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Disclaimers: Lo mismo de siempre, Xena, Gabrielle, Argo, Ares, Artemisa, Afrodita, etc, pertenecen a la Serie "XENA: Warrior Princess", propiedad de MCA/UNIVERSAL y RENAISSENCE PICTURES.
Subtexto: Mucho, mucho.
Sexo: Aún no, paciencia, mucha paciencia, ya sucederá y será digno de leerse, crean en mi.
Violencia: Algo, unos cuanto golpes, moretones, sangre y una que otra trasgresión entre Xena y Gabrielle (Sé qué se estarán preguntando si estoy loca o qué carajos me pasa, pero recuerden que el mundo mortal está desequilibrado).
Lenguaje soez: Una que otra palabrilla callejera por ahí
Comentarios: a tatumaniatica_codependiente@hotmail.com.


HE APRENDIDO

Escrito por Prue Halliwell

Capítulo II

Finalmente amaneció y desperté con la mano de Gabrielle posada en mi entrepierna y al darme cuenta de ello, me palpitó en respuesta a la presión. Tenía que mover esa mano de ahí sin despertar a Gab, ¿pero como diantres?.

Tomé su mano y cuando iba a medio camino de retirarla ella la movió y tiró de mi cuello aproximando mi cara a la suya. Ahora estaba más incómoda que antes y ella continuaba plácidamente dormida.

¡Pues bueno!, Será mejor no moverme -pensé resignada- cuando sentí una de sus piernas colocarse entre las mías y su rodilla ejerciendo una agonizantemente presión en mi entrepierna. Mi sexo palpitó en respuesta y mi garganta emitió un gemido ahogado. Y justo cuando pensé que no podía estar en posición más comprometedora; Gabrielle se movió hacia arriba presionando más mi entrepierna y dejando mi cara a la altura de sus senos. Y encima de todo eso, su olor, el olor de la disposición, si en algún momento necesitaba autocontrol era ahora, mi parte animal reaccionaba a los estímulos y aquel invitante olor no me hacía fácil lidiar con ella.

Tú puedes Xena -me decía a mi misma mientras gotas de sudor comenzaban a correr por mi rostro- has estado en situaciones peores.

¡Hazlo ya! ¿Qué esperas? -mi parte animal sin duda era exigente-

¡No, ella es mi amiga!, Además está dormida.

Mejor así, no se entera de nada.

¡No!, ella no merece eso.

¿Entonces qué quieres, una noche de bodas. Ahí está y más que dispuesta... siente ese olor, ¿te da vértigo?, ¿Te inquieta?. Sólo tócala.

Es demasiado, no puedo, no quiero cambiar las cosas entre nosotras... no puedo fallarle de esa forma
-y sin embargo mi mano ya se dirigía a ella-

Muerde su cuello, siente su suavidad, su sabor...

¡Sí, su sabor!
-mi mano había ido a parar al estómago de Gabrielle y ahora dirigía mi cabeza a su cuello...

Esa curva tan invitante, su mentón parecía tallado por los mismos dioses, estaba a tan sólo unos centímetros de olvidar nuestra amistad y satisfacer mi animalesco ser, cuando... Gabrielle despertó.

-¡Hola! -sonreí con las pupilas oscurecidas por el deseo y el rostro lleno de sudor-

-¿Xena qué haces? -Peguntó extrañada.-

-¡Yo nada! -apenas y pude hablar- sólo quería levantarme sin despertarte.

-Oh -y de pronto Gabrielle fue conciente de la posición de su cuerpo- ¿Cómo demonios me dices que no haces nada? -enseguida me dio una bofetada y se levantó de las pieles-.

-¡No puedo creerlo Xena! -vociferaba mientras gesticulaba exageradamente con los brazos y daba vueltas en circulo-.

-Yo no hacía nada Gabrielle, créeme.

-¡Claro Xena!, ¿Entonces por qué estabas sudando y tan cerca de mí?

Pues porque tú te mueves mucho, ¡yo no hice nada!

¿Y ahora me vas a decir que fui yo la que se propasó?

¿Pues la rodilla de quién estaba en la entrepierna de quien? -pregunté irónica y molesta-.

-¡Por los dioses Xena estaba dormida!

-¡Yo sé Gab!, pero debes confiar en mi, yo jamás te hubiese hecho nada...

-¿Ah? ¿Y por qué no? ¿Insinúas que no soy atractiva? ¿Soy muy poca cosa para ti?

-No Gabrielle, eres muy atractiva y no te considero poca cosa para mí, ¡estás bien! De hecho mejor que bien.

-¿Entonces estás admitiendo que tus intenciones si eran propasarte?

-No Gab, eres como mi hermana.

¿Y te propasas con tus hermanas?

-No Gab, es que no entiendes, no me gustas de esa forma.

-¿Y por qué no, por qué no tengo un trozo de carne colgando entre las piernas?

-No Gab, yo he estado con chicas...

-Pero yo no estoy a la altura de esas "chicas", claro, es obvio, Lao Ma, Cleopatra... ¿qué es una Reina de las Amazonas comparada con cualquiera de tus conquistas? -acto seguido se fue molesta-.

-Dime Gabrielle... porque veo que no hay nada que pueda decir que te tranquilice... ¿cuál es la respuesta que quieres obtener? -pregunté corriendo tras ella y deteniéndola de la muñeca-.

-¡La verdad Xena, la verdad es la única respuesta que quiero y que aceptaré!

-Pues bien, la de hace rato fue una situación embarazosa y sí, no puedo negar que mis sentidos se obnubilaron por... porque ya hace un considerable tiempo que no estoy con alguien... pero jamás, de ningún modo haría algo que te lastimara, porque eres mi amiga, mi compañera.

-¿Me quieres? -preguntó mirándome a los ojos-.

-¡Más que a mi vida Gabrielle!

-Voy a preguntarte algo y quiero que seas honesta conmigo.

-De acuerdo.

-¿Qué significo para ti?

-Eres mi mejor amiga, eres como mi hermana, eres mi alma gemela.

¿Eso es todo? -preguntó con la voz quebrándosele y decepcionada-.

-Pues sí...

-¡Eres una idiota! -gritó, me empujó y siguió caminando-.

Yo me quedé parada pensando en lo que había ocurrido y tratando de encontrar una respuesta al porque de su irritabilidad constante. Todo lo que decía y obraba era tomado a mal y debía haber algo detrás de eso.

Tras un buen rato de no ver a Gabrielle me dispuse a preparar el desayuno, es decir, partir el pan, cortar unas rebanadas de queso y un trozo de carne seca. Al fin y al cabo, no había nada que preparar y por lo tanto no había riesgo de que lo echase a perder. Cuando todo estuvo preparado fui a buscar a Gabrielle y la encontré de rodillas llorando junto al lago. La escena me partió el corazón, sin duda algo andaba mal con ella y me sentía impotente por no saber el porque de su estado tan lastimero; y por ello mismo, no poder ayudarle.

-¿Acaso fui tan desalmada en mis vidas anteriores que merezca este castigo? -preguntó Gabrielle golpeando el suelo con los puños-.

-¿Por qué demonios estoy enamorada de una persona que está tan absorta en si misma que difícilmente se da cuenta que existo? -preguntó doblándose del dolor y con las lágrimas corriendo a raudales por sus mejillas-.

Quise acercarme a ella pero no quería discutir de nuevo ni que se diese cuenta de que la vi en ese estado tan vulnerable. Por lo que mejor me fui de ahí y me senté a comer. Sin embargo por mi mente rondaban las palabras que Gabrielle pronunciase. No podía dejar de pensar en quien era aquel desalmado que no correspondía al amor de mi mejor amiga, sin duda era un imbécil por no darse cuenta de lo que se le ofrecía. Sólo una persona con la inteligencia menor a la de un animal despreciaría ese ángel de mujer.

-Hola -saludó Gabrielle sin mucho animo y con los ojos enrojecidos-.

-¡Hola Gab! -sonreí y me moví para sentarme a su lado- estaba pensando...

-¡Vaya, eso es un avance! -sonrió Gabrielle mientras tomaba el emparedado de carne seca y queso-.

-¡Graciosa!... pues como te decía, pensé que sería bueno rentar habitaciones separadas al llegar a la aldea... ¿tú qué opinas?

-¿Tantas son tus ansias por deshacerte de mi? -preguntó con la voz quebrándosele y apurando el bocado del emparedado que acababa de morder-.

-No Gab, es que pienso que sería bueno darnos un tiempo para pensar...

-Pues yo no quiero pensar, pensar es lo único que hago siempre, yo quiero actuar.

