-¡Vamos!- por los dioses Xena, pon atención en lo que haces... puedes golpearla.
-¡Así, eso es!
Xena luchaba con su concentración durante el pequeño entrenamiento esta tarde con
Gabrielle, aunque ella no recordaba ya desde cuando empezó a ver a su amiga con otros
ojos, su mirada se detenía en lugares del cuerpo de Gabrielle como sus piernas, caderas,
torso específicamente en sus pechos que en estos momentos subían y bajaban a un ritmo
agitado debido al esfuerzo que provocaba el avance del tiempo en el entrenamiento, su
mirada siguió ascendiendo hasta posarse en los labios entre abiertos al jadear, Xena
trató de sacudir sus pensamientos. -Mierda Xena, a ver si te dejas de idioteces y
terminas de poner atención en lo importante- Se regañó mentalmente.
-Muy bien Gabrielle,... eso es... ese golpe a los tobillos está mejorando, pero recuerda
apoyarte en la pierna delantera para darle mayor impacto al golpe desde ese ángulo-
Alabó y dirigió Xena, a la rubia mujer que le robaba la concentración, durante los
movimientos de entrenamiento.
Gabrielle estaba concentrada en lo que hacia y en lo que decía Xena y trató de repetir
el golpe aplicando las instrucciones recibidas pero el movimiento de su compañera de
entrenamiento fue tan rápido que no pudo bloquearlo sintiendo el toque sólido en la
parte trasera de sus pantorrillas.
-Aaaahhh- exclamó Gabrielle y a continuación vio sus piernas por los aires y soltó la
vara en reacción a la vez que escuchaba la voz de su amiga que seguía "instruyéndola".
-No debes mostrar tu próximo movimiento de lo contrario éste puede hacer algo como esto-
dijo Xena con tono de guasa, por su parte Gabrielle cerró los ojos y esperó el impacto
con el suelo.
Sintiendo un cuerpo y unos brazos acunándola en vez de el suelo, Gabrielle no abrió los
ojos pero dejó salir una sonrisa al reconocer a quien pertenecía esa calidez y fuerza
que la sostenían impidiendo el golpe que recibiría a dar con el suelo, pero fugaz fue el
tiempo de regodearse en esa dulce sensación porque enseguida escuchó un golpe y percibió
un leve encogimiento por parte del cuerpo que la sostenía acunada, abrió los ojos
alarmada, la rubia miró alrededor ubicando el sonido de su vara ocasionaba al rodar por
el suelo, luego dirigió su verde mirada a la cara de su amiga que estaba a escasos
centímetros de distancia, la cual tenía los ojos cerrados por lo que pudo echar una
rápida ojeada a ese hermoso rostro, -"Recuerda que es tu amiga, ¡AMIGA!"- la
reprendió su conciencia. Agitando un poco la cabeza tratando de sacudirse los
pensamientos y volver a la realidad.
-Xena,... ummm... no me digas que mi vara te golpeó la cabeza- dijo una rubia algo
cohibida.
La morena guerrera abrió sus ojos mostrando el reflejo del cielo en ellos que tanto
atraían a Gabrielle y esta no perdió oportunidad para perderse en ellos y así
aprovechar la cercanía para detallarlos, vio en ellos una chispa de burla y un ligero
tinte de dolor, Xena se levantó, ya que estaba en cuclillas, con Gabrielle en brazos.
-Gracias- dijo Gabrielle, regalándole una tímida sonrisa, sonrisa que hizo que a Xena se
olvidara del golpe recibido en la cabeza, dicho sea de paso el golpe fue recibido por su
afán a que la rubia bardo no se lastimara.
-De nada- contestó Xena con una sonrisa guasona.
-¿Podrías bajarme?... Te recuerdo que las alturas me marean- dijo la bardo aumentando su
sonrisa.
-Ja, Ja, Ja, muy graciosa- contestó la guerrera al tiempo que depositaba a su compañera
de pie sobre el suelo.
-¿Dónde te golpeó la vara?- preguntó la ojiverde cambiando el tema y con un leve tono de
preocupación.
La alta guerrera no contestó y en cambio se limitó a sobar la parte de arriba de la
cabeza y mirar hacia otro lado.
-¿Qué?... no puede ser- la bardo se cubrió la boca rápidamente, con las manos para
evitar que una carcajada saliera. Esto ocasionó que Xena volviera a mirarla, enarcando
una ceja y mostrando una fingida pose de pocos amigos.
