Con la mirada perdida hacia el cielo y con los ojos brillantes de lágrimas, Sofia
revivía en su mente el horror por el cual pasó la noche anterior, se abrazó a si misma
con sus pequeños brazos y empezó a llorar sin decir una palabra.
-Miiii... pa..., mi... mmamm...- la pequeña niña entre sollozos trataba de narrar a
trompicones los brutales recuerdos que le venían en avalancha, al igual que las
emociones sentidas, ya que era como volver a estar allí.
-Tranquila, tranquila Sofía- consolaba Gabrielle a la niña cuando la abrazaba
cálidamente y acariciaba su espalda- ya pasó, ahora no están solas- decía la bardo
tiernamente al oído de la pequeña sobreviviente.
Xena miraba la escena a corta distancia, luego miró a la bebe que dormía en sus brazos,
totalmente ajena a la tragedia de la cual ella formaba parte; pensando ¿qué pudo
haber pasado? para que Sofía tuviera esa clase de reacción cuando se le preguntaba
por lo sucedido.
Con muchas interrogantes y comprendiendo que debía darle tiempo a la niña para
recobrarse, Xena decidió depositar a la bebe Sonia sobre el petate en el que estaban su
hermosa bardo y la pequeña Sofia, para comenzar a levantar el campamento y tener todo
listo para cuando la niña les dijera que fue lo que les pasó en la noche.
Gabrielle levantó la vista para encontrarse con la mirada tranquilizadora de Xena y
comprendiendo inmediatamente que Xena esperaría el tiempo necesario hasta que la
pequeña Sofía se tranquilizara.
Dioses cada vez amo más a esa mujer, pensaba la rubia y volvió a concentrarse en
la niña que tenía en brazos, dejándola que sacara su dolor.
-Bueno, ¿y ahora qué pasa?- fue lo primero que dijo Limus al regresar de la caminata.
-Recoge tus cosas y prepara tu caballo- fue la respuesta que recibió de la alta guerrera
cuya paciencia para con él estaba siendo puesta a prueba.
Por el tono y la mirada helada que recibió de la alta, hermosa y peligrosa mujer, Limus
decidió que era mejor que hacer lo que se le decía sin rechistar y en completo silencio
empezó a recoger sus cosas.
Luego de un buen rato y después de tener todo recogido, Xena tomó a la bebe en brazos y
se sentó al lado de su rubia bardo, la cual también había derramado lágrimas por la niña
que tenía en brazos, cosa que no sorprendió en nada a la estoica guerrera y reconoció
que esa sensibilidad era una de las cosas que la tenía totalmente enamorada de esa
hermosa mujer. Entonces comenzó a pensar en los posibles planes de acción.
Sofía logró calmarse y tras tomar un té caliente de hiervas nuevamente, empezó con su
relato que inicio de una forma que no era comprensible para ninguno de sus oyente y
luego de ser ayudada por la bardo comenzó a ser coherente.
-Papá aseguró las ventanas y puertas, vacío una caja que usaba para guardar las cosas
que nos podían hacer daño a Sonia y a mí... entonces nos dijo, a mi mamá y a mí que si
pasaba algo allí era donde nos metería a mi hermanita y a mí y que tendríamos que
permanecer calladitas y sólo saldríamos cuando todo pasara.- contó la niña.
-Cuando llegó la noche yo dormía con mamá y mi hermanita, mientras papá estaba despierto,
cuando de repente...- la niña sorbió por la nariz ya que empezaba a llorar nuevamente y
Gabrielle volvía a abrazarla y a decirle palabras cariñosas para calmarla- entró en la
habitación despertándonos y diciéndole a mamá que nos metiera en la caja, porque había
oído gritos en una casa cercana.
Mirándose las manos y sentada en las piernas de la bardo, la niña volvió a suspirar pero
continuó relatando lo ocurrido.
-Papá salió y se unió a otros vecinos para ver que estaba pasando, mamá preparó leche
para mi hermanita y las puso en el bolso- dijo la niña señalando el bolso que tenía a
un costado- puso queso, pan y frazadas para ambas, me puso los zapatos y luego nos metió
en la caja, no se podía ver nada hacia afuera porque los dos pequeños huecos estaban
hacia la pared.
-Al rato de estar en la caja empecé a escuchar gritos y mamá se acercó a la caja y me
dijo que no saliera hasta que todo hubiera pasado, que cuidara a Sonia y que... que...-
la pequeña Sofía comenzó a llorar nuevamente y la bardo la siguió abrazando y comenzó a
mecerla- no olvidara que ella y papá nos amaban,... entonces empezaron a golpear la
puerta y se rompió, mamá le hablaba a papá y le decía que saliera que no le hiciera daño-
Sonia detuvo su relato y puso expresión de estar tratando de recordar.
-No se si era papá, su voz sonaba rara y se oían gruñidos, luego escuché golpes, mamá
lloraba y le decía que no le hiciera daño y luego más golpes y después no la volví a
escuchar- Sofía miró a Sonia y dijo- mi hermanita dormía pero comenzó a despertar y yo
la mecí para que se volviera a dormir y no hiciera ruido.
-¿Y qué pasó?- fue la pregunta de Limus que estaba como hipnotizado por lo que escuchaba
e importándole bien poco los sentimientos de la niña, lo que le ganó una peligrosa
mirada de advertencia por parte de una guerrera muy poco amistosa.
-Escuché como la respiración de un animal y pasos por la casa, entonces esos pasos se
detuvieron frente a nosotras, yo estaba muy asustada, pero tenía a mi hermanita cargada
y dormida y la mecía para que no despertara- dijo la niña levantando la mirada para
encontrarse con una cálida y azul mirada.
-Fuiste muy valiente Sofía, cuidaste de tu hermanita- fue el elogio que ofreció Xena a
la niña y luego le regaló una dulce sonrisa que fue correspondida por dos sonrisas, una
cohibida de la niña y una radiante por parte de la bardo.
-Parece que empezó a tirar los jarrones de especias de mamá porque escuchaba como se
rompían por todas partes- Sofía se detuvo y volvió a bajar la mirada y dijo- pensé en
levantar un poquito, sólo un poquito la tapa de la caja para ver que sucedía y vi a papá
de espalda a nosotras tirando los jarrones y luego se detuvo y se dio vuelta mirándome-
todos retuvieron la respiración ya que era obvio que éste había asesinado a su esposa.
