Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

LA FUERZA DE UN CORAZÓN ROTO

Sagittarius

Tercera parte

Gabrielle me miraba intrigada, cómo intentando descubrir quién era yo y quién era ella, y esa mirada me intimidaban, no sabía cómo empezar a hablar, afortunadamente no me hizo falta.

- ¿Me puede decir quién es usted?

- ¿No le han dicho quién soy? - pregunté sorprendida.

- No, sólo me han informado de que voy a trabajar con un agente, pero no me han dicho cómo se llama, ni cómo es, ni nada.

- Pues me llamo Inmaculada Pulido, llevo trabajando dos años aquí y...

- Bueno, las formalidades las dejaremos para otro momento, ahora vamos a lo que nos interesa ¿cuál era su relación con Danielle?

- ¿Perdone?

- ¿Eran amantes, amigas, novias...?

- Perdone, pero no puede llegar aquí y empezar a preguntarme cosas sobre mi vida personal, no tiene derecho.

- Mire estoy aquí para hacer mi trabajo y para eso debo de conocer todo lo referente a la persona que estoy investigando y en este caso estoy investigando a Danielle y la única por lo que veo que la conoce bien es usted, así que empiece a contarme la historia desde el principio.

- Bien, cómo quiera... todo empezó...

- Antes de nada ¿Danielle estaba enamorada?

- Que yo sepa no, no estaba enamorada de nadie ¿por qué?

- Por preguntarle al novio sobre ella, pero bueno prosiga...

- Si le sirve de algo, Danielle me habló varias veces de un chico... Henry se llamaba, que le hizo mucho daño en el pasado y del que se enamoró perdidamente, tal vez le ayude.

- Eran muy amigas ¿verdad?

- Las mejores ¿por qué?

- Porque sé de fuentes fidedignas que a su lado Danielle se sentía segura, confiada y a la vez asustada, su mirada le asustaba, una mirada de odio por haber perdido a alguien importante en su vida, pero a la vez sentía la necesidad de estar a su lado, cómo si un lazo invisible hubiese existido entre ustedes que podía sentirlo y hasta tocarlo...

- ¿Quién le ha dicho eso?

- Una persona cercana a Danielle que sabía muy bien cómo se sentía.

- ¿Y quién era?

- Lo siento es confidencial... pero también me dijo que usted era una mala persona, con fuego en la mirada que haría huir a cualquiera.

- ¿Y a usted no le asusto?

- No y debo de reconocer que su mirada impresiona y da miedo, pero a pesar de eso y de que hay algo que me impulsa a salir corriendo, a la vez hay algo... no sé... que me impulsa el estar aquí... pero bueno no estamos aquí para hablar de mí.

- Bien, ¿y de qué quiere hablar?

- Hablemos de usted...

- Inma.

- Inma, ¿por qué sufre su alma, por qué tiene tanto dolor?

- Porque es muy difícil y doloroso ver como la persona a la cual amas y por la que darías tu vida, se le va la vida con cada minuto que pasa y no puedes hacer nada por evitarlo.

- Lo siento.

- No importa... cómo usted ha dicho, no estamos aquí para hablar de mí - me quedé mirándola fijamente, como desafiándola y de repente Gabrielle empezó a sentirse mal, a marearse y me asusté, no sabía como ayudarla.

- ¿Qué pasa... qué ocurre?

- Ah... mi cabeza... - se llevó las manos a la cabeza.

- ¿Qué puedo hacer por usted?

Estuve un rato sin saber que hacer, viéndola sufrir y algo muy dentro de mí me dijo que esa mujer no era buena, que era malvada y que me haría mucho daño, al rato los dolores de cabeza fueron disminuyendo y fui a por una aspirina para que se la tomara.

- ¿Está bien? - le dije entregándole la pastilla y el vaso de agua.

- Sí, estos mareos son normales, siempre me ocurre... mareos matutinos, un asco.

- Sabe, suelen decir que los mareos mañaneros se suelen dar en las embarazadas... ¿es ese su caso?

- No, desde luego que no, ¿quien se ha creído que soy?

- Perdone... sólo era una pregunta, no se ponga usted así.

- Bien, centrémonos en lo importante... bien... llevo varias semanas investigando sobre la desaparición de Danielle, pero para encontrarla tengo que saber cómo pensaba, conocerla para determinar cómo actuaría en unas circunstancias o en otras, por eso tengo que saber todo acerca de ella y las vivencias que tuvo con la gente que formaba su círculo. He hablado con algunos amigos del círculo de Danielle y del suyo supongo, y todos han coincidido al decir que es usted sin duda la que más la conoce, la que más experiencias ha vivido con ella ya que vivían juntas y patrullaban juntas ¿es correcto?

- Sí, es correcto - afirmé.

- Bien, he preguntado a sus amigos sobre situaciones complicadas, tiroteos, emboscadas en las que se hayan visto implicadas y no me las han sabido explicar del todo, pero sí me han hecho un pequeño resumen con la intención de que le preguntara a usted y me lo desarrollara, así que le leeré el pequeño resumen y usted me lo desarrollara.

- Un momento, dice que ha hablado con mis amigos, pero ellos no estuvieron en ninguna misión de las que Danielle y yo llevamos a cabo - le pregunté entre asombrada (de que mis amigos supieran de las misiones que supuestamente habían sido secretas) y enfadada.

- Sé lo que está pensando, cómo es que sus amigos saben de esas misiones si supuestamente eran secretas... pues muy simple, porque Danielle las escribía en su cuaderno y luego lo pasaba por la comisaría para que los policías aprendieran de las mejores - no me lo podía creer.

- Entonces, lo que me va a leer son los sentimientos de Danielle, sus ideas, sus emociones, su tensión antes y en la misión...

- Correcto.

- Bien, pues... adelante - le dije asustada.

- Leo textualmente...

