Cuando encuentres a un chico que tenga el corazón en
carne viva... no sólo por el flechazo que le encajó
Cupido, sino por los desplantes e infidelidades de otra
chica, lo primero que tienes que hacer es ponerle una
cura de presión-comprensión. Esto es que mientras le
oyes sus cuitas, tomas su mano y mientras le suministras
altas dosis de comprensión espiritual, presionas el
torniquete de la mano. Ese aprieta-y-afloja con algo de
masaje y una inyección de glucosa, a base de dulces
miradas, sonrisas almibaradas y frases alentadoras, hará
que el paciente se relaje, se sienta menos solo y se le
calme el dolor.
Una vez que esté calmado comienza la
"operación". Este proceso consiste en cortar
de raiz todos los vínculos con la persona que lo ha
herido y, poco a poco, irle sacando esos objetos
cortopuntantes-de-corazones, como son las fotos de la
otra, libros que le regaló, los discos y demás
ahonda-heridas. También debes aprovechar el
post-operatorio, para que al quitarle la venda de los
ojos, vea en realidad cómo era la "otra". Así
te será más fácil enfocar su atención hacia otros
rumbos más interesantes, como sus pasatiempos, estudios
y las cosas en común que tienes con él.
Luego, cuando aún esté debilucho y más necesitado de
cuidados... ¡zas! clávale tu flechazo en mitad del
corazón. Sí, aunque brinquen hasta el techo en la
escuela de Medicina y digan que tus procedimientos
curatorios son anti-todo. Ya sabes que para curar este
tipo de problemas cardiovasculares, el único método
infalible es el llamado: "Un clavo saca a otro
clavo".
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