El grupo partió en carrera enseguida, encabezada por la rubia reina amazona y su
campeona, llegar al sitio en donde se encontraban las rastreadoras de la avanzada, dos
de ellas estaban bajando de los árboles en ese momento, sorprendiendo a los tres
centauros que fueron enviados por Tildo ya que les parecieron más ardillas que mujeres.
-Mi reina- saludaron las rastreadoras nada más verla.
-Dos hombres a caballo se dirigen hacia las colinas del este, uno de ellos lleva una
flecha en la espalda- dijo una de ellas.
-El otro parece herido y las huellas también se dirigen a la misma dirección- termino de
informar la otra amazona.
-Xena, será más productivo dividirnos- hablo Gabrielle mientras miraba hacia las colinas
y la distancia que había hasta ellas.
-Es cierto, creo que será mejor que los centauros los rodeen por dentro de su territorio-
fue la opinión de la conocedora guerrera, era muy cuidadosa de cómo hablar a su bardo
delante de las amazonas.
-Angus hay que rodear para cortarles el escape- la reina amazona se dirigió al rubio
centauro.
-Si, lo mejor es que lo hagamos nosotros, nos vemos allá- fue la contestación del
centauro que no necesito de más palabras para rehacer sus pasos junto a sus dos
compañeros hasta donde estaba Tildo e informarlo del plan.
-Mi reina, Solari y su grupo acortan distancia a los hombres- dijo la rastreadora que se
mantenía en los árboles y ahora bajaba a toda prisa para subir a su caballo.
-¡¡¡Vamos!!!- ordenó la reina a su grupo que estaban todas en sus monturas.
Las rastreadoras a la cabeza junto a Xena que era seguida muy de cerca por Gabrielle, a
quien señalaba las huellas que seguían, la guerrera no perdía oportunidad de instruir a
su bardo para ella era esencial que la bella rubia tuviera todo su conocimiento para
cuando lo necesitara.
*****
Solari y las otras nueve amazonas seguían las huellas a lo largo del río, no tenían
necesidad de bajarse para seguirlas, estaban claras las pisadas de los caballos y sobre
todo las salpicaduras de la sangre por parte de los perseguidos.
-Baltos, detengámonos- ordenó Tailus, que se sentía desfallecer por la perdida de sangre.
-¿Detenernos?- preguntó Baltos incrédulo desde su montura a la carrera por su huída.
-Si, no puedo seguir- confesó el alto hombre, mientras tiraba de las riendas de su
caballo para detenerlo.
Baltos vio que el otro hombre detenía su caballo por lo que decidió hacer lo mismo,
mirando hacia todos lados, mientras que Tailus se bajaba de su montura trabajosamente,
por un momento pensó en seguir su camino y dejar a su compañero pero sus pensamientos
fueron interrumpidos.
-Ven aquí- ordenó Tailus de rodillas sobre el suelo palpando la herida que le cruzaba el
pecho. -¡¡Maldita mujer!!- renegó dolorosamente al recordar quién lo hirió.
-¿Ya no te apetece la guerrera?- preguntó Baltos en tono burlón de pie junto a Tailus.
El hombre de rodillas levantó la mirada hacia el otro, la mirada era cortante y llena de
furia pero no pronunció palabras, sabía que necesitaba de la ayuda de Baltos en ese
momento y la verdad era que se sentía sin fuerzas.
-No debimos detenernos, pueden estar siguiéndonos- se quejó Baltos mirando con
desconfianza a su alrededor. -Además, por si no lo sabes una flecha en la espalda no es
nada cómodo y sobre todo muy doloroso- fue el sarcástico comentario.
-Este no es territorio de ellas y no creo que quieran arriesgarse a morir- fueron las
palabras seguras y tranquilizadoras de Tailus. -Ahora ven y véndame el pecho para
detener el sangrado y luego te saco la flecha- ordenó el ahora débil hombre.
-Hummm, tengo algo que nos ayudará- dijo Baltos al pensar un momento, luego se dirigió
hacia su caballo y empezar a buscar en su alforja. -¿Qué te parece un bocado de carne de
nuestra última caza?- preguntó el hombre al sacar un envoltorio.
Tailus se levantó de un salto al escuchar las palabras del otro hombre como si no
estuviera herido, arrancándole de las manos el tan preciado alimento a Baltos. Este tuvo
que pelear por su parte que se encontraba frescas, se peleaban por los trozos de carnes
que engullían con desesperación y deleite, sus demenciales ojos brillaban.
Era tal el frenesí en la que estaban sumidos ambos hombres que no escucharon acercarse
a las amazonas que se detuvieron a corta distancia al escuchar voces y a los caballos.
Solari con señales ordenó no hacer ruidos y bajar de los caballos para entonces rodearlos,
las órdenes fueron acatadas al pie de la letra, tomaron posiciones mientras no le
quitaban ojo de encima a lo hombres.
Las guerreras se miraban incrédulas entre si mientras esperaban la señal de atacarlos,
observaban que los hombres no apartaban la mirada de los trozos de carne que poseía el
otro, esperando una oportunidad para arrebatárselos de un manotazo, los caballos de
éstos estaban nerviosos, moviéndose de un lado a otro pero eran ignorados por los
hombres que parecían en trance.
Al terminarse la carne empezaron a lamerse sus manos, un poco más calmados con
respiraciones más pausadas según observaban las amazonas, entonces el hombre alto,
fornido de cabellos oscuros se acostó mirando hacia el cielo cerrando los ojos, quieto,
tan quieto que las guerreras pensaron si sería posible que estuviera muerto ya que sus
ropas estaban cubiertas de sangre y una gran herida en el pecho, tal como les habían
dicho, mientras que el hombre pelirrojo y de mediana estatura había puesto una rodilla
en tierra, apoyando los codos en el muslo de su pierna mientras se cubría el rostro
inclinado hacia abajo con sus manos.
El canto de una paloma se escuchó y no tardaron en salir amazonas de entre los árboles
y arbustos que rodeaban el lugar.
-¡¡¡MALDICIÓN!!!- gritó Tailus al abrir los ojos y tener casi encima a una guerrera que
intentaba asestarle un golpe con la empuñadura de su espada. El pelinegro sólo tuvo
oportunidad de levantar una pierna con tan buena suerte de plantarle la bota en toda la
cara a la joven amazona, dejándola en el mundo de Morfeo.
