Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

CACERÍA NOCTURNA

Por: Yoss

CAPÍTULO 5

-Gabrielle- Xena llamó a la reina amazona- acompáñame a buscar el chakram- dijo tomándola de la mano y entrando a la posada, mientras el alguacil se encargaba de los recién llegados.

Hilias las vio entrar en la posada agarradas de las manos así que decidió que mejor sería proporcionarles algo de privacidad y se instaló en la entrada para no dejar pasar a nadie hasta que ellas salieran.

-¿Dónde está?- preguntó Gabrielle algo ida, estaba sumergida en la calidez de la mano que agarraba la suya delicadamente.

-Arriba, se me cayó cuando me tiró contra la pared- contestó Xena con franqueza.

Subieron las escaleras aún tomadas de las manos pero en silencio. Al llegar arriba la bronceada guerrera vio su chakram y lo recogió colocándolo en su lugar, se giró mirando ahora a los ojos verde azulados que le robaban la respiración.

-¿Cómo estas?- preguntó Xena mientras tomaba las pequeñas manos de la bella rubia y se las llevaba a los labios, depositando pequeños besos en cada una.

-Es... estoy bien- logró contestar la emocionada bardo.

-Fuiste tu la que acabó con el chupasangre- le recordó la guerrera, mientras acariciaba con una de las manos el cabello rubio.

-Cuando estuve afuera viéndolas acabar con ellos pensé en que ellos ya no son las personas que normalmente eran- explicó Gabrielle mientras ladeaba la cabeza para seguir disfrutando de la caricia de su tierna guerrera- pensé en el padre de Sonia y Sofía... en como las atacó para arrebatarles la vida... en como acabó con la de su esposa- se detuvo para acercarse a la fuerte mujer frente a ella- sólo alguien sin alma puede hacer algo así- terminó de decir mirando a los ojos azules con un suspiro y abrazándose a la dueña de ellos.

-Bueno... umm... se de quienes pueden hacer eso a sus propias familias- aseveró con vergüenza, cosa curiosa pensó, antes ni siquiera sabía el significado de esa palabra- pienso que cuando fueron atacados su tiempo aquí acabó pero por alguna razón su alma fue retenida y sufrió cambios- mientras hablaba acariciaba la espalda Gabrielle para sosegarla pero de repente se irguió cuan alta era, sacó su espada y miró a su alrededor, para su compañera esto no pasó desapercibido pero antes que emitiera una palabra apareció ante ellas Hades.

-Xena, Xena, Xena- dijo el Dios del Inframundo mirándolas a ambas muy serio pero con un tono burlón en su voz- tranquila, no he venido en son de pelea- dijo alzando las manos y saludando luego a la otra mujer- Gabrielle.

-Entonces habla rápido- solicitó secamente la oscura guerrera, mientras devolvía la espada a su funda pero manteniendo la mano sobre el chakram.

-Ambas han acertado en sus conclusiones, en cierto modo no son las almas de las personas que eran en vida- informó el dios- lo que les digo es que esas criaturas se alimentan del líquido vital pero sólo los maestros tienen el poder de arrancarles la vida y devolvérselas a través de su sangre contaminada, transformándolas en seres oscuros.

-Así que estas aquí porque las almas no han ido a ti- la guerrera arqueó su oscura ceja.

El Dios del Inframundo se limitó a encogerse de hombro, se giró y caminó hacia la ventana, deteniéndose frente a ella para luego volver a girarse hacia ellas.

-Debemos suponer que nos vas a ayudar a devolverte sus almas- intervino Gabrielle que permanecía a un lado de Xena.

-Sabes que no puedo intervenir- le recordó el dios.

-Como no- escupió la alta guerrera.

-Por lo menos dinos que hay que hacer para acabar con ellos, ahórranos encontrar la respuesta por casualidad- intervino la rubia bardo agarrando el brazo de Xena para tranquilizarla.

-Bueno ya lo han averiguado por ustedes mismas- dijo sonriendo con sorna- pero son cortarles la cabeza, atravesarles el corazón hasta que salga el sol para destruirlos finalmente, la esencia de ajo les ayudará a alejarlos... ahhh aléjense de las garras y fauces.- informó pensativamente Hades- No olviden si son transformados no hay cura, si son mordidos y no mueren eviten que sigan siendo mordidos y aliméntenlos bien, si rechazan el alimento es porque ya no hay vuelta atrás.- concluyó muy ufano el dios.

-¿Algo más?- preguntó Xena entre dientes y fríos ojos.

-A veeer.- Hades con fingida pose pensativa hizo que ambas mujeres pusieran los ojos en blanco dejando ver su exasperación- No nada más, ahora si me disculpan tengo lugares a donde ir, suerte- el dios se despidió y desapareció.

-Bueno espero que no tengas cargo de conciencia por ese chupasangre- dijo Xena a Gabrielle envolviéndola en un abrazo mientras hundía la cara en los rubios cabellos- le hiciste un favor a su alma al liberarla- fueron las palabras tiernas de la guerrera para su bardo.

-Me alegro de saberlo- confesó Gabrielle, mientras giraba su rostro y acercaba sus labios a los de la alta guerrera.

Xena miró a los ojos de la baja bardo para darse cuenta que estos estaban fijos en sus labios, sintió una suave caricia por su cuello y se instalaba en su mejilla, no se resistió, simplemente no pudo, ella también lo deseaba e hizo lo que nunca antes... se rindió.

La fiera guerrera se inclinó cerrando sus azules ojos mientras bajaba una mano hasta la cintura de la rubia y la acercaba más a su cuerpo, entonces sus labios hicieron blanco con otros suaves y cálidos. El roce fue tímido al inicio luego fue más sólido, húmedo y profundo, los sonido de ambas quedaban ahogados en sus bocas, de degustaban lentamente mientras ambas sentían una corriente que les recorría la columna, les erizaba la piel y un fuego iniciaba a arder rápidamente desde sus vientres.

Cuando les hizo falta aire en sus pulmones se separaron poco a poco, su pulso y respiración estaban agitadas, la entregada guerrera se sentía abrumada por la intensidad de sus sentimientos hacia la bella mujer que había respondido de tal manera que estaba mareada. Mientras que Gabrielle estaba a punto de perder el sentido tuvo que pasar su mano de la mejilla a la parte de atrás del cuello de Xena para sostenerse a la vez que se recargaba sobre el pecho de la bronceada mujer, que tuvo que retroceder y apoyar la espalda en la pared sin alejarse ni abrir los ojos.

