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LA ÚLTIMA BATALLA
(MEMORIAS DE GABRIELLE)

Por XD

Tercera parte

-Vamos, tenemos que estar listas antes del amanecer -gritaba Ephiny bastante alterada- No, así no. -Cogió la espada de una amazona- Los movimientos tienen que ser rápidos, no puedes despistarte, te juegas la vida -la amazona apenas era adulta pero aun así corría valor por sus venas, esforzándose por defender a su reina y a su pueblo- Vamos tenéis que concentraros, no puede fallar el ataque, nada puede salir mal... -Acabó siendo un susurro hacia si misma, intentando convencerse de algo que estaba inculcando.

Sabían defenderse, conocían el plan, estaba segura de la fuerza y el poder de sus hermanas, pero... ¿seria suficiente?

Poco a poco se organizaron hasta llegar a formarse totalmente acorde al plan.

-Es impresionante la fuerza de la Nación Amazona- A pesar de las circunstancias Xena sonreía abiertamente, estaba satisfecha por la destreza de la aldea. Era milagrosa la nación que tenía enfrente.

-Ya queda poco Xena, deberías...

-Lo se Ephiny, hay que alejarla de aquí.

-Esta bien... -Gabrielle apareció detrás de Ephiny, se apreciaba el temor y la tristeza en sus ojos, por sus amigas, sus hermanas.

-Gabrielle tienes que irte, queda poco tiempo. Va a -Antes de acabar, su reina se abalanzó a abrazarla.

-Ephiny por favor no me hagas llorarte, ten cuidado -Al notar sus pequeños sollozos Ephiny la abrazó mas fuerte aun antes de separarse.- Promételo, prométeme que volveré a verte.

-Cuídate mucho, ¿de acuerdo? -Se soltaron las manos que seguían unidas lentamente, después Gabrielle se acercó mas a Xena.

-Tal vez debería mandar a dos amazonas contigo... por si acaso.

-No Xena, ya he sido bastante egoísta.

-Esta bien, no insistiré -Observó la tristeza en su mirada usualmente tan alegre. Esta se sentía débil, su fuerza fluía por sus ojos a través de las lágrimas.

-No me abandones, por favor -Gabrielle no podía moverse, aun para abrazar a su amiga- No puedes dejarme -Xena la acercó a su cuerpo estrechándola con fuerza.

-No lo haré, pase lo que pase no lo haré -Una bien disimulada lágrima se deslizó por la mejilla de Xena- Nunca.

-Debemos darnos prisa, Tienes que irte Gabrielle -La voz de Ephiny interrumpió la despedida.

-Gabrielle -La reina se apartó de Xena y la miró fijamente, entendiendo que esto era fundamental- Sigue el sendero, cuando pase un tiempo llama a Argo, ella te recogerá.

-De acuerdo -Gabrielle apretó la mano aun sujeta de Xena entre sus dedos- Tened cuidado.

Gabrielle empezó a caminar por la dirección que le había indicado. Aunque no sin mirar a sus amigas por última vez antes de... ¿de qué? ¿Qué iba a ocurrir?

*****

Al desaparecer Gabrielle, una brisa se levantó a través del bosque.

A pesar de la poca fe de Xena en esos momentos, trató de mostrar la mayor confianza posible a las amazonas, necesitaban algo en que creer.

-Hay que comenzar ya... apenas queda tiempo hasta que ataquen -Se acercaron al ejército de amazonas. Ephiny subió a una plataforma y les llamo la atención.- Preparaos. Id cada una a su puesto y concentraos en esta lucha... Es el comienzo de la guerra"

Gritaron las amazonas para darse fuerza, para apoyarse unas a otras. Con el valor que dignifica a la Nación Amazona, cada una fue a su lugar correspondiente, dispersándose.

-Cuando aparezca Callisto y comencemos a lugar, vosotras les atacareis apareciendo por detrás, los acorralareis y tendremos así mas posibilidades.

Ephiny asintió y saludó a Xena como amazona, para luego sonreír y abrazarse. Tras eso Ephiny se dirigió al bosque.

