Dentro de la las dos edificaciones se escuchaban gritos y sollozos por parte de los
asustados campesinos pero también había un frenesí de movimiento por parte de los que
defendían su refugio.
Tilus pasó la voz a los que defendían la parte baja, lo sucedido arriba hacia unos
momentos, entonces Gabrielle tomó el mando, enviando a cinco voluntarios arriba para
retomar la habitación y mirando con asco a los cobardes que abandonaron a sus vecinos.
En la parte de la cocina el padre de Gabrielle junto a otros cinco e Hilias luchaban por
cerrar las ventanas pero se les estaba haciendo casi imposible, cuando uno de sus
agresores logró sobrepasar sus defensas e intentaba introducirse por una de las ventanas
algo más pequeñas por donde salían las flechas que los herían dolorosamente.
La fuerza conjunta de los hombres y la amazona no se comparaba con la su atacante,
entonces la amazona alcanzó a duras penas sacar su espada, procediendo a hacer cortes al
chupasangre que al sentirlos rugió bestialmente, impulsándose hacia dentro aprovechando
que los hombres asustados se paralizaron, la joven amazona tuvo suerte al hundir su
espada hasta la empuñadura en el centro del pecho de su agresor, que en su desesperación
por alimentarse intentó sujetarla antes de salirse de allí, pero la hábil guerrera logró
safarse con sólo algunos rasguños en los brazos pero teniendo que dejarle la espada en
el pecho, Herodoto aprovechó y terminó de cerrar la pequeña ventana que hacia falta.
-Estuvo cerca- la agitada voz de Herodoto se escucho por sobre las respiraciones agitadas
por el esfuerzo.
-¡Maldita sea, perdí mi espada!- dijo furiosa Hilias, mientras pasaba la mano por su
frente para limpiarse el sudor que caía a los ojos y la asquerosa sangre del chupasangre
que la había salpicado.
-Todavía tenemos lanzas- trató de consolar un robusto chico, uno o dos veranos mayor que
ella.
-¡Mis mamis me la regalaron!- contestó exasperada Hilias, con voz de niña pequeña y casi
haciendo un puchero, cosa que desconcertó grandemente a los hombres en la cocina, que la
miraban como si acabara de aparecer de la nada- ¡Vamos a sus puestos!- ordenó la joven
guerrera al tratar de recomponerse de su repentino berrinche.
Hilias era hija mayor de Ecta la herrera y Cabis una de las "diseñadoras" de las amazonas,
Cabis había hecho el boceto de la espada de doble filo y su vaina, que le regalaron a su
hija mayor cuando se graduó de guerrera "su gran sueño", la empuñadura estaba forrada
con un fino cuero diseñado para ella haciendo juego con la vaina de la espada, luego de
que Ecta se encargara de hacerla, su hermanita también había contribuido no diciéndole
sobre su regalo, a petición de sus madres.
Rita con su grupo disparaban desde arriba en la parte trasera de la taberna cubriendo la
retaguardia de manera eficaz, con excepción del que logró alcanzar la ventana de la
cocina pero vio como huía con la espada de Hilias en el pecho y entonces apuntó hacia la
espalda a la altura en donde estaría su corazón, disparó, pero la flecha hizo blanco en
la cabeza del chupasangre porque éste tropezó, cayendo sobre una de sus rodillas, volvió
a rugir, se levantó y terminó de entrar a la primera línea de árboles que rodeaba el
lugar.
La joven guerrera se mantuvo alerta, con sus ojos entrecerrados buscaba a los que
estaban heridos con flecha, había uno unos troncos en el suelo, apuntó con su ballesta.
-Tú, dispara al pie de ese que esta tras esos troncos- ordenó Rita a uno de los aldeanos
de su grupo.
El hombre vio el parte del pie y apuntó rogando a los dioses no fallar y no lo hizo, el
brucolaque salto agarrándose el pie herido, gritó guturalmente, entonces Rita disparó y
a sólo unos centímetros de dar en el blanco, Ultar, salido de la nada, empujó el
objetivo de la guerrera, entonces se irguió cual alto era en una pose regia, miró a los
ojos de la joven amazona sorprendida, utilizando sus poderes entró en la mente de la
guerrera amazona. El brillo en esos ojos siniestros ajustó a los compañeros de la joven
guerrera.
-¡¡Amazona, amazona!!- un asustado aldeano llamó angustiado a la petrificada Rita que no
respondía, se había dado cuenta que el chupasangre la miraba a ella.- Algo esta mal,
cierren las ventanas- dijo el avispado aldeano.
El momento que se disponían a cerrar las ventanas Rita arremetió contra ellos, por
suerte para los aldeanos, la guerrera lo hizo a puño limpio y era una. Intentaron
dominarla entre cuatro. Dos ya estaban en el reino de Morfeo debido a sendos puñetazos y
patadas por parte de la guerrera, mientras otros dos cerraron la ventana justo en el
momento que llegaban volando los brucolaques. Sintieron los golpes de sus atacantes
contra la ventana pero sin éxito, estas estaban reforzadas, también oyeron pasos
desesperados en el techo.
-Suéltenme, malditos, tengo que salir- gritaba Rita, mientras se debatía al agarre bajo
el peso de los cuatro hombres que la tenían sujeta a duras penas.
-¿Qué pasa aquí?- preguntó Jalas alarmada, la amazona vino corriendo desde su puesto en
una de las habitaciones del frente, al escuchar la lucha.
-No lo sabemos, un chupasangre la miro fijamente, ella no respondía a mi llamado y de
pronto nos atacó- contestó con celeridad el aldeano que sospechó que algo estaba pasando
a la amazona.
-¡¡El me llama, suéltenme!!- gruñía Rita desde el suelo de la habitación, con una mirada
perdida en su rostro, luego se escuchó un sonoro golpe.
-Tu y tu amárrenla y llévenla abajo, los demás permanezcan en sus puestos- ordenó Jalas
a los sorprendidos hombres, que vieron a la amazona darle una patada en la cara a Rita y
dejarla fuera de combate.
*****
-Vaya, vaya, esto se esta poniendo muy interesante- murmuró humorísticamente Ursula.
-Tengo mucha hambre- informó la nueva bacante a Ursula que se encontraba a su lado,
mirando lo que sucedía en el pueblo.
-Pronto, pronto- trató de sosegar la antigua bacante.
-Sólo faltan unas marcas de vela para que amanezca- dijo algo intranquila la otra
bacante.
-Esto comenzará dentro de nada, al parecer todos están en sus puestos.
-Pero ¿cómo vamos a entrar allí por presas?
-Cuando estén luchando los uno con los otros, aprovecharemos para eso y luego recuerda,
hay que eliminar a ese indigno.- cada vez que mencionada a Ultar, Ursula lo hacia
con desprecio.
-Pero y los demás.
-No creo que sobrevivan a las amazonas, pero si alguno lo hace le daremos caza.