Fueron abriendo sus ojos al mismo tiempo, encontrándose en una mirada profunda que trasmitía amor, anhelo, deseo, necesidad y aceptación. Xena iba a decir algo pero Gabrielle interrumpió cualquier palabra que fuera a pronunciar al lanzarse vorazmente sobre sus labios aunque ninguna de las dos se había recuperado del primer beso pero sacando fuerzas de flaqueza respondió de igual forma al beso. Sus manos tomaban vida propia, las de Xena se paseaban por la esbelta espalda de su bardo y las de Gabrielle por el cabello de su campeona.

-¡¡Mi Reina!!- llamó Hilias desde la parte de abajo en las escaleras.

Xena y Gabrielle estaban perdidas en la bruma emocional que les produjo el beso pero la pelinegra se esforzó por apartarse de esos deliciosos labios y difícilmente lo logro con una respiración jadeante.

-Te amo- susurró en el oído de la rubia Xena.

-Te amo- fue el gemido en réplica.

-¡¡Mi Reina!!- volvió a llamar Hilias.

-¿Qué pasa?- respondió la reina con voz ronca.

-Sus padres solicitan su presencia, mi reina- fue la respuesta de Hilias.

Esta respuesta provocó que ambas abrieran los ojos de repente tomando conciencia de que los padres de Gabrielle estaban también allí, cosa que por supuesto habían olvidado.

-Bajaremos en un momento- comunicó Xena, mientras se alejaba despacio de Gabrielle.

Cuando estuvieron cara a cara tenían una gran sonrisa en sus rostros ruborizados con la respiración casi normal pero no pasaban desapercibidas la necesidad que exigían sus cuerpos.

-Será mejor bajar- indicó Gabrielle.

-Sip será lo mejor- fue la resignada concordancia.

*****

-Padre, madre, ese es el caballo de Xena- Laila reconoció al castaño animal desde el carruaje, cuando se acercaban a la aldea atacada.

-Si lo es- concordó Herodoto, mirando a Argo y luego paseando la mirada por todos lados buscando.

-Gabrielle está aquí- aseveró Hecuba al mismo tiempo que trato de levantarse pero el movimiento de carruaje la hizo sentarse cayendo nuevamente en su asiento.

-Tranquila mujer estamos casi allí- ordenó el padre de Gabrielle.

El alguacil llegó al encuentro de la caravana comunicándoles lo sucedido allí hasta el momento, seguidamente pedía voluntarios para recoger los restos de los habitantes de esa villa y preparar las piras funerarias para darles la despedida.

Los recién llegados se animaron enormemente al conocer de la presencia de la Ex Señora de la guerra porque habían escuchado rumores de que era aliada de las amazonas y necesitaban de su particular habilidad con las armas además de que conocían de su amistad con la pequeña Gabrielle.

Los hombres comenzaron a organizarse para cumplir con la tarea encomendada en medio de comentarios de todo tipo.

Laila no paraba de mirar en dirección de la posada en donde estaban las amazonas reunidas refrescándose para reorganizarse luego de revisar todas la habitaciones que faltaban y no encontrar nada peligroso.

-¿Dónde esta Gabrielle?- preguntó Herodoto por su fugada hija al alguacil.

-La pequeña Gabrielle está con Xena y las amazonas en la posada- contestó el alguacil, dudando un momento de comunicarles lo que este viaje había descubierto- ella es ahora la reina de las amazonas- la noticia fue escuchada por las personas alrededor y el pasmo fue absoluto.

-Te lo dije madre, los rumores son ciertos- la emoción en la voz de Laila no pasó desapercibida para su padre que se puso furioso y caminó hacia la posada seguido de su mujer, su hija y la mirada de los que se habían enterado de la noticia, aunque algunos todavía estaban escépticos.

Los pasos airados de Herodoto pusieron en sobre aviso a las amazonas que inmediatamente salieron a su encuentro.

-Largo de mi camino- ordenó el padre furioso a las amazonas antes de llegar a ellas.

-Será mejor que se calme- aconsejó la capitana de las amazonas saliendo al frente de sus unidades, no le intimidaba para nada su tamaño.

-Herodoto cálmate- aclamó Hecuba, temerosa de lo que la amazona podía hacerle a su esposo.

-¡¡Y una mierda que me calmo!!- contestó el hombre mientras seguía su camino.

Eponin al ver que el hombre hizo caso omiso a su consejo se preparó para detenerlo, lo único fue que tuvo que pensar era como hacerlo sin lastimarlo, sabía quien era. Cuando Herodoto levanto su brazo para empujar a la capitana amazona fue inmediatamente agarrado por la muñeca fuertemente, su brazo fue girado hacia atrás, su cuerpo fue lanzado y aprisionado contra un lado de la carreta que se encontraba allí tan rápido que no supo que fue lo que paso.

-¡¡Suéltame!!- exigió el hombre dolorido de su brazo.

-¿Se va a calmar?- preguntó tranquilamente Eponin, mientras ejercía presión contra el hombre para someterlo.

-Quiero ver a mi hija- dijo mientras se debatía sin ningún resultado positivo para él.

-Sólo la llamaré si se calma- le informó Eponin sin soltarlo.

-Padre cálmate, por favor- pidió Laila, mientras veía el dolor en el rostro rojo de su padre.

-Es... esta bien- cedió el abochornado hombre al darse cuenta que no podía safarse y cada vez que se debatía el dolor se incrementaba.

-Hilas, informa a la reina que su familia quiere verla- Eponin lo soltó dando un paso atrás y girándose dio a la amazona que hacia guardia en la entrada de la posada. Sabía que si el estúpido hombre trataba de atacarla sus unidades lo detendrían.

Herodoto escuchó las palabras de Eponin mientras se tomaba el brazo dolorido y caminaba hacia su esposa e hija que lo recibieron con los brazos abiertos para esperar a que su hija viniera a su encuentro, entonces la confrontaría para que le dijera la verdad y decirle a Xena unas cuantas cosas.

*****

-Gracias- agradeció la reina a Hilias por avisarle.

Cuando Gabrielle salió de la posada pudo ver a sus padres, hermana y las amazonas algo tensos pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando su hermana corrió hacia ella emocionada y ella fue a su encuentro, mientras que su madre se mantuvo un poco más sosegada pero no por mucho y espero que sus hijas rompieran el abrazo en el que estaban para entonces tomar a su hija entre sus brazos.

Xena se mantenía a una distancia prudencial, al lado de Hilias, pero su mirada fue de el encuentro de hermanas a el padre de estas, éste le dirigía una mirada poco amistosa pero se la mantuvo.

-Padre- saludó Gabrielle a Herodoto, percatándose en el duelo de miradas entre él y Xena.

-Gabrielle, quiero que me digas ¿qué es toda esa basura? de que eres la reina de esas... esas mujeres- preguntó exaltadísimo mirando fijamente a los ojos de su hija.

