-¡¡¡¡AAARRRGGGG!!!!- el grito de Baltos se escuchó durante la caída cuando en un abrir y
cerrar de ojos la guerrera cruzó el musculoso pecho del hombre con el chakram, el cual
soltó el agarre que mantenía por la camisa de la letal mujer, quien siguiendo el
movimiento de abajo hacia arriba, lanzó el arma hacia un lado del lugar por donde había
caído, quedando este incrustado en una rama.
Xena se soltó de la mano de Eponin, que la aferraba, mientras sentía un chorro de sangre
cubrir su rostro y pecho cuando literalmente rajó al sorprendentemente fuerte y
habilidoso atacante que fue el primero en chocar contra las heladas aguas del río al
amanecer. La alta guerrera se sentía caer sin poder evitarlo, su cabeza le daba vueltas
mientras que por instinto trató de preparar su cuerpo para chocar contra el agua, casi,
casi lo logró, el impacto fue estrepitoso y doloroso, al igual que el de Eponin y Solari
que la seguían muy de cerca.
Para suerte de las guerreras esa parte del río era profundo pero lo malo era que tenía
una fuerte corriente que se arremolinaba ya que era un recodo que luego se enderezaba y
seguía con fuerza. Ese pequeño remolino hizo tragar agua y desorientó a las tres
guerreras cuando dieron varios giros bajo las frías aguas, Solari fue la que casi toco
fondo debido a que el tirón que tuvo fueron de tres cuerpos en caída.
-¿Puedes verlas?- preguntó Lectis a Mandy, las cuales estaban pecho a tierra tratando de
ver lo que sucedía con sus compañeras. A pesar de que hicieron su mejor esfuerzo al
correr para agarrar a Solari, las jóvenes amazonas sólo alcanzaron a rozar las botas de
la guerrera.
-No, pero fueron cuatro cuerpos los que tocaron agua- dijo la joven amazona, que estuvo
alerta al sonido del impacto de los cuerpos.
-Parece que hirieron al hombre- informó jubilosa la mujer mayor, mientras ambas se
levantaban para reanimar a Galas e iniciar la búsqueda de sus hermanas amazonas.- Trae
nuestros caballos- ordenó seguidamente, mientras se inclinaba sobre la amazona noqueada.
Deltos que permanecía a una distancia prudencial pudo ver lo sucedido. Pensó en
adueñarse del arma que vio incrustarse en una rama cercana pero lo reconsideró, entonces
emprendió una silenciosa y rápida carrera hacia donde había dejado los caballos amarrados.
-Vamos Galas, despierta ya- llamó Lectis a la morena y fuerte amazona, dándole palmaditas
en las mejillas.
-UMMMM- Galas comenzó a regresar al mundo real abriendo con dificultad sus ojos.
-Eso es despierta que tenemos que buscar a las chicas- informó la amazona a una
adolorida Galas, que se apartó del toque de Lectis.
-Dioses, como duele- dijo la amazona con esfuerzo, mientras que se tocaba la quijada
cuidadosamente mientras terminaba de aclarar sus ideas.- ¿Qué ha pasado?- preguntó Galas
todavía sentada sobre el duro suelo mientras que decidía que mejor era no tocarse,
mientras escuchaba a la otra amazona ponerla al tanto rápidamente.
Lectis al ver a la amazona reaccionar de manera positiva se levantó y fue por el arma de
la Ex Señora de la Guerra, rápidamente subió al árbol donde se encontraba y cuando
estaba a punto de bajar escuchó el crujido de una rama. Agudizó la vista hacia el lugar
de donde provino el tenue ruido, vio una sombra en movimiento y enseguida el relincho y
cascos de caballo a la carrera.
-¡¡Lectis!!- llamó Mandy, ya en su montura, cuando entraba al claro donde se habían
suscitado los recientes hechos.
-Regresa al puesto y da toque de enemigos en esta frontera- ordenó Lectis mientras
bajaba a toda prisa del árbol, no sin antes de haber tirado la mortal arma al suelo para
evitar un doloroso corte- el chakram tiene sangre- informó antes de que la joven amazona
iniciara la carrera hacia el puesto de vigilancia, lo que provocó una sonrisa de
satisfacción en esta.
Lectis una vez en tierra recogió la redonda y afilada arma con sumo cuidado, verificando
lo dicho antes a su hermana amazona, el líquido rojo manchaba una parte del chakram, el
mismo líquido que manchaba su mano izquierda, se limpio la sangre ajena en sus ropas
mientras abría una de las alforjas de su caballo para guardar la valiosa arma. Una vez
echo esto montó con agilidad al tiempo que escuchaba el toque de alarma, entonces emitió
una orden en sonido de lechuza, luego le dijo a Galas que ya estaba sobre su propia
montura lo que acababa de ver desde el árbol.
Con cuidado las amazonas se internaron entre los árboles y matorrales, la oscuridad que
proporcionaban las tupidas ramas de los árboles y la leve neblina del amanecer las hizo
tomar suma precaución, sus espadas estaban al ristre preparadas para defenderse o atacar.
Lectis desmontó cuando llegó al lugar donde le pareció había visto la silueta en sombras
momentos antes, mientras Galas mantenía vigilancia cerca de su compañeras. No le tomó
casi nada a la amazona encontrar el rastro que comprobaba que allí estuvieron dos
caballos, escucharon entonces el sonido del ave nocturna anunciando la llegada de Mandy
a lo cual Lectis contestó para revelarle su ubicación.