-Mira Ursula, están cerrando las ventanas.
-Y ellos atacan con todo. A mi señal, iremos allá.- Ursula no separaba los ojos de lo
que sucedía ante sus ojos.
*****
Con las ventanas cerradas no podían hacer mucho, los chupa sangre arremetieron contra
las ventanas y puertas, entonces desde adentro comenzaron a puyar, a los desprevenidos
brucolaques que se recostaban a las paredes, con las puntas de las lanzas y espadas por
entre las aberturas de entre los tablones y troncos de las paredes, provocando más la
ira de los atacantes.
-Xena, está despertando- avisó un chico que la alta guerrera dejó vigilando a Rita.
Gabrielle, Eponin y Xena fueron a ver como estaba la joven guerrera, que lentamente
abría los ojos y miraba desconcertada a su alrededor.
-¿Qué pasó?- preguntó Rita, intentó tocarse la quijada hinchada y dolorida, dándose
cuenta que estaba atada de pies y manos, inmovilizándola completamente.- ¿Por qué estoy
atada?- la joven guerrera estaba muy desconcertada.
-Dime ¿qué recuerdas?- preguntó Xena, acuclillándose frente a Rita, mientras Gabrielle
miraba el morado con la huella de una suela de bota que cubría parte de su cara,
encogiéndose en acto reflejo al imaginarse lo que debería estar doliéndole a la chica.
-Bueno, disparé a un chupasangre y otro lo empujó- contestó pensativamente la amazona
atada, sintiendo un fuerte dolor en la quijada al hablar.
-¿No recuerdas atacar a los hombres que estaban contigo para salir de la posada y decir
que, él te llamaba?- preguntó Eponin.
-¡¡¿¿QUEEÉ??!!- Rita estaba claramente sorprendida, su mirada no estaba perdida como les
dijeron los hombres, cerró la boca por la punzada de dolor en su quijada y parte de su
cara del lado izquierdo.
-Esta bien, suéltenla- ordenó Xena, luego de observar detenidamente las reacciones de
Rita.
Entonces se escucharon cascos de caballos a galope, todos corrieron hacia las ventanas
a ver que sucedía con excepción de Gabrielle se quedó con Rita para desatarla.
-¡NOS ATACAN!- se escuchó a varios chupasangre gritar.
-CONTRA ELLAS- ordenó el chupasangre "líder", ofuscado por haber caído en la trampa.
Los caballos estaban a mitad de camino por la calle principal con varias jinetes sobre
sus lomos dirigiéndolos, algunos brucolaques que salieron a su encuentro no levantaron
vuelo a tiempo y fueron arrasados por los caballos, pero lo que si lo hicieron cayeron
sobre varias de las amazonas, que se defendieron al tener sus espadas al ristre e
incrustándoselas pero tres de ellas cayeron de sus monturas y rodaron por el piso con
su agresor; las otras cinco se mantuvieron ágilmente sobre los lomos de los caballos.
Otros fueron a parar en los techos de las casas, en sus portales o corriendo velozmente
por los amplios callejones entre las casas.
Las amazonas que rodeaban el pueblo entraban también por los mismos callejones, para
cerrar el cerco contra los chupasangre, encontrándose de frente con ellos y disparando
sus flechas y entrando en combate directamente con sus espadas.
Un brucolaque que estaba en el techo de una casa vio la oportunidad de cazar una presa
cuando una amazona tropezó con un madero cayendo de espaldas al suelo, entonces se lanzó
sobre ella atrapándola en el momento que se incorporaba pero como era "novato", su
impulso sólo fue para caer sobre la amazona por lo que luego de atraparla y herirla con
sus garras, se fue de bruces contra el suelo, lo que provocó que lanzara a su presa por
los aires hasta estrellarla contra uno de los postes de la entrada del almacén que
estaba a unos veinte metros.
El chupasangre se recuperó en un instante, lanzándose nuevamente contra su malograda
presa antes de que las estocadas que lanzaron las amazonas cercanas lo alcanzaran,
prácticamente desapareció ante los desconcertados ojos de las guerreras pero rápidamente
miraron a su alrededor buscándolo, había un bulto que se movía sobre algo que se movía,
entonces vieron una bota amazona, comprendieron de que se trataba de la amazona que
estaba herida y el bulto era el chupasangre, corrieron hacia allí en auxilio de su
hermana.
Xena veía desde dentro de la posada lo que ocurría fuera esperando el momento para salir
a la refriega, vio como una amazona caía estrellándose contra un poste del almacén y
antes de pensarlo ya estaba de camino a la puerta del almacén atravesando el pasillo que
unía las dos edificaciones.
-¡¡¡HABRAN ESA PUERTA!!!- gritó la orden que fue obedecida en el acto por dos hombres
encargados para eso- Ustedes cúbranme- dijo señalando a dos hombre armados con lanzas.
Cuando Xena salió vio a un chupasangre sobre la guerrera amazona que trataba inútilmente
de quitárselo de encima, aprovechando el descuido de éste, la guerrera atravesó al
brucolaque de lado a lado por sus costillas haciéndolo rugir y levantarse a toda prisa
con su presa aún sujeta por un brazo, la alta guerrera tiró de la espada para sacarla y
volver a arremeter contra la bestia humeante. El brucolaque dio dos tambaleantes pasos
antes de ser atravesado por seis afiladas espadas, las amazonas habían llegado a su
encuentro, el chupasangre cayó de rodillas al suelo soltando a su presa que se
desangraba deprisa por la gran herida en su cuello.
-Corten la cabeza y manos- dijo Xena dándole su espada a una de las amazonas recién
llegada, mientras colocaba sus dedos sobre la herida para taponar la fuente de sangre
que salía de la guerrera.
El brucolaque trató de levantarse y arremeter contra las fieras mujeres que se lanzaron
contra él con saña cortando sus garras cuando las alzó para atacarlas y luego su cabeza
que rodó por el piso que tenía la cara cubierta de sangre que no era suya, su cuerpo
cayó pesadamente en el suelo salpicando de mal oliente sangre desde los boquetes en su
anatomía por la falta de manos y cabeza, mientras uno de los hombres hacia blanco con su
lanza a otro brucolaque parado en un techo cercano vociferando órdenes.
El guerrero chupasangre rugió de dolor pero se sacó la lanza que lo había atravesado
pero permaneció dando órdenes a pesar de que el humo que producía su herida le
dificultaba la visibilidad, entonces se movió hacia el techo de la posada para evitar
ser alcanzado por esas molestas flechas, de las cuales llevaba varias en su cuerpo y de
las amazonas que estaban subiendo al techo en su busca.