-Parecía un monstruo, estaba pálido, sus ojos eran diferentes, eran como rojos, de su
boca goteaba sangre, le salían unos colmillos y no tenía labios... ¡era horrible!- dijo
la niña levantando la mirada nuevamente hacia Xena.
-¿Un bacante?- fue la pregunta incrédula por parte de Gabrielle y Xena.
-Se supone que las bacantes son sólo mujeres- comentó Xena a Gabrielle- bueno, ¿puedes
continuar?- preguntó en tono suave a la niña.
-Cuando levantó la tapa, me levanté y salí lo más rápido que pude antes de que pudiera
atraparnos y corrí hacia abajo de la mesa, el gruñía y trató de agarrarnos pero yo no
dejaba que nos agarrara- la mirada de sus tres oyentes era de sorpresa y angustia-
entonces levantó la mesa y tiró la olla que mamá tenía jugo de ajo que machacamos el día
anterior para preparar las carnes, mmm... le cayó por un lado de la cara y el cuerpo,
entonces comenzó a rugir y a salirle humo de donde le había caído el jugo, salió
rugiendo por la puerta y se fue hacia el centro del pueblo y yo recogí el bolso que
mamá nos preparó... y me asomé fuera al no ver a nadie corrí con mi hermanita hacía el
bosque al lado contrarío de donde el se fue.- concluyó su relato la valiente Sofía.
-Eres muy valiente Sofía- le dijo una llorosa bardo a la niña que también había
empezado a llorar nuevamente. Xena abrazó a ambas sin pensarlo dos veces y besó sus
cabezas, luego levantó la vista hacia Limus que se había levantado y se preparaba para
montar a caballo.
-Ni se te ocurra montarte- fue la helada advertencia por parte de la guerrera, lo que
provocó que Limus se detuviera en el acto.
-Esta bien, pero pienso alejarme lo más que pueda de ese sitio- fue lo que dijo el muy
cobarde.
-Ya salió el sol, no tienes que temer, además lamentablemente te necesito- le informó
Xena al hombre, sin soltar a sus tres protegidas.
-Ahhh no, no cuentes conmigo- dijo Limus.
-No te estoy preguntando, como des un paso para alejarte de mi vista, no serán esas
bestias los que acaben contigo.- fue la convincente amenaza de Xena.
Limus tuvo la sensación de que la mujer no lo decía en broma por lo que optó por hacer
lo que se le decía- por ahora- pensó. Mientras la bardo y la niña se recomponía
gracias al cálido abrazo en el que estaban.
-Bien, tú cabalgarás conmigo en Argo- ordenó Xena al hombre- Gabrielle monta con Sofía
y Sonia en el caballo de éste.- dijo con menosprecio hacia Limus- Argo es más fuerte-
aclaró el por qué de como iban a montar de esa forma- Iremos a la villa a ver si hay
alguien y dependiendo de lo que encontremos veremos que hacemos.
-Deberíamos alejarnos lo más aprisa de ese lugar- fue el reproche de Limus.
-Ten Gabrielle, hice este cargador para que sea más cómo cargar a la bebe- dijo Xena,
ignorando completamente a necio hombre, extendiéndole a Gabrielle una especie de cómodo
bolso para llevar en la espalda a la bebe.
-¡Ohh, que bonito y práctico!- dijo una emocionada bardo al recibir le bolso- tú siempre
piensas en todo- dijo regalándole una hermosa sonrisa a su guerrera, la cual fue
correspondida con una algo cohibida.
-Vamos hora de irnos- informó Xena, que tomó a la bebe para ponerla dentro del bolso y
ayudar a Gabrielle a colocársela en la espalda, el bolso protegía del sol la cara de la
bebe- Vamos Sofía, ¿has montado antes a caballo?- preguntó juguetonamente a la niña.
-Si, papá me daba paseos en su caballo- dijo la niña muy sonriente.
-Muy bien, ¿a que es divertido?- preguntó Xena, mirando a la niña.
-Sí, mucho.
Xena ayudó a la rubia bardo a montar y luego tomó en brazos a Sofía y la acomodó delante
de Gabrielle. Luego subió en Argo y le tendió la mano a Limus para que subiera detrás
de ella, cosa que a la menuda bardo no le gustó para nada por la cara de pocos amigos
que puso.
-Y cuidado con lo que haces o tu camino terminará antes de lo que crees- advirtió Xena
a su compañero, luego miró a Gabrielle y le guiñó un ojo coquetamente junto con una
sensual sonrisa, cosa que hizo sonreír y suspirar a la enamorada bardo.
*****
Una ardua cabalgata que sólo duro marca y media de vela, en la cual ambos caballos
fueron exigidos y en la cual se detuvieron tres veces para ver como iba la bebe; llevó
al grupo hasta unos veinte metros desde donde Xena hacía un visaje del pueblo, en el
cual no había movimiento alguno.
-Silencio- ordenó Xena, mientras sentía que se le erizaban los pelos de la nuca y todas
sus alarmas sonaron en su cabeza y su cuerpo reaccionó al ponerse totalmente alerta,
sacando su espada rápidamente pero luego giró su cabeza hacia el este.
Gabrielle sabía leer, lo que consideraba un poema, el lenguaje corporal de su guerrera
y alcanzó su vara una vez se detuvieron y si no estuvieran en una situación tan tensa y
peligrosa se echaría a reír a carcajadas al ver la cara de Limus que estaba pálido,
sentado detrás de Xena, con las manos recogidas contra su pecho y parecía que había
sostenido la respiración del susto que le estaba dando Xena sin ella saberlo.
-Vienen seis jinetes- informó la oscura guerrera y luego emitió un sonido de paloma que
fue contestado unos momento después, luego Xena volvió la mirada hacia el pueblo carente
de la agitación normal de un poblado a esa hora de la mañana.
-No puedo creer la suerte que hemos tenido- dijo la bardo al reconocer los sonidos
emitidos, para luego ver cuando cinco amazonas y un jinete, hacían su aparición por el
lugar donde había mirado Xena.
-¡Eponin!- fue la exclamación encantada de la bardo al reconocer a la guerrera amazona y
luego a las otras cuatro como jóvenes de alrededor de diecisiete veranos, como las
nuevas aprendices a guerreras la última vez que estuvieron ella y Xena en la aldea
amazona.- Tílus- el hombre que venía con ellas era un chico de la edad de Gabrielle de
unos veintidos veranos alto de constitución fuerte, bien parecido de ojos grises e hijo
del herrero de Potedia, uno de sus amigos en su pueblo natal y del cual conocía era un
admirador suyo.