Tailus rodó sobre si mismo evitando sendos golpes por parte de otras cuatro amazonas
pero llevándose consigo fuertes patadas en los costados las guerreras no le daban
oportunidad de levantarse pero no podían asestarle golpes contundentes.
En tanto a Baltos no le iba mejor cuando cinco amazonas enviaban patadas y golpes
asestando algunos ya que el delgado hombre sabía defenderse, con una patada a un lado
alcanzó de lleno a una amazona enviándola a suelo con varias costillas rotas, el golpe
contra el suelo le terminó de sacar el aire de los pulmones y por lo tanto ahogando el
grito.
Otra amazona rubia intentó alejar al hombre de la amazona herida enviando una patada
pero Baltos le atrapaba la pierna asestándole un rápido codazo en la pantorrilla
quebrando el hueso que cortó la piel e inclusive el cuero del pantalón, arrancando un
grito de dolor de la veterana guerrera pero ésta no se doblegó al dolor, giró sobre sí
para salir del alcance del hombre.
Una de las estudiantes de Gabrielle aprovechó el momentáneo descuido del hombre para
saltar tras de Baltos y aferrar la flecha que aun estaba enterrada en su espalda,
hundiéndola hasta atravesar al hombre de lado a lado. Esto provocó que Baltos rugiera de
dolor e instintivamente lanzara un codazo hacia atrás dando con la frente de quien con
saña agrandaba su herida, haciendo que el cuerpo de la amazona cayera al suelo
pesadamente totalmente inconsciente.
En tanto Tailus alcanzó de un manotazo una bota y tiró de ella, el crujido y el grito de
Edwina se hicieron audibles sobre los jadeo y esfuerzos en la lucha, en un momento la
joven amazona se sintió volar para luego caer contra dos de sus hermanas amazonas,
mientras el alto y fornido hombre se levantaba de un salto acrobático en donde se apoyo
sobre sus hombros para luego inmediatamente dar patadas y así lograr estar de pie y
enfrentar a la única amazona que le hacia frente.
Solari vio lo que sucedía por el rabillo del ojo con el otro grupo de amazonas, mientras
tomaba por la camisa a la joven amazona tirada en el suelo y tiraba de ella sin ningún
cuidado para alejarla de Baltos que gritaba de dolor arrodillado mientras intentaba
asestar golpes a la otra guerrera que era la rastreadora Noria, entonces tomo la
decisión de sacar su espada para acabar con sus enemigos.
-¡¡ATAQUEN!!- El grito y sonido que produjo la espada de Solari alertó a las otras dos
amazonas en pie y las dos que se levantaban luego de quitarse a Edwina de encima, todas
de inmediato sacaron la suya.
Tailus al escuchar esto dio una rápida mirada a su alrededor para buscar una vía de
escape, antes que las amazona frente al él diera un paso para atacarlo, éste salto hacia
Edwina que estaba tirada sobre el suelo agarrando su tobillo dislocado.
-¡¡¡TIREN SUS ESPADAS O LA MATO!!!- la amenaza desesperada de Tailus fue echa cuando se
hizo de la joven amazona de los cabellos, dándole un fuerte tirón la puso en pie
mientras ágilmente se apoderaba de la espada amazona y la colocaba sobre el cuello de
Edwina.
La amenaza detuvo en el acto la espada de Solari y la de Noria que estaban a punto de
dar las estocadas a Baltos que estaba de rodillas.
-Si lo haces, mataré a tu amigo- contraatacó Solari al poner la punta de su espada en el
cuello del hombre en cuestión.
-Puedes hacerlo pero luego tiren sus armas- las palabras frías y firmes del alto hombre.
Para remarcar sus palabras Tailus apretó más la filosa espada al terso cuello de la
amazona, provocando un fino corte en el haciendo brotar hilillos de sangre resbalar por
el arma y la piel de Edwina que apretó los dientes, aguantando el dolor tanto del
tobillo dislocado, los tirones del cabello por donde la mantenía aprisionada y ahora el
superficial corte en su cuello.
Solari hundió un poco la punta de su espada en la garganta de Baltos que estaba perplejo
por la contestación de su "amigo".
-¡¡Ta... Ta... Tailus!!- llamó sorprendido Baltos que sentía la punta del frío metal en
su piel.
¡¡¡POR HADES!!! Maldecía internamente Solari al ver que el hombre no estaba
faroleando aunque tenía que reconocer que Edwina estaba manejando su miedo bastante bien
lo que la enorgullecía, era una de las primeras clases que reciban las nuevas nuevas
reclutas.
Con un movimiento de su mano las guerreras tiraron sus armas sin rechistar, entonces
Tailus comenzó a retroceder llevando consigo a su prisionera que saltaba sobre un pie
tratando de evitar que la espada la degollara.
-¡¡Suéltala!!- solicitó Solari al hombre con voz firme.
-¿Por quién me tomas?- preguntó molesto el alto hombre de cabellos negros. -Y tu idiota
recoge las espadas y tráelas- dijo malhumorado a Baltos que no dudo en hacer lo que se
le ordenaba.
-Vete con tu amigo pero déjala- insistió la amazona al mando, dando pasos hacia el
hombre que tenía cautiva a la joven amazona.
-No linda, esta delicia me la llevo para asegurarme que no nos sigan y no des un
paso más- dijo el hombre mientras miraba alrededor buscando sus caballos. -Trae los
caballos- fue la nueva orden para el hombre cuya vida no significaba nada para él.
-Entonces llévame a mí- ofreció valientemente Solari.
-¡¡CREES QUE SOY ESTÚPIDO!!- grito el alteradísimo Tailus, tirando fuertemente del
cabello de Edwina que trataba de moverse muy pegada al hombre para evitar seguir siendo
herida.
-Esta bien, tranquilo- trato Solari de mantener la calma del hombre que con cada
movimiento brusco cortaba más a la joven amazona.
-No se muevan de donde están o le cortaré la cabeza- volvió amenazar Tailus mientras
subía rápidamente en lomos de su caballo, manteniendo la espada en el cuello de la
amazona, con ayuda de Baltos, luego este la tomo de la cintura para luego alzarla y
colocarla delante de quien la tenía cautiva con su propia espada.
-Si en verdad aprecian a esta delicia, no me sigan- estas palabras no tranquilizaban a
las amazonas -trae las espadas contigo- ordenó a Baltos antes que este subiera a su
caballo e irse de allí -No ha sido un placer conocerlas- con estas palabras emprendió el
galope tendido con su cautiva.
