Tailus resbaló nuevamente pero esta vez rodó por una zanja de unos tres metros de
profundidad, clavándose el cuchillo en el muslo izquierdo al rodar -¡¡MALDICIÓN!!- gritó
frustrado más que adolorido, se sacó el chuchillo mientras seguía rodando pero lo
perdió en unas de la vueltas al salir disparado por los aires lejos de su dueño.
El fuerte hombre se apretó la herida de la pierna una vez llegó al fondo de la zanja por
la que ahora corría una pequeña corriente de agua, ladeó la cabeza para soltar un bufido
ya que había quedado bocabajo con la cara metida en un charco de agua con lodo. Sabía
antes de levantarse que perdería al centauro que ya de por sí le había sacado ventaja,
entonces se sentó con algo de trabajo y buscó a tientas el cuchillo sin resultados
positivos.
Muy molesto decidió que lo mejor era regresar con los suyos y comenzó el ascenso a tres
patas ya que el dolor de la herida le molestaba, cuando estaba terminando de salir de la
zanja vio pasar a la carrera a Baltos.
-¡¡¡¡HEY!!!!- gritó Tailus para llamar la atención del hombres que detuvo su carrera de
manera aparatosa al resbalar sobre la tierra mojada- déjalo no lo alcanzaremos- dijo
furibundo- ayúdame a salir y regresemos cuanto antes.
Ambos hombres regresaron sobre sus propios pasos, uno apoyado en el otro para que la
retirada fue lo más rápida posible, lo cual fue muy rápido ya que ambos estaban
"recargados" recientemente.
-Todavía están dormidos- dijo Baltos al pasar cerca de donde estaban los hechizados
centauros.
-No entiendo como es que uno de los hechizados despierta antes de tiempo- comentó Tailus
a la carrera, aunque cojeando.
-Creo que la vieja esta perdiendo su toque- las palabras fueron dicho en serio pero en
tono burlón.
Tailus se mantuvo callado pero pensando en que su hermanita tenía que terminar de
aprender lo que Erga todavía le faltaba por enseñarle pero era conciente de que la
mujer mayor no era ninguna tonta.
Los hombres siguieron corriendo en su regreso pero un poco confundidos y desorientados
por la poca visibilidad debido a la lluvia cerrada que prácticamente imposibilitaba el
avance hasta que un oportuno relámpago que iluminó por unos momentos los orientó en
relación a un gran árbol por donde habían enterrado al centauro.
Los poderes mentales de Erga se habían restablecido completamente, el usarlos implicaba
utilizar mayor esfuerzo, sabía que el alimentarse mientras los utilizaba debilitaba su
hechizo y por eso era que perdió la conexión con el joven centauro, al asimilar la nueva
fuente de "energía" en su organismo, su hechizo volvió a hacerse fuerte, regresó con los
demás a su campamento luego de acabar de enterrar los restos del centauro a toda carrera,
¡¡como una chica de veinte inviernos!!, se felicitaba cuando regresaba en su
trance mental a tratar de ayudar a los hombres.
Se "encontró" con ellos cuando pasaban cerca del campamento centauro pero en vez de
regresar a su cuerpo, se fue en busca del centauro, ¡¡¡Estúpidos, ¿cómo lo dejaron
escapar?!!!, tendré que encontrarlo, con eso en mente avanzó mentalmente en el
boque, tratando de encontrar al fugitivo, luego de unos momentos escuchó una cabalgata
agitada y se dirigió hacia allí.
*****
Como dos marcas después de media noche, Amalia se inclinó un poco en la plataforma de
vigilancia en la altura de los árboles, algo en el horizonte estrellado de la noche
llamó su atención, una parte del cielo es estaba comenzando a nublar levemente, estiró
su brazo derecho y tocó el hombro de Galas su compañera de vigilancia, desde hacía menos
de cinco minutos cuando ambas reemplazaron a Xena y a Eduina, la aludida giró su cabeza
hacia un lado buscando en dirección donde señalaba la joven amazona.
-¡¡Eponin, Xena!!- llamó alarmada Galas desde su puesto de vigilancia.
Ambas guerreras estaban tomando un té caliente junto a la oculta fogata junto a varias
amazonas, levantaron la mirada inmediatamente, luego del llamado, hacia el lugar donde
se encontraba el puesto de vigilancia.
-Se nubla hacia el norte- con esta palabras se inicio una rápida escalada a los árboles
para ver lo que se les comunicaba, las guerreras aludidas subían con el seño fruncido
tratando de asimilar lo que habían escuchado, mientras las otras dos guerreras corrieron
hacia el borde de los árboles.
Ambos dúos de guerreras se detuvieron cuando desde donde estaban podían ver claramente
que efectivamente era prácticamente la zona de la noche anterior, estaba ya
completamente nublada y comenzando a llover a cantaros, antes de salir de su pasmo
escucharon truenos y luego relámpagos iluminaron las pesadas nubes sobre esa parte del
bosque perteneciente al territorio centauro.
Cantos de búhos se escucharon casi al mismo tiempo de extremos opuestos, eran de las dos
parejas de amazonas que daban un recorrido al área que vigilaban, los cantos sacaron del
asombro al grupo de amazonas.
-Galas ordénales mantenerse en el puesto- ordenó Eponin, reanudando el ascenso. La orden
fue cumplida de inmediato.
-Xena, algo está pasando allá- dijo Eponin sin quitar la vista de las nubes, al igual
que sus compañeras.
-Lo sé- fue la escueta respuesta, la alta guerrera sentía los bellos que cubrían su
hermoso cuerpo crispados, todos sus sentidos estaban disparados alertándole de peligro.
Una vez reconocido esto último lo que quedaba era establecer que hacer así que tomo la
decisión, tan rápida como se había formado aquella misteriosa tormenta.
-Hay que ir, algo malo está pasando y es el área donde se supone están los centauros-
dijo volviendo al suelo.
-Galas, quédate, llama a las otras y que dos se mantengan aquí vigilantes a esperas de
nuevas órdenes, ustedes dos y dos mas vayan hasta el río, quédense allí hasta que
reciban una señal o nuevas órdenes para ir por nosotras- con estas órdenes y con un
asentimiento por parte de las dos amazonas, comenzó un rápido descenso llamando a las
otras dos guerreras en tierra.
Para cuando el grupo de guerreras cruzaron el río a plena cabalgata, sus heladas aguas
no hicieron mella en sus cuerpos ni en las de sus montura, entonces sacaron sus afiladas
espadas, antes de entrara en el bosque, dirigiéndose hacia donde se supone estaban los
centauros.
Los sonidos de unos cascos que se dirigían hacia ellas las hizo detenerse tras una
señal en alto de la mano de Xena, entonces se prepararon para el encuentro, unos
sollozos mezclados con una respiración agitada, se escuchaban cada vez más cerca lo que
provocó el desconcierto de las guerreras pero sólo la joven Eduina se desconcentró al
mirar a sus compañeras algo temerosa, nunca había estado en una situación similar.
Xena lo notó inmediatamente y dirigió a Argo rápidamente más cerca de Eduina, en eso
Neito entró a la carrera, deteniéndose apenas antes de estrechar lazos con la espada de
Eponin, que la levantó al reconocerlo un instante antes de que clavara su espada en el
cuello del joven centauro.
-¡¡Ehh, calma chico!!- fueron las palabras tranquilizantes de Eponin.
Xena, señaló a Belda para que la acompañara mientras avanzaba un poco más adelante por
donde había venido el aterrorizado centauro, dejando que Eponin y a Eduina hablar con él.
Se detuvieron un poco más adelante donde todavía visualizaban a sus compañeras y al
oscuro centauro, una inclinación del suelo estaba frente a ellas, luego un llano lo
seguía, en la mitad del llano caía un fuerte aguacero.
-Nooo... nosss... ataa... atacaron- trataba de decir del centauro, en medio de su
nerviosismo.
