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Disclaimer: Los personajes están basados en los caracteres de Xena Warrior Princes, no pretendo animo de lucro ni remuneración alguna.
Avisos: Hay mucho subtexto, bueno el que da tiempo a enseñar, ya que la historia es cortita.
Dedicatoria: Para todos aquellos que crean en el amor y amen o alguna vez lo hayan hecho.
Correo: gioconda91@hotmail.com.


AMOR

Autora: Elora Danan Xenagab.

Interior de un Museo.

- ¿Qué te parece?.- Preguntó una mujer rubia y menuda a una belleza morena.
- Es...mmm... es extraño, no logro entenderlo, ¿crees que tiene truco?.- Preguntó la morena, aun sin mirar a la otra mujer, que se reía detrás de ella.
- No lo creo.
- ¿Tu lo entiendes?.
- Creo que sí.- La rubia volvió a sonreír.
- Explícamelo.- Rogó la morena.
- Mmm... creo que el camino, al estar en el centro del cuadro, representa tu vida. Todo lo que se acumula a los lados son las cosas con o sin importancia que te ocurren.
- ¿Y ese corazón sanguinolento al final, no queda un poco fuera de lugar?.- La rubia recapacitó su respuesta.
- ¿Bueno, que crees tu que representa?.- La morena se volvió por vez primera para mirar a la otra mujer y se sorprendió de ver lo hermosa y grácil que era.
- Mmmm... probablemente el corazón sea el amor.- La rubia asintió.
- Eso pienso yo.
- Pero es una forma un poco cruel y desagradable de representarlo, ¿no te parece?.- Preguntó mirando a la rubia inquisitiva.
- Bueno, un cuadro siempre tiene que tener un factor de impacto, ya sabes, para atraer la atención del espectador.- La morena asiente. Pasa un minuto antes de que vuelva a hablar.
- ¿Por qué crees que lo ha colocado al final del camino?.- Preguntó de nuevo la morena curiosa.
- Bueno, el que lo haya pintado al final del camino puede deberse a que pretende trasmitir que lo único que perdura después de la vida es el amor y los frutos de ese amor.- La morena frunció el gesto.
- Pero eso no siempre es así, hay otras cosas importantes, además del amor.- Explicó la morena.
- No, no, mira, el amor es lo único que perdura junto con el tiempo, independientemente de nosotros, nos acompañan hasta la eternidad.- Explicó la rubia.
- Entonces, debería haber pintado un reloj junto al corazón.- la rubia se rió a carcajadas.
- Tienes razón, no lo había pensado.- Contestó entre risas la rubia.
- Hay gente que nunca ha amado.- habló después de otro rato de silencio la alta y morena mujer.
- Eso es imposible.
- ¿A quien amas cuando te sientes sola?.- La rubia miró con gesto curioso a la morena.
- ¿Hablas de ti?.- La morena asintió indiferente.- ¿Hablas en serio?, no puedes no haber amado nunca. Tienes que tener en cuenta que hay muchas clases de amor.
- No he sentido ninguna de esas clases de amor, siempre he estado sola.- Explicó la morena.
- ¿Y lo dices así, como si fuera algo normal?.- Preguntó sorprendida la rubia.
- Lo es para mí.
- ¿Te estás quedando conmigo, verdad?.- Preguntó.
- Para nada.
- Mmm, mira, creo que la exposición va a cerrar, ¿Por qué no me esperas fuera?. Te invito a un café y seguimos hablando.
- No tengo tiempo.
- Siempre hay tiempo.
- No para mí.
- Claro que sí, no eres la única con un trabajo en este mundo.- Se burló la rubia.
- Siempre estoy trabajando.
- ¿Incluso ahora?.
- Incluso ahora.
- ¿Me estas trabajando?.- Preguntó divertida la rubia, la mujer morena sonrió.
- Al menos tienes buen humor.
- Quizás encuentre un hueco.
- Seguro que sí.- La rubia se despidió con un gesto furtivo y media sonrisa. La mujer morena se quedó mirando el cuadro, sorprendida por lo que acababa de ocurrir.

Calle desierta.

- Eh rubia, dame algo.- Un colgado se le acercó a la asustada chica.
- No tengo nada.- El colgado la miró serio.
- Venga ya, suelta las pelas.- Ordenó, dejando a un lado su educación. La rubia retrocedió dos pasos.
- Te he dicho que no tengo nada.- Volvió a repetir, más asustada.
- Oh me das lo que tengas o te rajo, zorra.- Habló el asqueroso tipejo. La rubia miró a todos lados asustada.- Venga, coño, no tengo todo el día.- Le gritó con voz nerviosa. La rubia comenzó a rebuscar en su bolso, pero una voz la sacó de su temor.
- No hace faltas que le des nada.- El tipejo miró con agresividad a la rubia.
- Me vas dar lo que tengas o te rajó.- Ordenó el maldito rastrero. La morena sonrió con autosuficiencia.
- No hagas tonterías, se ve peligroso.- Sugirió la rubia.
- No tengas miedo, el no me puede hacer daño.- Le explicó la morena. El drogadicto impacientado por el mono atacó, y la morena le lanzó de una patada varios metros atrás.
- ¿Sigue en pie lo de ese café?.- Preguntó sonriendo la morena, la rubia sonrió al mismo tiempo.

Interior de un café.