-Los niños y las mujeres que no puedan luchar escondeos en una cueva detrás de la aldea y no salgáis hasta que el ejército de haya ido. Pase lo que pase. Se que esto es muy duro -Xena levantó la voz, asegurándose de que la oyeran todas- y que es poco probable que ganemos... Pero os conozco, sois amazonas, eso no os detendrá. Recordad que la vida de vuestra Reina, vuestra Nación y vuestro reino... está en vuestras manos. No penséis en la batalla como una derrota, sino como la última demostración de la fuerza de la Nación Amazona.

Un grito de guerra estalló haciendo que las amazonas levantaran sus armas como apoyo.

Estaban preparadas.

Todo salía según lo acordado. Las amazonas esperaban en silencio hasta que el ejército pasó ante ellas atravesando el bosque. En el momento indicado, las arqueras comenzaron el ataque rodeándolos. Lo que acabó con bastantes, que eran lo que necesitaban, disminuir el número para el combate cuerpo a cuerpo.

Las amazonas de los árboles comenzaron su ataque de piedras, confundiendo a los soldados.

Cuando apenas les quedaban cosas que arrojarles, apareció Xena con su grupo de amazonas frente a ellos. Los guerreros se abalanzaron, comenzando así la batalla. Eran bastante buenos, pero Xena era mejor.

Al cargar contra ellas, Xena sacó su espada apuntando al hombre que venía hacia ella, indicando a las demás que hicieran lo mismo. De esta forma los soldados quedaron ensartados en ellas.

Todos los sentidos de Xena estaban pendientes en atacar y defenderse, observaba y atendía a los movimientos de los soldados. Podía ver como sus amigas caían, sin poder hacer nada para ayudarlas.

Rápido las amazonas de los árboles y las arqueras se unían a la batalla conforme se les acababa el material

La Princesa Guerrera estaba luchando con dos soldados cuando de repente vio como otro tercero apuntaba a una amazona con una ballesta.

El primero fue a por ella blandiendo la espada en alto pero, con una patada en el estómago, Xena lo lanzó a un lado, llevándose a otro por delante. Entonces cogió el chackram y lo proyectó rebotando en un árbol y partiendo la ballesta por la mitad mientras chocaba su espada con el segundo hombre. Ella esquivó un ataque y le hirió en el abdomen, haciendo que cayera envuelto en sangre.

Pero había algo extraño...

-Vaya vaya Xena... no has cambiado nada en todo este tiempo -Dejó de luchar prestándole toda su atención a Callisto.

-Parece que tu tampoco, sigues decidida a quitarme el chackram -Bajó su vista al arma que Callisto deslizaba por sus dedos.

-No puedo evitarlo, decidí que semejante figura debía poseerla yo, me hace sentir mas... poderosa -Xena se colocó enfrente de Callisto, esperando su ataque.

-No te acostumbres demasiado a él -Levanto la espada defendiéndose de ella.

Callisto deslizó en chackram dejándolo en su cintura.

-Ya lo he hecho -Ataco levantando su espada, pero su ataque fue bloqueado por Xena- No he podido ver a tu amiguita por aquí... ¿Dónde la has escondido? -Sonreía mostrando gran confianza.

-Te dije que no la ibas a tocar -La rubia negó con la cabeza mientras chasqueaba la lengua.

-Eso no esta bien Xena... vas a darme mas trabajo.

-No la encontraras Callisto, no esta aquí -Xena parecía tener fe en sus actos pero aun asi se la notaba enfadada, tal vez preocupada.

-Lo se Xena, te conozco. Por eso he mandado a cuatro grupos de soldados, cada uno en una direccion, con las órdenes de buscarla y traerla ante mi antes de comenzar la batalla. La encontraré. No hagas promesas que no puedes cumplir.

Xena quedó paralizada por un segundo, lo que aprovechó Callisto para hacerla caer de rodillas, con el filo de su espada en el cuello de la guerrera.

Cuando se dio cuenta de lo sucedido comenzó a atacar, pero cesó al ver un grupo de hombres acercarse a Callisto con una joven rubia presa entre ellos. Un hilo de sangre salía de la comisura de Gabrielle corriendo por su cuello, asustando a Xena.