-¿Quienes?- preguntó Eponin inclinada en su montura con una mano sobre el hombre del
joven Neito, mientras que con la otra mantenía sujeta la espada, Eduina tras recuperar
el control mantenía vigilancia entre Eponin y las otras dos guerreras.
-No... no... lo sé, mataron a Cactor- informó rompiendo en llanto nuevamente, sus patas
temblaban visiblemente.
-Eduina llévalo al puesto de vigilancia, diles a Galas que venga con las chicas y diles
a las del puesto de vigilancia que se mantengan en alerta- ordenó rápidamente Eponin,
que se dirigió hacia las otras dos guerreras cuando la joven amazona se puso a galope
con el desconsolado centauro.
*****
Galas y sus chicas estaban desesperadas por entrar en acción como toda buena guerrera,
tras un rato de estar pendientes desde la orilla del río se escucharon cascos a todo
galope, entonces todas sacaron sus espadas.
Una vez Eduina visualizó a sus compañeras les gritó las instrucciones sin detener su
cabalgata al lado de Neito, que aunque un poco más relajado todavía no podía olvidar lo
visto y a sus compañeros.
Las amazonas no se hicieron de rogar y emprendieron la cabalgata en el acto, cruzando el
río a gran velocidad pasando al lado de la joven amazona y el joven centauro,
salpicándolos de la fría agua antes que ellos lo cruzaran.
Desde el puesto de vigilancia Lectis, una guerrera de estatura mediana y complexión
fuerte aunque delgada, de unos veinticinco veranos y Mandy una de las jóvenes estudiantes
de Gabrielle, observaban desde mediana distancia con algo de dificultad como sus
compañeras cruzaron el río internándose en el territorio centauro y dos jinetes se
acercaban.
Galas llegó con la joven Amalia, la veterana Lubin y Delia una experimentada guerrera,
deteniéndose al lado de las otras guerreras que ya había planeado los pasos a seguir,
mirando extrañadas como frente a ellas llovía torrencialmente.
-El objetivo es encontrar al resto del grupo centauro, al parecer hay uno muerto, los
atacaron, no sabemos cuantos son los atacantes y si hay sobre vivientes- fueron las
precisas indicaciones por parte de Eponin al grupo recién llegado, dejando las últimas
instrucciones a la campeona de la reina amazona.
-Eponin, Galas y yo, iremos a la cabeza, cinco metros atrás Lubin y Belda, cinco metros
más atrás Delia y Amalia, no se separen a menos que se dé la orden contraria- Xena miró
a todas las caras serias a su alrededor, entonces todas asintieron y con un movimientos
de su mano hacia delante, comenzaron la búsqueda en terreno tenebrosos.
Con velocidad moderada y muy alertas las amazonas sobre los lomos de sus caballos
avanzaron bajo el torrencial aguacero, a donde se suponía debería estar el campamento
centauro, ellas sabían donde habían acampado, desde la altura en donde se encontraban
pudieron ubicarlos en horas de la tarde.
Tras unos minutos de haber entrado en la zona lluviosa a Xena se le erizaron los bellos
de la parte trasera de su cuello los caballos comenzaron relinchar a pararse en dos
patas y tratar de correr en otra dirección a la que los dirigían sus jinetes, lo que
provocó un forcejeo entre amazonas y animales para ver quien dominaba.
Xena con más facilidad dominó a su fiel Argo que se calmó con las palmadas y las palabras
de su dueña que haciéndola girar miraba a su alrededor tratando de encontrar la razón
para el comportamiento de sus caballos, no vio nada más que todo por lo cerrado del
aguacero entonces agudizo sus sentidos y sintió una presencia, no es un Dios, ¿pero
dónde esta?
Erga se asombró por la capacidad de la guerrera al detectarla y emprendió ahora su
camino hacia el puesto de vigilancia amazona, de esa forma evitaría a Xena y deduciendo
por la presencia de éstas en territorio centauro era allí donde posiblemente habían
llevado al centauro fugitivo.
La alta y morena guerrera perdió la sensación de la presencia, esperó a que todas
hubieran dominado sus caballos para entonces avanzar, esto se estaba poniendo peor,
volvieron a cabalgar hacia el campamento del grupo de centauros, entre truenos y
relámpagos, ayudándoles un poco ver por donde iban.
No tardaron casi nada en dar con el grupo, el terreno estaba resbaloso y por tanto
inestable, Xena señaló a las dos de la retaguardia ordenando bajar y revisar a los
inconscientes centauros, mientras que Eponin daba la orden también con movimientos de
su mando, de formar un perímetro en los alrededores y buscar.
Amalia y Delia bajaron de los caballos los cuales estaban nerviosos y relinchando, con
una mano sujetando fuertemente las riendas y con la otra sacudieron a los centauros al
encontrarles pulso y ninguna herida visible, no respondieron, entonces los volvieron a
sacudir con más rudeza hasta que comenzaron a volver en sí los dos primeros.
Cuando Librius y otro de sus centauros lograron enfocar vieron a dos amazonas con el
dedo índice en sobre sus labios por lo que no hicieron ruido y miraron alrededor
encontrándose con sus compañeros en las mismas circunstancias y bajo una intensa lluvia.
Las dos amazonas fueron por otros dos para despertarlos, mientras los dos despiertos
tenían problemas para levantarse sobre sus cuatro patas, pero no tardaron en levantarse
recuperando el control sobre sus cuerpos y ellos ayudaron a las amazonas a despertar a
los otros cuatro ya que dos más fueron despertados para cuando ellos pudieron ayudar.
Xena emitió un sonido de lechuza y todas regresaron al campamento para reunirse
nuevamente.
-¿Xena que ha sucedido?- preguntó Librius desconcertado y aturdido cuando vio a la
guerrera.
-Pensé que ustedes podrían decirnos, será mejor regresar lo más rápido que podamos al
puesto de vigilancia, es muy peligroso buscar a los atacantes con estas condiciones-
dijo Xena ya enfilándose para regresar.
-¡¡Falta Cactor y Neito!!- dijo Darles, cuando hubo comenzado a pensar coherentemente.
-Neito está a salvo en nuestra frontera y por lo que nos dijo, supongo que Cactor está
muerto- con un movimiento de su mano las amazonas se prepararon a emprender la carrera
pero ahora de vuelta a su puesto de vigilancia.
Librius no sabía que estaba sucediendo, se sentía atontado y débil, la lluvia que caía
era como la de la noche anterior, no tenía respuestas pero si Xena decía que tenían que
retirarse él no sería el que discutiera esa decisión aunque tuvieran que dejar a un
compañero, sintió como las miradas de su grupo estaban puestas sobre él entonces ordenó
seguirlas.
Eponin estaba de acuerdo con Xena, el lugar estaba muy oscuro y la lluvia imposibilitaba
la visibilidad, posiblemente caerían en una emboscada, el terreno estaba resbaladizo,
sin mencionar que el sitio le ponía la carne de gallina.
*****
Gabrielle había pasado parte de la tarde con las niñas amazonas contándoles cuentos,
durante la última visita de la joven reina a la aldea había hecho una especie de trato
con las niñas y era que cuando pudiera se reuniría con ellas para entretenerse
mutuamente.
Esa mañana una niña de tres verano y medio, de cabellos rubios casi blancos y de grandes
ojos grises, lograba escabullirse de una de sus madres para correr hacia la "chica de
cuentos" como ella le llamaba.
Al final a trompicones llegó a la rubia bardo que la alzó en brazos antes que tuviera un
duro encontrón con el suelo bajo los sonrientes rostros de su guardia a las cuales tenía
flechadas.
-Hola pequeña- saludó la reina sonriendo abiertamente a la pequeña.
-Hola- saludó de regreso la agitada niña con devoción en su mirada, luego trató hablar
a gran velocidad sin lograr que se le pudiera entender casi nada, dejando a la reina con
el seño fruncido.
-Mi reina, disculpa, es que Alesa quiere que escuchar cuentos como la última vez que
estuviste aquí- se disculpo Raisa, una alta guerrera de cabellos rubios, madre de la
escurridiza niña, mientras saludaba a la reina como correspondía.