"Ahí está, apuntándome con la pistola, una pistola más bien pequeña, con la que esa mujer se cree más superior que yo pensé, era un momento difícil, enfrente de mí había una mujer apuntándome con una pistola y yo sólo rezaba, rezaba para que no disparase, pero lo hizo, lo hizo, se atrevió a dispararme, sin importarle las consecuencias, sin importarle lo que pudiera ocurrir... y cerré los ojos muy fuerte, pero no sentí el impacto de la bala contra mi cuerpo, no lo sentí... alguien lo recibió por mí, alguien antes de que esa bala pudiera alcanzarme se tiró encima de mí, recibiendo el impacto en mi lugar, salvándome la vida y ése alguien no podía ser otra más que ella, mi protectora, mi guardiana, mi amiga."

- Y ese alguien era usted ¿verdad?, A usted le importaba mucho Danielle, ¿no es cierto?

Demonios pensé, ya ha descubierto que era mi debilidad, ¿cómo decirle ahora que lo hice por instinto y no por el deseo de salvarla? ¿Me creería? ¿cómo iba a hacerlo si ni yo me lo creía? no lo hice por instinto, lo hice por salvarla, porque no podía soportar la idea de perderla.

- Cuénteme cómo la salvó y qué sucedió allí y quizás pueda entender los comentarios que han llegado a mis oídos.

- ¿Qué comentarios? - le pregunté preocupada por lo que pudiera haber escuchado.

- Cuando me trajeron aquí, un policía dijo irónicamente: "ya ha llegado la policía que se parece tanto a la protegida de la sargento, seguro que ahora ella suplirá el vacío que dejó Danielle". Eso me dañó y luego otra policía me dijo que iba a descubrir muchas cosas que no me iban a gustar, que me fuera, que desistiera de la investigación, que no iba a conseguir nada hablando con usted... y quiero saber porque han hecho esos comentarios, ¿es que les caigo mal? O ¿es que Danielle les caía mal? o...

- No es que usted les caiga mal, sino que envidiaban a Danielle y cómo usted se parece tanto pues piensan que se ganará mi confianza cómo lo hizo ella.

- Pero ¿de qué tenían envidia?

- De que Danielle no sólo se ganara mi confianza sino que además se ganara mi corazón.

Gabrielle se quedó boquiabierta, seguro que no se esperaba una respuesta como esa.

- Pero no entiendo...

- Mejor empezaré la historia por el principio.
Llegué aquí hace cosa de dos años, venía dejando atrás un pasado que me había destrozado la vida. Dos de los grandes amores de mi vida me destrozaron el corazón, el primero me pegó y me dijo que no quería saber nada de mí, el segundo me dejó partido el corazón cuando murió de cáncer. Esos dos golpes fueron demasiado duros para mi corazón, no lo pude soportar y me abandoné a la desesperación. No me di cuenta, pero en pocos meses me convertí en la persona que siempre temí convertirme: una persona despiadada, oscura, que odiaba todo y a todos, una persona que empezó a nacer desde que Carlos me dejó, que el amor de Iván reprimió, pero cuando éste murió, salió a la luz. Dejé mi trabajo de policía y no me costó mucho enrolarme en las familias de narcotraficantes más importantes. Me alié a ellos y me convertí en una persona importante en ese mundo, drogadicta, capaz de hacer cualquier cosa por unos gramos de heroína, incluso llegué a matar por ello. Estuve así tres años, tres años metida hasta el fondo en este mundo, pero una mañana al ir a vender mercancía, vi como uno de los narcotraficantes más importantes mataba a un policía, delito del que no se libra ni el más rico del mundo, ése hecho me llegó al alma y me hizo darme cuenta de que la vida es muy corta y que no merece la pena malgastarla, entonces decidí empezar de nuevo a pesar de que mi corazón estaba destrozado y mi vida vacía, decidí rehacerla ya que presentía que si me metía un gramo más, mi organismo no lo resistiría y decidí alejarme de ese mundo y acusar al mafioso.
A causa de esta acusación, tuvieron que integrarme en el programa de protección de testigos de la policía, porque prometió vengarse de mí, por eso ingresé en un centro de desintoxicación y me cambiaron el nombre. Allí pasé un año de mi vida, luchando contra la heroína que me tuvo muy enganchada. Fue el año más duro, pero conseguí mantener la cabeza distraída ya que volví a sacar la licencia de policía y me readmitieron en el cuerpo, puesto que era clave para desmantelar a los narcotraficantes porque durante tres años estuve dentro de ellos y sabía todo lo que hacía falta saber para desbaratar sus planes.
Debido al programa de protección de testigos, decidieron mandarme a esta comisaría, aunque esto poca gente lo sabe, para la mitad de los que están aquí me vine porque me hacía daño los recuerdos de Iván. Cuando llegué me cerré en banda a todo el mundo, no quería volver a sufrir una decepción, tenía miedo de que me volvieran a partir el corazón y volviera a caer en el mundo de las drogas.
Muchos intentaron acercarse a mí, pero ninguno lo consiguió, excepto una rubita de ojos verdes, que con su sonrisa, su cariño e inocencia consiguió entrar en él y para colmo tenía que estar con ella las veinticuatro horas del día puesto que era mi compañera. Recuerdo la primera vez que patrullamos ¿quiere oírlo?

Gabrielle asintió con la cabeza.