Los hombres la acercaron al lado de Callisto que los miro seriamente.

-¿Qué es esto? La quería intacta -Se dirigió al que parecía el jefe de todos.

-Se resistió y tuvimos que... tranquilizarla -La asesina sonrió.

Tenían cogida a Gabrielle por debajo de los brazos, elevándola lo suficiente como para que sus rodillas rozaran el suelo. Su cabeza colgaba hacia abajo, claramente inconsciente.

-Parece tan indefensa... tan... vulnerable -Acarició el pelo de Gabrielle suavemente.

-No la toques -La mirada de Xena se le antojaba furiosa. Sentía su ira fluir... y podía ver... ¿temor?.

-Tranquila Princesa. Aun no he empezado -Callisto mostraba su superioridad.

-Xena... -Escucharon un suspiro que provenía de la reina. Xena no escuchaba otra cosa que no fueran los lamentos los gemidos a causa del dolor. Aunque apenas eran audibles, para ella era un sollozo constante en su cabeza, la pedía ayuda... y quería ayudar.

La guerrera comenzó a coger impulso para levantarse y liberar a Gabrielle. Pero un rodillazo en el estómago de la Reina por parte de Callisto la hizo volver donde estaba.

Gabrielle se agitó cuanto pudo, que no fue mucho al tenerla cogida, y gritó lo que sus pulmones magullados la permitieron.

-¿Aun no lo has entendido? Ella va a morir. Depende de lo que hagas tu sufrirá antes o no.

-Siempre has querido matarla, la has hecho sufrir incluso mas que a mi. ¿Por qué? ¿Por qué elegiste hacerla daño a ella desde el principio?

-¿Por qué? Porque ella es precisamente contraria a mi, como lo es a ti. Ella tiene la inocencia y la bondad a su favor, no como nosotras. Por eso tiene mucho mas poder que tu y que yo. Ella es yo, eres tu. Es Callisto y Xena en una realidad paralela en la que no nos volvimos monstruos. En la que nuestra familia esta viva, y toda la gente que hemos matado continua con su vida. Ella es la luz.

-¿Y por eso, Callisto, quieres matarla? ¿Por qué su vida vale mas que la de cualquiera de nosotras?

Callisto rió.

-Quiero matarla, Xena, porque ella es la única que revienta mi existencia sabiendo que podría llegar a vencerme sin necesitar matarme.

-Callisto... -La voz de Gabrielle sonaba ronca y frágil. Apenas se podía distinguir.- Podrás matarme, pero nunca acabaras con el bien supremo -Le pegó un puñetazo en la cara a Gabrielle. Esta vez no se revolvió, ni gritó. No hizo el menor gesto.

Estaba demostrando su fuerza y su valor. Todo lo que había aprendido de Xena, la dureza en los momentos difíciles. Pero esta cada vez lo pasaba peor viendo como torturaban a su compañera.

-¡Callisto! ¡Déjala en paz! ¡Me quieres a mi, pégame a mi! -No era la voz de Xena. Había cambiado a una voz grave, dolida. Callisto estaba disfrutando.

-Lo haré. Ten paciencia...

Ephiny miraba la escena. No sabia que hacer. Cuando vio que la pegaba un puñetazo reaccionó, no podía dejar que torturaran a su Reina sin hacer nada.

-¡Callisto! -Ephiny gritó tras ella para que se girara. Cuando esta lo hizo le lanzó una flecha directa al corazón de Callisto. Que la cogio momentos antes de que impactara en su cuerpo.

-Oh, ¿Cómo se puede ser tan estúpida? -Fijó su vista en el arco escuálido que sostenía- Intentar salvarla con una mísera flecha... una idea muy noble. Pero acabas de suicidarte.

Xena aprovechó este despiste para quitarle el chackram a Callisto y lanzárselo a los soldados que sostenían a Gabrielle, que ya estaba completamente consciente. En cuanto consiguió soltarse se lanzó a Xena, que se había levantado.

Gabrielle notó como la hoja de la espada de Callisto se deslizaba a través de su estómago.

