Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

   

Estimados compañeros:       Os adjunto la resolución que hemos aprobado hoy mismo. Nuestro propósito es que ésta sea debatida lo más ampliamente posible dentro de la organización. Sobre todo, nos gustaría que llegara a las Asambleas Locales, pues tenemos la impresión de que en determinadas ocasiones existe una enorme diferencia entre lo que se expresa en los órganos de dirección y lo que opinan las bases.       Un saludo a todos   Javier Fdez. Retenaga Secr. de Organización de IU de Cantabria Miembro del Consejo Político Federal      

RESOLUCIÓN DE LA PRESIDENCIA DE IU DE CANTABRIA

EN RELACIÓN A LOS PACTOS IU-PSOE

 

Las elecciones del 13 de junio han supuesto un serio revés electoral para Izquierda Unida en su conjunto. Sin embargo, con todo lo grave que esto es, no es lo peor que a IU le ha sucedido desde entonces. Lo peor ha sido el desconcierto, el atolondramiento y la poco digna actitud con que la dirección federal ha reaccionado ante el mal resultado de las elecciones. En un intento desesperado por "salvar los muebles" nos hemos dejado atrás cosas mucho más importantes: la coherencia, los procedimientos democráticos y, seguramente, el respeto de mucha gente de izquierdas que nos ha votado.

Durante la campaña hemos dicho que el voto de la izquierda es el voto a IU, que las diferencias entre PSOE y PP, en cuanto que se trata de partidos políticos "institucionalizados", son prácticamente anecdóticas; que el partido mayoritario que ha pedido el voto de la izquierda, luego lo ha utilizado para hacer una política de derechas. Entendemos que la adscripción política de una persona o Partido se puede si acaso intuir en sus declaraciones y proclamas, pero se comprueba en sus actuaciones (del mismo modo que sincero no es quien dice decir la verdad, sino quien la dice de hecho). El PSOE, en sus actuaciones, ha venido continuamente defendiendo intereses particulares y favoreciendo a los poderes -económicos- establecidos, sin ningún afán por transformar la sociedad y, menos aún, por poner las bases para la construcción del socialismo (sólo su desvergüenza puede explicar que continúen exhibiendo las siglas del Partido de Pablo Iglesias). Hasta el día antes de las elecciones, hemos dicho, con razón, que el PSOE ha sido el mayor enemigo de la izquierda, pues con su política le ha abierto el camino a la derecha, ha legitimado esas políticas, ha hecho que la mayor parte de la población las asimile inconsciente e irreflexivamente como "modernas" y que, en consecuencia, buen número de personas haya perdido la capacidad para distinguir la derecha de la izquierda.

Sin embargo, unos resultados electorales adversos son capaces de obrar maravillas, y de un día para otro la corrupción, los criminales de guerra (ya lo fueran coloquial o "técnicamente"), la legalización del tráfico de trabajadores, las reformas laborales y fiscales, las privatizaciones, etc., se convierten en "un pasado que empieza a ser superado". Y nuestros males no son tantos, pues según dijo alguien "todavía queda una segunda vuelta de las elecciones" y, aun con menos votos, podemos conseguir el mismo o incluso mayor control de las instituciones que antes.

Lo que Izquierda Unida ha de lamentar en primer lugar no es nuestra menor presencia en las instituciones, sino la considerable pérdida de apoyo popular. Para Izquierda Unida, en cuanto proyecto de movimiento político-social, lo fundamental es la concienciación social, la movilización popular. Las instituciones son un medio, no un fin en sí mismo. Afirmaciones como la de que "nuestro descalabro puede ser menor si sabemos pactar", indican todo lo contrario. Indican que se hace de las instituciones el objetivo primordial.

