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CACERÍA NOCTURNA

Por: Yoss

CAPÍTULO 3

Con la mirada perdida hacia el cielo y con los ojos brillantes de lágrimas, Sofia revivía en su mente el horror por el cual pasó la noche anterior, se abrazó a si misma con sus pequeños brazos y empezó a llorar sin decir una palabra.

-Miiii... pa..., mi... mmamm...- la pequeña niña entre sollozos trataba de narrar a trompicones los brutales recuerdos que le venían en avalancha, al igual que las emociones sentidas, ya que era como volver a estar allí.

-Tranquila, tranquila Sofía- consolaba Gabrielle a la niña cuando la abrazaba cálidamente y acariciaba su espalda- ya pasó, ahora no están solas- decía la bardo tiernamente al oído de la pequeña sobreviviente.

Xena miraba la escena a corta distancia, luego miró a la bebe que dormía en sus brazos, totalmente ajena a la tragedia de la cual ella formaba parte; pensando ¿qué pudo haber pasado? para que Sofía tuviera esa clase de reacción cuando se le preguntaba por lo sucedido.

Con muchas interrogantes y comprendiendo que debía darle tiempo a la niña para recobrarse, Xena decidió depositar a la bebe Sonia sobre el petate en el que estaban su hermosa bardo y la pequeña Sofia, para comenzar a levantar el campamento y tener todo listo para cuando la niña les dijera que fue lo que les pasó en la noche.

Gabrielle levantó la vista para encontrarse con la mirada tranquilizadora de Xena y comprendiendo inmediatamente que Xena esperaría el tiempo necesario hasta que la pequeña Sofía se tranquilizara.
Dioses cada vez amo más a esa mujer, pensaba la rubia y volvió a concentrarse en la niña que tenía en brazos, dejándola que sacara su dolor.

-Bueno, ¿y ahora qué pasa?- fue lo primero que dijo Limus al regresar de la caminata.

-Recoge tus cosas y prepara tu caballo- fue la respuesta que recibió de la alta guerrera cuya paciencia para con él estaba siendo puesta a prueba.

Por el tono y la mirada helada que recibió de la alta, hermosa y peligrosa mujer, Limus decidió que era mejor que hacer lo que se le decía sin rechistar y en completo silencio empezó a recoger sus cosas.

Luego de un buen rato y después de tener todo recogido, Xena tomó a la bebe en brazos y se sentó al lado de su rubia bardo, la cual también había derramado lágrimas por la niña que tenía en brazos, cosa que no sorprendió en nada a la estoica guerrera y reconoció que esa sensibilidad era una de las cosas que la tenía totalmente enamorada de esa hermosa mujer. Entonces comenzó a pensar en los posibles planes de acción.

Sofía logró calmarse y tras tomar un té caliente de hiervas nuevamente, empezó con su relato que inicio de una forma que no era comprensible para ninguno de sus oyente y luego de ser ayudada por la bardo comenzó a ser coherente.

-Papá aseguró las ventanas y puertas, vacío una caja que usaba para guardar las cosas que nos podían hacer daño a Sonia y a mí... entonces nos dijo, a mi mamá y a mí que si pasaba algo allí era donde nos metería a mi hermanita y a mí y que tendríamos que permanecer calladitas y sólo saldríamos cuando todo pasara.- contó la niña.

-Cuando llegó la noche yo dormía con mamá y mi hermanita, mientras papá estaba despierto, cuando de repente...- la niña sorbió por la nariz ya que empezaba a llorar nuevamente y Gabrielle volvía a abrazarla y a decirle palabras cariñosas para calmarla- entró en la habitación despertándonos y diciéndole a mamá que nos metiera en la caja, porque había oído gritos en una casa cercana.

Mirándose las manos y sentada en las piernas de la bardo, la niña volvió a suspirar pero continuó relatando lo ocurrido.

-Papá salió y se unió a otros vecinos para ver que estaba pasando, mamá preparó leche para mi hermanita y las puso en el bolso- dijo la niña señalando el bolso que tenía a un costado- puso queso, pan y frazadas para ambas, me puso los zapatos y luego nos metió en la caja, no se podía ver nada hacia afuera porque los dos pequeños huecos estaban hacia la pared.

-Al rato de estar en la caja empecé a escuchar gritos y mamá se acercó a la caja y me dijo que no saliera hasta que todo hubiera pasado, que cuidara a Sonia y que... que...- la pequeña Sofía comenzó a llorar nuevamente y la bardo la siguió abrazando y comenzó a mecerla- no olvidara que ella y papá nos amaban,... entonces empezaron a golpear la puerta y se rompió, mamá le hablaba a papá y le decía que saliera que no le hiciera daño- Sonia detuvo su relato y puso expresión de estar tratando de recordar.

-No se si era papá, su voz sonaba rara y se oían gruñidos, luego escuché golpes, mamá lloraba y le decía que no le hiciera daño y luego más golpes y después no la volví a escuchar- Sofía miró a Sonia y dijo- mi hermanita dormía pero comenzó a despertar y yo la mecí para que se volviera a dormir y no hiciera ruido.

-¿Y qué pasó?- fue la pregunta de Limus que estaba como hipnotizado por lo que escuchaba e importándole bien poco los sentimientos de la niña, lo que le ganó una peligrosa mirada de advertencia por parte de una guerrera muy poco amistosa.

-Escuché como la respiración de un animal y pasos por la casa, entonces esos pasos se detuvieron frente a nosotras, yo estaba muy asustada, pero tenía a mi hermanita cargada y dormida y la mecía para que no despertara- dijo la niña levantando la mirada para encontrarse con una cálida y azul mirada.

-Fuiste muy valiente Sofía, cuidaste de tu hermanita- fue el elogio que ofreció Xena a la niña y luego le regaló una dulce sonrisa que fue correspondida por dos sonrisas, una cohibida de la niña y una radiante por parte de la bardo.

-Parece que empezó a tirar los jarrones de especias de mamá porque escuchaba como se rompían por todas partes- Sofía se detuvo y volvió a bajar la mirada y dijo- pensé en levantar un poquito, sólo un poquito la tapa de la caja para ver que sucedía y vi a papá de espalda a nosotras tirando los jarrones y luego se detuvo y se dio vuelta mirándome- todos retuvieron la respiración ya que era obvio que éste había asesinado a su esposa.