-¿Quieres continuar o...- las palabras de la fuerte mujer de cabellos oscuros fueron
interrumpidas por un "rugido" proveniente de su hambrienta compañera, la cual se le fue
subiendo un rubor por el cuello hasta acentuar más su bronceado debido al sol implacable
de los últimos tres días que tenían en el camino.- o prefieres terminar con la práctica
y empezar a buscar la cena?- continuó Xena relajando su pose- ¿Qué escoges?- concluyó su
pregunta la austera guerrera con una sonrisa humorística.
-Escojo que vayas por la cena- Gabrielle dijo recuperándose del sonrojo, sonriendo y
pestañando encantadoramente a su hoy relajada amiga.
-Bueno que te parece si mientras YO busco la cena, TU tomaras un baño en el arroyo- Xena
dijo esto último sonriendo y al terminar se tapó la nariz con el índice y el pulgar.
-Me parece muy buen plan- estuvo de acuerdo la Gabrielle a la vez que se fingía olerse.
-Bien nos vemos al rato- dijo Xena al internarse entre los árboles que bordeaban el
claro que había escogido para acampar a media tarde y por el cual pasaba un arroyo con
una profundidad que calculaba a media rodillas, y en el cual no vio más que pequeños
peces.
-Por lo menos la tarde ha refrescado- bufó Xena. Pero no tus pensamientos, ¿verdad?.
-Oh cállate y concéntrate en conseguir un conejo grande y gordo porque de lo contrario a
alguien le quitaran el plato de las manos- se decía Xena al recordar el ruido que
emitido por el estómago de Gabrielle, a veces se preguntaba ¿cómo era posible que una
persona de su tamaño ingiriera tal cantidad de alimentos y no engordar en lo más mínimo?.
-Debe ser que estar en el camino le exige demasiado- pensó tristemente Xena, quería a
Gabrielle a su lado pero tampoco quería causarle molestias capaces de plantearse
abandonarla y regresar a casa con sus padres.
-Estos días calurosos son más exigentes de lo normal- pensaba Xena- será mejor llevar
dos conejos, en vez de ponerme a escoger uno grande y...- sus palabras fueron
interrumpidas por unos ruidos cercanos y sus sentidos la cubrieron al instante para
identificar el origen del posible peligro; un leve viento le trajo la información,
jabalíes, el sonido le informó de una pequeña manada más adelante. La oscura mujer se
fue acercando de manera sigilosa sin provocar el menor ruido, una de sus muchas
habilidades de guerrera a flor de piel.
Utilizando el viento en contra y unos arbusto acechó a la manada que ahora podía ver,
eran seis, de buen tamaño y en buen estado, se preparó para cazar al más cercano. Sacó
una daga de una de sus botas, atacó lanzándose sobre su desprevenido objetivo, sus
compañeros salieron en estampida, por el sobresalto causado, sin dar una mirada atrás,
cosa que Xena agradeció profundamente ya que estaría en aprietos.
Habría sido un desperdicio de buena carne ya que ella entonces tendría que utilizar su
espada para defenderse y ellas sólo necesitaban una presa para alimentarse por unos días,
pensaba Xena mientras su presa se debatía entre sus brazos, pero no por mucho tiempo ya
que la puñalada en el cuello fue certera, cortó la yugular del jabalí provocando que
éste se desangrara rápidamente, su víctima estaba bajo el peso de ella para evitar que
este huyera y sufriera una agonía prolongada.
-Bueno,... ya está- Xena se levantó lentamente de encima de su presa observando al
inerte animal- vaya no esta nada mal- dijo mientras de disponía a sacar las vísceras y
dejarlas para los depredadores.
*****
Gabrielle tomaba un baño ayudada de un cuenco y en paños interiores, enjabonaba su
cuerpo y luego restregaba vigorosamente con un trozo de tela de lino, luego los
movimientos se hicieron más suaves tornándose en masajes, estaba un poco adolorida pero,
notó que los dolores no eran tan intensos como cuando comenzó a ejercitarse con Xena
-Xena- suspiró y sonrío. Sabía que su compañera de combate no utilizaba ni la
mitad de su fuerza con ella en los entrenamientos y mucho menos al iniciar a darle clases,
cosa que la rubia agradecía infinitamente.