El otro hombre que también cubría la salida de Xena y que sostenía una lanza estaba a
punto de desplomarse debido a que sus piernas temblaban tanto que estaba apoyándose en
el arma, lo que veía era espantoso y de repente su vista comenzó a nublarse para
oscurecerse totalmente tuvo que ser arrastrado dentro por Solari, la fuerte teniente de
la guardia real llegaba con doce de los miembros que pertenecían a la guardia, según lo
planeado, mientras otras tres permanecían con Ephiny, su regente.
Xena colocó a la herida amazona de forma tal que con el mismo brazo que taponaba la
salida de sangre de la herida presionara su cuerpo contra el de ella apoyando la parte
trasera de la cabeza de la amazona en su pecho y rodeó la cintura de ésta con el otro
brazo, llevándola inmediatamente con la curandera dentro de la posada.
-¡¡¡QUE VENGAN LAS SANADORAS!!!- gritó desesperada Solari luego de llevar al desmayado
dentro de la posada.
Ephiny también daba órdenes para que un grupo de diez guerreras entrara a la posada y
apoyaran desde dentro.
Cuando la morena capitana de las amazonas salió de la posada al ser relevada de su
puesto por varias amazonas, visualizo a Solari ordenando formar un perímetro alrededor
de la posada y del almacén por miembros de la guardia de la reina, igual que a Yakut la
teniente de las sanadoras y sus dos aprendices llegar a la carrera con varias heridas,
les dio paso para ingresar a la posada, entonces se dirigió hacia un grupo que se
enfrentaba con un chupasangre.
*****
Terreis la pelirroja y algo redondita teniente de las jinetes estaba concentrada en un
chupasangre que blandía una espada de manera efectiva bloqueando a duras penas los
ataques de las amazonas que trataban de alejarlo de una de sus hermanas que resulto
herida, cuando éste cayó sobre ella hiriéndola con sus garras al rodar por el suelo con
ella.
El brucolaque se negaba a dejar su presa y a punta de fuerza hizo retroceder al grupo de
amazonas que trabajaban sobre él, inclusive haciendo saltar de sus manos las espadas al
lastimarlas con su fuerza. La guerrera herida trataba de arrastrase dándose cuenta en
ese instante que tenía una pierna rota y posiblemente también costillas pero se negaba a
ser alimento de esa bestia.
El grupo en el que estaba Ephiny acababa de cortar la cabeza de uno de los chupasangre,
tal como habían escuchado decir a Xena a un grupo.
-Vamos allá- ordenó la rubia regente, señalando a sus unidades su destino, que era con
el grupo que estaba perdiendo terreno con el brucolaque y así ayudar a la lesionada
guerrera.
Llegaron en el momento que el chupasangre se giraba para sujetar a su presa y salir de
allí, se interpusieron entre él y la amazona, atacándolo sin darle cuartel, mientras
cuatro guerreras recogían a la herida que apretaba los dientes aguantando el dolor,
mientras era transportada a la posada para ser atendida.
El brucolaque rompió el circulo en que lo tenían las amazonas y en un rapidísimo
movimiento desapareció ante sus ojos dirigiéndose hacia su nuevo objetivo pero tropezó
con la pequeña Tania haciéndola caer sobre su espalda en un golpe seco con el suelo, a
los pies de la amazona que éste había elegido. La amazona trató de evadirlo pero la
velocidad de él era espeluznante, el chupasangre ni siquiera se inmutó con Tania y se
detuvo sobre ella atrapando a su víctima, así que lo único que se le ocurrió a la
pequeña amazona fue darle de patadas en las "partes nobles" del chupasangre, logrando
con esto que soltara a la amazona con un rugido, al igual que la espada y cayera de lado
pesadamente mientras agarraba sus genitales.
Esto lo aprovecharon las amazonas, enterrando sus espadas en su cuerpo haciéndolo gritar
guturalmente.
-La cabeza- ordenó Ephiny- ASÍ- hizo una demostración, cortando la cabeza del brucolaque
de un tajo, salpicando a algunas y a ella misma.- Divídanse en grupos de seis y ayuden a
las demás.
-Gracias- dijo sinceramente la amazona desde el suelo, a Tania.
-De nada- contestó sonrojada la pequeña guerrera, aún en el suelo recuperando el aire
que había sido sacado por la caída.
-Muy original y muy efectivo- elogió Ephiny al levantar a la valiente guerrera que se
ruborizó más si se puede.- Bien hecho, quédense con nosotras- les dijo a las dos
amazonas.
*****
Marga la castaña y musculosa teniente del escuadrón de catapultas, atacaba con su grupo
a un brucolaque en la parte derecha de la posada, éste se defendía con una maza, no le
importaba cual de ellas, necesitaba alimentarse.
Cuando de repente un nuevo chupasangre atacó tras ellas, atrapando a una de las
guerreras que no tuvo tiempo para evitarlo, sus brazos quedaron atrapados por los fuertes
brazos del brucolaque, el agarre fue tan fuerte que la amazona sentía que sus huesos
crujían y gritó pidiendo ayuda.
Marga y dos amazonas se giraron para ayudar a la amazona prisionera, el chupasangre
daba pasos hacia atrás utilizando a la amazona como escudo.
-Con cuidado- advirtió la teniente a las otras dos amazonas, para no lastimar a la
cautiva.
En eso llegaban seis miembros de la guardia real para cubrir sus puestos alrededor de la
posada, haciendo gala de su entrenamiento y de una de las cualidades de los mejores
guerreros, se acercaron por la espalda del chupasangre sin hacer ruido.
-¡Suéltala!- gritó Marga atrayendo la atención del brucolaque para darle ventaja a las
amazonas que venían a espalda de éste.- Te dejaremos vivir si lo haces.
-JAJAJAJA- rió guturalmente el chupasangre.
Cuatro miembros de la guardia real lazaron fuertes patadas laterales a las costillas y
piernas del chupasangre, cuando éste estuvo a su alcance, sorprendiéndolo pero los
golpes no fueron suficientes fuertes para que soltara a su presa.
El brucolaque se giró rápidamente pero entonces fueron Marga y las otras dos amazonas
que le repitieron la dosis anterior mientras dos amazonas miembros de la guardia real
mantenían sus espadas listas para atacar en el momento que soltara a su hermana guerrera.
-Malditas, no la soltaré- dijo entre dientes el chupasangre que daba vueltas rápidas
para cubrirse con su presa.
Varias patadas y puñetes fueron asestados haciéndolo rugir, entonces la amazona
aprovechó el agarre del chupasangre y alzó sus piernas para luego dejarse caer sobre los
pies de su captor con todo su peso, haciendo que este se doblara por el peso para luego
rugir nuevamente pero esta vez por los fuertes pisotones de que fue objeto por su presa,
entonces fue acallado por un cabezazo en la quijada por parte de su presa que le rompió
la quijada.
La reacción del brucolaque a éste ataque fue soltar a su presa y llevarse las garras a
la quijada, tropezó al dar un paso atrás y fue lo último que hizo porque eso era lo que
estaban esperando las amazonas para acabar con su existencia, su cabeza fue lanzada
hacia el otro brucolaque que también combatía a las amazonas con un mazo, rompiendo la
concentración de éste y de las amazonas que lo atacaban, quedaron todos en una pausa.
