Ricardo Piglia o La pasión de una idea.
Reportaje a Piglia Buenos Aires, agosto l996. Jorgelina Corbatta Wayne State University Es la segunda vez que me encuentro con Ricardo Piglia pero
siento que nos hemos conocido, como dicen, de toda la vida. La primera vez fue
en un congreso en Cincinatti en l988, en donde él era el invitado especial.
Recupero en especial su referencia a las famosas "zonas de detención"
que durante la dictadura militar en Argentina marcaron, mediante esos signos
linguístico-peatonales de irrefutable y horrorosa transparencia, el cuerpo de
la ciudad. En la charla generalizada que siguió (recuerdo la presencia de
Rodolfo Privitera, Fernando Reati, Armando Romero entre otros) me llamó la
atención el tono coloquial que conservo en el presente reportaje, la indudable
impronta borgiana, su desbordante amor por los libros y lo que él llama
"la pasión por una idea". Todo ello expuesto con un desgaire que
encubre una intensa lucidez acompañada de una cierta bonhomía a la que se
mezcla a veces un tono ligeramente malevo. Ahora, en este agosto de l996
en Buenos Aires cuando lo llamo para encontrarnos, recupero aquellas impresiones
y celebro que Ricardo no haya cambiado con el éxito y que en medio de una
sociedad cada vez más preocupada por las apariencias y por las manifestaciones
exteriores del poder (económico, intelectual, politico) conserve su amistosa
calidez. Es tan reconfortante encontrar ese calorcito amigo cuando se vuelve a
un país, mi país, que--como dirá luego Piglia refiriéndose a la ciudad en su
última novela-- está pero no está. En todo caso... este es un reportaje con
Ricardo Piglia quien hace honor a lo que Borges escribiera alguna vez
refiriéndose al Fausto de Estanislao del Campo: "Pasan las
circunstancias, pasan los hechos, pasa la erudición de los hombres versada en
el pelo de los caballos; lo que no pasa, lo que tal vez será inagotable, es el
placer que da la contemplación de la felicidad y de la amistad. Ese placer,
quizá no menos raro en las letras que en este mundo corporal de nuestros
destinos, es en mi opinión la virtud central del poema (OC 187). La ciudad ausente: una máquina de contar
historias en una ciudad que no está. JC: Ricardo, me gustaría que empezáramos hablando de La
ciudad ausente, una novela apasionante pero difícil, no? RP: Mirá, en el caso de La ciudad ausente lo que
hay es una novela que, por supuesto, tiene muchas historias mezcladas y
entonces genera un tipo de lectura que es un tipo de lectura que a mí me
interesa mucho... No es una novela lineal, obviamente. Es una novela donde
se mezclan las historias... Y la idea, ¿de dónde viene? Viene de una
experiencia muy vivida por mí que es la idea de que la ciudad que uno
conoce, en la que uno vive, tiene distintas ciudades superpuestas. Por
ejemplo, los lugares donde uno ha sido feliz, los lugares donde uno ha
vivido, esquinas de la ciudad que yo recuerdo porque he vivido ahí y que
vuelvo ahora y son el mismo lugar y sin embargo están como puestos en el
pasado para mí. Suponete que yo paso por Sarmiento y Montevideo donde viví
muchos años, yo paso y está el lugar pero la ciudad donde yo viví está
ausente, no es esa. Y yo tengo como la imagen de como era yo cuando salía
de esa casa y como era la mujer con la que yo estaba en ese momento y los
restaurantes que ya no están donde yo iba a comer con los amigos, porque yo
vivía de noche en esa época y salía a la madrugada a tomar el desayuno...
Esa ciudad está ahí pero está ausente. Esa es la idea del título del
libro. JC: ... la relación entre vos y la ciudad... RP: ... la experiencia del pasado que está ahí pero no
está. Porque yo cierro los ojos y veo esa esquina en l970, veo como era yo
en ese momento y como era esa esquina. Pero ahora voy a esa esquina y no es
lo mismo. Es esa experiencia la que está en el centro del libro: la idea de
que hay...como que uno abre una puerta y se va a parar a otro lado... JC: ... la puerta es la misma... RP: ... y uno se va a parar a cualquier lugar. La idea
original, la primera idea del libro es la idea de una máquina de narrar. Yo
quiero escribir una novela con una máquina de narrar, que sea la historia
de una máquina de narrar. Despues se me ocurre que esa máquina de narrar
la ha inventado Macedonio Fernández. Después se me ocurre que esa máquina
de narrar, que es una mujer pero que es una máquina inventada por Macedonio,
es en realidad el alma de su mujer perdida. Después de que yo tengo ese
núcleo: primero la idea de que voy a escribir una novela con la historia de
una máquina que cuente historias... JC: ¿Por qué una máquina que cuente historias? RP: Eso no lo sé. Es una imagen. Es como decir que en Respiración
artificial, la idea con la que yo empecé es con la idea de un
intelectual argentino del siglo XIX que está exilado en Nueva York. ¿Cómo
fue a parar a Nueva York?, de eso quiero enterarme y por eso escribo la
novela. Esa fue la idea en La ciudad ausente: ese objeto medio vivo y
medio artificial y la posibilidad que me daba eso de escribir las historias
que la máquina contaba. Después se me ocurrió que la máquina era una
mujer y después se me ocurrió que la máquina era la mujer de Macedonio.
Después se me ocurrió lo del Museo, que la máquina estaba puesta en un
Museo y que la querían apagar. Y que había un tipo, que era un periodista
que trataba de averiguar por qué la querían apagar. Y que cuando
averiguaba por qué la querían apagar, se enteraba de que la máquina
estaba contando historias que el estado no podía soportar. Y que había
personas que estaban agarrando esas historias y las estaban haciendo
circular clandestinamente porque la máquina estaba contando unas historias
que la sociedad no podía soportar. ¿Cuáles eran esas historias? Ese es el
núcleo de la novela. Ese un poco el mecanismo de construcción de la
historia: una historia hacia atrás con esa máquina que en realidad es un
objeto fantástico construido como sustitución de una mujer perdida. Es una
especie de pacto faústico donde un tipo, que es una especie de enviado del
demonio, le dice al otro: "No la vas a perder a esa mujer".