-¿Actuar? -pregunté desconcertada-.

-Sí, actuar -dijo mientras dejaba el emparedado a un lado y se precipitaba sobre mi-.

Cuando estuve con la espalda sobre el suelo y ella a escasos centímetros de mis labios comprendí que realmente necesitaba actuar.

-¿E... estás segura? -pregunté sorprendida-.

-Ja, ja, ja. Mira tu rostro -sonrió antes de levantarse de encima de mi- parecía que estuvieses siendo violada.

-Pues técnicamente... además tú hubieses reaccionado igual.

-Claro que no Xena, yo tengo control sobre mi persona -señaló arreglándose el cabello-.

-¿Ah sí? -pregunté enarcando una ceja-.

¡Sí! -señaló muy segura de si misma-.

Entonces tiré de ella para colocarla sobre mis piernas y cuando sus labios estuvieron cerca de los míos, hablé.

-¿Entonces, qué tan controlada estás ahora bardo? -pregunté acercándome y pude notar como cerró los ojos, se estremeció al sentir mi aliento y acercó sus labios entreabriéndolos-. Ja, ja, ja, sí, veo de que hablas, demasiado autocontrol.

-¡Eres una tonta Xena! -señaló molesta y tratando de levantarse-.

-Sí, es evidente que tú piensas eso -señalé sujetándola de la cadera para impedir que se levantase-.

-¡Déjame ir Xena, eres una imbécil! -señaló golpeándome en los hombros-.

-No te voy a dejar ir porque sé que me necesitas Gab, y esta es la dinámica, mientras me necesites, aunque no me quieras contigo, voy a estar ahí y cuando no me necesites puedo dejarte tranquila, pero nunca antes.

-¿Qué te hace creer que te necesito? -preguntó viéndome a los ojos con ira-.

-Tú, tu actitud, tus desdenes, el hecho de que ya no sonríes, que siempre estás molesta... ¿quieres que continúe?

-No, tienes razón, no soy yo desde hace mucho tiempo, pero no te necesito, de hecho, eres tú quien me hace daño -señaló levantándose, aprovechando el hecho de que con su confesión las fuerzas me abandonaron-.

-¡Perdóname Gab, no tenía idea! -señalé tratando de retener las lágrimas, sin embargo, al darme cuenta de que era imposible me dispuse a caminar un rato por el bosque.

Finalmente media marca de vela después regresé ya más calmada y vi que Gabrielle ya había recogido todo.

-¿Lista? -preguntó con una enorme sonrisa, como si ninguna pelea hubiese acontecido-.

-¡Claro! -sonreí y monté a Argo- si nos apuramos, al caer la noche estaremos llegando al pueblo.

-¡Perfecto!

-¿Sabes?, creo que si ambas montamos a Argo, podremos ahorrarnos mucho tiempo...

-Estoy de acuerdo, ¿me ayudas a subir? -preguntó extendiéndome la mano-.

-Por supuesto -sonreí tirando de ella y colocándola detrás de mi-.

Finalmente con las dos sobre Argo, y admitiendo que forcé un poco a mi yegua, llegamos a la siguiente aldea ahorrándonos unos cuantas marcas de vela. De hecho, apenas se ponía el sol cuando ya habíamos dado con una buena posada y claro está, un buen establo con mucha comida para consentir a Argo.

-Pues bien, ¿lo de siempre? -pregunta Gabrielle refiriéndose a que ella hace las negociaciones y yo me dirijo a asear a Argo-.

-¡Lo de siempre! -sonrío- ¡ah!... Gab, recuerda, dos habitaciones.

-Dos habitaciones, lo anoto -sonrió y se introdujo a la posada-.

Yo por mi parte me dirigí al establo a congraciarme con Argo, ya que seguramente no estaba nada contenta por haberle obligado a trotar con más peso al que está acostumbrada.

-¡Hola preciosa! -dije al entrar al establo-.

De pronto, de una nube de humo apareció Afrodita.

-¡Gracias Xena, sabía que en el fondo me amabas!

-¡Le hablaba a Argo! -exclamé sin siquiera voltear a verla y disponiéndome a cepillar a Argo-.

-¿Con un caballo?, pues bueno, en gustos se rompen géneros...

-No es eso... es... piensa lo que quieras.

-Ahora comprendo... pobre Gab, sin duda no tiene oportunidad alguna. -exclamó lo último de manera casi inaudible, pero no para mi agudo oído-.

-¿Qué? -pregunté dejando de cepillar a Argo-.

-Que está muy bonita tu yegua, aunque sigo sin comprender que le ves... oh, ya sé, es porque nunca te molesta con sus incesantes platicas, obvio.

-¿Y por qué estás aquí? -pregunté retornando a mi faena de cepillar a Argo-.

-Ah, el asunto es este... ¡eres una imbécil Xena! -exclamó molesta la Diosa del Amor sentándose en una silla que hizo aparecer de forma mágica-.

-Obviamente para Gabrielle y para ti lo soy -musité sin tomar la menor atención a sus palabras-.

-¿Es que no te has dado cuenta de nada? ¿De lo que pasa a tu alrededor?

-Sí, no sé si lo recuerdes pero ya nos molestaste anteriormente para enterarnos de lo que estaba aconteciendo. -señalé quitando la silla de montar a Argo-.

-No es eso boba... ¡y a propósito! ¿Cuándo tienes planeado hacer algo para liberar a Ares? -inquirió mientras limaba sus uñas-.

-Mmm, déjame pensarlo. -expuse colocando mi mano en el mentón, como si realmente fuese una decisión difícil de tomar-.

-¡Xena, esto no es un juego, estamos hablando de emociones humanas y de una que es más que turbulenta en realidad... verdaderamente preciso, no, exijo que Ares vuelva... ¿sabes la sobrepoblación que se generará?

-Los ejércitos últimamente están escasos de gente joven -exclamé saliendo del establo-.

-¡No princesita, yo te he ayudado mucho y ahora tú tienes que ayudarme! -señaló molesta apareciendo delante de mi-.

-¿Me has ayudado?... si mal no recuerdo, me has metido en sinfín de problema y te has metido y yo los he tenido que resolver.

-Está bien, échamelo en cara, no esperaba menos de ti... pero entonces, ayúdame por Gabrielle, ella está desequilibrada emocionalmente.

-¿Estás diciendo que Gab está loca? -pregunté molesta-.

-No Xena, ella, como cualquiera... que tenga corazón y sangre en las venas, está siendo afectada por la falta de una contraparte emocional al amor.

-¡Pues yo no he sentido ningún cambio en mi! -señalé frunciendo el seño-.

-Por eso dije que cualquiera con corazón y sangre en las venas -exclamó poniendo los ojos en blanco-.

-¡Óyeme!

-¡No, óyeme tú a mi Princesa!... ¿acaso no te has dado cuenta de los bruscos cambios de humor de Gabrielle?... ¡pero que tonta, me olvidé que Gabrielle no eres tú y como no eres tú, no te interesa saber nada de ella! -exclamó encolerizada-.

-Claro que me importa, pero ella nunca me dice nada, ¿cómo puedo ayudarla si no sé que es lo que tiene, si no comparte sus cosas conmigo?

-¡Escuchándola! -vociferó-.

-¿Eres tonta o no hablas español? Nunca me habla.

-La tonta eres tú, yo te dije escuchándola, no oyéndola.

-¡Es lo mismo!

-Me perdonas pero hay una gran diferencia, oír es poner atención a las palabras que ella pronuncia, escucharla es interpretar sus silencios, sus movimientos, su mirada, dejar lo que estás haciendo y poner tus cinco sentidos en ella.

-Pues, creo que tienes razón, últimamente se molesta mucho, luego está sonriente, rato después bromea y más tarde se molesta de nuevo... yo creí que eso era normal por la falta de... de... bueno, como no hemos combatido con nadie y... hace mucho tiempo que no pasamos tiempo separadas como para poder... tú sabes.

-No seas tonta Xena, Gab no echa de menos el sexo... porque no puedes echar de menos algo que nunca has tenido.

-¿Algo que nunca has tenido? -pregunté a una ya desaparecida Afrodita-.

Con esa frase rondando por mi cabeza entré a la posada y vi a Gabrielle sentada en una mesa cenando.

-¿Conseguiste un buen precio? -pregunté sentándome a su lado e ignorando los susurros que se desataron con mi llegada-.

-Sí, pero te tengo una mala noticia, sólo quedaba una habitación -señaló sin dejar de comer-.

¡No importa! -sonreí-.

