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LA BODA DE GABRIELLE

Laura

CAPÍTULO X: ABSOLUCIÓN

GABRIELLE


El alba se mostró en su esplendor, y con ella los soldados de Xena en la playa, formados para la batalla, nuestras fuerzas los tenían cercados, vigilando todas las entradas a la ciudad y en especial desde el mar, catapultas preparadas, arqueros en los muros, espías en las planicies, Nubeth llevaba su armadura y tambien estaba lista para la lucha, no cabía duda que se trataba de una mujer excepcional.

El caballo de Xena se acercó, no queria siquiera intentar que cambiara de opinión, estaba cansada de luchar contra las cosas, mas bien estaba preparada para lo inevitable.

- ¡¡Gabrielle!!...

Avancé en mi caballo, mi mente volvió a confundirse ante su presencia.

- Aun puedes desistir...

- Desistiré de la batalla, si vienes conmigo, necesito hablarte.

Mi corazón salió de mi pecho, la esperanza que agonizaba regreso con toda su fuerza y sin piedad, necesitaba controlarme, tenía una responsabilidad con ellos y conmigo.

- Si quieres negociar una tregua te escucho...

Ella se acercó a mi, no podría soportar mas la frialdad de mi actitud, iría en su búsqueda, pero no queria, no era el momento, no cuando tantas vidas dependian de que hiciera lo correcto.

Como un mensaje del destino Ares apareció en escena invocando a los hombres a la batalla, pero Xena les habia advertido que solo reaccionaran ante su orden, y sus dos generales mantenian esa orden en pie.

Su caballo pasó junto a mi tan veloz que no pude reaccionar, Roshed se encamino hacia el Dios de la Guerra a todo galope, y este sin poder reconocerlo ni detectarlo no reaccionó ante el primer golpe de la espada, en un abrir y cerrar de ojos su pecho se abrió mientras la sangre brotaba a chorros, Xena dio vuelta y vio a Roshed que desde el caballo brillaba en odio, Xena gritó para que no interfirieran los soldados y yo al mismo tiempo di la orden a los mios, nos acercamos y comprobamos que la herida era profunda pero no mortal, lo que a todos tenía sorprendidos era el hecho de que lo hubieran herido.

- ¡¡No interfieran!!

- Ares, ese hombre en el caballo es Roshed... lo recuerdas.

- ¿Que?

Roshed bajó del caballo, en una mano llevaba aquella espada capaz de herir a un Dios, Xena se puso en guardia pero yo la tomé por el brazo.

- Tienen un asunto pendiente, confia en mi.

Ella me miró intrigada pero hizo lo que le pedi.

- Sera mejor que saques tu espada Ares.

Ares lo hizo, se puso en guardia, lanzó una bola de fuego hacia Roshed pero esta fue facilmente esquivada, yo confiaba en el corazón de mi amigo para que tomara la decisión correcta, aunque a estas alturas tal vez empezaba a dudar un poco.

- Ha pasado tiempo Dios de la Guerra, ¡¡tú y yo tenemos cuentas pendientes!!

- Sigues sentido por lo que paso hace ya tanto tiempo.

- ¡¡Lo pagarás!!

La batalla comenzó y a pesar de su herida Ares se movía con habilidad, con astucia casi al nivel de Roshed, yo no sabia que hacer, si interrumpir la batalla o ayudarlo, me quede contemplando la escena, los dos guerreros fuertes y sin misericordia, al fin uno de los dos cayó al piso, era Ares, sometido ante un giro aplicado por Roshed, la espada de mi amigo se poso en la garganta del Dios, el tiempo se detuvo...

- ¡¡Esto es por mi hija Thiara!!

- ¡¡Roshed!!

El me miró...

- ¡¡Aahh!!...

Roshed quitó lentamente la espada de la garganta de Ares, la incrustó en su pierna atravesándola por completo, pero no lo mató, se retiró lentamente aun con el arma en la mano.

- Quiero matarte pero sería cegarme de nuevo por egoismo y terminar de perder el balance que tu... ¡maldito!... ya perdiste.

- Me las pagarás...

- No puedes reconocerme, asi que en cualquier momento terminaré el trabajo si me provocas.