-Parecía un monstruo, estaba pálido, sus ojos eran diferentes, eran como rojos, de su boca goteaba sangre, le salían unos colmillos y no tenía labios... ¡era horrible!- dijo la niña levantando la mirada nuevamente hacia Xena.

-¿Un bacante?- fue la pregunta incrédula por parte de Gabrielle y Xena.

-Se supone que las bacantes son sólo mujeres- comentó Xena a Gabrielle- bueno, ¿puedes continuar?- preguntó en tono suave a la niña.

-Cuando levantó la tapa, me levanté y salí lo más rápido que pude antes de que pudiera atraparnos y corrí hacia abajo de la mesa, el gruñía y trató de agarrarnos pero yo no dejaba que nos agarrara- la mirada de sus tres oyentes era de sorpresa y angustia- entonces levantó la mesa y tiró la olla que mamá tenía jugo de ajo que machacamos el día anterior para preparar las carnes, mmm... le cayó por un lado de la cara y el cuerpo, entonces comenzó a rugir y a salirle humo de donde le había caído el jugo, salió rugiendo por la puerta y se fue hacia el centro del pueblo y yo recogí el bolso que mamá nos preparó... y me asomé fuera al no ver a nadie corrí con mi hermanita hacía el bosque al lado contrarío de donde el se fue.- concluyó su relato la valiente Sofía.

-Eres muy valiente Sofía- le dijo una llorosa bardo a la niña que también había empezado a llorar nuevamente. Xena abrazó a ambas sin pensarlo dos veces y besó sus cabezas, luego levantó la vista hacia Limus que se había levantado y se preparaba para montar a caballo.

-Ni se te ocurra montarte- fue la helada advertencia por parte de la guerrera, lo que provocó que Limus se detuviera en el acto.

-Esta bien, pero pienso alejarme lo más que pueda de ese sitio- fue lo que dijo el muy cobarde.

-Ya salió el sol, no tienes que temer, además lamentablemente te necesito- le informó Xena al hombre, sin soltar a sus tres protegidas.

-Ahhh no, no cuentes conmigo- dijo Limus.

-No te estoy preguntando, como des un paso para alejarte de mi vista, no serán esas bestias los que acaben contigo.- fue la convincente amenaza de Xena.

Limus tuvo la sensación de que la mujer no lo decía en broma por lo que optó por hacer lo que se le decía- por ahora- pensó. Mientras la bardo y la niña se recomponía gracias al cálido abrazo en el que estaban.

-Bien, tú cabalgarás conmigo en Argo- ordenó Xena al hombre- Gabrielle monta con Sofía y Sonia en el caballo de éste.- dijo con menosprecio hacia Limus- Argo es más fuerte- aclaró el por qué de como iban a montar de esa forma- Iremos a la villa a ver si hay alguien y dependiendo de lo que encontremos veremos que hacemos.

-Deberíamos alejarnos lo más aprisa de ese lugar- fue el reproche de Limus.

-Ten Gabrielle, hice este cargador para que sea más cómo cargar a la bebe- dijo Xena, ignorando completamente a necio hombre, extendiéndole a Gabrielle una especie de cómodo bolso para llevar en la espalda a la bebe.

-¡Ohh, que bonito y práctico!- dijo una emocionada bardo al recibir le bolso- tú siempre piensas en todo- dijo regalándole una hermosa sonrisa a su guerrera, la cual fue correspondida con una algo cohibida.

-Vamos hora de irnos- informó Xena, que tomó a la bebe para ponerla dentro del bolso y ayudar a Gabrielle a colocársela en la espalda, el bolso protegía del sol la cara de la bebe- Vamos Sofía, ¿has montado antes a caballo?- preguntó juguetonamente a la niña.

-Si, papá me daba paseos en su caballo- dijo la niña muy sonriente.

-Muy bien, ¿a que es divertido?- preguntó Xena, mirando a la niña.

-Sí, mucho.

Xena ayudó a la rubia bardo a montar y luego tomó en brazos a Sofía y la acomodó delante de Gabrielle. Luego subió en Argo y le tendió la mano a Limus para que subiera detrás de ella, cosa que a la menuda bardo no le gustó para nada por la cara de pocos amigos que puso.

-Y cuidado con lo que haces o tu camino terminará antes de lo que crees- advirtió Xena a su compañero, luego miró a Gabrielle y le guiñó un ojo coquetamente junto con una sensual sonrisa, cosa que hizo sonreír y suspirar a la enamorada bardo.

*****

Una ardua cabalgata que sólo duro marca y media de vela, en la cual ambos caballos fueron exigidos y en la cual se detuvieron tres veces para ver como iba la bebe; llevó al grupo hasta unos veinte metros desde donde Xena hacía un visaje del pueblo, en el cual no había movimiento alguno.

-Silencio- ordenó Xena, mientras sentía que se le erizaban los pelos de la nuca y todas sus alarmas sonaron en su cabeza y su cuerpo reaccionó al ponerse totalmente alerta, sacando su espada rápidamente pero luego giró su cabeza hacia el este.

Gabrielle sabía leer, lo que consideraba un poema, el lenguaje corporal de su guerrera y alcanzó su vara una vez se detuvieron y si no estuvieran en una situación tan tensa y peligrosa se echaría a reír a carcajadas al ver la cara de Limus que estaba pálido, sentado detrás de Xena, con las manos recogidas contra su pecho y parecía que había sostenido la respiración del susto que le estaba dando Xena sin ella saberlo.

-Vienen seis jinetes- informó la oscura guerrera y luego emitió un sonido de paloma que fue contestado unos momento después, luego Xena volvió la mirada hacia el pueblo carente de la agitación normal de un poblado a esa hora de la mañana.

-No puedo creer la suerte que hemos tenido- dijo la bardo al reconocer los sonidos emitidos, para luego ver cuando cinco amazonas y un jinete, hacían su aparición por el lugar donde había mirado Xena.