-¿Quieres cenar? -preguntó mordiendo lo que parecía ser un trozo de carne de venado en salsa de ciruelas-. ¡La comida está deliciosa! -exclamó mientras con su mano me daba una uva en la boca-.

-Creo que una jarra de oporto está bien por el momento -musité tras comerme la uva-.

-¡Sabía que dirías eso y me he adelantado- sonrió mostrándome la jarra-.

-¡Qué bien me conoces Gabrielle! -sonreí-.

-No es que te conozca bien, es que eres muy predecible -señaló dándole una mordida al pan negro-.

-¡Yo no soy predecible!

-¿Ah no?, ¡Pruébalo! -me retó con una sonrisa sardónica-.

-¿Y qué quieres que haga? -inquirí alzando la ceja, mostrándome segura-.

-¡Bésame! -exclamó aproximándose a mi y viéndome a los ojos como esperando mi reacción-.

-¿Así de fácil? -pregunté fingiéndome segura, cuando la realidad era que las piernas me habían temblado y las manos me comenzaban a sudar-.

-Sí, sólo eso -sonrío aproximándose más a mi-.

Entonces me acerqué a ella y la besé en la mejilla.

-¡Listo! -sonreí-.

-¡Eres una tonta! -exclamo retirándose del lugar sin terminar siquiera de cenar-.

En cuanto se fue, se desató una ola de cuchicheos que no tardé en acallar con una mirada furibunda que di a todo el mundo alrededor. Nuevamente se había molestado conmigo y otra vez volvía a denominarme tonta. Debo admitir que eso comenzaba a fastidiarme, y en esta ocasión no ardían precisamente en deseos de salir corriendo tras ella y pedirle perdón. Así que me quedé ahí hasta que terminé mi jarra y otras dos jarras. Finalmente cuando ya no quedaba absolutamente nadie en las mesas, me dispuse a dirigirme a mi habitación y al pasar junto al recepcionista, vi que estaba atendiendo a unos huéspedes de última hora.

-Queremos tres habitaciones por favor -señaló el que parecía ser el padre de aquella extensa familia, conformada por su esposa, dos hijos y dos hijas-.

-Sí, está bien, tenemos muchas habitaciones desocupadas -señaló la encargada de aquella posada-.

Me asombré, Gabrielle me había mentido, pero ¿por qué?... ¿no se suponía que estaba fastidiada de mi? ¿Que yo era una tonta?

De pronto el sueño se apoderó de mi y decidí que no valía la pena pensar más en ello y como pude, subí las escaleras para darme cuenta que de todo el conjunto de puertas que había, no tenía ni idea en cual de ellas estaba Gabrielle. ¿Y cómo habría de averiguarlo? De la forma en que todo borracho sin sentido del respeto a los demás... ¡abriéndolas de una por una!

Abrí la primera puerta e interrumpí lo que parecía ser un trío.

-Perdón, hic, me equivoqué de cuarto, ustedes sigan, van muy bien.

La segunda puerta tampoco era la correcta, pues en el interior de esta un hombre en calzoncillos de cuero era azotado por una mujer que sostenía un látigo y también vestía de cuero negro.

-Ups, lo siento, cuarto equivocado.

Finalmente tras interrumpir un dueto homosexual, una orgía y ver bailar a un hombre vestido de mujer, di con la puerta correcta. Ahí estaba Gab, dormida en la única cama de la habitación. Dormía tan plácidamente que yo traté de no hacer ruido... pero recordemos que estaba ebria, así que tras tropezar con una mesita, tirar un vaso con agua y caer de bruces al suelo, me incorporé, me quité la armadura y "delicadamente" la arrojé contra el armario dando como resultado un ruido que hubiese despertado hasta a la Bella Durmiente... preocupada voltee a ver a Gabrielle y ella seguía dormida. Me introduje a la cama y me dispuse a dormir... sin embargo, el sueño me había abandonado.


Capítulo III

-Gab, Gabby, Gabrielle -insistí hablándole con mi agradable aliento alcohólico a la cara-. Gab, Gabrielle -finalmente le tapé la nariz y acto seguido despertó, casi ahogándose-.

-¿Qué pasa Xena? -me preguntó comprensiva tras recuperar el aire-.

-¿Tú tampoco puedes dormir? -pregunté viéndola a los ojos-.

-¡No, yo tampoco puedo dormir! -sonrió-.

-Te quiero Gabrielle -le dije tomando su mentón entre mi dedo pulgar e índice- ¡perdóname por ser tan bruta! -le dije llorando y abrazándome a ella-.

-No Xena, perdóname tú a mi, tú no has hecho nada malo, es sólo que yo no estoy bien conmigo misma.

-¿Entonces no crees que soy inhumana y desalmada y tonta e idiota? -pregunté viéndola a los ojos-.

-No, no creo que seas nada de eso, eres una persona maravillosa que vale mucho la pena y a veces digo cosas que no siento, por no decir cosas que sí siento -sonrió tiernamente mientras enjugaba mis lágrimas-.

-Afrodita dijo que estabas mal, ¿es cierto eso? -pregunté sin dejar de abrazarla-.

-Sí, en cierto modo estoy mal y por otro estoy perfecta y por otro lado muero porque no muero -sonrió estrechando más nuestro abrazo-.

-Creo que debemos rescatar a Ares lo más pronto posible -señalé decidida-.

-Sí, creo que es lo mejor, aunque yo no he visto nada de lo que Afrodita dijo que sucedería.

-¡Pues yo vi muchas cosas antes de llegar aquí! -sonreí socarrona- además, creo que esto apenas comienza y que tú has sido de las primeras afectadas porque eres muy sensible.

Hubo un cómodo silencio, las dos abrazadas, sólo nuestras respiraciones se oían, de pronto Gab habló.

-Xena, tengo que decirte algo, muy importante y... ya no puedo más, no quiero que nada con respecto a nosotras cambie, pero si quieres alejarte después de lo que voy a decirte, no voy a culparte, es muy comprensible... la razón por la que estoy irritable y tan irascible es porque... pues veras... Xena yo, yo te...

No pude oír más, el sueño me venció y quedé dormida pesadamente.

A la mañana siguiente desperté y Gabrielle no estaba en la cama, estaba yo sola, bueno, yo y una tremenda resaca que me atormentaba terriblemente oprimiéndome la cabeza como si un elefante caminara sobre ella. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, vi una tina con agua caliente y no dudé en lo absoluto en introducirme a ella. Se sentía deliciosa el agua, que casi olvido que la boca me sabía a cenicero y en la cabeza tenía miles de sacos de polvo negro encendido. Me sumergí hasta taparme y me quedé así hasta que necesite respirar, al resurgir noté que estaba Gabrielle a mi lado.

-¡Xena! -se notaba preocupada- este, ¿recuerdas lo que dijo Afrodita de las... orgías?

-¡Sí! ¿Por qué?

-Pues es que... toda la posada está... mmm, ¿cómo decirlo? ¡La posada parece una bacanal!, hay masas de cuerpos desnudos por todas partes, en las escaleras, en el pasillo, en la cocina, en las mesas. Apenas y se rozan y no pasan más de dos segundos cuando ya están haciéndolo...

-Entonces entramos a la primera etapa, las orgías, si tan sólo supiésemos que hacer para evitar... ¿Gab, qué haces? -pregunté al ver la forma en que me miraba mientras se quitaba la ropa y se introducía a la tina.-

-¡Tomo una ducha! -señaló ya dentro de la tina-.

-Oh, pues que bien porque ya te hacía falta -bromeé, tratando de ocultar mi nerviosismo-.

-Sí, estoy muy sucia -habló con la voz ronca y yo me estremecí-. Tal vez tú pudieras ayudar a enjabonarme -señaló sugestiva aproximándose a mi y extendiéndome con una mano el jabón y con la otra el estropajo-.

-Sí, será un placer -sonreí nerviosa-.

-¡Mmm, qué rico se siente! -gimió y aproximó su espalda contra mi pecho-.

-Sí, el agua está deliciosa -susurré por miedo a que mi voz delatara el nerviosismo que me invadía-.

-¡Riquísima! -exclamó acariciando mis piernas-.

-¡Eh, Gab!... estaba pen... pensando que -ella se había volteado y me miraba fijamente a los ojos, en los cuales se notaba la inconfundible seña del deseo-. ¡Gabrielle, somos amigas! -traté de explicarle mientras se aproximaba a mi y comenzaba a besar mi cuello y ponía agonizantemente cerca su cuerpo del mío- y las amigas no hacen esto. -Insistía tratando de calmarla mientras sentía sus senos contra los míos y su abdomen pegado a mi centro- Y aum -ahogué un gemido al sentir su mano recorrer mi costado hasta mis senos-.