La guerrera estaba felizmente casada con Verilia una talentosa artesana, ambas entre los
veintidós y veinticuatro veranos, quienes fueron bendecidas por la diosa Artemisa al
concebir a Alesa, al igual que a cada madre amazona, cosa que no sabía la joven reina
amazona.
-¡¡¡Ohh!, ¿es cierto eso Alesa?- pregunto Gabrielle risueña a la niña con igual
semblante, recibiendo varios asentimientos rápidos.- Bueno que te parece si les dices a
tus amiguitas que en la tarde nos reunamos cerca del estanque para contarle los cuentos
que les tengo preparados, ¿te parece?- preguntó, volviendo a recibir la misma respuesta
por parte de la niña.
-Levántate Raisa, diles a las otras madres que sus hijas tienen reunión conmigo en la
tarde- ordenó Gabrielle mientras le pasaba la niña a su madre, quien saludaba con una
manita a su tía Fania, de la guardia real, quien tuvo que devolverle el gesto.
En horas de la tarde bajo la sombra de un árbol la reina y una veintena de niñas
amazonas de diferentes edades se sentaban la verde hierva fascinadas por las historias
que la bardo les narraba, logrando sacarles expresiones de asombro y risas, sus madres y
hasta la guardia real que estaban a cierta distancia también estaban embelesadas con la
reina.
Al terminar se dirigió a la cabaña de Ephiny, extrañaba mucho a su guerrera, sólo se
habían visto por unos momentos después del incidente de la mañana, la palabra le
hizo torcer el rostro muy molesta.
Ephiny le contó lo que sabía luego que su joven amiga por fin se envalentó contándole el
"incidente" con su pareja.
-¡Por los dioses!- exclamó Gabrielle ruborizada hasta las raíces.
-Puedo pensar que Xena escuchó a Solari cuando se acercaba- lo dicho era la conclusión
más lógica a la cual había llegado desde que la avergonzada amazona le contara y ella
viera el intercambio entre sus dos amigas esa mañana.
-¿Quién más sabe "eso"?- preguntó la reina mientras se tapaba la cara con las manos,
cuyos codos estaban apoyados sobre sus rodillas, lo dicho por su amiga era una
posibilidad que estaba colándose en su entendimiento.
-Sólo nosotras cuatro pero si sigues actuando como alma camino al Hades, para mañana
toda la aldea sabrá que algo esta pasando entre ustedes- dijo sincera pero con guasa
Ephiny, disfrutando este momento de bochorno de su reina.
Tras la conversación y cena con Ephiny, Gabrielle salió de la cabaña de su amiga y
solicitó una bandeja con cena para Xena, luego prácticamente corrió hacia su cabaña para
darse un baño con sales y preparar todo para esperar la llegada de su incomprendida
guerrera.
Hizo las cosas con rapidez, la cena llegó pero la alta guerrera no llegaba, la reina
caminaba de un lado a otro nerviosa y ensayando lo que le diría a Xena, se miraba y se
acomodaba la camisa de dormir de manera que se viera sugerente, pensando en que nunca
había tenido la necesidad de hacer eso anteriormente por lo que había rebuscó entre sus
ropas para encontrar algo "provocativo", ya había arreglado la cama, las almohadas una y
otra vez, el atardecer estaba avanzado, al parecer la noche sería fresca y despejada.
Compórtate Gabrielle, ya eres una mujer, "la mujer" de la Princesa Guerrera, la misma
guerrera que nunca baja la guardia. Que tu no puedas controlar tu deseo por ella no
quiere decir que ella no lo haga. Este último pensamiento hizo que se sentará en la
cama cuando acomodaba las almohadas nuevamente, sintiéndose triste muy triste, de sus
bellos ojos salieron lágrimas tras lágrimas, sin poder controlarlas, su cuerpo también
se deslizó sobre la cama, subiendo las piernas las cuales abrazó mientras sollozaba.
El llanto de la reina duró un largo rato, rato durante el cual trató se sacar el dolor
al cual su imaginativa mente bárdica había pensado, ella no me ama, como yo a ella
y con esto en mente, la hermosa rubia fue quedándose dormida en medio de un sueño
intranquilo plagado de imágenes de su alta y morena guerrera disfrutando de los placeres
sexuales con otras mujeres.
Casi a medianoche Gabrielle despertó sobresaltada de una de las muchas pesadillas que
plagaron sus sueños esa noche, la cabaña estaba a oscuras, algo desorientada poco a poco
fue dándose cuenta que se había quedado dormida, su frente estaba perlada de sudor,
sudor que también humedecía su camisa de dormir, sintió frío, entonces buscó a tientas
a su derecha sobre la cama con la esperanza de encontrar el cálido y fuerte cuerpo de
Xena.
-¿Dónde estás amor?- preguntó abatida al aire frío de la noche, al sólo encontrar vacío.
Se recostó sobre sus espaldas mirando entonces en la oscuridad hacia el techo, entonces
se percató que ligeras luces se filtraban a través de las ranuras de los tablones de la
cabaña, desde afuera, eso era inusual. Se levantó cubriendo su cuerpo con una manta y se
dirigió hacia la puerta
-Guardia.
-Majestad- contestaron al instante dos guardias reales que estaban apostadas casi en la
puerta de la cabaña de la reina, las antorchas apostadas en las escalones de la entrada
les permitió ver el sudor en el rostro de la rubia.
-¡Oh!- exclamó sobresaltada la reina amazona al recibir respuesta casi en su oído nada
más asomar su cabeza por la puerta.- ¿Dónde está Xena?- preguntó nada más recuperarse
del susto.
-En el puesto de vigilancia que visitó en la tarde mi reina- contestó Marla, una de las
dos guardias reales.
-¿Sucede algo?- preguntó Gabrielle algo alarmada por la noticia.
-Eponin y Xena dijeron que se quedarían en el puesto sólo para apoyar por si algo
acontecía, mi reina- informó nuevamente Marla.
-¿Por qué están encendidas todas las antorchas en la aldea? ¿Por qué hay más vigilancia?-
las preguntas fueron hechas cuando Gabrielle salió y bajó los tres escalones en la
entrada de la cabaña pero quedándose sobre el último, mirando alrededor.
-Mi reina, fue por solicitud de Xena- dijo Marla, Gabrielle sintió una alerta por la
información recibida.
-Mi reina, ¿quieres que encienda la chimenea?- inquirió la castaña y alta Rayen, al
percatarse de que la reina acababa de despertarse, descalza y cubierta con una manta,
pensó que podría tener frío.
Las guardias reales estaban ataviadas con pantalones largos y camisas manga larga de
cuero, adicional esa noche portaban sobre sus hombros un manto para protegerse del frío
aire nocturno.
-Si por favor y también necesito otra cosa- con esas palabras la reina se giró para
entrar nuevamente a la cabaña dejando abierta la puerta para que Rayen pasara con una
antorcha y encendiera el fuego.
*****
-Toma, esto te calentará- Eduina le ofreció un te caliente a Neito, que ya tenía sobre
sus hombros un manto también proporcionado por la amazona.
-¿Estás seguro que tenías que traerlo hasta aquí?- preguntó Lectis mirando de reojo al
centauro.
-Si, Eponin dijo que lo trajera aquí- contestó Eduina que sabía que los centauros eran
enemigos hasta hace sólo pocas lunas.
Cuando Lectis iba decir otra cosa los caballos comenzaron a relinchar y tirar de sus
riendas, las cuales estaban atadas a ramas, provocando la alarma en las amazonas y el
centauro que se levantó de un salto de al lado de la fogata.
-¡¡Mandy!!, ¿qué sucede?- preguntó rápidamente Lectis a la amazona que vigilaba entre
los árboles.
-Negativo- fue concisa respuesta por parte de la vigía.
Las dos amazonas en tierra corrieron entonces a de tranquilizar a los caballos pero estos
estaban incontrolables, lanzando patadas a diestra y siniestra, mientras Neito que veía
el repentino comportamiento de los animales se sintió empujado hacia un lado, el empujón
lo hizo trastabillar siendo visto por Mandy desde su posición desde en los árboles y
por las otras dos amazonas.