-Dos caballos y un jinete hacia allá- informó Lectis una vez se unió a ellas Mandy.
-Mejor buscamos a las chicas y esperamos refuerzos- intervino Galas en voz baja en la
cual se notaba dolor por el esfuerzo de pronunciar las palabras.
-Es posible que vaya en ayuda del otro intruso- opinó la joven amazona.
-Bien en ese caso no se hable más, a buscar a las chicas y estén alertas- ordenó Lectis.
*****
Tainy, Telca, Lubin y Noria, esta última era una rastreadora extraordinaria de unos
veintidós inviernos a punto de contraer nupcias con una buena cazadora un verano menor
que ella. Las cuatro amazonas montaron sobre sus caballos para seguir al grupo
encabezado por Xena, momentos después que Gabrielle les ordenara seguir a las guerreras.
-Ephiny, que un grupo se encargue de recuperar los caballos, otro que repare el corral
de los caballos y las demás prepárense para salir en cualquier momento- ordenaba la
joven reina a su regente mientras mantenía presión sobre la herida de Raisa camino a la
cabaña de la sanadora.
La guardia de la reina se reorganizaba bajo las órdenes de Ephiny que gritaba desde el
portal de su cabaña, para luego dejar a Marla al mando de la guardia real, lo primero
para ella era la seguridad de su joven amiga entonces acató las instrucciones de la
reina amazona.
-Celia, Faria- llamó la rizada y rubia regente a dos de sus oficiales a cargo de la
formación de las nuevas reclutas- quiero a las jóvenes reclutas formar dos grupos, uno
para recuperar los caballos y otro para reparar el corral- una vez terminado de dar
estas órdenes, ambas oficiales comenzaron a nombrar a cada recluta formando dos grupos
para cumplir con la misión asignada.
-Ustedes cinco, lleven a todas las parejas con sus hijas a la cabaña de juntas- ordenó
la regente a un grupo de guerreras que se encontraban cerca de ella para recibir órdenes.
También ordenó a otras diez guerreras montar un circulo de protección alrededor de dicha
cabaña, luego a otra sonar el cuerno para alertar a las amazonas que cumplían sus deberes
esa noche fuera de la aldea.
-Las demás prepárense para salir en cuanto se pueda- la lesionada regente estaba que
daba brincos sobre una pierna, al igual que las demás guerreras ella estaba con la
adrenalina corriendo por sus venas y maldiciendo una vez más la lesión en su rodilla.
En tanto dentro de la cabaña de la sanadora, Raisa no reaccionaba, estaba pálida y sobre
la herida que no dejaba de manar sangre se formaba un bulto malsano que provocó una
mirada de desesperación entre Gabrielle y Jacta. Ya de por si estaban preocupadas por
la lesión y la no recuperación de la conciencia de la guerrera, ahora esto.
-Tratemos de bajarlo con agua fría- dijo Jacta que pedía en su interior a Artemisa para
que no tuviera que imitar lo que acababa de ver hacia unas marcas de vela a la campeona
de la reina, en la rodilla de la regente.
Gabrielle asintió, le pareció que era lo mejor en estos momentos, sobre todo porque Xena
no se encontraba para que desplegara su "magia". La intranquilidad que sentía en esos
momentos no sólo era por Raisa sino por su guerrera por lo que silenciosamente elevó una
oración a la diosa protectora de las amazonas por ambas guerreras, mientras la sanadora
echaba otra mirada a las demás heridas que más que todo sufrieron golpes y una resultó
con fractura en uno de sus brazos, estas estaban siendo atendidas por sus dos aprendices.
-Mi reina- saludó Marget al entrar a la cabaña de la sanadora- una carreta estará en la
entrada para evacuarlas si no podemos controlar la situación- informó la guardia real
enviada por Ephiny para poner al tanto de la situación a Gabrielle.
-¡Tenemos que poder controlarla!- exclamó la joven reina alarmada- Raisa no se puede
mover, la lesión es muy seria- dijo sin apartar su verde mirada del rostro demacrado de
la guerrera lesionada- ¿Conoces a su esposa?
-Si mi reina, es Verilia una artesana, está con su hija en la sala de consejo, junto con
las demás madres y las niñas- respondió la guardia, mirando como Gabrielle cambiaba el
paño que mantenía sobre la herida de Raisa por otro ofrecido por una de la jóvenes
aprendices de Jacta, al ver el semblante de la guerrera sobre el catre supo el por qué
de la preocupación de su reina.
-Tráela- ordenó la rubia reina, a lo que Marget asintió antes de salir para cumplir con
la orden.
Verilia no tardó en entrar por la puerta mirando hacia todos lados con cara de mucha
preocupación, localizando rápidamente a su esposa y corrió hacia ella de inmediato,
mientras sus ojos se nublaban por la lágrimas, no necesitaba de explicaciones para saber
que su esposa no se encontraba nada bien. Jacta y Gabrielle explicaron a la afligida
mujer lo sucedido y la situación de su pareja, inclusive lo que estaban intentando en
esos momentos.
Ephiny estaba en el marco de la puerta escuchando, mientras por su mente pasaban
diversas opciones que tendrían que consultar con su joven amiga. Un grupo de veinte
amazonas totalmente armadas estaban a punto de partir cuando se escuchó el sonido del
cuerno dando la alarma.
-¡¡¡ADELANTE!!!- dio la orden Ephiny al girarse y cojear apoyada en su muleta y
enseguida las amazonas listas partieron a toda prisa.