Entonces yo la veía a la máquina como la esfinge, una especie de cosa
medio religiosa, oracular. Claro que él no prevee que él va a morir y que
la mujer va a quedar encerrada allí para la eternidad. El acepta ese pacto
que es un pacto de inmortalidad por el otro y no por él, habitualmente los
pactos se hacen para quedarse uno inmortal pero ahí el hombre juega todo
para que la mujer no muera, para no perderla. Pero él no se da cuenta de
que él va a morir y de que la mujer va a quedar prisionera eternamente. Esa
idea, dramáticamente, me gustaba mucho. Por supuesto que no hacía más
fácil la cuestión. No era fácil escribir esa historia ni tampoco era
fácil hacer coincidir, o coexistir, esa historia con las historias de la
máquina porque yo no podía escribir una historia de la máquina y después
poner un apéndice con todas las historias. Eso no tenía sentido. Yo tenía
que conseguir que en el libro se pudieran leer al mismo tiempo las historias
y que uno se fuera enterando cómo era esa máquina. Ese era el lío que yo
tenía... JC: exponer al mismo tiempo el producto acabado y el proceso... RP: Si. Entonces, bueno, eso es lo que yo hice con el libro. JC: En la escritura de la novela, vos retomás textos
antiguos? RP: Sí, sí. "Agua florida", uno que yo había
publicado. Era un capítulo de una novela que yo había escrito (la novela a
la que se refiere Renzi en Respiración artificial) entre el 69 y el
72. Un fragmento de ese libro es la escena del hotel donde va y está la
mujer borracha. Dictador/escritor: Hitler y Kafka. JC: Hablando de reescrituras... ¿el episodio de Kafka y
Hitler, es algo que también tenías escrito desde antes? RP: No. Si vos mirás con mucho cuidado el libro te das
cuenta de que yo lo encuentro, lo de Kafka y Hitler, muy avanzada la
escritura del libro. Al principio aparece Tardevski y yo no sabía que
Tardevski tenía esa historia de Kafka y Hitler, si no la hubiera puesto
antes. Yo había leído una historia del nazismo y había leído que Hitler
había estado un año como desertor del ejército y posiblemente en Praga.
Entonces yo, en mi diario, había anotado esta idea de que Kafka estaba en
Praga y que, por ahí, se había encontrado con Hitler. Como dos o tres
años después cuando estaba escribiendo el libro reapareció esta idea y se
me transformó en la historia esa. Diálogo Piglia/ Saer. Los amigos y la literatura. JC: Otro libro que encontré acá en Buenos Aires es Diálogo,
una recopilación de diálogos entre vos y Juan José Saer desde l986 a l993,
publicados por la Universidad del Litoral. Me gusta mucho Saer. Acabo de
descubrir acá en Buenos Aires una novela suya que no conocia, Lo
imborrable, y antes de salir de los Estados Unidos estuve releyendo La
ocasión. RP: Me gusta mucho ese libro, claro. Pero me gusta
muchísimo la entrada de la novela, las primeras cincuenta páginas (creo) en
las que está toda la construcción de la figura de, cómo se llama, de Bianco,
sí y la mujer y el amigo, no? Y la escena en la que él se construye ese
rancho ahí en la pampa y de pronto encuentra esa tropilla de caballos que
vienen ahí. Es una imagen fantástica. Me gusta todo el libro pero el
comienzo del libro me gusta muchísimo con esa situación ambigua donde él
sorprende a la mujer con el amigo... JC: ...con el habano, no? RP: Si, me gusta mucho. JC: Vos sabés que la única forma en que yo me sentía
capaz de entrarle a la novela, digamos, es a partir de los celos... RP: Bueno... Es una novela sobre los celos, claro. Todo
lo otro son como derivaciones ¿no es cierto? la posibilidad de manejar la
materia, de manejar la voluntad... Pero me parece que en el centro del libro
está esta cuestión de los celos. JC: Porque los celos es un motivo que se repite en Saer, no? RP: (risas) Claro, como buen turco. JC: Como buen turco, eh? Qué curioso porque él habla
mucho de los caballos y vos ahora a lo primero que te referís es a los
caballos... Ustedes están como "empatados", no? RP: Sí, bueno... Que sé yo. Somos amigos, no? Yo creo
--él lo dice también y la verdad es que es así--yo creo que él es el
único con el que puedo hablar. JC: ¿Ah sí? RP: Claro. Es un poco excesivo, digamos así, pero me
parece que tenemos un diálogo y que somos muy amigos y que nos entendemos
mucho y que tenemos una poética--muy diferente en lo que escribimos--pero
común en relación con la literatura, ¿no es cierto? Me parece que hay una
cosa, una mirada que es bastante común. JC: Y tienen maestros en común? RP: Nos gustan algunas cosas, las mismas, a los dos. No
sé cómo decirlo, yo creo que una de las mejores cosas que produce la
literatura son los amigos, no? Urondo decía "los amigos son lo mejor
de la poesía". Hay un poema de Urondo que decía eso... Digo, las
amistades que surgen de las admiraciones y de los libros. JC: Vos sabés que cuando yo leía, antes de venir a
verte, este diálogo entre vos y Saer (lo acabo de comprar en Buenos Aires),