- La primera vez que patrullamos, Danielle no paraba de hablar de su familia, sus amigos, de que era la primera vez que patrullaba... de miles de cosas.
De repente nos llegó un aviso de que estaban atracando un banco y nosotros éramos las que estábamos más cerca y nos dirigimos hacia el lugar de los hechos. Cuando llegamos, Danielle salió corriendo del coche y se le olvidó coger la pistola. Yo me quedé luchando con el cinturón de seguridad que se había atascado. Cuando me di cuenta de que iba desarmada, me apresuré en desenganchar el cinturón y salí corriendo hacia el banco y cuando entré, vi que una mujer estaba apuntando a Danielle con una pistola.
Dios pensé esa mujer va a matar a mi amiga.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que a pesar de intentar alejar a Danielle de mi vida, consiguió ganarse mi amistad y sólo la conocía de unas pocas horas.
Mis pensamientos corrían a mil por hora, pero no me lo pensé más cuando vi a la mujer apretar los labios, señal de que iba a apretar el gatillo. Abrí la puerta del banco con fuerza esperando llamar su atención y corrí lo más rápido posible en su dirección, tal vez si me apresuraba conseguiría que no hiriera a Danielle o la matara, pero el camino se me hizo larguísimo aunque sabía que sólo estaban pasando segundos. Pude ver la sorpresa en la cara de la chica que estaba apuntando, pero no le duró mucho ya que reaccionó, se giró hacia dónde se encontraba Danielle y disparó. Corrí con todas mis fuerzas y me sentí feliz cuando por fin choqué con el cuerpo de Danielle y la tiré al suelo...
Mientras caíamos al suelo, se escuchó un disparó... y luego no hubo nada más, sólo oscuridad.
Lo siguiente que recuerdo es despertarme en el hospital y lo primero que vi al despertarme fueron unos ojos verdes llorosos que estaban muy pendientes de mí en el lado derecho de la cama. No recordaba nada en un principio, pero Danielle me explicó que había recibido el impacto en su lugar y que estuve dos semanas en coma y yo me sentí feliz, feliz de haberla salvado.
A partir de ahí, empezó una amistad muy grande, una amistad que jamás soñé que podía tener y bueno, nos fuimos a vivir juntas ya que yo lo hacía hasta el momento en un hotel y cómo su casa era muy grande, me ofreció un hueco en ella y acepté.
Por eso le han dicho esas cosas, porque Danielle fue la única que consiguió ser mi amiga, y por eso todos la envidian.

- ¿Por qué? ¿Por qué fue la única que consiguió ser su amiga?

- Porque fue la única que se molestó en saber cómo era en realidad, los demás sólo veían en mí, a una mujer fría y calculadora, desde fuera solo veían la oscuridad de mi pasado, el derramamiento de sangre cometido por mis manos, los pecados que no puedo borrar, pero Danielle se atrevió a ver en el fondo de mi corazón y conoció lo que hay de verdad en el, vio mas allá de lo superficial, se atrevió a acercarse a mi, me enseñó el verdadero significado de la amistad... me aceptó con virtudes y defectos... fue capaz de ver mas allá de la máscara que usaba para ocultarme del mundo y así no ser herida, vio el fondo de mi corazón y conoció lo que de verdad hay en el.

Entonces por primera vez en toda la historia, miré a los ojos de Gabrielle y pude ver el brillo de la nostalgia en ellos.

- ¿Y qué hay en él?

- Una mujer que lucha para remendar los errores que cometió en el pasado, y por eso me tienen envidia, porque gozaba de una amistad con Danielle que nunca podrán tener.

- Sabe, me han contado muchas cosas mientras venía hacia aquí y todas ellas me parecieron que eran mentiras para confundirme, pero esta es la primera historia que me han contado que creo que ha sucedido de verdad.

- ¿Cómo puede estar segura?

- Porque le ha sido muy fácil desnudar su alma ante, se podría decir una persona que no le conoce y a la que no conoce, pero que se parece mucho a una persona que ha sido muy importante para usted y uno sólo abre su corazón a alguien cuando se siente en confianza.

Nos quedamos un momento calladas, mirándonos a los ojos.

- Quiero que me cuente todo sobre esa amistad, se nota que fue un lazo muy fuerte el que os unió.

- ¿Por dónde quiere que empiece?

Y entonces me sonrió y algo dentro de mí se alegró ¿por qué fue tan importante esa mirada?

Después de esa conversación, decidí tomarme la tarde libre y contarle todo lo que sabía de Danielle y Gabrielle me preguntó si podía venirse a casa y aunque a mi no me agradó la idea, acepté.

*****

Salimos del despacho y le enseñé a Gabrielle su nuevo lugar de trabajo, entonces llegamos a la biblioteca y allí Gabrielle tuvo un nuevo mareo.

- ¿Qué le sucede?

- Nada, es un pequeño mareo.

- Gabrielle, no es por preocuparla pero esto es muy raro, ¿seguro que no está embarazada?

- No, hace meses que no estoy con ningún chico ¿qué es este lugar?

- Es la biblioteca - dije con un alo de nostalgia.

- Sí, Danielle habla de ella en su cuaderno.

- ¿Pero no hablaba de misiones? en la biblioteca no hemos tenido ninguna misión.

- Sí, pero también escribió sus sentimientos.

- ¿Sus sentimientos?

- Sí, lo que sintió en algunos momentos en esta comisaría, oye... ¿alguna vez habéis estado en esta biblioteca?

- Sí, muchas.

- Es que hay una de esas veces relatadas en el cuaderno, una vez... a ver si me acuerdo... ¿alguna vez a estado borracha en esta biblioteca?

- Ah... esa.

- Entonces sí.

- Sí.

- ¿Qué pasó?

- Fue un lunes, yo estaba aquí abajo ahogando mis penas en el alcohol porque Danielle había decidido marcharse ya que se consideraba una carga para mí.

- ¿Una carga?

- Sí, creía que si seguía a mi lado yo podía resultar herida por su culpa.

- ¿Y por qué creía eso?

- Porque el día anterior a su marcha hubo un tiroteo en el que nos encontramos implicadas no sé cómo la verdad, entonces hubo un momento en que el cargador de la pistola de Danielle se vació y los enemigos aprovecharon la ocasión para dispararla y yo fui corriendo hacía ella y la salvé, lo que pasa es que me hirieron en el brazo, no fue nada, sólo un rasguño y Danielle se sintió muy culpable y decidió que era una carga para mí, que a mi lado yo podía morir por intentar salvarle la vida.

- ¿Y qué pasó?

- Que se fue y me dejó en la más honda depresión y volví a convertirme en la mujer que era antes de conocerla, esa mujer malvada que no tenía escrúpulos y un amigo mío decidió ir a buscarla para que me hiciera entrar en razón... y cuando bajó aquí me encontró leyendo borracha.

- ¿Y lo arreglasteis todo?

- Sí y le convencí de que no era una carga para mí. Luego subió por esas escaleras y fue la última vez que la vi ya que fue el día del accidente.