La rubia chica sintió una acometida de rabia por el modo en que su padre se refería por todo lo que a ella le interesaba y que iba en contra de sus deseos. Tuvo que hacer un gran esfuerzo y morderse la lengua para no contestarle como se merecía, tomó un gran suspiro para luego soltarlo mientras miraba a los cielos, que tanto le recordaba a los de su guerrera, decidiendo que era tiempo de encarar a su padre tomando una pose altiva como lo que era como una reina amazona.

-Si te refieres al pueblo amazona, mi respuesta es sí, soy su reina, soy la reina de mis hermanas amazonas.- fue la contestación contundentemente de la joven reina.

-¡¡¡Estas loca!!!- exclamó Herodoto- deja esa tontería, déjale eso a esa- ordenó señalando a la bronceada guerrera- vas a regresar a casa, te casarás y tendrás hijos para cumplir como una mujer respetable- dijo mientras alargaba el brazo para tomar a su hija a su lado pero se detuvo cuando vio que las amazonas se erguían peligrosamente y en un rápido movimiento esa mujer estaba tras su hija con una mirada que lo heló en el sitio.

-Sigo siendo tu hija pero ya no soy una niña- explicó la reina, levantando una mano en gesto de detener a sus súbditas.- decido lo que quiero hacer y a donde ir.- declaró firmemente.

-Es que no comprendes que corres peligro con ellas- trató de convencer Herodoto- ellas son una amenaza, ¡me torcieron el brazo!- exclamó indignado.

-Eso sólo me lleva a pensar que nuevamente hiciste gala de tus modales- dijo seriamente su hija, mientras miraba a su madre y hermana, confirmando lo dicho en sus miradas- Ahh puedes darles las gracias por no romperte por lo menos un hueso- esto se lo dijo con una sonrisa de lo más encantadora en su rostro.

Las amazonas, Xena y Sofía que no perdía detalle de lo que acontecía disfrutaban del intercambio, aunque para Eponin esas palabras fueron un alivio ya que no estaba segura de cómo lo tomaría Gabrielle al saber como trató a su padre.

-Bueno si nos disculpan tenemos que hacer planes- se disculpó para dar por sentado que la conversación había terminado.

-Será mejor que las mujeres y niños entren a la posada a descansar mientras los hombres terminan acá fuera- la voz de la guerrera de cabellos oscuros se escuchó entonces.

-Puedo decírselo al alguacil- intervino Laila dispuestísima a cooperar, mientras se giraba para ir en busca del hombre.

-Dile al herrero y su hijo que vengan, por favor- pidió Xena.

La chica salió disparada a cumplir con su misión, mientras su padre también se giraba para unirse a los hombres en sus tareas, mientras Hecuba era abrazada por los hombros por su hija mayor para dirigirse a la posada.

*****

Las amazonas tras un par de marcas de vela a caballo llegaron al río e inmediatamente se pusieron a la tarea de construir las balsas con materiales del bosque que circundaba. Trabajaron de manera tan sincronizada que cualquier otro ejército quedaría avergonzado de su disciplina para ejecutar cualquier tarea a cumplir. Mientras las designadas para llevar los caballos hasta Potedia iniciaron su misión una vez hubieron comido, los caballos se refrescaron en el río y pastaron un rato, para iniciar el largo camino por delante.

Ephiny repasó el plan en tierra, agregando que no se usaran antorchas durante la noche, se mantuvieran lo más silenciosamente posible y trabajaran más unidas que nunca, recalcando que de eso dependían sus vida.

A medida que terminaban balsas para siete amazonas, estas se iban embarcando para iniciar el viaje acuático, la velocidad del río era la esperada para este tiempo, eso estaba a su favor y lo agradecían a su diosa Artemisa.

Calculaban que llegarían entrada ya la noche, no podían atrasarse así que la regente ordeno que comieran en el camino mientras bajaban por el río, se turnaran para dirigir la balsa y descansaran todo lo que pudieran durante la travesía.

Veinticinco balsas una tras otra iban corriente abajo a una distancia prudencial, en el camino fueron vistas por algunas personas que estaban en el río pescando o llevando a sus animales, se sorprendían, nunca habían visto un ejército semejante, pasado la sorpresa comenzó a hacerse presente la alarma pero el paso de las guerreras no fue interrumpido.

La llegada de las primeras amazonas al punto planeado fue ya entrada la oscuridad de la noche, esperaron que a que se completara el equipo de treinta unidades y emprendieron la carrera hacia la villa de donde era originaria su Reina, con Ephiny, Solari y Rita como miembros del primer equipo, mientras iban arribando las demás amazonas y se seguían formando los equipos, de forma que se cumpliera con el plan.

*****

En Bastia estaban reunidos las amazonas, Gabrielle, Xena, el alguacil, su recién nombrado asistente Dactes, el herrero y su hijo para planear su defensa y ofensiva para esta noche pero más que todo la defensa, mientras los aldeanos de Potedia trabajaban fuera y las mujeres estaban en la cocina preparando el almuerzo.

-¿Por qué piensas que volverán a atacar esta villa nuevamente?- preguntó el alguacil a Xena al notar que ellas daban por sentado que eso sucedería.

-Por varias razones en realidad, uno es que al llegar a Potedia estará vacía, otro es el olor de la incineración de esos cuerpos- dijo señalando por la ventana la hilera de cadáveres envueltos en espera de que las piras funerarias estuvieran listas- apuesto a su sed de sangre a que se dirigirán hacia aquí en su desesperación por alimentarse, además para asegurarnos degollaremos algunos de los animales.- expuso fríamente- Cortia no estaba en los planes para esta noche, el líder de ese ejército de chupa sangre se volverá loco por un tiempo pero luego supondrá que los aldeanos de Potedia son los que están honrando a las víctimas de este sitio.

-Entonces ¿por qué nos tenemos que quedar aquí?- Tilus sonaba asustado.

-Porque aquí por lo menos no estarán a campo abierto- el tono de Xena era tranquilo- si hubieran ido a Cortia o alguna otra parte les hubiera caído la noche y serían presa fácil para ellos- la explicación fue enunciada sin ningún tipo de emoción en su voz mientras miraba fijamente a los grises ojos de Tilus encontrando miedo.

Todos escuchaban atentos las palabras de la experimentada guerrera y su explicación los convencía que esa era la mejor decisión. El apuesto Tilus estaba avergonzadísimo, pensaba que había hecho el ridículo ante los ojos de Gabrielle y eso era lo último que quería, ahora que la encontró nuevamente su anhelo por casarse con ella resurgieron.

-Necesitaremos que el herrero fabrique armaduras, lanzas, espadas y flechas para esta noche- Eponin comunicó las necesidades de las que adolecían como guerreras- las flechas encontradas no serán suficientes para esta noche, además todos los que puedan tendrán que armarse, nosotras no somos suficientes- concluyó exponiendo la realidad, desde su asiento en la mesa.

