Lo que se pensaba que sería un viaje de regreso de un día a galope tendido, duro en
realidad dos días cuando por fin entraron a la aldea amazona el grupo de jinetes
conformado por quince amazonas y una Ex Señora de la Guerra.
Gabrielle no podía mantenerse concentrada, estaba a la expectativa de la llegada de
su amada guerrera para ese día y esa era la causante se su falta de concentración,
durante las dos reuniones de esa mañana.
Durante su velada de la noche anterior invitó a cenar a su cabaña a Eponin, Solari
y a Fania para conversar con ellas sobre la rutina completa a la que se dedicaban las
guerreras durantes sus jornadas en "servicio", eso alegró de sobremanera a sus
súbditas que se pasaron marcas explicando a la joven reina sobre la vida de las
guerreras en esa nación.
La reina escuchó complacida todo, quería comprender mejor a sus "hermanas", aunque
más o menos tenía una "idea" de lo que hacían las guerreras y que las motivaba. En
esta última estancia con las amazonas se había sentido muy a gusto y sentía que el
sentimiento de Xena era igual, pero también sabía que a la guerrera le gustaba estar
en el camino cosa que Gabrielle admitía gustarle sobre todo porque debido a eso a
conocido muchos lugares y muchas personas.
Tendré que conversar con Xena, pensó Gabrielle mientras estaba acurrucada en
su cama un tanto después de que las chicas la habían dejado para que descansara ya
que para el día siguiente había decidido hacer una visita al puesto de vigilancia por
donde se supone regresaría el grupo comercial ese día y ese viaje duraría una marca y
media a caballo, generalmente era menos tiempo pero optaron por ser cuidadosas y no
poner en riesgo la salud de la reina, además no tenían ningún apuro.
Pensando en la alta y morena guerrera la joven reina quedó dormida con una media
sonrisa en su rostro, su sueño fue colmado de imágenes de una Ex Señora de la
Guerrera amando su cuerpo y ella misma siendo reciproca a ese acción.
Fuera la vigilancia por parte de la guardia real había sido redoblada, no había
indicios de peligro alguno para su reina pero aún así no se arriesgaban a una
sorpresa por lo que esa noche volvieron a iluminar los alrededores, encendiendo todas
las antorchas colocadas para éste fin por toda la aldea y que rara vez encendían
totalmente. Xena no se encontraba con la reina y ésta personalmente había encomendado
su cuidado a la guardia real, ninguna quería enfrentar la furia de la guerrera si
Gabrielle sufría aunque fuera un raspón.
*****
La mañana estaba despejada, con una brisa fresca en las afueras de Argalia, en donde
un grupo de cinco persona estaban reunidos alrededor de una ahora humeante fogata,
degustando su desayuno, luego de haber recogido el campamento para seguir su camino.
-Otra vez has acertado Erga- aceptó Tailus, uno alto y fornido hombre de cabellos
oscuros de uno treinta veranos, que participó en la muerte de Maltius la noche
anterior, mientras comía de su plato.
-Ya deberías saber que no me equivoco- reprendió la mujer de mirada inquietante y que
reflejaba muchos años de experiencia.
-Ja, ja, ja- la risa provenía de Naida, la joven mujer de 25 veranos, que atrajo al
desafortunado Maltius a su muerte y hermana de Tailus -Nunca aprendes Tailus, ese
rubio a estado muy bueno- comentó la sexy mujer de cabellos oscuros.
-Es cierto, siento su fuerza, ese corazón estaba lleno de vitalidad- aportó a la
conversación Baltos un pelirrojo delgado de mediana estatura de uno treinta y tantos
-todavía palpitaba cuando lo partí para todos- dijo levantándose para servirse otra
ración de la olla.
-Y sus sesos también- recordó Erga -Delto, has estado muy cayado- dijo Erga al hombre
que por cuya apariencia se podría calcular en unos veintiocho veranos, de cabello
castaño, alto, fuerte, de fría mirada verde.
-¡Ya sabes lo que quiero!- contestó molesto el aludido.
-¿Es que nosotras no somos lo suficiente complacientes para calentar tu tapete?-
contestó lo Erga, abriendo sus piernas para acentuar sus palabras y mostrando una
sonrisa lujuriosa.
-¡¡Sabes que no quiero estar esperando turno!!- contestó ahora si muy airado el alto
hombre, levantándose y alejándose del grupo con andares que demostraban su mal humor.
-Me gusta tanto cuando se pone furioso- dijo ronroneando Erga, mirando a Delto
subirse y entrar en una de las carretas que estaban cubiertas con gruesas lonas. -Y
más me gusta contentarlo, recojan lo que falta, tiren esos huesos y esas tripas- se
levantó, dejó su plato vacío a un lado y se dirigió hacia la carreta en donde se
encontraba el enojado hombre.
-Anoche estuve preguntando por esas mujeres armadas- comentó Tailus mientras
terminaba su plato.
-Amazonas, Tailus, amazonas- corrigió Baltos mirando la retaguardia de Naida mientras
esta se levantaba y se inclinaba para limpiar los platos.
-Como se llamen, su territorio está a más o menos dos días de aquí- dijo Tailus
recogiendo un cubo de madera con un desagradable contenido para irlo a tirar en el
foso que habían cavado durante la madrugada. Delto y él se encargaron de cavarlo
mientras los demás tomaban lo utilizable del cuerpo de Maltius.
-La alta de cabello negro, dicen que es Xena una Ex Señora de la Guerra- agregó Naida.
-¡Es impresionante!- dijo emocionado Balto- te imaginas la fuerza y vitalidad que nos
proporcionaría su corazón- su mirada denotaba que estaba recordando a la increíble
guerrera.
-Ya de por sí será difícil entrar en su territorio y por lo que escuché siempre andan
en grupos, será muy difícil pero imaginen la fuerza que nos proporcionará cualquiera
de ellas- las palabras de Tailus reflejaban su entusiasmo por ir en busca de Amazonia.
El repentino movimiento de la carreta en donde se encontraban Delto y Erga llamó la
atención de las tres personas que intercambiaban información recogida durante su
estadía en Argalia.