- Sí, ese día me lo han relatado minuciosamente.

- ¿Y qué le han contado?

- Pues que Danielle se tiró al agua para salvar a un rehén que había sido arrojado allí por uno de los secuestradores y que cuando el rehén ya estaba a salvo y quiso salir del agua, se resbaló, se dio un golpe en la cabeza y que el río la arrastró corriente abajo. ¿Correcto?

- Sí - musité con tristeza.

- Pero lo que más me ha llamado la atención es que todos los agentes con los que he hablado han coincidido en que Danielle mientras era arrastrada por la corriente se quedó mirando fijamente a "algo" con un inmenso amor y ternura, supongo que sería a los ojos de la persona que más le importaba en este mundo ¿usted sabe quién es esa persona?

Dios, esos ojos a los que se refería eran los míos y no sabía que responderle.

- Pues... no... nunca lo mencionó... ¿Nos vamos? - propuse nerviosa.

Esperaba que con esto se conformara, afortunadamente lo hizo, pero no por mucho tiempo.

*****

Nos fuimos a casa y por el camino le conté todo lo que sabía de Danielle: la relación con sus padres, con sus hermanos, sus aficiones, gustos, comidas preferidas, nuestra vida en común... todo.

Cuando llegamos a casa, ella se sorprendió de que pudiera vivir en una casa tan grande ya que nuestro sueldo no daba para muchos lujos. Era una casa que poseía dos pisos. En el piso superior había cuatro habitaciones: mi habitación, la de Danielle, una de invitados y una cuarta habitación la cual usábamos de despacho; el piso inferior estaba compuesto por dos baños, el salón, la cocina, un hall bastante grande y luminoso y un cuarto el cual estaba destinado como trastero. La casa no poseía de grandes lujos ni grandes comodidades, puesto que a Danielle y a mí nunca nos había gustado vivir por encima de nuestras posibilidades cosa que podíamos hacer porque el padre de Danielle era muy rico.

- ¡Qué casa tan bonita! - dijo sorprendida al entrar - y que grande ¿es tuya?

- La verdad es que no, es de Danielle... lo que pasa es que me la dejó en el testamento.

- Ah... ¿y cómo que no se la dejó a otro familiar?

- Pues porque... pues no lo sé, la verdad, oiga ¿no le apetece darse un baño?, porque a mí sí...

- No, me lo daré después, pero vaya usted...

- Bueno, este es el salón - le dije pasando dentro de la casa - la cocina, el baño, la sala de estar... y arriba están las habitaciones... bueno, acomódese mientras me ducho y luego le diré cual es su habitación.

- ¿Oiga, no tiene alguna carta o nota que le escribieran a Danielle que me pueda servir en esta investigación?

- Pues no lo sé, en la entrada hay un montón de papeles, mire a ver si le vale algo.

Mientras me duchaba, Gabrielle se levantó y cogió la pila de papeles que había en el mueble del descansillo y empezó a ojearlas.

Entonces una carta le llamó la atención, una carta que no tenía remitente, una carta que iba dirigida a Danielle. La apartó de las demás y la abrió con cuidado mientras sentía que su corazón latía a mil por hora debido a que esa carta podía ser clave en su investigación.

Cuándo salí de la ducha, no encontré a Gabrielle, pero ¿por qué? entonces vi la carta que momentos antes había leído, la cogí y me di cuenta de que era la carta que yo le había escrito a Danielle el día de su desaparición.

"Hace ya varias semanas de ese maldito caso, hace ya varias semanas de ese fatídico día en el que te vi por última vez... en el que te perdí... en el que me perdí. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero en mi caso no ha sido así, al contrario, cada día que pasa me es más difícil levantarme todas las mañanas y seguir adelante... el dolor que siento crece y crece como una lenta tortura que me mata un poco cada día.

Hay ocasiones en las cuales el dolor es tan grande que siento cómo si estuviera cayendo en un precipicio y a veces quisiera dejarme ir... pero no lo voy a hacer, voy a cumplir la promesa que te hice de seguir adelante, aunque me cueste.

Desde que te perdí, no he tenido un minuto de paz y vivió pensando en poder recuperar esa paz que solamente conocí mientras estuve a tu lado, mientras compartí junto a ti los momentos más preciados de toda mi vida, mientras me iba convirtiendo en una mejor persona...

A tu lado me sentí feliz... a tu lado mis sueños se volvieron realidad... mi mundo cambió por completo.

Hubo momentos buenos y malos, pero siempre lográbamos salir adelante y nunca permitimos que las diferencias que existían nos separasen, al contrario, esas diferencias, esos conflictos nos unían más y más.

Tuvimos que enfrentar muchas cosas, pasar muchas pruebas, pero por más complicadas que parecían las cosas, a tu lado parecía haber una solución; el sólo tenerte a mi lado me daba esa fuerza que necesitaba para enfrentar lo que fuera, pero ahora... ahora ya no estás junto a mí... y creo que contigo te llevaste esa fuerza que un día me hizo sentir que todo lo podía...

Ahora ya no sé nada, tengo miedo de todo lo que me rodea, no soy ni la sombra de la Inma que fui.

Ante el mundo trato de mostrarme fuerte, pero creo que no lo consigo... pues es muy difícil poder ocultar un dolor cómo el que siento, un dolor que sé que llevaré por el resto de mi vida.

¿Por qué te fuiste y me dejastes tan sola? A veces quisiera odiarte, pero no puedo, me resulta más fácil odiarme a mi misma por no haber intentado alejarte del caso. Ahora me doy cuenta de que no hubiera servido de nada, porque hubieras encontrado la forma de acudir allí y socorrer a esa gente que se salvó gracias a tu sacrifico y te admiro por ello.

Una vez me dijistes que siempre estaríamos juntas, que tú espíritu siempre me acompañaría, pero no es verdad, desde el accidente no he sentido una caricia tuya, no he oído ni un susurro. Busco tu espíritu por todas partes, escucho tu voz en los árboles, intento sentir tu presencia en el viento cuando sopla, pero no hay nada.