Una flecha lanzada desde una de las ventanas laterales de la posada atravesó la garganta
del chupasangre que soltó en acto reflejo el mazo y se giró hacia su atacante y corrió
hacia ella.
-¡¡Corten sus piernas y la cabeza!!- ordenó Rita desde la ventana junto a otras amazonas.
Las amazonas más cercanas al chupasangre reaccionaron y lanzaron estocadas contra las
piernas, una de ellas fue cercenada completamente, lo que hizo que el atacante cayera
de bruces, atravesándose por completo la garganta con la flecha, entonces una de la
guardia real cortó de un tajo la cabeza y luego siguió su camino hacia la parte trasera
de la posada con otras dos guardias reales para cerrar el círculo de protección
alrededor de donde se encontraba su reina.
-Ustedes cinco, quédense con ellas cubriendo éste lado- ordenó Marga a sus unidades para
apoyar a las tres guardias de la reina que cubrían ese lado- Las demás busquemos a más
de estas bestias y Lenis entra a la posada para que te revisen las sanadoras.- y con eso
emprendieron la nueva búsqueda hacia la parte trasera de la posada.
*****
-Gabrielle, ayuda a las sanadoras- dijo Xena a su bardo cuando terminó de cerrar la
herida en el cuello de la amazona que había ayudado afuera.
-Xena, cuídate por favor- rogó la joven reina al agarrar a su campeona por una de sus
manos.
-Lo tendré- dijo tajantemente la alta guerrera y luego le sonrió tiernamente a la chica
que le robó el corazón, dándole un apretón en la mano.
-Yo me quedaré con ella, Xena- espetó Solari.
-Confió en eso y en las demás- Xena miró a los claros ojos a la aguerrida guerrera,
ambas guerreras asintieron sellando un acuerdo de guerreras y con eso la alta guerrera
salió de la posada.
Solari sabía que en sus espaldas descansaba una gran responsabilidad, la seguridad de la
reina, ella honraría esa responsabilidad con su vida si fuera necesario, sin dudar, al
igual que todas las que pertenecían a la guardia. Era un privilegio pertenecer a esta
unidad y más aún ser su teniente, miró a su reina que ahora se ocupaba de vendar a la
herida, se maravilló de lo bella y joven que era, eso lo sabía desde un principio pero
ahora veía algo diferente, experiencia, don de mando, fuerza y eso le gustaba mucho.
-Necesitamos más luz y más vendas- pidió Gabrielle a las personas que ayudaban que casi
eran todos los aldeanos que no participaban en armas.
-Gabrielle, ten el té que pediste- ofreció su madre.
-Gracias, ten preparado más, es un calmante para las heridas- dijo dulcemente la rubia.
-Pondremos otra olla.- la mujer mayor se retiró hacia la cocina.
-¿Cuál es tu nombre?- preguntó dulcemente la bardo.
-Be... Belia, mi reina- contestó dificultosamente la amazona.
-Belia, toma esto, te ayudará con el dolor- Gabrielle puso la taza en los labios de la
amazona para ayudarla a tomar el brebaje a base de plantas pulverizadas.- No hables, a
menos que sea necesario, Xena dice que estarás bien, sólo tienes que tomar los brebajes,
alimentarte bien y permanecer acostada por un tiempo.- informó en tono tranquilizador.
La amazona asintió mientras tomaba su brebaje, sabía un poco amargo pero lo tomó todo,
enseguida empezó a sentir que sus párpados le pesaban demasiado y antes de caer en el
mundo de Morfeo, dirigió un ruego a Artemisa, que las protegiera a todas.
Una amazona llegó ayudada por otra, era Lenis, la amazona que la ayudó la sentó en una
silla y luego regresó a su puesto.
-¿Dónde estas herida?- preguntó Gabrielle a la recién llegada, acababa de lavarse las
manos, tras atender a Belia.
-¡Mi reina!- exclamó Lenis al reconocer a su joven reina, se levantó de un salto, lo que
hizo que cayera sobre los brazos de Gabrielle, que fue ayudada por Solari para volver a
sentar a la amazona.- Lo si... en... to, mi ree... reina- dijo dolorosamente.
-Tranquila, ¿cuál es tu nombre?- preguntó con una sonrisa en los labios, la bardo.
-Lenis mi reina.
-¿Dónde estas herida, Lenis?- volvió a preguntar la reina, mientras la examinaba
visualmente, buscando heridas.
-Mis costillas, mi reina- contestó señalando la zona.
-Bien déjame levantarte la camisa.
Lenis se puso como un tomate cuando Gabrielle desabotonó la camisa de abajo hacia arriba,
cosa que hizo sonreír burlonamente a la teniente de la guardia real, provocando más
sonrojo por parte de la amazona, hasta que la reina tocó la zona dolorida.
-AHHH.
-Perdón, parece que sólo están lastimadas, debe de dolerte muchísimo- diagnosticó la
reina amazona.
-Si duele bastante- confirmó Lenis con muecas de dolor.
-Bien usaremos éste ungüento, es buenísimo, calmará el dolor y luego vendaremos las
costillas, estarás a medias pero algo mejor.- le informó Gabrielle mientras untaba el
ungüento en sus manos para untárselo en las costillas.
Lenis abrió los ojos de par en par cuando sintió las manos de la reina en sus costillas,
no sabía si suspirar o aullar de dolor, estaba de un color escarlata que no pasó
desapercibido a la luz de las velas y antorchas que alumbraban, provocando risas apagadas
por parte de Mauren, Solari y las sanadoras en el lugar.
*****
Xena salió por la parte delantera deteniéndose en el momento que estuvo fuera, cuando
una voz gutural la llamó por su nombre, el brucolaque estaba en el techo de una casa
blandiendo una espada contra las flechas y lanzas que intentaban hacerlo blanco.
-¡¡¡XENA!!!- gritó el brucolaque- Sube aquí, he estado esperándote- desafió muy ufano el
chupasangre guerrero.
Xena tomó carrera y saltó dando tres giros en el aire cayendo frente al chupasangre, lo
miró tratando de identificarlo.
-Bueno aquí estoy, que sea rápido porque no tengo tiempo- dijo la alta guerrera con
desdén en su voz.
-Maldita, ¿no me recuerdas?- preguntó indignado el chupasangre lanzando su ataque que
fue detenido efectivamente por la guerrera.
-UFFF, pero que aliento más asqueroso- se burló la ex señora de la guerra al brucolaque,
poniendo cara de asco, mientras mantenía un bloqueo en alto de la espada de su atacante.