Durante la conversación de éstos, habían escuchados salir de la carreta uno que otro
grito del alto hombre de ojos verdes pero lo habían ignorado, sabían que la mujer
mayor de seductoras caderas lo contentaría, como siempre. Por el movimiento de la
carreta no les quedaba duda de que eso era exactamente lo que había ocurrido allí
dentro, sólo era cuestión de esperar un poco y comenzarían a escuchar gemir a ambos.
-Tailus termina con lo pendiente- ordenó Balto mientras se levantaba del suelo y
tomaba a Naida por la cintura y la pegaba a su cuerpo, para luego arrastrarla hacia
unas de las otras dos carretas.
-¡Eso no es justo!- se quejó fornido hombre de cabello negro, dando una patada al
suelo pareciendo un niño castigado.
-Luego, cuando estemos en el camino podrás escoger entre ellas dos- ofreció Balto
antes de entrar en la carreta después de Naida.
*****
-¿Por qué no hay señales de ellas?- fue la pregunta de Gabrielle mirando la planicie
por donde deberían haber por lo menos aparecido el grupo.
Hacia dos marcas que habían llegado, ya era pasado mediodía y no había señales de las
amazonas y de la guerrera campeona de la rubia reina amazona.
-Es posible que hallamos sido demasiado optimistas o simplemente se hallan
entretenido en algo- la voz de Solari era baja y despreocupada con toda la intención
de tranquilizar a Gabrielle.
Las amazonas en el puesto de vigilancia habían sido gratamente sorprendidas por la
visita de la reina, que al ver que no se había noticias del grupo solicitó se el
enseñara ¿cómo ser una vigía? entre los árboles.
Las guerreras que estaban en turno procedieron a cumplir el deseo de su reina y con
mayor detalle le enseñaron como mantenerse oculta entre los árboles cuando detectaban
la llegada de alguien a su territorio y la manera correcta de llegar a tierra sana y
salva, al igual que le enseñaron el significado de los diferentes trinos.
Cuando estaba practicando los trinos sintió que su corazón dio un brinco en su pecho
y su cabeza giraba inconscientemente hacia la planicie, buscó con la mirada pero no
encontró movimiento alguno en esa área.
-Mayra, ¿Qué ves desde tu puesto?- preguntó Gabrielle mientras oteaba una y otra vez
con una mano sobre sus ojos, a modo de hacer sombra ya que el sol aún estaba
ardiente.
-Nada mi reina- contestó la amazona desde su puesto en uno de los árboles.
-¿Qué pasa Gabrielle?- preguntó Solari, mirando también hacia donde miraba la
despampanante reina ver a nadie.
Volvieron a lo que estaban luego de un momento durante un cuarto de marca con
Gabrielle sintiendo que su corazón palpitaba más rápido.
-¡Un grupo!- comunicó Mayra al ver ahora a un grupo de jinetes y una carreta.
-¿Son ellas?- preguntó ilusionada la rubia bardo, aunque su corazón estaba que se le
salía del pecho anunciándole de quien venía en ese grupo.
-Parece que sí mi reina, son varios jinetes y una carreta, pero aún están muy lejos-
contestó la delgada vigía.
-Gabrielle tenemos que subir a los árboles hasta estar seguras que son ellas- informó
Solari, tomándola de un brazo para instarla a subir a uno de los árboles.
En menos de lo que podía creer posible estaba instalada entre las ramas de los
árboles viendo como se acercaba el grupo, sacando de dudas a las doce amazonas
presentes quienes eran.
Luego de casi una marca el grupo llegó al punto de vigilancia, encontrándose con la
visión más hermosas a sus ojos, bueno al menos para las que no estaban comprometidas,
su reina estaba ataviada con ropas amazonas y la máscara que la identificaba como tal.
Gabrielle vestía una falda, un top a juego, botas hasta las pantorrillas, todo de
cuero y su vara sujeta a su espalda con una correa también de cuero. Su atuendo
dejaba al descubierto un cuerpo atlético, con curvas muy llamativas, una piel blanca
y bronceada que cubrían músculos torneados aunque sin marcar, dándole una presencia
que débil era lo último que se pensaría.
Xena pudo apreciar el brillo a través de los orificios de la máscara y sabía que tras
ella había una sonrisa radiante antes de que la reina se descubriera el rostro, la
sonrisa era exactamente como la que tenía la campeona de la reina amazona y que por
más que quisiera no podía evitar. Su estómago sentía mariposas revoloteando desde
hacía una marca, ya sabía a que se debía, lo había descubierto desde hacía mucho,
Gabrielle.
El encuentro fue ceremonial ya que la que se encontraba en el punto de vigilancia era
la reina en persona, todas estaban pendiente de la baja reina y la alta guerrera.
-Gabrielle- saludó con una inclinación de cabeza alta guerrera morena desde su
montura.
-Xena, ¿estas bien?- preguntó la bardo un tanto preocupada, ya a un lado de Argo, con
una mano sobre el cuello de la bestia y la otra sobre el muslo de su guerrera, a la
cual miraba en busca de una respuesta, escuchando apenas risas apagadas.
-He estado mejor- contestó Xena mientras tomaba la mano de su bardo y la llevaba al
encuentro de sus labios para depositar un tierno beso en ella, haciendo caso omiso
del murmullo de risas -aunque estoy mejor que Ephiny- cabeceo con brillantes ojos
hacia la carreta en donde se encontraba la regente sentada con una gesto irónico,
pero que no perdía detalle al igual que todas las demás del intercambio de ambas
mujeres.
La joven bardo dio una larga mirada a la alta guerrera sin preguntar al respecto,
luego fue hacia donde se encontraba su regente y amiga para ver con sus propios ojos
su estado. Ephiny hizo un rápido resumen del éxito de su misión, destacando la
actuación de las jóvenes amazonas y de su lesión.
Durante el camino a la aldea amazona Xena montaba sobre su fiel Argo, Gabrielle en
una blanca y hermosa yegua, iban a un paso casi de tortuga, lo que permitía a la alta
y lastimada guerrera explicarle el por qué tenía las costillas golpeadas, raspones en
brazos y piernas, mientras Ephiny tenía una rodilla hinchada que la imposibilitaba
montar a caballo, al igual que raspones, por lo que tuvo que hacer el viaje de
regreso en la parte trasera de la carreta.