En tanto Baltos a duras penas logró subir a su caballo cuando Tailus emprendió la huida,
lo que provocó que su caballo también hiciera lo mismo, lo que hizo que estuviera a
punto de soltar la espadas y caer a tierra.
El delgado hombre no llegó a acomodarse en la silla iba casi cayéndose por lo que tuvo
que soltar algunas de las espadas para lograr sujetarse bien.
Las amazonas permanecieron inmóviles hasta que los jinetes desaparecieron de su vista
ya que el que iba a la cabeza miraba por momentos sobre su hombro hacia donde ellas.
-Noria y Lubin busquen esas espadas- ordenó Solari -Noria toma una y síguelos, Lubin
regresa con las otras- para cuando la amazona terminó las instrucciones las aludidas ya
estaban sobre sus caballos y partieron a su misión.
-Telca revisa a Lania, Amalia despierta a esas dos- ordenó rápidamente Solari, mientras
se inclinaba sobre Eldis, la amazona que tenía la pierna rota, encargándose entonces de
inmovilizársela lo más posible hasta que recibiera atención de la sanadora.
*****
Señales que informaban de un intruso fue transmitida desde Xena y las rastreadoras a la
cabeza hasta que la última amazona se enteró, para detenerse.
Un hombre sucio y harapiento se encontró de frente al imponente grupo de amazonas
haciéndolo detener su errática carrera y caer de rodilla de manera aterrorizada. Las
guerreras lo miraban cuestionadoramente, entonces Xena se acercó a él ya que le pareció
reconocerlo bajo toda esa mugre.
-Es uno de los hombres que miraban a las chicas en la aldea la otra noche- informó
mientras bajaba de Argo de un salto para caer sobre una rodilla frente al hombre y
mirarlo a los ojos de cerca.
-¿Eres compañero de esos dos que estuvieron en territorio amazona?- interrogó la alta
guerrera mirando fieramente al hombre que visiblemente temblaba y jadeaba profundamente.
-Mu... muertos- fue la llana respuesta por parte del hombre, inquietando a las guerreras.
-¿Quiénes están muertos?- preguntó con impaciencia Xena.
-Degollados, c... comidos- dijo el hombre en esta ocasión, mirando a su interrogadora.
-¿De qué hablas?- preguntó aterrorizada Gabrielle desde su caballo mientras Xena miraba
los ojos desorbitados y atormentados del hombre, su mirada era de un desquiciado.
-Al centauro también- agregó Palemon perdido en sus sangrientos recuerdos.
-Es un desquiciado- informó Xena al observarlo con ojos conocedores, antes que le
formularan más preguntas al hombre.
-Muertos, degollados, comidos, despedazados- repitió y agregó el hombre, mientras se
levantaba con mucha dificultad para emprender su carrera sin rumbo nuevamente.
-Xena, pero ¿cómo sabremos si lo que dice es cierto?- cuestionó Gabrielle pensando en
las palabras del desquiciado hombre que se habría paso entre los caballos de las
guerreras.
-Ha mencionado un centauro y está lejos de donde encontramos los restos de uno-
respondió pensativamente Xena -deténgalo.
Una de las amazonas lo detuvo al agarrarlo por los restos de la camisa que vestía,
mientras el hombre se debatía para volver a su carrera.
-Estas no son huellas de las que encontramos hace rato- informó la guerrera pelinegra
que ahora miraba la huella hecha por Palemon. -El estaba con otros dos en el pueblo la
otra noche y no son los que nos han atacado.
-También mujeres comen- dijo el hombre desesperado por deshacer el agarre.
-Por Hades, como apesta- comentó asqueada la amazona que lo sujetaba.
-Dos jinetes a todo galope al este en la llanura, un hombre luego una mujer- informó una
rastreadora que continuo mientras interrogaban a Palemon. -Y los hombres que seguía
Solari traen a creo que Edwina con ellos- terminó de informar cuando detuvo a su caballo
frente al grupo de amazonas al regresar.
-¿Y el grupo de Solari?- inquirió preocupada Gabrielle por la noticia.
Olvidándose por un momento del protocolo, la rastreadora negó con la cabeza pero luego
dijo pensativamente.
-Pero no me quedé mucho tiempo luego de reconocer a Edwina, Zenta y Tainy se quedaron
observando- informó la rastreadora.
-Creo que tendremos que separarnos- comentó Gabrielle, tras lo cual Xena asintió.
-En cuatro grupos- solicitó la ojiazul, levantándose del todo para subir a Argo
nuevamente.
Mientras que Eponin y la rubia reina amazona dividían los grupos, Xena se dirigió hacia
las otras dos rastreadoras que mantenía vigilancia más adelante.
-Xena, parece que tienen a Edwina pero Noria los sigue a distancia y más atrás Solari y
dos más- informó Zenta nada más ver a la campeona de la reina llegar a su lado.
-El hombre y la mujer salieron de esa área, llevan cierta distancia uno del otro, como
si ella lo siguiera a él.- Tainy dio su informe, mientras señalaba una parte de bosque
todavía a cierta distancia pero dentro del territorio amazona.
-Parece ser el lugar a donde nos llevan las huellas que seguimos- comentó Xena al mirar
el lugar que señalaba la joven rastreadora.
-Si, eso parece- concordó Tainy.
Xena las puso al tanto de lo dicho Palemon y su opinión del estado del hombre, también
que se iban a dividir en grupos, diciéndole a Tainy que fuera con el grupo que
perseguiría a la mujer y el hombre, en tanto que Zenta iría con ella a interceptar a los
dos hombres.
*****
El grupo de Xena se detuvo su galope tendido y se ocultaron entre los arbusto y árboles
justo por donde pasarían en unos momentos Tailus, Edwina y Batos.
Cantos de palomas se escucharon luego el ligero zumbido del chakram cortando el aire y
luego el brazo Tailus que sostenía la espada que aprisionaba a la joven amazona.
Las señales de las amazonas alertaron a Edwina que se preparó para lo que se sucedería
en escasos momentos.
El sorpresivo ataque hizo que Tailus tirara de las riendas de su caballo, provocando que
éste se levantara sobre sus patas traseras, desmontando tanto al raptor como a la
raptada para seguidamente caer sobres su lomo por el repentino y fuerte tirón, en tanto
que Baltos tiró de su caballo para huir de allí pero tomando la ruta por la que habían
venido, lo seguían dos amazonas con sus espadas al ristre.
