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El proceso de evaluación es uno de los más importantes cuando se considera la enseñanza - aprendizaje, y de su adecuado diseño y utilización depende la posibilidad de efectuar ajustes que mejoren la calidad del proceso. Por eso es preocupante encontrar docentes que trabajan sistemas de evaluación fundamentalmente memorística, no relevante y muchas veces carente de sentido.
En muchos casos parecería que la creencia es que tratando con "dureza" al estudiante se consiguen mejores resultados. Frecuentemente esta mentalidad genera efectos contrarios y en vez de lograr apertura mental y aprecio por el aprendizaje, se genera rechazo y bloqueo mental.
Con todos estos aspectos considerados anteriormente, resulta difícil llegar a obtener estudiantes capaces de aprehender el conocimiento y sobre todo, capaces de aplicarlo en su vida práctica. No es posible tipificarlos, pero algunas características generan estudiantes dependientes, facilistas, poco investigadores, no competitivos y con una baja capacidad de generar pensamientos divergentes.