-No lo puedo creer- dijo la rubia bardo muy sorprendida, mirando a su guerrera a los
ojos con una chispa en ellos y casi flotando de felicidad, por saber que la guerrera
había comunicado de su relación a otra persona.
-No vayas a reírte, no es gracioso.- susurró la avergonzada guerrera, tratando de
dirigirle una mirada amenazante a su rubio amor.
-Si que es gracioso, muy gracioso- sonrío la bardo de manera burlona -por lo menos no
se rompieron nada- a lo que Xena puso los ojos en blanco para luego reír o tratar de
hacerlo ya que el dolor en sus costillas se lo impidieron.
*****
Al llegar a la aldea, la pareja se dirigió a la cabaña real, igual que las demás a
las suyas a descansar, por ordenes de la reina y también ordenando que mañana en
horas de la tarde tendrían una reunión para informar los resultados de la misión
comercial, al resto de la aldea.
Xena desmontó con muchísimo cuidado para evitar lastimar sus costillas que a pesar de
haber pasado un día y medio de lo ocurrido aún le molestaban. Mientras que a Ephiny
la transportaban en camilla hacia su cabaña en donde ya la esperaba Jacta para seguir
atendiendo a la regente, ya que Xena se ocupó de la rodilla de la rizada rubia en el
trayecto, inmovilizándosela, colocándole ungüentos, paños de agua de caliente y té
de hierbas para el dolor y la inflamación.
Una vez cerrada la puerta tras ellas dentro de la cabaña, ambas mujeres se lanzaron
contra la otra para saciar la sequía de una por la otra.
-UMMM- se quejó la alta guerrera al sostener el peso de Gabrielle, que se había
colgado de su cuello.
-Lo... lo... siento- se disculpó la rubia sin dejar de besar los riquísimos labios de
la morena guerrera.
-Amor- ronroneó Xena cuando comenzó un reguero de besos por la mandíbula de la
pequeña rubia hasta llegar a la rosada oreja -Necesito un baño y quiero dármelo
contigo- informó susurrando y mordisqueando la pequeña oreja mientras sentía los
labios de su bardo recorrer su cuello.
Se mantuvieron por unos minutos intercambiando besos y caricias pero ahora con un
poco menos de pasión hasta que entre beso y beso se fueron despojando de sus ropas
con caricias excitantes, luego de quedar como vinieron al mundo se dirigieron hacia
el cuarto de baño dentro de la cabaña en donde había una bañera que permitía a ambas
estar dentro pero algo incómodas.
-Tienes las costillas algo hinchadas y un moretón en el lado izquierdo- le dijo
Gabrielle a Xena, que se encontraba sentada con las rodillas separadas, sobre los
muslos de la guerrera dentro de la bañera mientras revisaba la zona dolorida de su
amor.
-Eso imaginé- dijo Xena, que tenía los brazos sobre los lados de la bañera- la verdad
es que ahora es una molestia en comparación al día de ayer- confesó la morena
guerrera que no quitaba la mirada del hermoso torso frente a ella.
-Bien ahora a darse un baño- dijo la rubia mientras comenzaba a lavarle el largo
cabello negro a su guerrera, mientras que ésta hacía lo mismo con la bardo, para de
esa manera no demorar el baño y evitar una recaída de la rubia.
Luego del lavado de cabellos frotaron sus cuerpos con una pedazo de lino al que
untaron jabón, aprovechando ambas para acariciarse y besarse provocando jadeos por
parte de las dos mujeres cuando restregaban sus espaldas, torsos, brazos y piernas
mutuamente, dejando para último sus partes íntimas.
Los gemidos y jadeos eran tragados por las hambrientas bocas de ambas mujeres cuando
sus manos hicieron contacto con sus húmedos rizos y no sólo mojados por el agua de la
bañera sino por la propia viscosidad de sus esencias. Para ese momento ambas mujeres
hacían grandes esfuerzos por terminar la limpieza de sus cuerpos, tenían una mano
entre las piernas de la otra lavando con tiernas caricias sus intimidades y la otra
mano estaba en la cadera de cada una hasta que finalmente el deseo las venció.
Dos y tres dedos fueron introducidos en las intimidades femeninas que para estas
alturas estaban totalmente dispuesta para recibir su anhelado premio, una y otra vez
entraban éstos en la ardiente cavidad, primero lento, luego rápido mientras se
aferraban una a la otra.
Ahora Gabrielle estaba apoyada sobre sus rodillas echada sobre Xena, meciéndose hacia
arriba y hacia abajo, al mismo ritmo que imprimían sus penetrantes dedos, la rubia
mujer aprovecha para frotar sus pechos contra los de la sonrojada guerrera que
penetraba y era penetrada.
Los sofocados jadeos y gemidos se incrementaron igual que los movimientos de ambos
cuerpos dentro de la bañera, provocando un chapoteo agitado del agua que ahora
salpicaba el suelo de madera del cuarto de baño.
-¡Xeeeena!- exclamó Gabrielle abriendo los ojos verde azulados que se tragó por
completo a la guerrera cuando esta abrió sus azules ojos al llamado. -Sííí, así-
instó la rubia mujer.
-UMMM,.. Gabrieeelle,... no... pares- pidió la guerrera con los dientes apretados
mirando a los ojos a su amada.
-¡OOHHH, Xenaaaaa!- medio que gritó Gabrielle cuando su cuerpo sintió la explosión
del potente orgasmo pero sin detener el movimiento de sus dedos dentro de la guerrera.
-¡Gab,.... Gabrieeeelle, te amoooo- confesó nuevamente la orgullosa guerrera que era
vencida en esta entrega por su pequeña bardo.
Los movimientos dentro de la bañera se fueron apaciguando al igual que las
respiraciones de las mujeres enamoradas que estaban en ella y acababan de saciar, por
el momento, su deseo.
Luego de caricias por la espalda y besos sobre los cabellos dorados, la alta guerrera
logró calmar su alterada respiración, mientras que la bardo aprovechaba que su cabeza
la tenía apoyada sobre el moreno hombro izquierdo de su guerrera para depositar
tiernos besitos sobre la piel húmeda cuando logró controlar su respiración.