-¡Eponin!- fue la exclamación encantada de la bardo al reconocer a la guerrera amazona y luego a las otras cuatro como jóvenes de alrededor de diecisiete veranos, como las nuevas aprendices a guerreras la última vez que estuvieron ella y Xena en la aldea amazona.- Tílus- el hombre que venía con ellas era un chico de la edad de Gabrielle de unos veintidos veranos alto de constitución fuerte, bien parecido de ojos grises e hijo del herrero de Potedia, uno de sus amigos en su pueblo natal y del cual conocía era un admirador suyo.

-¡Mi Reina!- saludo Eponin, llevándose el puño al corazón e inclinándose en su montura al igual que sus compañeras e ignorando la mirada que recibió de la hermosa reina, aunque había sido reprendida en anteriores en encuentros por Gabrielle por recibir esa clase de saludo, ella no obedecía ya que esa era la manera de tratar a una reina amazona. Al levantarse saludó a la alta guerrera.

-Xena.

-Eponin- contestó Xena, sin apartar la vista del pueblo y sin dejar de sentir las alarmas de peligro.

-¿Qué hacen aquí?- inquirió la joven reina saludando a su vez a los otros recién llegados con una sonrisa que fue correspondida.

-Anoche acampábamos en las afueras de tu villa mi reina, porque habíamos pasado la mitad del día intercambiando artesanías por algunas cosas que necesitábamos- explicaba la experimentada amazona- cuando de repente nos vimos alertadas por la vigía de la llegada de un intruso, faltando tres marcas para el amanecer y esperamos a que apareciera- se detuvo un momento para fijarse en algo que no podía ver claramente en el pueblo- era un chico de unos quince veranos de éste poblado a caballo, estaba aterrorizado y tuvimos que derribarlo al no hacer el alto que pedimos.

-Así que hubo más sobrevivientes- dijo la oscura guerrera que no dejaba de observar el poblado.

-En realidad no lo sabemos, sólo lo que nos contó el chico, que dijo pensaba que los demás no pudieron escapar porque estaban dormidos en sus casas- comentó Eponin.

-¿Dijo cuántos son?- preguntó Gabrielle antes que Xena hiciera la pregunta.

-No, pero dijo que pudo ver por lo menos a cuatro desde donde se encontraba agazapado antes de correr hacía un caballo y salir de allí- contestó Eponin- lo llevamos al pueblo y levantamos a sus habitantes para ponerlos al tanto, no sabíamos si se aparecerían por allí, al no ser así envié a Tania con los primeros rayos del día por refuerzos, diciéndole que cabalgara sin detenerse y tomara el camino alejado de las cuevas, dejamos a la gente recogiendo la indispensable para salir de allí mientras regresábamos con noticias- informó la aguerrida guerrera amazona.

Mientras la guerrera relataba lo que sucedía en su aldea natal, Gabrielle contenía la respiración hasta que confirmó que el ataque no llegó a ellos y dio gracias a los dioses porque estaban bien.

-Estas niñas pudieron escapar, ella se llama Sofía y la bebe es Sonia, son hermanas- informó la bardo, mientras Sofía las miraba con gran interés- has hecho muy bien en buscar refuerzos e indicarle a Tania que evite las cuevas y dejar preparando a los demás para salir.

Las chicas miraron a la niña que montaba delante de su reina y le sonrieron, luego al bolso a espaldas de su reina en la que pudieron ver una diminuta mano que se asomaba alegremente.

-Bien, lo primero es lo primero, hay que registrar el pueblo y ver si hay más sobrevivientes o si hay "bacantes" allí esperando la noche- dijo Xena.

-¿Qué haremos si hay bacantes?- preguntó Jalas una de las recién graduadas guerreras, que no le quitaba ojo de encima a Xena.

-Sacarlos a la luz, al parecer son hombres "bacantes", no me preguntes porque no se la respuesta a eso- contestó Xena- también parece que los lastima el jugo de ajo, pero no sé hasta que punto, eso nos lo dijo la pequeña y muy valiente Sofía- dijo la alta guerrera.

-Gabrielle, por favor, quédate con las niñas y con ellos aquí- y antes de que la rubia emitiera su protesta Xena explicó- alguien debe proteger a las niñas y no creo que quieran quedarse con un desconocido nuevamente.

-De acuerdo- fue la respuesta de Gabrielle al darse cuenta que Xena estaba en lo cierto.

-Eponin, dividámonos en tres grupos de dos para entrar en el pueblo y revisemos casa por casa, no se separen, recuerden no entren si la casa está a oscuras, llamaremos desde afuera en aquellas que estén cerradas y a oscuras al final- informó Xena parte de su plan a las guerreras amazonas.

-Hilias, ve con Xena, Rita con Jalas y Mauren conmigo- dividió Eponin.

La guerreras recién graduadas asintieron a las órdenes de su capitana y desmontaron rápidamente para iniciar la misión encomendada.

-Ustedes tienen la responsabilidad de cuidar de la reina y las niñas hasta que volvamos- ordenó Eponin a los dos hombres ya que ninguna de ellas podía hacerlo y eso las desquiciaba.

Xena le dirigió una mirada a Gabrielle en el que le transmitía tranquilidad y confianza, mientras que Gabrielle asentía y decía para todas- Tengan mucho cuidado, las quiero a todas de regreso.

Las guerreras saludaron a la reina como al inicio y asintieron a la orden de su reina, mientras que Xena las imitaba y regalaba una graciosa sonrisa, para luego dirigirse todas hacia el pueblo.

-Chicas, rodearemos el pueblo primero y luego entraremos en completo silencio- indicó Xena al estar en la entrada del pueblo- si ven o encuentran a algún sobreviviente tráiganlo a la entrada del pueblo, luego nos concentraremos en esos chupasangre.

Luego de esas palabras comenzaron la exploración externa, en donde encontraron algunas víctimas que provocaron que las más jóvenes guerreras, inevitables náuseas y vómitos, por lo salvaje del ataque a los cuerpos de las víctimas, estaban destrozados, algunos irreconocibles, otros tenían sus cabezas con las bocas abiertas y los ojos abiertos casi arrancadas de sus hombros, mostrando una rostro de espanto, sus troncos estaban desgarrados en una masa de jirones de carne, incluso algunos con sus tripas vaciadas en la tierra, todo esto mostrado en tonos moteados de azul y gris.