Gabrielle corrió al lado de su amiga que la puso al corriente de lo que desarrollaba y
los planes de contingencia ya planeados y practicados con anterioridad, sólo quedaba
esperar a ver que sucedería para que la reina ordenara cual de lo planes pondrían en
acción.
*****
Naida y Delto estaban alarmados por la agitación repentina que mostraba Erga mientras
estaba en trance, parecía claramente desesperada, la demora de sus macabros compañeros
no hacia más que incrementar su nerviosismo y para coronar todo escucharon el sonido que
a para el estado en el que encontraban lo interpretaron totalmente peligroso para su
salud.
-No se tú pero lo que soy yo recojo mis cosas y me largo de aquí- dijo Delto al
levantarse de un salto del suelo en donde se encontraba sentado al lado de Naida.
-¿Qué con Erga y los demás?- preguntó totalmente asustada la joven mujer levantándose
también y siguiendo de cerca al alto y fuerte hombre cuyo ojos verdes buscaban
desesperados sus pertenencias.
-No sé, que se arreglen como puedan- contestó determinado el castaño hombre mientras
recogía sus rápidamente algunas de sus pertenencias y colocaba sin ningún arreglo dentro
de un zurrón para luego hacerse con algo de carne de su reciente caza.
Mientras que Naida lo imitaba hecha un manojo de nervios, tropezando y cayendo en varias
ocasiones ya que sus piernas temblaban descontroladamente.
-¡¡Ey, espérame!!- pidió la joven de cabellos oscuros al ver al hombre subir sobre los
lomos de unos de los caballos al terminar de ensillarlo.
-No querida, cada quien por su lado- dijo el hombre mirando a Naida- puedo conseguir a
otra para que me dé los mismos favores que tu me proporcionaste- y con estas palabras y
una sonrisa burlona el hombre espoleó al caballo y emprendió la huída a todo galope.
La mujer vio pasmada como Delto se perdía de su vista en la oscuridad que todavía
quedaba, un golpe la sacó de su estado, golpe que casi hace que su depravado corazón se
le saliera por la boca del susto que le dio. Su mirada se clavó en el cuerpo caído de
Erga sobre el duro suelo, el cuerpo de la mujer mayor boqueaba como buscando aire.
Ese imagen fue lo que decidió a Naida en tomar un caballo para abandonar todos sus
planes con el ese grupo, no sabía que había salido mal pero si sabía que ese no era el
momento para buscar respuesta y también se decía internamente que su hermano sabía y
podía cuidarse él sólo.
-Me parece que la ambición de Tailus ha sido más de lo que ha podido manejar- dijo al
frío aire de la madrugada, mientras que tomaba otra dirección a la Delto y abandonaba a
la mujer que había sido su iniciadora y maestra durante años.
*****
Eponi fue la primera en salir a la superficie boqueando por oxigeno para sus exigidos
pulmones, dando cuenta dolorosamente al aspirar profundamente un punzada de dolor en un
costado, sólo un bajo gruñido salió de su boca. Agorándose el dolorido costado se
mantuvo a flote mientras que con una mirada ceñuda buscaba las otras dos guerreras pero
no las divisó lo que la inquieto sobre manera.
Xena con mucha dificultad y con la ayuda de sus fuerte piernas para impulsarla fue la
segunda en salir a la superficie, apenas produciendo ruido mientras boqueaba por aire,
la cabeza le daba vueltas y el dolor en su espalda y costillas la hacían sentir
adormecido el tronco prácticamente impidiéndole mover los brazos. Mirando a su alrededor
identificó a dos brazos de distancia a su amiga Eponin que la miraba alarmada lo que le
dijo que algo no iba bien y recorrió con su azul mirada la superficie del río buscando
la razón.
Algo tocó la pierna derecha de Xena bajo el agua y la fiera guerrera se puso en guardia,
tratando de sacar su espada pero sus brazos apenas pudieron alejarse de su cuerpo, este
movimiento le produjo un dolor abrasador en su magullada anatomía y apretando los
dientes ahogó el gemido de dolor.
La cabeza de Solari se materializó al lado de la campeona de la reina amazona pero se
veía que estaba casi sin sentido por lo que las otras dos guerreras se esforzaron por
asir el cuerpo de la tercera guerrera en emerger de las gélidas aguas.
Ninguna de las tres amazona hablaba, como las excelentes guerreras que eran sabían que
mantener el silencio era lo que exigía en ese momento, sabían que cerca debía estar el
hombre que las atacó y que había ser alguien de cuidado, ellas no le iban a dar su
posición a aquel agresor. Si ellas habían sobrevivido lo más probable es que él también,
no lo menospreciarían eso sería un muy grave error, error que ellas no cometerían.
Ephiny hizo señas de guerreros a Xena para salir del río por la orilla cercana a ella,
a lo que la Ex Señora asintió y con un esfuerzo en conjunto y silencioso fueron
acercándose a la orilla hasta que pudieron sostenerse sobre sus pies en el fondo del río
y casi arrastrando sus botas salieron dificultosamente al helado viento nocturno.
Mientras estuvieron dentro del agua no habían reparado en lo helado del agua pero ahora
que estaban fuera el frío era espantoso.
