, las cuales quedaron atrapadas en cada caricia dada sobre nuestra piel. Xena me atrajo totalmente hacia su aguerrido cuerpo, yo con mis piernas envolví el suyo, ¡quería amarla! quería estar así con ella por el resto de mi vida. Primero, el beso fue lento, suave, tímido, pero al transcurrir los segundos, se podía sentir como la llama del deseo, iba aumentando, como la pasión iba creciendo a medida que nuestro beso se tornaba cada vez más y más húmedo, a medida que nuestras lenguas se enredaban y nuestros cuerpos empezaban a dejar su estado sequío.

El cuerpo de Xena y el mío se tocaban, nuestros senos se encontraron y tímidamente jugaban entre sí, yo agarraba el pelo de mi princesa que parecía seda y lo apretaba. Mi espalda aún tiritaba debido al cosquilleo que había quedado después de las caricias de la lengua de Xena, esa lengua que me volvía loca, que envenenaba mis sentidos, que quería que recorriera todo mi cuerpo sin temores, dando rienda suelta a múltiples sensaciones. Después del beso, Xena movió su cabeza hacía un lado, y con sus labios tomó el lóbulo de mí oreja, después lo tomó con sus dientes y luego lentamente le pasó su lengua, ahora el cosquilleo se había dirigido hacia mi lóbulo. De la oreja fue bajando lentamente hacia mi cuello, me acariciaba con sus labios y alternaba con su lengua. Mientras tanto yo pasaba una de mis manos por su espalda y con la otra acariciaba su pezón. ¡Dioses! entre mis piernas, justo donde mi cuerpo llega a la plenitud de su ser, se estaba formando otro lago, quizás mas grande del que teníamos al lado.

Por fín su boca había encontrado mis pechos, que ansiosos la estaban esperando, mis pezones se pusieron erectos tan solo con el roce de su piel. Los atacó sin piedad a punta de mordiscos, succiones y juegos con su lengua. Hizo lo mismo con ambos, yo tan solo cerraba mis ojos y me dejaba llevar por las sensaciones que Xena me estaba haciendo experimentar. Había estado esperando este momento por mucho tiempo, todo esto que estaba pasando parecía un sueño, si era así, no quería despertar, deseaba que hicieramos el amor una y otra vez por siempre.

Xena se detuvo un buen rato en mi abdómen, sonreía y me decía que le gustaba mucho, lentamente trazaba un camino de besos y de húmedad mientras sus manos acariciaban mi cintura. No puedo negar que me encontraba un poco nerviosa, puesto que después de Pérdicas, no había expermientado tantas cosas, es más, ni con Pérdicas sentí la mitad de las cosas que estaba experimentando ahora con Xena, debe ser por que en la luna de miel, mientras Pérdicas y yo hacíamos el amor, yo estaba pensando en Xena y no me concentré en lo que Pérdicas estaba haciendo.

De repente me extremecí toda, ¡era como si Zeus me hubiera llevado a los Campos Elíseos y vuelto a bajar de inmediato! La cabeza de Xena estaba sumergida entre mis piernas y solo podía ver su pelo. Mis dientes crujían, mi respiración estaba agitada y mi pulso estaba acelerado, Xena estaba jugando con su lengua justo donde mi ser llega a su plenitud, ¡y vaya manera de jugar! ¡Ooooooooh Xenaaaaaaaaaaaaa! me acuerdo que exclamé, y mi grito retumbó dentro del bosque que nos acogía. Después de tantos movimientos de su lengua, inevitablemente estallé en un orgasmo. Después de que me recuperé de ésta maravillosa experiencia, lentamente Xena subió y se recostó junto a mí, se me quedó mirando con esos preciosos ojos azules, que ahora me parecían mas cristalinos que antes, mas puros y transparentes. -Te Amo Xena, le dije mientras se me escapaba un suspiro, ella sonrió y acarició mi mejilla. Acerqué mis labios a los de ella y deposité un suave beso, un beso que estaba lleno de todo el amor que sentía por ésta mujer divina.

Rato después de habernos entregado a los brazos del deseo, de habernos amado y poseido, Xena sonriendo me dijo: -Mira como hemos quedado Gabrielle!, vamos a refrescarnos al lago... así que nos levantamos y nos fuimos a zambullir a las tibias aguas del lago. Fue muy refrescante entrar al agua, después de haber estado en semejante estado de calor. Xena nadaba bajo el agua mientras yo jugueteaba con las pequeñas olas que se formaban, ya estaba amaneciendo pero aún el reflejo de la luna se podía ver sobre el agua, de repente Xena emergió de la profundidad y me abrazó por detrás, me envolvió totalmente con sus brazos, acercó su boca a mí oreja y casi susurrándome me dijo: -Te amo mi amor, te amo mucho. -Yo también te amo Xena, eres mi vida, mi amor, mi todo! y nos quedamos así abrazadas, entre el agua viendo como la luna se ocultaba y daba paso a un precioso amanecer.

Nos salimos del agua y nos sentamos frente a lo que quedaba de la fogata, empezamos a secarnos para luego vestirnos e ir en busca del desayuno. ¡Dioses! mi mente estaba teniendo un dejavoo, las gotas de agua... Xena... y yo... Entonces la miré, y para mi sorpresa ella me estaba mirando, había algo en sus ojos, como una chispa, la misma chispa que había en los míos. Antes que yo pudiera hacer o decir cualquier cosa, Xena ágilmente dió un salto y quedó justo en frente mío, luego me dijo: -¡Creo que necesitamos un día libre! y en seguida subió una de sus cejas... otra vez ¡Dioses! mi corazón se aceleró de nuevo, quería repetir todo lo que había pasado horas antes. Lentamente Xena fue acercando su cabeza hacía la mía... ¡teníamos tantas ganas de besarnos!, ya cuando sentí su respiración sobre mí... una voz dijo: -¡Hola Madre, Tía Gabrielle! ¡ERA EVE! ¡POR HESTIA! Xena y yo nos quedamos absolutamente quietas, Eve no nos quitaba los ojos de encima y obviamente se mostraba extrañada ante la situación, luego dijo: -Hasta que las encontré, tenía muchas ganas de verlas y pasar unos días con ustedes. Luego se sentó y comenzó a desempacar sus cosas. Nosotras no supimos que hacer o que decirle, tan solo esperamos a que empezara a interrogarnos, pero increiblemente parecía no haberse dado cuenta de nada, estaba actuando normal, ¿Acaso no le parecía extraño ver a su madre casi besándose con su mejor amiga y desnudas?, seguramente no, seguramente andaba tan metida en la palabra de Eli que no se dió ni cuenta de lo que estaba pasando.

Pero Xena y yo si nos dimos cuenta de lo que estaba pasando, nos dimos cuenta que ya no íbamos a poder vivir la una sin la otra, que nuestro amor era demasiado grande y hermoso, y también nos dimos cuenta que nos tocaría aplazar el "día libre" para otra ocasión.


Indice Fan Fiction

Página Principal