Se levantó y caminó unos pasos junto a mi... todos nos quedamos en silencio, Xena tomó a Ares y sus hombres y marcharon hacia los barcos, sentí celos y resignación al ver como se alejaban, juntos, como meses atrás, mientras la luz de la esperanza que tan intensamente había brillado volvía a perderse dentro de mi oscuridad.

- Que los hombres no se retiren del campo, hoy cercaremos la playa para que no tengan oportunidad de volver a desembarcar.

- Crees que eso la detenga.

- No, pero nos dara tiempo.

- ¿Para qué?

- A pesar de todo quiero evitar esta batalla, demasiadas muertes inutiles.

- Te comprendo, deseo lo mismo.

XENA

Las cosas se salieron de control jamas pensé que Ares sería herido, la moral de mis tropas fue golpeada aunque siguen fieles a mi, lo que pasó hoy los tiene asustados, el Dios que nos apoyaba cayó derrotado por un hombre de estas tierras.

- Los soldados enemigos cercaron la playa en cuanto nos retiramos.

- Era de esperarse, hay otras formas de atacar este es solo un contratiempo.

- Xena, los hombres tienen miedo.

- ¿Y tu Liah?...

- Contigo a mi lado no tengo miedo de nada.

Se acercó a mí en un gesto familiar para ella, pero me giré rechazándola por completo.

- Ahora no, tengo muchas cosas en que pensar.

- Entiendo, ¿puedo ayudarte en algo?

- Déjame sola.

Salió sin decir mas, solo existía un cuerpo al que necesitaba cerca, solo unos labios que rozar.

- Gabrielle...

Tomé mis cosas y fui hacia la playa, eran demasiados soldados y dudaba llegar al palacio sin muertes y escándalos, debia existir otra forma.

GABRIELLE

Roshed estaba descansando en su habitacion, pero sabía que no dormía, entré sin hacer ruido, el, acostumbrado al sonido de mis pasos no reaccionó.

- ¿Cómo te sientes?

- Es extraño, pero me siento tranquilo, como hace mucho no me sentía.

- Estoy orgullosa de ti.

- Y yo de ti...

- Tú ya actuaste, y obtuviste tu absolución.

- ¿Crees?... mi hija Thiara sigue muerta, y en Tartaro...

- Si, lo se y lo lamento, y te prometo que recorreré contigo el mundo entero o viajaremos a Tartaro para buscar la forma de que salga de ahí y vaya a donde merece.
-
El sonrió...

- Probablemente no consigamos nada.

- No pierdas la fe.

- ¿Y tu batalla?...

- Espero poder ganar sin sacrificar muchas vidas inocentes.

- Cuando estabamos hoy en la playa, vi que Xena se acercaba a ti, ¿Qué te dijo?

- ¿Ehh?... nnada, no es que ella, ehh.

- ¿Qué te dijo?...

- Nada, probablemente dijo algo sin pensar.

- Dime que fue.

- Dijo que detendria la batalla, a cambio de hablar conmigo.

- Mmh, interesante y muy impredecible.

- Es solo fue por el momento, no creo que ella, no creo que haya...

- ¿Cambiado de opinión?

- ¿Sobre la guerra?

- Claro que no, me refiero a su asunto pendiente.

- ¡No!, eso es imposible, eso es totalmente imposible.

- ¿Por qué?

- Porque fue ella la que me rechazó, porque fue ella quien me quiso perder.

- Si fuera asi ¿qué harias?

- Nno, no quiero pensar en eso, no quiero contemplar siquiera la posibilidad.

- Crei que ya habías tomado tu decisión.

- Si, y la respuesta es... no, eso para mi se terminó.

- ¿Segura?

- No.

Salí del cuarto de Roshed con el alma agitada y mis desiciones temblando, la puerta de mi recamara estaba abierta y dentro de ella vi una figura conocida, me sobresalté.

- Buenas noches querida bardo.

- Nubeth.

Estaba recostada en la cama, su figura brillaba bajo la luz de la luna, y senti una corriente fría recorriendo mi cuerpo.

Se acercó a mi, era un poco mas alta que yo, asi que nuestros rostros se encontraron con facilidad, su aliento estaba echado sobre mi, el calor de su cuerpo era una tentación difícil de resistir y aunque no tenía motivos para hacerlo, aun me sentía de Xena.

- Magestad... yo...