-Amor, será mejor salir y secarnos- pidió con voz suavemente, Xena, sin detener sus
caricias.
-Te amo Xena- declaró la hermosa rubia al levantar la cabeza de su apoyo con una gran
sonrisa en su rostro.
La morena guerrera acarició el bello rostro y dio un beso suave sobre los labios
mientras suspiraba de felicidad. Acto seguido instó a la bardo a levantarse para
salir de la bañera, ayudándola ya que la rubia tenía los músculos de las piernas
agarrotados por la posición en la que había estado, cuando ambas lograron salir de la
bañera, se envolvieron mutuamente en toallas para dirigirse a la cama, en donde
procedieron a secarse la una a la otra hasta quedar totalmente secas.
Xena puso un poco más de leña en la chimenea para mantener un ambiente cálido dentro
de la cabaña, entonces volvió a la cama junto a la bardo que la esperaba bajo las
sábanas.
-Amor, voy a pedir la algo de cena- dijo la guerrera dándole un beso a la hermosa
mujer en la cama -para luego continuar demostrándote cuanto te he extrañado- concluyó
de forma sugerente al pasar un dedo por uno de los pecho de Gabrielle y guiñando una
orbe azul- acto seguido se puso una camisa de dormir y se dirigió a la puerta para
llamar a una de las guardias que se encontraba a cierta distancia por los alrededores
y solicitar comida para ambas, luego de haberlo echo regresó junto a la mujer de su
vida.
*****
Al atardecer de ese día el grupo de come hombres encontró a los dos compañeros de su
ahora alimento, descansando a orillas de un riachuelo fuera del camino que los
llevaría hacia su aldea y a un par de marcas más adelante estaba el cruce que habían
utilizado las guerreras para regresar a su territorio.
-Oh, hola, ¿ustedes estuvieron en Aragalia, verdad?- preguntó Naida desde la carreta,
de manera casual e inocente, a los dos cansados hombres que estaban terminando de
preparar su cena.
-Si, también les recuerdo- contestó Leandro, pero en realidad a la que única que
recordaba era a la atractiva mujer.
-¿Nos permitirían compartir este lugar esta noche?- preguntó Naida con una sonrisa
seductora en su rostro, mientras los demás miembros de su degenerado grupo se
saboreaban mentalmente.
-Por supuesto, hay espacio suficiente- aceptó Palemón inmediatamente, aunque
mentalmente calculaba la pocas o muy escasas oportunidad de poder hacer suya a la
sexy mujer, la "vieja" no era problema pero sí los tres hombres con ellas.
-De casualidad ¿han visto a un amigo nuestro?, un rubio, que estuvo con nosotros-
preguntó Leandro.
-Lo recuerdo- contestó raudo Delto -pero no lo hemos visto desde que salimos del
pueblo.
Luego de las presentaciones en las que no faltaron miradas entre Leandro y Naida, el
grupo recién llegado sacó a la olla para calentar su cena, entonces sólo les quedaría
una última ración para el desayuno. La provisión había sido calculada para cuatro
comidas ya que no les era necesario comer carne humana todos los días, también que
esa era la cantidad que podrían mantener casi fresca para sus propósitos y además
había muchas probabilidades de encontrar "algo" en el camino.
-Naida, sácale toda la información con respecto a las amazonas- ordenó Erga mientras
limpiaban los platos utilizados en el riachuelo. A la mujer mayor no le había pasado
desapercibida el intercambio de miradas con Leandro, es más ella le ayudó
entreteniendo a los chicos para que no se dieran cuenta, era algo que hacían la una
por la otra en ocasiones.
-Esta noche me quedaré con Delto, debe de estar agotado luego de haber liberado su
enojo contigo varias veces esta mañana- dijo Naida codeando a la otra mujer.
-Oh sí, y no sabes con cuanta saña, sobre todo después de haber comido- confesó la
mujer mayor con una sonrisa lasciva -Yo me encargo de Tailus y Balto- concluyó
uniéndose a la risa de Naida.
La mujer joven aprovechó un momento para acordar el encuentro con Leandro esa
madrugada cuando ya todo estuvieran durmiendo. Tras una entrega con Delto, éste quedó
profundamente dormido y ella lo conocía tan bien que sabía que no despertaría hasta
el día siguiente y luego esperó un poco más para salir al encuentro del desalineado
hombre.
En tanto Erga había cumplido con su parte del trato y había rendido a ambos hombres,
uno por vez ya que la idea no era que sus nuevas presas se enteraran de lo que
ocurría allí dentro, así que utilizó su boca para tal menester, la mañana "activa"
que habían tenido los hombres cooperó para que quedarán rendidos hasta el día
siguiente.
-Ummm, pensé que no vendrías- susurró Leandro a Naida en el oído al rodearla
rudamente con sus brazos apenas la dispuesta mujer llegó al punto acordado, entre
unos árboles a una distancia prudente del campamento en donde todos dormían en sus
carretas.
Ella no contestó, se dedicó a juguetear con el hombre, provocándolo y dándole a
probar en pequeñas cantidades hasta tenerlo donde lo quería, suplicando. Esto lo
aprovechó para comenzar a sacarle la información que necesitaba y hasta que no tuvo
más nada que decirle se concentró en su placer y no le proporcionó al hombre el
orgasmo hasta que obtuvo el suyo primero, terminado el asunto recompusieron sus ropas,
regresaron al campamento y cada quien fue a su carreta a descansar.
El nuevo día comenzó algo tarde para los viajeros, el día y la noche anterior había
sido agitado para todos, excepto para Palemon, que llevaba buen tiempo de no haber
probado del fruto de la pasión, en Argalia no había tenido suerte, su feo rostro no
lo ayudó para nada, en su aldea tenía una mujer que era igual de atractiva que él.
Desayunaron, cada grupo su provisión, los dos hombres próximos a ser el plato del día
fueron al riachuelo a asearse, dejando al grupo siniestro sólo.
