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Un cuento de origen indio


Un día, el emperador Akbar y su visir Bírbal fueron a la selva a cazar. Al disparar la escopeta, Akbar se hirió el pulgar y gritó de dolor.

Bírbal le vendó el dedo y le endilgó el consuelo de sus reflexiones filosóficas:

"Majestad, nunca sabemos qué es bueno o malo para nosotros."

Al emperador no le sentó bien el consejo, se puso hecho una furia y arrojó al visir al fondo de un poco abandonado. Continuó después caminando solo por el bosque, y en ésto, un grupo de salvajes le salió al encuentro en plena selva, lo rodearon, lo hicieron cautivo y lo llevaron a su jefe. La tribu se preparaba a ofrecer un sacrificio humano y Akbar era la víctima que su dios les había enviado.

El hechicero oficial de la tribu le examinó en detalle y, al ver que tenía el pulgar roto, lo rechazó, ya que la víctima no había de tener defecto físico alguno.

Akbar cayó entonces en la cuenta de que Bírbal había tenido toda la razón, le entró remordimiento, volvió corriendo al pozo en el que lo había echado, lo sacó y le pidió perdón por el daño que tan injustamente le había causado.

Bírbal contestó: "Majestad, no tiene por qué pedirme perdón, ya que no me ha causado ningún daño. Al contrario, su Majestad, me ha hecho un gran favor, me ha salvado la vida. Si no me hubiera arrojado a ese pozo, hubiera continuado yo a su lado, y estos salvajes me habrían cogido a mí para su sacrificio y habrían acabado conmigo. Como ve, su Majestad, nunca sabemos si algo ha de ser bueno o malo para nosotros."


- Autor Desconocido -




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Ultima actualización: 13 October, 2001