Edwina una vez chocar contra el duro suelo rodó lo más lejos de su captor, siendo
cubierta por dos amazonas que salieron de entre los arbustos y el grito de batalla de
Xena se escuchó por sobre los demás sonidos.
Tailus se puso en pie de un salto arrojando tierra a los ojos de las guerreras para
cegarlas, tuvo suerte con dos pero no con Xena.
-Nos volvemos a ver- le saludó burlonamente la enojada guerrera -parece que le gustas a
mi chakram- dijo con una sonrisa sardónica en su bello rostro mientras que levantaba su
mano para atrapar el arma -mi espada está celosa- le dijo despreocupadamente mientras se
apartaba algunos cabellos del rostro con ella.
-¡¡MALDITA MUJER!!- gritó furioso Tailus que se vio rodeado por otras tres amazonas bien
armadas.
-Pero que modales- se volvió a burlar Xena haciendo que el hombre perdía la paciencia.
-Déjame seguir tu camino, no puedes matarme- le dijo el hombre tratando de controlarse.
-Me parece que has entrado en unos territorios en los que se necesita invitación para
entrar y al parecer querías llevarte un recordatorio de tu visita- dijo esto último
mirando como Edwina era ayudada a levantarse y revisaban sus cortes en el cuello.
-Yo no necesito invitación y ella no era mi primera opción pero en vista que no encontré
a la reina- las palabras de Tailus fueron dichas con total altanería.
-Así que buscabas a la reina- comentó Xena controlando su ira perfectamente.
-Si, si me gustaba como para meterla en mi cama la convertiría en una de mis mujerz...-
Tailus terminó la insultiba palabra ya que Xena le estampó la suela de su bota en toda
la cara haciendo que se tragara la palabra y tirándolo de espaldas al suelo.
-Sabes voy a enseñarte modales- le informó Xena mientras le daba su espada y chakram a
Zenta- Edwina quiero que me digas que les hicieron éste y su compañero- la chica aludida
recitó las heridas infringidas por ambos hombres a su compañeras con total deleite.
Tailus se sentía atontado mientras permanecía mirando el cielo despejado, mientras su
mente irónicamente le decía que los ojos de la guerrera eran del color del cielo.
Sacudió un poco su cabeza para despejársela, seguidamente dio un salto para ponerse de
pie, quedando frente un rostro ya familiar.
-Te esperaba- saludo Xena nuevamente para entonces propinarle un fuerte derechazo en la
nariz que lo hizo salpicar de roja sangre a su alrededor mientras este giraba por el
golpe y caer de rodillas quedando en cuatro patas sobre el suelo.
-¡¡¡MALDITA, ME HAS ROTO LA NARIZ!!!- chilló el hombre agarrándose el tabique roto.
-Uyyy pero que delicado y llorón resultó- volvió a burlarse la guerrera con gestos
incluidos provocando una ronda de risotadas.
-Debo informarte que la reina es mi pareja- informó Xena para luego propinarle la madre
de las patadas en la entrepierna del hombre, aprovechando la posición de cuatro que
Tailus tenía.
Ahora si que chilló y se revolcó el alto y fuerte hombre, bajo la impasible mirada de la
campeona de la reina amazona y las amazonas que no bajaban la guardia por nada.
Luego de darle unos minutos para que recobrara el aliento, Xena levantó al hombre por la
camisa rota y ensangrentada del Tailus para ponerlo en pie pero la hacerlo la camisa se
terminó de romper, lo que le permitió mostrar su musculosa pecho que mostraba una ligera
línea cruzarle el pecho, esto sorprendió a la guerrera por un momento, ya que ella
esperaba encontrar una gran y profunda herida.
El descuido de la guerrera lo aprovechó el fuerte hombre para caer con su cuerpo sobre
la guerrera y golpearla con sendos puñetazos el los costados, pero la guerrera era una
veterana en estas lides, así que a pesar de que los golpes eran fuertes y le habían
sacado el aire la guerrera utilizó sus fuertes piernas para sacarse al hombre de encima
y lanzarlo sobre su propia cabeza, volteando entonces la tortilla.
Xena arremetió con puñetazos fuertes en la cara llenándolo de hematomas mientras que lo
mantenía fijo contra el suelo con sus piernas y su peso, por lo que a pesar de la
desesperación del hombre por quitársela de encima no podía.
-Cuando te refieras a una dama debes referirte a ella con respeto- aleccionaba la
guerrera mientras golpeaba a Tailus a su gusto, terminando esa ronda con sendos codazos
en la mandíbula del hombre rompiéndosela en varias partes -eso es por Galas- le informó
para luego levantarse para ver su trabajo y escuchar como el tipo lloriqueaba.
-Vamos levántate y deja de lloriquear que todavía no he terminado, bastante has
alardeado y quiero comprobar si es cierto- le dijo Xena mientras lo ponía en pie
nuevamente -chicas pongan atención- solicitó la guerrera a las amazonas que no quitaban
los ojos de encima a lo que sucedía.
El fornido hombre comenzó a tirar golpes a diestra y siniestra combinando puños y
patadas de los cuales sólo tres o cuatro medio que hicieron blanco en el cuerpo de la
guerrera. Xena hizo un despliegue de técnica con explicación incluida haciendo que el
hombre perdiera totalmente el control, lo que provocó que su ataque fuera inefectivo.
-¡¡Xena se acercan los centauros!!- alertó una de las guerreras que mantenía su
atención entre la clase de lucha y los alrededores.
-Bien quiero que ustedes le hagan lo que él le hizo a las chicas a ver si le gusta-
ordenó la alta y letal guerrera mientras sostenía en vilo por el cuello a Tailus,
estrangulándolo, terminada de emitir la orden lo tiró con si fuera un bulto.
Nada más tocar el suelo le cayeron las chicas encima, lo golpearon un poco y luego entre
varias lo sostuvieron para romperle las costillas a patada, luego le rompieron una
pierna y luego la otra haciendo que sus huesos fueran visibles y por último Edwina le
rompió el tobillo con el mango de su espada que había recuperado.
Los centauros llegaron al lugar, se fijaron en el estado del hombre tirado en el suelo y
luego en las amazonas que se sacudían sus ropas y armaduras con miradas inocentes en sus
rostros.
-¿Ajustando cuentas eh Xena?- preguntó curioso Tildo.
-Lo atrapamos con vida y ninguna de las nuestra ha muerto- contestó tranquilamente la
campeona de la reina -hasta el momento y esa fue la palabra que te dio mi reina.-
concluyó tajantemente Xena.