Con algo de cuidado depositaron a Solari sobre el suelo cubierto de piedras y tierra
para luego caer Eponin echa un ovillo, por el dolor abrasador en su costado, mientras
que la guerrera de largos cabellos negros ponía una rodilla en suelo y se apoyaba sobre
la otra pierna también presa del dolor, maldiciendo por los golpes recibidos. Las
maldiciones de la guerrera fueron interrumpidas cuando los vellos de su nuca se erizaron
y no ha causa del frío, barrio los alrededores con una helada mirada igual al tiempo que a
duras penas sacaba su espada.
Eponin al ver la reacción se incorporó casi, casi, de un salto también maldiciendo para
sus adentros, para cuando estaba a punto de sacar su espada el trío escuchó el sonido de
cascos de caballos aproximarse. Solari se sentía como si acabara de regresar a su
cabaña luego de una larga noche de celebración en la cual había ingerido varios barriles
de vino por lo mareada que se encontraba.
Los azules ojos de Xena se clavaron en un bulto que se encontraba del mismo lado del río
en que estaban ellas sólo que a unos treinta metros corriente arriba, bulto que
permanecía inmóvil, con un movimiento de cabeza la guerrera señaló a sus compañeras el
bulto.
Dos caballos y un jinete aparecieron en la oscuridad a unos sesenta metros de distancia
río arriba.
-¡¡¡¡TAILUS!!!!- llamó Baltos.- ¡¡¡¡TAILUS!!!!
-¡¡¡AQUÍ!!!- fue la respuesta al llamado.
El trío de guerreras ya iban de camino cuando Baltos de detuvo frente a su compañero
herido, que si no hubiera sido por las "costumbres" a la que se dedicaban, ya estuviera
en la barcaza de Caronte rumbo al Hades.
-¡¡¡Rápido las amazonas no demoran en llegar!!!- informó Baltos al herido, mientras se
bajaba de un salto para ayudar al alto y corpulento hombre para irse a toda prisa de
allí.
Las guerreras casi sorprendieron a ambos hombres mientras el pelirrojo tomaba las
riendas de su caballo para luego montar en el luego de haber ayudado a Tailus, este vio
las siluetas amenazantes.
-¡¡Allí están!!- anunció el herido mientras sacaba un hacha de un lado de su montura y
arrojándolo con dirección a Xena.
El hombre la reconoció aquellos témpanos azules casi incoloros que vio muy cerca de su
rostro antes de sentir sobre la piel de su pecho el filo de su arma, que juraba vio
aparecer en su mano en un parpadeo, arma que no pudo identificar porque prácticamente no
la vio.
Ante el recordatorio doloroso que sentía en ese momento no dudo en utilizar el hacha que
siempre mantenía a mano en su montura, arma que generalmente utilizaba para destazar a
sus víctimas, ahora la utilizaba para tratar de salvar su pellejo de ese hermoso demonio
de largos cabellos negros.
Baltos montó de un salto a su caballo y vio a las tres guerreras correr hacia ellos
mostrando sus espadas listas para usarlas en su contra, al pelirrojo no le hizo falta
otra advertencia y con una fuerza espantosa dio un tirón de las riendas que prácticamente
levantó a su caballo para posicionarlo en dirección contraria e iniciar la retirada a
toda prisa.
-¡¡ABAJO SOLARI!- Xena vio el resplandor de la hoja dirigirse hacia ella a una velocidad
y precisión pasmosa por lo que lo único que pudo hacer fue caer sobre sus espaldas
mientras que con su espada lograba apenas desviar de un golpe la trayectoria de la
mortal arma cuando esta paso exactamente sobre ella.
Para cuando el cerebro todavía atontado de Solari captó el aviso y diera la orden a su
cuerpo el obedecerlo fue cuando escuchó el sonido de metal contra metal casi en su cara,
cuando la guerrera sintió el duro suelo a sus espaldas escuchó el de algo clavarse a su
izquierda a unos metros.
-¡Solari!- llamaron Eponin y Xena a la vez casi sobre la amazona que miraba ceñuda como
se teñía el cielo al amanecer, sin entender nada.
-¿Estas herida?- preguntó alarmada Eponin mientras palpaba a su hermana amazona.
-Creo... creo que sí- dijo no muy convencida la aludida, mientras se sentaba con los
brazos extendidos hacia atrás para sostenerse.
Xena un poco más aliviada miró por donde habían huído los dos hombres de fuerza
extraordinaria, nada de lo que hicieron pasó desapercibido de los atentos ojos de la
guerrera, dándose cuenta que no los alcanzaría a pie y en su estado decidió ir por el
arma que casi les cuesta la vida a una de las dos.
Recogió el hacha percibiendo un olor cobrizo emanar de él, mientras Solari ya en pie y
Eponin se acercaban a ella, ambas se quedaron congeladas al ver el arma, el darse cuenta
que de no haber sido por los reflejos asombrosos de la oscura guerrera, la valerosa
amazona hubiera perdido la vida.
-Vamos, avisemos a los centauros y preparémonos para salir en busca de esos hombres-
dijo Xena sacando a ambas guerreras del shock en el que se encontraban, mientras se
tomaba la muñeca que sostenía la espada con la otra mano y emprendía con paso rápido el
camino.
*****
Galas sentía un dolor increíble en su mandíbula, dolor que le provocaba mareos y arcadas,
estas últimas controlándolas a duras penas, para ese momento no podía pronunciar palabra
alguna. La compacta y morena guerrera estaba aguantando a muy duras penas el ritmo de
cabalgata que llevaban, pensando que no sería de mucha ayuda y concentrándose en no caer
del caballo.
