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BUCANDO A LA DESTRUCTORA

Por Romy

FINAL DE BATALLA

A unas millas de distancia Menfis aguardaba a Xena, el sol ya había desaparecido por completo, y una silueta comenzó a asomarse por el horizonte.

Un jinete de largo cabello.

Menfis: es hora de cobrar lo que me deben... - susurró Menfis, mostrando una media sonrisa.

Poco a poco la silueta se iba haciendo menos difusa, otra silueta apareció en el horizonte.

Menfis: es ella la trajo.

Los jinetes pararon a unos metros de Menfis.

Xena: antes de entregarla quiero ver a Gabrielle.

Menfis: <ja>, no sabía que te gustaban las mascotas.

Xena: NO, quiero verla.

Menfis: primero me entregarás a Tiara, y luego soltaré a la putita.

Xena se acercó unos metros más para que logre ver la melena rubia ondulante de su acompañante.

Xena: tu turno, quiero ver a Gabrielle.

*****

Minutos antes Terses se llevó a Gabrielle tras unos arbustos donde tenía a uno de los hombres de Tiara atado.

Terses: ahora te quitarás la ropa.

Gabrielle: ¿qué?

Terses: confía en mí.

Terses se colocó la ropa del guerrero y lo amordazó, le puso una capucha negra en la cabeza y le colocó las ropas de Gabrielle.

*****

Menfis: muy bien acá está.

Xena: suéltala.

Menfis: claro, claro, pero antes quítale las esposas a Tiara, quiero ver sus manos libres.

Xena: bien -soltando las esposas y tirándolas al piso.

Menfis: excelente, ahora, camina perra. -empujando a su presa.

A medio camino un silbido se dejo escuchar, tras ello una flecha atravesó el cuerpo amordazado.

Xena: ¡¡Noo!! -gritó sin moverse.

Menfis: Tiara tómala -lanzándole una espada.

Un golpe sordo, se escuchó al chocar el frió metal contra el suelo.

Menfis: que esperas toma la espada.

Xena: que pasa Menfis estás pálido, <ah>, claro se me olvidaba presentarte a una amiga.

Xena descubrió la capucha de su acompañante, haciéndola avanzar un poco más, un cabello ondulado y su figura esbelta, parecía Tiara, pero no era ella.

Menfis: acaso eres estúpida, dejarás que muera tu querida Gabrielle, no claro que no, ese fue una de tus pérdidas.

Menfis: ¿Qué? -se aproximó y al descubrir que era uno de los guerreros que le acompañaba, sacó su espada y arremetió sin pensarlo contra la Emperatriz.

No logró ni siquiera avanzar unos pasos cuando Xena lanzó una daga corta contra su pecho. Menfis se quedó postrado en el suelo retorciéndose de dolor. Mientras Xena avanzaba lentamente hacia él empuñando su espada.

Xena: tienes suerte, porque ella esta a salvo, pero aun debo cobrarme por lo que la hiciste pasar -hundió la espada en el estómago de su oponente, y luego, la sacó lentamente.

Xena: vámonos de aquí.


FINALMENTE EN CASA

Gabrielle caminaba de un lada a otro aproximándose al balcón que le ayudaba a divisar la entrada del castillo, tratando de ver algún jinete en camino, pero el horizonte aún se mostraba vacío.

Trevor: no se preocupe, ella es una guerrera, lo que menos debe preocuparle es que se aparezca por acá de un momento a otro. -le repetía.

De pronto todo el horizonte se llenó de polvo, aun no se distinguía cuántos o quiénes se estaban aproximando.

El pantalón de cuero, y el cabello negro azabache hizo gallardía de su presencia con un grito particular.

Una sonrisa se marcó en su rostro de preocupación, era ella: su guerrera.

Dejó de contemplar su aparición, y corrió hacia las escaleras del castillo que conducían a la salida para acabar con su espera.

Xena desmontó rápidamente, al ver a una pequeña rubia corriendo a toda velocidad hacia ella. El resto desapareció por unos segundos solo fueron ellas dos en el castillo, la abrazó, se miraron unos instantes y sin pensarlo se besaron, bebiendo sus suspiros de alivio de estar salvo, de estar juntas.

Gabrielle tomó la mano de Xena, y se adentraron en el castillo.

Xena: Terses, Trevor, hagan los preparativos, hoy haremos una fiesta.

Terses y Trevor se miraron; jamás les habían ordenado un preparativo para una fiesta, un par barriles de cerveza para brindar por un triunfo de batalla, pero nada mas, ahora era diferente.

La Emperatriz había preparado una habitación para su acompañante principal.

Gabrielle terminaba de tomar un baño, al salir encontró sobre su cama unos finos vestidos para colocárselos esa noche, escogió un verde turquesa que resaltaba el verde de sus ojos.