-Nos pondremos en ello inmediatamente, Tilus vamos- llamo a su hijo el herrero, para luego salir de sala de comensales de la posada, que ahora se había convertido en sala de reuniones y comenzar con a cooperar con su parte. El alto joven dirigió una mirada rápida a Gabrielle antes de salir, dejando pensativa a la bardo y a todas las demás.

-Hay que reforzar las ventanas y puertas- comentó Xena pensativamente, mientras tomaba un sorbo del vino servido por las mujeres que se estaban encargando de la cocina.

-Xena no todos cabrán aquí- aportó Gabrielle con el ceño fruncido de preocupación.

-Podemos unir el almacén de al lado, sólo nos separa un angosto callejón- la voz en susurro de Jalas, que miraba fijamente el jarro de vino entre sus manos desde un asiento en la esquina de la mesa, hizo que todas las miradas se posaran en ella.

-Si, tiene un buen tamaño, tiene dos puertas y dos ventanas- continuó con la idea Rita- la puerta de el frente y la de atrás, lo revisamos- dijo de carretilla.

-Me parece excelente idea- alabó la guerrera de ojos azules, mientras Gabrielle les sonreía a ambas dando un asentimiento como felicitación cosa que afecto a las jóvenes guerreras de manera visible ya que sus rostros se sonrojaron, aunque Rita tuvo que hacer lo posible por no suspirar.

-Muy bien hay que ver si hay carpinteros para hacerlo, Jalas búscalos- ordenó la capitana amazona y la joven asintió saliendo en busca de los hombres.

-Hay que preparar esencia de ajo para untarlo en las puntas de la flechas, lanzas y en las espadas... ummm... hasta de repente untar en las ventanas y puertas- la reina cavilaba en voz alta, se dio cuenta era observada por todos en la sala- no perdemos nada con hacerlo- luego se encogió de hombros.

-Habrá que revisar las casas en busca de ajo y de paso todo aquello que nos sirva para defendernos- concordó Xena con la idea de su bardo.

-Iré con algunas más a buscarlos- dijo Laila desde una esquina de la sala, para después levantarse se su asiento al igual que otras de las mujeres que se encontraban en la sala escuchando.

-Rita por favor acompáñalas- pidió la reina amazona a la joven guerrera, que asistió rápidamente.

-Xena ¿qué te parece si las piras funeraria se colocan alrededor de la aldea?- preguntó Eponin, que se había levantado y miraba por la ventana percatándose en que los hombres estaban acumulando madera para ese fin- de esa forma iluminamos en la noche y podríamos verlos para atacarlos antes que lo hagan ellos.

-Buena idea, las encenderemos una marca de vela luego de oscurecer, también sería bueno colocar dos o tres dentro de la aldea- concordó la guerrera con la capitana de las amazona- y si no aparecen en media marca más, entonces sacrificaremos algunos corderos, depositaremos su sangre en frente a una prudente distancia en recipientes.

-Podemos usar el abrevadero que hay en la entrada de la aldea.- comentó Mauren, que cargaba en sus piernas a Sofía, mientras que la madre de Gabrielle le daba de comer a la regordeta Sonia ya que dos de las mujeres de su aldea habían traído leche para sus respectivas bebes- También podemos usar el depósito bajo las escaleras para ocultar a los niños- concluyó la súbdita de Gabrielle señalando hacia la puerta bajo la escalera.

-Bien, encárgate de prepararla para eso- fue la orden de Eponin.

-Señoras sería bueno que prepararan la cena, la esencia de ajo y luego descansaran- aconsejó Xena a las mujeres presentes con suave voz- la noche será larga y necesitaremos de todos- les informó.

Las mujeres no necesitaron de más palabras y se pusieron a su labor entre comentarios bajos. Los niños más grandes correteaban fuera en la parte posterior de la posada, ajenos al peligro en que estaban como todo niño sólo pensaban en jugar.

-Iremos a comunicarles a los hombres el cambio de lugar de las piras- dijo el alguacil, luego salió de la posada seguido de su ayudante.

Las que estaban en la cocina salieron con sendos platos para las guerreras que estaban todavía allí, cosa que fue bienvenida por ellas. Comieron en silencio, mientras pensaban afinando el plan que tenían hasta el momento.

Una de las chicas luego de un rato vino a la mesa con más comida para ver quien quería más, no había podido quitarles el ojo de encima a las amazonas y a Xena, se sentía atemorizada pero a la vez segura. Eran fuertes eso lo podía ver, algunas eran un tanto mayores que ella pero no tanto, estaba fascinada, quería acercarse a ellas así que le ocurrió que podrían querer más comida.

Miraba a todas detenidamente pero cuando le sirvió a Hilias se quedó allí de pie mirándola, la joven amazona al darse cuenta que la chica no se iba levantó la mirada y se encontró con una mirada adoradora, bajó la mirada en el acto, se puso nerviosa y por el rabillo del ojo notó que la chica permanecía a su lado cosa que la puso más nerviosa aún mientras revolvía la comida en el plato.

-Ejemmmm- carraspeo Gabrielle, rompiendo la concentración de la chica.

-Ehh, a si... ya voy- dijo la chica algo desconcertada y se dirigió hacia la bardo.

Todas en la mesa se dieron cuenta de lo sucedió y a duras penas contuvieron la risa. La reacción de Hilias era de lo más encantadora, pensó Gabrielle, sonriendo a la chica cuando le servía otra ración. Cuando llegó a Xena su mano temblaba, por eso casi deposita la comida fuera del plato y no se atrevió a mirarla, terminado de servirle salió disparada hacia la cocina. Xena miró a Eponin y a su bardo poniendo lo ojos en blanco y meneando la cabeza.

-Si sigues revolviendo la comida quedará hecha puré- le tomó el pelo Mauren que no disimiló una malvada sonrisa con una baja risa.

Hilias levantó la cabeza en su dirección dedicándole una fiera mirada cosa que provocó una tos colectiva en la mesa que no era otra cosa que la manera de disimular la risa. Terminaron de comer dejaron a las niñas con la madre de Gabrielle y salieron de la posada para ver a varios hombres encargándose ya de traer las cosas para reparar las puertas y ventanas de la posada y el almacén, igual que el carpintero tomando medidas para conectar ambas estructuras.

-¡Jalas!- llamó Gabrielle.

-Si mi reina- contestó en el acto la guerrera poniéndose firme y luego caminó hacia ella.

-Entra a comer y luego reúnete con nosotras- solicitó la bardo con voz suave.

