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Tácticas de guerra.

El viento decidió vacacionar, huyó a algún lugar exótico y lejano. La Monotonía fue suplente, también suplicio.

En el aula blanquecina el Autodesprecio hablaba, sin cesar dejaba salir veneno en borbotones. Por sus ojos disparaba saetas coléricas de envidia, mientras sus poros emanaban celos ponsoñosos. Todo esto recubría el suelo, y a gran velocidad iba aumentando su nivel.

Alumno, en táctica evasiva, anotaba disparates en su libreta de apuntes.

Una esquiva mirada al parlante para recuperar inspiración...:

<<...y que mis letras sean como espinas ferreas que se hunden lentas en tu inmune piel haciendo correr de ella la envidia en rojo manantial...>>

 

El nivel era asfixiante, todos se movían en convulcionantes intentos por respirar. Impotencia. Los pulmones compresos agonizan, intentan sin logralo: frustración, desesperación, colapso y terminación: Muerte. Uno sólo pudo nadar.

<<...asperas cadenas seran mis versos mis poemas tu agonia encarnada...>>

El estridente ruido de la liberación interrumpió la creación poetica (patética hubiera dicho el profesor).
-¿Qué dijo?- pregunté.
Y en purpúrea expresión contestó un ahogado:
-Mañana hay examen.

Guillermo Rendón.