Por este camino nuestro discurso empieza a aproximarse peligrosamente al defendido por nuestros ex-compañeros tránsfugas, hoy en el PSOE. Se habla de "modificar el discurso", cuando lo cierto es que el discurso ha cambiado ya. Ha cambiado sustancialmente, y ello sin previa consulta a las bases ni al CPF. Estos pactos, contrariamente a como se nos quieren presentar, suponen un indudable giro político. Los pactos globales no son un desarrollo de nuestra táctica de "mano tendida" y de "unidad de acción de la izquierda". Nadie puede sinceramente pensar que se trata sólo de un paso más en esa línea. Son, como todo el mundo lo ha interpretado, en el mejor de los casos, una rectificación: la rectificación de una actitud política firme y clara, según la cual IU no atendería nunca a siglas, sino a contenidos, a programas, a comportamientos y actuaciones de izquierda; una actitud política que contribuyó, en la medida de nuestras posibilidades, a arrojar luz sobre el panorama político, contribución ésta que ahora estamos echando por la borda.

El PSOE sigue teniendo la misma -escasa o nula- credibilidad como fuerza de la izquierda que antes de las elecciones. Y si nos queda alguna duda basta con que escuchemos a sus máximos representantes. Almunia dice ahora que el PSOE ocupa el centro político, pues es capaz de entenderse con la izquierda y con la derecha. Y en Cantabria, Ángel Duque, cabeza de lista del PSOE -que, por cierto, en el Ayuntamiento que ha gobernado hasta hace unos días, ha privatizado todo lo privatizable-, ha estado hasta el último momento diciendo que quería formar un gobierno de "centro progresista". Si recordamos, el PP dice de sí mismo que es el "centro reformista". ¿Puede alguien tomarse en serio este estúpido juego de títulos huecos? ¿Podemos pensar que quien así habla y actúa concede alguna importancia a los proyectos políticos?

Estos pactos no son el resultado de una convergencia de programas, sino la consecuencia de una convergencia de intereses entre los cargos institucionales y burocráticos de IU y PSOE. Una convergencia de programas no puede producirse de la noche a la mañana, en cambio esta última sí es perfectamente explicable -aunque no justificable- por los resultados electorales.

La tendencia al acomodamiento, al aburguesamiento, es natural. Si uno no tiene las ideas claras -algunas, al menos-, lo normal es que se deje llevar por la corriente (de ahí la necesidad de dar mayor importancia y fomentar la formación y el espíritu crítico, lo único que nos puede servir para contrarrestar eficazmente la ideología -o desideologización- dominante). Así sucede que incluso desde dentro se intenta que seamos "razonables", lo que, tal y como se usa, suele tener poco que ver con lo racional. Bajo esa supuesta razonabilidad lo que se esconden son las componendas. A nadie se le escapa que lo que perseguían estos pactos eran más los sillones que los programas de izquierda. Por este camino lo único que vamos a conseguir es acabar definitivamente con la aspiración de IU de constituir una alternativa al sistema.

Decíamos que estos pactos suponen un cambio en la línea política de IU. Si es así, ¿quién ha aprobado ese cambio? El asunto se ha planteado en el CPF casi a hurtadillas, tratando descaradamente de evitar el debate y, lo que es más grave, después de que todo estuviera ya firmado y sellado. ¿Es ésta nuestra manera de interpretar el principio del funcionamiento democrático y del consenso consagrado en nuestros estatutos? Los estatutos proponen que las decisiones vayan "de abajo hacia arriba": ¿en que sentido han ido en este caso?

En Izquierda Unida de Cantabria estamos convencidos de que las bases de esta formación política no están en absoluto en sintonía con las últimas decisiones de la dirección federal: ni con sus contenidos ni con el procedimiento seguido. En toda organización, como su propio nombre indica, deben existir órganos directivos, delegación de funciones, pero si la organización es democrática los órganos deberán estar permanentemente sometidos al control de las bases, las cuales no pueden permitir que la dirección se atribuya funciones y el poder de tomar decisiones que no le han sido delegadas. Esto mismo es lo que acaba de suceder en nuestra organización.

Por ello, Izquierda Unida de Cantabria reclama una Asamblea Extraordinaria en la que los delegados, llevando allí la opinión de los afiliados, se pronuncien sobre el rumbo político que se le quiere dar a Izquierda Unida. Lo que en ningún caso se puede permitir es que se produzcan giros políticos de la envergadura del que venimos observando en los últimos días, y que se anuncie una "transición", sin que antes haya tenido lugar un amplio y sereno debate en toda la organización, desde el Coordinador General hasta el último afiliado.

La Presidencia Regional