-¿Qué te pasa?- preguntó Eduina a Neito.
-Sentí como si me empujaran- dijo el joven centauro absorto mientras se tocaba el brazo
derecho donde sintió un peso sólido chocar contra él.
-¡¡Algo va hacia la aldea!!- la voz de alarma la dio Mandy, que veía sorprendida como se
agitaban la ramas y plantas al paso de algo que iba a gran velocidad y que no podía ver.
La palabras dejaron helados a los oyentes, el caballo de Eduina fue el primero en
calmarse un poco cosa que aprovechó la joven amazona para subirse a él y terminar de
calmarlo.
-¡¡Ve y da la alerta!!- ordenó Lectis.
Tras la orden, la amazona enrumbó a su caballo hacia la aldea, espoleándolo para
iniciar la carrera hacia la aldea.
-Tu, quédate aquí y no te vayas a ir- Lectis le ordenó duramente al nervioso centauro
que asintió y se dejo caer nuevamente al lado de la fogata mientras la amazona volvía al
puesto en los árboles.
-Ya lo perdí de vista- informó Mandy una vez la amazona llegara a su lado, sin quitar la
mirada hacia donde había visto desaparecer a Eduina.
-¿Qué viste?
-No lo vi, sólo el movimiento de quien se dirige a aldea.
-Maldición, espero que no sea nada, ¿dónde están las demás?- los lamentos de Lectis
fueron pronunciadas mientras miraba hacia el territorio centauro desesperada por ver la
aparición de las suyas.
-¿Las alertamos?- preguntó Mandy mientras se mecía de un lado a otro nerviosa tratando
de ubicar el movimiento que había visto anteriormente.
Tras un momento de indecisión de Lectis que prácticamente daba saltitos como si así
aparecerían más rápido el grupo amazona, se giró ahora hacia la dirección de la aldea
amazona y asintió finalmente. Mandy sacó de entre el tronco un instrumento curvo de
madera con apariencia de cuerno con una boquilla a un extremo y el otro extremo una
abertura mucho más grande.
La joven amazona inspiró profundo para luego soplar por la boquilla del "cuerno" un
sonido rítmico practicado durante su formación como guerrera y que alertaba de peligro
rumbo a la aldea.
El grupo que se dirigía desde el territorio centauro al puesto amazona escuchó levemente
el llamado de alerta, por supuesto que sólo las amazonas y Xena reconocieron el
significado de ese sonido, la mirada extrañada en sus rostros mientras cabalgaban, daban
prueba de las dudas y antes que alguien preguntara algo al respecto volvieron a escuchar
el sonido eliminando cualquier duda en ellas e inmediatamente y sin necesidad de emitir
una orden todas exigieron a sus cabalgaduras a redoblar la velocidad haciendo que los
centauros hicieran lo mismo para no quedarse.
Lectis vio como un grupo de jinetes se acercaban a gran velocidad a la frontera marcada
por el río frente a ella, su mano se posó sobre su espada mientras su respiración se
agitaba pero cuando el grupo comenzó a cruzarlo reconoció a las suyas y luego al grupo
centauro. Entonces calculó la distancia y emitió el canto de la lechuza para que el
grupo se detuviera en el puesto.
-¡Librius, acampen aquí!- dijo Eponin al centauro que corría a su lado, mientras ella
continuaba su camino a todo galope con su grupo.
La subida al puesto de vigilancia sólo lo hicieron las guerreras que se detuvieron al
llegar donde estaban las dos amazonas y el centauro esperándolas.
-Algo paso con rumbo a la aldea- fue la escueta información que proporcionó Lectis
cuando el grupo de amazonas se detuvo ante ellas.
-¿¿Algo??- preguntó Eponin con el ceño fruncido al igual que el resto del grupo.
Antes de que la amazona diera alguna explicación coherente Xena salió a todo galope
sobre Argo dirigiéndola hacia la aldea con un solo pensamiento en mente GABRIELLE,
dejando a todas sorprendidas.
-¡¡¡A LA ALDEA!!!- ordenó Eponin luego se giró- Mantén la vigilancia y si ocurre "algo"
lo dejo a tu criterio- tras la orden emprendió el galope tras Xena y tras su grupo de
guerreras rumbo a su aldea.
*****
La luminosidad a un lado de un pequeño lago no muy alejado de la aldea era provocada por
antorchas, formando un circulo por deseo de la reina amazona ya que esta necesitaba
sacar la frustración que sentía en su ser.
La no presencia de la Princesa Guerrera en la cabaña de la reina al despertar la rubia
bardo provocó en su interior una frustración emocional por no poder leer entre líneas el
comportamiento de su oscura guerrera, aunado a una frustración sexual ya que la rubia
reina había planificado una ataque seductor para su mujer ataque en el que no estaba muy
segura si funcionaría ya que al practicar no sintió sus movimientos fluídos.
Solari junto a cuatro frescas guardias reales se acercaban al improvisado campo de
práctica localizado tras la aldea, escucharon antes de ver tras los árboles los fuertes
jadeos a la par del choque de madera contra madera.
Al llegar al claro se detuvieron a ver el combate entre su reina y Duina una guardia
real de compactos músculos de larga cabellera castaño claro que apartaba de su rostro
con dos trenzas a cada lado, que en ese momento esta siendo blanco de una ataque
abrumador pero que a duras penas lograba detener, exigiendo de ella su máxima
concentración y reserva de sus energías ya que en horas de medio día había participado
en el improvisado entrenamiento con la campeona de la reina y del cual portaba varios
moretones en su cuerpo.
-¿Qué opinas?- preguntó Marla mientras se sobaba el muslo derecho tras haber tenido su
turno ante la reina.
-Que es buenísima con la vara y pobre Duina- fue la asombrada respuesta de Solari ya que
nunca había visto a Gabrielle tan agresiva y tan diestra con la vara.
-Si ambas cosas son ciertas pero ¿crees que con la vara pueda detener por mucho tiempo
un ataque con espada?- la preocupación de Marla era compartida por todas las guerreras y
obviamente por la campeona de la reina.
-Creo que la reina hace lo que ha ella le parece correcto y debemos respetar su decisión,
además para eso estamos nosotras para mantenerla a salvo- la respuesta de Solari era la
conclusión a la que había llegado tras varias charlas con Ephiny e incluso con Xena.
-La verdad la primera vez que la vi, no apostaba por su vida al lado de Xena y menos si
no llevaba consigo ninguna arma- la voz que intervino fue la de Fania quien no apartaba
la vista de su joven reina mientras esta asestaba un golpe en la hombrera derecha de
Duina.
-Definitivamente Xena es una excelente maestra por lo que pienso aprovechar sus clases,
aunque al terminar lamente recibir la instrucción- las palabras de Rayen provocaron una
ronda de risas por parte de las guerreras que estaban al lado escuchando y viendo la
demostración de la reina.
Gabrielle estaba bañada en sudor, el flequillo rubio estaba completamente pegado a su
frente cuando giró su rostro hacia el divertido grupo mientras mantenía su vara al lado
de la cabeza de Duina que estaba en ese momento de espaldas contra el suelo luego de que
la reina sorpresivamente le arrancara de las manos la vara haciéndola volar por los aires
lo que provocó el asombro de la guardia real por un fracción de tiempo lo suficiente
para que la bardo hiciera un movimiento con el extremo más cercano a la pierna de la
amazona para que esta perdiera el equilibrio y cayera, entonces giró su tronco bajando
el otro extremo de la vara para colocar un golpe mortal, el cual detuvo a milímetros de
su objetivo.