-Como a dos marcas estaremos en el cruce que va hacia Amazonia, pero no pudo darme
detalle de cómo llegar- dijo la Naida -dice que no conoce a nadie que halla ido por
ese camino, pero ha escuchado que la entrada de su territorio está custodiado y no se
le permite la entrada a nadie, sólo entran mujeres y con la aprobación de las
amazonas.
-Entonces ¿cómo llegaremos allí?- preguntó Baltos, mientras comía de su plato.
-Podemos probar suerte con los centauros- Nadia sorprendió al grupo con esa
información.
-¿Centauros?- preguntó con tono de regocijo en la voz, Erga.
-Si, comparten el lado este de la frontera- comunicó la informante.
-Esto no podemos dejarlo pasar, quiero probar esa carne- dijo la ahora ansiosa mujer.
-Sería como cazar caballos, no tenía idea de que estuvieran por estos rumbos- Delto
mostró su incredulidad en su voz.
*****
Tras cabalgar junto los dos grupo durante el día y haber pasado el cruce hacia Amazonia, acamparon nuevamente en donde en esta ocasión el licor se hizo presente durando varias marcas desde el atardecer.
Erga una mujer con conocimiento del uso de diferentes hiervas y de ritos que la
ayudaban a conseguir sus objetivos más difíciles, había preparado la bebida de
Palemon para esa noche.
Mientras ellos aparentaban beber a la par de los otros dos hombres, Erga tuvo
recuerdos de hace mucho, mucho tiempo atrás.
Tenía muchísimos años caminando sobre esta tierra luego de haber sido curada de
una fiebre mortal que azotaba el territorio en el que vivía en aquella época. Un
desconocido llegó a su pequeña aldea, cuando sólo quedaban diez personas con vida,
incluyéndose, el hombre le ofreció cura a las mujeres que estaban con vida pero estas
no aceptaron ya que lo que querían era reunirse con sus familias en los Campos
Elíseos.
Erga había perdido a toda su familia pero quería vivir por lo que aceptó
inmediatamente sin importarle cual sería el precio de esa cura ni como sería
proporcionada. Esa misma tarde salió de la aldea llevándose sólo sus ropas y algunas
cosas para su uso.
Recuerda que el desconocido le dio una sopa espesa a tomar y luego cayó en un pesado
sueño durante toda la noche. Al despertar a media mañana del día siguiente, lo hizo
dentro de una carreta se incorporó en un codo para orientarse cuando en ese momento
un lado del cuero que cubre la carreta se destapó revelando la figura del hombre que
le había prometido cura.
-Hola, ¿mejor?- fueron las escuetas palabras de hombre de unos cincuenta veranos,
parado frente a ella.
Eso la hizo darse cuenta con asombro que si sentía un gran mejoría pero no del todo
bien, movió sus extremidades y la cabeza percibiendo la falta de fuertes dolores que
habían sido síntomas de la enfermedad que había acabado con su aldea.
-¿Cómo puedo pagarte?- preguntó la mujer de la misma edad que el extraño.
-En unos dos días te sentirás como una jovencita, llena de energía y vitalidad como
nunca antes- hizo una pausa -en cuanto al pago, ya he tomado algo por adelantado o no
te has percatado- informó con una sonrisa que mostraba la falta de unos dientes y las
paños interiores de Erga en una de sus manos y con la otra señalaba entre las piernas
de ésta.
La mujer se mostró incrédula mirando sus paños interiores en manos del hombre que la
había ayudado, luego metió una manos entre sus piernas, encontrando sus partes
íntimas con viscosidad y una sensación que casi había olvidado.
No hubo más palabras en ese momento, el hombre se retiró y Erga quedó pensativa sobre
el "precio" por su cura, al principio se sintió agraviada pero al pasar del tiempo
pensado sobre eso decidió que no estaba mal, nada mal, se lo comunicó a su salvador y
éste con el pasar del tiempo le enseñó todo lo que debía saber hasta que una mañana
cuando despertó se encontró sola en el mismo sitio que habían acampado la noche
anterior. Su primer impulso fue buscarlo pero luego pensó que así ella podría escoger
a su próximo compañero.
Los pensamientos de Erga volvieron al presente cuando Leandro cayó hacia atrás
inconsciente por la bebida preparada para que surtiera ese efecto, el plan era
"abastecerse" y decirle a Palemón que los centauros habían llegado y llevado a
Leandro con ellos, así ellos se "ofrecerían" para ir en busca de su amigo si éste los
guiaba hacia el territorio centauro. Luego de haber conseguido su objetivo se harían
cargo del feo hombre.
-¡Llévenlo a la carreta!- ordenó Erga, a Delto y Baltos.
-Siiiiiiiii, lleeevennlooo- dijo Leandro ebrio, mientras su mirada mareada veía como
entre los dos hombres cargaban a su amigo y lo metían a una carreta.
-Bien, pongan los postes- volvió a ordenar Erga mientras sacaba su cuchillos de
carnicero junto a Naida.
-¿Quéé hacennn?- preguntó Leandro, desde su asiento totalmente mareado, mientras veía
el ir y venir de sus compañeros de viaje.
Tailus lo amordazó sin siquiera resistencia de parte de la víctima, luego él y
Baltos lo levantaron por los pies llevándolo hasta los postes preparados para eso.
Delto amarró los tobillos mientras el Leandro era alzado en vilo por los otros dos,
en tanto Naida y Erga ataban sus muñecas extendiendo los brazos hasta los postes con
muy poca resistencia.
No había pasado una marca desde que Palemon había caído inconsciente cuando este
medio despertó con muchas ganas de orinar y el sonido de unos golpes, a duras penas
se sentó en la carreta, extrañado del lugar en donde se encontraba. Totalmente
mareado se medio giró apartando parte de la lona de cuero, encontrándose con una
visión que no llegaba a comprender, su cerebro estaba lento, trató de enfocar la
mirada mejor.
El golpeteo que había escuchado era del hacha que Tailus había utilizado para abrir
la cabeza de Leandro y así poder sacar los sesos para ingerirlos directamente de ella,
estaban en eso, sentados alrededor comiendo. Palemon no podía emitir palabra para lo
que veía, podía ver el rostro desfigurado de su amigo sobre un tronco, algo al lado
del grupo llamó ahora su atención, era el cuerpo colgado de lo que imaginaba era de
Leandro con el pecho abierto como un canal y del cual colgaban los órganos internos
que al ser cortados caerían dentro del cubo en el piso.