Quisiera reunirme contigo, acabar con esta pesadilla, pero no puedo, sería demasiado fácil y tú nunca aceptastes el camino fácil, por eso tampoco lo voy a aceptar.

Algunas personas pasan la vida entera sin encontrar jamás su alma gemela, la que nos completa y nos hace enteros. Tengo que alegrarme de haber tenido la suerte de haber encontrado la mía. Somos almas gemelas y como tales sé que algún día volveremos a estar juntas, para no separarnos jamás.

Inma"

Cuándo terminé de leer la carta, las lágrimas corrían por mi rostro y miré el sobre, dentro de él debería haber un colgante, un colgante que le regalé a Danielle cómo símbolo de que nunca dejaríamos de ser amigas, pero no estaba, el colgante no estaba en el sobre ¿dónde podría estar?

Mi mente empezó a darle vueltas, pero por más que pensaba no podía imaginarme dónde estaba y para colmo Gabrielle se había ido sin decir nada ¿la volvería a ver alguna vez? Mi corazón me decía que sí, pero mi cabeza me decía que no, la cuestión era ¿qué había visto en esa carta que la hizo salir huyendo?

Las respuestas a estas preguntas me llegarían un poco más tarde, a las diez o cosa así, Gabrielle apareció por casa y cuando entraba pude observar que llevaba el colgante de Danielle en la mano, ese colgante que minutos antes había estado buscando.

- ¿Qué hace con ese colgante? - le pregunté enfadada.

- Perdone, pero me lo llevé para ver si me ayudaba en la investigación.

- ¿Y le ha ayudado? - le pregunté desconfiada.

- Sí - y me lo devolvió y por primera vez en mucho tiempo me quedé mirándolo fijamente. Era un colgante precioso, era de oro adornado con piedras preciosas. Me enamoré de él nada más verlo, estaba en la mesita de noche de mi abuela y me detuve ante él, hipnotizada por aquellas maravillosas joyas que tenía, era una piedra tallada en forma de corazón con diamantes a su alrededor.

- Significa mucho para usted ¿eh? - me preguntó Gabrielle de repente sacándome de mis sueños.

- ¿Por qué dice eso?

- Porque no he visto nunca a nadie mirar una joya con tanta ternura y tristeza a la vez, ¿por qué significa tanto para usted?

- Bueno, como puede comprobar este colgante es un corazón partido en dos y el objetivo de este colgante es que se lo des a la persona en la que más confías para que te lo cuide.

- ¿Dónde lo compró?

- No lo compré, me lo regaló mi abuela.

- Pero está roto ¿no?

- No, lo que pasa es que se pueden separar las dos mitades y así darle una mitad a la persona elegida y la otra quedártela tú.

- Ago así como lo que se hace en San Valentín ¿no?

- Algo parecido - sonreí.

- ¿Bueno y a quién le dio la otra mitad del corazón?

- A Danielle.

- ¿Ah sí?

- Sí, en realidad éste es el de ella, el mío está aquí - y me lo descolgué del cuello.

- ¿Y cómo fue?

- De acuerdo, le contaré la historia.
Llevaba semanas buscando el regalo ideal para Danielle pero no conseguía encontrarlo, al final le compré una funda nueva para la pistola y una gorra nueva, pero se me hacía muy poco e inapropiado para Danielle, entonces pensé en regalarle el colgante de mi abuela. Sabía que sería duro para mí desprenderme de tan valiosa joya, pero sabía que mi abuela estaría orgullosa de que regalara tan preciado colgante a la persona que más me importaba en la vida.
Tuvieron que pasar dos semanas, pero al final llegó el día tan esperado: el 24 de Julio, su cumpleaños.
Ése día me levanté temprano y esperé con un café en la mano impaciente a que Danielle se levantara. A las diez de la mañana, apareció por la cocina y la recibí con una amplia sonrisa.

- Feliz cumpleaños - le dije nada más entrar y la abracé, le di dos besos y le di sus regalos.

- Ella me dio las gracias y los abrió.

- Gracias Inma, es justo lo que me hacía falta, menos mal que no me dio ayer por comprármelo, pero estuve apuntito.
- Pues menos mal que no lo hiciste, pero eso no es todo.
- ¿Hay más?
- Verás Danielle, llevo semanas buscando un regalo especial para ti, pero no lo he encontrado.
- Inma, la funda y la gorra están bien.
- Sí, pero no es el regalo que quería darte, a causa de esto he tomado la decisión de regalarte el colgante que me dejó mi abuela - y se lo di.
- No, Inma, es tuyo no puedo aceptarlo - intentó devolvérmelo.
- Sí puedes, toma, recordarás la historia que te conté ¿verdad?
- Sí, la recuerdo, así es que le tengo que dar una mitad de este corazón a la persona que más me importa y la otra me la quedo yo.
- Exacto, bueno... ¿a quién se la vas a dar? - le pregunté ansiando saber quien era el dueño de su corazón.
- ¿Sabes lo que vamos a hacer?
- ¿Qué?
- Vamos a hacer un pacto, esta mitad va a ser mi corazón, y esta otra va a ser el tuyo - me dijo entregándome una mitad del colgante.
- Bien, ahora te voy a dar mi corazón para que lo guardes y lo protejas - y me dio la mitad del colgante que se había quedado.
- Y yo te voy a dar el mío, para que lo guardes y cuides con cariño - y le di la mitad del colgante que me había quedado al principio.
- Lo acepto y te prometo que jamás dejaré de cuidarlo.
- Y acepto el tuyo y juro que jamás lo dejaré de mimar - le contesté divertida.
- Y si alguna de las dos rompe su promesa... le devolverá a la otra el maltratado corazón.

- Y así fue como empezó todo este lío del colgante.

- ¿Y por qué se lo devolvió?

Gabrielle que hasta ahora había estado de pie, se sentó a mi lado.