- Así que nunca has amado a nadie. Me cuesta tanto creerlo.- Reflexionó en voz alta la rubia.
- A parte de que mi trabajo me prohibe amar, si quisiera no tendría tiempo.- La rubia frunció el ceño.
- Pero, ahora estás hablando aquí conmigo.- Contestó curiosa.
- Puede que sea parte de mi trabajo.- Sugirió la mujer alta. La rubia miró a los impresionantes ojos azules.
- Tienes unos ojos preciosos.- Le dijo, cambiando repentinamente de tema.
- Muchos los temen.- Contestó la morena seria.
- Me empiezas a asustar, ¿no serás una asesina de esas a sueldo?.- Preguntó medio en broma medio en serio.
- No soy una asesina.
- Me alegra saberlo.
- Soy peor que una asesina.- Contestó, mirando intensamente a la rubia.
- Vale, lo has conseguido, estoy asustada.- La morena sonrió y la rubia logró tranquilizarse.
- No pretendía asustarte.- La rubia le indicó con un gesto que no hacia falta que explicara nada.
- Lo importante es que quieres hablar, necesitas hablar.
- No lo sé. Creo que sí.
- Y me has elegido a mi entre millones de personas, ¿debo sentirme halagada?.
- No. Deberías tenerme miedo y no me explico por qué no es así.
- No me das miedo. Bueno, puede que tu figura sea imponente, pero no te temo.
- Es la primera vez que alguien no huye de mi, quizás pueda dejarte atrás.
- ¿Cómo?.
- Ahh, son cosas mías.
- ¿Sueles hablar mucho contigo misma?.
- Bastante. ¿Tu no?.
- Sí.- La morena sonrió.
- Es curioso, nunca imaginé que pudiera estar ablando con alguien.
- ¿Por qué te resulta tan extraño?.
- Porque nunca hablé con nadie.
- Eres rara.
- Sí, muchos dicen eso de mi.
- ¿Quiénes?.
- ¿Qué?.
- ¿Quiénes son esos que dicen que eres rara?.
- Tu, por ejemplo.
- A parte de mí.
- Otros.- La rubia empezó a impacientarse.
- ¿Quiénes?.
- Gente corriente, como tu.
- Pero, ¿cómo les conoces si nunca has hablado con ellos?.
- Todos me conocen, todos han oído hablar de mí.
- ¿Quién eres?.- Preguntó la rubia ensimismada con la mujer morena.
- Me llaman Muerte.- La rubia se atragantó con el café.
- Ahora sí que me has asustado.
- ¿Quieres que me vaya?.
- Noooooo.
- Muerte, encantada.- La morena abrió los ojos con sorpresa y dio la mano a la rubia.- Yo soy Amor.
- Bonito nombre.
- Gracias. Siento no poder decir lo mismo.- Ambas se rieron. Permanecieron en silencio un instante.
- ¿Yo soy tu próxima víctima?.- Preguntó con cierto temor pero con valentía la chica menuda.
- Sí.
- ¿Por qué no...
- No puedo.
- ¿No puedes?.
- No.
- Pero eres la muerte, tienes que poder.
- Contigo no.
- ¿Por qué?, no soy diferente de los demás.
- Sí lo eres.
- ¿Por qué?.
- Tu me miraste y me viste.
- Te vi, claro que te vi, si te miro es normal que te vea.- La morena sonrió ante el razonamiento de la otra mujer.
- Más allá de la simple visión.
- ¿Quieres decir que ellos no te ven y yo sí?.
- Sí.
- ¿Entonces para ellos estoy hablando con el aire?.- La rubia se dio cuenta entonces de que la gente la estaba observando entre extrañada y asustada.
- Eso parece.
- Mejor vayamos a otro sitio.
- Debo irme.
- Ven a mi casa.
- Tengo trabajo.
- Estás trabajando.
- No, he dejado de hacerlo.
- Ven.- La rubia se levantó y salió por la puerta, la morena le siguió unos pasos por detrás sonriendo.
La rubia se dispuso a cruzar la calle con rapidez, pero la morena parpadeó varias veces asustada. Una señal inconfundible, aquella señal que le avisaba que alguien estaba a punto de morir, se vio reflejada en la rubia. Se quedó helada mirando a la menuda mujer y luego lo vio, otro ángel exterminador, un suplente, se encaminaba hacia ella con determinación, la morena parpadeó asustada. Alargó la mano, pero antes de que su garganta pudiera emitir cualquier grito de aviso, la rubia fue arroyada por una choche y su cuerpo fue a parar justamente delante de la mujer morena. El rostro de la rubia estaba manchado de sangre y no respiraba. Muerte miró a su suplente que le sonrió con ironía.
- Ella debía morir, así está escrito.- Se defendió el suplente y luego desapareció.
- Maldito bastardo.- Susurró Muerte mirando al cielo.- ¿Quién eres tú para decidir quien debe o no morir?.- Luego se encaminó al cuerpo moribundo de la rubia y se agachó hasta estar a milímetros de su oído.- No vayas hacia la luz, no la mires, vuelve a la vida, Amor.- le susurró y luego vio como sus manos iban tomando un tono transparente y su cuerpo se deshacía en vapor, mientras evaporadas, sus células inertes se acumulaban con ternura sobre el cálido cuerpo de la mujer rubia.
Amor respiró, y volvió a la vida, sintiéndose cálidamente arropada por un manto de protección invisible.

FIN
Ya, ya, ya sé que es de lo más raro. Pero me dio la vena filosófica y bueno, esto es lo que ha salido. Siento que termine así, pero como es raro tiene que terminar de una forma rara. Además no pega unir a la muerte con el amor. Bueno besos a todas.


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