me hacía acordar un poco los diálogos entre Quiroga y Martínez Estrada
acerca de la literatura en El hermano Quiroga aunque es claro que
ahí sólo se escucha una voz pero están tan presentes la pasión, los
gustos compartidos, la vida permeada por la literatura. Y son tan distintos,
no? RP: Yo, por supuesto, que no quiero ser injusto con mis
amigos a los que quiero. Quiero decirte que tengo muchos amigos y he tenido
amistades, por ejemplo con Puig, que es la antítesis de Saer,y que siempre
han sido muy hostiles el uno con el otro... JC: No sabía de Puig hacia Saer. Habia oido algo acerca de
Saer hacia Puig, eso sí. RP: Y también de Puig hacia Saer. Sin embargo con Puig
he mantenido una amistad durante todo el tiempo, desde el año 67 en que lo
conocí y que él tenía el manuscrito de La traición y, de hecho,
el primer ensayo que yo escribí, el primer texto de crítica fue un ensayo
sobre La traición que escribí en el 68. Salió en el libro de
Lafforgue. Pero lo que quiero decir es que he tenido muchos amigos
escritores pero Saer es un hermano, es un interlocutor. JC: ¿Se estimulan mutuamente? RP: Bueno, habitualmente leemos las cosas que estamos
haciendo pero tampoco estamos persiguiéndonos con los libros que--yo
creo--es una buena manera de tener amigos, no? El género policial y la política. JC: El te dedica La pesquisa, no? Y entonces yo me
acordé de eso que vos decís en Crítica y ficción: "La
Argentina de estos años es un buen lugar para ver hasta qué punto el
discurso del poder adquiere a menudo la forma de una ficcion criminal"
(15) Lo veo como una forma de leer la novela. RP: La pesquisa es una novela que me gusta mucho.Y
él hace una cosa muy linda en ese libro, me parece a mí, que es volver a
la tradición de Sherlock Holmes y volver a la tradición clásica de la
novela policial. No incurrir en lo que hace todo el mundo, que es escribir
novela social, policial, norteamericana dura. JC: ¿Simenon sería acaso otro modelo? RP: Sí, quizá. Pero la novela tiene ese lado de
investigación pura. JC: ¿Te parece que La pesquisa es sólo policial? RP: No, el policial es...¿qué es el policial? El
policial es como una condensación de cuestiones múltiples. Pensá.. El
policial habla de crímenes. Es un género que convoca inmediatamente una
relación con la verdad, con la ley, con el delito, con la transgresión,
con la inteligencia. Toca materiales sociales fuertísimos. Yo leía el otro
dia--yo estoy dando ahora un curso sobre Borges y el género policial,
justamente, y entonces les di a los chicos una serie de cosas para leer;
entre ellas un ensayo de Auden, el poeta inglés, crítico extraordinario de
quien Brodsky, el poeta ruso que murió hace poco, decía que era el poeta
más inteligente del siglo-- JC: Estoy tratando de acordarme de las iniciales. RP: WH. W.H.Auden. El tiene una teoría completamente ¿qué
decirte? arbitraria, y fantástica. Dice que el género policial nació, y
verdaderamente se desarrolla, en países protestantes. JC: Yo creía que sólo en países desarrollados. RP: No, en países protestantes. Me acordé por lo que
dijiste de Simenon. Porque el género policial no puede existir, dice Auden
con seguridad y arbitrariedad total.... JC: Y cierto sarcasmo... RP: Cierto sarcasmo e ironía, muchísimo... Que el
género policial no puede funcionar en países donde haya confesión. Es una
idea extraordinaria. Y por supuesto, falsa porque podés encontrar novelas
policiales escritas en países católicos pero él dice que el género, en
verdad, supone una concepción de lo privado que no incluye la idea de que
el tipo tiene un interlocutor para su secreto como es el cura, no? Es como
un mundo en donde lo privado es una cosa de la conciencia propia del sujeto.
Todo el modelo de ... Si vos tenés un marido norteamericano (risas). Todo
el modelo de lo que uno imagina que es el modelo de los países donde la
autoconciencia y la ley moral es interna, y el sujeto no necesita leyes
externas y trabaja con un concepto... JC: ...de autoregulación... RP: De autoregulación, exactamente. Privado e interno
del sujeto a lo sumo en una comunidad que lee la Biblia como punto de
referencia y nada más pero no va a andar contándole a alguien... JC: ...por eso el psicoanálisis no funciona muy bien... RP: Claro, salvo en casos de extrema crisis... La tradición fantástica rioplatense. JC: Otra cosa que me llama la atención en el diálogo
con Saer es cuando se califican de realista y fantástico, respectivamente. RP: Bueno, yo no me acuerdo ya de lo que dijimos ... JC: No importa. RP: Claro. Bueno, yo creo que el realismo es una
convención, obviamente, y que lo fantástico sería algo que sí me
interesa mucho a mí, en lo que yo hago, y que es la idea de la
construcción de mundos paralelos; de contrarrealidades, de realidades
diferentes, no? JC: Explicame más eso porque yo... RP: Digamos, que la literatura sería una realidad más.