-Me hiciste quedar en ridículo delante de todos en esa posada cerca de Atenas- decía
mientras arremetía con fuerza la contra razón de su frustración, que no hacia otra cosa
más que detener cada uno de sus envites magistralmente- y no contenta con eso me
quitaste a la mujerzuela- recordó aún más enfadado cuando las amazonas estallaron en
carcajadas al escuchar la historia.
-Ahhh, ahora te recuerdo, puedo ver que la vida no te a tratado bien- le dijo
burlonamente la oscura guerrera mirando el enorme boquete que tenía en el cuello,
entonces aprovechó la indignación de su atacante cuando las amazonas se rieron de él,
le asestó una patada brutal en la cara que lo hizo caer de culo- sigues peleando de pena
y esa mujer me lo agradeció- con esas palabras lanzó una estocada arrancándole la
espada de las garras, haciéndolo rugir de dolor- durante tooodaaaa la madrugada- le
informó con una sonrisa lasciva en su rostro.
-¡¡¡MALDITA!!!- le gritó guturalmente herido en su orgullo, cuando se lanzó contra ella
con sus garras por delante.
Xena lo esperó, plantando bien los pies uno delante de otro y con un veloz movimiento de
su espada cortó una de sus garras y aprovechó para darle una fuerte patada con la
pantorrilla en el abdomen haciendo que éste diera una voltereta y cayera sobre su
espalda pero de paso rasguñó el muslo de la alta aguerrida guerrera con la garra que
tenía ilesa.
El chupasangre se levantó inmediatamente olvidándose completamente de su acopio de valor
y se preparó para la huída, al girar se encontró con tres espadas atravesándolo en el
abdomen, provocando que se inclinara un poco tirando un manotazo, alcanzando el
antebrazo de una amazona.
Xena saltó sobre las amazonas haciendo un giro en el aire y justo antes de caer frente
al chupasangre asestó con su espada un certero golpe en la nuca, decapitando limpiamente
al que la había desafiado momentos antes.
-Alénjese de sus garras, ve a atender esa herida- ordenó Ephiny al llegar a la carrera
con su grupo.
-Ephiny- saludó la guerrera de ojos azul cielo, extendiendo su brazo.
-Xena- apretó el brazo de la otra guerrera como saludo.- Me alegro mucho de verte.
-Créeme que yo me alegro más- dijo con una sonrisa genuina.
-Allá arriba está el líder de los guerreros, atacaron un pequeño ejército camino aquí,
convirtieron a cinco de ellos- señalando el techo de la posada, Ephiny resumió.
-Entonces parece ser que hay dos líderes, el otro es más poderoso- dedujo la alta
guerrera.
-¿A qué te refieres?- preguntó la rubia regente.
-Puede manipular tu mente y cuando suceda lo mejor es dejar a la víctima inconsciente-
contestó mientras las amazonas que las rodeaban escuchaban atentamente, algunas no
podían evitar echar largas miradas a la hermosa y letal guerrera, tal como habían podido
apreciar.
Xena informó de los puntos débiles de sus atacantes a las amazonas, de forma que Ephiny
envió a las chicas a apoyar a sus hermanas y acabar con esto lo más pronto posible.
*****
-Melosa, mira- señaló una morena amazona a la teniente de las lanceras hacia unos
árboles que rodeaban la posada.
-Si, lo veo, parece que se las chicas necesitan nuestra ayuda- dijo girándose y tomando
varias lanzas para llevarlas con ella, luego de dejar los caballos y carretas a una
distancia segura a su llegada, para no ser vistas ni escuchadas.
-Teniente, en ese árbol hay dos vacantes- reportó la rastreadora que regresaba luego de
inspeccionar los alrededores en busca de información de la situación en el pueblo,
mientras el grupo de lanceras descargaba las carretas.- No participan, pero parece que
están esperando el momento para hacerlo.
-Bien dejen esas dos carretas cargadas, Virginia, Dalma, Seita, Pam, entren al pueblo
con ellas luego de que nosotras iniciemos- ordenó la teniente de las lanceras.- Las
demás hagamos lo que sabemos, sean precisas y derribemos a esas bestias, comenzaremos
con esas dos, no me interesa si participan o no.- la voz de Melosa era baja pero lo
suficiente clara para que su grupo escuchara las órdenes.
Con las órdenes dadas, los dos contingente de lanceras que eran veintiséis amazonas de
torsos y brazos bien desarrollados debido a su especialidad, se dirigieron sigilosamente
a su primer objetivo y mediante señales establecieron las posiciones para dar caza a las
dos bacantes.
Ursula estaba a punto de dar la órden a la hambrienta bacante cuando un ligero olor
llegó a sus fosas nasales, apenas tuvo el tiempo necesario para levantar vuelo y
empujar a su acompañante apenas logrando apartarla de seis lanzas dirigidas a ellas pero
que se clavaron en el tronco del árbol al no encontrar su objetivo.
La sorprendida nueva bacante cayó justo delante de las amazonas que rodeaban el árbol y
por puro instinto de supervivencia echó a correr en el momento que las guerreras se
abalanzaban sobre ella, gracias a la increíble velocidad que poseían las de su clase
pudo evitar la mayoría de las estocadas pero no salió del todo ilesa.
-Impúlsate con fuerza y vuela- informó Ursula mientras corría a una velocidad que la
hacia aparecer y desaparecer ante los ojos de las guerreras que no podían atacarla.
La "joven" bacante obedeció y aún con los corte en su cuerpo logró alzarse del suelo de
forma sorprendente, se dirigió hacia la rama de un árbol pero a penas colocó los pies
sobre ella una lanza le fue alojada en el abdomen provocando que cayera nuevamente al
suelo entre un grito enfurecido.
Ursula la tomó a su iniciada por la cintura, emprendiendo la huída encontrándose en su
paso con algunas amazonas, logrando golpear a una en el rostro haciéndola caer hacia
atrás pero antes de que cayera la levantó de una patada estrellándola contra la corteza
de un árbol dejándola inconsciente en su camino frente a ella y con una increíble
demostración de fuerza y agilidad agarró a la amazona por la pechera de la camisa,
llevándosela con ellas.
-¡¡Síganlas!!- ordenó Melosa mientras corría a toda velocidad tras las vacantes.
Las bacantes se detuvieron en el borde del pueblo sin ser vista, todos los presentes
estaban enfrascados en combate como para darse cuenta de ellas en ese momento.
-Hay que sacar esa lanza- dijo Ursula en el momento que daba un gran tirón, arrancando
la lanza del cuerpo de la otra bacante que aguantó el dolor estoicamente- Vamos dale un
probada a la amazona.
La bacante no se hizo de rogar y enterró sus colmillos en la yugular de la inconsciente
amazona probando el líquido vital tanto para su víctima como para ella misma pero fue
interrumpida cuando las compañeras de la amazona llegaron, entonces tuvo que soltarla
dejándola aún con vida.
-Vamos a lo nuestro- ordenó Ursula y entonces volvieron a emprender su veloz huída hacia
el pueblo en busca de su objetivo.