-¡Mi Reina!- saludo Eponin, llevándose el puño al corazón e inclinándose en su montura
al igual que sus compañeras e ignorando la mirada que recibió de la hermosa reina,
aunque había sido reprendida en anteriores en encuentros por Gabrielle por recibir esa
clase de saludo, ella no obedecía ya que esa era la manera de tratar a una reina amazona.
Al levantarse saludó a la alta guerrera.
-Xena.
-Eponin- contestó Xena, sin apartar la vista del pueblo y sin dejar de sentir las
alarmas de peligro.
-¿Qué hacen aquí?- inquirió la joven reina saludando a su vez a los otros recién llegados
con una sonrisa que fue correspondida.
-Anoche acampábamos en las afueras de tu villa mi reina, porque habíamos pasado la
mitad del día intercambiando artesanías por algunas cosas que necesitábamos- explicaba
la experimentada amazona- cuando de repente nos vimos alertadas por la vigía de la
llegada de un intruso, faltando tres marcas para el amanecer y esperamos a que
apareciera- se detuvo un momento para fijarse en algo que no podía ver claramente en el
pueblo- era un chico de unos quince veranos de éste poblado a caballo, estaba
aterrorizado y tuvimos que derribarlo al no hacer el alto que pedimos.
-Así que hubo más sobrevivientes- dijo la oscura guerrera que no dejaba de observar el
poblado.
-En realidad no lo sabemos, sólo lo que nos contó el chico, que dijo pensaba que los
demás no pudieron escapar porque estaban dormidos en sus casas- comentó Eponin.
-¿Dijo cuántos son?- preguntó Gabrielle antes que Xena hiciera la pregunta.
-No, pero dijo que pudo ver por lo menos a cuatro desde donde se encontraba agazapado
antes de correr hacía un caballo y salir de allí- contestó Eponin- lo llevamos al pueblo
y levantamos a sus habitantes para ponerlos al tanto, no sabíamos si se aparecerían por
allí, al no ser así envié a Tania con los primeros rayos del día por refuerzos,
diciéndole que cabalgara sin detenerse y tomara el camino alejado de las cuevas, dejamos
a la gente recogiendo la indispensable para salir de allí mientras regresábamos con
noticias- informó la aguerrida guerrera amazona.
Mientras la guerrera relataba lo que sucedía en su aldea natal, Gabrielle contenía la
respiración hasta que confirmó que el ataque no llegó a ellos y dio gracias a los dioses
porque estaban bien.
-Estas niñas pudieron escapar, ella se llama Sofía y la bebe es Sonia, son hermanas-
informó la bardo, mientras Sofía las miraba con gran interés- has hecho muy bien en
buscar refuerzos e indicarle a Tania que evite las cuevas y dejar preparando a los
demás para salir.
Las chicas miraron a la niña que montaba delante de su reina y le sonrieron, luego al
bolso a espaldas de su reina en la que pudieron ver una diminuta mano que se asomaba
alegremente.
-Bien, lo primero es lo primero, hay que registrar el pueblo y ver si hay más
sobrevivientes o si hay "bacantes" allí esperando la noche- dijo Xena.
-¿Qué haremos si hay bacantes?- preguntó Jalas una de las recién graduadas guerreras,
que no le quitaba ojo de encima a Xena.
-Sacarlos a la luz, al parecer son hombres "bacantes", no me preguntes porque no se la
respuesta a eso- contestó Xena- también parece que los lastima el jugo de ajo, pero no
sé hasta que punto, eso nos lo dijo la pequeña y muy valiente Sofía- dijo la alta
guerrera.
-Gabrielle, por favor, quédate con las niñas y con ellos aquí- y antes de que la rubia
emitiera su protesta Xena explicó- alguien debe proteger a las niñas y no creo que
quieran quedarse con un desconocido nuevamente.
-De acuerdo- fue la respuesta de Gabrielle al darse cuenta que Xena estaba en lo cierto.
-Eponin, dividámonos en tres grupos de dos para entrar en el pueblo y revisemos casa
por casa, no se separen, recuerden no entren si la casa está a oscuras, llamaremos desde
afuera en aquellas que estén cerradas y a oscuras al final- informó Xena parte de su
plan a las guerreras amazonas.
-Hilias, ve con Xena, Rita con Jalas y Mauren conmigo- dividió Eponin.
La guerreras recién graduadas asintieron a las órdenes de su capitana y desmontaron
rápidamente para iniciar la misión encomendada.
-Ustedes tienen la responsabilidad de cuidar de la reina y las niñas hasta que volvamos-
ordenó Eponin a los dos hombres ya que ninguna de ellas podía hacerlo y eso las
desquiciaba.
Xena le dirigió una mirada a Gabrielle en el que le transmitía tranquilidad y confianza,
mientras que Gabrielle asentía y decía para todas- Tengan mucho cuidado, las quiero a
todas de regreso.
Las guerreras saludaron a la reina como al inicio y asintieron a la orden de su reina,
mientras que Xena las imitaba y regalaba una graciosa sonrisa, para luego dirigirse
todas hacia el pueblo.
-Chicas, rodearemos el pueblo primero y luego entraremos en completo silencio- indicó
Xena al estar en la entrada del pueblo- si ven o encuentran a algún sobreviviente
tráiganlo a la entrada del pueblo, luego nos concentraremos en esos chupasangre.
Luego de esas palabras comenzaron la exploración externa, en donde encontraron algunas
víctimas que provocaron que las más jóvenes guerreras, inevitables náuseas y vómitos,
por lo salvaje del ataque a los cuerpos de las víctimas, estaban destrozados, algunos
irreconocibles, otros tenían sus cabezas con las bocas abiertas y los ojos abiertos
casi arrancadas de sus hombros, mostrando una rostro de espanto, sus troncos estaban
desgarrados en una masa de jirones de carne, incluso algunos con sus tripas vaciadas en
la tierra, todo esto mostrado en tonos moteados de azul y gris.
Hasta las experimentadas guerreras estuvieron a punto de ser traicionadas por sus
estómagos, Xena sostenía a la joven Hilias mientras arrojaba su desayuno, mientras que
Eponín hacia lo mismo con Mauren, Jalas y Rita no tenían quien las sostuvieran.