*****
Baltos iba a todo galope tratando de poner la mayor distancia entre él y las amazonas
por lo que constantemente miraba hacia atrás sobre ambos hombros alternadamente,
escuchaba cantos de palomas y cascos de caballos pero no lograba ver donde exactamente
estaban las amazonas ya que los árboles, el movimiento y la velocidad de la cabalgata se
lo impedían, sólo sabía que estaban tras él.
Su cerebro no pudo identificar lo que tenía frente a él y luego todo oscureció al su
alrededor, el cuerpo desmadejado cayo del caballo de manera aparatosa, dando por
terminado su desenfrenado escape.
-¡¡Vaya si que funciona!!- exclamó felizmente Solari, mirando una vara de entrenamiento
que le había lanzado Telca en pleno galope para atizar al hombre que venía frenético
justo en dirección de ellas.
Los cantos de paloma que Baltos escuchaba no eran más que la comunicación para alertar a
Solari y su grupo que el hombre iba directamente hacia ellas.
-Está vivo- informó Noria al tocar su yugular, en el momento que las dos amazonas que lo
perseguían llegaban.
-Atenlo- ordenó Solari en el momento.
-Tenemos a Edwina- dijo escuetamente una castaña amazona, mirando al hombre en el suelo,
mientras era atado fuertemente por Lubin y Noria.
-Se están encargando del otro- añadió la otra amazona.
-Bien, antes de ir con las demás quiero revisar su alforja- comentó Solari mientras se
bajaba de su caballo para revisar ella misma las pertenencias del hombre mientras Telca
sujetaba las riendas de animal que resoplaba del esfuerzo al que estaba siendo sometido.
-¿Revisar sus cosas?- preguntó la amazona castaña mientras se miraba extrañada con su
morena acompañante.
-Si, los encontramos comiendo algo de manera extraña y los restos que encontramos en el
lugar luego que se llevaran a Edwina parecen ser carne cruda- dijo sin más Solari,
mientras sacaba de la alforja un bulto envuelto y húmedo.
-¡¡Pero bueno si que tenían hambre este par!!- fue la expresión de Solari al verse la
mano, que sostenía el bulto, ensangrentada, luego desenvolvió el paño para mostrar
trozos de carne fresca.
-¿De qué hablas?- preguntó la otra amazona con cara descompuesta de tan sólo imaginar
que tipo de carne era la que tenía en la mano la amazona.
Antes de que Solari explicara, él hombre abrió los ojos y se levantó de un salto pero
cayendo de bruces casi inmediatamente al recibir una zancadilla por parte de Lubin,
sorprendentemente el hombre se impulsaba con los pies atados hacia donde estaba la carne
que sostenía en una mano la amazona de cabellos oscuros.
Las amazonas se sorprendieron por el comportamiento del hombre porque lo más seguro era
que tuviera buena parte de las costillas rotas como mínimo y aún así avanzaba desde el
suelo, como un reptil en busca de su presa.
Solari pensó que era a ella a quien el trataba de dar alcance pero observó que su mirada
enloquecida estaba fija en la mano que sostenía los trozos de carne por lo que sin
pronunciar palabra movió dicha mano de un lado al otro, viendo como el hombre se
arrastraba en la dirección que tomaba la mano y el preciado bulto de carne.
-¿Pero qué es lo que tiene esta carne?- preguntó desconcertada la amazona mientras veía
el esfuerzo del hombre por alcanzarla.
-Damela y te prometo compartir con ustedes un secreto invaluable- a Baltos se le ocurrió
negociar con las guerreras presentes.
-¿Y qué secreto es ese?- preguntó curiosa Solari, causando que el hombre sonriera
ampliamente.
-Solari, mm, esa carne...- intentó alertar la castaña amazona sospechaba cual era su
procedencia pero fue interrumpida por la amazona.
-Espera, quiero saber cual es ese secreto- dijo Solari observando el extraño brillo en
los ojos desquiciados del hombre que no los apartaba de la carne.
-Esa carne fresca es sanadora, puede curar cualquier herida en muy poco tiempo- explicó
rápidamente el hombre, tratando de convencer a las amazonas.
-Sanadora- la voz de Solari denotaba que la noticia no la había impresionado en absoluto.
-Si, además te regala vida por siempre- informó en tono triunfal Baltos, pensando que si
no la había impresionado con lo primero ahora la amazona no rechazaría la oferta.
-Vida por siempre- volvió a repetir Solari, sonando escéptica, mientras sus compañeras
permanecían alrededor del hombre en silencio y escuchando.
-¡¡Estúpida mujer!!- murmuró el hombre entre dientes pero fue audible a los oídos de las
amazonas, luego sonrió con desfachatez para decir -te lo probaré, dame la carne- dijo el
hombre.
-¡¡Solari!!- llamó alarmada la morena amazona, a lo que la aludida levantó la mano en
señal de que esperara.
Solari sacó el cuchillo de su bota y cortó un pedazo de uno de los trozos de carne en su
mano, lo puyó con el cuchillo y se lo extendió hasta la boca del hombre que esperaba
ansioso.
-Espera, quitemos la flecha- le dijo la amazona alejándole el bocado de carne con saña.
Telca agarró con ambas manos la flecha cerca de las plumas y puso un pie cerca de la
herida de entrada y tiró fuertemente para sacarla, la punta de la flecha que se mostraba
en la parte frontal del pecho del hombre desapareció para salir por donde había entrado
y el alarido no se hizo esperar pero sesó casi de inmediato.
-Parece que es delicado- dijo Telca con una gran sonrisa mientras miraba al desmayado
hombre tirado a sus pies.
-Solari no debes darle esa carne- advirtió una de las amazona que fue tras su
persecución.
-Tranquila, solo quiero ver que tan cierto es lo que dice, necesitamos pruebas para su
ejecución- luego de sus palabras le dio un cariñoso puntapié en las costillas rotas
provocando que el hombre regresara a su dolorosa realidad, con un nuevo grito.
-Abre la boca- ordenó Solari al hombre, que la miraba furiosamente.
El bocado fue puesto al alcance de Baltos, que alcanzó y mastico con desesperación y
deleite cerrando los ojos mientras lo disfrutaba, las amazonas no despegaban los ojos
del hombre atado a excepción de las dos que pertenecían al grupo de Xena que al ver esa
escena comenzaron a devolver su último alimento.
Transcurridos unos momentos y deteniendo las palabras que Solari estaba a punto de
pronunciar vieron antes sus ojos como lenta pero inequívocamente el agujero sangrante
dejado por la flecha iba cerrando casi no dejar huellas.