Xena se colocó su traje negro un pantalón que era cubierto por un vestido casi transparente, dejando caer su cabello negro alrededor de sus hombros.

Habían preparado el salón principal, con los mejores vinos y cervezas, un escenario especial para los músicos.

Xena pulió y lustró sus armas, que decoraban su atuendo, antes de dirigirse al salón.

En la mesa principal un banquete les esperaba.

Habían invitado a los regentes de las villas cercanas, la fiesta iba a dar el inicio de alianzas con la Emperatriz.

Terminada la fiesta, Gabrielle y Xena habían bebido lo suficiente para desinhibirse, pero no tanto para no recordar lo que sucedería.

Xena, tomó su mano por debajo de la mesa, ella la apretó con fuerza, Xena la soltó sin alejarse y comenzó a tocar su rodilla, Gabrielle dio un respiro, Xena sonrió y siguió avanzando lentamente, hasta que Gabrielle emitió un pequeño quejido que la sobresaltó, e hizo que los invitados la miraran.

Xena: discúlpenla es que tiene un pequeño calambre, ¿no es verdad?

Gabrielle: si eso, es solo un calambre.

Luego de un par de bailes, se retiraron a sus aposentos.

Xena abrió la puerta de la recamara y sin encender las luces penetraron lentamente.

La Emperatriz tomándola de la mano la llevó hacia la cama, pero algo la detuvo.

Gabrielle: no, espera.

Xena: ¿qué sucede?, esta todo bien.

Gabrielle: si es que necesito que tú me guíes un poco.

Xena: bien solo cierra los ojos, y date la vuelta.

Xena se retiró para despojarse de sus atuendos, una vez desnuda, se acercó hacia Gabrielle respirando cerca de su oído, comenzó a rozarle los hombros para desplazarse por su vestido y retirarlo.

La respiración acelerada de la pequeña rubia le indicaba que todo iba por buen camino.

Una vez sin sus prendas, Xena la abrazó por la cintura, pegando sus pechos a la espalda.

Las palpitaciones de sus corazones hacían que aumentara mas y mas la cercanía entre ellas, Gabrielle volteó no aguantaba mas, aun de pie, comenzó a besarla, primero con miedo y luego apasionadamente, comenzó a devorarse los labios de su guerrera, Xena fue retrocediendo, ante su sorpresa Gabrielle la tomó de las caderas y la presionó contra la suya, haciéndola retroceder hasta que un pequeño dolor le indicó que estaba al borde de su mesa de trabajo.

Xena se paró para acomodarse, pero afortunadamente, la pasión de Gabrielle crecía más y más al caminar por terreros nuevos.

Gabrielle fue subiendo su mano más y más arriba hasta colocarla en el único punto débil de la guerrera.

Xena: ¡¡¡<Oh> dioses!!!

Gabrielle paró.

Gabrielle: lo siento hice algo mal.

Xena: no pares.

Gabrielle retomó sus labios, y la empujó más contra si.

Xena la giró y la obligó a retornar a la cama, empujándola.

Fue entonces que el brillo de la piel de su amante se reflejaba en la noche, haciendo una silueta perfecta de la guerrera<.br>
Gabrielle: DIOSES..., eres hermosa.

Xena: no, tu lo eres -colocándose sobre ella.

Rozó su rostro con el dorso de la mano, parándose en su mejilla, y luego en su pequeña barbilla, lo cogió.

Xena: eres hermosa, no sabes cuanto.

Comenzó a besar cuello, provocando gemidos, fue bajando, hacia esos preciados pechos, que se entumecían ante la presencia de sus labios, los tomó uno por uno.

Fue bajando sus besos más y mas hasta llegar a su meta, Gabrielle se abrió, generando la invitación.

Xena se colocó estratégicamente rozándola primero, haciéndola temblar y luego probó poco a poco, su centro, ejerciendo poco a poco más y más presión, las caderas de Gabrielle bailaban al compás de los movimientos de la Emperatriz, desatando una fiebre insaciable de deseo... Rendidas, una sobre la otra, se besaron nuevamente, permaneciendo abrazadas.

*****

A la mañana siguiente, Gabrielle despertó con una hermosa sonrisa proporcionada por una guerrera de ojos azules de no le quitaba la vista de encima.

Gabrielle: que haces. -dibujando una sonrisa.

Xena: ver lo afortunada que soy.

Gabrielle respondió a eso con un beso.

Xena se levantó de la cama.

Gabrielle: ¿a dónde vas?

Xena: cámbiate, que tengo un anunció importante que dar.

Gabrielle: ¿cuál?

Xena: Que hay un Reina oficialmente en el castillo.

Gabrielle abrazó a la guerrera, sellando su agradecimiento con un beso.

Una nueva mañana, crecía para el imperio fortificado ahora de paz y pasión.

Una nueva Emperatriz renació, sin murallas, sin odios y con una sola pasión, su Reina Gabrielle.

Fin


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