Hasta las experimentadas guerreras estuvieron a punto de ser traicionadas por sus estómagos, Xena sostenía a la joven Hilias mientras arrojaba su desayuno, mientras que Eponín hacia lo mismo con Mauren, Jalas y Rita no tenían quien las sostuvieran.

Gabrielle y los dos hombres miraban a las jóvenes guerreras arrojando sus desayunos para luego ver como las curtidas guerreras eran vencidas por los hedores de la muerte y los vómitos y terminaron arrojando el contenido de sus estómagos.

La rubia bardo trataba de pensar ¿qué debe ser tan horrible para que Xena vomite? y las posibilidades imaginadas le hicieron dar arcadas.

Los hombres estaban sintiendo náuseas al ver lo que les ocurría a las guerreras, mientras la pequeña Sofía estaba abrigada echando una siesta sobre un acolchado petate que le había preparado Gabrielle, al notar ésta que la niña cabeceaba al comenzar a ganarle el cansancio del esfuerzo físico y mental de la noche la parte que llevaban de la mañana.

Luego de recuperarse todas de la pequeña reacción a lo encontrado, volvieron a la misión, no encontraron a nadie hasta el momento, se reunieron en el centro del pueblo.

-Ahora comencemos con las casas abiertas y en las cuales entra el sol, un grupo a la vez, los otros dos grupos espera fuera rodeando la casa a la espera de lo que pueda acontecer- indicó la ojiazul guerrera.

-Vayan abriendo ventanas y puertas a su paso, si se encuentran con un chupasangre- dijo Eponin, mirándolas fijamente- salgan de allí mientras gritan su posición.

-Así un grupo de las que estamos afuera trataremos de iluminar el lugar mientras las otras entraran si no salen rápidamente- explicó Xena- NO se separen, de eso dependen sus vidas y las de sus compañeras- recalcó la guerrera.

-Entendido- fue la respuesta a las instrucciones de ambas guerreras por parte de las jóvenes.

Y comenzaron con la nueva misión, Xena e Hilias entraron en una casa que se encontraba a un extremo del pueblo, al apenas entrar sintieron el olor penetrante del ajo y procedieron a quitar lo poco que quedaba estorbando las ventanas, dando una más clara visión de lo que parecía haber sido el sitio de una lucha. Cuando la ojiazul vio una caja a un extremo de la sala casi pegada a la pared, recordó lo contado por la Sofía, fue allí y encontró una pulserita de bebe y la tomó.

-Xena- Hilias llamó al encontrar el cadáver que estaba bajo una mesa volteada. La guerrera de más edad fue al lugar y encontró a una joven mujer con el cuello casi cercenado por varias mordidas, heridas desgarrantes en sus brazos y hombros pero en sus manos todavía sostenía trozos de tela, los cuales supuso Xena que pertenecían a su atacante.

-Es la madre de Sofía y Sonia- dijo la alta guerrera- en esa caja las escondieron sus padres, pero su padre fue atacado y luego el atacó a su esposa- se detuvo nuevamente recordando- ese olor es jugo de ajo que se derramó encima accidentalmente el "padre" de las niñas al tratar de atraparlas, según dice Sofía comenzó a salirle humo cuando le cayo encima y salió despavorido de aquí y fue lo que le dio oportunidad de salir con vida a ambas.

Hilias se quedó estática unos momentos pero luego reaccionó- buscaré una manta para envolverla- dijo en voz quebrantada y los ojos húmedos.

Luego de terminar de registrar la casa y de envolver el cadáver salieron con el y lo depositaron a un lado de la casa, para luego seguir con las demás.

Al terminar de registrar las casas iluminadas no encontraron sobrevivientes ni brucolaques o bacantes, dejando para último las casas a oscuras y la posada que sólo tenía la puerta principal abierta.

Xena miró hacia donde estaba Gabrielle y los demás, encontrándose con la mirada expectante de ésta, la guerrera casi se hecho a reír momentos antes cuando Eponin ordenó a los hombres cuidar de su reina, ya que sabia perfectamente que la joven reina sería la que los protegería si llegara a suceder algo, pero también se dio cuenta que las amazonas sabían que ellos no eran gran cosa como escudo para su reina, por lo que constantemente echaban miradas vigilantes hacia ella.

-Xena hemos oído movimiento dentro de dos casas y en la posada que están prácticamente a oscuras- comentó Eponin- debemos iniciar por las casas, llamaremos identificándonos, si no recibimos respuestas pienso que debemos derribar las puertas y ventanas para deshacernos de esos asesinos.

-Eponin envía a unas de tus guerreras a buscar arcos, flechas y sogas- solicitó Xena- los usaremos con los que puedan encontrar algún lugar oscuro para guarecerse de la luz del sol, mientras las demás buscaremos bancos o lo que pueda ayudarnos para derribar las puertas y ventanas- explicó la guerrera- y que informe a Gabrielle lo que hemos encontrado y lo que vamos a hacer.

-Rita anda- ordenó Eponin.

*****

La joven guerrera Tanía cabalgaba lo más rápido que podía su caballo para llevar el mensaje a la reina en funciones Ephiny, siguió las órdenes de su capitana y se alejó de las cuevas, era una joven de constitución pequeña y delgada, lo que ayudaba a su cabalgadura y la hacía aparentar más joven de lo que era, a sus diecisiete veranos era la más rápida jinete de su grupo y al parecer de todas las amazonas, también se destacaba con el uso de la ballesta tanto cabalgando como desde un punto fijo, era una chica sobresaliente ya que a pesar de no ser espigada y físicamente fuerte se graduó con altos honores en su promoción debido a su agilidad y destreza, sus madres estaban orgullosas de su "pequeña".

Llevaba seis marcas de vela cabalgando, en las cuales sólo se detuvo dos veces para dar de beber a su caballo y refrescarse en el los riachuelos donde se habían detenido. Tania subió a un árbol para echar un vistazo a la ruta que había tomado, no era un camino ni mucho menos, estaba atravesando el bosque para acortar la distancia y estaba funcionando. Sólo quedaba subir por una ladera empinada para salir a territorio amazona, que por el lado por donde llegaba era un llano que bordeaba una parte del inicio de su bosque y en donde sabía que entre los árboles habían dos puestos de vigilancia con sus respectivas vigías, pensaba que podía hacer la distancia en más o menos una marca y dirigió una oración a su Diosa para que la ayudara a hacerlo en ese tiempo.