- No digas nada, pronto todo cambiará, solo quería estar cerca de ti una última vez.

- No digas eso, tu vida será larga y bella, tu gente te necesita.

- Antes de ti, Gabrielle, era un ser indiferente hacia la vida, tomé el camino que me habian deparado los dioses pero jamas disfruté tanto de mi mundo hasta que llegaste y hoy que tu luz se marcha, quiero despedirme de ti como solo una mujer enamorada puede.

Se acercó a mi y me besó en los labios, el primer beso despues de los labios de Xena, me sentí vacía y miserable porque deseaba calor y esos labios me lo proporcionaban, pero no era el calor que llena, solo el que conforta.

- ¡¡Gabrielle!!

Giré al cabeza y cerca de la ventana estaba ella... el tiempo se detuvo y senti que esa situacion ya la habia vivido hace mucho, y por error o cobardía las cosas empezaron a descomponerse desde entonces.

- Xena.

Nubeth quedó perpleja, vi dolor en su rostro y rabia, pero permaneció inmóvil dejando la decisión de que hacer en mis manos... ¡en mis manos!, yo, que sentía cosas diferentes cada segundo del dia, que amanecía feliz, triste, esperanzada, desesperanzada, perdida, encontrada, odiándola, deseando que se arrepintiera, que fuera feliz, que fuera infeliz, que habia dicho no cuando quería decir si, que había abandonado lo que mas amaba por miedo, por dolor, por amor...

XENA

Las odié a ambas, me sentí de pronto en un círculo que jamas terminaría, al final ¿siempre sería perseguirla y que me persiguiera?, ¿no podiamos solo detenernos y caminar hacia la otra?, los celos nublaban mi mente, Gabrielle era mia, o al menos eso habia creído, pero no tenía derecho despues de todo lo pasado a sentir celos, ni rabia, ni posesividad, ni a reprocharle nada, ni siquiera tenía derecho a pedirle, a rogarle de nuevo su calor, y aun asi estaba ahí ante ella, sin decir una palabra, esperando.

Odiándome por mis errores, y amándola mas que nunca...

GABRIELLE

Miré a Nubeth y ella entendió que debía dejarnos a solas, mi enemiga y yo, mi ex compañera y yo, mi ex princesa Guerrera y yo, mi ex amor y yo...

Salió sin decir una palabra.

- A que has venido.

Sus ojos brillaban en la oscuridad de la noche, pero no sabía distinguir que habia en ellos.

- Vine a hablar contigo, aunque creo que ahora de nada sirve.

- ¿Te irás?

Mas silencio...

- Si, mis tropas y yo nos iremos mañana, no te preocupes por esta tierra, ya no estoy interesada en ella, vive feliz aquí, estoy segura que lo serás al lado de tu Reina.

- ¿A eso viniste, a decirme que te vas?

- Si...

- No tienes derecho, no tienes derecho a hacerme esto de nuevo.

- Lo se, lo lamento.

- ¡¡Basta de lamentarlo!!, ¡basta de pedir perdon, solo ya no lo hagas, ya no cometas mas equivocaciones!, Xena ya no puedo mas.

Ella salió de mi recamara de la misma forma por la que había entrado, una soga desde un arrecife cercano a mi ventana, me quedé en la oscuridad dudando, cuando ella salió escuché una voz.

- Es su momento, esta vez, no al dejes ir...

- Gracias, Roshed.

Salí por la ventana siguiéndola hasta el otro lado de la playa, había demasiados arrecifes ahí, la única zona que no habiamos cercado porque pasar por ahí era imposible para aun ejército, pero no para Xena, la segui en la obscuridad hasta un claro en medio de los dos ejércitos, mis pies no hacian ruido moviéndose en la arena.

- ¡Xena!

Ella se giró, no había notado mi presencia.

Me acerqué, mis ojos estaban llenos de lágrimas pero no me importó, la abracé y ella quedó inmóvil asi que me aferré a su cuerpo, esperando una reacción, tomé su cara entre mis manos y le di un beso, ella lo correspondió, senti de nuevo la vida corriendo por mis venas, sentí de nuevo la magia de su calor abrazando y llenando el vacio de su ausencia, el beso cobró fuerza, no, esta vez no la dejaría ir, no que me había dado una pequeña duda acerca de su decisión, era todo lo que necesitaba.