Gabrielle y los dos hombres miraban a las jóvenes guerreras arrojando sus desayunos para
luego ver como las curtidas guerreras eran vencidas por los hedores de la muerte y los
vómitos y terminaron arrojando el contenido de sus estómagos.
La rubia bardo trataba de pensar ¿qué debe ser tan horrible para que Xena vomite?
y las posibilidades imaginadas le hicieron dar arcadas.
Los hombres estaban sintiendo náuseas al ver lo que les ocurría a las guerreras,
mientras la pequeña Sofía estaba abrigada echando una siesta sobre un acolchado petate
que le había preparado Gabrielle, al notar ésta que la niña cabeceaba al comenzar a
ganarle el cansancio del esfuerzo físico y mental de la noche la parte que llevaban de
la mañana.
Luego de recuperarse todas de la pequeña reacción a lo encontrado, volvieron a
la misión, no encontraron a nadie hasta el momento, se reunieron en el centro del pueblo.
-Ahora comencemos con las casas abiertas y en las cuales entra el sol, un grupo a la vez,
los otros dos grupos espera fuera rodeando la casa a la espera de lo que pueda
acontecer- indicó la ojiazul guerrera.
-Vayan abriendo ventanas y puertas a su paso, si se encuentran con un chupasangre- dijo
Eponin, mirándolas fijamente- salgan de allí mientras gritan su posición.
-Así un grupo de las que estamos afuera trataremos de iluminar el lugar mientras las
otras entraran si no salen rápidamente- explicó Xena- NO se separen, de eso dependen sus
vidas y las de sus compañeras- recalcó la guerrera.
-Entendido- fue la respuesta a las instrucciones de ambas guerreras por parte de las
jóvenes.
Y comenzaron con la nueva misión, Xena e Hilias entraron en una casa que se encontraba
a un extremo del pueblo, al apenas entrar sintieron el olor penetrante del ajo y
procedieron a quitar lo poco que quedaba estorbando las ventanas, dando una más clara
visión de lo que parecía haber sido el sitio de una lucha. Cuando la ojiazul vio una
caja a un extremo de la sala casi pegada a la pared, recordó lo contado por la Sofía,
fue allí y encontró una pulserita de bebe y la tomó.
-Xena- Hilias llamó al encontrar el cadáver que estaba bajo una mesa volteada. La
guerrera de más edad fue al lugar y encontró a una joven mujer con el cuello casi
cercenado por varias mordidas, heridas desgarrantes en sus brazos y hombros pero en sus
manos todavía sostenía trozos de tela, los cuales supuso Xena que pertenecían a su
atacante.
-Es la madre de Sofía y Sonia- dijo la alta guerrera- en esa caja las escondieron sus
padres, pero su padre fue atacado y luego el atacó a su esposa- se detuvo nuevamente
recordando- ese olor es jugo de ajo que se derramó encima accidentalmente el "padre" de
las niñas al tratar de atraparlas, según dice Sofía comenzó a salirle humo cuando le
cayo encima y salió despavorido de aquí y fue lo que le dio oportunidad de salir con
vida a ambas.
Hilias se quedó estática unos momentos pero luego reaccionó- buscaré una manta para
envolverla- dijo en voz quebrantada y los ojos húmedos.
Luego de terminar de registrar la casa y de envolver el cadáver salieron con el y lo
depositaron a un lado de la casa, para luego seguir con las demás.
Al terminar de registrar las casas iluminadas no encontraron sobrevivientes ni
brucolaques o bacantes, dejando para último las casas a oscuras y la posada que sólo
tenía la puerta principal abierta.
Xena miró hacia donde estaba Gabrielle y los demás, encontrándose con la mirada
expectante de ésta, la guerrera casi se hecho a reír momentos antes cuando Eponin ordenó
a los hombres cuidar de su reina, ya que sabia perfectamente que la joven reina sería la
que los protegería si llegara a suceder algo, pero también se dio cuenta que las
amazonas sabían que ellos no eran gran cosa como escudo para su reina, por lo que
constantemente echaban miradas vigilantes hacia ella.
-Xena hemos oído movimiento dentro de dos casas y en la posada que están prácticamente
a oscuras- comentó Eponin- debemos iniciar por las casas, llamaremos identificándonos,
si no recibimos respuestas pienso que debemos derribar las puertas y ventanas para
deshacernos de esos asesinos.
-Eponin envía a unas de tus guerreras a buscar arcos, flechas y sogas- solicitó Xena-
los usaremos con los que puedan encontrar algún lugar oscuro para guarecerse de la luz
del sol, mientras las demás buscaremos bancos o lo que pueda ayudarnos para derribar las
puertas y ventanas- explicó la guerrera- y que informe a Gabrielle lo que hemos
encontrado y lo que vamos a hacer.
-Rita anda- ordenó Eponin.
*****
La joven guerrera Tanía cabalgaba lo más rápido que podía su caballo para llevar el
mensaje a la reina en funciones Ephiny, siguió las órdenes de su capitana y se alejó de
las cuevas, era una joven de constitución pequeña y delgada, lo que ayudaba a su
cabalgadura y la hacía aparentar más joven de lo que era, a sus diecisiete veranos era
la más rápida jinete de su grupo y al parecer de todas las amazonas, también se
destacaba con el uso de la ballesta tanto cabalgando como desde un punto fijo, era una
chica sobresaliente ya que a pesar de no ser espigada y físicamente fuerte se graduó
con altos honores en su promoción debido a su agilidad y destreza, sus madres estaban
orgullosas de su "pequeña".
Llevaba seis marcas de vela cabalgando, en las cuales sólo se detuvo dos veces para dar
de beber a su caballo y refrescarse en el los riachuelos donde se habían detenido.
Tania subió a un árbol para echar un vistazo a la ruta que había tomado, no era un
camino ni mucho menos, estaba atravesando el bosque para acortar la distancia y estaba
funcionando. Sólo quedaba subir por una ladera empinada para salir a territorio amazona,
que por el lado por donde llegaba era un llano que bordeaba una parte del inicio de su
bosque y en donde sabía que entre los árboles habían dos puestos de vigilancia con sus
respectivas vigías, pensaba que podía hacer la distancia en más o menos una marca y
dirigió una oración a su Diosa para que la ayudara a hacerlo en ese tiempo.