Las amazonas no daban crédito a lo que estaban presenciando ante sus ojos, Noria se
olvidó por un momento de la precaución y se arrodilló para tocar el lugar donde debería
haber estado el agujero hecho por la flecha de Mandy, un rapidísimo movimiento por parte
de las piernas de Baltos estuvo casi de hacer blanco en el rostro de la amazona que pudo
en el último instante cubrirse con los brazos y recibir el golpe en ellos, golpe que la
lanzó a unos arbustos a dos metros de distancia.
Hábilmente el hombre evitó las estocadas por parte de las amazonas mientras tiraba de
sus amarras que estaban comenzando a ceder por lo que tenía mayor movilidad, para ese
momento las dos amazonas que vomitaban se habían unido a sus compañeras. Baltos logró
alcanzar con sus piernas las de Lubin, haciéndola caer a un lado de él, que sin pensar
se fue contra el cuello de la amazona como un animal hambriento pero esta logró detener
la mortal mordida con su brazalete de metal.
Telca aprovechó que Baltos le atacó a Lubin dándoles las espalda y le asestó un brutal
golpe en la parte trasera de la cabeza con la empuñadura de su espada, habiéndole un
gran brecha en la cabeza, por donde empezó a manar gran cantidad de sangre, tiñendo el
suelo de rojo y de paso a Lubin que se quitó al inerte atacante de encima de un empujón
para entonces ponerse de pie.
-Vuelvan a atarlo y con doble cuerdas, creo que son suficientes pruebas- ordenó Solari
que recogía los trozos de carne que había soltado y que estaban ahora en el suelo.
Ya atado muy cuidadosamente lo subieron a un caballo de manera que sus piernas colgaban
de un lado y su cabeza por el otro lado, sus manos estaban atadas fuertemente a sus
espaldas, mientras que su boca estaba amordazada. Rodearon al prisionero mientras que
Lubin ya recuperada del golpe tomaba las riendas del caballo que transportaba al hombre
y lo guiaba hacia donde se encontraba el grupo de Xena.
*****
Las cinco amazonas encargadas de seguir las huellas de Palemón se encontraron entre un
lugar del bosque en donde abundante hojarasca cubría el suelo por lo que dos subieron a
los árboles a vigilar los alrededores mientras las otras tres peinaban el área en busca
de las huellas, hasta que la minuciosidad que aplicaron les mostró huellas de una lucha
bajo las hojas, huellas en las que aparecían las que ellas seguían por lo que hicieron
lo único que podían, interpretarlas.
Las manchas de sangre impregnaban el sitio grandes salpicaduras, las huellas de los
cascos de centauro morían en ese lugar por lo que supusieron que en ese sitio ocurrió
una masacre a juzgar por las manchas de sangre, era evidente con semejante perdida de
sangre nadie podría sobrevivir y a eso se le unían trozos pequeños de carne arrancada y
mechones de cabello castaño.
El pie de una de las amazonas tropezó con algo y al buscar la razón bajo la hojas secas
apareció el espada del centauro, la cual recogieron y llevaron como evidencia, luego
siguieron tres pares de huellas de botas de hombres que se hicieron profundas al regresar
por donde habían venido.
-El grupo de la reina- comunicó una de las vigías desde los árboles, señalando hacia un
lado de su posición.
-Parece que esas huellas nos reunirán con ellas- comentó la otra vigía que hurgaba desde
la altura las huellas dejada por los asesinos.
-Bien, eso quiere decir que nos acercamos al nido de estos monstruos- dijo la
rubia amazona al mando del grupo, que con una señal de su mano ordenó comunicar su
posición al grupo de la reina y seguir las huellas.
-Quiero saber si vamos al mismo lugar y si es así lo haremos rodeándolo- ordenó en voz
alta para que sus vigías escucharan, la amazona al mando.
-Recuerden que nuestro deber ante todo es la protección de la reina- esto lo dijo para
todas.
Sabían que guardia real con la hermosa reina incluída era el grupo seguían las huellas
encontradas en el lugar donde fueron hallados los restos del centauro al parecer de
pelaje cenizo al cual llamaban Cactor y el pelaje que acaban de encontrar era castaño y
coincidía con la descripción de los otros centauros proporcionaron del desaparecido
Arter.
*****
-Mi reina, el hombre no deja de debatirse, será un estorbo si se dificultan las cosas-
comentó Marla a la reina mientras galopaban tras las huellas.
-Quiero que protejan la vida de ese pobre hombre- fueron la firmes palabras de Gabrielle
sin mirar al aludido, que venía amordazado y amarrado cabalgando con Rayen.
Marla miró a la sufrida Rayen para confirmar que había escuchado los deseos de la reina
amazona, esta asintió muy poco contenta con la misión encomendada que se le hacia cada
vez más difícil al respirar el hedor del hombre frente a ella.
Por los dioses que he hecho para recibir este castigo, pensaba lúgubremente la
infortunada amazona, mirando al cielo.
-El grupo que seguía las huellas de éste hombre se encuentran cerca- informó Marla al
escuchar el aviso que emitió el otro grupo.
-E imagino que también el grupo que iría en revisar lo de las aves, parece que vamos al
mismo lugar- comentó Gabrielle que había escuchado y se erguía sobre su silla para
calcular la distancia que las separaba, mientras señalaba dichas aves que volaban.
Una de las amazonas que fueron con un grupo de centauros en revisar el área que sobre
volaban las aves de rapiña venía hacia ellas en ese momento, haciendo señales para que
se detuvieran, lo cual hicieron enseguida y esperaron a la amazona.
-Mi reina, tras esas pendiente a la derecha hay unas carretas y una mujer mayor tendida
en el suelo, hacia allí va el rastro que seguimos pero no hemos visto movimiento alguno-
informó la fornida rubia nada más detenerse ante Gabrielle.
-¿La mujer está viva?- preguntó la bardo.
-Si mi reina, se mueve pero al parecer le faltan las fuerzas- fue la contestación.
-Bien habrá que rodear ese campamento y capturar a todo el que esté en el- dijo la reina
amazona mientras bajaba de su caballo, al igual que las demás -dibuja el sitio donde se
encuentran para poder saber como actuaremos- ordenó Gabrielle a la amazona que había
dado el informe.
