Me
parece interesante, el estudio de la Gnosis...espero y opinen lo mismo.
Ian Hagen
Gnosis
La palabra "gnosis" en su
sentido propio significa "conocimiento". De un modo más particular
dentro de los sistemas religiosos a los que fundamenta, la gnosis aparece como
un conocimiento que trae consigo y procura por sí mismo la salvación; se trata
de una ciencia liberadora o salvadora, un saber que es en sí y por sí mismo
salvación. De ahí que suela llamarse "gnosis" a toda doctrina o
actitud religiosa fundada sobre la teoría o la experiencia de la obtención de
la salvación mediante el conocimiento. Pero esta definición, como ha escrito H.
C. Puech, es insuficiente por imprecisa, ya que no
precisa si ese conocimiento es adquirido o revelado, racional o místico,
discursivo o intuitivo. Además, en las numerosas y diversas manifestaciones a
lo largo de la historia, aparentemente independientes unas de otras, la actitud
gnóstica se revela como coherente, una y constante, lo que la hace constituir
un tipo distinto y original de religiosidad.

La gnosis debe ser
considerada, por tanto, como un fenómeno específico común a diferentes ámbitos
de la Historia de las religiones, del que puede descubrirse la estructura que
define su esencia, los elementos que la componen y la manera en que éstos se
articulan entre sí, los mecanismos que la presiden, y las experiencias y las
exigencias a las que el fenómeno respondió. Pero hay que tener en cuenta que
los movimientos, sistemas o teorías que han recibido el nombre o etiqueta de
"gnósticos" son movimientos múltiples y dispersos, sectas diversas,
escuelas variadas o teorías que continuamente han estado cambiando de forma en
función de las fantasías de sus adeptos. Nominados como "gnosticos" han sido: los gnosticismos cristianos, o
más o menos cristianizados, de naturaleza netamente heterodoxa; gnosis paganas
o exteriores al cristianismo, como el mandeísmo, el hermetismo, doctrinas de los
Oráculos caldeos, de los viri noui mencionados por Arnobio,
ciertos pasajes de los papiros mágicos griegos, etc.; el maniqueísmo; las
sectas llamadas "neomaniqueas" o "neodualistas", como el priscilianismo, el paulicianismo, el bogomilismo y
el catarismo medieval; las ciencias ocultas, como la
magia, la astrología, la alquimia; las gnosis cristianas ortodoxas de Clemente
de Alejandría, Orígenes y Evagro el Póntico; la Kábala o corrientes pregnósticas
o gnostizantes del judaísmo; diversos sistemas de cariz
teosófico o esotérico nacidos en el seno o al margen del Islam y las religiones
del Extremo Oriente, o aquellos propios de la Europa moderna.
La reunión de
cosas tan diversas bajo la etiqueta de
"gnosis" suscitó fuertes objeciones. Se argumentó que la diversidad
predominaría sobre la unidad y que no quedarían más que gnosticismos
relacionados entre sí, como mucho, por un vago aire de familia, la misma
participación en el espíritu de una época determinada, o las relaciones
efectivas que el historiador pudiera llegar a establecer entre uno y otro.
Además, la palabra gnóstikoi no habría
designado nunca en los autores de los primeros siglos de nuestra era más que un
grupo restringido y definido de sectarios o una élite
de creyentes, de modo que extenderlo a los adeptos de otras escuelas
heterodoxas de la Antigüedad cristiana constituiría una novedad y abuso de la
crítica moderna.
Pero a pesar de
todo, no han faltado quienes han discutido y matizado estos argumentos
señalando que la extensión y generalización historiográfica del término
"gnosis" ha respondido a necesidades derivadas del avance en la
investigación científica a partir del descubrimiento sucesivo del carácter
gnóstico de sistemas religiosos o teosóficos cada vez más numerosos. Desde los heresiólogos y autores de la época patrística hasta Harnack, K. Kessler, W. Brandt
y los
representantes de la Religionsgeschichtliche
Schule, se ha ido abriendo cada vez más el
concepto de gnosis. Esta ampliación ha llevado a dicho concepto, desde un
significado reducido de herejía, cuyo estudio pertenecía propiamente a la
Historia de la Iglesia cristiana, hasta "la gnosis" como un fenómeno
general de la Historia de las religiones que sobrepasa con mucho, por su
extensión, los límites y el ámbito del cristianismo antiguo, y que además de
exterior fue con probabilidad anterior al nacimiento de éste. Por esto las
gnosis cristianas heterodoxas no representarían más que una expresión concreta
entre muchas otras del gnosticismo; no serían herejías inmanentes al
cristianismo, sino resultados del encuentro y de la fusión entre la nueva
religión y una corriente de ideas y sentimientos que existía ya con
anterioridad a la aparición del fenómeno cristiano. La gnosis, por tanto,
revistió formas cristianas del mismo modo que había tomado de otros sitios
formas paganas, al adaptarse a las mitologías orientales, a los cultos de
misterios, a la filosofía griega o a las ciencias y artes ocultas.
A partir de los
estudios de la escuela comparatista, puede decirse que la respuesta a la
pregunta sobre qué es la gnosis tiene tres aspectos: en primer lugar, se
refiere a los términos que, tomados aisladamente o en una acepción técnica,
designan la gnosis o el acto que le es propio como gnosis, epignosis, gignoskein,
gnorizein, epigignoskein,
etc., así como sus contrarios agnosia,
agnoia, agnoein,
etc., y sus equivalentes latinos, hebreos o arameos, mandeos,
iranios, coptos o provenzales; en segundo lugar, remite a otros términos empleados
en relación constante con aquellas palabras o como sinónimos suyos, y que lo
mismo determinan los objetos de la gnosis (aquello de lo que este conocimiento
es conocimiento, como Dios, el hombre, el "júbilo", los
"misterios", las "profundidades", los "nombres",
"todas las cosas"...) como sirven para caracterizar la gnosis o
simbolizarla (piedad, fe, intelección, iluminación, visión, carisma,
camino...); en tercer lugar, conduce a fórmulas más desarrolladas mediante las
cuales los gnósticos declaraban expresamente y con mayor o menor amplitud lo
que entendían por "gnosis". Estos aspectos analíticos han conducido a
la conclusión de que la gnosis es "una experiencia o se refiere a una
eventual experiencia interior, llamada a convertirse en un estado inadmisible,
en virtud de la cual, en el curso de una iluminación que es regeneración y
divinización, el hombre se reinstala en su verdad, rememora y alcanza
nuevamente conciencia de sí, es decir, simultáneamente de su naturaleza y
origen auténticos; así es como se conoce o se reconoce en Dios, conoce a Dios y
se aparece a sí mismo como emanado de Dios y extraño al mundo, adquiriendo de
esta forma, con la posesión de su 'yo' y condición verdaderos, la explicación
de su destino y la certidumbre definitiva de su salvación, al descubrirse como
ser, de derecho y desde toda la eternidad, salvado" (H. Ch. Puech).