-¿Realmente quieres que pare? -preguntó sentándose a horcajadas sobre mi y de inmediato me estremecí al sentir su caliente humedad en mis muslos-.

-¡Yo... yo! -vaya me sorprendía tanta elocuencia de mi parte-.

-¡Yo creo que podemos pasarla muy bien! -sonrío con una expresión de libido tal que sentí como mi corazón se agitaba dentro de mi pecho y el torrente que comenzaba a salir de mi interior-.

-Pe, pe, pero yo, yo... yo... tú...

-¡Shhh, no hables, sólo siente! -me dijo aproximándose a mi y mordiendo mi labio inferior-.

Definitivamente yo no estoy hecha de piedra y si algo así estaba pasando, lo más lógico era continuar. Podía sentirla estremecerse respondiendo a mis caricias, vibrando con cada roce y exteriorizando gemidos de placer, yo no podía pensar, la suavidad de su piel su sabor, me nublaban el juicio, finalmente dirigí mi mano a su entrepierna, comencé a acariciar su clítoris.

-¡Xe... Xena, házmelo ya, quiero que me hagas tuya, que seas la primera -musitó a mi oído antes de morderlo-.

Entonces mi cerebro recordó aquellas palabras pronunciadas por la Diosa del Amor y al aunarlas con las de Gabrielle, al fin comprendí que era virgen y no pude seguir. A pesar de que estaba ardiendo y las manos de Gabrielle acariciaban mis senos.

-Gabrielle basta -exclamé sosteniendo sus manos- no hagamos algo de lo que después podamos arrepentirnos.

-Tienes razón -exclamó Gabrielle volviendo a ser ella misma-. Perdón, soy una tonta, no sé que me... ¡qué vergüenza!

-No te preocupes, todo está bien -dije mientras salía de la tina y me colocaba una toalla- voy a preparar las cosas para marcharnos a rescatar a Ares -señalé saliendo del baño-.

¿Acaso eres tonta?... no hay quien le den pan y llore, hace meses que no tienes sexo ¿y ahora que se te ofrece lo rechazas? Y no me salgas con la estupidez de que ella no se lo merece. Ya está demasiado grandecita para saber si quiere o no hacerlo -de nuevo mi parte animal me atormentaba-.

Ya cállate maldita sea, ella es mi amiga y no es justo que por un desequilibrio emocional lo hagamos, no es correcto, no de esa forma -debatía conmigo misma mientras buscaba mi ropa-.

¿Y de que forma entonces? ¡Admítelo, te hierve la sangre cuando la ves, te la pasas imaginando como será el día en que la poseas, te excita su aroma y no me refiero a últimamente!

Eso no es verdad, yo no pienso en ella de otra forma más que como mi mejor amiga.
-expuse mientras me vestía-.

No digas estupideces, recuerda que somos una misma persona y sé que desde hace mucho que la deseas. ¿A quién crees que engañas? Puedes engañar a todos, menos a ti misma. Admítelo.

No voy a admitir algo que no es cierto
-murmuré mientras me colocaba la armadura-.

¡Admítelo!

No

¡Admítelo!

No, demonios

¡Admítelo!


-Está bien, lo admito, amo a Gabrielle. -grité esto último y para mi sorpresa, delante de mi estaba Afrodita-.

-¡Cielos, espera que ella se entere de esto! -exclamó la diosa con una sonrisa en los labios-.

-No, ella no se va a enterar de nada, porque nadie, ¿me oíste? Nadie le va a decir nada.

-No seas tonta Xena, tienes que decírselo, es por el bien de ambas.

-¡No quiero que me deje!, tengo miedo de perderla..., si yo... si yo la pierdo no sé que haría Dita -sollozo, mientras las lagrimas corren por mis mejillas.-

-Mira, no tengo tiempo para esto, esta es la cosa, las personas que son más susceptibles al desastre que se avecina, son aquellas que ocultan sus sentimientos, porque lo oculto siempre saldrá a la luz y se hará más grande, así que díselo ya. Es la única forma en que se harán inmunes a los efectos.

-¡Es que no es así de sencillo Afrodita, sería más fácil si hubiera una forma de saber que ella me corresponde! -expuse sentándome en la cama y escondiendo la cara entre las manos-.

-¿Y la palabra de una diosa, de la Diosa del Amor quien sabe y conoce todo al respecto no te vasta? -preguntó haciendo ademanes exagerados-.

-¡No es que no confíe en ti... lo que pasa es que... no confío en ti!

-Pues bien ¿entonces qué sugieres?, -pregunta exasperada-.

-Tal vez si pudiese saber lo que piensa...

-¿Estas segura?

-¡Sí, creo que esa sería la solución!

-¿Y qué hay de la Xena intuitiva, la perspicaz, la que detecta a un enemigo tan sólo por el latido de su corazón? ¿Eso no te sirve? -pregunta sentándose a mi lado-.

-¡No con Gabrielle!, ella es muy complicada, compleja, diversa, los tipos con los que me enfrento son siempre iguales, siempre con un solo objetivo en la mente y Gabrielle es tan... ¡Gab es tan ella misma que me asombra, me maravilla! -exclamo con una sonrisa en los labios-.

-Pues sí realmente crees que el saber lo que piensa ayudará... yo puedo ayudarte con eso. ¡Sólo pídelo! -sugirió presuntuosa-.

-¿Yo?, ¿pedirle algo a un dios?

-No, no a un dios, a una amiga -señaló con una sonrisa tierna-.

-Entonces, como amiga, te pido que me concedas el don de escuchar lo que Gabrielle está pensando.

-Trato hecho -me dio un apretón de manos- ¡ya está!

-¿Eso es todo? -pregunté al no ver algo mágico como era su estilo-.

-Pues claro ¿qué esperabas espejos y humo... serpentinas tal vez?

-No, bueno... ¿pero estás segura que funciona?

-¡Probémoslo! -exclamó desapareciendo justo cuando Gabrielle salió del baño-.

Ella salió con una toalla envolviendo su cuerpo y muy centrada en lo que hacía.

Maldita sea, eres una tonta...

-¿Qué? -pregunté sorprendida-.

-No he dicho nada -contestó desconcertada-.

-Ah, lo siento -mostré una media sonrisa al descubrir que realmente funcionaba mi recién regalado don-.

¡Claro!, típico, la cama no está tendida y no ha recogido el desastre que causó anoche... seguramente está esperando que yo lo recoja... claro, parte de ser su asistente es ser su sirviente.

-¡Lo siento Gab, no he recogido, pero te juro que ahora iba a empezar ha hacerlo!-. Sonreí nerviosa y apenada-.

-¡No te preocupes, yo lo hago! -sonrió ella-.

-No, es más, ya lo estoy haciendo -señalé mientras tendía la cama-.

¡Vaya!, ya era hora de que la princesita hiciese algo. Y seguramente ha de creer que se lo voy a agradecer cuando ella fue la que hizo todo este desorden.

-¡Ya terminé! -sonreí al acomodar el vaso en la mesita que acababa de recoger, tras haber recogido todo el desastre que causé y viendo la cama tendida-.

-Muchas gracias Xena, no te hubieras molestado -sonrío Gabrielle ya vestida-.

-¡Pues bien!, ¿nos vamos?

-¡Claro!

Al salir de la posada me dirigí al establo por Argo, le acomodé la silla, tras asegurarme que estaba bien sujeta coloqué el resto de las cosas y finalmente salimos del establo.

-¡Pues nos espera un largo viaje! -sonreí a Gabrielle antes de montar a Argo-.

-¡Sí, un largo viaje!

¡Claro, como ella siempre viaja en Argo! ¿y a Gabrielle qué?... que se la lleve el cuerno, "ella que camine detrás de mi y mi caballo, yo la poderosa Princesa Guerrera no comparto mi caballo porque me lo ensucias".

-¿Oye Gab?

-¿Si, qué pasa? -preguntó desconcertada-.

-¿Por qué no montas tú a Argo, yo... me siento de humor para caminar -señalé bajándome de mi yegua-.

-¡No Xena, caminar está bien para mi! -exclamó con una sonrisa-.

-¡No aceptaré un no como respuesta! -sentencié mostrando mi ya famosa media sonrisa-.

-¡Pues si eso te hace feliz! -sonrío y la ayudé a subir al caballo-.