Las risas lo sacaron de su parálisis total, el grupo estaba terminando con su plato
exótico el cual acompañaban de una de copa que contenía la sangre de Leandro, que
terminó su camino de la manera más brutal y despiadada que jamás imaginó.
Palemon aprovechó para deslizarse fuera de la carreta cuando todos estuvieron
haciendo comentarios frente al cuerpo colgado, dando la espalda a la carreta en donde
se encontraba, no podía registrar las palabras todo era tan confuso, pero el miedo
que sentía le daba claros indicios que tenía que alejarse de allí. Sus piernas no le
estaban ayudando en absoluto, su mente adormecida y su vista neblinosa tampoco pero
decidió jugársela y ahora estaba arrastrándose sin rumbo fijo adentrándose en el
bosque, alejándose de las risas y el sonido del hacha.
Era posible que su casi eterno estado de embriaguez lo haya ayudado a salir del
estado de inconsciencia en el que estaba pero las hierbas en polvo echadas a su vino
si estaban teniendo su efecto.
*****
El día había transcurrido sin contratiempos en la aldea amazona, ya se sabía de la
llegada del grupo. Esa mañana Gabrielle había aparecido en su puerta con su camisa de
dormir aún puesta, solicitando un desayuno para dos a una de sus guardias, también
ordenó una reunión en la sala del consejo luego del almuerzo con todas las
integrantes de la misión comercial, el consejo de ancianas y todas las amazonas que
quisieran escuchar el informe de la misión.
-Será mejor levantarnos- propuso Xena al oído de la satisfecha mujer que estaba de
espalda y era rodeada por sus fuertes brazos.
-Nooo- fue la renuente respuesta apenas audible por parte de la rubia. Todavía sumida
en el sopor sexual en el que flotaba luego de la excitante noche y parte del amanecer
cuando Xena intentó levantarse para comenzar el día.
La feliz y relajada guerrera sabía que tenía una sonrisa de oreja a oreja en su
rostro, trataba de recordar si alguna vez en su vida se había sentido tan completa,
en todos los sentidos. Recordó a las personas con la que de una manera u otra tuvo
alguna relación pero ninguna se comparaba a lo que sentía ahora, todas inclusive con
el que pensó estar enamorada se acercaba lo más mínimo a lo que sentía estando con
Gabrielle.
Su relación en la cama también superaba con creces cualquier relación sexual que
hubiera tenido anteriormente, ¿será que ahora hago el amor?, no es que no desee a
Gabrielle, claro que la deseo y muchísimo, hay deseo, hay lujuria pero también hay
amor. Xena trataba de analizar sus pensamientos, encontrar las respuestas a lo
que sentía.
Bueno Xena, para éstos momentos todas en esta aldea y hasta sus fronteras saben
que la Princesa Guerrera se está acostando con su reina. Ese pensamiento borró la
sonrisa de la alta mujer en un santiamén. ¡Tengo que hablar con Ephiny!
-Vamos amor, antes de que envíen una partida de búsqueda dentro de poco- trató de
engatusar la guerrera con la cara enterrada en el cuello de la bardo. -Además, hay
que ver como amaneció Ephiny.- sabía que era un golpe bajo pero tenía que hablar con
la mujer cuanto antes.
-¡¡¿Ephiny?!!, ¿desde cuándo te preocupa tanto Ephiny?- inquirió la bardo
levantándose sobre su codo izquierdo y girándose para encarar a la guerrera de negros
cabellos.
-Umm, ¿celocilla, mi reina?- contra atacó la curtida guerrera.
-No- contestó tajantemente la reina en cuestión -No has contestado mi pregunta-
insistió la rubia bardo, con una dorada ceja arqueada.
-Recuerda que su golpe fue en la rodilla- le recordó la guerrera de bellos ojos azules,
pero esa respuesta no provocó variación alguna en Gabrielle -si esa hinchazón no baja
a más tardar para mañana, tendremos que hacer una cirugía- era cierto, no lo había
comentado pero era una posibilidad.
-¡¡¡Por Artemisa!!!- de un salto Gabrielle se puso en pie de un salto, dejando a Xena
sorprendida en la cama, bajo las sábanas -Vamos, apúrate- urgió la reina amazona
mientras se dirigía a la habitación del baño.
Xena meneó la cabeza, no era exactamente como quería que se levantaran de la cama
pero por lo menos ya había logrado que su perezoso amor lo hiciera. Se levantó para
seguir a la rubia, poder así asearse y depositar todos lo besos que hubiera querido
dar en la cama pero ahora lo importante era darlos a la persona que era la causante
de que tuviera la necesidad de darlos.
*****
-¡¡¡¡Maldita, maldita!!!!- gruñía entre dientes Baltos, maldiciendo a Erga mientras
buscaba entre los arbustos del área que le correspondía, era casi mediodía y no
encontraban a Palemon.
Cuando todo estaba hecho esa madrugada el grupo terminaba de recoger los "residuos"
inservibles, Naida fue a la carreta en busca de un manto para cubrirse del la fría
brisa de la madrugada entonces se dio cuenta de la huída de Palemon y dio la voz de
alarma.
Tras media marca de recriminarse entre ellos y sobre todo a Erga, comenzaron la
búsqueda pero hacia el camino y no hacia el bosque lo que le regalo al fugitivo
marcas de distancia a su favor, las cuales eran necesarias en las condiciones en las
que estaba. Otro factor a su favor fue que sus perseguidores no tenían ni idea de
seguir durante la noche las huellas notorias que había dejado su cuerpo al
arrastrarse por el suelo.
-Hay que seguir buscando, hasta encontrarlo- ordenó Erga, mientras servía los platos
de comida para los demás.
-Será mejor que cierres la boca, vieja decrépita- dijo furioso y acalorado Baltos,
derramando parte del contenido de su plato.
-Calma, no todo ha salido mal- intercedió Delto, colocando una mano sobre el hombro
del colérico hombre.