Xena observó como atravesaba el vientre de su amiga, que se aferró al cuerpo de su asesina a causa del dolor. Callisto, cogiendola con la mano izquierda por la espalda, la acercó penetrando mas profundamente la espada hasta que la punta apareció.

También vio como Gabrielle abría los ojos a causa del sufrimiento y entreabrió la boca sin poder pronunciar ningún sonido.

-¿Que opinas ahora de tu bien supremo? -Callisto susurró al oído de Gabrielle de manera que solo ella logro oírla. Luego retiró la espada, dejándola caer al estar abrazada a ella.

Xena corrió a cogerla antes de que impactara contra el suelo. Se aferró a ella mientras caía de rodillas y la acercó a si misma.

Gabrielle no se movía, había caído apoyada en sus rodillas y sobre Xena, cogiendola esta por debajo de sus hombros, notando como colgaban sus brazos sin fuerzas para abrazarla. Su cabeza caía hacia atrás como si mirara al cielo y su cuerpo hacia fuerza en dirección a la hierba que estaban pisando. Ya no era Gabrielle, ya no estaba.

Xena oía la risa de Callisto lejana, pero era lo único que podía escuchar. No podía sentir la respiración de Gabrielle, ni los latidos de su corazón. Lo único que consiguió hacer fue llorar. Sus abundantes lágrimas aparecían muy rápido y sus ojos abiertos observaban de toda manera posible el cuerpo de su amiga. Abrió la boca e intento hablar, pero no dijo nada. No podía. Aun no se lo creía.

No podía haber pasado.

Deslizó la mano por la espalda de Gabrielle, acercándola a ella y, con su mano derecha, colocó la cabeza de su amiga en la curva de su cuello. Aferrándose a la vida que momentos antes tuvo esa mujer.

Comenzó a balancearse con su amiga y al fin logro reaccionar. Intentó ayudarla, salvarla como fuera. Suavemente dejó a Gabrielle en el suelo boca arriba. Notando como sangraba la herida intentó taponarla, sin ningún resultado.

Luego observó su rostro, en el no había vida. Por la comisura de sus labios se deslizaba una línea de sangre bastante abundante. Pero no era la única. Tenía toda la cara manchada con finas líneas y gotas de esta misma sustancia a causa de los borbotones que salían de su boca.

Luego vio sus ojos, que seguían abiertos por el impacto, pero que no decían nada.

Entonces se dio cuenta.

No volvería a estar con ella. Nunca volvería a ver la alegría, la inocencia... la vida en su mirada.

No podía aceptarlo. No podía permitirlo. Entonces gritó, escuchándose en todo el campo de batalla su nombre: Gabrielle. La mirada de Xena enfureció, paso de ser desesperada a ser... agresiva. Un monstruo. La antigua Xena había vuelto y miraba a Callisto a los ojos fijamente.

-Por fin has vuelto -Reía habiendo conseguido su propósito- Bienvenida Señora de la Guerra.

-Ya puedes rezar Callisto. Me da igual que seas inmortal o una diosa, te haré sufrir de tal manera que desearas no haber nacido -El lado oscuro de Xena la dominaba, hablaba por ella. La guerrera recostó delicadamente en el suelo a Gabrielle y se levantó despacio. Xena comenzaba a sacar su espada mientras lloraba. Sus ojos tenían un brillo especial.

El mismo que tuvo hacia diez inviernos.

-Lo prometiste Xena... -Una voz quebrada llegó a sus oídos,

-Gabrielle -Al ver que seguía viva a sus pies lanzó la espada a un lado. Tenia razón, se lo prometió. Se agachó a ayudarla, cogiendola entre sus brazos, acercándola.- Gabrielle... -La reina no contestaba. Poco a poco desaparecía el atisbo de esperanza que había sentido al oír su voz de nuevo.- Di algo... -La mirada de Xena cambiaba rápido de dirección. Los nervios la estaban consumiendo.- No... Por favor... -Comenzó a agitarla, era un tormento.

Las amazonas comenzaron a luchar con una furia antes vista. Venganza.

-Sigue viva -Callisto corriendo se abalanzó sobre Xena.

Ella levantó la mirada y acercó mas el cuerpo de Gabrielle para protegerla. La asesina desenvainó la espada con la intención de matarlas, cuando entonces...