- No me lo devolvió, sino que lo encontré justo después de que desapareciera. Cuando me resigné a aceptar su muerte, después de dos horas de búsqueda en vano, decidimos suspenderla hasta la mañana debido a que la luz iba desapareciendo, cuando me dirigí al coche, vi el colgante en el suelo. Supongo que se le debió de caer cuando fue a salvar a esa chica, lo cogí y me juré a mí misma que cuidaría de mi corazón y del suyo hasta que nos volviéramos a encontrar.

- Parece que ha cumplido su promesa.

- No.

- ¿Por qué no? Ha cuidado de su corazón.

- Sí pero, no la he encontrado a ella.

Gabrielle se quedó mirándome fijamente, sin saber que decir o hacer, se encontraba ante una mujer que estaba destrozada y no podía hacer nada por evitarlo. Con lágrimas en los ojos, me levanté y fui al baño, cuando volví al salón, encontré a Gabrielle releyendo el cuaderno que Danielle había escrito con nuestras hazañas.

- Dándole aún vueltas eh... - le dije sentándome a su lado.

- Sí.

- ¿Qué le preocupa?

- ¿Qué?

- Algo le preocupa ¿no? por eso está tan nerviosa.

- ¿Cómo lo ha adivinado?

- Es un secreto.

Conseguí arrancarle una sonrisa.

- Es que no encuentro unas hojas del cuaderno.

- ¿Las ha perdido?

- No, es muy extraño, parece cómo si las hubieran arrancado.

- Déjeme ver - le dije cogiendo el cuaderno y examinándolo - sí, las han arrancado ¿consiguió leerlas?

- No.

-¿Y por qué sabe que faltan?
< br> - Porque el párrafo de esta página no coincide con la continuación de ésta otra - me dijo enseñándome ambas páginas. Con detenimiento empecé a leerlas.

- Tiene razón.

- ¿Sabes de que son?

- Sí, la primera es de una discusión que Danielle y yo tuvimos debido a una misión y la segunda es una simple detención sin importancia.

- Cuéntemelo.

- ¿La detención?

- No, la discusión.

- Está bien. Llevábamos cinco meses viviendo y trabajando juntas y esta fue la primera discusión fuerte que tuvimos en la que nos hicimos mucho daño.
Estábamos planeando una misión muy peligrosa dónde la vida de once personas estaba en juego y yo no quería que Danielle fuera a esa misión casi suicida. Era domingo y lo estábamos preparando todo para atacar por sorpresa a la banda raptora.
Yo era la jefa de la expedición y me tocaba la tarea más difícil de todas: decidir quién iba a ir a esa misión. Sabía que era muy probable que la mitad de los que fuéramos no volvería a casa y traté de dejar a Danielle al margen de esta misión, pero ella no me dejó.

- Hola, ¿qué haces?
- Estaba ultimando los preparativos de la misión de mañana - colocando algunos papeles.
- ¿Ya has elegido a los policías que irán?
- Sí, ahí está la lista - señalando un papel que estaba encima de unos libros.
- ¿Y yo?
- ¿Y tú qué?
- No estoy.
- Que no estás dónde.
- En la lista.
- Ya lo sé
- Inma ¿por qué no estoy en esa lista?
- ¿Cómo que por qué no estás?
- No te hagas la tonta, sabías perfectamente que quería ir a esta misión.
- Sí pero...
- ¿Pero qué...? - me preguntó cada vez más enfadada.
- Lo siento pero considero que no tienes las cualidades necesarias para realizarla.
- ¿Y Vanesa sí? - me preguntó incrédula.
- Pues sí.
- Pero si no acertaría a una sandía ni aunque estuviera a dos centímetros.
- Si pero al ser nueva, tiene frescura, imaginación... cualidades perfectas.
- Inma, ¿me dejas fuera porque no tengo las cualidades idóneas o porque tú no quieres que las tenga?
- No te entiendo.
- Vamos Inma, sabes que soy igual o mejor que todos los policías que están en la lista.
- Puede que sea cierto.
- Y entonces ¿por qué no me has puesto?
- Pues porque... porque... - me estaba poniendo nerviosa y en esos momentos ya había empezado a dar vueltas por la habitación - ... porque no puedo perderte, no lo soportaría.
- ¿Qué? - me gritó incrédula - sabes que he estado en miles de misiones cómo ésta y que tengo mucha experiencia, algo que puede ser vital para la misión...
- Lo siento, pero no voy a arriesgar tu vida.
- ¿Y arriesgarás la de esas once personas?
- Si tengo que hacerlo lo haré.
- Inma, tú me enseñaste que lo primero es el bien de la mayoría, me enseñaste que la vida es el mejor regalo que tenemos y que debemos cuidarla, pero hay ocasiones en las que vale la pena morir por una causa justa, y ésta lo es... y... también me enseñaste que hay cosas por las que se debe morir con mayor significado que nuestra propia existencia.
- Que la tuya no.
- ¿Por qué? ¿porque soy tu amiga?
- Sí y no insistas más - intenté irme pero...
- Inma por favor, entiéndeme, debemos salvar a esas personas. Hace mucho tiempo que acepté las consecuencias de nuestra vida juntas, sabía que podía pasar esto y ha sucedido... no tengo miedo a morir.
- Pero yo sí, tengo miedo a perderte, para mí tu amistad es tan cercana cómo si la misma sangre corriera por nuestras venas, eres cómo una hermana para mí y si te perdiera no lo soportaría. Tú eres la que me da fuerzas para seguir adelante. Antes de ti estuve atrapada en un círculo de odio y violencia que me iba consumiendo y sin importar cómo, traté de librarme de él, pero no podía hacerlo sola, necesitaba a alguien como tú para hacerlo.
- Te conozco Inma, mejor de lo que tú te conoces a ti misma, sé que eres mejor de lo que imaginas y sé que eres más fuerte de lo que crees, puedes enfrentarte a cualquier cosa que te depare la vida.
- A tu muerte no.
- Sí, incluso a mi muerte y podrías vencerla, pero te lo impides a ti misma, te impides creer en ti, porque se te ha metido la estúpida idea de que eres una fracasada, débil e inútil y yo no sé que hacer para ayudarte, para que te des cuenta de que no es así.
- Porque en realidad no soy así, no soy tan fuerte como tú crees.
- Inma, no voy a seguir discutiendo contigo. Déjame ir contigo... - me dijo suplicando.
- Me sentiré más segura sí te quedas aquí.
- Y yo me sentiré traicionada.
- ¿Por qué?
- Porque traicionarás una promesa que me hiciste hace mucho tiempo.
- ¿Cuál?
- La de no dejar interferir tus sentimientos en tu trabajo.
- Pero Danielle, no puedo evitarlo, la sola idea de perderte me aterra.
- Aún en la muerte Inma, jamás te abandonaré.