Que uno no necesariamente debe imaginar que la literatura solamente debe, o
quiere--como función--representar la realidad que existe sino también
puede uno imaginar que la literatura quiere crear otra realidad. JC: Crear una especie de objeto autónomo, digamos... RP: Claro, esa es su aspiración. Alguien dice: la
aspiración de la literatura es reproducir la realidad y la mimesis. Esa es
una corriente. JC: Que es imposible... RP: Claro, pero es una corriente. Y la otra dice: la
literatura es un modo de olvidar la realidad que es horrible, y es atroz, y
es monótona. La literatura es un intento de crear una realidad más intensa,
con pasiones más fuertes... JC: Sintética y más divertida. RP: Claro, porque la vida diaria es aburrida y con
demasiadas cargas, demasiadas presiones. Y bueno... Eso construye toda una
estrategia, no? y toda una manera de leer la literatura y de escribirla,
supongo. Dentro de las cuales la ciencia-ficción es un caso de esta
posibilidad de construcción de realidades alternativas. También la gente
lee novelas por ese motivo, creo yo. Yo creo que la gente también lee
novelas para escapar de la realidad. Y que eso es totalmente legítimo y que
políticamente se podría entender como una manera de negar una realidad que
está totalmente controlada por la policía, por el estado. Y que la otra
realidad es una realidad antagónica, es una realidad utópica . JC: Algo así como la imaginación al poder, no?, para usar
un slogan de los años 60. RP: Y yo creo que eso está en el origen de la novela,
no? Eso es don Quijote. Sería eso don Quijote: frente a la realidad tal
cual es, él se contruye otra que viene de los libros. Por ahí vendría la
cosa. JC: Y cada vez más de los libros. Ahora, vos sabés que
yo pienso en literatura fantástica y no puedo dejar de filiar, no? RP: Claro. También es verdad que existen corrientes y
géneros que trabajan con ciertas tradiciones. Y la literatura fantástica
argentina tiene una gran tradición. JC: Y un gran espacio. Porque cuando ustedes hablan con
Saer del famoso "realismo mágico", es claro que el realismo
mágico no se hace acá en el Río de la Plata. O al menos como se lo
entiende a partir de García Marquez, Isabel Allende, etc RP: Yo creo que la literatura fantástica de los años 40 y
50 -digamos-es lo mejor que ha producido la literatura argentina desde la
gauchesca, no? Es un momento extraordinario con Borges y Cortázar, y Wilcock,
y Bianco... JC: Y Bioy Casares? RP: Y Bioy Casares, Silvina Ocampo. Libros
importantísimos se han escrito y han creado una suerte de marca, yo diría,
porque la marca de esa literatura se encuentra en muchísimos registros de
literaturas de hoy que hacemos. Me parece que Cortázar, Borges, Bioy
Casares han influido en escritores de cualquier otra tradición... JC: Borges, con seguridad. La generacion de ustedes... RP: Claro,sería lo lógico pensar que Borges es un punto
de referencia para escritores argentinos pero me parece que Borges ha
influido a escritores norteamericanos y europeos, también... Censura y escritura en la Argentina durante el Proceso. JC: Volviendo a Respiración artificial, cuando
vos escribías la novela era un momento en que funcionaba la censura y,
pienso, consecuentemente, la autocensura... Me gustaria que hablaras un poco
de eso. RP: Sobre eso yo tengo el recuerdo de lo que fue. Yo en
ningún momento pensé en la autocensura en el sentido de que yo estaba
escribiendo una novela y la novela era una cosa que yo hacía ¿no es cierto?
y no iba a estar pensando en otra cosa que lo que estaba escribiendo. A lo
sumo lo que pensaba era que si esa novela no se podía publicar, la iba a
publicar afuera pero en ningún momento tomé ningún cálculo ni ninguna
posición en relación a la idea de decir esto se puede escribir, esto no se
puede escribir. Sencillamente escribía lo que me parecía a mí que tenía
que contar y lo contaba tranquilamente. Era una novela que yo hubiera
escrito igual si hubiera estado en el exilio. Los límites y las virtudes de
ese libro son los límites y las virtudes del libro que podía escribir en
ese momento. No son cuestiones que dependen de una táctica mía, como
algunos creen. Y eso por un lado, porque yo creo que un escritor escribe sus
libros, si es un escritor, y después se preocupa por publicarlos y por
saber lo que va a pasar. No creo que cuando esté escribiendo, un escritor
tenga que pensar en lo que va a pasar socialmente con el libro. Porque
sería lo mismo que pensar en lo que va a pasar en el mercado. Si yo tuviera
en la cabeza, mientras lo estoy escribiendo, la posibilidad de
funcionamiento de ese libro en relación con la censura o con lo que es
posible funcionaría igual que si pensara "tengo que poner este
personaje así se vende mejor el libro." Me explico? JC: Sí, sí... RP: Después de que el libro está terminado uno trata de
que funcione muy bien y de que se venda muy bien pero mientras se está
escribiendo, no. Yo, por lo menos. Hay autores que hacen eso: voy a poner
una escena más de cama porque si pongo una escena más de cama voy a tener
20.000 ejemplares más vendidos. Voy a poner este personaje, en vez de otro.
O algunos dirán, no voy a poner esto porque a ver si se enoja el general
tal o si se enoja el señor de tal diario o de tal otro. Yo no soy esa clase
de escritor. Nunca lo fui ni nunca lo voy a ser. JC: Pero...¿no sentías la presión? RP: La sentía, la sentía y de hecho en la novela está
esa presión y yo la sentía muchísimo porque por supuesto yo vivía en esa
realidad y sabía cómo era pero la literatura era lo que yo te decía
antes, era el espacio de fuga, no era el espacio de mimesis. JC: Bueno, yo ahora te voy a decir lo que yo pienso. Esta
primavera acabo de dar por primera vez un curso titulado "Narrativas de
la Guerra Sucia en Argentina: cine y literatura." Y enseño, por
ejemplo, "De eso no se habla" de María Luisa Bemberg y desde
allí descubro a Llinás, autor del texto que da base al film. Y después el
otro film de Bemberg, Camila basada en el texto literario homónimo
de Enrique Molina y, claro, Respiración artificial, y vengo a
Argentina y me encuentro con El Farmer de Andrés Rivera. En estos
textos, como también en su momento en Soy paciente de Ana María
Shua, en "La escuela de noche" de Cortázar o en La pesquisa
de Saer (al que ya me referí antes), yo veo la recurrencia de un
desplazamiento. Ya sea a la enfermedad y el hospital (me olvidaba de
"Hombre mirando el sudeste" de Subiela); al enanismo y a la
mentalidad chismosa pueblerina; a la escuela secundaria un sábado a la
noche, como microcosmos del país; o a una investigacion criminal. En este
caso, lo que me interesa explorar es ese desplazamiento y, en relación con
tu novela, esa vuelta recurrente a un momento histórico preciso: la época
de Rosas. RP: Yo, en realidad, te digo, yo descubrí... JC: Como historiador, esa era una figura que a vos te
interesaba explorar y... RP: Y yo la conocía bien a esa época. Conocía bien a
Sarmiento y también uno escribe sobre lo que sabe, sobre lo que conoce más
o menos bien. Y yo conocía muy bien algunos personajes secundarios del
"Salón Literario" como Félix Frías, Enrique Lafuente, tipos que
no son Echeverría, Sarmiento, algunos que se quedaron en Buenos Aires en la
época de Rosas. Cosas que me interesaban mucho literariamente. Entonces yo
empecé queriendo escribir una novela sobre un personaje del siglo XIX, que
hubiera vivido un momento que yo conocía bien, que fuera un momento por
otro lado literariamente intenso como era ese. Y después la novela empezó
a convertirse en lo que era. Yo creo que lo más político del libro es lo
del censor ¿cómo se llama el tipo? (ya no me acuerdo ni como se llaman los
personajes) el tipo que lee las cartas. Eso es lo más directo y frontal
porque están las Madres de Plaza de Mayo, está todo, ahí. Ese capítulo
me parece que es un capítulo escrito..., más directo que eso no se puede.