Lectis, Galas y Mandy intentaban cruzar el río en sus caballos, notando lo helada que
esta estaba por lo que tuvieron que exigir a sus montura hacer el esfuerzo. Las dos
amazonas ilesas notaron que su otra compañera no emitía ninguna orden a su caballo por
lo que mientras luchaban para guiar a los suyos le dirigieron una mirada, dándose cuenta
que esta haciendo un esfuerzo grandísimo para seguirlas.
-Galas, dame tus riendas, Mandy termina de cruzar y vigila- ordenó Lectis, mientras
detenía a su caballo para esperar a que la morena amazona llegara a ella.
En silencio Galas entregó las riendas a su compañera, entonces se asió fuertemente de la
montura, dejando todo a cargo de Lectis.
-Mandy, lleva mi caballo- la delgada pero fuerte guerrera tomó una decisión al llegar al
otro lado del río.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó la joven de dieciséis veranos, mientras que Galas la
miraba con ojos interrogantes.
-A montar con Galas antes que caiga de su caballo- fue la respuesta mientras adentraba
un poco sus botas en las aguas heladas para empapar un trozo de su manto para regresar
rápidamente y montar tras la sorprendida guerrera para posteriormente colocar el trozo
de tela sobre la cabeza y luego rodear la cintura de la Galas y tomar las rienda con la
otra de las manos de su compañera.- ¡Adelante!- ordenó.
Tras un pequeño rato de reiniciar la búsqueda de Xena, Eponin y Solari, las chicas
escucharon cascos a todo galope dirigirse hacia ellas por lo que se detuvieron y
ocultaron entre unos árboles, sacando sus espadas por si acaso.
Vieron a Tailus y Baltos a todo galope, antes de que pasaran frente a ellas, al primero
lo reconocieron aunque iba un poco inclinado sobre su cabalgadura, postura inequívoca de
que se encontraba herido.
En un movimiento ágil logrado por la práctica la joven Mandy tomó su arco de un lado de
su cabalgadura, luego la flecha y apuntó hacia el desconocido cuando pasaron a toda
velocidad frente a ellas, Lectis no se lo impidió, sabía que lo más probable no tendrían
oportunidad de enfrentarlos en esos momentos, cuando la jovencita creyó que era el
momento soltó el disparo.
-¡¡¡HIJAS DE BACANTE!!!- vociferó el hombre al sentir la flecha atravesarlo bajo su
omoplato derecho pero sin detener su huída, aunque inclinándose un poco al momento del
impacto.
Las tres guerreras ocultas se miraron desconcertadas, hubieran jurado que el tiro hizo
blanco pero fuera del grito escuchado y el movimiento, el hombre no cayó ni detuvo para
nada la desaforada cabalgata.
-Pero... pero le di- dijo extrañada Mandy.
-Estoy segura, ahora a buscar a las chicas, necesitan de nuestra ayuda- dijo Lectis
guiando a su caballo nuevamente a las orilla del río para ir en busca de las guerreras.
En tanto Mandy se encogía al ver la hinchada y amoratada mandíbula de Galas que ahora la
tenue luz alba permitía "apreciar" el daño. La chica sintió una punzada de admiración
por la fuerte guerrera y pidió a Artemisa intervenir a su favor para ayudarla en el
dolor que estaba segura sentía Galas en esos momentos.
*****
Respondiendo al llamado de su dueña, Argo seguida de los caballos de las dos amazonas se
encontraron con ellas de frente y para cuando todas estaban montando escucharon y vieron
a las otras tres amazonas acercarse por el mismo camino que ellas habían andado.
-¿Están bien?- preguntó Lectis una vez estuvieron cerca mientras detenía el caballo.
-Bueno, estamos mejor que Galas- respondió Eponin con ojos como platos al ver el rostro
de la guerrera mencionada.
-No tienes buen semblante- le informó Solari a Galas mientras hacia un gesto de dolor al
sólo verla, la aludida solo emitió un gruñido que cortó de inmediato al sentir la oleada
de dolor y nauseas que ese simple acto le provocó.
-No perdamos tiempo y vamos donde los centauros- dijo Xena buscando en sus bastos
conocimientos la manera de ayudar a Galas, mientras escuchaba a Lectis ponerla al tanto
de lo sucedió con los dos hombres hacia unos momentos.
Al llegar donde se encontraban los centauros vieron que hacían falta tres y los que se
encontraban mantenían las manos lejos de sus cuerpos mientras que dos amazonas los
mantenían a distancia de tiro de arco mientras ellos trataban de explicar la situación.
Ya habían sido informadas de la llegada del Xena y las demás por parte de las vigías que
habían acudido desde los otros puestos al llamado, estás se mantenían ocultas entre los
árboles también con sus arcos listos para hacer blanco en los centauros.
-Bajen sus armas, no son peligro- fueron las palabras concisas de Eponin al estar a
distancia que las chicas podrían escucharlas, las amazonas obedecieron pero sin
quitarles el ojo de encima, todavía recelosas por encontrarlos en su territorio.
Una vez llegaron Eponin puso al tanto a los centauro sobre los hombres ahora en su
territorio, mientras las demás siguieron de largo hacia el puesto de vigilancia para
atender a Galas. Ellos a su vez informaron que enviaron a tres de ellos a poner al tanto
a Tildo para que enviaran refuerzos.