La bacante "mayor" no tenía la necesidad desesperante de sangre, ella prefería
disfrutar de su alimento con calma y cuando en realidad lo necesitaba. Las bacantes
jóvenes e iniciadas sentían hambre pero tenían cierto control, a diferencia de los
brucolaques, quienes prácticamente no tenían ningún control sobre esa necesidad lo que
les llevaba a alimentarse con desesperación y muy poco les importaba donde clavaban sus
colmillos y destrozando a su víctima de paso.
-Esta viva- anunció la primera amazona que llegó a la guerrera que había sido atacada
por la bacante, mientras presionaba la herida del cuello de su compañera.
-Levántenla y vamos al pueblo, busquen a una sanadora- ordenó la teniente mientras
señalaba a los brucolaques sobre los techos de las casas y el que estaba en la posada
para que fueran los objetivos inmediatos.
La amazona que presionaba la herida rodeó el pecho de la guerrera herida con el otro
brazo, en tanto otra amazona rodeaba las piernas de la herida con un brazo y entre las
dos la alzaban emprendiendo la carrera hacia el pueblo en busca de una sanadora, siendo
protegidas por sus compañeras.
En el momento que las lanceras hicieron blanco en sus objetivos derribándolos, entraron
las dos carretas en el pueblo abriéndose paso hasta detenerse frente a la posada, las
cuatro ocupantes comenzaron inmediatamente a reabastecer a sus compañeras lanceras de
sus armas de combate.
*****
Los pensamientos retorcidos de Limus se debatían entre si llevarse alguna de las niñas
o una joven cuando saliera corriendo de allí rumbo a su salvación, ya que se había
convencido que nadie saldría de esta con vida.
Afuera la cosa era un caos, podía verlo ya que se ofreció a vigilar una de las ventanas
traseras justo fuera del lugar donde se encontraban los niños y niñas. La chica que
dejaron a cargo no se ve nada mal, aunque será un problema cargar con ella, en cambio
una más chica sería más fácil de manejar, total le haré un favor al sacarla de aquí con
vida, jajaja.
Justo en ese momento la puerta de la cocina fue prácticamente destrozada por dos
brucolaques que intentaban entrar, las guardias reales que estaba fuera habían
intentado detenerlos junto a varias amazonas más pero fueron inútiles sus esfuerzos,
eran superadas físicamente y en ese preciso momento estaban enfrascadas en un combate
con otros tres que las atacaban para que sus compañeros pudieran tener la vía libre he
introducirse en la posada y hacerse con el "botín", luego ellos entrarían para
compartirlo.
Los gritos de advertencia de las amazonas fuera y el estruendo en la cocina hicieron que
Gabrielle, Solari, Mauren y Rita se dirigieran hacia allí para apoyar a los que se
encontraban en ese puesto, mientras las demás permanecían en sus puestos.
-¡¡Maldición, no... los... dejen... entrar!!- ordenaba Hilias entre dientes a sus
compañeros que como podían trataban de mantener la puerta en su lugar pero estaban
perdiendo terreno.
Cuando las amazonas alcanzaron la cocina, el padre de Gabrielle se le resbaló el pie de
apoyo y cayó al suelo, llevándose con el un pedazo de la puerta destrozada, dejando un
enorme boquete por el que se introdujo en un abrir y cerrar de ojos un chupasangre que
enseguida agarró al hombre más próximo en pie.
-¡¡ENTRARON!!- la rubia reina advirtió a los demás con un grito, mientras se lanzaba al
ataque con sus hermanas.
Era una locura, los burcolaques arremetían contra ellos en un espacio que ya quedaba
reducido para la cantidad de personas en esa estancia haciendo más que peligroso el uso
de las espadas pero dada las circunstancias no había opción.
Herodoto golpeaba con patadas desde el suelo en las piernas al brucolaque que estaba
prácticamente sobre él y se alimentaba del desafortunado campesino, las patadas no le
hacían mella en la bestia.
Hilias estaba desarmada pero logró asir un trozo de madero con punta del largo de un
brazo y sin pensarlo dos veces lo uso como una espada, dirigiéndolo hacia la cabeza del
chupasangre que estaba desangrando al aldeano. La punta perforó la frente del
brucolaque, salpicando de inmundicia a los más cercanos pero ella no se detuvo, utilizó
su fuerza para seguir enterrando el madero hasta pegar al agresor contra la pared, éste
soltó a su presa y agarró el madero con ambas garras, entonces le lanzó una patada a la
joven guerrera pero esta apenas logró esquivarla pero quedó desarmada y con la defensa
abierta.
Gabrielle asestó con la punta de su vara la boca del estómago del chupasangre, cuando
éste se abalanzaba contra Hilias, el brucolaque se dobló por el fuerte impacto, Rita que
estaba muy cerca aprovechó y cortó la cabeza de un solo tajo, eliminando uno de sus
problemas.
-¡Padre levántate y llévalo con las sanadoras!- pidió Gabrielle a Herodoto que salió de
su trance, todo había ocurrido prácticamente sobre él y como un autómata obedeció en el
acto, alzando al desvanecido aldeano, sin darse cuenta que quedó bañado de la
desagradable sangre negrusca y mal oliente del brucolaque.
-¡¡NOOOO!!- fue el grito que soltó la chica que estaba a cargo de los niños, cuando
Limus agarró a una morena niña y huía con ella aprovechando que la puerta de la cocina
estaba abierta mientras los chupasangre se luchaban con sus "presas" dejando un pequeño
camino de salida.
Mauren reaccionó por puro reflejo arrojándose sobre Limus cuando éste paso corriendo
hacia la puerta abierta con la niña, los tres cayeron sobre el grupo de hombres, Solari
y el otro chupasangre que formaban un enredo de cuerpos en el piso en una lucha.
Limus cayó sobre la espalda de Solari, provocando que esta enterrara su espada en el
pecho del chupasangre en vez de en el cuello, atravesando de paso el brazo de un aldeano
que la ayudaba a inmovilizarlo.
-AYYY- Mauren gritó de dolor al caer sobre su costado a un lado de la puerta luego de
golpear a otro de los aldeanos que sujetaban al brucolaque, soltando a Limus que
terminó fuera de la puerta, se levantó arrojando a la niña hacia el peligro cuando vio
a Rita ir por él con una mirada que no le quedaba duda que la joven guerrera cumpliría
su amenaza.
El depravado hombre emprendió nuevamente su huída hacia la vegetación, dejando tirada a
la niña a merced de los chupasangre que al verla fueron por ella. Rita cubrió con su
cuerpo a la niña, cerró los ojos encomendándose a Artemisa y luego esperó.