-Si mi reina- volvió a contestar y saludar pero esta vez llevándose el puño al pecho y luego se dio la vuelta para cumplir con la "orden", lo que provocó que Gabrielle pusiera los ojos en blanco. Xena soltó una carcajada, sabía que Gabrielle no se acostumbraba al protocolo y la verdad es que dudaba que en algún momento lo hiciera.

-Voy a buscar a Rita para sustituirla- a Mauren no le hizo falta que le ordenaran, esperó consentimiento de su reina y con un asentimiento fue en busca de su compañera.

-Hilias ve como van con las piras y asegúrate que las coloquen donde las necesitemos, luego regresa- ordenó Eponin y con un asentimiento la chicas se retiró del grupo.

-Bien las cosas están caminando, vamos a la herrería a darles una mano para que puedan ir a comer- comentó Xena, dirigiéndose al lugar.

*****

En el interior de la cueva se escuchaban gruñidos y voces pero más al fondo los gemidos de gozo y roces eran los que prevalecían en la oscuridad.

-Ufff, va... vamos a... hacer un alto... por hoy- ordenó Ultar jadeando, luego de pasar horas sometiendo a Felicia a sus más bajos instintos, aunque la bacante no se quejaba, más bien lo disfrutaba.

-¿Pero por qué? aun falta para que oscurezca- incitó nuevamente la excitada vacante.

-Déjame ver que hacen los otros- dijo levantándose del lecho donde se había revolcado con la bacante.

Al salir envuelto en una manta de la cintura para abajo, se encontró con unos brucolaques alterados y malhumorados de caminaban de un lado para el otro.

-¿Qué pasa?- preguntó extrañado Ultar.

-Maestro, ¿nosotros podemos traer esta noche una de esas?- preguntó sin contestar pero contestando de cierta forma, Aurelius.

-Ahhh, es eso, JAJAJAJA- su intriga había sido disipada y soltó una profunda carcajada que retumbo en la cueva.- déjenme pensarlo- dijo girándose para regresar a "su nido de amor".

-Pero maestro- la voz de Aurelius se escuchaba molesta y los demás murmuraban descontentos, lo que hizo que maestro se detuviera inquieto, se quedó callado un momento y luego agregó.

-Hagamos algo mientras... les presto a la bacante- ofreció para entretenerlos y así poder tomar un descanso para la noche que se avecinaba, además no quería perder el control de sus "hijos".

-Sííí- fue la expresión general de júbilo.

-Bien esperen aquí, ahhh otra cosa, no le hagan daño- aclaró Ultar.

Mientras tanto en el fondo de la cueva, la bacante descansaba en el lecho en espera de la llegada de su maestro para continuar con su "instrucción".

-Tengo una propuesta para ti- ofreció nada más entrar en el pequeño espacio- quiero descansar para esta noche, pero- alzo su mano para detener la protesta de la bacante- pero allí afuera hay unos hijos míos que están necesitados de tus "cariño".- la sonrisa maliciosa dejaba poco a la imaginación de Felicia a que se refería.

La bacante se levantó del lecho, caminó de manera sensual hacia sus "hermanos", cuando pasó al frente de Ultar paso un dedo por le pecho desnudo de su maestro, mientras lo miraba libidinosamente a sus claros ojos grises, obteniendo una sonrisa del brucolaque y siguió su camino.

Ultar suspiró hondo para luego soltar el aire e inició el camino hacia el lecho para descansar cuando escuchó la risa de la bacante y unos gruñidos ahora diferentes por parte de los brucolaques. Esto lo hizo reír bajo mientras se acostaba para descansar, tenía grandes planes para esta noche, quería su ejército nocturno y esta noche sería despiadada, con esto en mente cerró los ojos y su respiración no tardó en hacerse tan pesada que los gemidos y risas que retumban en la otra parte de la cueva no impidieron su descanso.


Mientras tanto en la cabaña de pastores dos bacantes recuperaban el aliento luego de tanto disfrute sexual que acontecía desde que llegaron a esa guarida.

Un suave ronroneo salía de la garganta de la exmesera y ahora vacantes luego de disfrutar de las atenciones de su maestra, aunque ella no se había quedado inactiva, también hubo reciprocidad de su parte.

-Hagamos una pausa- ordenó Ursula, mientras se colocaba de lado y sus manos comenzaban a moverse por la cadera de su iniciada. Esta abrió los ojos pero mantuvo silencio en espera de las palabras de su maestra.

-Tenemos que detener a ese indigno y a sus hijos esta noche- cuando Ursula mencionó a los brucolaques puso cara de asco- pero antes quiero saber si existen más como el fuera de sus iniciados- explicó la bacante.

-¿Dime en qué puedo ser de ayuda, maestra?- inquirió la otra bacante, mientras acariciaba el estómago plano de su maestra.

-Sólo quédate a mi lado, saldremos una marca después que se ha ocultado el sol- indicó Ursula a su iniciada- quiero que estén tan metidos en su... "cacería"... para que no se den cuenta que estamos allí, quiero llegar a "ese" sin que los otros se enteren y luego- detuvo sus palabras mientras que levantaba las manos de la cadera de su iniciada para dibujar con ella la acción de arrancar algo con ella y estrujarlo- luego acabaré con él- dijo girando su mirada hacia la bacante a su lado- los demás serán fáciles de exterminar.

-Haré lo que digas- dijo la iniciada.

-Entonces, ¿en qué estábamos?- preguntó la hermosa bacante, mientras aprisionaba un pezón entre sus dedos índice y pulgar al mismo tiempo que atacaba la boca de la bacante ahora bajo ella ahogando un gemido de esta.

*****

Las chicas entraron en la herrería viendo que los sudados herreros habían ya fabricado puntas de flechas y continuaban en ello.

-Xena ¿cuántas crees que se necesitaran?- preguntó el hombre mayor mientras sostenía tenazas en el fuego conteniendo otra punta más.

-Yo diría que unas doscientas mínimo- dijo pensativamente la alta guerrera, no había pensado en eso y se dio cuenta con esta pregunta que necesitarían muchísimas- unas veinticinco lanzas y por lo menos armaduras superiores para cada amazona con protectores para los brazos.

-Necesitamos madera para las flechas y las lanzas- informó hoscamente Tilus, mientras golpeaba un mazo más pequeño para dar forma a la punta de flecha.

-Iré a solicitarlo a los hombres- aunque a Eponin no le gusto el tono del hombre joven, se ofreció para atar ese cabo suelto y salió en busca de los aldeanos cortaban madera para las piras, tomó una flecha y una lanza para llevarlas de muestra.

-Vinimos para relevarlos y puedan ir a comer a la posada- comunicó Gabrielle a los herreros, mirando ceñuda a Tilus.

-Gracias, no sabía que pudieras hacer esto Gabrielle- asombrado el herrero dijo sonriente a la bardo.

