Remontarnos a los terrenos musicales y contextuales de 1972 nos podría llevar a una serie de recuerdos, que para algunos (en mi caso) llega a ser más que nada de la memoria colectiva, no por el hecho de que no hayan ocurrido buenas experiencias, si no que para que por primera vez viera la luz de este mundo faltarían 12 años, así que platicarles acerca de esa época se tornaría un poco más histórico, es por eso que me remontaré al pasado 6 de Marzo de 2007 en el cual, tal vez no comienza mi historia con este disco, pero es la forma más directa en la que he vivido el lado oscuro de la luna.
Dentro del largo y duro camino que este sincero articulista ha tenido que cruzar para llegar a escuchar cosas inimaginables, y que por la sed o hambre (o las dos cosas juntas) de música ha hecho que se vuelva como una droga que se adentra en mis entrañas, hasta la necesidad de más y más música; me he topado con grupos de todas las épocas y de todos los géneros, pero ninguno tan imponente como una banda inglesa llamada Pink Floyd.
Tal vez a muchas personas les sonó el nombre de esta banda, y tal vez a otras se les hace muy conocida, pero para el resto les parecerá que estoy hablando de uno de los exponentes más grandes que la música ha dado y que este reflejo no es contemporáneo a la década de los años setenta, si no que por lo visto el 6 de Marzo en el Foro Sol de la Ciudad de México, ha logrado cautivar a generaciones que han crecido con música basura como la que los medios de comunicación nos impone, pero al igual que un servidor, han roto las barreras del tiempo y espacio para dejarse llevar por unas horas a un mundo psicodélico y muy alejado del que podamos vivir.
La cita era a las 8:30 de la noche, pero la mayoría de las personas conoce la fórmula de llegar un par de horas antes, así que la experiencia de un concierto se vuelve más larga por la espera que por la duración del mismo. Dentro de los auditorios que abren sus puertas para eventos importantes, este es uno de los más grandes. Con una capacidad de 55 mil almas ansiosas, en su mayoría cabe destacar, de escuchar, llorar y gritar las canciones de un exponente y legendario músico llamado Roger Waters, quien es uno de los creadores de la obra maestra llamada The Wall, me encontraba inmerso en un constante y recurrente viaje a ver la hora para saber si se acercaba el momento de ver a este joven demostrar sus capacidades musicales en un país que come, sueña y vive música plástica. |
Dentro de todo el espectáculo visual que pudimos vivir en el Foro Sol, se encontró uno muy impactante, más no innovador, ya que ver cerdos volar en la Ciudad de México es tan común como respirar aire fresco y sin contaminación. Dentro de la interpretación de esta última canción de su primer encore, es decir Sheep, un cerdo de muchos metros sobrevoló el Foro Sol llevando unos mensajes tatuados en su cuerpo, uno de ellos refiriéndose al Premio Nóbel de la Paz llamado George W Bush, que decía algo más o menos así: Cerdo Bush, Derriba el Muro de la Frontera.
Terminando este espectáculo y dejando volar al cerdo sobre la Ciudad de México, comenzaría la cuenta regresiva de 15 minutos para que, el señor Roger Waters, retornara junto con su banda para interpretar el álbum conceptual y más importante de la historia llamado Dark Side Of The Moon. El tiempo de espera se hizo muy largo, pero cuando en el Foro Sol comenzamos a escuchar un pulso que retumbaba de tal forma que podíamos jurar que era el nuestro, fue cuando nos dimos cuenta que empezaba la experiencia de escuchar el disco completo totalmente en vivo por el mismo creador de éste.
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El disco, magistralmente interpretado por su realizador, dejaría a las personas totalmente inmersas en un trance que hacía que, sin esperarlo, los aplausos vinieran después de algún solo de guitarra, notas de un bajo impresionante, coros impactantes y demás instrumentos totalmente acoplados para demostrarnos que la oscuridad puede estar en nosotros si no encontramos una luz que nos guíe por un camino distinto a las tinieblas que vemos. |
El escenario sin mayores complicaciones, pero con una tecnología impresionante y de primer mundo mostraba una pantalla de alta definición, que para las personas que nos encontrábamos a muchos metros de distancia de éste, nos parecía ver una escenografía compuesta por una botella de alcohol, un vaso y un cenicero, pero que al fondo se distinguía una radio como de la época de los cincuenta que formarían la introducción a la experiencia que quería compartir Roger Waters con sus súbditos mexicanos. Cual fue el asombro de muchas personas cuando una mano gigantesca, proveniente de la pantalla, tomaría la botella, se serviría un poco de alcohol en su vaso y dejaría un cigarro en el cenicero; consecuente con esto giraría la perilla para “sintonizar” canciones como Roll Over Beethoven, Hound Dog, entre otras, hasta llegar a un punto en el cual se apagarían las luces del recinto para escuchar un estridente sonido de helicópteros para darle paso a las primeras notas de la canción In The Flesh.
Ya para este punto la gente comenzaba a gritar de forma ensordecedora, y sin más preámbulos, Roger (para los amigos) tomaría una guitarra acústica y comenzaría a cantar Mother. El concierto empezaba a tornarse de una forma muy impactante cuando como tercera canción interpretara Set The Controls For The Heart Of The Sun y seguida por una de las canciones más emotivas que a más de una decena de personas, incluyendo a este sentimental articulista, logró cautivar hasta las lágrimas. Esta canción a la que me refiero es Shine On You Crazy Diamond, contenida en el disco Wish You Were Here, que no era más que una canción dedicada a uno de los más grandes amigos que el señor Waters tuvo a lo largo de su vida y que falleció el pasado 7 de Julio de 2006, llamado Syd Barret.
Roger Waters, acompañado de una numerosa y talentosa banda, recorrería por unos minutos gran parte de su trayectoria musical, como la interpretación de Have A Cigar que dejaría al público mexicano con la boca abierta debido a su forma tan sorprendente de cortar el final de la canción, para dejar a un lado su bajo y retornar a la guitarra acústica y tocar Wish You Were Here. A partir de ahí regresaría a algunas de sus canciones ya como solista hasta llegar a interpretar una canción impactante llamada Sheep. |
Roger Waters se despediría, pero como todas las personas lo sabíamos, regresaría para interpretar 5 temas más incluidos en su disco The Wall. El primer tema de este tercer encore sería el éxito que las estaciones no dejan de programar en pleno siglo XXI llamado Another Brick In The Wall Part 2, y acompañado de muchos niños (y cabe aclarar que no es Michael Jackson) que portaban playeras con un lema contundente que decía: El Miedo Construye Muros.
Para finalizar este majestuoso concierto, Roger Waters y su banda interpretarían Vera, Bring The Boys Back Home para terminar con Comfortably Numb y dejar a las personas con una añoranza de volver a escuchar a su ídolo en concierto y deseándole que viva muchos años más para compartir sus canciones con todos los que hemos descubierto que la música derriba muros.
Si alguno de ustedes, queridos lectores, tienen alguna experiencia que aportar a esta resumida reseña que un conmovido fanático de Roger Waters realiza, no duden en contactarme a trecko_2m3@hotmail.com , y si no la tienen pero quieren aportar algo también la invitación está para ustedes. |