Yo decía que había un tipo que estaba leyendo, y era un tipo de los
servicios, que estaba controlando. Y que era lo que sucedía, por otro lado,
yo lo sabía porque cada vez que me mandaban una carta, de cada carta que me
mandaban, me llegaba una de cada cinco. Entonces, no era que especialmente a
mí me estaban controlando la correspondencia sino que los tipos controlaban
la correspondencia. Eso me parece que es muy político, directo. No hace
falta irse a la época de Rosas... JC: Pero, por otra parte, como está mezclado con todo lo
otro, no resulta tan fácil descifrarlo. RP: Pero, claro, dentro de lo que yo entiendo por
literatura, eso es lo más directo que se puede hacer porque yo no entiendo
la literatura con el criterio de otros escritores que son mucho más
directos y temáticos. Yo tengo otra idea de lo que es la literatura. Lo
mismo lo del senador que me parece que también es muy político
porque--aunque el senador está loco y delira mucho--yo tengo la sensación
de que es el personaje más autobiográfico, el más parecido a lo que me
pasaba a mí en esa época. El tipo encerrado, que se pasea, y que delira y
que delira con las masas. Eso sí que era muy hermético, el delirio del
tipo pero que para mí era transparente. Ahora, el otro elemento que yo creo
que hay que tener presente en relación con la época de la dictadura, y que
a vos te va a interesar, es el hecho de que no existia--como en España--una
comisión de censura institucionalizada. Esa es una diferencia que no he
visto que se haya señalado y que a mí me parece muy importante. Porque si
hubiera existido una comisión de censura como había en España--en donde
Vargas Llosa y Cabrera Infante y todos los escritores que publicaron en
España en los años 60 tenían que darle a leer al censor-- JC: Goytisolo... RP: Goytisolo, todos los escritores que publicaban en
España en esos años, incluso Manuel Puig tenían que darle a leer al
censor pero, claro, si vos no sos español, entonces te puede no molestar
esa situación. Si en la Argentina hubiera habido un comité de censura yo
no le hubiera dado mi novela al comité de censura y la hubiera publicado
afuera porque yo no creo que un escritor tenga que someter su libro a
ningún censor. En la Argentina no existía ese criterio. No quiere decir
que no existía la censura, lo que quiero decir es que nosotros--los que
vivíamos acá--no pasábamos, como pasaban los españoles o los rusos, por
un comité que, con la omnipotencia de los mediocres seguramente porque
serían intelectuales los que leían esos libros, decian qué libros se
podían publicar. Yo, a esa situación, no la hubiera admitido. JC: Pero aún así la censura funcionaba... RP: Sí, pero eso vos ya lo sabés. La censura funcionaba
con un sistema absolutamente capilar, digamos, que estaba en toda la
sociedad porque los militares habían hecho conocer la decisión de que si
aparecían libros peligrosos para las costumbres argentinas, la represión
iba a recaer no solamente sobre el editor y eventualmente sobre el autor
sino también sobre el imprentero. De modo que a menudo eran los propios--con
razón en un cierto sentido--editores y los imprenteros los que eran
obligados a funcionar como los censores porque ellos decían "mirá, si
publico este libro..." JC: En defensa propia, digamos... RP: En ese sentido yo debo decir que las dos personas que
leyeron el libro en el año...--yo lo terminé en el 80 y se publicó ese
año--que fueron Pezzoni, a quien le gustó muchísimo el libro e
inmediatamente lo quiso publicar en Sudamericana, y Oscar Molina que en
aquel momento era el director literario de una editorial española que se
llama Pomaire, los dos quisieron publicar inmediatamente el libro sin
ningún problema pese a que sabían que yo era un tipo de izquierda y bueno,
la cuestión... JC: Y lo leyeron, el libro... RP: Claro, Pezzoni lo leyó enseguida, fue el primero que
lo leyó- digamos, y Oscar Molina, igual. Y me fui con Molina porque me dio
más plata de anticipo porque Enrique no consiguió que la gente de
Sudamericana le diera la plata de anticipo que yo le pedía. De modo que la
relación entre la publicación y la escritura, en la Argentina, no estaba
mediada por una institucionalización de la censura. Quiero decir esto para
rescatar la experiencia de los escritores, o la mía en todo caso... No es
que nosotros estábamos acá y el censor venía y nos tocaba la puerta y
nosotros teníamos que darle el libro al censor, lo que hubiera sido una
experiencia como en la Alemania nazi. Esto no mejora a los militares, al
contrario porque los militares usaban ese sistema de represión generalizada
y de censura en toda la sociedad. Un escritor argentino de aquellos años no
tenía que pasar por la experiencia de tener que entregar el libro
explícitamente a un censor ni tenía que hablar con un militar para
publicar su libro. A esto me refiero yo porque a veces eso no se sabe afuera. JC: Claro, claro... RP: Era una experiencia de una sociedad represiva,
brutal, fascista pero no habían inventado el sistema que inventaron todas
los sistemas autoritarios: la existencia de un comité de censura que te
obligaba a una relación que yo no hubiera establecido. Que es aceptar que
un funcionario del estado decida qué libro se puede publicar; que vos
tenés que darle el manuscrito para que el tipo lo acepte. La revista Punto de Vista y la cultura como
resistencia. JC: Pero, por otra parte, pensando en el grupo de Punto
de Vista, ¿vos estabas en contacto con ellos, no? RP: Bueno, yo estoy entre los que fundaron la revista... JC: Ahí sí había una estrategia, no?, en la referencia a
otras épocas, digo. RP: Si, claro. Por de pronto esa revista estaba ligada a