-Ahora siento mi cuerpo fortalecido y más ágil- se dijo a ir masajeando su cuerpo,
recordando las instrucciones de Xena al mostrarle como debía desviar los golpes del
adversario para evitar ser lastimada, también le había enseñado a leer el movimiento
corporal del contrario para así anticiparse a este y atacarlo con velocidad, fuerza y
certeza.
-Waoo... Gabrielle, cuanto haz avanzado, desde "lo básico" para mantenerte de una pieza
hasta que llegara Xena y se encargara del tipo... ahora... ahora hasta presento ataque-
se decía Gabrielle mientras terminaba su baño y salía del arroyo en busca de toalla para
secarse que había dejado sobre una piedra.
-Xena ha tenido mucha paciencia conmigo, ¡INCREÍBLE!- Gabrielle sonreía, al recordar la
poca o nula paciencia que su amiga tenía para con las demás personas, mientras se ponía
su camisa de dormir y sus paños interiores, para luego dirigirse nuevamente al arroyo
para lavar su ropa.
-¿Qué voy a hacer?... la... la necesito- suspiró la bardo para sus adentros- ... cerca,
muy cerca- volvió a suspirar tratando de analizar si eso de "cerca" era realmente lo que
quería, ya que se había dado cuenta que veía a Xena con otros ojos que no eran para nada
los de una amiga solamente, su amiga la hacia suspirar, querer el mínimo contacto.
Aunque notaba que de un tiempo acá había entre ellas más "cercanía" física y emocional.
Aunque la alta guerrera era una persona cerrada, huraña y no le gustaba en lo más mínimo
que invadieran su espacio físico, Gabrielle veía una diferencia clara en el
comportamiento de Xena cuando se trataba de ella.
-Xena hasta habla más que cuando nos conocimos- recordó que antes si tenía suerte hasta
obtenía respuestas de dos palabras- además sonríe más- cosa que le hizo sonreír
inconscientemente.
-Hasta me pregunta que quiero comer cuando hay opciones al cazar o en alguna posada-
Gabrielle continuó con su diatriba regodeándose en los "gentiles" gestos que la guerrera
tenía para con ella, estas acciones la hacían sentirse cuidada, aunque Xena no lo dijera
verbalmente, hasta sus opiniones eran tomada muy en serio.- No como en casa- finalizó la
baja mujer con un suspiro de tristeza.
-Hola- saludó Xena entrando en el claro con su cena al hombro, interrumpiendo así los
pensamientos su amiga.
-Hola- contestó Gabrielle levantando su mirada entre feliz y sorprendida al percatarse
de la carga de Xena que la hacia inclinarse un poco- cómo has podido- se calló al ir al
lado de su amiga para tratar de ayudarla cuando esta depositaba a la presa sobre la
hierba.
-No fue problema- dijo Xena al girarse para dirigirle una mirada y una sonrisa chulesca
a Gabrielle.
-Estás bien?- soltó Gabrielle de repente inquieta al recordar que estos animales pueden
ser peligrosos con esos colmillos si te atacan.
-Tranquila Gabrielle, estoy bien- dijo Xena rápidamente para apaciguar los alarmados
ojos de la bardo- lo encontré de casualidad,... el viento estaba en contra dándome el
factor sorpresa,... ummm... además... sus compañeros salieron en estampida... tuve
suerte- concluyó Xena en parte a carretilla y otra torpemente, pero con la idea de
tranquilizar a la hermosa mujer frente a ella.
-Gracias a los dioses- Gabrielle absorbió las palabras de su amiga y luego trató de
abrazarla, Xena lo esquivo poniendo distancia entre ellas.
-Te daría un abrazo... ero creo que en estos momentos no es buena idea- le dijo Xena
dirigiéndole una mirada apenada- ya te duchaste y yo todavía no -además ¿desde
cuándo los Señores de la Guerra dan abrazos?- se burló su mente, lo que consiguió
un sonrojo en su rostro.
Gabrielle escuchó y vio la reacción de Xena, lo que hizo que su corazón se hinchara de
emoción y en su rostro se formara una sonrisa de oreja a oreja.
Xena carraspeó al y girarse sobre sus talones para ir por sus cuchillos de carnicero,
que estaban en las alforjas al otro lado de la hoguera, para empezar a pelar y
descuartizar a su presa.
-Voy a cortar unos GRANDES filetes para comer ahora y prepararé la demás para ahumarla,
así tendremos para varios días... ¿Te parece?- preguntó Xena a su adorada bardo, al
regresar con los cuchillos y poner manos a la obra.