-En realidad nunca lo he hecho pero quiero ayudar- fue la contestación sonriente de la chica.

El herrero pasó a Xena la tenaza para que siguiera con eso y se retiró, en tanto Tilus soltaba bruscamente su herramienta para entonces caminar a la puerta, cuando estaba por salir se giró y llamó a Gabrielle. Esta lo miraba extrañada de su conducta y quería saber que lo causaba así que salió a ver que era lo que le iba a decir.

-No tienes por qué hacer eso, ven conmigo, que ella y las amazonas se encarguen- le soltó el joven apuesto nada más la "pequeña" Gabrielle salió y la tomó de la mano para dirigirse a la posada.

Cuando Tilus avanzó sintió un tirón hacia atrás que lo hizo trastabillar y se giró rápidamente para darse cuenta que la bella rubia se había apoyado en una pierna para resistirse a su avance, en su cara se adivinaba su molestia, cosa que lo desconcertó enormemente y también lo sorprendió por la fuerza de su "pequeña" para detenerlo.

-Tilus, te agradezco tu preocupación por mí pero...- la reina amazona controlando su enojo provocado por el alto joven- pero hago lo que quiero, nadie y que te quede claro nadie me obliga a hacer algo que no quiero- le dijo la rubia bardo clavándole una mirada verde azulada que lo dejó sin ninguna duda de que así era y que se había equivocado.

Rita venía para la posada cuando se encontró con la escena de Tilus halando de la mano a su reina y esta se resistía para luego decirle algo, pero no pudo escuchar que era ya que la distancia a la que estaba no se lo permitió, no lo pensó dos veces y corrió hacia allí por si su reina la necesitaba.

Los sonidos de unos pasos a la carrera que se acercaban hicieron que alto y fornido joven levantara la mirada para ver a Rita ir en su dirección con una mirada amenazadora, esa mirada causó que soltara en el acto a Gabrielle antes de decirle algo.

Jalas acababa de levantarse de la mesa luego de terminar de comer y salía de la posada cuando vio a Rita molesta, llegar corriendo donde se encontraba su reina y aquel alto chico. No sabía lo que sucedía pero comenzó a correr también hacia allí.

-Tranquila Rita, Tilus iba camino a comer algo para continuar después- le dijo la bardo a la joven amazona al girarse para verla llegar corriendo y gesto amenazante hacia el joven herrero.

Jalas al ver este intercambio dejó de correr y soltó un profundo suspiro de alivio pero siguió con paso apurado hacia el lugar para encontrarse con una encantadora sonrisa de su reina .

-Vayan a comer, aquí estaremos esperándolos- les instó Gabrielle a Rita y a Tilus- Jalas ya lo hizo y Mauren esta en eso.- comentó cuando vio llegar a la joven amazona.

Rita asintió y comenzó a caminar después que Tilus iniciara el camino. En tanto Gabrielle y Jalas entraban a la herrería.

-Te voy a dar un consejo- la voz casual de Rita extrañó a Tilus, la miró- no vuelvas a ponerle un dedo encima a mi reina o vas a lamentarlo por el resto de tu vida- hizo una pausa mientras miraba fijamente a sus ojos- tendrás suerte si alguna de nosotras se encarga de ti pero no puedo decir lo mismo si Xena lo hace.- el consejo culminó con una sonrisa de lo más inocente en el rostro de la joven guerrera.

Esas palabras lo dejaron paralizado, la guerrera retomó el paso hacia la posada dándole la espalda, consideraba que el alto aldeano no era alguien a quien no pudiera manejar. En tanto el joven herrero avanzó lentamente tratando de pensar en ese consejo.

Xena trabajaba alternando su concentración entre lo que hacia y la puerta, esperando que su bardo entrara de un momento a otro, sabía que el chico estaba enamorado de Gabrielle pero no lo culpaba ¿quién no lo estaría? se dijo mentalmente, eso hizo que sonriera sardónicamente; pero también sabía que su hermosa rubia podía manejar la situación por lo que no quiso intervenir. Cuando escuchó unos decididos pasos a la carrera se alarmó un poco, dejó lo que hacía pero se detuvo a medio camino de la puerta controlando su necesidad de protegerla como siempre, difícilmente lo consiguió, pero no pudo evitar pegar la oreja a la puerta para escuchar lo que pasaba fuera.

Escuchó las palabras de Gabrielle para el chico, también las dirigidas a Rita, lo que hizo que le diera una palmada mental felicitándola buena chica. Sólo tuvo el tiempo suficiente para regresar al lugar y simular que seguía con lo de las puntas de flecha cuando entraron Gabrielle acompañada de Jalas.

-¿Todo bien?- preguntó la alta guerrera de ojos azules en tono lo más inocente que pudo, levantando su mirada de su trabajo.

-Todo bien- contestó la rubia bardo con una tierna sonrisa, a lo que la guerrera asintió sintiendo como se formaba una sonrisa involuntaria en su cara.

Xena pidió a Jalas sostuviera una pieza de metal en el fuego mientras ella le daba forma al que acababa de sacar e indicaba a Gabrielle que tomara la cuerda enrollada que había para atar las puntas a la madera y la fuera cortando del largo de la muestra que había sobre la mesa. En eso estaban cuando llegaron Eponin e Hilias y luego los demás.

*****

El primer grupo de amazonas corrían a través del campo a gran velocidad cuando recibían la señal para avanzar de Ephiny a Solari y esta a las demás unidades, luego que Ludem, la rastreadora, que iba a la cabeza lo indicara.

A un tercio de vela de iniciar su carrera hacia Potedia, Ephiny y Ludem escucharon gritos que provenían a una distancia prudente frente a ellas, por lo que ordenaron que todas se tiraran pecho a tierra mientras ellas avanzaban hacia los árboles por los que tenían que pasar para avanzar. Una vez allí los gritos y ruidos de combate se incrementaron pero sólo veían luces de fogata por lo que Ephiny ordenó por señas a la rastreadora de cabellos castaños subir a una árbol para tener un mejor panorama.

Ludem se quedó aterrada por las escenas que veían sus ojos cuando subió al árbol y pudo divisar la matanza que llevaban a cabo los brucolaques contra el pequeño ejército que acampaba allí. Ephiny miraba fijamente a su "vigía" y por su expresión no le quedo duda a que se debía por lo que ordenó la entrada de sus unidades a los árboles, para cuando la vigía reaccionó ya la experimentada comandante había dado las señales que consideró debía.

En tanto Solari ordenó a la unidad de retaguardia diera la voz de alerta al grupo que debía de seguirlas y que aparecerían en un rato, se arrastró hasta los árboles para subir a uno para visualizar lo que acontecía.