La rubia amazona cayó en una rodilla al suelo sacando su espada y procediendo a hacer lo
que se le había ordenado, colocó las carretas, fogata, la mujer, un caballo que
permanecía atado en un árbol de los alrededores y lo que rodeaba el campamento en su
descripción del mapa.
Con esta información Gabrielle fraguó un plan táctico de asalto cosa que sorprendió a
las amazonas que conformaban una elite dentro de las amazonas por estar encargadas de
salvaguardar la vida de la reina amazona a toda costa. Ellas por pertenecer a ese grupo
eran constantemente entrenadas en combate, tácticas de protección y escape; les era algo
extraña la misión en que estaban.
Definitivamente tenían que olvidar la imagen formada de una reina, ellas sólo entraban
en combate de ser extremadamente necesario, ellas eran el símbolo de la nación amazona y
por lo tanto una figura a la cual proteger de cualquier peligro, aunque cabe decir que
eran perfectamente capaces de defenderse en un combate pero ellas generalmente no
corrían ese riesgo.
Ahora tenían a esta joven reina, reina de las cuales muchas dudaban de su capacidad de
dirigir a la nación, dudaban de su valor y su valía pero ahora el comportamiento de la
bardo, amiga de la Ex Destructora de Naciones estaba tirando por tierra esos pensamientos
con cada cosa que decía, con cada cosa que hacia.
Si antes estas amazonas se sentían orgullosas de pertenecer a esa elite de amazonas
ahora estaban comenzando a sentirse orgullosas de la reina que tenían a su lado, una
joven que no dudaba estar hombro a hombro con ellas y si Xena la enviaba a encabezar una
misión por algo era y se estaban enterando de la razón.
Como fue planeado por Gabrielle, rodearon el campamento sin hacer el menor ruido y
ocultas tras todo lo que le sirviera para eso por cada quien con una misión específica.
Dos guardias fueron enviadas a donde se supone estarían las cinco amazonas del otro
grupo y el grupo de centauros sólo para informales de las órdenes de la reina.
Peinaron el lugar con la mirada y nada mostraba la presencia de personas fuera en los
alrededores, a excepción de la mujer mayor en el suelo cerca de la fogata apagada.
Cuatro amazonas del otro grupo se encargarían de revisar la carreta cercana a ellas y
otras cuatro guardias de la segunda carreta.
A la señal de la reina las ocho amazonas salieron de sus escondites con sus espadas
fuera para correr a toda prisa hacia las carretas, dos subieron por la parte delantera
mientras las otras dos abrían el telón que la entrada posterior encontrando ambas
carretas vacías, hicieron señales de no peligro para que las demás que las cubrían
desde sus escondites entraran al campamento, al igual que los centauros que igualmente
cubrían a las amazonas con sus arcos preparados.
Gabrielle corrió hacia la mujer tumbada he inmediatamente fue rodeada por cuatro
guardias mientras dos amazonas subían a los árboles para vigilar los alrededores, otras
dos al igual que los centauros buscaban huellas que indicaran por donde habían huido los
demás que pertenecían a esta pequeña caravana, mientras las demás revisaban el
campamento y carretas.
-¿Está bien?- preguntó Gabrielle nada más llegar al lado de la mujer mayor.
Erga estaba totalmente agotada y trataba de llegar a la olla que contenía el estofado de
centauro para recobrar su completa salud. No había escuchado acercarse a las amazonas
hasta que las vio entrar al campamento y revisar las carretas.
-Sólo necesito algo de alimento- dijo con esfuerzo y señalando le olla a un lado de la
extinguida fogata.
-Calienta eso- ordenó Gabrielle a una de las guardias cercana a ella, que no dudo en
obedecer, atisbó dentro de la olla y vio un estofado que parecía delicioso por lo que se
le antojo.
Rayen entró al campamento arrastrando a Palemon que se había puesto histérico al ver
hacia donde lo llevaban, el hombre templaba literalmente preso del pánico al ver a Erga
ser ayudada por las mujeres guerreras.
Todas se mostraron sorprendidas por el comportamiento del hombre pero fue Marla la que
vio en los ojos de Erga el reconocimiento del hombre, entonces reparó que entre sus
ropas había un pequeño pedazo de uno de los adornos de las niñas de la aldea amazona.
La reacción fue instantánea, apuntó su espada al cuello de Erga mientras tiraba del
brazo de Gabrielle para alejarla de la mujer, provocando alarma inmediata entre las
amazonas y en la misma reina.
-Tiene entre sus ropas un pedazo de los adornos de las niñas de la aldea y ha reconocido
al hombre- explicó rápidamente la jefa en ese momento de la guardia real.
-¡¡ASESINA, ASESINA, ASESINA!!- gritó repetidamente Palemon una vez que Rayen le quitara
la mordaza, al terminar de explicar Marla.
-¡¡Está loco!!- se defendió Erga, mientras Gabrielle evaluaba la evidencia.
-Mi reina hay sangre en aquí, restos de carne y cabellos castaños- informó una de las
amazonas que revisaba el campamento, señalando el lugar del hallazgo junto a varios de
los centauros que agitaban la cola.
-¡¡Mi reina un cuerpo enterrado!!- exclamó nada más regresar al campamento una de las
amazonas que seguía unas huellas que se dirigían hacia los árboles fuera del campamento.
-¿Pueden identificarlo?- preguntó Gabrielle por puro reflejo ya que un escalofrío se
apoderaba de ella.
-Centauro, es el primer centauro desaparecido, lo identificaron los dos que estaban
conmigo y que se quedaron para desenterrarlo- explicó la amazona.
Uno de los centauro galopó hacia Erga con su espada en alto por lo que tuvo Gabrielle
hacer gala de su don de la palabra para evitar una ejecución ante sus ojos.
-Espera, no puedes hacer eso- dijo Gabrielle interponiéndose en el camino del centauro
enfurecido, mientras casi todos permanecían estupefactos por todo lo que estaban
encontrando.
-¡¡ARTER ERA MI HERMANO!!- gritó con esfuerzo el centauro con un nudo en la garganta,
mientras era interceptado por dos de sus compañeros, antes que llegara ante la barrera
de guardias reales que protegía con sus espadas a la reina amazona.
-Calma Marius- intentaron razonar sus compañeros.
-Lamento escucharlo pero es Tildo a quien corresponde dictaminar lo que se hará con ella-
intervino nuevamente Gabrielle, aunque a sus amazonas no les hubiera importado que el
centauro tomara venganza en ese momento pero ellas tenían que respaldar las palabras de
su reina les gustara o no.