un grupo, una serie de intelectuales de izquierda muy conocidos, ligados al
grupo de izquierda--de hecho--nosotros sacamos la revista en el 78 o 77, no
me acuerdo. JC: O sea, después del golpe de estado del 76. RP: ¡Pero claro! Y fue una revista que fue publicada con
la intención de crear un centro de resistencia y de unificación, y de
ligar a los intelectuales de adentro con los de afuera. Porque ahí yo por
ejemplo escribí una reseña a "La mayor" de Saer, sin firma, en
el año 75; escribí después con el seudónimo de Emilio Renzi un par de
cosas. Después publiqué el primer capítulo de Respiracion artificial
ahí. Y despues publicamos cosas de escritores exilados, y empezamos a
escribir sobre los exilados. En fin, construímos algo que tenia que ver con
lo que se podía imaginar que era nuestra política cultural. Revisar la
tradición y la historia argentina y establecer conexiones con otra gente
para... JC: ... seguir respirando. RP: Para hacer lo que se hizo que fue generar un
movimiento de resistencia en condiciones extremadamente difíciles. Y ese
grupo--después yo tuve diferencias con ellos--pero ese grupo fue el grupo
que generó toda una alternativa crítica después del año 81, 82. Nosotros
nos opusimos a la guerra de las Malvinas. Yo diría que el único grupo que
acá en Buenos Aires se opuso públicamente a la Guerra de las Malvinas fue
el grupo de los que estábamos en Punto de Vista. JC: ¿Públicamente? RP: Hicimos cartas, hicimos campaña y mandamos cartas
afuera peleándonos con los amigos nuestros que estaban de acuerdo con la
guerra . JC: ¿Cómo veían ustedes la situación de la cultura en
esos años? RP: Lo que te quiero decir es que nosotros fuimos
conscientes de que habíamos acumulado un espacio intelectual a partir del
trabajo de resistencia que habíamos hecho. De modo que no era un trabajo
hecho por unos tipos que estaban ahí haciendo lo que querían, habíamos
hecho algo con una política que dio resultado. Porque lo que nosotros
pensábamos en ese momento después se convirtió en un pensamiento muy
general. JC: Qué sería lo que ustedes pensaban... RP: Bueno, que había que recuperar una tradición de
debate intelectual, que había que enfrentar a la dictadura desde una
posición democrática; y que hay una politica específica para hacer en la
cultura, que es política sin necesidad de hablar específicamente de la
política. Es decir, que se puede hacer política--siendo un
intelectual--hablando de Mansilla, de Hernández, de Sarmiento, de las
novelas de Cortázar. Terminemos con la idea de que para hablar de política
hay que ponerse a hablar de Menem, no? Eso nosotros en la revista lo
teniamos muy claro. No quiere decir que uno no hable de política, también.
O escriba sobre política pero la idea de que el campo cultural y literario
es una campo de debate político es una idea importante. La idea de que la
politica no es solamente lo que se entiende por política en el sentido
estricto. Como que vos podés hacer política hablando de Puig. JC: O Puig hacía política hablando de ... RP: Bueno, yo creo que las mejores novelas políticas en este
país las escribio él... JC: ...cuando hablábamos antes de la novela policial, yo
siempre pienso en The Buenos Aires Affair de la que dice, en el
reportaje que yo le hiciera, que es una novela sobre el error argentino,
así lo llamaba y aclaraba "error político y error sexual." RP: La novela policial,imaginate, es una novela sobre la
política del estado, sobre la vigiliancia, sobre qué es un criminal... Eso
es la política porque si no tenemos que admitir lo que dice la televisión,
de que la política es una cosa, y después está la vida, por otro lado.
Volviendo a la revista, la revista tenía un sentido que estaba conectado
con la idea de que era necesario agrupar a los intelectuales y discutir
problemas que tienen que ver con la tradición histórica y la tradición
cultural. Los que se fueron y los que se quedaron. JC: Y me gusta también eso que vos decís de la revista
como puente con los que estaban afuera, por ejemplo Saer, Puig... RP: Saer, Puig, Viñas, mucha gente amiga de uno estaba
fuera, amigos de uno de siempre... JC: ...escritores que habían perdido sus lectores... RP: Por supuesto, y estaban censurados y todos los
problemas que tenían que ver con las decisiones de cada uno. Por ejemplo
Noé Jitrik... Porque nosotros nunca pensamos que la diferencia era entre
los que se quedaban y los que se iban. Esto era claro como el agua. Con la
gente que estaba afuera estábamos de acuerdo que esa no era la diferencia,
con la mejor... Ahora... ¿cuál era la diferencia para mí? Para mí la
diferencia era entre los que creían que los militares se iban a quedar
veinte años y los que pensábamos que los militares en la Argentina no se
podían sostener porque con la represión pura en la Argentina no se puede
gobernar. Porque la Argentina es un país muy complejo, entonces nosotros
teníamos la intuición o la perspectiva, de pensar que los militares
tenían que empezar a hacer política y que cuando empezaran a hacer
política, las cosas se les iban a complicar. Y que cuando ese momento
llegara tenía que haber una alternativa de izquierda que nos permitiera
agrupar a la gente. Pero había otros tipos que pensaban que los militares
se quedaban acá treinta años. Por lo tanto, afuera y adentro la diferencia
era ésa: entre los que pensaban que los militares se quedaban treinta años
y por lo tanto ¡olvidate! y los que pensábamos que los militares--viendo
la historia argentina--era imposible que se sostuvieran en el poder porque
este país no se puede gobernar sin consenso. Esa diferencia era para mí la
diferencia central; y para nosotros, el grupo de Punto de Vista.