- Y me quedé mirándole fijamente a los ojos, perdiéndome en la magia de su color.

- ¿Por qué soy tan importante para ti Inma?
- Porque me sacaste del infierno en el que me encontraba, me enseñaste a desterrar el odio de mi corazón. La única razón por la que hago algo bueno en este mundo es porque lo hago contigo, ya ves lo que pasó cuando te fuiste.
- Pero no te hago falta para esas cosas Inma, es decisión tuya hacerlas o no, no te obligo a que las hagas.
- Pero me motivas, cuando busco dentro de mí, el por qué hago cosas de las que creo que no soy capaz se debe a ti. He tenido muchas amigas y nadie me ha aceptado como tú lo haces, aún sabiendo que no soy perfecta me aceptas tal y como soy y poca gente lo ha hecho. Sé que no me merezco tu amistad, te he hecho cosas horribles, cosas que no me atrevo a repetir y aunque en este último año estuvimos muy confundidas y a punto de romper nuestra amistad, quiero que sepas que aún pienso que eres lo mejor que pudo sucederme, le distes significado a mi vida y serás parte de mí para siempre, por eso si te perdiera, sería como perder un aparte de mi alma.
- Inma, la vida es eterna, no tiene principio ni fin, los amigos que nos encontramos en nuestro camino vuelven a nosotros una y otra vez, nunca morimos porque en realidad nunca nacemos. Y estoy segura de que si muero, algún día nos volveremos a encontrar, porque nuestra amistad es tan inmortal cómo el mismísimo Dios y viviré para siempre, siempre y cuando esté en los corazones de los que dejo atrás... ahora, ¿me dejarás estar en la misión?
- Danielle, ¿es que las razones que te he expuesto no son suficientes para convencerte de que es muy peligroso? ¿no son razones suficientes para que desistas de esta idea?
- No, no lo son y lo sabes ¿por qué sigues con esto? Con lo fácil que es decir que sí, estoy empezando a pensar que lo único que pretendes es alejarme del peligro.
- Es lo que he estado intentando decirte todo este tiempo Danielle ¿acaso no me escuchas cuando hablo?
- Pero no es justo.
- Ya veo que no...
- ... Y mucho menos correcto Inma, he decidido acompañarte en tu camino siendo policía y apoyarte en lo que crea correcto ¿por qué te empeñas en alejarme de él?
- No te alejo.
- Sí, si lo haces, igual que me haces daño con ese comportamiento.
- Sólo intento que las consecuencias sean lo más leves posibles.
- Inma, ya lo hemos hablado y creí que estabas convencida. Conozco las consecuencias y las he aceptado, pero tú pareces negarte a hacer lo mismo... me merezco otro trato... no soy una de esas figuras de porcelana que se rompen si las tocas, soy tu compañera y soy policía, ya lo era antes de conocerte... necesito que me des el lugar que me corresponde, no que me protejas.

- La miré intensamente mientras hablaba para saber si lo que decía, lo decía de corazón o lo decía sólo para convencerme, sabía que tenía razón, pero me costaba mucho poner su vida en peligro, entonces decidí incluirla en el caso aunque eso significara su pérdida.

- Entonces Inma, vuelvo a repetir la pregunta: ¿me dejarás estar en esta misión?
- ...

- Vacilé un poco, cosa que aumentó los nervios de mi ya enfurecida compañera.

- Que remedio, sino estoy temiendo que me eches un mal de ojos o algo así - nos reímos con ganas.
- Bueno - dijo Danielle levantándose de la mesa - me voy a preparar todo para irme, pero antes quiero que me prometas algo.
- Suéltalo - le dije intrigada.
- Prométeme que si algo me pasa algún día, no te volverás un monstruo cómo en el pasado, sino que seguirás adelante sin mí.
- No puedo prometerte eso.
- Inma, por favor, prométeme que no te dejarás llevar por la tristeza.
- Está bien, te lo prometo.
- Gracias, buenas noches... ah, Inma, hay dos clases de lágrimas, las que derramamos por los que nos abandonan y las que derramamos por aquellos a los que nunca dejamos marchar... si me pasa algo, no quiero que derrames las lágrimas del primer tipo.

- No sé por qué, pero esas palabras me sonaban a despedida, cómo si Danielle presintiera el terrible destino que le aguardaba, por eso en ese momento acudí a la oración, una táctica que hacía mucho tiempo que no empleaba.

-Si alguien me escucha, sabrá que no acostumbro a rezar, pero no sé que más hacer. Una vez iba a rendirme, a acabar con todo y Danielle llegó a mi vida y me inundó de luz y me dio una razón por la que luchar, por favor, no dejes que la luz que brilla en su rostro se apague, ni aún en los momentos de más oscuridad de su alma.

- Y con la sensación de que esa era la última noche que pasaría con Danielle, me fui a dormir. Esa noche no pude pegar ojo, el transcurrir del tiempo sólo me inquietaba más y más y los minutos parecían haberse aliado con el de arriba para pasar cada vez más lentos; ya había pasado más de cuatro horas desde que Danielle estaba en al misión, una misión que intenté por todos los medios evitar y a la que intenté acudir, pero el jefe no quería correr riesgos y en el último momento me lo prohibió, porque sabía que estando Danielle en peligro, no podría desempeñar bien mi trabajo... y la angustia me estaba matando, no sabía nada de lo que estaba ocurriendo allí fuera ¿qué ocurriría si ella moría? ¿podría perdonarla por haber convencido al jefe de que no fuera, para así demostrar que podía valerse por sí misma? Mi mente estaba en un mar de dudas, pero mi corazón me decía que no me preocupara, que confiara en ella, pero si algo he aprendido en estos años es que cuando algo parece bueno, no es real y tenía tanto miedo de que Danielle no lo fuera. Sobresaltada me levanté a beber un poco de agua y en la cocina encontré a Danielle ensangrentada y con el uniforme aún puesto.

