
de Jorge Luis Borges
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.
Consejos
de Borges al escritor*
En
literatura es preciso evitar:
1.
Las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes famosos.
Por ejemplo, describir la misoginia de Don Juan, etc.
2.
Las parejas de personajes groseramente disímiles o contradictorios, como por
ejemplo Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.
3.
La costumbre de caracterizar a los personajes por sus manías, como hace, por
ejemplo, Dickens.
4.
En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o
con el espacio, como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.
5.
En las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el
lector.
6.
Los personajes susceptibles de convertirse en mitos.
7.
Las frases, la escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a
determinada época; o sea, el ambiente local.
8.
La enumeración caótica.
9.
Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más
concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias. Ejemplo
absolutamente desaconsejable: Proust.
10.
El antropomorfismo.
11.
La confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por
ejemplo, el Ulysses de Joyce y la Odisea de Homero.
12.
Escribir libros que parezcan menús, álbumes, itinerarios o conciertos.
13.
Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser
convertido en una película.
14.
En los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar
siempre las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores
estudiados. Sobre todo, evitar el psicoanálisis.
15.
Las escenas domésticas en las novelas policíacas; las escenas dramáticas en
los diálogos filosóficos. Y, en fin:
16.
Evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el
suicidio.