Mientras tanto en Potedia, la gente estaba preparándose para partir en cualquier
momento, lo más ligeros que pudieran, estaban contra el tiempo.
Herodoto, padre de Gabrielle, terminaba de subir víveres y ropa para el viaje en la
carreta para luego continuar con reforzar el corral de los corderos ya que no los podían
llevar con ellos.
Hecuba, madre de la rubia bardo era ayudada por su otra hija Laila a preparar los
alimentos que llevarían y las demás cosas.
-Si Gabrielle y Xena estuvieran aquí me sentiría más segura- comentó Laila.
-Sólo espero que no se le haya ocurrido venir por estos lados.
-He oído rumores de que Gabrielle es la reina de las amazonas, madre- fue el siguiente
comentario de Laila, en susurros para que su padre no pudiera oírlas, él todavía no
superaba que su hija se hubiera ido de casa con "esa" y estallaba en furia si
escuchaba hablar sobre lo que "obligaba" a hacer la señora de la guerra a su
hija, que era bien distinto a lo que debía hacer una mujer, que no era más que casarse,
atender a su marido y criar a sus hijos.
-No debes creer en todo lo que oyes, Laila- reprendió Hecuba a su hija.
-Madre, no te has dado cuenta que de un tiempo acá, las amazonas vienen periódicamente
a comerciar con nuestra aldea- suspiró la chica.
-Eso no tiene nada que ver con Gabrielle- fue la llana contestación.
-Yo le pregunté a la jefa del grupo que vino ayer.
-¡Cómo se te ocurre!- exclamó Hecuba, dejando lo que hacía y mirando ahora sí a su hija-
que tu padre no se entere, que has estado hablando con ellas, sabes que no le gustaría
nada.
-Ya pues, no me digas que no quieres saber que me contestó- dijo Laila dirigiéndole una
mirada juguetona, que fue contestada por un manotazo en el hombro.
-Suéltalo de una buena vez.
-Me dijo, por qué no se lo preguntas a tu hermana- dijo la chica sobándose el
hombro que recibió el golpe y imitando el tono divertido de Eponin al contestarle.
Suspirando y meneando la cabeza la madre de la joven reina amazona dijo.
-Deja de hablar tonterías y apúrate que en cualquier momento vendrá tu padre por
nosotras.
-Se están tardando en regresar- comentó Laila, refiriéndose a las amazonas y a Tilus.
-A lo mejor ese pobre chico no fue el único que sobrevivió- comentó Hecuba al acordarse
del chico del pueblo atacado.
-Si.- dijo Laila al recordarlo- El curandero tuvo que darle un té para calmarlo y
pudiera comer algo antes de dormirse.
-Como van- preguntó Herodoto al entrar por la puerta, interrumpiendo la conversación.
-Ya casi tenemos todo listo- contestó Hecuba rápidamente.
-Bien voy a hacer algunos revisar que el corral de los corderos y asegurarlos para
cuando volvamos estén allí.- dijo con voz grave Herodoto.- Cuando regrese nos iremos a
reunir con los demás, quiero salir de aquí con suficiente tiempo antes del anochecer.
*****
Luego de encontrar un tronco algo pesado, de aproximadamente dos metros, utilizado por
el carnicero del pueblo para limpiar sus presas, le colocaron dos maderos atravesando
el tronco, uno fue colocado como a la mitad y el otro a una distancia de un brazo, con
la idea de utilizarlos como asideros para sus manos y así poder cargarlo para abrir las
ventanas y puertas con golpes.
Gabrielle y sus compañeros habían sido informados, por una joven guerrera que había sido
bien instruida en las maneras apropiadas al dirigirse a su reina, por lo que Gabrielle
estaba perpleja y abochornada, pero decidió ignorar la reverencia y dijo a la chica que
se levantara y la mirara.
-¿Cuál es tu nombre?
-Rita, mi reina.
-Bien Rita yo soy Gabrielle- extendió su mano al presentarse, lo que provocó una mirada
desconcertante por parte de la joven guerrera pero apretó la mano ofrecida- olvídate de
las ceremonias y de que soy tu reina, mientras salimos de esta.
Rita no supo que contestar y tuvo que morderse la lengua ya que estuvo a punto de
contestar un "si mi reina", entonces optó por hacer una pequeña cabezada de
asentimiento y se giró para buscar entre las pertenencias de todas lo que necesitaban,
a ella se le unió la joven reina a ayudarla.
-Me parece una locura quedarnos aquí, deberíamos irnos inmediatamente antes de que esos
chupasangre salgan y nos ataquen- la retórica de Limus era ignorada- gracias a esas
estúpidas.
-Creo que deberías calmarte- dijo Tilus a Limus.
-Cierra la boca chico- le gritó Limus, mientras las chicas levantaron los ojos para
mirar lo que sucedía.- Deberías comportarte como un hombre y tomar a la chica disfrazada
de guerrera, mientras yo tomo a la rubia y a la niña para irnos de aquí y divertirnos
como debe ser- decía esto mientras se acercaba a Gabrielle con una mirada depravada en
su rostro.
-Si das un paso más, te mato- fue la advertencia que recibió el depravado cuando sintió
el frío del acero contra su cuello, fue tan rápido que no lo vio venir.
-¡Rita no lo hagas!- fue la orden que emitió Gabrielle, el movimiento fue tan inesperado
que no tuvo oportunidad de detenerlo.
La joven guerrera se alejó despaciosamente, colocándose delante del hombre y lo
miró a los ojos para que viera que no iba de farol, sin alejarle la punta de la espada
de la garganta, luego la retiró.
Limus estaba tan blanco como un cadáver, al igual que Tilus que no había movido ni un
músculo cuando vio a Rita tomar su espada.
-Si eres inteligente no vas a volver a pensar lo que acabas de decir y mucho menos
llevarlo acabo- aconsejó la hermosa reina en tono firme y molesto.
-Tengo que regresar- Rita decía mirando a la Limus con ira- sino veo a mi reina y a las
niñas sanas y salvas desde el pueblo- hizo una pausa para luego continuar- date por
muerto, al igual que tú- dijo mirando ahora a Tilus. Luego se giró para recoger lo que
había venido a buscar.
-Rita, no te preocupes que si eso sucede será porque yo ya estaré muerto- afirmó Tilus,
a lo que la joven guerrera asintió con la cabeza.