- Danielle... ¿ya has vuelto de la misión? ¿por qué no me has avisado? ¿qué tal te ha ido? ¿estás herida?
- Calma, calma, déjame sentarme... - y se sentó en la mesa mientras le quitaba el abrigo y preparaba algo para limpiarle las heridas - acabo de venir de la misión y no te he avisado porque creía que estabas durmiendo, pero ya veo que no... todo ha ido bien, hemos capturado a los raptores y salvado a los raptados y... no estoy herida, esto de la cara son sólo rasguños...
- Ya veo ¿ha habido muchas bajas? - le pregunté mientras le curaba las heridas.
- No, ninguna... bueno Inma, estoy muy cansada, creo que me daré una ducha y me iré a dormir.

- Y se levantó y cuando estaba a punto de salir de la cocina le dije:

- Me alegro de que te encuentres bien

- Danielle se limitó a sonreírme y se fue, y me quedé allí bebiendo de mi taza de agua. Cuando me la terminé, me fui a la cama e intenté dormir, pero tenía demasiadas cosas en la cabeza así que decidí levantarme a tomarme una taza de café ya que era lo único que me ayudaba a dormir, al contrario que al resto del planeta y cuando llegué a la cocina, volvía a encontrarme con Danielle en ella bebiendo un chocolate caliente.

- Hola.
- Hola, uhm... chocolate caliente, ¿Hay más?
- Sí, ahí hay otra taza - señalándome la encimera.
- ¿No puedes dormir? - le pregunté sentándome en la mesa y sorbiendo un poco de chocolate.
- No, la verdad es que la ducha me ha sentado fenomenal y me ha quitado el cansancio... además esta es una hora de la noche estupenda para pensar... tan tranquila y apacible con el mundo bañado pro la luz de la luna... es una hora mágica en la cual el mundo está entre el sueño y la vigilia, entre el día y la noche, al borde de la muerte y a punto de renacer... ¿y tú? ¿Por qué no puedes dormir?
- Estaba pensando en el futuro, en qué será de mi vida dentro de diez o quince años. Me pregunto si cuando tenga treinta y cinco años seré buena o seré... la más mala que haya pisado la tierra.
- Te preocupa que tu lado malvado vuelva, no...
- Sí, siento que la vida me lleva hacia un camino de muerte y destrucción en el cual mi alma se perderá en el corazón del mal.
- ¿Por qué dices eso Inma?, ya no eres la misma mujer malvada que eras antes, esa mujer ya se ha ido.
- Te equivocas, no se ha ido del todo, forma parte de mí y puede volver en cualquier momento, cómo las olas vuelven a la orilla arrastradas por la corriente sin poder evitarlo.
- Inma, la marea nos lleva en una dirección, es cierto, igual que la vida, pero eso no significa que no se pueda nadar contra ella. Todos nacemos con dos naturalezas, el bien y el mal, la que elegimos nutrir es la que nos define.
- Si pero no sé cuál me define, he probado las dos, el bien y el mal, pero con ninguna de ellas sé quien soy en realidad.
- Inma, tú eres lo que haces de ti, y puedes volver a crearte en cada momento de tu vida, eres buena Inma, créeme lo sé, te he visto ayudar a miles de personas y sé que no vas a cambiar, ni aún en el peor momento de tu vida, ni en el más amargo, tú seguirás siendo quién eres.
- Es sencillo creer en uno cuando han creído en ti primero. Gracias Danielle, siempre consigues animarme - y nos abrazamos.
- ¿Qué es eso? - me dijo de repente refiriéndose al colgante que llevaba puesto.
- ¿Ah... esto? - le pregunté quitándome el colgante del cuello.
- Sí, a eso, parece un corazón roto.
- No es eso exactamente, se trata de la mitad de un corazón que busca a su otra mitad, la ha perdido y quiere encontrarla.
- ¿Desde cuándo la tienes? - me preguntó fascinada.
- Me la dio mi abuela antes de morir.
- Nunca te la había visto puesta.
- Es que nunca he creído en ella, hasta ahora.
- ¿Por qué?
- Cuando me la dio, me contó una historia:
"Hace mucho, mucho tiempo, todas las personas tenían cuatro piernas y dos cabezas. Un día los dioses arrojaron rayos y partieron a todo el mundo por la mitad. Cada mitad se quedó con dos piernas y una cabeza. Pero la separación hizo que en cada parte quedara un fuerte anhelo por reunirse y era lógico porque compartían la mismo alma, desde entonces todas las personas pasan la mitad de su vida buscando la otra mitad de su alma".
- Y tú Inma, ¿la has encontrado?
- Creo que sí y creo que pronto le daré a esa persona la otra mitad del corazón para que siempre me lleve dentro de su pensamiento.
- Me gustaría ser como tú.
- Sabes Danielle, durante años caminé a la sombra de mi abuela, quería ser como ella, actuar como ella, pero ella me enseñó algo... es mejor ir por el sol.

- Y nos fuimos a acostar, cuando ya estaba amaneciendo, cuando faltaban pocas horas para que el resto del mundo se levantara.
- Bueno, creo que es tarde, me voy a acostar - dijo Gabrielle una vez terminado el relato.
- Si, yo creo que haré lo mismo.
- Buenas noches.
- Buenas noche.

Y nos fuimos a acostar, con la esperanza de que el día venidero fuera mejor que el que acabábamos de vivir. Pero estaba claro que esa noche mi destino no era dormir porque a eso de las tres de la mañana, Gabrielle apareció por mi puerta.

Continuará...


Indice Fan Fiction

Página Principal