Todo el camino Gabrielle estuvo muy pensativa, lo cual me brindaba mucha información de vital importancia. Como el hecho de que detestaba que yo nunca ayudase con la preparación de los alimentos, que nunca compartiera mis planes con ella suponiendo que ella los daba por hecho, que no le pidiese su opinión... entre otro múltiples defectos que jamás me había dado cuenta que tenía porque nunca me los había señalado. Y sin embargo, no había indicios siquiera de que ella me viese de otra forma más que como su amiga.

-Ya estoy aburrida, ¿cuánto faltará para que lleguemos?

-Está muy lejos Gab, hoy acamparemos bajo las estrellas -sonreí-.

Ella mostró una cara de resignación tal, que me enterneció.

Al caer la noche nos detuvimos cerca de una cueva, misma que sería nuestra guarida esa noche. Gabrielle lo primero que hizo al descender de Argo fue estirar las piernas y dar una pequeña caminata por los alrededores. Yo en cambio tendí nuestras camas, acondicioné una hoguera y preparé un poco de sopa de nabo (en nada parecida a la que nos preparase Joxer).

Media marca de vela después la cena estaba lista y gracias a mi meticulosa observación, había logrado que al menos se aproximase un poco a la sazón de Gab. En eso se soltó un tremendo aguacero y Gabrielle no aparecía por ningún lado, lo cual comenzaba a preocuparme. Finalmente, cuando me disponía a salir a buscarla, llegó ésta hecha un desastre, escurriendo agua a raudales cual cascada.

-¿Por qué tardaste tanto? -pregunté preocupada aproximándome a ella-.

-Porque perdí la noción del tiempo -expuso exprimiéndose el cabello-.

¡Aja!, ¡Estabas muy entretenida brindando placer a tu entrepierna, no te hagas!

Me sonrojé ante los pensamientos de Gabrielle y no pude verle a los ojos.

-¡Pues espero te hayas divertido! -sonreí al imaginarme la candente escena y la incomodidad de Gab si supiese que puedo oír lo que piensa-.

-¡Sí, demasiado! -sonrió quitándose la blusa y dándome la espalda-.

-¡Toma! -indiqué extendiéndole una manta seca-.

-¡Gracias! -sonrió al mismo tiempo que volteaba para tomar la manta, dejándome ver sus senos y no pude evitar quedarme absorta-.

¿Qué le pasa?, ¿Por qué me ve de esa forma?...

-Eh, ¡voy a servir la cena! -sonreí nerviosa dándome cuenta de la estupidez que acababa de cometer-.

Finalmente, parada frente al caldero repleto de sopa de nabo, quise sumergir en el mi cara para ocultar mi sonrojo por mi falta de discreción.

-¿Qué cenaremos? -preguntó a mi espalda y pude sentir su aliento en mi nuca, lo cual me hizo estremecer-.

-Sopa de nabo -sonreí dándole el cuenco y al rozar su mano, una corriente eléctrica invadió mi cuerpo hasta el último rincón-.

No supe en que momento comencé a sentirlo, pero no puedo dejar de pensar en ella, la deseo tanto que podría gritarlo a los cuatro vientos y ella sin embargo, es tan estoica que no nota que me derrito cuando se para a mi lado, cuando me abraza, cuando me ve a los ojos con su actitud de disculpa.

En ocasiones me imagino que me posee salvajemente. Me toma en sus brazos y me arroja contra las pieles que yacen en el suelo, mete su lengua en mi boca y destroza mis vestimentas mientras me mira con la misma pasión con que observa el campo de batalla y sus usualmente inexpresivos y fríos ojos toman un matiz nunca antes vislumbrado por mi, pero sí por aquellos, los afortunados que han sido merecedores de su deseo y su lujuria.


-¿Gab, qué escribes? -me pregunta arrojando la armadura antes de acostarse en las pieles.-

-Nada, trato de escribir un relato de ficción -sonrío y ella también-.

-Ya es tarde, y mañana continuaremos nuestro camino a rescatar a Ares, ¿por qué no vienes a dormir? -pregunta mostrándome su media sonrisa que me vuelve loca-.

-Mmm, ¡sólo un momento! -sonrío mientras enrollo mi pergamino y lo meto al morral, junto con el resto-.

Me acuesto en las pieles, Xena parece estar dormida, me quito las dagas y las coloco a mi lado. Volteo a ver a Xena y de nuevo me imagino que ella abre los ojos y se lanza sobre mi. ¡No sé porque sigo pensando esas tonterías, Xena jamás me vería de otra forma que no sea como su amiga, "su hermana", la detesto tanto cuando dice esas palabras...

¿Por qué demonios no le resulto atractiva?... digo, no es porque se trate de mi, pero tengo buen cuerpo, me mato horas entrenando para estar excelente y no ha hecho ni un solo comentario al respecto... me le insinúo sutilmente y no reacciona, parece que fuese de piedra, diablos, me estoy desquiciando. Ella se mueve en su cama, me acuesto y trato de dormir. ¡Cuánto desearía que me abrazara! Y de pronto, de la nada, un brazo rodea mi cintura y yo creo estar soñando.

Ha amanecido, extiendo la mano sólo para comprobar que su manta está vacía, me despierto, estiro los brazos y me incorporo. Ella está cargando las alforjas en Argo, la veo de espaldas y concentro mi atención en su trasero, después su largo y fuertes brazos, de nuevo me sumerjo en mis fantasías y estoy detrás de ella besándole, lamiéndole el cuello. Aprieto mis pechos contra su espalda y tiembla en respuesta a mis caricias.


-¡Gab, un poco de ayuda no me caería mal! -la escucho algo turbada, con la voz ronca y temblorosa-.

-¿Cómo supiste que estaba despierta no he hecho ruido? -pregunté recogiendo las mantas de ambas-.

-Por tu respiración -sonrió y no sé porque, pero noté un tono de burla en su voz, como si supiese algo más-.

Le extiendo las pieles tras haberlas enrollado y ella las amarra bien.

-¿Sabes a dónde vamos? -pregunto recargando la espalda en Argo y viendo a Xena a los ojos-.

-Sí, hay un grupo con las características que Afrodita nos indicó, en territorio galo. ¡Ya sabes cómo es esa gente! -sonríe y siento que la fuerza de las piernas me abandona-.

-Pues bien -dice montando a Argo- ¡andando! -ahora extiende su mano y tira de mi-.

Durante todo el camino no dejo de imaginar las mil y una formas en que deseo que Xena me posea. Una corveta en el camino y me acerco de más a ella, la cual tiembla, y se le eriza la piel, está sudando, lo cual me parece extraño, porque el clima está relativamente fresco. No le presto importancia y afianzo mis manos sobre su cintura y siento un pequeño temblor, seguido por un reprimido gemido.

-¿Te sientes bien Xena? -pregunto a su oído y de nuevo se estremece y gime-.

-¡Estoy bien! -tartamudea, (sin lugar a dudas está nerviosa)- ¿sabes?... creo que sería mejor que caminara un poco, estoy algo mareada.

-¡Si quieres podemos parar! -expreso preocupada-.

-No, debemos llegar con Ares lo antes posible -indica seria bajando de Argo-.

¡Cómo odio a ese maldito infeliz!, ese bastardo me desquicia, siempre tratando de seducirla... seguramente ahora que todos estamos desequilibrados por el amor Xena desea correr a salvarle porque tiene ganas de fornicar con ese cabrón.

De pronto Xena voltea a verme sorprendida, como dubitativa de si realmente soy yo y sonrío.

Ha transcurrido mediodía y Xena permanece callada todo el camino, lo cual no es sorprendente al tratarse de ella, obviamente no aspiraría a miss grandilocuencia; lo extraño, es que me siento más cerca de ella que nunca, como si estuviese compartiendo todo lo que siento sin que se lo mencione... pero no, eso es una tontería, seguramente me estoy haciendo ilusiones de nueva cuenta y ella sólo sigue siendo ella.


-¿Cuánto falta Xena? -pregunto bostezando y estirando los brazos-.

-Poco, muy poco -señala comprensiva-.

-Y... ¿por qué crees que Ares se halla dejado capturar tan fácilmente? -pregunto como si realmente me interesase saber algo de ese aborto de Zeus-.

-Porque es un patán que sólo piensa con aquello que tiene entre las piernas -señala molesta, como si estuviese celosa y eso me molesta y me pone celosa a mi-.

Maldito patán, se cree mucho porque es el tipo de hombres que le gustan a Xena, alto, fornido, moreno, todo un chico malo y yo... ¿qué posibilidades podría tener si soy todo lo contrario comenzando por el sexo?