La pose de la bardo era fascinante, la camisa sudada, sin mangas de la reina mostraba
los bronceados músculos desarrollados en los brazos por el entrenamiento junto a su
guerrera, ahora eran más notorios ya que tenía casi una marca de vela de estar allí con
su guardia, protectores en ambos bíceps, muñecas y rodillas cubiertas por largos
pantalones amazonas y cortas botas, junto a la concentrada y determinada mirada verde
lo que le daba un aire de una guerrera muy capacitada para defenderse muy lejos de la
imagen de la niñata campesina que todas creían que era la primera vez que la vieron, por
lo que la guardia real recompensó a la habilidosa reina con aplausos y silbidos,
incapaces de resistir la seducción de la hermosa rubia.
-Mi reina- saludó Solari como correspondía a la realeza cuando estuvo frente a ella.
-Hola Solari- contestó Gabrielle al mismo tiempo que estiraba su brazo y miraba a la
guerrera en el suelo, tratando de ocultar el rubor que intensificó su cara rojo por el
esfuerzo de la práctica.
-Es hora del relevo de turno- dijo sonriendo traviesamente a Duina que en ese momento se
levantaba con ayuda de la reina.
-¡¡Ohh, se me había olvidado!!
-Además no es justo que ellas sean aporreadas por partida doble- fue el comentario
jocoso de Solari.
Este comentario hizo recordar a Gabrielle que todas con las que había comenzado a
desfogar su frustración habían entrenado con Xena en su tiempo libre antes de ocupar su
turno para con ella.
-¡¡Ohhh, lo siento, lo siento!!- fueron las avergonzadas palabras de la reina mientras
sus manos toqueteaban el rostro, los lugares golpeados y cubiertos de tierra de una
adolorida y ahora sorprendida Duina que no atinaba a hacer ni decir nada.
-¡Gabrielle, Gabrielle!- llamaba Solari a la apenada reina- ya, esta bien ella es una
guerrera- dijo apiadándose de Duina, sabía que la guerrera estaba pasando por un
bochornoso momento.
-¿Estas bien Duina?- preguntó la bardo deteniendo sus manos y mirando directamente a la
aludida.
-Si mi reina- la concisa respuesta no se hizo esperar, mientras la guerrera dirigía una
fiera mirada a sus compañeras que mostraban burlonas sonrisas en sus rostros.
-Bueno ¿qué te parece si las chicas se retiran y las que quedamos seguimos practicando?
o como tu quieras Gabrielle- sugirió Solari, mientras Fania nombraba a las que se
mantendrían en el puesto hasta nueva orden por parte Ephiny.
-Ummm- Gabrielle pensó en la oferta.
-Con una variante, yo utilizo la espada- dijo Solari mientras se situaba en el centro del
improvisado círculo de entrenamiento.
Lejos de amedrentarse la bardo guerrera fue por un poco de agua del odre que le ofrecía
amistosamente Fania que se vio recompensada por una brillante sonrisa de la bella reina,
las amazonas pertenecientes a la guardia real tanto saliente como entrantes de turno
miraban hechizadas la silueta de la reina en la cual bailaban sombras caprichosas
pintadas por la luz producida por las antorchas encendidas.
Si antes estaban sorprendidas ahora las amazonas pensaban que estaban alucinando ante la
agilidad de la pequeña bardo al desviar con gran maestría el filo de la espada logrando
detener el ataque con gran eficacia y logrando atacar con gran efectividad a una
sorprendida Solari.
-¡¡Por Artemisa!!- dijo maravillada Solari- Debí... haber... supuesto que Xena...
pensaría en esto- las palabras entrecortadas se debían al esfuerzo que estaba empleando
la guerrera para mantener la espada en su mano por la potencia de los golpes desviados y
de ataque.
-Xena... no deja... cabos sueltos- informó Gabrielle entre dientes por el esfuerzo y
cansancio de estar ya más de una marca practicando con sus súbditas pero ahora con una
gran sonrisa al recordar hacer eso mismo pero con su guerrera, se sentía orgullosa,
estaba recobrando la confianza en si misma.
La respuesta por parte de la rubia reina provocó la risa encantada de Solari que casi le
cuesta un fuerte golpe en la mandíbula y entonces se enserió para disfrutar a plenitud
de este memorable encuentro.
El canto de un búho proveniente de la aldea que alertaba de un peligro paralizó a todas
en el sitio, por suerte Solari acababa de detener un golpe a su tobillo por parte de la
reina amazona, seguidamente escucharon a lo lejos el sonido del cuerno.
Antes que Solari pudiera abrir la boca para emitir una orden la reina pasó a su lado a
la carrera con rumbo hacia la aldea. Maldiciendo por lo bajo comenzó a correr tras la
reina mientras que su guardia le daba alcance rodeándola con sus espadas ya desenvainadas.
*****
-En tres días tendré mi nueva espada- dijo una de las guerreras a otras tres guerreras
que estaban alrededor de una fogata tomando una taza de té, mientras otras seis estaban
distribuídas en parejas alrededor de los límites de al aldea.
-Yo ib...- el canto de conocido de un búho fue escuchado levemente corto las palabras-
¿escucharon eso?- preguntó la misma guerrera llevando se un dedo a los labios,
entrecerró los ojos y miró hacia donde había escuchado la alerta, al igual que las demás
amazonas.
Como una señal los caballos comenzaron a relinchar en el corral a su derecha,
sorprendiendo a las guerreras que tiraron sus tazas, sacando sus espadas en un fluído
movimientos, escucharon claramente el segundo canto y el galope de un caballo haciendo
que el grupo mirara al frente nuevamente sin ver nada aún sólo ambos sonidos acercándose,
las cuatro guerreras imitaron el canto con todas sus fuerzas alertando a toda la aldea
mientras corrían para apostarse en diferentes lugares a espera de lo que aconteciera.
Sintieron como si hubieran sido bañadas con agua fría al escuchar el sonido lejano del
cuerno al norte de la aldea, si antes no estaban seguras de estar en peligro ahora si,
ya que la alerta venía de la frontera vigilada esa noche por la campeona de la reina.
-¡¡¡SUJETEN A LOS CABALLOS!!!- se escuchaba la voz de una las guerreras que estaban
apostadas esa noche para la vigilancia de la aldea.
El grito se escuchaba sobre el alboroto formado en la aldea por parte de los caballos
nerviosos que corrían de un lado dentro del corral a una distancia prudente de la aldea
y por parte de las guerreras que corrían hacia el corral mientras otras que descansaban
dentro de sus cabañas salían, espada en mano a hacer frente al ataque.
-Amor, quédate con Alesa, mientras veo que pasa- pedía Raisa a Verilia mientras ambas se
enfundaban en pantalones, unas camisas de dormir y las botas de forma rápida al
levantarse de la cama luego de despertar por la alarma.
-Raisa, cuídate- pidió a cambio Verilia al tomar del brazo a su esposa antes que esta
saliera por la puerta portando una espada en la otra que se giró enseguida para darle un
beso en los labios y otro en la cabeza rubia despeinada de Alesa que ya estaba en brazos
de su madre.
Al salir de su hogar la rubia guerrera se encontró con amazonas armadas corriendo hacia
la entrada de la aldea y otras hacia el corral de los caballos, mientras que la guardia
real entraba en ese momento por el lado izquierdo de la amazona rodeando a la reina,
quienes corrían hacia la entrada de la aldea.
-¡¡RAISA!!- llamó Ephiny que en ese momento salía de su cabaña ayudada por una de sus
guardias y por una especie de muleta, mientras la otra guardia mantenía férrea
vigilancia sobre ella- ¡¡BUSCA INFORMACIÓN Y LUEGO VIENES!!- la rubia regente ordenó
mientras se detenía en el portal de su cabaña.
-Ephiny, la reina va hacia la entrada de la aldea- le informó Jenia la guardia que
vigilaba.
-¡¡Por los dioses!!- exclamó la rizada amazona que iba a preguntar donde se encontraba
ya que estaba echando un mirada a la cabaña de su amiga.
Raisa corrió hacia donde se estaban apostando la amazonas armadas hasta los dientes, al
llegar escuchó como era informada la reina de lo poco que sabían entonces se fijó en el
trabajo que les estaba costando a las amazonas que trataban de evitar que los caballos
saltaran el corral. Los fuertes equinos se levantaban en dos patas evitando ser
controlados por las amazonas cuando lograban sujetarlos por las riendas.