Alrededor de veinte guerreros corrían por su vida defendiéndose con sus espadas de las bestias que los sorprendieron, mientras uno enfrentaba a un chupasangre otro lo atacaba aterrizando tras él, clavando sus colmillos en su cuello. Otros se olvidaban de que tenían espadas y simplemente se daban a la carrera pero eran atrapados para luego ser prácticamente descuartizados en vida por garras y colmillos al mismo tiempo.

Algunas de las chicas subieron a los árboles mientras que otras ocultas al borde de los árboles veían la cacería, Ephiny no iba a arriesgar a su tropa por esos hombres, además ya casi habían terminado con ellos por lo que se limitó a ordenar mantenerse ocultas. La dirección del viento las favorecía, observaban atentos su comportamiento en busca de punto débiles para cuando les tocara enfrentarse a ellos.

Observaron a un alto y fuerte chupasangre cubierto con una capa negra al igual que su vestuario, con cabellos inmaculadamente peinados, parado dirigiendo el ataque, mirando, riendo profundamente, sus movimientos demostraban su superioridad sobre los demás, escogiendo a sus nuevos miembros que fueron un total de cinco de ese grupo de guerreros, las amazonas no pasaron por alto esto y fueron de las pocas personas que presenciaban como se era transformado a estos seres.

Cuando terminaron, Ultar miró hacia la línea de árboles mientras se limpiaba la boca con la manga de la camisa de una de las víctimas que tenía entre los brazos. Las guerreras aguantaron la respiración con la mano en sus espadas y ballestas, se mantuvieron inmóviles en la oscuridad que les proporcionaban los árboles. Vieron como el maestro brucolaque daba la orden de avanzar, al parecer en dirección de Potedia, en un abrir y cerrar de ojos sólo vieron celajes dirigirse a dicha aldea.

-¿Has visto eso?- Preguntó la pelirroja Solari a Ephiny, luego que los chupasangres se hubieran ido y ellas se estuvieran reunidas.- Son "hombres" y una vacante.

-Tampoco lo entiendo- fue la respuesta pensativa de la regente de cabellos rizados.

-Regente, conté alrededor de veinte de esas "cosas"- informó Ludem.

-Si, más o menos lo mismo que yo, por Hades, se mueven a una velocidad espantosa- maldijo Ephiny.

-Ese alto de ropas oscuras, parece ser el líder- comentó la teniente de la guardia de la reina.

-Temis, comunica lo que vimos a las que vienen tras nosotras y que pasen la voz- ordenó la regente a una de las guerreras.- Vamos, no perdamos más tiempo.

Cuando pasaron por el lugar donde habían acampado los guerreros que habían sido atacados, encontraron partes de cuerpos por todo el claro, el olor cobrizo de la sangre flotaba en el aire, la luz de la luna y de la fogata mostraba salpicaduras oscuras por todo el lugar, era como estar en un pequeño campo de batalla pero peor, por lo desgarrado de los cuerpos.

Ephiny se agachó para tomar un escudo para lanzárselo a una de las jóvenes guerreras, señal captada para que tomaran lo que les fuera útil, total no les serviría ya a sus dueños. Rápidamente se hizo la revisión y la regente dio la señal para continuar, cuando Rita escuchó un ruido e inmediatamente dio la alerta y todas pusieron atención, hacía el borde izquierdo donde la hierva era de una altura a las rodillas, algo se arrastraba lentamente hacia ellas, lo rodearon en el acto apuntando sus espadas hacia el bulto. POR LOS DIOSES, la exclamación general fue sofocada, cuando pudieron ver lo que parecía ser un hombre al que le habían arrancado un brazo, sus intestinos se extendían a lo largo del camino que se había arrastrado y la mordida que tenía en el cuello dejaba descubierto su garganta, aún así estaba vivo.

-¡Ma... maten... me!- el débil y doloroso ruego apenas pudo ser escuchado, pero fue emitida claramente a pesar de lo destrozado de su garganta.

Ephiny no dudó un segundo y atravesó el pecho del infortunado guerrero para sacarlo de su agonía. Había evaluado su estado era casi imposible que sobreviviera, además no podía dejar a nadie allí, era peligroso y lo hizo, se apiadó.

-¡Vamos, tenemos una misión!- fue la orden en voz baja pero tajante para sacar del estupor a las guerreras que estaban estupefactas. Y nuevamente iniciaron la carrera hacía Potedia, la regente rogaba en silencio para poder llegar a tiempo y poder hacer algo.

*****

La brisa azotaba los rostros de los chupasangre, alguno volaban otros corrían a una velocidad alucinante hacia su original punto de ataque, no les había caído nada mal este entremés para reponer fuerzas y adquirir nuevos miembros, pensaba para si Ultar.

El pueblo estaba en silencio y a oscuras, los depredadores entraron en las casas buscando por todas partes a sus presas para cazarlas, se llevaron una gran sorpresa, estaban vacías, rugidos profundos se escuchaban dentro de las casas al igual que estropicios al tirar los muebles al desesperarse por no encontrar lo que buscaban.

Salieron de las casas para ir a otras, encontrando lo mismo, nada. Ultar entraba y salía de las casas, empujando en muchos casos a sus "creaciones" que para ese momento estaban con sus rostros desfigurados por la rabia al igual que su maestro.

El primer grupo de amazonas había llegado manteniéndose a distancia, los horrendos rugidos fueron escuchados por ellas cuando aún no tenían la aldea a la vista. La regente ordenó acercarse sólo a distancia de contacto visual. No creo que ese sonido sea de alegría pensó Ephiny.

Mientras el grupo de Ephiny observaba a la distancia fueron llegando los otros grupos poco a poco, observaban como los enfurecidos chupasangre entraban y salían de las casa negándose a la realidad. En eso se empezó a sentir en el aire un olor a cremación, eso desconcertó a los chupasangre al igual que a las amazonas, Ephiny y sus tenientes observaban con interés el comportamiento de estas bestias.

-¿De dónde viene ese olor?- preguntó Ultar olfateando el aire.

Ninguno de los chupasangre contestó, sólo la bacante se había percatado, de los demás ninguno de ellos se habían percatado del olor en el aire que ahora se sentía un poco más, lo que hizo que se detuvieran y olfatearan el aire al igual que su maestro.

-Parece que viene de Bastia- dijo la bacante.

-Bastia- repitió mecánicamente, no encontrando el sentido a eso- pero allí no quedó nadie.

-Puede que los de aquí sean los que están honrando a los muertos de Bastía- analizó la bacante.

-Eso quiere decir que... entonces tendré después de todo nuevos miembros en mi ejército.

-Tenemos tiempo suficiente antes del amanecer, maestro- dijo la bacante acercándose a Ultar de manera sensual.- para divertirnos con "ese rebaño".