-¡Ares no me gusta! -la oigo susurrar-.

Finalmente la noche nos ha sorprendido y ni decir de una terrible tormenta que arrecia mientras tratamos de seguir adelante.

-¡Creo que lo mejor será que busquemos donde guarecernos! -indica Xena gritando para hacer notar su voz por encima de ese incesante diluvio-.

Al poco rato ambas estamos empapadas y a la entrada de una cueva.

Me quito la ropa que está completamente empapada y se sonroja al verme, mi sexo palpita en respuesta y entonces recuerdo aquella vez en la posada en la que casi se cumple mi fantasía. De pronto regreso al presente y veo que Xena está sudando y con la mirada caída.


-¿Qué pasa Xena? -pregunto acercándome a ella sin reparar en mi estado-.

-No es nada -sonríe mientras levanta la vista para verme y de nuevo la deja caer-.

-Últimamente estás actuando muy raro -sonrío sentándome a su lado en las pieles-.

-¡Y tú te has comportado tan normal!

-Pues no... pero.

Los minutos transcurren lenta y agonizantemente profundizando nuestro alejamiento y me es muy incomodo porque por primera vez en el día Gabby se ha quedado sin pensar en nada y únicamente mira el suelo de aquella cueva.


Capítulo IV

-¿Qué nos pasa Xena? -pregunta tomando mis manos y dirigiendo su mirada a mis ojos-.

-No lo sé, últimamente no somos las mismas, ¡verás Gabby, yo, yo te quiero mucho, más de lo que te imaginas y tengo... tengo!...

-¡Chicas, qué gusto encontrarlas! -oigo una voz grave y molesta que ya me es conocida-.

-¡Joxer! -exclama Gabrielle mientras se esconde detrás de mi al reparar en su estado- ¿cómo diste con nosotras? -pregunta aún a mis espaldas-.

-Pues en realidad, andaba por aquí y decidí unirme a mis amigas en una nueva súper aventura. Tú sabes, Joxer corazón de león presiente los problemas.

-¡Obvio, tú eres uno de ellos! -mascullo entre dientes y al mismo tiempo siento como Gabrielle se aferra a mi desesperadamente- puedes permitirnos unos segundo -exclamo moviéndome con Gabrielle a mis espaldas-.

-¿Pero por qué, Gabby estás bien? -pregunta avanzando hacia nosotras y tratando de ver a Gabrielle-.

-Sí, pero necesito unos momentos a solas con Xena -exclama mientas se mueve tirando de mi para evitar que Joxer le vea completamente desnuda-.

-¿Segura que te encuentras bien?, estás sudando -exclama sin intención de irse el bastardo ese-.

-¡Con un demonio Joxer dejamos en paz un maldito segundo, acaso no te funciona la cabezota! -grito molesta porque mi mejor amiga se encuentra desnuda y no deseo en lo más mínimo que aquel imbécil pueda ver aquel espectacular y fenomenal cuerpo que sólo se muestra así a mis ojos-.

-¡Xena! -me recrimina Gabrielle-.

-¡Está bien, la que se va al demonio soy yo, lamento haberle gritado a tu amiguito por ahorrarte una vergüenza, pero eso me gano por tratar de ayudarte! -exclamo empujando bruscamente a Gabrielle, dejando de este modo su cuerpo desnudo a los ojos de Joxer-.

-¡Xena! -exclama aterrorizada mientras recoge lo más rápido que puede una manta del suelo para cubrirse, yo ignoro esto y salgo de la cueva-.

Llevo alrededor de media marca de vela vagando por el bosque tratando de tranquilizarme y aún no lo he conseguido.

Ese maldito patán acosador me molesta en lo más recóndito del alma y la muy piruja exhibicionista se le muestra desnuda sin pudor alguno.

-¡Ah, es una maldita zorra! -exclamo exacerbada mientras trato de enfocarme y recobrar la calma no sin antes descargar infinidad de golpes sobre un viejo árbol, cuya corteza resentida empieza a ceder ante mis envestidas-.

Está tan caliente que seguramente lo estará haciendo con el en este preciso instante y yo como imbécil golpeando árboles en vez de decirle que la amo con toda mi alma y que no deseo que ese cabrón se le acerque.

¡Eres patética Xena, perdiendo la cabeza por alguien que sólo te ve como mero objeto sexual debido al frenesí baquico que ha desatado la captura de Ares!... no eres más que la primer persona que tiene a mano y por lo tanto, quien desata sus fantasías, nada más que eso.

Finalmente me he tranquilizado y regreso a la cueva empapada pues no ha dejado de llover ni un solo instante.

Al entrar noto la cara de consternación de ambos, cada uno se encuentra tan alejado como les es posible. Finalmente notan mi presencia y se levantan torpemente.

-¡Xena, yo...! -exclama Joxer avanzando hacia mi, acto que detengo con un gesto mientras levanto la mano para indicarle que no de un paso más.

-¡No pasó nada! -exclama Gabrielle tomando mi mano-.

-No, no quiero saberlo, no tienes por que darme una explicación -exclamo molesta mientras aparto mi mano de su roce- eres adulta y puedes hacer con tu vida lo que te plazca.

-¡Xena por favor no me trates así! -solloza abrazándose a si misma-.

-Chicas, creo que yo me... mejor me voy -indica Joxer sin saber que hacer-.

-Tú no te vas Joxer, nadie se va, la tormenta a fuera es horrible -exclama Gabrielle limpiándose las lágrimas del rostro; finalmente se sienta frente al fuego y pierde su vista en el-.

-Gabrielle tiene razón, duerme, mañana partiremos -indico retirándome la armadura y el resto de la ropa hasta quedar en ropa interior; finalmente me acuesto en las mantas y cierro los ojos-.

La mañana ha llegado, abro los ojos y lo primero que veo es a una nota de Joxer que indica que tuvo que adelanta su partida y que lamentaba los problemas que había causado. Me reprendo mentalmente, ese pobre chico no tiene la culpa de que mi mente sea un mar de confusión... el es mi amigo, siempre ha estado ahí para mi cuando le he necesitado, me ha brindado su apoyo condicional. Ha arriesgado la vida por mi y yo... yo le trato como basura; es verdad que es un tanto cuanto despistado y torpe, pero es mi amigo. Sabía que estaba enamorado de Gabrielle, siempre ha sido honesto conmigo y yo... Me comporto como una bruja despiadada y sin sentimiento; y le grito por algo que no sabía y supongo no tenía la intención de hacer y ni siquiera le doy el derecho de replica. Me doy asco a mi misma.

Posteriormente me levanto y comienzo a doblar las mantas para finalmente colocarlas sobre Argo. Tras haber acabado y viendo que Gabrielle aún no despertaba me dispuse a encender una fogata y preparar el desayuno.

Ha transcurrido un largo rato desde que desperté y noto como Gabrielle aún sigue dormida, no quisiera despertarla, se ve tan tierna cuando duerme que me es imposible romper su quietud y calma.

Me pongo de cuclillas junto a su manta y traicionando a mi cabeza, beso su frente mientras aparto un mechón de cabello que se encuentra sobre su rostro.

-Te amo -susurra entre sueños y me provoca un gran dolor al no saber a quien va dirigida esa confesión y al suponer que no es a mi-.

-Despierta -susurro a su oído y noto como se mueve y se tapa con las mantas- arriba dormilona, arriba -sonrío ante la acostumbrada rutina de cada día, que últimamente se iba perdiendo poco a poco-.

-Un rato más mamá -susurra aún adormilada-.

-No, no princesa, es tarde y debemos seguir nuestro camino hasta Galia.

-¡Ah, es por lo de Ares! -despierta abruptamente y se levanta tan rápidamente que me es imposible hacerme a un lado, por lo que su frente choca con mi nariz provocándome un enorme dolor y caigo sentada sosteniendo lo que me parece un líquido espeso y caliente.

-¡Xena, lo siento, yo! -exclama sentándose frente a mi-.

-No te preocupes, creo que lo merecía por lo de ayer -sonrío mientras aún sujeto mi nariz-.

-Déjame ver por favor -suplica preocupada-.

Retiro las manos y dejo que vea la magnitud del daño.

-¡Cielos Xena, lo lamento! -exclama preocupada y con un gesto de dolor en su hermoso rostro-.

-No es nada, he tenido peores -exclamo tratando de no ahogarme con la sangre que aún sale de mi nariz-.

-Espera, sujeta aquí -dice mientras toca mi tabique- te pondré una compresa de agua fría en la frente y eso detendrá el sangrado.