XENA

Sus labios eran tan suaves, tan cálidos, había tratado de olvidarlos con otros labios pero todo había sido una tontería, una torpeza, una locura, sentí su pequeño cuerpo junto al mio, encerrando la felicidad del mundo en esos ojos que iluminaban mi vida, la tomé por la cara besándola con mas fuerza, las explicaciones, los lamentos no tenían lugar en ese momento, mi mano rozó su cintura mientras me deslizaba por su cuello saboreando su piel.

Ella llevó sus manos hacia mi armadura para quitarla, hice lo mismo con el vestido que llevaba, su torso quedó desnudo ante mi, no sabía cuánto la extañaba hasta que la tuve entre mis brazos, me acerqué a ella mas aun mientras mis labios recorrian su pecho, la recosté suavemente en la arena, mis manos tocaron sus piernas, su cintura, sus senos firmes y terzos fueron cubiertos por mis manos, ella me quitó lo que quedaba de la armadura dejándome el cuerpo y el alma desnudas.

- Xena... te amo.

- Yo tambien te amo Gabrielle.

Las caricias se prolongaron tratando de sanar nuestras heridas con besos, ya no con distancia y tiempo por que estos no habían podido sanarnos, solo nos perdimos mas.

Su cuerpo y el mio se reconocieron y en medio de la noche al fin pude tomar a mi pequeña Bardo, besé cada centímetro de su cuerpo, me deleité con su aroma, su sabor, su figura tanto tiempo deseada y perdida, las respuestas estaban en ese encuentro en esta entrega, me deslicé por su vientre hasta llegar a su entrepierna, ella jadeaba y temblaba, no existía mas espacio para la duda, solo quería perderme en ella y asi lo hice, mi boca se perdió en su cuerpo, la suavidad y el calor que emanaban de su ser me envolvieron, ella cerró las piernas alrrededor de mi cabeza.

Sus movimientos eran cada vez más rápidos, con una mano tomo mi cara y la llevo hacia sus labios, rodeó mis caderas con sus piernas y nuestros movimientos se sincronizaron, sentía su aliento en mi cara, su placer, su amor.

- Xxena... yo... ahh... te amo.

- Eres mia.

El climax llegó para ambas envolviéndonos en el placer mas intenso.

Despues de eso, nos quedamos abrazadas en la arena de esas tierras extrañas, quería llevarla conmigo pero antes debía arreglar los asuntos pendientes, faltaba una hora para el amanecer cuando me despertó con un beso, sentí su calor abrigandome.

- Hola pequeña Bardo.

- Hola.

- Falta una hora para el amanecer, no quisiera dejarte pero hay cosas que arreglar.

- Lo se, no quiero que te vayas porque tengo miedo de que esta magia termine, de que esto solo haya sido un sueño.

- No es un sueño, no volveré a dejarte, nada nos separara ahora.

- Es solo que...

- Debemos confiar en nuestro amor, de otra forma fracasaremos.

- Tienes razón.

- Siempre la tengo.

- ¿Ah si?

- <<Jajaja>>, excluyendo los últimos dos meses claro.

- Hablando de ello, ¿Qué haremos ahora?

- Lo primero, tengo que ir a regresar mis tropas a Grecia, por lo que se hay muchas cosas que arreglar en casa.

- ¿Qué pasará con tus hombres?, y con Ares.

- Esta muy herido despues de su enfrentamiento con tu amigo, mis soldados estan cansados y desmoralizados ante la derrota de Ares, y yo ya no estaba interesada en estas tierras.

- No comprendo, entonces por que viniste.

- No lo se, simplemente sentí que algo me empujaba hacia aquí, hacia ti.

- Roshed dice que los destinos juegan con nosotros.

- Tal vez si, pero me alegra mucho el saber que en nuestro caso, nos bridaron otra oportunidad.

Caminamos y el momento de la sepración llegó de nuevo, ella debía regresar con sus soldados y yo al palacio, aun tenia una promesa con Roshed, las cosas se habian desatado demasiado y componer todo iba a ser un proceso largo.

- Vendré por ti al atardecer.

- Xena, aun tengo asuntos pendientes con Roshed.

- ¿Qué asuntos?