-Delto tiene razón, Palemon a huído hacia donde el nos dijo que es el territorio de
los centauros- informó Naida mientras saboreaba algo en la boca.
-Es cierto, además estamos acercándonos- dijo Erga -todavía esta bajo el efecto del
polvo, su rastro es errático y eso le impide avanzar más aprisa.
-Si no lo encontramos para el atardecer, suspenderemos la búsqueda hasta mañana-
fueron las palabras firmes de Tailus que no había hablado hasta ahora y no era porque
no le faltaban ganas de agarrar por el cuello a Erga.
Desde hacia un tiempo él y Delto habían hablado sobre abandonar a la autoritaria
mujer mayor pero sólo se los impedía sus bastos conocimientos, que poco a poco le iba
enseñando a Naida. No harían nada hasta que su hermana hubiera aprendido todo lo que
sabía la vieja Erga, luego se librarían de la ella, antes no y ese era su pacto, si
Baltos no lo aceptaba bien podía quedarse con Erga.
En tanto Palemón había llegado a un río poco profundo en donde se había introducido
para refrescarse y hundir su cabeza en la fría agua en busca de un cura para su
desenfocada vista y saciar su sed.
Por su mente le venía rápidas visiones que lo tenía confundido y muy asustado, el
sonido de un hacha, risas, sangre, algo que parecía el cuerpo de una persona abierto
en canal como un cerdo y el rostro de lo que parecía ser Leandro.
Palemon se quedó allí como por media marca, no reconocía donde estaba, luego se
levantó tambaleándose, corrió lo más rápido que pudo con piernas temblorosa y mirada
nublada, volvió a adentrarse en el bosque, tratando de encontrara ayuda.
Al atardecer hicieron un alto en una colina resignados a seguir la búsqueda al día
siguiente cuando Tailus vio movimiento en la llanura bajo la colina y mirando
detenidamente pudo vislumbrar a Palemon en huída entre la alta hierba.
Enseguida los tres hombres fueron tras la presa fugitiva que estaba recuperando el
control de su cuerpo que al escuchar pasos a la distancia volteó y vio a sus
perseguidores, entonces la histeria se cebo con él, el sólo verlos le hizo recordar
con mayor realidad lo que durante el día le venían como imágenes a su cabeza.
-¡¡¡AYUDA!!!- comenzó a gritar en desesperación -¡¡POR ZEUS, AYÚDENME!!- Palemon
rogaba por ayuda entre sollozos, el carro de Apolo volvió a pasar trayendo un tenue
anochecer.
-¡¡¡DETENTE, O SERÁS ABATIDO!!!- fue el grito varonil de advertencia, proveniente de
un fuerte centauro castaño que apuntaba a Palemon con un arco.
La impresión hizo caer de rodilla al agotado fugitivo, no podía creer lo que veía,
nunca había visto un centauro y sinceramente en ese momento no sabía que era peor,
sus perseguidores o éste ser mitad hombre mitad caballo. Definitivamente era
amenazador, esos músculos por todo su cuerpo y ese arco daba una visión muy
intimidante.
Los perseguidores entraron en el claro del bosque a toda carrera casi pasando sobre
el extenuado Palemon pero la sorpresa no se las dio el hombre de rodillas sobre el
suelo boscoso sino la criatura frente a él.
-¡¡ALTO!!- ordenó el castaño centauro apuntando ahora a los nuevos intrusos, estaba
confuso, no sabía que estaba sucediendo, ¿qué hacen estos hombres en nuestro
territorio?
-Tranquilo, no pasa nada- intervino Tailus rápidamente para interferir los
pensamientos del centauro -no hay necesidad de que nos apuntes- dijo el alto hombre
de fríos ojos verdes.
-¡No se muevan!- advirtió en tono amenazador el vigilante centauro.
-Esto es sólo un asunto entre éste ladrón y nosotros- habló Baltos de forma tajante
pero sin dejar de admirar la maravillosa criatura que no dejaba de agitar la cola y
echando una rápida mirada alrededor, percatándose que el centauro estaba solo.
-¡¡No les creas, ellos son unos asesinos!!- Palemon con voz suplicante y temerosa.
El terror de Palemon le hizo correr hacia el centauro en busca de protección, esa
acción tomó por sorpresa al vigilante que no disparo y vio pasar el hombre a su lado
para situarse tras él, ese instante de desconcentración era lo que necesitaban los
otros hombres que cayeron sobre el centauro como depredadores sobre su presa.
El centauro de castaña melena pudo disparar su arco, antes que fuera inmovilizado
hiriendo a Delto en un hombro haciéndolo gruñir de dolor, cayendo delante del
embravecido centauro que se defendía fieramente contra los dos fuertes hombres que lo
atacaban.
¡Por Zeus, no son normales!, pensaba desconcertado el centauro al intercambiar
golpes con los dos hombres, sus fuerzas no eran las de hombres normales, tengo que
irme de aquí, pensó mientras lanzaba patadas con sus patas traseras para quitarse
a Tailus que le sujetaba a duras penas la espada que tenía a su espalda para que no
pudiera desenvainarla.
-Delto, levántate y ayúdanos antes que vengan más- ordenó entre dientes Baltos
mientras daba fuertes patadas a las patas delanteras del centauro e intentaba
alcanzarlo con su cuchillo.
El fuerte centauro alcanzaba en ocasiones a Tailus que estaba prendido de la espalda
del centauro y prácticamente montado sobre su lomo, en tanto Delto rodaba por el
suelo de un lado para otro evitando ser pateado por la magnífica criatura.
-¡¡NOS ATA....- intentó gritar el castaño centauro pero su boca fue tapada por una
fuerte mano que se llevó varias mordidas que hicieron enfurecer aún más a Tailus que
ni así lo soltó.
Palemon miraba todo desde unos arbustos cercanos en los que se escondió, vio
claramente como en un pequeño resbalón en la hojarasca y fue suficiente para que
Baltos le asestara la puñalada letal una y otra vez en el musculoso abdomen.