-Te digo que no es nada -murmuro mientras sigo las indicaciones de Gabrielle-.

Finalmente la hemorragia ha cesado y nos encontramos comiendo lo poco que no se carbonizó de nuestro desayuno.

-¡Gabby, lamento lo de anoche, no sé que me pasó ni por qué me puse así, es sólo que...!

-Te entiendo, sé que fue una situación incomoda y que Joxer es un poco molesto en ocasiones -sonrió dulcemente y no puede evitar corresponder a su risa-.

*****

Mientras tanto a unos cuantos miles de kilómetros lejos de ahí.

-¡Suéltenme maldito fanáticos! -bufaba molesto el Dios de la Guerra- ¿saben ustedes lo que ocurrirá si no me liberan?.

-Sí, terminará la guerra, tú morirás y el amor prevalecerá como el poder supremo -expresó la sacerdotisa de aquel grupo-.

-¡De verdad que lo que tienes de bonita lo tienes de estúpida... el mundo me necesita, mi hermana me necesita, deben liberarme, soy un mal necesario! -gritaba mientras golpeaba el campo de fuerza alrededor suyo-.

-¡Calla! -sentencia firmemente aquella mujer- pronto dejarás de existir, deja de luchar y disfruta tus últimos instantes de vida.

-¡Estás loca!, ¿me oyes? ¡loca! -gritó con el rostro enrojecido-.

-¡A callar! -sentenció mientras con un pase de su mano provocó una fuerte descarga eléctrica en el cuerpo del de por si ya debilitado dios.

-¡Xena vendrá, ella y su loca amiguita rubia vendrán a salvarme y tú lamentarás esto... en cuanto salga de aquí juro que te mato! -exclamó antes de perderse en la inconciencia el dios-.

-¡Patadas de ahogado! -sonrió con sorna la sacerdotisa-.

*****

De nuevo en el campamento...

-¿Lista? -pregunto a la bardo tras colocar nuestras pertenencias en Argo-.

-¡Yo nací lista! -sonríe aproximándose a mi-.

-Entonces pongámonos en marcha, hoy llegaremos a un astillero y tomaremos un barco hacia Galia. Debemos apresurarnos -sonrío tras haber montado a Gabrielle en Argo-.

-¿Cuánto tardaremos en llegar? -preguntó preocupada por el daño que le causaba estar en un barco por mucho tiempo-.

-Lo siento, pero será un viaje de tres días... aunque siempre puedo aplicarte los puntos de presión -sonreí comprensiva-.

-¿Y terminar comiendo calamar crudo?... ¡no, no lo creo! -dijo con cara de asco- ¿te estás vengando por lo del golpe, cierto? -inquirió resignada a tener que pasar tanto tiempo en el navío que nos llevaría a nuestro destino-.

-¡No, cuando me vengue por lo del golpe lo sabrás, esto solo es un gaje del oficio! -sonreí perversa-.

-¡No quiero ni imaginarme tu venganza! -fingió estremecerse de miedo-.

-¡Legará antes de lo que imaginas, antes de lo que imaginas! -sonreí en mi interior-.

*****

Mientras tanto en el Monte Olimpo...

-¡Por las barbas de mi padre, sí que son tontas estas mujeres! -expuso molesta Afrodita ante lo que veía- necesito hacer algo para que este par de brutas finalmente se confiesen cuanto se aman... pero no tengo permitido modificar la vida de los mortales, ni intervenir directamente... me desquician completamente...

-¿Qué es tan entretenido? -preguntó Artemisa a espaldas de su hermana-.

-¡Nada! -musitó nerviosa la Diosa del Amor mientras con un pase de su mano desaparecía la imagen de las mujeres que momentos antes observara-.

-¿No confías en mi Afrodita? -inquirió perspicaz la Diosa de la Caza- ¿me estás ocultando algo?.

-¡Por los dioses, eres muy desconfiada!, ¿por qué tendría que ocultarte algo? -inquirió apartándose-.

-¿Por qué estás tan nerviosa? -inquirió divertida la diosa-.

-N-n no estoy nerviosa, no tendría por que estarlo -profirió con una seguridad a todas luces falsa-.

-¡Está bien, olvídalo, estás tan a la defensiva que no creo poder sacarte algo! -exclamó dejando el asunto por la paz- yo solo quería preguntarte donde está nuestro queridísimo hermanito, hace días que no lo veo y la verdad estoy un poco preocupada por el -expuso honestamente la Diosa de la Caza-.

-¿De cuándo a acá te preocupas por tus hermanos, y en especial por Ares? -inquirió con sarcasmo la Diosa del Amor-.

-Yo siempre me preocupo por mis hermanos, el hecho de que no lo demuestre no quiere decir que no lo haga -expuso Artemisa a la defensiva-.

-¡Está bien, te creo! -sonrió tiernamente la Diosa del Amor ante la actitud de su hermana- la verdad es que Ares ha sido tomado prisionero por un grupo de locos fanáticos del amor y la paz -expuso dando un pase sobre aquella especie de ventana al mundo mortal, dando como resultado la imagen de Ares inconsciente con un grupo de personas encapuchadas realizando una especie de ritual-.

-¡Esos malditos! -exclamó molesta la diosa de la caza- pero ahora verán, mandaré a toda mi tribu a rescatar a Ares y a darle una lección a esos idiotas -vociferó mientras se daba la vuelta-.

-¿Hace cuánto tiempo que no ves a tu tribu? -preguntó Afrodita con una sonrisa de quien sabe algo-.

-Bueno, la verdad es que las he dejado un poco solas últimamente por asuntos que requerían de mi entera atención -expuso Artemisa tratando de disculparse- ¿pero eso a qué viene al caso?

-¡Por esto! -indicó mientras en la ventana aparecía la imagen de una orgía amazónica-.

-Por las pelotas de Zeus, ¿qué es esto? -cuestionó sorprendida-.

-Eso es el resultado de que tengan a Ares prisionero, todo el mundo se dedica a "hacer el amor" literalmente -expuso con una sonrisa al ver la expresión en el rostro de su hermana, la cual no dejaba de observar lo que su tribu hacía-.

-¿Esa es Varia? -inquirió señalando con el dedo a una mujer dentro de aquel grupo de cuerpos desnudos- ¿y esa otra es Eponin?

-¡Tranquila, no creo que tú no lo hayas hecho alguna vez! -sonrió con mofa Afrodita-.

-¿Y ahora qué haremos si todo mi ejército está inutilizado? -preguntó apartando finalmente la vista de aquel morboso espectáculo-.

-¡Me he adelantado y ya conseguí a las dos mejores guerreras! -sonrió airosa Afrodita-.

-¿Te refieres a Xena y Gabrielle? -preguntó desconcertada la Diosa de la Caza- ¿pero que no ellas?...

-¡No, con ellas ocurre todo lo contrario! -señaló Afrodita volteando los ojos con cara de cansancio-.

-¿Cómo que todo lo contrario? -cuestionó Artemisa-.

-¡Observa! -profirió la Diosa del Amor dando un pase sobre la ventana al mundo mortal...

*****

-¿Qué demonios ocurre contigo Gabrielle? -interpeló molesta la pelinegra ante la cachetada que la bardo le había dado-.

-¡No te hagas, si se te iban los ojos detrás de esa mujerzuela! -gritó molesta la bardo-.

-¿Pero qué tienes en la cabeza?... por Zeus Gabrielle es una de las hermanas de Gaea y sólo me estaba pidiendo un donativo para el orfanato -resopló molesta la Princesa Guerrera-.

-¡Pues se viste muy escotada como para ser monja! -indicó Gabrielle aún furiosa-.

-Pero si lo único que se le ve es la cara y los zapatos -indicó incrédula la pelinegra-.

-¡Pues debería usar un velo!

-¡Ven acá! -sonrió la pelinegra abrazando a la bardo que se mostraba aún molesta y renuente al contacto- definitivamente tenemos que llegar pronto a rescatar a Ares -sonrió la pelinegra besando la frente de su amiga-.

-¡Y ahí vas de nuevo a mencionar a aquel aborto de los dioses! -gritó molesta la rubia apartándose del abrazo- ¿Por qué no gritas que te lo quieres coger bien y bonito? -gritó aun más molesta llamando la atención de todo el muelle-.

-¡Gabrielle no es el momento! -farfulló entre dientes la pelinegra-.

-¡Nunca es el momento, en especial cuándo es el momento!... -acto seguido se subió sobre una tarima y comenzó a gritar- damas y caballeros, niños y niñas, todos los presentes, presten atención al relato de esta bardo, esta era una poderosa princesa, muchos la llamaban la Princesa Guerrera...