- Su hija está en Tartaro por culpa de Ares, por eso es que lo odia tanto.

- Entiendo, veré que puedo hacer, si Ares pudo regresar a Perdicas, seguramente puede hacer algo por la hija de Roshed.

- Perdicas...

Nos miramos largamente pero no con pesar, no había que darnos explicaciones, solo pensar en el presente y nuestro futuro...

- No pasa nada amor, terminemos nuestros pendientes que esta vez, no te soltaré...

- Lo prometes...

- Si Gabrielle, lo juro, esta vez nos queda la eternidad.

- Te amo Xena.

- Y yo a ti Gabrielle.

XENA

Me dio un beso en los labios y caminó de regreso al palacio, me quedé mirándola partir con la certeza de que estaba al fin haciendo lo que mi corazón dictaba, ya sin miedos ni resentimientos ni dudas, solo el amor que sentía y lo envolvía todo.

- Mi señora temíamos que el enemigo la hubiera atrapado.

- Nada de eso, reúne a los hombres que partimos de regreso a Grecia.

- ¡¡Quee!!

- Lo que oíste, voy a ver a Ares.

Entré en el camarote principal y vi a Ares retorciéndose como rata, el dolor debía ser inimaginable...

- Vaya vaya, ahora no pareces tan rudo ni tan seguro.

- Espera a que me recupere y esta ciudad arderá.

- Claro que no, regresamos a casa.

- ¿¿Por qué??

- Hay asuntos e Grecia que tratar, por cierto aun tienes que hacer algo antes de irte...

- ¿Irme?

- Claro que si, no esperarás que te tenga aquí después de todo lo que has hecho, aunque puedo traer a Roshed a que termine el trabajo.

- No te atreverías, sacarías al mundo de balance.

- Siempre puede comer una manzana dorada y el ser el Dios de la Guerra, apuesto que seria mejor que tu.

- No lo harias...

- Pruébame...

- <<Mmh>>... que es lo que quieres que haga.

- Por supuesto limpiar tu falta, no se como lo hiciste pero si pudiste revivir a Perdicas, estoy segura de que puedes deshacer el daño y mandar a la hija de Roshed a Los Campos Elíseos donde merece estar.

- yo no puedo hacer eso.

- Claro que si... si no ya sabes lo que te espera.

Salí del camarote con el alma triunfante, aunque me faltaba un último asunto pendiente, de hecho dos.

ARES

No se juega con el Dios de la Guerra, parece ser que al fin se reconciliaron, lo pude ver en su mirada, pero aun me queda una última carta, después de todo no te has portado muy bien Xena, y has de pagar por tus errores.

- Ashlot.

- Diga gran Ares.

- Toma, entrega este mensaje a Gabrielle, dile que es un trato y que cumpliré mi palabra siempre y cuando venga aquí, entrega el mensaje sin que Xena se entere, ¿me escuchaste?

- Si mi señor, ordene.

El que ríe al último...

GABRIELLE

Cuando regresé Roshed me esperaba en la puerta, solo miró mis ojos y todo lo supo, sonrió y me abrazó.

- Las cosas no terminaron como esperábamos.

- No, terminaron mucho mejor.

- Un amor como el suyo no es fácil de encontrar, aunque si como todos lo s amores es fácil de distraer.

- ¿A qué te refieres?

- Bueno, solo digo que tal vez Xena haya tenido que cometer errores para regresar a ti.

- Confió en su amor y confió en que regreso, es todo lo que me interesa por el momento.

- Me alegro.

- Habrá paz, las tropas se retiran, y algo mas, pero esa es sorpresa.

- <<Jejeje>> ¿no me dirás?

- Nop... solo confía en mi querido amigo.

- <<Mmh>> esa sonrisa en tu rostro es de verdad alentadora, hace que todo valga la pena.

Miré a Roshed y lo abracé de nuevo, mi querido amigo y yo habíamos tenido pruebas muy duras, peor al final las cosas pasaban como tenían que pasar y el amor de Xena y mío estaba ahora invadiéndolo todo.

- Voy a informarle a la Reina Nubeth que el peligro ha pasado, que el enemigo se retira.

- Y que te iras con ella...

- Algo hay de eso, aunque antes he de cumplir mi promesa contigo.

- Me alegra que lo recuerdes por que cuento contigo.