Tailus no soltaba a su presa ni quiera cuando el guerrero centauro dobló las patas
delanteras haciéndolo irse de bruces contra el suelo mientras se ahogaba en la sangre
que se el acumulaba en la boca, hasta que lo soltó pensando que ya no se levantaría
más.
Grande fue la sorpresa de todo cuando el aguerrido centauro volvió a ponerse sobre
sus cuatro patas e intentaba darse a la fuga con las pocas fuerzas que le quedaban
pero no fue muy lejos ya que nuevamente fue apresado por los hombres y apuñalado en
la garganta que lo hizo caer en cámara lenta hasta caer completamente sobre la
hojarasca que cubría el suelo de es parte del bosque.
El fugitivo escondido entre los altos arbusto miraba aterrado como la mirada
moribunda del centauro se encontraba con la suya y esta se iba quedando vidriosa al
irse la vida del cuerpo, luego respingó cuando los tres hombres comenzaron a beber de
la sangre que salía a chorros del cuello degollado para luego hundir el cuchillo esta
vez en el pecho del centauro, buscando su corazón, sacándolo para luego ser comido
entre los tres asesinos desnaturalizados.
Con tal manjar frente a ellos se olvidaron por completo de Palemon que nuevamente se
alejó de la dantesca escena, al igual que su mente, comenzó a caminar como un zombi
pero con el rostro bañado en lágrimas, miró al cielo, vio la luna creciente y la
siguió.
*****
A media noche se dio la voz de alarma por la falta de un vigía cuando todos sus demás
compañeros se reportaron a la hora que estaba estipulada pero pasó una marca cuando
en verdad sus compañeros tomaron en serio la ausencia del "casanova".
-¿Están seguros que no está haciendo una de las suyas?- preguntó malhumorado el
capitán de los vigías al ser despertado de tan placentero sueño después de haber
pasado esa tarde con su esposa.
-Seguros Magnor, el nunca había faltado a la hora de reportarse- dijo dándose cuenta
de la mirada incrédula del capitán -bueno ha llegado hasta media marca tarde pero
nunca una marca entera, además siempre insinuaba que esa noche sucedería- concluyó
Darles algo incómodo por la confesión.
-Lleva una patrulla, busquen a ese sinvergüenza y cuando lo encuentren ¡me lo traen!
-ordenó furioso el altivo capitán centauro de melena cobrisa -esté con quien esté,
esta vez no se saldrá con la suya- concluyó dando un fuerte colazo, luego se dio
media vuelta y regresó con su esposa.
-Ahora si que no se libra de esta- comentó Librius amigo de Arter, el desafortunado
centauro.
-Ya era tiempo, siempre se monta a las mejores- dijo Darles con una sonrisa burlona.
-Ya escucharon- ordenó Librius molesto por el comentario tan poco delicado para con
las chicas.
-¿Con quién creen que este?- se escuchó un voz preguntar sobre el ruido de cascos
contra el suelo.
-Apuesto que es con la pelinegra de costura- fue la contestación de otra voz entre
risas.
-Creo que está con la rubia, la nueva escriba- dijo otro entre carcajadas.
-¡Pero si es muy joven!- dijo Librius al recordar a la jovencita de unos dieciséis
veranos.
-¿Es que no has visto esas ancas y esa grupa?- pinchó otro centauro a Librius.
Era conocido por todos que Librius era un fiero guerrero pero un total caballero en
cuanto se refería a las damas, no entendían como podía mantener tal amistad con un
centauro como Arter que no respetaba estatus alguno de las hembras y hacia caso omiso
de los sermones de parte de su amigo.
Mientras que el grupo de centauros de dirigían a la zona que tenía que patrullar
Arter, los tres depredadores habían dado buena cuenta del centauro. Entre los tres
cargaron al pesado y gran centauro sobre sus hombros y luego de un rato de cargar con
el cadáver lo dejaron sobre el suelo y regresaron para ocultar la zona de lucha.
A media noche ya estaban reunidos con las dos mujeres que no podían creer la suerte
que tenía, se les hizo agua la boca por probar la carne de centauro y sus efectos.
Cuando Erga se dio cuenta de que los hombres ya habían comido el corazón del centauro
monto en cólera durante un buen rato cosa que a ninguno de los tres le importó.
Baltos alegó que de no haberlo echo se hubiera perdido los efectos "benéficos" que
proporciona "su frescura" sin mencionar que ellos fueron los que lucharon contra el
fuerte centauro y que les hubiera tomado mucho más tiempo traerlo consigo sobre sus
hombros.
A Erga no le quedó de otra que tranquilizarse antes de que saliera el tema de su
reciente ineptitud a la hora de drogar con sus famosas hiervas y su sabiduría.
-Es, es increíble -dijo asombrada Naida mientras tocaba al ensangrentado centauro
colgado de las patas.
-Sientes el poder al sólo beber su sangre- le informó Delto tocándose la herida en el
hombro.
-Y su corazón aún caliente, ¡Dioses!- dijo Tailus muy exaltado -Eso si es fuerza,
energía, vida- terminó de decir mientras se miraba los brazos cubierto de sangre
mientras abría y cerraba los puños, sin siquiera sentir dolor en las claras marcas de
los dientes del centauro en sus manos.
-Oh sí, ya lo creo que fuerza y energía era lo que tenía -comentó Baltos frotándose
la mandíbula en donde Arter asestó de lleno un derechazo.
-¿Y los demás?- preguntó una ansiosa Erga.
-No vimos a ningún otro -respondió Baltos mientras se sentaba en un banquillo.
-Es posible que estemos en los límites de su territorio y por eso no han vistos a
ningún otro de su especie -dijo pensativamente Naida.
-Será mejor hacer esto rápido y alejarnos, ya sabemos donde encontrarlos -opinó Delto
tomando una pala para empezar a cavar una fosa.
-Vamos Naida, tomemos lo que necesitamos para irnos de aquí -urgió la mujer mayor.
-Ya quiero comparar lo que he sentido hoy con la de esa Ex Señora Guerrera -dijo
Taylus elevando el rostro hacia el cielo nocturno mientras cerraba los ojos e
inspiraba profundamente sintiendo como corría por sus venas la vitalidad de guerrero
centauro. Pronto guerrera, pronto.
Continuará...