La bardo estaba boquiabierta, no podía creer la reacción fiera en defensa de ella y las
niñas por parte de su joven súbdita y definitivamente sabía que cumpliría su amenaza,
Rita estaba entrenada para dar su vida si era necesario por la de su reina, a menos que
se le adelantara su alta guerrera, por supuesto, se mofó su mente, mientras esto
sucedía las niñas dormían apaciblemente ajenas a todo.
-Rita, cuídate y diles que las quiero a salvo a todas- dijo la bardo al verla levantarse
al terminar de recoger a la chica la cual hizo una pequeñísima inclinación hacia su
reina y regresó con las cosas a cuestas.
*****
Utilizando el tronco como ariete, Xena y Jalas arremetieron con la primera puerta,
mientras que según el plan Hilias con ballesta y Rita con arco dispararían si veían
algún chupasangre, sus flechas estaban atadas a cuerdas que eran sujetas por Eponin y
Mauren que serían apoyadas por las que dispararon mientras que las primeras tomaban
lanzas para vigilar si aparecía otro mientras se luchaba con la "presa" y si era
necesario ayudar a sacarlos.
Se escucharon sonidos fuertes parecidos a los que hacen los felinos cuando se erizan
dentro de la casa, luego fueron hacia una de las tres ventanas que tenía la casa y la
derribaron, vieron humo salir y escucharon lamentos de dolor, luego con señales se
dirigieron a otra de las ventanas y la derribaron, con la diferencia de que esta vez
escucharon un grito antes de una estallido de fuego, lo que al parecer era la
eliminación de uno de los chupasangre.
Derribaron la última ventana y no escucharon ni vieron nada, por lo que decidieron
entrar Xena y Jalas con ballesta y arco en mano mientras que Hilias y Rita esperarían en
la puerta con lanzas para apoyar si era necesario mientras Mauren y Eponin esperan
fuera la señal para empezar a halar las cuerdas atadas a las flechas.
Con mucho cuidado revisaron la casa y no encontraron nada, excepto tres cuerpos
destrozados y cenizas esparcidas por todas partes en el cuarto donde escucharon el
estallido.
Xena levantó la vista hacia donde estaba Gabrielle y la vio dándole de comer a la bebe
mientras miraba a hacia ellas y la guerrera volvió a dirigirle una calidad sonrisa que
estaba segura su bardo vería y se giró para preguntar a Rita que estaba sucediendo allá,
la joven guerrera tragó fuerte y se puso nerviosa pero relatando rápidamente lo sucedido.
-Te lo iba a decir cuando termináramos esto, se que eres su campeona- fue la respuesta
algo culpable.
-Hiciste bien, yo no estaba allí pero te digo que ella estará bien, la reina sabe
defenderse- dijo esto mirándolo a los ojos, a lo que ella asintió, al igual que las
demás que habían escuchado la conversación.- El no es prioridad- dijo dejando claro de
que no se preocuparan por la seguridad de él.- Continuemos.
Y volvieron a la tarea, en el mismos orden, esta vez al tirar la puerta había una
bacante allí y antes de que escapara a la oscuridad fue impactada en el pecho y abdomen
por flechas y halada hacia la luz inmediatamente pero se resistió en la puerta a pesar
de que le salía humo en donde el sol le tocaba, mientras gritaba de dolor Xena y Jalas
reaccionaron rápidamente y le clavaron lanzas en los costados tirando de ellas para
obligarla a salir pero aún así no cedía, por lo que con un veloz movimiento Xena sacó
su espada y cortó la mano que tenía la bacante apoyada en el umbral cerca a ella, lo
que hizo que la bacante se desestabilizara y cediera a la fuerza con la que era halada
hacia los rayos del sol por las cinco amazonas y al caer hacia afuera envuelta en humo,
sufrió una combustión instantánea que tiró a todas al suelo.
Gabrielle y los chicos miraban estupefactos lo que ocurría en el pueblo, la rubia reina
se levantó de donde estaba e inclusive dio unos pasos en dirección al pueblo pero fue
tomada de los brazos por Tilus, cosa que hizo que la aprensiva bardo se diera cuenta de
lo que estaba haciendo y de que tenía en brazos a la bebe y que ella responsable de su
seguridad.
-Gabrielle ellas están bien, no te preocupes- dijo Tilus y luego dirigió hacia donde
estaba para luego soltarla.
Nada de eso pasó desapercibido para Xena desde el suelo donde estaba sentada, tomando
aire, ya que el olor de una bacante en combustión era nauseabundo.
Recuperadas del esfuerzo volvieron a la carga, derribando las cuatro ventanas que
quedaban y luego entrando a revisar, Xena y Jalas a la cabeza, al entra en el último
cuarto de la casa abrieron una cortina que cubría una parte de la pared y apareció otra,
un robusto brucolaque que fue ensartado rápidamente por dos flechas y se oyó la orden de
tirar de las sogas cosa que fue acatada al instante.
Pero como era de esperar el robusto chupasangre se defendió por lo que Hilias y Rita
clavaron sus lanzas y tiraron de ellas, mientras Xena y Jalas tiraban de las sogas, el
chupasangre tiró de la lanza que sostenía Hilias y la lanzó por la ventana, cayendo
ésta fuera en un sonoro golpe, mientras Rita era lanzada contra una pared, el golpe la
atontó por un momento.
Jalas y Xena gritaban que a las otras dos amazonas que tiraran mientras ellas hacían lo
mismo con enorme esfuerzo, logrando sacarlo fuera del cuarto echando humo pero luchando
por regresar dentro.
-¡TIREN, MALTIDO SEA!- gritaba Jalas.
Afuera Eponin y Mauren tiraban con todas sus fuerzas, pero en momentos tenían que ceder
pero retomando nuevamente el esfuerzo. En tanto Hilias se levantó y se asomó por la
ventana para ver como estaban, vio a Rita incorporándose por lo que entró por la ventana
y la ayudó a levantarse aún atontada escuchaban la lucha que se llevaba a cabo fuera del
cuarto.
-Tenemos que empujarlo sin que nos agarre- dijo Hilias.
-Quitemos el saco de paja de la cama y ayúdame a levantar la cama para golpear por
detrás como con el tronco- dijo Rita.
Silenciosamente se pusieron tras el enorme brucolaque y asintieron las dos guerreras
delante de ellas.