*****
Xena pasó sobre las cabezas de los cazadores luego de dar un salto increíble, cayendo
sobre la joven guerrera que quedó entre sus piernas abiertas, de esta forma la alta
campeona de la reina logró interponerse entre los chupasangre y Rita que cubría a la
niña, enfrascándose en un combate bastante desigual pero logrando evitar que pasaran,
con rapidísimas y complicadas maniobras logró mantener a los brucolaques a su alrededor
a raya hasta que Ephiny con más amazonas llegaron en su ayuda.
Gabrielle con su grupo salieron en busca de Rita y la niña luego que lograran deshacerse
del chupasangre que Solari había herido con ayuda de los hombres, encontrándose con dos
de sus guardias reales heridas pero todavía en pie de lucha; a Xena cubriendo a Rita y
a la niña contra dos chupasangre ya que tres de ellos se habían dado vuelta para
enfrentar a Ephiny y las suyas.
La joven reina arremetió contra uno de los chupasangre, seguida muy de cerca de Solari,
Hilias y Mauren, los hombres se quedaron en la puerta cuidando de que no entraran más
brucolaques como se les había ordenado.
-¡Rita levántate! lleva a la niña dentro- ordenó Gabrielle cuando asesto un golpe
brutal con su vara que hizo crujir el cráneo de un chupasangre que acaba de ser víctima
de una patada demoledora en la cara por parte de su guerrera, que no perdió el tiempo y
cortó la cabeza del fracturado brucolaque.
Rita levantó la cabeza de golpe, dándose cuenta de lo que pasaba a su alrededor, no lo
podía creer estoy intacta. No esperó a que se repitiera la orden y echó a correr
hacia la posada nuevamente con su carga en brazos, siendo protegidas por Hilias y Mauren.
La teniente de la guardia real la estaba pasando de pesadilla, nunca esperó que la
pequeña reina tuvieras agallas para lanzarse a combate de cabeza sin titubear, su
primer instinto era de agarrar a su rubia reina y llevarla dentro para ponerla a salvo
pero pensó que hacer eso con Xena allí sería un suicidio, además no podía olvidar que no
era forma de tratar a una reina, así que se decidió por cubrir las espaldas de su reina.
-¡¡¡GUARDIAS!!!- llamó Solari- Cubran a la reina- ordenó cuando las dos heridas y otras
cinco llegaron corriendo.
Gabrielle y Xena trabajaban en uno de los chupasangre, no se detenían, hasta que la
cada vez más ágil reina amazona asestó un fuerte golpe a los tobillos de su objetivo,
al poner una rodilla en tierra utilizando su peso para que el golpe que lanzó de arriba
hacia abajo fuera devastador. El brucolaque fue levantado por los aires agitando los
brazos, Xena en un movimiento veloz de abajo hacia arriba de su espada cortó una de sus
garras para luego invertir el movimiento de su afilada espada arrancándole la cabeza a
su agresor, la cual rodó por el polvoriento suelo.
En eso cayó a un lado el brucolaque guerrero que gritaba sus órdenes desde el tejado de
la posada con dos lanzas incrustadas y varias flechas en su cuerpo. Las arqueras y
lanceras estaban haciendo su trabajo, mientras las jinetes, rastreadoras y las de
catapultas apoyaban a las espadachines.
-¡¡Es uno de sus líderes!!- informó Xena a las amazonas para que las más cercanas lo
atacaran, ella estaba algo alejada para hacerlo personalmente.
El brucolaque se incorporó trabajosamente, utilizando las lanzas que tenía ensartadas
en su cuerpo para alejar a sus ahora atacantes. Ultar junto a sus dos seguidores cayeron
sobre él atacándolo con sus garras, destrozándolo en un abrir y cerrar de ojos.
-¡¡¡TRAIDORES, MALDITOS!!!- gritó el brucolaque traicionado, las amazonas se quedaron de
una pieza, al igual que su objetivo, no se esperaban esto.
El grupo de Ephiny había dado cuenta de dos de los brucolaques y estaban por el tercero
pero la regente no había perdido detalle de lo que había pasado cerca de ellas.
-¡¡Vamos, acábenlos!!- ordenó la regente a las amazonas que se habían quedado paralizadas.
Xena se detuvo en su carrera hacia el chupasangre guerrero para lanzar su chakram contra
el brucolaque que les faltaba al grupo de Ephiny que acababa de alzar vuelo para huir de
allí. El chakram lo atravesó de parte a parte por el tórax, derribándolo, para que las
amazonas dieran cuenta de él. La letal guerrera recogió su arma mientras corría
nuevamente, con su rubio amor pisándole los talones y casi media guardia real a su
alrededor.
*****
Melosa lanzó su lanza contra Ursula cuando ésta se lanzaba en dirección hacia su reina,
pero esta manoteo justa a tiempo impidiendo que fuera blanco del arma y de paso
tomándola para su provecho.
Atacó a Ultar con ella pero el brucolaque fue más rápido, logró apartarse y la lanza se
clavó en Aurelius que luego fue alcanzado por la certera espada de Ephiny.
-¡¡¡INDIGNO!!!- gritó Ursula cuando estaba prácticamente sobre Ultar.
-¿Quién Hades eres tú?- preguntó Ultar tratando de sujetar las garras de la bacante.
-Soy una antigua, limpiaré el error de una de mis hermanas- dijo Ursula tratando de
alcanzar el cuello de su rival con sus garras mientras ambos se elevaban del suelo para
alejarse de quienes trataban de darles caza.
En tanto Felicia se percató de los aprietos en los que estaban y echo a correr hacia los
árboles pero fue alcanzada por una flecha que tenía atada una cuerda, entonces la
bacante alzó vuelo llevándose consigo la flecha. La cuerda comenzó a desenrollarse ante
los sorprendidos ojos de Tania que entonces pensó que no era buena la idea de atarse la
cuerda a su cintura pero no tuvo tiempo para soltarse, fue tirada de ella siendo
arrastrada por la bacante que giró su cabeza para ver que tiraba de ella haciendo su
huída no tan veloz como esperaba.
-Vaya después de todo no me iré con las manos vacías- dijo la bacante con una sonrisa
burlona en su rostro- JAJAJAJA.
-¡¡TANIA!!- gritó Melosa, al ver a su pequeña en apuros, entonces empezó a correr tras
su hija y la bacante, armada de una lanza.
Cuando Xena y las demás empezaron a correr en dirección a Rita para sujetarla varios
chupasangre que trataban de entrar por la ventanas de arriba dejaron de intentarlo,
Jalas y sus grupos hicieron un trabajo impecable defendiendo sus puestos, se
interpusieron en su camino.
Xena derribó a uno con una combinación de patadas, abriéndose paso lo más rápido que
pudo mirando antes de iniciar su carrera hacia Gabrielle.
-Búscala Xena, estaré bien- le dijo la rubia reina a su campeona, sintiendo la
necesidad de su alta guerrera por saber que ella estaría a salvo.
Las palabras de la su bardo, ver a la guardia real rodeando a su reina y saber lo buena
que era con la vara tranquilizaron a la aguerrida guerrera para iniciar entonces con el
rescate de la amazona.