- Ten por seguro que todo saldrá bien.

Me despedí de él y avancé hacia el salón donde Nubeth me esperaba, en silencio me postre ante ella.

- El enemigo parte, la guerra se cancela y no será necesario sacrificar las vidas de los hombres de tu pueblo, todo ha terminado.

- Perdí algo mucho mas valioso... ¿Te irás con ella?...

- Si.

- Siempre supe que tu corazón no me pertenecía, y algo dentro de mi me avisó hace mucho que jamás lo haría, pero la dirección de los sentimientos es impredecible, me da gusto que al fin hayas recuperado aquello que perdiste, no por eso dejaste de brillar y de iluminar mi alma, pero el brillo de tu corazón le pertenece a otra mujer.

- Siempre ha sido así, lamento que las cosas llegaran a este punto.

- Yo no, vale la pena por lo que aprendí contigo, peor es tiempo de dejar de errar y marchar a tu amor, no la dejes ir, no la pierdas, no permitas que nada las separe de nuevo si ella es a quien tu corazón pertenece.

- Lo haré...

Me despedí de ella de la forma mas solemne posible, iba por mis cosas cuando un guardia me informó que traían un mensaje para mi, mi corazón se lleno de nuevo de felicidad y fui al encuentro del mensajero, llevaba una nota, la abrí y entiendo que esta vez, las mismas pruebas se ponían frente a nosotros para saber si ya estaba superadas.

- Dile que iré con el.

Regresé con aquel soldado por un camino diferente a donde acampaba su ejercito, me llevó en bote hacia el barco principal e inmediatamente hacia el camarote donde Ares me esperaba, se veía mal herido pero aun conservaba su ironía, y el odio comenzó a brotar en mi, pero fue rápidamente sometido por la luz de mi Princesa.

- Vaya, vaya, sabía que vendrías, la curiosidad es una de tus debilidades.

- Deja de blofear Ares, y dime si cumplirás lo dicho en esta nota.

- Cumpliré.

- ¿A cambio de qué?

- De nada, esta vez estoy de tu lado, solo no quisiera que te vieras nuevamente engañada por Xena.

- No se lo que tengas que decir pero desperdicias tu tiempo.

- ¿Eso crees?

- Si...

- <<Mmh>> claro ¿sabes que?... creo que siendo la romántica que eres te quedaste todo este tiempo siéndole fiel al recuerdo de Xena, sufriendo y esperando su regreso o simplemente guardándote del mundo y las personas por que... la amabas, <<bah>> por eso el amor es una inutilidad.

- ¿Y eso que tiene que ver contigo?...

- Que tu princesa no hizo exactamente lo mismo, de se entretuvo en los brazos de cualquiera, en especial una guerrera de este ejército a quien hizo comandante.

- Mientes.

- No, de hecho justamente debe estar con ella, encerradas en su camarote, despidiéndose porque la frágil y fiel Gabrielle la espero mientras Xena se portaba como una... Xena.

- Maldito, no caeré de nuevo en tus tretas...aun queda lo de Roshed.

- <<Bah>> no me cambies el tema, pero si quieres escucharlo. Perfecto, juro como Dios de la Guerra que llevaré a Thiara a Los Campos Elíseos, <<mmh>> aun no se como, pero lo haré, a cambio claro de un pequeño favor de tu parte.

- Cual.

- Ve al camarote de Thiara a comprobar mis palabras, eso es todo.

Una trampa probablemente...

- Acepto, trato hecho.

Salí del camarote y me dirigí al lugar indicado, me acerqué lentamente hacia la puerta y escuché voces, mi estómago se revolvió, era Xena hablando con otra mujer.

- Lo lamento Liah, amo a Gabrielle y quiero estar con ella.

- Xena... es que yo te am... pensé que nosotras, que...

- Lo lamento pero eso no es posible, Gabrielle regresará conmigo a Grecia y estaremos juntas.

Me sentí aturdida, feliz, celosa, indignada, herida en mi amor propio... pero... Me retiré de la puerta y regresé al camarote de Ares.

- Tienes razón en lo que dijiste, estaba con ella, ahora cumplirás tu juramento.

- Lo haré...

Vio mi rostro de dolor y se rió para si, corrí de ese lugar regresando al palacio de Nubeth, tratando de que mis emociones se coordinaran con mis pensamientos...