-Que nadie que no sea amazona pase- ordenó Gabrielle- Raiza saca a las niñas y a las
demás si las cosas se salen de control- la alta guerrera asintió contestando un "si mi
reina" y se giró para emprender el regreso a la aldea y comunicar a Ephiny lo que sabía.
Un claro sonido de cascos se escuchaba ya muy cercano pero lo extraño era que sólo
identificaban un solo caballo, el cual entró en tromba por el camino luego que Edwina se
identifica antes de caer abatida por alguna de sus hermanas, la velocidad y el
nerviosismo del caballo al entrar acercarse a la aldea le estaba dificultando mucho a
la joven amazona controlarlo, apenas lograba mantenerse sobre los lomos de su
cabalgadura.
El "ente" de Erga había entrado en la aldea en el mismo momento que los caballos se
agitaron, entonces decidió jugar con las amazonas a las cuales veía correr sin saber la
causa, echó una mirada a las guerreras sorprendiéndose por la fortalezas que demostraban
para cuando estaba en medio del corral los caballos estaban incontrolables al sentirla
tan cerca lo que provocó que los asustados cuadrúpedos saltaran totalmente descontrolados
sobre la barda del corral prácticamente pasando por encima de las amazonas que trataban
de controlarlos.
-¡¡¡CUIDADO!!!- gritó Edwina al ver a varias amazonas al frente de ella las cuales
pudieron evitan ser atropelladas por el asustado caballo que se levantó sobre sus patas
traseras tirando finalmente a la joven guerrera.
Una de las amazonas logró asir al vuelo las riendas del animal evitando por medio de
jalones que el animal pisara a Edwina que fue jalada por Gabrielle y Solari para
alejarla de las patas del equino ya que la chica había quedado atontada y sin aire al
caer despaldas contra la dura tierra.
Raisa detuvo su carrera para ayudar a controlar al caballo mientras los otros huían
despavoridos y ellas estaban en su camino ya que el "ente" los azuzaba en esa dirección,
provocando que ahora las amazonas corrieran tratando de evitar ser arrasadas por la
estampida pero prácticamente ya los tenían encima. La madre de Alesa junto a otras
amazonas y la guardia real golpeaba con sus manos a los caballos para tratar de desviar
a las bestias por lo que cada vez que lo hacían recibían el golpe duplicado empujándolas
o tirándolas del todo al suelo.
Manteniéndose en pie a duras penas Raisa finalmente tropezó con la pierna de Gabrielle
que había caído al regresar de dejar a joven amazona a salvo y tratar de ayudar a las
amazonas en apuros, cayendo de espaldas cerca del caballo de Edwina que no había sido
soltado por dos amazonas, la rubia amazona trató de levantarse inmediatamente, no lo vio
venir pero uno de los cascos traseros del animal hizo fuerte contacto con el lado
izquierdo de su cabeza y luego todo se oscureció completamente.
-¡¡NOOO!!- el grito de Gabrielle se escucho sobre el estruendo del momento.
Era como si viera todo relentalizado, vio a Raisa caer al tropezar con su pierna y ver
como la amazona trataba de incorporarse al mismo tiempo que vio al caballo tirar una
patada directa a la cabeza de la amazona y lo siguiente que vio fue su mano agarrar el
cuello de la camisa de dormir de la guerrera y tirar con todas sus fuerzas hacia ella
misma pero no fue suficientemente rápido ya que aún así la cabeza fue impactada.
Aunque el golpe no fue tan contundente como hubiera sido de no haber tirado de la
guerrera si fue lo suficientemente fuerte como para tirar con fuerza el cuerpo
inconsciente contra Gabrielle que la recibió con los brazos abiertos en medio de la
batalla que mantenía la guardia por mantenerla fuera del alcance de los caballos.
Solari escuchó el grito y se giró en el acto, en ese momento faltaban como media docena
de caballos por pasar y vio como Gabrille atrapaba a Raiza pero como la guerrera era más
alta y más pesada tiró a la rubia bardo hacia las amazonas que trataban de mantenerle el
bello pellejo a salvo por lo que optó por arrojarse sobre ellas y detener el peligroso
avance.
Gabrielle pensó que giraría pero se sorprendió al sentir el movimiento detenerse, era
consiente de tener un gran peso sobre ella casi quitándole la respiración, también era
consiente que entre sus brazos y sobre ella estaba Raisa, sintió algo caliente empapar
el pecho de su camisa y correr por su cuello, luego no escucho más caballos pasar.
-Gabrielle, ¿estás bien?- preguntó Solari al levantarse un poco de sobre ambos cuerpos
bajo ella.
-Raisa, Raisa- llamó preocupada la bardo a la guerrera sobre ella pero no recibió
respuesta.
Solari lentamente y con mucho cuidado apartó el cuerpo de la alta guerrera de Gabrielle,
viendo que al voltearla su cabello y cara estaban cubiertos de sangre que manaba a
raudales, actuando rápidamente busco signos de vida- UNA ANTORCHA- gritó al sentir pulso
en su cuello.
-Es su cabeza- informó Gabrielle, ya arrodillada junto a Raisa.
-¡¡AYUDA!!- escucharon el grito de auxilio proveniente del área del corral.
-¡¡¡CONTROLEN ESO CABALLOS!!!- ordenaba Duina.
-¡¡TRAIGAN CAMILLAS!!- ordenó Gabrielle al levantar su cabeza y ver varias heridas.
Sólo habían podido asir a siete de los caballos, los demás habían seguido su rumbo,
tres amazonas corrieron por las camillas a la aldea, otras cinco fueron en auxilio de
las cinco amazonas que distinguían en el suelo cerca del corral, las demás se mantenían
atentas por la llegada "del ataque".
Edwina informó lo extraño de la situación lo que provocó que las amazonas giraran sobre
sus talones tratando de ubicar ese "algo" sin encontrarlo pero los caballos no se
tranquilizaban lo que era de por si muy extraño.
El ente de Erga se divertía de la situación de las amazonas, pero no le había pasado
desapercibido el cuidado alrededor de una baja rubia joven que mantenía presión a un
lado de la cabeza de una amazona herida. "¿Esta será la reina amazona?", se
preguntaba la mujer mayor.
*****
Los árboles pasaban desdibujados debido a la velocidad a la que Argo cabalgaba aunque la
luz de la luna y el cielo estrellado ayudaban un poco a la visibilidad del camino hacia
la aldea amazona, camino que Xena juraba se había alargado desde la última vez que lo
recorrió.
La jinete estaba tan agitada como su cabalgadura, la adrenalina corría con desespero por
su sangre, la oscura guerrera sólo quería llegar a su luz, protegerla, saber que estaba
bien. Jinete y equino parecían una unidad, Xena estaba totalmente inclinada hacia
delante su peso descansando sobre su cadera y sus muslos, con cada zancada de Argo la
jinete estiraba al máximo sus brazos hacia delante impulsando más todavía si era
posible el avance de su montura.
La técnica definitivamente daba un resultado asombroso si se les preguntaba a Eponin y
su grupo que habían perdido de vista a la Ex Señora de la Guerra, sus caballos
resoplaban debido al esfuerzo a los que estaban siendo sometidos.
El alboroto de la aldea llegó a los oídos de Xena rogando a Artemisa por la protección
de la reina amazona, escuchó gritos de auxilio y la voz de Gabrielle solicitando camillas,
sintió algo de alivio pero no bajó la velocidad de la cabalgata, lo que si hizo fue
anunciarse con un canto de ave nocturna.
-¡¡Gabrielle!!- llamó Xena a su bardo una vez entrara a la aldea a toda velocidad.
Al localizarla segundos después de llamarla desmontó con un salto increíble con
voltereta incluída, cayendo a unos pasos de su rubio amor, que había respingado al
escuchar la anhelada voz.