Porque también estaban los que pensaban que los militares se iban a quedar
treinta años y entonces decían, "tenemos que acercarnos a los
militares y buscar a los militares progresistas porque es mejor que nos
gobierne [cada cual tenia su nombre] que..." Imaginate, como si se
dijera "es mejor que nos gobierne Hitler..." pero muchos tenían
esa idea. JC: Lo que nadie tal vez pensó fue que ellos iban a
terminar derrotados en el ejercicio de aquello que supuestamente es lo
único que saben hacer... RP: Claro, pero era evidente que ellos iban a buscar una
salida y que primero buscaron la salida de la guerra con Chile, y la salida
con Massera. Pero cualquiera se daba cuenta de que los militares iban a
necesitar en un momento determinado construir una alternativa política y
que ahi se iban a ir al demonio. Porque no podés gobernar este pais...
podés hacer esa masacre fascista que ellos hicieron pero no podés estar
todo el tiempo con los tanques si querés que este país funcione. Por lo
menos nunca había pasado eso, nunca habia pasado eso desde la época de
Rosas. Porque el terror rosista es también un terror de dos o tres años, y
después Rosas también tiene que hacer política. Entonces, si vos mirás
la historia argentina como nosotros la conocíamos bien, mirás Rosas,
Onganía, Perón... Las etapas de terror son etapas que tienen las
características que uno puede aprender estudiando la época de Rosas; son,
en realidad, modos de resolver conflictos para construir nuevas formas de
poder. En fin, no hace falta entrar en esa cosa tan complicada pero lo que
te quiero decir es que--por supuesto que nos podíamos equivocar--por
ejemplo, los militares podrían haber ganado la guerra de las Malvinas y por
ahí estaban todavía en el poder... O sea que en la historia y en el
presente vos decís "a mí me parece que las cosas van a ser así"
pero no tenés ninguna seguridad. Pero en resumen y para no hacer esto tan
abstracto me parece que lo que habría que tener en cuenta en relación con
lo que pienso yo, es esa distinción que no es la distinción entre adentro
y afuera... JC: ...que salió a partir de ese famoso artículo de... RP: Sí, catastrófico, de Gregorich... Cuando lo leí no
sabés lo que me produjo... Una cosa de una pedantería y donde no sabía lo
que decía... Ahí habla porque tenía la página del Clarín, en
fin... Faulkner, Onetti, Piglia: las historias familiares. JC: Otra cosa que yo encontré en Respiración
artificial, es cuando vos hablás de las historias familiares...Porque
esa es la otra línea, no? Está el historiador hablando de lo que sabe y
usándolo para reinterpretar el momento actual (como estrategia o sin
estrategia) pero la otra son las tramas familiares que son... RP: ...que son fuertísimas. Sí, y que en Respiración
artificial es muy fuerte porque la historia que empieza es una historia
de mi familia, real, que está--por supuesto--acomodada un poco pero Maggi,
la historia de Maggi, Esperanzita y la Coca... Es una historia que pasa en
mi familia donde un tío mío se va con una mina que es un giro
y deja a esta mujer que toda la familia quiere.Y la consigue imponer a-la
historia en la novela cambia- a mi tía que era un giro, la sacó de
un prostíbulo. Mi tía Coca a la que acabo de ver hace poco, una
extraordinaria mujer y la puso como una mujer de la familia. Imaginate, una
familia italiana con un montón de prejuicios, y el tipo-un tipo genial-como
es Maggi, un tipo extraordinario, se enamoró de esa mujer. JC: Claro, en el diálogo con Saer vos estás hablando de
Faulkner y en la transcripción se lee: "se podria pensar que el
narrador de Faulkner se distancia de la historia y encuentra una suerte de
voz propia, que es casi una voz lírica como si estuviera contando una
historia, que fuera desarrollando, y entendiendo, a medida que la narra. Y
me da la sensación de que el modo en que Faulkner encontró la manera de
que esa historia no se terminara de desintegrar, que esa historia, en algún
sentido tuviera un orden, fue trabajar con las relaciones familiares como
una suerte de mapa de todas las historias. Como si Faulkner hubiera
entendido lo que cualquiera que tiene una relación familiar un poco
complicada conoce (sobre todo en relaciones amplias, no sólo en la
relación inmediata con los padres), lugares que en Faulkner funcionan como
lugares de relato. Como si la familia fuera una máquina de contar historias,
fuera una especie de repertorio de narraciones, donde hay ciertos lugares
que están ya como distribuidos: el tío borracho, la tía que nunca se pudo
casar, el primo que tuvo una tragedia. Como si la familia tuviera colocados,
en determinados lugares, cierto tipo de personajes que encarnan fragmentos
de esa historia.Alrededor de esa suerte de historias ya dadas, pero que
tienen siempre ese elemento enigmático que tienen las historias familiares,
pareciera que Faulkner empezó a construir eso que yo llamaba el mapa de las
narraciones que estaba tratando de entender y de contar." (46-7) Y
también me hacia acordar a Onetti, especialmente en La vida breve. RP: Onetti, si, por supuesto... JC: Y ustedes dicen que Onetti es... RP: Borges más Arlt da Onetti. Sí, pobre Onetti pero yo lo
quiero muchisimo a Onetti. JC: ... que está entre los maestros, no? RP: Sí, sí, por supuesto. Escritura del diario. JC: Esto del diario es una constante en vos, no? RP: Sí, es una cosa que escribo desde hace muchísimos años. JC: Por qué no hablás un poco del diario? RP: Bueno, yo he dicho mucho ya sobre el diario. Por un
lado está en el origen de la escritura porque yo empecé a escribir,
escribiendo ese diario. Fue lo primero que escribi-de hecho- escribí ese
diario antes de empezar a escribir relatos, no? Por otro lado, el diario es
lo más importante que yo he escrito, seguramente porque ahí sí está lo
que yo quiero, ves? en el sentido de que ahí sí está todo mezclado. Un
diario ¿qué es un diario? Puede haber situaciones,personajes, sueños,
fragmentos de cosas o ideas,anécdotas,conversaciones. O sea que un diario
es lo que yo quiero que sean mis novelas: una combinación muy abierta, de
escritura múltiples, donde de pronto circula todo y donde yo no tengo nunca
algo previsto. Te das cuenta? Es una escritura casi automática. JC: Entiendo, pero...¿la novela no es el diario, no? RP: No, no pero a mí me gusta mucho la forma, esa forma
que tiene todo. Entonces, yo digo siempre que el diario es el libro póstumo.