Regresé en silencio, la tarde había caído bajo el peso de la luna, caminé hacia mi cuarto, me quedé callada frente a la cama, estaba... no sabía como sentirme.

- Te enteraste.

Roshed siempre tiene la palabra exacta no cabe duda.

- Tu lo sabías.

- Vi en los ojos de la chica ese amor cuando estuvieron aquí, pero no quise decirte nada, no lo creí necesario.

- Ares ha jurado que mandará a tu hija Thiara a Los Campos Elíseos en cuanto se recupere.

- Sera difícil, fallé en el trato que hice con Lucifer.

- Él encontrará la forma, pero iremos con el.

- Gracias...

- ¿Por qué?, tu has sido mi guía en este viaje, animándome, aconsejándome, soy yo la que está y estará eternamente agradecida por todo lo que has hecho.

- ¿Y ahora qué harás?

- Dormir...

- Me refiero a...

- No lo se, esperaré a verla para saber que siento.

- ¿No sientes que ya hemos pasado por la misma situación antes?

- Si...

- Aprende del pasado.

Me quedé sentada en silencio hasta que una figura conocida y eternamente amada aparecía por la ventana.

- Me gusta esta forma de entrar...

- Xena.

- Gabrielle no me digas nada, quiero decirte algo, te amo y jamás deje de hacerlo, lamento si te lastime y juro que no lo volveré a hacer.

- Te escuché.

- ¿Qué?

- Te escuché con esa chica en el barco, lo se todo.

- Gabrielle, deja que te explique.

- No hay explicaciones, estoy herida, pero te amo, y si ya terminaste tus asuntos pendientes y si quieres estar conmigo tanto como yo contigo, entonces todo está olvidado.

- Gabrielle...

- Te amo Xena.

- Y yo a ti.

Nos besamos y el huracán en mi interior volvió a desatar su furia...

Al día siguiente Roshed y yo nos embarcamos con Xena y Ares de retorno a Grecia, a casa, pasaron meses hasta que Ares recuperó su fuerza y a cambio de servir a Lucifer por una temporada, este aceptó que con Thiara había un error y la mandó a Los Campos Eliseos, ahí vi a Perdicas y nos enteramos que su regreso a la tierra era temporal, separadas por algo pasajero, él no recordaba nada, así que lo abracé y me despedí, deseándole una eternidad de paz, Roshed terminó su largo viaje cuando su hija lo perdonó y marchó hacia la luz.

NARRADOR

Roshed recibió redención también por el ejemplo de amor de Xena y Gabrielle, retornó a Egipto porque había llegado a amar esa tierra y a la Reina Nubeth, confiaba en que el tiempo actuaría en su favor y que ella le correspondería, pasaron un par de años hasta que al fin Nubeth miró en los ojos de Roshed amor y pudo corresponderle, encontrando el uno en el otro paz, compañía, amor, amistad.
La despedida de Gab y Roshed no pudo ser mas emotiva, ambos estaban muy encariñados porque el tiempo que se acompañaron fue intenso y ambos encontraron redención en el amor, prometieron verse algún dia, aunque jamás se olvidarían.
Gabrielle y Xena se perdieron en los brazos de la otra, como debió ser desde el principio...
Su tiempo de redención también comenzaba.

EPILOGO

Buena catarsis, al final no se si encontré la respuesta que buscaba, después de todo el amor de nuestras heroínas esta mas allá de este mundo, solo entendí que no pasa mucho para saber si la decisión tomada es la correcta o no, y si seguimos en ese camino es porque este nos hará felices, y si amas la felicidad del otro también es la tuya, lo mejor para el otro inevitablemente también es lo mejor para ti...
El amor es la excusa, el amo y esclavo, es la razón por la que el mundo sigue girando y un amor como el de nuestras heroínas no es fácil de encontrar, si lo tienen no lo dejen ir por seguir un sueño fugaz, y si lo hacen es por que tal vez lo que sentían no era amor, solo una ilusión.
El destino solo escucha una vez, y la vida siempre nos da una segunda oportunidad, pero no con la misma persona.
Gracias a las personas que me escribieron para que terminara la historia, pero la terminé cuando debía, espero les haya gustado, gracias y cuídense.

FIN


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