Mientras tanto en Potedia, la gente estaba preparándose para partir en cualquier momento, lo más ligeros que pudieran, estaban contra el tiempo.

Herodoto, padre de Gabrielle, terminaba de subir víveres y ropa para el viaje en la carreta para luego continuar con reforzar el corral de los corderos ya que no los podían llevar con ellos.

Hecuba, madre de la rubia bardo era ayudada por su otra hija Laila a preparar los alimentos que llevarían y las demás cosas.

-Si Gabrielle y Xena estuvieran aquí me sentiría más segura- comentó Laila.

-Sólo espero que no se le haya ocurrido venir por estos lados.

-He oído rumores de que Gabrielle es la reina de las amazonas, madre- fue el siguiente comentario de Laila, en susurros para que su padre no pudiera oírlas, él todavía no superaba que su hija se hubiera ido de casa con "esa" y estallaba en furia si escuchaba hablar sobre lo que "obligaba" a hacer la señora de la guerra a su hija, que era bien distinto a lo que debía hacer una mujer, que no era más que casarse, atender a su marido y criar a sus hijos.

-No debes creer en todo lo que oyes, Laila- reprendió Hecuba a su hija.

-Madre, no te has dado cuenta que de un tiempo acá, las amazonas vienen periódicamente a comerciar con nuestra aldea- suspiró la chica.

-Eso no tiene nada que ver con Gabrielle- fue la llana contestación.

-Yo le pregunté a la jefa del grupo que vino ayer.

-¡Cómo se te ocurre!- exclamó Hecuba, dejando lo que hacía y mirando ahora sí a su hija- que tu padre no se entere, que has estado hablando con ellas, sabes que no le gustaría nada.

-Ya pues, no me digas que no quieres saber que me contestó- dijo Laila dirigiéndole una mirada juguetona, que fue contestada por un manotazo en el hombro.

-Suéltalo de una buena vez.

-Me dijo, por qué no se lo preguntas a tu hermana- dijo la chica sobándose el hombro que recibió el golpe y imitando el tono divertido de Eponin al contestarle.

Suspirando y meneando la cabeza la madre de la joven reina amazona dijo.

-Deja de hablar tonterías y apúrate que en cualquier momento vendrá tu padre por nosotras.

-Se están tardando en regresar- comentó Laila, refiriéndose a las amazonas y a Tilus.

-A lo mejor ese pobre chico no fue el único que sobrevivió- comentó Hecuba al acordarse del chico del pueblo atacado.

-Si.- dijo Laila al recordarlo- El curandero tuvo que darle un té para calmarlo y pudiera comer algo antes de dormirse.

-Como van- preguntó Herodoto al entrar por la puerta, interrumpiendo la conversación.

-Ya casi tenemos todo listo- contestó Hecuba rápidamente.

-Bien voy a hacer algunos revisar que el corral de los corderos y asegurarlos para cuando volvamos estén allí.- dijo con voz grave Herodoto.- Cuando regrese nos iremos a reunir con los demás, quiero salir de aquí con suficiente tiempo antes del anochecer.

*****

Luego de encontrar un tronco algo pesado, de aproximadamente dos metros, utilizado por el carnicero del pueblo para limpiar sus presas, le colocaron dos maderos atravesando el tronco, uno fue colocado como a la mitad y el otro a una distancia de un brazo, con la idea de utilizarlos como asideros para sus manos y así poder cargarlo para abrir las ventanas y puertas con golpes.

Gabrielle y sus compañeros habían sido informados, por una joven guerrera que había sido bien instruida en las maneras apropiadas al dirigirse a su reina, por lo que Gabrielle estaba perpleja y abochornada, pero decidió ignorar la reverencia y dijo a la chica que se levantara y la mirara.

-¿Cuál es tu nombre?

-Rita, mi reina.

-Bien Rita yo soy Gabrielle- extendió su mano al presentarse, lo que provocó una mirada desconcertante por parte de la joven guerrera pero apretó la mano ofrecida- olvídate de las ceremonias y de que soy tu reina, mientras salimos de esta.

Rita no supo que contestar y tuvo que morderse la lengua ya que estuvo a punto de contestar un "si mi reina", entonces optó por hacer una pequeña cabezada de asentimiento y se giró para buscar entre las pertenencias de todas lo que necesitaban, a ella se le unió la joven reina a ayudarla.

-Me parece una locura quedarnos aquí, deberíamos irnos inmediatamente antes de que esos chupasangre salgan y nos ataquen- la retórica de Limus era ignorada- gracias a esas estúpidas.

-Creo que deberías calmarte- dijo Tilus a Limus.

-Cierra la boca chico- le gritó Limus, mientras las chicas levantaron los ojos para mirar lo que sucedía.- Deberías comportarte como un hombre y tomar a la chica disfrazada de guerrera, mientras yo tomo a la rubia y a la niña para irnos de aquí y divertirnos como debe ser- decía esto mientras se acercaba a Gabrielle con una mirada depravada en su rostro.

-Si das un paso más, te mato- fue la advertencia que recibió el depravado cuando sintió el frío del acero contra su cuello, fue tan rápido que no lo vio venir.

-¡Rita no lo hagas!- fue la orden que emitió Gabrielle, el movimiento fue tan inesperado que no tuvo oportunidad de detenerlo.

La joven guerrera se alejó despaciosamente, colocándose delante del hombre y lo miró a los ojos para que viera que no iba de farol, sin alejarle la punta de la espada de la garganta, luego la retiró.

Limus estaba tan blanco como un cadáver, al igual que Tilus que no había movido ni un músculo cuando vio a Rita tomar su espada.

-Si eres inteligente no vas a volver a pensar lo que acabas de decir y mucho menos llevarlo acabo- aconsejó la hermosa reina en tono firme y molesto.

-Tengo que regresar- Rita decía mirando a la Limus con ira- sino veo a mi reina y a las niñas sanas y salvas desde el pueblo- hizo una pausa para luego continuar- date por muerto, al igual que tú- dijo mirando ahora a Tilus. Luego se giró para recoger lo que había venido a buscar.

-Rita, no te preocupes que si eso sucede será porque yo ya estaré muerto- afirmó Tilus, a lo que la joven guerrera asintió con la cabeza.