-Claro, voy por las especies y podemos acompañarlos con arroz y frijoles que compramos
en anterior poblado- contestó una muy contenta rubia bardo- va a quedar como para
chuparse los dedos.
-Ummm... ¿cuándo estés bañada puedes darme ese abrazo?- preguntó Gabrielle de carretilla.
-Hecho- contestó Xena sin dejar de hacer su trabajo y ocultando una gran sonrisa, al
estar acuclillada y de espalda a la bardo.- además tu siempre cocinas para chuparse los
dedos.
Comentario que hizo que Gabrielle sonriera maravillada y cohibida. - Gracias- fue lo
único que pudo pronunciar.
*****
A dos días y medio de camino, en la villa más cercanas de donde estaban las chicas, un
hombre terminaba de apilar el heno en su establo, cuando escuchó que los corderos
estaban agitados, por lo que dejó lo que estaba haciendo, tomó un hacha cercana y salió
a ver cual era la causaba del nerviosismo de los corderos.
-Maldita sea- fue la maldición por lo bajo, de parte del hombre estremecido, por la fría
noche lo que motivo que se frotara arduamente los brazos mientras se dirigía hacia el
redil.
Una nube estaba en ese momento tapando la luz de la luna por lo que estaba un poco
oscuro pero pudo ver al rebaño amontonado en una esquina del redil, trató de acostumbrar
sus ojos a la penumbra que los cubría, guiñando los ojos el hombre vio un bulto al otro
lado del redil y se fue acercando lentamente sin distinguir todavía de que se trataba,
entonces escuchó bajos gruñidos de un animal que se alimentaba, agarró su hacha para
atacar al animal y cuando se acercó lo suficiente se quedó pasmado al ver la figura de
una persona sobre el infortunado cordero.
-Pero... ¿Qué Hades...- sus palabras se vieron interrumpidas al ser agarrado por el
hombro por una fuerte mano y alzado por el cuello con la otra con una facilidad pasmosa.
El hombre sintió que el agarre de su garganta se apretaba cortándole toda posibilidad de
pedir ayuda y de paso la respiración.
-Aaggg...- el aldeano trataba de tomar aire en sus pulmones, con una mirada totalmente
desconcertada al ver a un hombre sosteniéndolo en vilo, el cual a su vez lo miraba con
unos claros ojos grises, la mirada del aldeano al igual que sus movimientos que momentos
antes eran claramente de desesperación se tornaron en aceptación sumisa.
Mientras esto ocurría el "otro hombre" había interrumpido su "alimentación" para
observar lo que sucedía; en ese momento la nube que tapaba la luna pasó dejando al
descubierto un rostro sin labios que mostraba una gran encía con dientes y dos colmillos
no humanos ya que eran más alargados y por lo tanto bien notorios de los cuales
goteaban sangre, carecía de nariz, sólo dos orificios nasales, ojos avellana estaban
rodeados de un rojo intenso que no mostraban ninguna emoción, tez blanca y cabello
castaño. Sus manos eran como garras las cuales sostenían el cuerpo destrozado del un
cordero, dejó de darle importancia a lo que veía, regresó a lo que estaba.
En tanto el aldeano ya estaba sobre sus propios pies en total silencio, mirando
fijamente los claros ojos grises frente a él, ojo que lo tenían clavado en el sitio,
como escuchando algo atentamente, seguidamente inclinó la cabeza hacia un lado y
dejando expuesto el cuello y el hombre que lo tenía sometido dejó expuestos un par de
colmillos y una mirada de locura, antes de clavar sus colmillos en el aldeano.
Transcurridos unos pocos minutos de estar alimentándose del líquido vital del aldeano,
fue interrumpido.
-¡Istides!... que tanto haces allí fuera- llamó, una mujer de mediana edad, desde la
puerta y al no recibir respuesta salió a la oscura noche y vio su esposo en el extremo
más alejado del corral.- ¡Eh! ¿Qué pasa?- volvió a llamar la mujer e Istides se giró
para verla algo confuso.
-Ya voy... estaba... estaba... terminando aquí- contestó Istides algo desconcertado y
mirando a su alrededor sin llegar a ver nada y aún peor sin recordar nada de lo sucedido.
-No demores que se enfría la comida- le indicó su esposa.