Se detuvo.

Xena observó la reacción de Callisto, que miraba un punto sobre Gabrielle. Entonces dejó caer el brazo y, casi sin querer, dejó caer la espada. No creía lo que veía...

No sabía lo que veía.

Xena comenzaba a preocuparse... ¿Qué estaba mirando?

Las amazonas y los soldados dejaron de luchar y se dirigían ahora a Callisto.

Pero había algo que nadie veía, algo que solo ella apreciaba. Una luz, un resplandor sobre el cuerpo de Gabrielle. No podía moverse, estaba totalmente paralizada.

Los demás seguían mirando a Callisto que seguía parada, desarmada y... ¿asustada?

Xena no lo entendía, aunque tampoco le importara. Solo le interesaba volver a oir la voz de su mejor amiga.

Era una luz tan hipnotizante. Simplemente tenía la necesidad de saber que era exactamente. En ese momento no existía nada más.

Entonces la luz, en un instante, creció inundándolo todo. Callisto no veía nada, no oía nada.

De repente no estaba allí.

Su cuerpo se separaba de ella. Caía y ella se elevaba, la luz se llevaba su alma. Toda su vida. Logro oír algo cuando entendió lo que ocurría.

-Creo que Callisto se arrepiente de lo que ha hecho. Porque sino lo creyera, no podría perdonarla y, sino, no podría olvidarla -Era como un susurro de una voz conocida.

-Tu...

Todos vieron como el cuerpo de Callisto caía sin vida. Pero solo Xena se dio cuenta de que se separaba de algo. Algo sin forma pero con vida que no sabía explicar que era.

-Tenías razón Callisto. Ella ha conseguido vencerte... incluso después de haberla matado -A pesar de la tristeza que sentía por su muerte, se sintió tremendamente orgullosa de Gabrielle. Y una pequeña felicidad atravesó su cuerpo sabiendo que todo había acabado gracias a ella.

Esa luz desapareció y Callisto dejo de existir.

El silencio se rompió cuando las amazonas gritaron por su Reina Gabrielle. Sin embargo no eran de alegría, sino de tristeza por haberla perdido.

Xena la observó y volvió a tumbarla en el suelo. Acarició su rostro y, lentamente, se acercó a ella hasta juntar sus labios con los de su alma gemela, besándola. Un simple beso lleno de amor y de respeto. Acarició sus labios con los de Gabrielle, notando el frío que irradiaba su cuerpo.

Por la mejilla de Xena se deslizaba una lágrima que llegó a la comisura de su boca, pasando por su labio inferior. La lágrima resbalo de unos labios a otros, llegando a la barbilla de Gabrielle y terminando en su cuello.

Se separó de aquellos labios sin vida y le susurró:

-Gracias -No podía evitar sentirse sola.

*****

Al día siguiente incineraron a Gabrielle en un funeral digno de la mayor Reina y las amazonas intentaron seguir con sus respectivas vidas.

Ephiny fue coronada, como Gabrielle hubiese querido, y la honraron como merecía.

Tras el funeral, Xena se encontró delante del dormitorio de Gabrielle que habían dejado intacto. Al mirar la puerta un escalofrió recorrió su cuerpo.

Decidió entrar.

Observó la habitación, ahora silenciosa, y deslizó su mano por aquella cama que tantas veces habían compartido. Dirigió su vista hacia la mesa donde había algo que intrigó a Xena. Junto a la pluma habían algunos pergaminos que estaban muy ordenados.

Comenzó a leer el pergamino que estaba sobre los demás escrito con letra elegante que ella conocía bastante bien.

Un cúmulo de emociones asaltó su cuerpo.

Era su vida, sus hazañas como Princesa Guerrera. Lo que habia vivido y aprendido con ella, hasta el comienzo de aquella batalla, la última historia inacabada.

Xena se sentó en la silla, cogió la antigua pluma y un pergamino nuevo y empezó a escribir...

-Por Gabrielle... -Susurró antes de empezar a escribir el relato de una auténtica heroína, guerrera y amazona.

"La historia de su luz...

Gabrielle..."


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