-Jalas tira de las lanzas- ordenó Xena y eso hicieron ambas.
Entonces las otras dos guerreras arremetieron desde atrás, asestando el golpe de lleno,
provocando que el chupasangre casi saliera por la puerta pero logró detener su impulso
a base de pura fuerza, luego trató de girarse para agarrar a alguna de las chicas pero
no pudo.
-MALDITAS- fue el gutural grito.
-AHORA, A LAS PIERNAS- gritó Xena.
Las guerreras armadas por la cama arremetieron nuevamente, el golpe que asestaron rompió
sus piernas, por el crujido que se escucho y el chupasangre prácticamente salió volando
por la puerta hacia afuera al ser halado por las cuatro amazonas al mismo tiempo
aprovechando el golpe.
-CUBRANSE- volvió a gritar Xena, al tiempo que el chupasangre hacía combustión y
explotara lanzando cenizas por todas partes y las guerreras volvieron a quedar por los
suelos.
-¿Están bien?- preguntó Eponin al sentarse trabajosamente.
-YUUJUUUU- fue la respuesta de Hilias y Rita desde dentro de la casa.
Mientras que Xena y Jalas rompían en risotadas al mirarse y escuchar a sus compañeras.
Mauren estaba tan sin aliento que sólo pudo suspirar de cansancio, en tanto Eponin
meneaba la cabeza sin poder creérselo.
-¿Vieron eso?- fue la pregunta de Limus.
-Como si estuviéramos ciegos- respondió Tilus.
-Era enorme- comentó la bardo con los ojos como platos.
*****
Tania al llegar al terminar de subir la ladera, espoleó al caballo para que iniciara una
carrera desenfrenada a través del llano hacia el puesto de guardia que sabía donde
encontrar, era conciente de haber sido avistada por las vigías. Al llegar a una
distancia prudente para poder identificarse, la pequeña guerrera escuchó el sonido de
identificarse, el cual contestó a su vez con uno de paloma que la identificaba como
miembro de la tribu amazona.
Al llegar a la línea del bosque encontró a dos de sus compañeras guerreras de pie en su
espera y a otras tres expectantes en los árboles, detuvo la carrera de su caballo y se
bajó ágilmente de un salto.
-¿Tania qué sucede?- fue la pregunta echa por Terreis, la teniente a cargo de la
vigilancia en ese momento de esa área del territorio amazona.
-Bacantes en Bastia, el poblado que esta a medio día al oeste de Potedia- informó Tania.
-¿Bacantes?- preguntaron al unísono las amazonas.
-Al parecer anoche arrasaron con esa villa y es posible que se dirijan a Potedia- hizo
una pausa mientras caminaba hacia uno de los caballos que estaban en espera de regresar
con su jinete a la aldea amazona.- Tengo que llegar a la aldea a informar a la regente,
tomaré otro caballo, el mío esta extenuado- dijo al montar en un caballo descansado.
-Ve, enviaremos el mensaje de alerta para que se preparen para tú llegada- dijo Terreis.
Tania espoleó a su nueva montura con rumbo a la aldea amazona, dejando atrás a unas
inquietas guerreras que comenzaban a preparar las señales para informar la llegada de un
mensajero con noticias de alarma.
La joven guerrera hizo el trayecto en tres cuartos de marca, otra hazaña más para la
chica, ya que el tiempo a todo galope desde donde partió era de una marca entera más un
cuarto de marca de vela. Las puertas del muro de la aldea estaban abiertas en su espera
y no se detuvo hasta estar al frente de la choza de la regente, la cual esta ya
esperándola en la escalones de ésta.
-Regente- saludó la joven guerrera llevándose un puño al pecho, al desmontar de un salto
de su caballo y procedió a poner al tanto a Ephiny, la cual escuchaba atentamente para
luego quedarse pensativa mirando en dirección al lugar donde tenían que ir.
-A la sala de consejo- ordenó la regente enérgicamente.
Sólo quedaron las vigías en sus puestos, entraron las tenientes y demás guerreras,
mientras que algunas civiles pudieron entrar y las demás se asomaban por las ventanas y
la puerta en silencio a la espera de las órdenes, todas sabían que iban a intervenir,
Potedia era la villa en donde vivían los familiares de su Reina y por lo tanto tenían el
deber de protegerlos, además, tenían que detener el peligro antes de que llegara a la
puerta de su aldea.
-Yakut, prepárate para salir, escoge a dos de tus aprendices y deja a una.- ordenó
Ephiny, a lo que la curandera asintió llevándose el puño al pecho y salió de la sala
junto a sus tres aprendices.
-Varia, deja a un escuadrón aquí y que las demás se preparen, lleven armaduras completas-
ordenó Ephiny.
-Regente, si llevamos armaduras completas pesaremos demasiado y la distancia es larga y
necesitamos velocidad- informó la teniente de las espadachines y lucha en tierra.
-Es cierto- dijo una contrariada Ephiny, mierda, mierda, mierda, no quiero perder a
nadie, pensaba la experimentada guerrera, sabia de la fuerza y las garras de estas
aberraciones y sobre todo de lo que podían hacer- entonces, que lleven lo indispensable
para protegerse.- concluyó la guerrera y recibió el saludo de la aguerrida teniente
antes de retirarse y salió con un grupo de sus unidades, mientras las otras esperaba
instrucciones fuera.
-Chilapa, prepara a dos escuadrones de arqueras y que las otras vigilen la frontera
hacia esos poblados por si se necesitan.
-Dos escuadrones de jinetes prepárense para salir y llévenle el equipo a Terreis o les
aseguro que lo lamentaran si no lo hacen- dijo Ephiny, conocedora de que la jefa de las
jinetes era una aguerrida combatiente especialista en combate con la espada a caballo y
que en estos momentos estaría halándose los cabellos desesperada por entrar en acción.-
dos escuadrones que se queden, uno en la frontera con las arqueras y otro en la villa.
-Melosa, lleva los dos escuadrones de lanceras y divide las lanzas en dos carretas para
que vayan más aprisa.
-Marga, las catapultas son muy pesadas, pero trae a un escuadrón y que el otro se quede.
-Amarice, deja a tres rastreadoras y trae a las demás.
-Solari, deja un escuadrón de la guardia y trae al otro en los límites con las arqueras
y jinetes.