La bardo estaba boquiabierta, no podía creer la reacción fiera en defensa de ella y las niñas por parte de su joven súbdita y definitivamente sabía que cumpliría su amenaza, Rita estaba entrenada para dar su vida si era necesario por la de su reina, a menos que se le adelantara su alta guerrera, por supuesto, se mofó su mente, mientras esto sucedía las niñas dormían apaciblemente ajenas a todo.

-Rita, cuídate y diles que las quiero a salvo a todas- dijo la bardo al verla levantarse al terminar de recoger a la chica la cual hizo una pequeñísima inclinación hacia su reina y regresó con las cosas a cuestas.

*****

Utilizando el tronco como ariete, Xena y Jalas arremetieron con la primera puerta, mientras que según el plan Hilias con ballesta y Rita con arco dispararían si veían algún chupasangre, sus flechas estaban atadas a cuerdas que eran sujetas por Eponin y Mauren que serían apoyadas por las que dispararon mientras que las primeras tomaban lanzas para vigilar si aparecía otro mientras se luchaba con la "presa" y si era necesario ayudar a sacarlos.
Se escucharon sonidos fuertes parecidos a los que hacen los felinos cuando se erizan dentro de la casa, luego fueron hacia una de las tres ventanas que tenía la casa y la derribaron, vieron humo salir y escucharon lamentos de dolor, luego con señales se dirigieron a otra de las ventanas y la derribaron, con la diferencia de que esta vez escucharon un grito antes de una estallido de fuego, lo que al parecer era la eliminación de uno de los chupasangre.

Derribaron la última ventana y no escucharon ni vieron nada, por lo que decidieron entrar Xena y Jalas con ballesta y arco en mano mientras que Hilias y Rita esperarían en la puerta con lanzas para apoyar si era necesario mientras Mauren y Eponin esperan fuera la señal para empezar a halar las cuerdas atadas a las flechas.

Con mucho cuidado revisaron la casa y no encontraron nada, excepto tres cuerpos destrozados y cenizas esparcidas por todas partes en el cuarto donde escucharon el estallido.

Xena levantó la vista hacia donde estaba Gabrielle y la vio dándole de comer a la bebe mientras miraba a hacia ellas y la guerrera volvió a dirigirle una calidad sonrisa que estaba segura su bardo vería y se giró para preguntar a Rita que estaba sucediendo allá, la joven guerrera tragó fuerte y se puso nerviosa pero relatando rápidamente lo sucedido.

-Te lo iba a decir cuando termináramos esto, se que eres su campeona- fue la respuesta algo culpable.

-Hiciste bien, yo no estaba allí pero te digo que ella estará bien, la reina sabe defenderse- dijo esto mirándolo a los ojos, a lo que ella asintió, al igual que las demás que habían escuchado la conversación.- El no es prioridad- dijo dejando claro de que no se preocuparan por la seguridad de él.- Continuemos.

Y volvieron a la tarea, en el mismos orden, esta vez al tirar la puerta había una bacante allí y antes de que escapara a la oscuridad fue impactada en el pecho y abdomen por flechas y halada hacia la luz inmediatamente pero se resistió en la puerta a pesar de que le salía humo en donde el sol le tocaba, mientras gritaba de dolor Xena y Jalas reaccionaron rápidamente y le clavaron lanzas en los costados tirando de ellas para obligarla a salir pero aún así no cedía, por lo que con un veloz movimiento Xena sacó su espada y cortó la mano que tenía la bacante apoyada en el umbral cerca a ella, lo que hizo que la bacante se desestabilizara y cediera a la fuerza con la que era halada hacia los rayos del sol por las cinco amazonas y al caer hacia afuera envuelta en humo, sufrió una combustión instantánea que tiró a todas al suelo.

Gabrielle y los chicos miraban estupefactos lo que ocurría en el pueblo, la rubia reina se levantó de donde estaba e inclusive dio unos pasos en dirección al pueblo pero fue tomada de los brazos por Tilus, cosa que hizo que la aprensiva bardo se diera cuenta de lo que estaba haciendo y de que tenía en brazos a la bebe y que ella responsable de su seguridad.

-Gabrielle ellas están bien, no te preocupes- dijo Tilus y luego dirigió hacia donde estaba para luego soltarla.

Nada de eso pasó desapercibido para Xena desde el suelo donde estaba sentada, tomando aire, ya que el olor de una bacante en combustión era nauseabundo.

Recuperadas del esfuerzo volvieron a la carga, derribando las cuatro ventanas que quedaban y luego entrando a revisar, Xena y Jalas a la cabeza, al entra en el último cuarto de la casa abrieron una cortina que cubría una parte de la pared y apareció otra, un robusto brucolaque que fue ensartado rápidamente por dos flechas y se oyó la orden de tirar de las sogas cosa que fue acatada al instante.
Pero como era de esperar el robusto chupasangre se defendió por lo que Hilias y Rita clavaron sus lanzas y tiraron de ellas, mientras Xena y Jalas tiraban de las sogas, el chupasangre tiró de la lanza que sostenía Hilias y la lanzó por la ventana, cayendo ésta fuera en un sonoro golpe, mientras Rita era lanzada contra una pared, el golpe la atontó por un momento.

Jalas y Xena gritaban que a las otras dos amazonas que tiraran mientras ellas hacían lo mismo con enorme esfuerzo, logrando sacarlo fuera del cuarto echando humo pero luchando por regresar dentro.

-¡TIREN, MALTIDO SEA!- gritaba Jalas.

Afuera Eponin y Mauren tiraban con todas sus fuerzas, pero en momentos tenían que ceder pero retomando nuevamente el esfuerzo. En tanto Hilias se levantó y se asomó por la ventana para ver como estaban, vio a Rita incorporándose por lo que entró por la ventana y la ayudó a levantarse aún atontada escuchaban la lucha que se llevaba a cabo fuera del cuarto.

-Tenemos que empujarlo sin que nos agarre- dijo Hilias.

-Quitemos el saco de paja de la cama y ayúdame a levantar la cama para golpear por detrás como con el tronco- dijo Rita.

Silenciosamente se pusieron tras el enorme brucolaque y asintieron las dos guerreras delante de ellas.