El grupo de guerreras se reunió con las amazonas que ahora hacían guardia en el puesto
de vigilancia que había quedado abandonado que salieron de sus "escondites" en los
árboles al ver que Galas estaba herida, mientras las demás bajaban rápidamente de sus
caballos y ayudaban a bajar a la guerrera herida que fue prácticamente deslizada de la
montura por Lectis.
Con mucho cuidado depositaron a Galas sobre la hierba, a estas alturas la amazona no
podía ni abrir los ojos debido al dolor y fuerte mareo, Xena palpó delicadamente el área
afectada pero aún así fue una tortura para Galas, la zona la tenía hinchada y amoratada.
La guerrera sanadora una vez comprobó que la mandíbula estaba fracturada procedió a
aplicar puntos de presión para aliviar un poco el dolor, consiguiendo que la postura de
la amazona se relajara.
-Que alguien se quede con ella y le ponga agua fría en la hinchazón- dijo Xena
extendiendo el brazo para pasar el trozo de tela que cubría la cabeza de Galas. Una
jovencita aprendiz lo tomó y corrió hacia el río en su caballo para traer el agua
fresca y sobre todo fría- Galas masajea suavemente aquí, en círculos lentos- instruyó
Xena mostrando como debía masajear las sienes.
-Vienen refuerzos- informó una de las dos vigías que se mantuvieron en sus puestos.
Tras un momento apareció el grupo de veinte guerreras totalmente armadas listas para
entrar en acción.
Eponin se reunió con el grupo y Xena explicó el plan a seguir, el cual consistía en
dividirse en dos grupos, uno que iría con los centauros y otro con desde el lado del
territorio centauro pero por todo el borde del río para seguir las huellas y ubicarlos,
no sin antes advertirles de la descomunal fuerza y su inusual resistencia a las heridas
mortales.
-¡Vienen los centauros!- informó una vigía.
-Bien vamos, Solari dirige al segundo grupo, quiero a tres que permanezcan aquí y en
cuanto se pueda trasladen a Galas a la cabaña de la sanadora- ordenó Eponin.
Solari se encargó de separar a los grupos y elegir a tres amazonas que permanecerían en
el puesto, las cuales resultaron ser de las vigías ya que estaban más cansadas y sin
armaduras.
-Tildo, tenemos un gran problema- dijo Xena una vez que saludó al gallardo jefe centauro
con un fuerte apretón de antebrazos.
-He sido informado por la guerrera Eponin- dijo Tildo.
-¿Donde está la reina amazona?- preguntó uno de los generales centauros agitando la cola
nerviosamente como la mayoría de los suyos.
-Mi reina se encuentra asistiendo a la sanadora con una guerrera que resultó con una
grave herida en la cabeza- contestó Xena antes que ninguna otra, mirando fijamente al
desconfiado centauro y resaltando la sumisión de ella ante Gabrielle, cosa que
sorprendió a los centauros.
-No se hable más tenemos que encontrar a nuestros guerreros y a esos hombres- dijo Tildo,
escupiendo las últimas palabras.
A la señal de los dirigentes los grupos se dividieron como era lo planeado para cumplir
con su parte.
*****
Las amazonas que estaban fuera cumpliendo con sus deberes la noche anterior comenzaron
a llegar a la aldea con el amanecer, reforzando de esa forma la vigilancia en ella.
-Gabrielle, ya está listo otro grupo para salir- le dijo Ephiny a la rubia reina cuando
esta se la encontró en la entrada de la cabaña de la sanadora.
-Bien, hay que reforzar las fronteras, sólo hay una vigía en cada puesto- comentó
Gabrielle.
-Si, esta todo arreglado como lo hablamos y los grupos que protegerán la villa en caso
de que pasen las líneas de la fronteras- confirmó la rizada y rubia regente- ¿Cómo está
Raisa?.
-No se ve bien pero por lo menos la hinchazón y el sangrado se han detenido- contestó la
ojiverde mirando hacia la frontera norte- Xena necesita verla, voy a ir en su busca-
dijo decidida.
-Gabrielle no es necesario- pidió Ephiny, aunque sabía que no podría hacer nada para
impedírselo, sólo tenía que ver la determinación en su mirada y la armadura a un lado.
-A esta hora los centauros deben estar enterados y más de uno estará cuestionando mi
ausencia- informó mientras se colocaba la armadura que había solicitado a una de sus
guardias.
-Tienes razón sólo te pido que no hagas ninguna locura y recuerda que la guardia real
está entrenada para cuidar de ti, no se los impidas- las palabras de fueron dichas con
la ternura de una hermana mayor.
-Si mamá- fue la juguetona respuesta.
-No le des motivo a la Destructora de Naciones a arrancarme el pellejo- devolvió la
pelota Ephiny, mirando seria a su joven y encantadora amiga.
Gabrielle asintió tomando las palabras en broma pero muy en serio, mientras terminaba de
ajustar su armadura, sabía que era mejor ponérsela porque de lo contrario sabía que su
amor se enojaría muchísimo y eso no es lo que quería, lo que quería era encerrarse en la
cabaña por unos días con la guerrera que le hacía el amor hasta hacerla sentir que
tocaba los cielos.
-¡¡VAMONOSSSS!!- Gabrielle gritó la orden azuzada por ese recordatorio.
El repentino gritó asustó a todas, que se miraban las unas a las otras sin comprender el
porque de la repentina actitud de la pequeña reina que se dirigía a montar una hermosa
yegua café, la cual era sujetada por Rayen.