Todas las tenientes asintieron a las órdenes de la Regente y se retiraron rápidamente
para impartir las órdenes a las tropas de las cuales estaban encargadas, dejando a
Ephiny y a la guardia de la reina colocándose sus armaduras e impartiendo órdenes.
Todas, absolutamente todas las guerreras estaban entrenadas en lo básico de cada
especialidad durante su instrucción primaria a guerreras, ellas mismas demostraban su
inclinación hacia una especialidad luego de pasar la primera fase de su formación,
aparte de la apreciación de las tenientes que eran las que calificaban y entonces
pasaban a la siguiente fase que era especializarse en lo que estaban más aptas, a las
que no les llamaba ser guerreras escogían otra actividad como escribas, artesanas,
herreras, carpinteras, cocineras, curanderas, negociadoras, etc.
-Tania, ven- llamó Ephiny a la pequeña guerrera que se abrió paso entre sus compañeras,
luego de ser mimada por su una de sus madres ya que como era una escribas no estaba
envuelta de los preparativos que se estaban llevando a cabo, mientras que su otra madre
era Melosa la cual estaba muuuuuy orgullosa de su niña.
-Regente- saludó la joven Tania, llevándose el puño al pecho.
-¿Crees que puedes hacer el viaje regreso y guiarnos?- Preguntó Ephiny a la cansada
chica, aunque sabía que no se negaría, era muy conciente quien era su madre.
-Sí, comandante- fue la inmediata contestación. Ephiny es la comandante de las amazonas
y se convierte en regente en ausencia de su reina. La experimentada guerrera sonrió con
cariño a la joven guerrera.
Dando las últimas instrucciones la regente le cedió la palabra a la joven guerrera para
indicarles la ruta más corta para llegar a Potedia y recalcándoles no acercarse a las
cuevas. Luego de esto salieron por la puerta de la aldea amazonas alrededor de ciento
treinta guerreras a caballo con la adrenalina en ebullición, con la pequeña Tania a la
cabeza.
*****
Xena se levantó y les dijo a las chicas que descansaran un poco mientras iba en busca
de los dos hombre para que las ayudaran a sacar los chupasangre que se encontraban en la
posada. No tenía la idea de cuantos eran ya que la posada tenía dos pisos. También les
dijo que buscaran un eje de carreta con sus ruedas y la pusieran sobre una base firme,
que utilizarían para ayudarse a la hora de jalar a los chupasangre, ya tenían ampollas
en las manos y no tenía intención de que se siguieran lastimando.
Gabrielle vio a Xena acercándose y se levantó aguantando a duras penas salir corriendo y
tirarse sobre el fuerte cuerpo de su amiga.
-¿Cómo estás?- fue lo primero que preguntó la rubia bardo al momento de palpar a Xena
para verificar su estado, lo que provocó una ceja enarcada humorísticamente de la
ojiazul.
-Estoy bien, gracias- contestó la alta guerrera- Vine por ustedes para terminar con los
que quedan- dijo mirando a los hombres.
-No cuentes conmigo- fue la rápida contestación de Limus.
-No te lo estoy pidiendo- dijo mirándolo a los ojos una exasperada guerrera al tiempo
que levantaba al repugnante hombre por el cuello de la camisa. Luego le dio un "delicado"
empujoncito cuando lo soltaba, ocasionando que el cobarde cayera de culo al suelo.
-Yo voy gustoso- dijo Tilus.
-Quiero ayudar- fue el deseo expresado por la rubia bardo.
-Lo sé- fue la sincera contestación por parte de la pelinegra guerrera- Ven- dijo
tomando de la mano a su bardo, alejándola un poco de los hombres- No te voy a mentir, te
necesitamos, pero no me atrevo a dejar las niñas sin vigilancia, prefiero que seas tú la
que las cuide- dijo esto mirándola a los ojos.
-Odio cuando tienes razón- dijo la bardo no muy contenta.
-Además no hemos limpiado el sitio y no quiero que Sonia vea su hogar así- dijo esto
último mirando tiernamente a la niña dormida, desde que llegaron hace una dos marcas
cayo en un sueño profundo ya que no se había despertado por nada, en cambio Sofía se
había despertado y vuelto a dormir luego se ser cambiada y alimentada por su guardiana.
-Emmm... encontramos a su madre- comunicó en casi un susurro la alta guerrera.
-Me imaginé- dijo la bardo mirándola y vio en esos ojos azules una pizca de desconcierto
y aclaró- sentí cierta ummm... aprensión y luego te vi sacar un cuerpo envuelto.
-Estamos a media mañana- dijo mirando la posición del sol- trataremos de sacarle
información a uno de esos chupasangre de cuantos son y hacia donde se dirigen- dijo
mirando hacia el pueblo y ver como las chicas ya estaban colocando el eje con las ruedas
de carreta fuera en la calle frente a la puerta.
-¿Cómo piensas hacer eso?
-Les preguntaré y luego veremos- dijo la hermosa guerrera guiñándole un ojo.
-¿Cuídate mucho?
-Te lo prometo- dijo la guerra, regalándole una sonrisa que borró automáticamente al
mirar a los hombre por sobre Gabrielle.- Vamos- ordenó y los hombres comenzaron a
caminar hacia donde estaban las amazonas.
Gabrielle agarró por la muñeca a su guerrera y esta se giró al sentir el suave toque
sobre su piel y miró a los verdes ojos que la miraban a sus azules y se acercaron hasta
que sus cuerpos se tocaron y ambas sintieron un intenso cosquilleo por todo su cuerpo,
ambas se sonrojaron y amabas tocaron la mejilla de la otra en una tierna caricia.
Xena fue la primera en reaccionar y carraspear rompiendo el momento antes de cometer una
locura, mirando de reojo hacia donde estaban los demás, los hombres daban su espalda ya
que se caminaban al pueblo y las amazonas estaban ocupadas terminando con su tarea.
-Será mejor que me vaya- dijo la acalorada guerrera pero sin moverse ni un milímetro de
donde estaba.- Cuídate, ¿quieres?- a lo que sólo recibió como respuesta un asentimiento
y se giró e inicio el camino de vuelta con largas zancadas, aclárate Xena, que lo que
viene no es un juego, le regañó el último vestigio de raciocinio que no esta por las
nubes en esos momentos, lo que la hizo borrar la enorme sonrisa boba que tenía en el
rostro y que alcanzó a ver Eponin.
Continuará...