-¡¡Xena!!- la bardo se levantó de un salto de al lado de Raisa y corrió a los fuertes
brazos de su alta guerrera- es de Raisa, la pateo un caballo- dijo rápidamente al
levantar la cabeza del pecho de la guerrera, que la alejó a la distancia de sus brazos
extendidos al ver una mancha oscura en la camisa de Gabrielle ya que varias amazonas se
acercaban a la carrera con antorchas y camillas, iluminando el área.
La alta guerrera se relajó al darse cuenta que su bardo estaba bien, entonces se agachó
para revisar a la rubia guerrera, encontrándole pulso aunque débil.
-Acerca la luz un poco más- pidió Xena a la amazona que sostenía una de las antorchas-
¿dónde está Jacta?- preguntó mientras apartaba los mechones de cabellos rubios
ensangrentados para ver la magnitud de la herida.
-Esta revisando a las otras heridas- contestó Solari al ver a la curandera con otra de
las heridas- son tres más- informó al contar a las amazonas en el suelo cerca del corral
de los caballos.
Eponin y su grupo entró en ese momento deteniendo el galope de los caballos y bajando de
ellos eficazmente sujetando a los agitados corceles por las riendas mientras se
acercaban a donde se encontraba Gabrielle y Xena.
-¿Eduina, dónde está?- inquirió Xena al ver de reojo a la joven amazona barriendo la
aldea con la mirada, mientras que arrancaba parte de la camisa de la guerrera herida
para limpiar en algo la sangre que manaba de su cabeza.
-No lo sé, la... lo seguí hasta aquí- dijo la amazona con voz angustiada por no poder
dar una mejor respuesta.
Inmediatamente tras escuchar la respuesta Eponin comenzó a impartir órdenes, las
amazonas que no estaban en la labor de rescate miraban a su alrededor buscando "algo"
que fuera sospechoso, incluída la guardia real que formaba un círculo alrededor de donde
se encontraba la reina amazona.
-¿Pudiste verlo?- volvió a preguntar la oscura guerrera que ahora hacia ligera presión
sobre la herida, tratando de detener la hemorragia.
-No era como un... un soplo de viento que avanzaba- Eduina se sintió torpe al no
encontrar las palabras correctas para explicarse.
-Esta bien, que todas guarden silencio y traten de ubicar algo parecido a lo que Eduina
dice- esta vez fue la voz de Gabrielle la que resonó dando la orden.
Mientras tanto Xena y otras dos amazonas movían con mucho cuidado a Raisa para colocarla
sobre la camilla, la bardo vio el entrecejo de su guerrera fruncido, lo que le indicaba
que la herida no era buena "Por los dioses Gabrielle, como va a ser buena una patada
de caballo en la cabeza", se reprendió la reina para sus adentros.
Ephiny estaba loca de desesperación por entrar en acción en la entrada de su cabaña,
trataba de escuchar o ver más claramente lo que pasaba en la entrada de la aldea,
ordenando con señas a las alarmadas amazonas que permanecían en sus cabañas con sus
retoños cuando se asomaban a la puerta que permanecieran donde estaban en silencio.
Un leve sonido proveniente del área de juego de las niñas hizo que Rina y Ephiny que
escudriñaban detenidamente todo lo escucharan ya que estaban cerca de donde se
encontraban, entonces sus miradas se dirigieron hacia allí. La caída de unos adornos
que habían confeccionado las niñas y luego guindado iban cayendo como por capricho, pero
algo les decía que no era la naturaleza.
-Marget- llamó en un muy bajo susurro a su otra guardia que en ese momentos buscaba con
la mirada hacia el otro lado. Esta al escuchar su nombre se giró lentamente como si con
ello no alertara a la "cosa".
Ephiny le hizo con un gesto de su cabeza hacia el lugar que ocurría el extraño suceso
sin apartar la mirada del sitio, Marget dirigió su mirada hacia el lugar señalado, lo
vio al igual que las otras dos quedándose de piedra al ver tan extraño acontecimiento.
La rizada y rubia regente le hizo señas ordenándole avisar a las demás y rodear "eso",
cosa que la amazona dudó por un momento y luego obedeció la orden directa, no le gustaba
dejar su puesto sabiendo que la amazona estaba muy limitada para defenderse. Marget se
deslizó como una sombra por la pared hasta doblar la esquina para iniciar a correr lo
más sigilosa que pudo, tras las cabañas cercanas, fuera de la vista de la "cosa" a
cumplir con su nueva misión.
Cuando Marget pasó a toda carrera de detrás de la última cabaña se encontró con dos
amazonas que transportaban a Raisa en una camilla, con Gabrielle presionando la herida
y un círculo de cinco guardias reales, estás se sorprendieron al verla emerger de la
oscuridad pero la amazona hizo gestos de silencio y de buscar refugio mientras seguía
su camino a toda velocidad, luego le hizo gestos a Xena y a las otras amazonas
comunicándoles la ubicación de la "cosa", la alta campeona de la reina ya se había
puesto en carrera tan sólo ver a la amazona salir de la oscuridad, al igual que las
otras amazonas que estaban cerca, comprendiendo el lenguaje de los guerreros también
impartió órdenes para que rodearan el área y como son unos de los mejores ejércitos del
mundo conocido no hubo necesidad de más.
*****
Erga estaba fascinada de estar a sus anchas en plena aldea amazona "sin tener que
cuidarme de ellas" se decía para sus adentros, olvidándose por completo de la
precaución, había visto a Ephiny y las dos guardias, a la rubia rizada la reconoció
"del pueblucho aquel" quedó algo desconcertada por la vigilancia que tenía, luego
entró a una de las cabañas encontrándose con dos mujeres de mediana estatura algo
mayores aunque armadas mirando por las rendijas, se sonrió al imaginar que eran pareja,
deambuló por la cabaña pero no había más nadie. Atravesó la pared de troncos de madera
para luego dirigirse a otra cabaña, allí encontró a una mujer joven como de unos
veintiséis veranos con dos niñas, una de unos tres veranos pegada a su pierna y una bebe
en brazos, trató de arrebatarle a la bebe de un manotazo a la madre pero su estado
actual tiene sus desventajas, "tengo que seguir trabajando en eso", se dijo entre
divertida y molesta, siguió su camino.
Al salir de una de las cabañas se encontró con un lugar que parecía para niñas, "quien
diría que estas niñas juegan a algo más que no sea matar", se decía asombrada al
tratar de levantar uno de los adornos de las niñas, como no lo consiguió se enfureció
agitando los brazos fuertemente lo que provocó una ligera brisa que tumbaba las cosas a
su alrededor.
Xena y las demás llegaron al sitio al más clásico estilo, en total silencio, agudizando
su miradas para tratar de poder distinguir la figura pero nada entonces la guerrera vio
unos cubos en que se guardaban pinturas para que las niñas utilizaran que se habían
quedado sin guardar debido a los improvisados entrenamientos del día. Con un rápido
movimiento la habilidosa guerrera desenganchó de su cintura el chakram, haciéndolo
golpear varios cubos que se rompieron salpicando todo a su alrededor y contando unos
adornos colgados, los cuales algunos quedaron ligeramente colgados de "algo".
Erga se llevó un susto de muerte por el repentino ataque para cuando su mente recordó
que era invisible miró con detenimiento a su alrededor, viendo entonces flechas y
lanzas caer sobre ella, entonces si que se asustó y comenzó la huida a pesar de su
mente le decía que huir de quien no la veía era irracional pero definitivamente si no
hubiera sido por ser un "ente" en ese momento hubiera caído abatida por las armas
punzantes, al final lo que la si la obligó a salir en estampida fue ver a metro ochenta
de oscura guerrera caerle encima y atravesarla de un tajo de un lado al otro luego
Eponin y Amalia hicieron lo mismo pero el trío de guerreras solo cortaron el aire
nocturno.
La mujer mayor no entendía porque era "visible" para las demás pero decidió hacerse esas
preguntas para cuando estuviera a salvo, iba a toda la velocidad que pudo, quería poner
tierra de por medio entre ella y "esas salvajes".