-¡Gabrielle! -vociferó la pelinegra para que bajara de ahí pues creía saber lo que vendría después-.

-¡Como decía, era la Princesa Guerrera, quien poseía una lujuria insaciable, era experta en la cama, mejor que la mejor de las rameras imperiales!.

-¡Ya basta! -gritó furiosa la pelinegra mientras subía a por Gabrielle-.

-¡Pero si apenas comienzo! -gritó la bardo sin intención de moverse- grandes personalidades como la emperatriz del reino de Chin, Cleopatra, Ulises, Hércules, Iolaus, Marco Antonio, el mismo Cesar, ah, y por supuesto Ares, el Dios de la Guerra se contaban entre la infinidad de sus compañeros de cama. Las orgías en las que esta poderosa princesa había participado eran incalculables, sus gesticulaciones, sus murmullos, sus gemidos al tener sexo eran asombrosos...

¿-Ya es suficiente me oyes? -gritó la Princesa Guerrera mientras tomaba a su compañera del cabello y tiraba fuertemente-.

Mientras tanto en la multitud todos estaban muy entretenidos con la "capacidad histriónica" de nuestras heroínas en cuestión.

-¡Está buenísima esta obra! -murmuró un pescador a su compañero de a lado-.

-Sí, mejor que las obras de Esquilo -indicó el otro hombre-.

-¡Quién dijo que el teatro callejero no servía no ha visto a estas dos! -musitó una mujer maravillada por el espectáculo-.

-¡Ya suéltame, me estás lastimando! -gritó la bardo mientras apretaba fuertemente la nariz lastimada de la guerrera, la cual no pudo más que retroceder y sollozar por el dolor-.

-¡Esta me la pagas con sangre! -gritó la pelinegra mientras sacaba su espada con la firme intención de lastimar a la bardo-.

-¿No puedes sin tu juguetito? -cuestionó la bardo con mofa-.

-Con o sin juguetito acabaré contigo -bufó la guerrera volviendo a envainar la espada y colocando los puños en posición defensiva-.

-¡Adelante guerrera de pacotilla! -le retó la bardo-.

La guerrera finalmente se lanzó con toda su furia a atacar a la rubia y asestó el primer golpe contra el abdomen de la chica, la cual cayó de rodillas inmediatamente quedando inconsciente.

-¡Cielos Gabrielle, lo lamento, yo...!

En el preciso momento en que la guerrera se arrodilló para ayudar a su compañera, y cerciorarse de no haberle hecho tanto daño, esta golpeó fuertemente su ingle y apretó su nariz levantándose mientras tiraba de ella.

-¡Tu sentimentalismo es tu punto débil guerrera! -sonrió triunfal la bardo al haber "derrotado" tan fácilmente a la guerrera-.

-¡Lo mismo podría yo decir de ti! -expuso con la clara muestra del dolor en su rostro pero aún sin doblegarse-.

-¡Suplica misericordia! -gritó la rubia apretando más fuerte la nariz de la guerrera, haciendo que la sangre brotara de ella de nueva cuenta-.

-¡Jamás! -contestó adolorida la guerrera-.

-¡Xena la Princesa Guerrera derrotada por una simple bardo de Potedia! -sonrió perversa la rubia- una historia para cantarle a mis nietos.

-¡Eso si continúas con vida para mañana! -sentenció furiosa la pelinegra mientras golpeaba fuertemente a una desprevenida bardo, la cual cayó al suelo de nueva cuenta-.

-¡Esto se pone cada vez mejor! -chilló un pequeño niño emocionado-.

Tras caer Gabrielle al piso la guerrera de los ojos azules se desplomó de rodillas mientras sostenía su adolorida nariz.

-¿Eso es todo? -se oyó la protesta general por el rápido desenlace de aquella estupenda obra-.

Mas de pronto la bardo se arrojó sobre la desprevenida guerrera y comenzó a golpearla en el rostro.

-¿Tu madre no te enseñó a terminar lo que empiezas? -cuestionó gritando mientras no paraba de propinar golpes contra la cara de la guerrera-¡si así eres en la cama debo suponer que no eras tan buena como se dice!

-¿Te gustaría averiguarlo verdad? -respondió la guerrera golpeando el rostro de la bardo y rodando hasta colocarla bajo ella- pero lamento decirte que no cumples mis expectativas "niña" -profirió con engreimiento-.

-¡No soy una niña! -gritó furiosa la bardo para finalmente besar con furia los labios de la guerrera, mordiendo su labio inferior de tal modo que pudo sentir el sabor metálico de la sangre-.

-¡Eres una zorra! -musitó la pelinegra con el labio roto- una calienta coños -rió sonoramente la pelinegra-.

-¡No tanto como tú! -gritó la bardo molesta mientras volvía a besar a la guerrera de ojos azules-.

-¡Lo que te hace falta es alguien que te coja y te quite lo amargada! -vociferó la guerrera mientras metía la mano bajo la falda de la rubia y comenzaba a acariciar su entrepierna por encima de la ropa interior, lo cual provocó un gemido de esta-.

-¡Esto se está poniendo interesante! -murmuró un acalorado marino-.

-Ni que lo digas, las dos están como para no salir del cuarto en una semana -sonrió un sujeto cuya excitación se podía percibir a simple vista por el enorme bulto de su pantalón-.

Mientras tanto en la tarima ambas chicas se devoraban ferozmente, ¡cómo habían llegado a ese punto no importaba, lo importante era lo que estaban sintiendo en ese preciso momento!

Mmm, que rico es esto, se mueve tan bien. Oh, vamos guerrera, hazme tuya, muéstrame tu lado salvaje, poséeme y olvidemos a ese cabrón de Ares.

-¡Ares! -gritó la guerrera volviendo en si-.

-¡No te detengas! -protestó la bardo tirando de la guerrera para continuar-.

-¡Levántate, nos vamos! -expresó fríamente la guerrera-.

Ah, demonios, te odio tanto.

-Sí, sé que no soy dios de tu devoción pero tenemos que irnos -respondió levantando a la rubia-.

-Suéltame maldición -gritó la rubia dando una tremenda bofetada a la morena-.

-¡Bravo! -gritaron todos los presentes y para sorpresa de ambas, comenzaron a arrojar denarios a la tarima-.

*****

-¡Vaya con esas dos! -murmuró Artemisa acalorada-.

-Eso es lo que sucede sin Ares -sentenció la diosa rubia-.

-Jamás pensé que fuese tan necesario ese cabroncete que tenemos como hermano -indicó la Diosa de la Caza pensativa- tenemos que hacer algo, como este par siga así se terminarán matando u olvidando que deben rescatar a Ares -dijo esto último con la imágen de ellas dos devorándose salvajemente en la mente-.

-No, Xena nunca olvida una misión -sonrió recordando aquella vez que obsesionó a la Princesa Guerrera con la pesca y esta con todo y eso logró arrebatar el diamante de manos de los malhechores para arrojarlo a la constelación- es Gabrielle la que me preocupa.

-Sé que no debemos intervenir directamente, pero al menos podemos evitar de forma indirecta que estas dos peleen o...

-¿O se maten haciendo el amor? -inquirió la rubia-.

-Su pasión es mucha, son tremendamente violentas y francamente, de una forma u otra terminarían matándose -indicó Artemisa atemorizada-.

-No te preocupes hermanita, les haremos visitas constantes para cerciorarnos de que todo está bien y para darles las indicaciones necesarias, por lo pronto ya han abordado el barco hacia Galia y llevan dinero más que suficiente -sonrió-.

-Debemos decirle esto a padre -sentenció la Diosa de la Caza-.

-No, no podemos, se pondrá furioso, lo conozco, comenzaría a lanzar rayos a diestra y siniestra.

-Pero debe saberlo, honestamente no creo que Xena y Gabrielle lo logren.

-Regáles el beneficio de la duda hermanita. Te prometo que ante la menor señal de que no podrán cumplir con su misión, yo misma le aviso a padre.

-¡No lo sé Afrodita! -expresó dubitativa la diosa-.

-¡Por favor!, palabra de diosa -indicó levantando una mano en señal de promesa-.

-¡Está bien! -indicó apretando la mano de su hermana para demostrar su acuerdo- ¿qué harías si no te quisiera yo tanto? -cuestionó casi inaudiblemente la diosa antes de desaparecer-.

-¡Qué extraño, creí que el desequilibrio emocional sólo afectaba a los mortales! -pensó la diosa ante las palabras de su hermana-.

Continuará...


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