-Jalas tira de las lanzas- ordenó Xena y eso hicieron ambas.

Entonces las otras dos guerreras arremetieron desde atrás, asestando el golpe de lleno, provocando que el chupasangre casi saliera por la puerta pero logró detener su impulso a base de pura fuerza, luego trató de girarse para agarrar a alguna de las chicas pero no pudo.

-MALDITAS- fue el gutural grito.

-AHORA, A LAS PIERNAS- gritó Xena.

Las guerreras armadas por la cama arremetieron nuevamente, el golpe que asestaron rompió sus piernas, por el crujido que se escucho y el chupasangre prácticamente salió volando por la puerta hacia afuera al ser halado por las cuatro amazonas al mismo tiempo aprovechando el golpe.

-CUBRANSE- volvió a gritar Xena, al tiempo que el chupasangre hacía combustión y explotara lanzando cenizas por todas partes y las guerreras volvieron a quedar por los suelos.

-¿Están bien?- preguntó Eponin al sentarse trabajosamente.

-YUUJUUUU- fue la respuesta de Hilias y Rita desde dentro de la casa.

Mientras que Xena y Jalas rompían en risotadas al mirarse y escuchar a sus compañeras. Mauren estaba tan sin aliento que sólo pudo suspirar de cansancio, en tanto Eponin meneaba la cabeza sin poder creérselo.

-¿Vieron eso?- fue la pregunta de Limus.

-Como si estuviéramos ciegos- respondió Tilus.

-Era enorme- comentó la bardo con los ojos como platos.

*****

Tania al llegar al terminar de subir la ladera, espoleó al caballo para que iniciara una carrera desenfrenada a través del llano hacia el puesto de guardia que sabía donde encontrar, era conciente de haber sido avistada por las vigías. Al llegar a una distancia prudente para poder identificarse, la pequeña guerrera escuchó el sonido de identificarse, el cual contestó a su vez con uno de paloma que la identificaba como miembro de la tribu amazona.

Al llegar a la línea del bosque encontró a dos de sus compañeras guerreras de pie en su espera y a otras tres expectantes en los árboles, detuvo la carrera de su caballo y se bajó ágilmente de un salto.

-¿Tania qué sucede?- fue la pregunta echa por Terreis, la teniente a cargo de la vigilancia en ese momento de esa área del territorio amazona.

-Bacantes en Bastia, el poblado que esta a medio día al oeste de Potedia- informó Tania.

-¿Bacantes?- preguntaron al unísono las amazonas.

-Al parecer anoche arrasaron con esa villa y es posible que se dirijan a Potedia- hizo una pausa mientras caminaba hacia uno de los caballos que estaban en espera de regresar con su jinete a la aldea amazona.- Tengo que llegar a la aldea a informar a la regente, tomaré otro caballo, el mío esta extenuado- dijo al montar en un caballo descansado.

-Ve, enviaremos el mensaje de alerta para que se preparen para tú llegada- dijo Terreis.

Tania espoleó a su nueva montura con rumbo a la aldea amazona, dejando atrás a unas inquietas guerreras que comenzaban a preparar las señales para informar la llegada de un mensajero con noticias de alarma.

La joven guerrera hizo el trayecto en tres cuartos de marca, otra hazaña más para la chica, ya que el tiempo a todo galope desde donde partió era de una marca entera más un cuarto de marca de vela. Las puertas del muro de la aldea estaban abiertas en su espera y no se detuvo hasta estar al frente de la choza de la regente, la cual esta ya esperándola en la escalones de ésta.

-Regente- saludó la joven guerrera llevándose un puño al pecho, al desmontar de un salto de su caballo y procedió a poner al tanto a Ephiny, la cual escuchaba atentamente para luego quedarse pensativa mirando en dirección al lugar donde tenían que ir.

-A la sala de consejo- ordenó la regente enérgicamente.

Sólo quedaron las vigías en sus puestos, entraron las tenientes y demás guerreras, mientras que algunas civiles pudieron entrar y las demás se asomaban por las ventanas y la puerta en silencio a la espera de las órdenes, todas sabían que iban a intervenir, Potedia era la villa en donde vivían los familiares de su Reina y por lo tanto tenían el deber de protegerlos, además, tenían que detener el peligro antes de que llegara a la puerta de su aldea.

-Yakut, prepárate para salir, escoge a dos de tus aprendices y deja a una.- ordenó Ephiny, a lo que la curandera asintió llevándose el puño al pecho y salió de la sala junto a sus tres aprendices.

-Varia, deja a un escuadrón aquí y que las demás se preparen, lleven armaduras completas- ordenó Ephiny.

-Regente, si llevamos armaduras completas pesaremos demasiado y la distancia es larga y necesitamos velocidad- informó la teniente de las espadachines y lucha en tierra.

-Es cierto- dijo una contrariada Ephiny, mierda, mierda, mierda, no quiero perder a nadie, pensaba la experimentada guerrera, sabia de la fuerza y las garras de estas aberraciones y sobre todo de lo que podían hacer- entonces, que lleven lo indispensable para protegerse.- concluyó la guerrera y recibió el saludo de la aguerrida teniente antes de retirarse y salió con un grupo de sus unidades, mientras las otras esperaba instrucciones fuera.

-Chilapa, prepara a dos escuadrones de arqueras y que las otras vigilen la frontera hacia esos poblados por si se necesitan.

-Dos escuadrones de jinetes prepárense para salir y llévenle el equipo a Terreis o les aseguro que lo lamentaran si no lo hacen- dijo Ephiny, conocedora de que la jefa de las jinetes era una aguerrida combatiente especialista en combate con la espada a caballo y que en estos momentos estaría halándose los cabellos desesperada por entrar en acción.- dos escuadrones que se queden, uno en la frontera con las arqueras y otro en la villa.

-Melosa, lleva los dos escuadrones de lanceras y divide las lanzas en dos carretas para que vayan más aprisa.

-Marga, las catapultas son muy pesadas, pero trae a un escuadrón y que el otro se quede.

-Amarice, deja a tres rastreadoras y trae a las demás.

-Solari, deja un escuadrón de la guardia y trae al otro en los límites con las arqueras y jinetes.