-JAJAJAJA, vamos.- ordenó Ultar, entonces antes de dar un paso se detuvo- ¿huelen eso?

-SANGRE- el rugido fue general y volvieron a prácticamente desaparecer nuevamente.

Ephiny llamó rápidamente a sus tenientes para planear nuevamente, en vista que el pueblo estaba deshabitado.

-Al parecer hay un plan desarrollándose, eso es bueno, lo malo es que no sabemos de que se trata- las palabras de la regente estaban teñidas de esperanza a pesar de todo.

-Van en dirección de Bastia, al parecer es de allí de donde viene el olor- comentó la rubia y pecosa Varia, teniente de las tropas espadachines.

-Mantendremos el plan de ataque, cuando lleguemos esos monstruos estarán tan metidos en lo suyo que espero nos de el factor sorpresa- dijo Ephiny- tenemos que aprovechar la superioridad numérica, quiero grupos de ocho para encargarse de uno de ellos, las demás busquen a la familia de la Reina, protéjanlos y sáquenlos de allí.

Una vez vuelto con sus grupo y organizarlos para el plan, las tenientes estaban a punto de ordenar el avance de las tropas cuando fueron detenidas por sonido de un sonido de ave anunciando la llegada de sus caballos al igual que las diez amazonas que encargadas de traerlos al punto de encuentro.

-¡Gracias Artemisa!- en un suspiro Ephiny agradeció a su diosa y fue al encuentro de las amazonas- estábamos a punto de volver a correr, no podíamos esperar- informó.

Todas las chicas buscaron sus caballos y una vez montadas emprendieron el la cabalgata hasta Bastia, por lo menos llegaremos más rápido, con la velocidad que tienen, espero llegar a tiempo y ayudar, ojalá pudiéramos contar con Xena, era los pensamientos de la regente.

Dos pares de ojos las observaban desde otro punto, pasando desapercibidas, Ursula estaba asombrada de la ineptitud de los "indignos", al no percibir la presencia de las amazonas. Dentro de ella estaba regocijada, de tan fascinante ejército pero tenía algo que hacer, entonces procedió a seguir a los ineptos, sabía que las vería allí más tarde.

*****

Gabrielle había departido con sus padres, también narró algunas de sus historias para distraer a los allí estaban de la tensión de que eran presa. Inclusive hubo narraciones de cuentos exclusivamente para los oyentes más jóvenes que estaban fascinados con las palabras y los gestos de la narradora, Sofía no apartaba sus muy abiertos ojos de la rubia bardo, esta en primera fila, antes había estado sentada en las piernas de Gabrielle, mientras su hermanita Sonia era alimentada ahora por Laila.

Su padre se había relajado un poco ya no tenía esa cara ceñuda del inicio y se cuidó de no hacer ningún gesto brusco cuando hablaba con su rubia hija, incluso fue ésta la que lo abrazó pero fue correspondida con algo de cautela ante la mirada vigilante de por lo menos una de las amazonas, se había dado cuenta que su hija era "cuidada" celosamente por esas chicas. Contra su buen juicio se sintió agradecido por la presencia de ellas y de Xena sobre todo, aunque eso implicara la presencia de Gabrielle, inclusive se dio cuenta de la interacción entre su pequeña y la fiera guerrera, estaba claro que se entendían a las mil maravillas, suspirando trató de concentrarse en lo que se avecinaba y dejar lo demás para después.

Xena minutos antes había tenido oportunidad de unos momentos de privacidad con Gabrielle en una habitación cuando revisaba que estuviera como estaba planeado para atacar con flechas desde una abertura en las ventanas.

Gabrielle entró y puso seguro a la puerta para entonces prácticamente tirarse a los brazos de su guerrera, ambas deseaban ese momento antes de comenzara el combate. Se abrazaron en silencio disfrutando de la paz que sentían al estar así, entonces la "temperatura" comenzó a subir y su necesidad se hizo presente, lentamente se inicio un beso que amenazó con dejarlas inconsciente por su intensidad, cuando fueron traídas a la realidad por los gritos de Herodoto al insultar a Limus, seguido de un golpe.

-Cuídate mucho, amor- dijo en un susurro la rubia bardo en la oreja de Xena, mientras trataba de recuperarse de ese beso.

-Tu también, mi amor- contestó Xena dándole un achuchón final, para luego salir a ver cual era el alboroto.

Limus trató de llevarse a una de las adolescentes al pequeño depósito que había sido preparado para ocultar a los niños, siendo sorprendido por Herodoto que le dio un fuerte puñetazo que lo dejo inconsciente por un momento.

-No tengo tiempo para ti- gruñó Xena, exasperada por el comportamiento de Limus, al levantarlo por la solapa de la camisa de éste, acababa de despertar de la borrachera que se había metido con el vino que encontró en una de las casas, mientras los demás trabajaban. Ahora se encontraba izado por dos fuertes brazos y una acerada mirada azul para luego ser lanzado a un rincón de la parte delantera de la taberna.

-Más te vale no moverte de allí a menos que decidas ayudar- ordenó la alta y bronceada guerrera.

Todos estaban en sus puestos, Xena y Eponin salieron por la puerta delantera con dos antorchas para encender las piras, la capitana opinó que era mejor encenderlas de esa manera que con las preciadas flechas, luego podrían hacerles falta.

Las otras cuatro amazonas salieron con ellas para apostarse en las esquinas delanteras de la posada y sobre la pequeña saliente del primer piso para cubrir a las encargadas de encender las piras funerarias.

Todo transcurrió tranquilo, Xena y Eponin cumplieron su misión en corto tiempo, dejaron que transcurriera y tiempo prudente para ver si aparecían los chupasangre, entonces procedieron con lo planeado, sacrificar algunos de los animales.

Volvieron a entrar en la oscura posada, los niños estaban "aislados" con algunas de las mujeres mayores y jóvenes, armadas también por si acaso, les había dicho Mauren cuando las armó.

Transcurrida una marca de vela todos estaban en silencio a espera de la llegada de sus "invitados", rápidas sombras se posaron en la entrada de la aldea.

-¡¡BÚSQUENLOS!!- rugió el brucolaque, anunciándose, se sentía tan seguro, tan superior que no tomó ninguna medida de seguridad, simplemente se lanzó de cabeza a la caza.

Entraron y salieron de las casas rugiendo de frustración, sus movimientos eran seguidos por las personas dentro de la posada, la iluminación era excelente, sólo esperaban que estuvieran a distancia de tiro, entonces una lluvia de flechas cayeron sobre ellos con precisión haciéndolos rugir de dolor.

-¡AAARRRRGGGG.

Continuará...


Indice Fan Fiction

Página Principal