Como nadie encontró razón miraron a Ephiny que desde los escalones de la cabaña de la
sanadora que sólo se encogió de hombros con una mirada divertida, la bardo parecía una
niña disfrazada de guerrera cosa que engañaba sino la conocías, sabía que si ella
quisiera podría tomar la vida que quisiera pero también sabía que eso no estaba en la
naturaleza de la joven reina.
El sonido de los cascos de caballos a la carrera la sacaron de sus pensamientos,
entonces se enfocó en lo que había de que ocuparse en la aldea y comenzó a dar órdenes.
*****
Los dos grupos de guerreros cabalgaban hacia el lugar donde acamparon los centauros la
noche anterior para comenzar la búsqueda de evidencias que corroboraran lo dicho por
Neito, aunque se supone debía ser un solo grupo cada cual cabalgaba de un lado diferente
sin mezclarse y mirándose de reojo para mantenerse vigilados.
Al llegar al lugar de lo hechos los rastreadores de cada grupo comenzaron a peinar el
área en busca de huellas mientras el resto permanecía a distancia prudente para no
interferir con la búsqueda.
-Cinco pares de huellas, tres de hombres y dos más pequeñas, seguramente de mujeres-
dictaminó la joven Tainy bajo la mirada atenta de una veterana rastreadora que mantenía
silencio lo que indicaba que la explicación era correcta.
-Tres pares de las pisadas se hacen profunda al regresar por donde vinieron- intervino
la veterana rastreadora.
-Entraron al campamento por aquí- dijo otra amazona que seguía las huellas con un
centauro tan cercano a ella que la incordiaba pero que tenía que tolerar.
Los centauros estaban poniendo a prueba la capacidad de las amazonas, dejando que
hicieran el trabajo ya que ellos tendrían que inclinarse y eso para ellos significaba
estar en desventaja aunque se supone que estas eran sus nuevas aliadas pero lo cierto
era que generaciones de ser enemigos no se borran de la noche a la mañana.
Tildo recordó en silencio de sus pensamientos que había sido fuertemente cuestionado por
su gente pero había conseguido que sus generales entendieran que era el momento para
intentar la paz con estas mujeres que a través de los años les habían ocasionado
demasiadas bajas, además que su nueva reina estaba intentando extender un puente para
conseguir esa paz.
El inteligente jefe centauro lo enfocó de una forma de beneficio estratégico para ellos
el día que en una asamblea planteó intentar la alianza con las amazonas, luego de varios
intentos de acercamiento por parte de la joven reina. Utilizó una razón de mucho peso y
esa razón tenía nombre, Xena, si antes era difícil enfrentarse a las amazonas no quería
ni pensar en enfrentarlas ahora que contaban con la mejor y más despiadada guerrera que
haya existido. El que la sangrienta e indomable guerrera hubiera cambiado su vida lo
hizo darse cuenta que esa pequeña y joven rubia ocultaba un increíble poder, el poder
del convencimiento y la tenacidad, armas nada despreciables desde su punto de vista y
así lo hizo saber.
-¡¡AQUÍ!!- gritaron dos centauros unos treinta metros entre el bosque y la maleza,
mientras que dos amazonas identificaban las huellas entre el lodo batido, dándose cuenta
de varias cosas, mientras todos cabalgaban hacia allí.
-Hay sangre, al parecer mucha- intervino la veterana rastreadora.
-Demasiada- corroboró Xena al levantar lo que a ella le pareció un extraño pedazo de
lodo pero al tocarlo se percató que no lo era se lo llevó hacia la nariz, percibiendo el
olor carne muerta.
El acto de la alta guerrera no pasó desapercibido por nadie presente, Tildo se acercó y
tomó el trozo de "lodo".
-Agua- solicito el jefe centauro, y enseguida le proporcionaron lo solicitado, al
lavarlo fue revelado parte de lo que parecía ser un trozo de carne con hueso que al
parecer fue cortado por algo filoso.
Los centauros comenzaron a agitar la cola de manera muy nerviosa, mientras las amazonas
asimilaban la noticia.
-Hay más pedazos dispersos- señaló la rastreadora veterana mientras se mantenía en
cuclillas.
-Tres hombres lo atraparon en el campamento y lo trajeron aquí para matarlo- Xena
comenzó a interpretar las evidencias- sigamos las huellas a ver donde nos llevan.
-Centauros, mantengan la distancia y cuidado donde pisan- solicitó Tildo, sabía que
ellas podían hacerlo más rápido y no quería darles la oportunidad de ampliar la ventaja
que ya tenían esos asesinos.
Xena, Eponin eran excelentes rastreadoras e iban a la cabeza con las otras rastreadoras
siguiendo y buscando rastros, huellas y todo lo que pudieran encontrar para atrapar al
grupo. La extraña tormenta que cayó en esa área esta exigiendo de las capacidades de las
rastreadoras ya que había borrado la mayoría casi la totalidad de los rastros en el
suelo lodoso por lo que las guerreras observaban con detenimiento las ramas tanto en el
suelo como las de las plantas que las rodeaba, ellas sabían que buscar.
Fueron avanzando con cuidado, con lentitud, no querían apresurarse y perder las escasas
pistas, ramas rotas más que todo era lo que había para seguir con ojos de águila.
Xena sintió una sensación en su piel, en su corazón que reconoció inconscientemente, no
se trataba de peligro era la sensación más dulce que podía sentir, percibir, es mi
bardo, mi reina, se dijo internamente disfrutando de la sensación.