El que se va a publicar después de que yo me muera. La ciudad ausente en el teatro Colón. JC: En algunos casos es así, no? Ricardo, los otros dias
escuché acá en Buenos Aires que La ciudad ausente se dio como
ópera. RP: Fue una ópera que tuvo mucho éxito. Mirá, eso vino
porque a Gerardo Gandini que es un músico extraordinario, el gran músico
argentino digamos, le gustó muchísimo el libro y entonces me quiso conocer
porque tenia ganas de que hiciéramos algo, no sabíamos bien qué. Empezó
a insistir de que por qué no hacíamos algo con la novela, y la primera
idea que tuvimos fue que la máquina de contar se convirtiera en una
máquina de cantar. Y ahí se nos ocurrió la idea de la ópera cuya
protagonista fuera una mujer-máquina y sobre esa base yo hice la
adaptación y Gandini hizo una música fantástica. Se estrenó en el Colón
con muchísimo éxito. Se va a dar de vuelta el año que viene, no sé bien
cuándo y posiblemente se dé antes de fin del próximo año en Estados
Unidos. Exilio JC: Otras preguntas que yo había anotado como por ejemplo
el exilio, el destierro... RP: Yo hablo todo el tiempo de eso. Hablo todo el tiempo de
eso porque estaba acá y porque yo también pensaba que yo era un exilado o
que estaba siempre por exilarme, pero también hablaba de lo que yo vivía a
través de las experiencias de mis amigos que estaban afuera. Y también el
exilio en un sentido fuerte porque yo pensaba que en cualquier momento me iba
a ver obligado a irme... Pero ahora estoy muy contento porque, mirá, ha
salido la primera edición de bolsillo de Respiración... Una edicion
para kioskos, te voy a regalar una. Cuando yo la estaba escribiendo, si me
hubieran dicho que esta novela se iba a vender en los kioskos... Novela y ensayo. JC: Respecto del ensayo...., en ese diálogo entre Saer y
vos, se da una distinción: Saer es la narración y la poesía; vos sos la
narración y el ensayo. RP: Cierto tipo de reflexión, cierto tipo de pensamiento
sobre la literatura y sobre las cosas que me parece que en la novela esas
cosas circulan siempre. A mí me interesa mucho trasladar las cosas de lugar... JC: ¿... mudarte (risas)? RP: Por un lado... Me interesa que en una novela
funcionen cierto tipo de opiniones y discusiones sobre literatura que no
necesariamente sean crítica literaria. Muchísima más gente ha leído este
debate sobre Arlt y Borges que lo que hubiera sido si yo lo hubiera
publicado en la Nueva Revista de Filologia Hispánica. Y he dicho
exactamente lo mismo que hubiera dicho si lo hubiera escrito en esa revista.
Es también una intervención en lo que pasa con el espacio tan acotado de
la crítica literaria, de la enseñanza de la literatura, que me parece es
un campo que tiene mucho mas interés que el que a menudo ... JC: ..de nuevo el discurso cultural como un hecho político... RP: Claro, como un espacio muy apasionante. No debemos
creer que porque hablamos de literatura eso es algo que no le interesa a la
gente. Me parece que la idea de que la literatura es un campo que debe estar
circunscripto a una zona completamente especializada de gente, no me parece
que sea así. Yo no considero que la literatura, como cuestión de la que se
puede hablar en un libro, quede afuera de los libros ¿por qué? Entonces,
mis personajes, a veces, hablan de literatura como podrían hablar de pesca
si fueran pescadores o podrían hablar de box si fueran boxeadores. Es una
cosa que les interesa a los personajes y de la cual los personajes hablan. JC: Y le interesa al autor. Además de que es un rasgo del
arte contemporáneo, no?. RP: A mí muchisimo. Además, no se trataría tanto de la
tradición de la novela que habla de cómo se va escribiendo ese libro sino
más bien de unos personajes que son intelectuales, que son los personajes
que a mí me interesa más... JC: Eso en Rayuela se da, no? RP: En Rayuela, en Borges. A esto Borges lo
inventó antes de que yo hubiera nacido. Y hay también una gran tradición
en la novela norteamericana, lo que ellos llaman la ficción especulativa,
Pynchon, Don DeLillo, Burroughs, Dicks. Ojalá lo hubiera inventado yo pero
es una cosa que uno encuentra en la historia de la literatura: ya lo hizo
Cervantes, Joyce, Musil. JC: Este diálogo que hemos tenido también pasa ahora a
formar parte de la historia de la literatura ¿te das cuenta?