-¡¡¡QUE NO ESCAPE!!!- ordenó Ephiny a pleno pulmón cuando vio unos adornos flotar y unas
manchas coloreadas de pisadas pasar ante ella a toda velocidad hacia la entrada de la
aldea.
Xena silbó mientras corría desaforada tras los adornos infantiles, un momento después
saltó dando una voltereta y dando su grito de guerra, para luego caer sobre Argo.
Gabrielle y las demás creyeron que sus ojos las engañaban al ver los adornos pasar a
toda velocidad y luego trastabillar y caer casi en frente de Tainy que sostenía un
antorcha y su espada en la otra mano cuando la Princesa Guerrera soltó su grito de
batalla, la joven amazona se abalanzó sobre los adornos dando un potente tajo que igual
que la vez anterior sólo atravesó el aire pero enredando los adornos infantiles en la
espada, la potencia que le imprimió al golpe la hizo caer de pecho y desde allí vio unas
ligeras pisadas de colores marcadas a increíble velocidad y un ligero viento que movía
suavemente las ramas lo acompañaba .
-¡¡SIGUE LA BRISA QUE MUEVE LAS RAMAS!!- Tainy reaccionó cuando sintió un caballo a
galope pasar a su lado.
-¡¡QUÍTATE DEL PASO!!- la orden vino de Eponin que iba un poco más atrás de Xena.
La joven amazona rodó sobre si misma obedeciendo a la orden, sintiendo pisadas de
caballos casi rozarla al pasar Eponin primero y dos caballos más jineteados por Solari y
Galas que pudieron dominar rápidamente a los caballos que tuvieron a la mano, mientras
los otros huían en estampida debido a la presencia invisible de Erga.
*****
Baltos y Delto fueron en busca de las más víctimas esa noche, dejando a Tailus en manos
de Naida para curar su herida y darle el sabroso estofado de centauro para que su
recuperación fuera muchísimo más rápida.
El pelirrojo al ver a Erga en trance le preguntó donde estaba, esta respondió que
llegando a la aldea amazona, con un par de preguntas más para orientarse montó en un
caballo para ir a la caza esta vez de una amazona, "se me antoja una" dijo
soltando una risa profunda cuando fue indagado de a donde iba. A Delto no le pareció
mala la idea y se entusiasmó sobre todo por la energía que sentía correr por su cuerpo y
tomó el otro caballo y emprendió la cabalgata tras su compañero.
Ahora estaban algo perdidos entre el oscuro paraje del bosque, sabían que tenían que
estar en territorio amazona y que había que ser cautelosos, la idea era de tomar una o
a lo mucho dos de estas guerreras pero encontrarse con un grupo de número superior.
Estaban a corta distancia de un barranco de unos veinte metros que caían directamente al
río por lo que decidieron que lo mejor era alejarse de allí y evitar una segura caída.
Escucharon el sonido inequívoco de cascos de caballo a galope tendido y bajaron de sus
caballos, Baltos le dio las riendas de su caballo a Delto.
-Quédate aquí, iré a ver que sucede- le dijo Baltos al otro hombre mientras se dirigía
al lugar de donde provenían las pisadas de caballos.
-POR ACÁ- indicó Xena mientras seguía a duras penas el movimiento de las hojas.
Baltos se subió a la rama un árbol para ver mejor con tan buena suerte que vio el
movimiento de la ramas dirigirse hacia donde el estaba, pasó tan rápido que no tuvo
tiempo de llamar a Erga, él suponía que era ella la iba "en fuga" se burló su
mente.
Para cuando Xena sintió un nuevo peligro el hombre cayó sobre ella antes de poder
desenfundar su espada, el repentino peso tomó a Argo desprevenida, desplomándose de
costado con la guerrera y el hombre que agarraba por la muñeca a la guerrera y golpeaba
con el puño de la mano libre.
Los golpes en la cabeza y salida del aire de los pulmones debido a la caída del caballo
casi la hicieron perder el sentido pero su instinto y fortaleza la hizo revolverse en el
agarre y cuerpo de su atacante tratando de zafarse mientras trataba de alejar la nube
oscura que se empeñaba en atrapar su mente para dejarla fuera de combate.
Sus caóticos pensamientos le decían que esos golpes estaban fuera de lo normal, mucho
más potentes que un hombre normal, sus esfuerzos se vieron recompensados al asestar un
codazo en el abdomen de Baltos y prácticamente quitárselo de encima. La lucha era
observada por Argo que relinchaba llamando la atención de las amazonas que casi habían
llegado.
Eponin vio a Argo en dos patas relinchando y luego vio el bulto que luchaba en el suelo,
se bajó de un salto al ver a un hombre pelirrojo asestarle un golpe con un tronco sobre
la espalda de Xena que se desplomó por el impacto.
La amazona atacó con espada en mano, el misterioso hombre detuvo el ataque con la suya
desarmándola al hacerlo, Eponin se agarró la muñeca pero sin quitarle la mirada de
encima al atacante, en eso se unieron a ella Solari y Galas que atacaron inmediatamente.
Xena escuchaba a lo lejos el choque de dos espadas, trataba de levantarse pero sentía
que volvía a caer sobre algo duro, respiraciones profundas y jadeos por el esfuerzo de
la batalla la hacían volver a intentarlo.
Solari recibió una patada salida de la nada en plena cara que la tiró de espalda sobre
el suelo mientras que Galas dejó un hueco en su guardia y recibió un derechazo en la
mandíbula que la dejó noqueada, cayendo de lado desmadejadamente.
-¿Quién eres?- preguntó Eponin defendiéndose del hombre que resultó un excelente
oponente.
-Quiero a la reina amazona- dijo Balto sonriendo burlonamente.
Xena escuchó esto y se levantó trastabillando pero atrapando al osado hombre, Eponin no
perdió tiempo conectando patadas y puñetes en la cara del hombre que sólo consiguió que
el hombre diera pasos hacia atrás, volvió a intentarlo pero esta vez una de sus piernas
fue atrapada, Baltos la tiró a un lado pero la fiera amazona arremetió nuevamente, se
escucharon ligeros ruidos de entre los árboles, cosa que no le gustó a Baltos que
retrocedió pero esta vez en huida pero aferrando a la descolocada y alta guerrera.
Eponin no lo dejaba escapar y a ella se unió Solari ya un poco más repuesta, por su
parte Xena golpeaba a las costillas con la mano libre entre gruñidos también trataba de
asir el chakram para rajar al tipo de una buena vez.
Lectis y Mandy llegaron al lugar de la lucha, con un canto de búho comunicaron su
llegada a sus hermanas, mantenían al intruso en la mira de sus arcos, desde los árboles
cercanos pero no podían hacer ningún disparo podrían herir a una de las suyas.
A Baltos se le había olvidado un pequeño detalle en su huida y ese era el barranco, las
chicas pensaban que el hombre se detendría y por consiguiente se entregaría al verse
superado en número.
-Ríndete ahora- ordenó Eponin cuando el hombre se detuvo cuando uno de sus pies resbaló.
Baltos se maldijo por olvidar el barranco pero lejos estaba de rendirse, tiró
fuertemente del brazo de la Xena cuando esta le propinó un derechazo en la cara que lo
hizo sangrar al romperle la nariz con un sonoro crujido, la respuesta fue un fuerte
codazo en la quijada de la guerrera que la hizo poner una rodilla en tierra, a otra
persona la hubiera mandado directa al reino de Morfeo pero la guerrera era aguerrida.
-Espero que no mueras en la caída, sería un desperdicio- y con estas palabras, Baltos se
impulso fuertemente hacia atrás llevándose consigo a Xena.
La campeona de la reina amazona estiró un brazo hacia atrás para asirse de algo,
encontrándose con la mano oportuna de Eponin que la había alargado para tratar de
agarrar a su amiga pero los dos pesos eran demasiado entonces la amazona sintió sobre
ella dos manos, las fuertes manos de Solari y todo su cuerpo corrieron la misma suerte
que los tres cuerpos anteriores.
Continuará...