Todas las tenientes asintieron a las órdenes de la Regente y se retiraron rápidamente para impartir las órdenes a las tropas de las cuales estaban encargadas, dejando a Ephiny y a la guardia de la reina colocándose sus armaduras e impartiendo órdenes.

Todas, absolutamente todas las guerreras estaban entrenadas en lo básico de cada especialidad durante su instrucción primaria a guerreras, ellas mismas demostraban su inclinación hacia una especialidad luego de pasar la primera fase de su formación, aparte de la apreciación de las tenientes que eran las que calificaban y entonces pasaban a la siguiente fase que era especializarse en lo que estaban más aptas, a las que no les llamaba ser guerreras escogían otra actividad como escribas, artesanas, herreras, carpinteras, cocineras, curanderas, negociadoras, etc.

-Tania, ven- llamó Ephiny a la pequeña guerrera que se abrió paso entre sus compañeras, luego de ser mimada por su una de sus madres ya que como era una escribas no estaba envuelta de los preparativos que se estaban llevando a cabo, mientras que su otra madre era Melosa la cual estaba muuuuuy orgullosa de su niña.

-Regente- saludó la joven Tania, llevándose el puño al pecho.

-¿Crees que puedes hacer el viaje regreso y guiarnos?- Preguntó Ephiny a la cansada chica, aunque sabía que no se negaría, era muy conciente quien era su madre.

-Sí, comandante- fue la inmediata contestación. Ephiny es la comandante de las amazonas y se convierte en regente en ausencia de su reina. La experimentada guerrera sonrió con cariño a la joven guerrera.

Dando las últimas instrucciones la regente le cedió la palabra a la joven guerrera para indicarles la ruta más corta para llegar a Potedia y recalcándoles no acercarse a las cuevas. Luego de esto salieron por la puerta de la aldea amazonas alrededor de ciento treinta guerreras a caballo con la adrenalina en ebullición, con la pequeña Tania a la cabeza.

*****

Xena se levantó y les dijo a las chicas que descansaran un poco mientras iba en busca de los dos hombre para que las ayudaran a sacar los chupasangre que se encontraban en la posada. No tenía la idea de cuantos eran ya que la posada tenía dos pisos. También les dijo que buscaran un eje de carreta con sus ruedas y la pusieran sobre una base firme, que utilizarían para ayudarse a la hora de jalar a los chupasangre, ya tenían ampollas en las manos y no tenía intención de que se siguieran lastimando.

Gabrielle vio a Xena acercándose y se levantó aguantando a duras penas salir corriendo y tirarse sobre el fuerte cuerpo de su amiga.

-¿Cómo estás?- fue lo primero que preguntó la rubia bardo al momento de palpar a Xena para verificar su estado, lo que provocó una ceja enarcada humorísticamente de la ojiazul.

-Estoy bien, gracias- contestó la alta guerrera- Vine por ustedes para terminar con los que quedan- dijo mirando a los hombres.

-No cuentes conmigo- fue la rápida contestación de Limus.

-No te lo estoy pidiendo- dijo mirándolo a los ojos una exasperada guerrera al tiempo que levantaba al repugnante hombre por el cuello de la camisa. Luego le dio un "delicado" empujoncito cuando lo soltaba, ocasionando que el cobarde cayera de culo al suelo.

-Yo voy gustoso- dijo Tilus.

-Quiero ayudar- fue el deseo expresado por la rubia bardo.

-Lo sé- fue la sincera contestación por parte de la pelinegra guerrera- Ven- dijo tomando de la mano a su bardo, alejándola un poco de los hombres- No te voy a mentir, te necesitamos, pero no me atrevo a dejar las niñas sin vigilancia, prefiero que seas tú la que las cuide- dijo esto mirándola a los ojos.

-Odio cuando tienes razón- dijo la bardo no muy contenta.

-Además no hemos limpiado el sitio y no quiero que Sonia vea su hogar así- dijo esto último mirando tiernamente a la niña dormida, desde que llegaron hace una dos marcas cayo en un sueño profundo ya que no se había despertado por nada, en cambio Sofía se había despertado y vuelto a dormir luego se ser cambiada y alimentada por su guardiana.

-Emmm... encontramos a su madre- comunicó en casi un susurro la alta guerrera.

-Me imaginé- dijo la bardo mirándola y vio en esos ojos azules una pizca de desconcierto y aclaró- sentí cierta ummm... aprensión y luego te vi sacar un cuerpo envuelto.

-Estamos a media mañana- dijo mirando la posición del sol- trataremos de sacarle información a uno de esos chupasangre de cuantos son y hacia donde se dirigen- dijo mirando hacia el pueblo y ver como las chicas ya estaban colocando el eje con las ruedas de carreta fuera en la calle frente a la puerta.

-¿Cómo piensas hacer eso?

-Les preguntaré y luego veremos- dijo la hermosa guerrera guiñándole un ojo.

-¿Cuídate mucho?

-Te lo prometo- dijo la guerra, regalándole una sonrisa que borró automáticamente al mirar a los hombre por sobre Gabrielle.- Vamos- ordenó y los hombres comenzaron a caminar hacia donde estaban las amazonas.

Gabrielle agarró por la muñeca a su guerrera y esta se giró al sentir el suave toque sobre su piel y miró a los verdes ojos que la miraban a sus azules y se acercaron hasta que sus cuerpos se tocaron y ambas sintieron un intenso cosquilleo por todo su cuerpo, ambas se sonrojaron y amabas tocaron la mejilla de la otra en una tierna caricia.

Xena fue la primera en reaccionar y carraspear rompiendo el momento antes de cometer una locura, mirando de reojo hacia donde estaban los demás, los hombres daban su espalda ya que se caminaban al pueblo y las amazonas estaban ocupadas terminando con su tarea.

-Será mejor que me vaya- dijo la acalorada guerrera pero sin moverse ni un milímetro de donde estaba.- Cuídate, ¿quieres?- a lo que sólo recibió como respuesta un asentimiento y se giró e inicio el camino de vuelta con largas zancadas, aclárate Xena, que lo que viene no es un juego, le regañó el último vestigio de raciocinio que no esta por las nubes en esos momentos, lo que la hizo borrar la enorme sonrisa boba que tenía en el rostro y que alcanzó a ver Eponin.

Continuará...


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