-La amazona tiene razón Marius- fueron las palabras del jefe del grupo de centauros allí
para tratar de tranquilizar al centauro que forcejeaba con los otros dos.
-¡¡Se acerca el grupo de Xena y Tildo!!- avisó una de las vigía desde lo alto de un
árbol.
-¡¡Una amazona del grupo de Eponin!!- dijo la otra vigía.
-Silia sube y vigila, tú baja, intercéptala y tráela acá- ordenó Marla mientras
Gabrielle miraba con lágrimas en los ojos al centauro que había perdido a un ser querido
de tan brutal manera.
*****
Para cuando los grupos de Tildo y Xena entraron al campamento de los asesinos, Gabrielle
había logrado acercarse al abatido centauro. La campeona de la reina la encontró
acariciando los cabellos castaños del centauro que se había echado sobre la hierva, eso
desconcertó a Xena, no por ver la escena, sabía que su bardo era capaz de "domar" a
cualquiera y hacerlo ver como un desposeído, lo que lo desconcertaba era saber el motivo
del centauro para que su bardo le diera consuelo.
Tanto amazonas como centauros aguantaron la respiración al ver llegar a la temible
guerrera, como esperando una explosión por parte de ella, en cambio vieron un
intercambio de miradas entre ambas por un momento, momento en que percibieron la enorme
conexión que existía entre ambas, definitivamente almas gemelas, pensaron varios
de los presentes. Xena asintió para luego bajar de Argo y Gabrielle continuó brindándole
palabras de consuelo a Marius.
Marla se acercó a ella y a Tildos para informar de todo lo descubierto y sucedido, al
igual que las jefas de grupos con diferentes misiones, mientras Erga se retorcía de sus
amarras y mordaza, aunque débilmente. Mostraron todas las evidencias que implicaban a la
mujer, incluyendo el cuerpo del centauro que yacía envuelto en esos momentos en mantas
para ser llevado a la aldea centaura para proporcionarle el ritual fúnebre.
Rayen se reunió con ellos llevando la olla luego de haber dejado su "encargo" en otras
manos, en tanto que otra de las amazonas que reviso las carretas mostró un libro de
cuero negro que mostraba a simple vista su antigüedad y lo escrito estaba en una lengua
antigua y extranjera.
-Parece una lengua antigua de un idioma de otras tierras muy lejos de aquí, la aprendí
de uno de mis viajes, es una tierra de salvajes y clima extremadamente frío- explico
Xena mientras leía.
-¿Tiene que ver con esto?- preguntó Tildo al señalar el cuerpo de Arter.
-Por lo que puedo interpretar, si y parece ser un libro de hechizos- contestó Xena
mientras leía con el ceño fruncido.
-Traigan las sogas- ordenó con ira en los ojos el jefe centauro.
-Espera, se que estás en tu derecho pero quisiera que Gabrielle no lo vea ni escuche-
solicitó la guerrera poniendo una mano sobre la muñeca del centauro.
-Está bien, así se hará, nosotros nos encargaremos de ella- acordó Tildo.
*****
Una marca más tarde casi al anochecer, Gabrielle tomaba un baño en el río en brazos de
Xena, luego que tomaran la decisión de reunirse con Eponin, la emisaria amazona al ser
interceptada por la otra amazona y dirigirse entonces hacia la reina, entregó el mensaje
de su propia voz. La amazona explicó que las huellas de los dos caballos que seguía se
dirigía hacia una pared de piedra que se extendía hacia los lados, casi imposible de
subir de día y menos de noche por lo que esos dos tendrían que regresar por donde habían
venido.
Así que ahora estaban todos los grupos reunidos en el lugar escogido estratégicamente
por Eponin a la espera de las primeras luces del día para iniciar y poner fin definitivo
a la persecución.
-Amor, ahora que lo pienso ¿dónde están los hombres a los que perseguías?- preguntó
Gabrielle mientras daba besos en los fuertes y bronceados hombros de Xena.
-No te preocupes por ellos, luego te cuento- contestó Xena mientras una de sus manos se
posaba en uno de los exquisitos senos de su bardo, haciendo gemir a la dueña de dichos
senos.
-Te necesito Xena- dijo Gabrielle con voz gutural mientras sus piernas que estaban
alrededor de la cintura de la morena guerrera pegaban más el abdomen firme y suavemente
marcado de contra su centro empapado no sólo del agua del río sino de su ardiente
esencia.
-Cielo, nos pueden ver- explicó la guerrera con dificultad mientras luchaba con la
necesidad de hacer suya nuevamente a la mujer que tenía en brazos.
-No te preocupes, ordené que nadie se acercara hasta que regresáramos- explicó la rubia
ardiente que empezaba a colocarse para frotar su centro contra el clítoris hincado de la
guerrera.
-MMMmmmm- el gemido fue atrapado por la boca hambrienta de la reina amazona, mientras
Xena cooperaba para tener una buena postura de pie dentro de las aguas del río que
cubría a la alta guerrera hasta arriba de su senos.
La guerrera sostenía a la bardo por la nalga con un brazo y mano pegándose más a sus
partes íntimas y el otro brazo cruzaba la esbelta espalda de Gabrielle, aferrándose a
ella mientras se besaban intensamente. El ritmo fue acrecentándose a medida que pasaba
el tiempo, los gemidos de ambas eran acallados en su mayor parte por la boca de la otra,
las amantes sellaban con este acto la reconciliación.
-MMMMMMMMMM- el orgasmo llegó para ambas casi simultáneamente, el movimiento de los
cuerpos al frotarse de arriba abajo y en círculos provocaba oleadas alrededor de sus
cuerpos, inclusive chapoteos, en resumen el agua se agitaba fuertemente demostrando
claramente la manera intensa en que la pareja hacia el amor al anochecer.
-Uffff- la respiración agitada y desbocada de ambas se escuchaba mientras Xena trataba
de no derrumbarse dentro del agua, el orgasmo le había dejado con las piernas débiles
pero logró que mantener a ambas con la cabeza fuera del agua para no ahogarse.
-Quiero dormir- dijo Gabrielle tras recobrar el aliento mientras descansaba del esfuerzo
con la cabeza apoyada en el hombro de su campeona.
Tras unos momentos empezaron a lavarse nuevamente entre besos y caricias para salir del
río, se vistieron luego se encaminaron hacia el campamento, pasando al lado de dos
guardias reales que vigilaban el perímetro proporcionado para la intimidad de la reina.
Continuará...