-¡Eponin!- llamó Xena a la capitana de las amazonas, mientras corría a todo lo que daban
sus piernas.
-Voy tras de ti- contestó la guerrera.
Pronto dieron alcance a Melosa que daba vueltas tratando de encontrar las huellas de su
hija que había perdido de vista.
-¡¡TANIA!!- llamaba la angustiada madre.
La respuesta fue escuchada a lo lejos pero las guerreras identificaron la dirección
iniciando su carrera en esa dirección.
-Xena, Eponin, es mi hija, por favor ayúdenla- suplicó Melosa.
-Tranquila, estamos aquí para eso- contestó Xena.
Tania finalmente se aferró a un tronco tratando de detener el avance de la bacante y de
paso darle oportunidad a su madre y las demás de alcanzarlas. La joven amazona estaba
bastante golpeada, su pequeño y delgado cuerpo estaba cubierto de moretones pero estaba
muy lejos de darse por vencida, quería regresar a casa para que sus madres la mimaran.
El recuerdo de su mami la hizo sacar fuerzas de flaqueza, no quería entristecerla y
además quería tener una oportunidad con esa hermosa chica rubia aprendiz de sanadora,
con un gran esfuerzo sacó su espada y cortó la cuerda que la unía a la bacante.
Felicia tiraba desde el aire cuando no pudo seguir avanzando, luego fue a dar contra la
corteza de un árbol cuando la cuerda fue cortada, provocando que la bacante quedara algo
atontada y perdiera un poco la perspectiva, la oscuridad de la madrugada y lo espeso de
la vegetación actuaron a favor de Tania que se ocultaba tras el tronco.
La bacante volaba buscando, escuchaba a las guerreras acercarse pero no estaba dispuesta
a perder su presa, no se había alimentado aún pero estaba siendo poco precavida su
ansia de sangre la superaba.
Las tres guerrera podían ver a la bacante sobrevolar sobre un área un poco por delante
de ella entre árboles, eso era buena señal, con una señal de la mano de Xena, se
separaron para rodear la zona.
Melosa llegó cerca de donde volaba una y otra vez la bacante, buscó rápidamente con la
mirada a su hija pero no la localizó entonces se preparó para hacer un tiro certero, era
su única oportunidad, no tenia más lanzas.
Xena llegó por otro lado, tampoco encontró a Tania entonces sacó su chakram y esperó en
momento justo cuando la bacante daba nuevamente la vuelta en el aire y lanzó su arma,
haciendo contacto con el muslo derecho de la bacante que gritó de dolor deteniéndose,
quedando suspendida en el aire, convirtiéndose en un blanco para la experimentada
teniente de las amazonas que no falló y atravesó un costado de la bacante que con el
impacto fue lanzada contra una rama cercana de la cual se agarró fuertemente para no
caer cuando vio a Eponin con su espada preparada esperando su caída.
-¡¡TANIA!!- volvió a llamar la madre.
-¡¡Aquí!!- respondió la joven amazona.
La fuerte teniente corrió hacia el lugar de donde provino la respuesta pero la bacante
también escuchó, con un fuerte tirón sacó la lanza de su costado y se lanzó a gran
velocidad sobre la teniente.
-¡¡Melosa, cuidado arriba!!- el grito de advertencia por parte de Eponin hizo que la
teniente sacara su espada corta justo a tiempo para desviar la lanza. La bacante
aterrizó de cara contra el suelo y la teniente amazona fue impulsada hacia un barranco
por el cual rodó casi hasta el fondo, rasguñándose y golpeándose.
Eponin y Xena ya iban contra la bacante que para sorpresa de las guerreras actuaba como
si no estuviera herida. La bacante se levanto de un salto y atacó con la lanza a Xena
que llegaba primera pero la alta guerrera desvió fácilmente la espada y giró sobre si
misma para darle un codazo en la mandíbula pero la bacante reaccionó con un zarpazo en
las costillas de la campeona de la reina amazona, las garras de la bacante casi
destrozo la armadura de la guerrera pero igual sintió el impacto la guerrera.
-Xena, al suelo- ordenó Eponin cuando entraba en combate con su espada por delante.
La guerrera oji azul acató la orden tomando una bocanada de aire, el golpe le sacó el
aire de los pulmones y giró sobre si misma para alejarse de las combatientes.
*****
-No mereces este don y eso lo voy a remediar- le decía Ursula a Ultar cuando atacaba con
sus garras al brucolaque que a dura penas podía desviarlas, mientras se alejaban de la
aldea pero seguidas de las amazona.
-No disparen, esperemos- ordenó Ephiny. Las flechas difícilmente hacían blanco, entonces
optaron por seguirlo y esperar el momento y la distancia correcta para no desperdiciar
flechas y lanzas.
-Ninguna mujer me va a derrotar, te voy a dar la oportunidad de unirte a mi harem- dijo
despreciativamente Ultar pero sólo era un pataleo de ahogado, se daba cuenta que la
fuerza de la bacante era superior.- ¡¡FELICIA!!- llamó con voz desesperada.
-JAJAJA, me parece que pensó que no vales la pena para arriesgarse- se burló Ursula del
brucolaque, sin dejar de lanzar patadas y zarpazos.
La acompañante de Ursula se apropió de una lanza, arrancándosela de las manos a una
amazona luego de darle un rodillazo en el estómago cuando le llegó por la espalda. La
bacante hizo un tiro errático pero lo suficientemente bueno para que el brucolaque se
distrajera y Ursula agarrara por el cuello a Ultar, que sentía que como el agarre se
cerraba cada vez más, trató de safarse lanzando golpe pero no hacían mella en la bacante.
-Ve por Xena y las amazonas- ordenó Ursula a su compañera que inmediatamente emprendió
la búsqueda.
Gabrielle, que llegaba en ese momento con su guardia real, escuchó esto último y
emprendió la persecución de la bacante que iba tras su guerrera. Mientras que Ephiny
prefirió quedarse a terminar con el chupasangre que ganara ese particular duelo.
Ursula volvió a prestar atención al "indigno", alzó su brazo libre como si fuera a tirar
un puñetazo y lo hizo pero no a la cara sino al pecho, hundiendo su puño hasta el
corazón del brucolaque, entonces tiró hacia fuera sacando el corazón aún latiente de su
rival, que gritó de dolor botando sangre a raudales por la boca. La bacante con una
sonrisa y una mirada de satisfacción en su rostro hundió entonces sus garras en la
garganta de Ultar que para entonces pataleaba y manoteaba con ojos saltones. Una lanza
se incrustó en su hombro derecho seguida de una andanada de flechas que la hicieron
humear, rugir de dolor y soltar al agonizante brucolaque, que cayó entre las amazonas
que prácticamente lo descuartizaron mientras la bacante emprendía la huida.
Continuará ahora si, en su último capítulo.