El sonido de cascos a la carrera que se detenían tras ellas a cierta distancia fueron
escuchados por las rastreadoras pero sólo Eponin giró la cabeza para saber de quienes
se trataban, se sorprendió al ver a Gabrielle ataviada con armadura de combate, una
mujer preciosa a la vista de la guerrera mientras ésta saludaba a Tildo e intercambiaban
palabras ajena al escrutinio de Eponin, mientras recibía el saludo acorde a su presencia
por parte de las amazonas y ella asentía al saludo bastante sonrojada.
-Es Gabrielle- informó escuetamente Eponin apartando la mirada de la dorada reina y
volvía a la búsqueda.
-Lo sé- fue el comentario de Xena que fue acompañado de una sonrisa de felicidad de la
bella guerrera.
Las rastreadoras se sorprendieron al saber de la presencia de su reina allí pero más se
desconcertaron de las palabras de la guerrera de largos cabellos negros con sonrisa de
felicidad en su cincelado rostro pero sin apartar esos alucinantes ojos de lo que hacia.
Eponin se encogió de hombros a la pregunta tácita en la miradas de las amazonas
alrededor al dirigirle esas miradas para luego volver a lo suyo.
Tras casi una marca de vela después encontraron el lugar donde fueron enterrados algunos
restos del centauro. Un montón de tierra floja con huellas alrededor la hizo escarbar un
poco a Xena, Eponin y otras dos amazonas, mientras las demás partían para continuar el
rastro de las huellas.
No tardaron mucho en comenzar a encontrar partes del cuerpo claramente centauro, Tainy
se retiró para vomitar al ver el macabro hallazgo, era la primera vez que veía algo
semejante, no pudo aguantar, mientras las demás guardaban silencio asimilando el
dantesco hallazgo, ya eran guerreras veteranas y cuerpos mutilados no era nada nuevo
para sus ojos, la diferencia era que el estado de esos cuerpos era por la batalla y aquí
faltaban partes.
-Elinia, avisa a los demás y que vengan- ordenó Eponin conteniendo el revoltijo que
sentía en el estómago y que quería subir por el esófago.
La amazona aludida apartó la mirada estupefacta y se giró para cumplir la órden sin
decir ni una palabra, los demás no se encontraban tan lejos sólo que no estaban a la
vista así que la caminata no fue larga.
La noticia fue recibida con enorme pasmo e incredulidad por todos los oyentes, los
jóvenes tanto centauros como amazonas sintieron temor, tras un momento para asimilar la
noticia comenzó el movimiento hacia el lugar donde se encontraban parte de los restos.
-Necesitamos los mantos para envolver los restos- solicito Xena al interceptarlos antes
que se acercaran demasiado, mientras que tomaba a Gabrielle por la muñeca para detener
su avance.
La bardo sólo tenía ojos para su guerrera, desde la distancia había visto los golpes en
su rostro y lo ahora húmeda de sus ropas. Estaba enterada de lo sucedido con uno de los
hombres misteriosos, sabía que Xena se había llevado buenos golpes al igual que Eponin,
Solari y la pobre de Galas a la que había visto cuando llegó al puesto de vigilancia.
-¿Xena estas bien?- preguntó la rubia bardo preocupada mientras pasaba la pierna
izquierda por encima de la cabeza de su yegua, sabía que la guerrera la sostendría en
sus fuertes manos.
-Si, sólo algunos rasguños- contestó mientras sostenía a su bardo por la cintura y la
depositaba en el suelo.
Gabrielle aprovechó que se había apoyado en los anchos hombros de su guerrera para
abrazarla, olvidando por completo todo a su alrededor. No escuchaba que Tildo ordenaba a
un grupo acercarse con él al cuerpo para ver de cual de los centauros desaparecidos se
trataba, aunque era casi seguro que era Cactor.
-Te amo Xena- confesó de corazón la bella mujer con la cara oculta en el cuello de la
alta mujer.
-Y yo a ti- fue la confesión de la guerrera- ¿te parece si podemos posponerlo?- el tono
inseguro del susurro en la oreja de la bardo le causó gracia.
-Oh, claro amor, tenemos problemas que resolver- contestó Gabrielle avergonzada pero
sonriente. Avergonzada por darse cuenta en donde y la circunstancias en la que estaban,
sonriente por lo tierno que le pareció el tono de la pregunta.
-Bien, entonces tenemos un acuerdo- concluyó sonriente la guerrera de ojos azules ahora
chispeantes.
-Enviamos un grupo para la búsqueda del otro centauro desaparecido- le dijo la bardo que
la miraba con adoración- una de las chicas ha visto aves de rapiña por allá, mientras
vigilaba hace un rato.
-Buena idea, Solari está tras la pista desde el río y acá también, espero que podamos
encontrarlos- dijo mientras veía como los centauros envolvían los restos de su compañero.
No hubo más palabras y ambas se dirigieron hacia el lugar donde estaban los restos,
prácticamente rodeadas de la guardia real.
-Amazonas, se aplicará nuestra justicia- la voz exigente de Tilos se alzó con furia,
furia que era compartida por los suyos.
-Si es que los atrapamos con vida y ninguna de las nuestras muere en el intento-
contestó Gabrielle al intercambiar una mirada con Xena, todas comprendían el motivo de
los centauros, evidencias de una despiadada muerte centaura estaba frente a ellos y era
muy posible que fueran dos.
El intercambio de miradas entre la joven reina y el jefe centauro fue interrumpida por
la llamada urgente de las rastreadoras.
Continuará...