Ocultos en las sombras estaban los dos vampiros, uno alto, de constitución fuerte, como
de unos treinta veranos, de cabellos castaño oscuro hasta el hombro, de tez clara pero
no tan blanca como su recién iniciado, ataviado de camisa azul oscuro, pantalones y
botas a la rodilla de cuero oscuro y una capa negra. Su presencia denotaba elegancia ya
que estaba pulcramente peinado hacia atrás mostrando un rostro atractivo y varonil, con
movimientos elegantes, que de repente eclipsaba su naturaleza sangrienta y despiadada.
Mientras el otro era un chico como de unos veinte veranos, fuerte debido a que fue en su
vida un campesino, de mediana estatura, su rostro, manos y ropas de campesino manchados
de sangre. El rostro que ahora mostraba era totalmente humano no la del ser horrible
cuando le robaba la vida al cordero.
-Que extraño- comentó Istides al pasar cerca de ellos y no verlos y agitando la cabeza
al sentir un gran cansancio, cuando se dirigía a casa- debe ser porque ha sido un
caluroso día.
-Tienes que empezar a controlarte, ahora eres superior a esos pobres mortales- Al ver
que Istides entró en su casa, una voz profunda y autoritaria se dirigió a su joven
subdito.- Dejarás de alimentarte de animales, pero te lo dispensaré por hoy ya que es tu
primer alimento, perder el control nos hace... perder nuestro... porte... elegancia y
belleza.- dijo mientras limpiaba el rostro del otro vampiro con un pañuelo.
-¿Cuál es tu nombre?- preguntó mientras seguía acicalando al recién iniciado vampiro.
-Aurelius, señor- contestó el otro.
-Yo soy Ultar y de ahora en adelante me llamaras maestro, me servirás sólo a mi, te
instruiré de aquí en adelante- hizo silencio un momento y se giró para mirar el lugar
donde estaban.
-Al parecer aquí encontraremos "ganado" para alimentarnos y es posible que hasta para
divertirnos por un par de días- dijo señalando la villa, con una sonrisa cruel que
mostraba sus colmillos.- Sígueme, no hagas ruido y sólo has lo que te indique.
Caminaron hacia otra de las casas, cuyos ocupantes al parecer dormían ya que no había
luces encendidas.
*****
Terminada la cena y lavados los trastos, Xena estaba regresando de verificar el
perímetro y dándole un vistazo a Argo, la yegua castaña parecía ya más descansada al
igual que ellas, luego de un baño, el sol había sido intenso y agotador, por lo que
estaban un poco retrasadas en la llegada a la próxima villa, ahora no eran que tuvieran
prisa por lo que no importaba mucho.
Xena pensaba en lo que había propuesto, hacia varios días, hacerle una visita a los
padres de Gabrielle ya que esta tenía varias lunas que no los veía y sabía que a pesar
de todo la rubia bardo los amaba y ella por supuesto quería a su bardo contenta por lo
que estaba dispuesta a hacer el sacrificio. También habían pensado hacer una visita a su
madre y a las amazonas.
-A lo mejor el sol me esta dando una manita para retrasar el trago amargo, no crees Argo-
preguntó a la yegua que estaba siendo acicalada por su dueña y ésta relinchó mostrando
su acuerdo- Eso pensé que dirías- dijo muy sonriente al terminar de cepillar la cola de
la Argo.- Lista, hasta mañana chica- se despidió de Argo dándole una palmada en el lomo
y dejándola seguir pastando, luego emprendiendo el regreso hacia la rubia.
Con una enorme sonrisa formándose en su rostro con sólo pensar en la bella rubia pero al
darse cuenta se detuvo en seco.
-¿Qué Hades me sucede?... ummm... debe ser que esto me a pegado como nunca antes- se
dijo muy pensativa, luego de analizar sus palabras entro en pánico, sintiendo un
escalofrío recorriéndole el cuerpo, sus ojos estaban tan abiertos que parecían que se le
fueran a salir de su sitio.
-Calma, calma, respira hondo, vamos tu puedes, a peores cosas te has enfrentado
-MIERDA- vamos respira hondo. Decidiendo en estos momentos no podía pensar en
trazar un plan a seguir, volvió a emprender la marcha, tratando de controlar la sonrisa.
-¿Cómo va la historia?- preguntó Xena una vez entrar en el claro.
-Estoy terminándola- contestó Gabrielle cerrando el pergamino- va a ser divertida.
-Así que divertida, eh, eso me gusta porque quiere decir que no se trata de mí- dijo la
guerrera.
-¿Qué te hace pensar que no eres divertida?- preguntó Gabrielle muy intrigada pero en
tono divertido.
-Puede ser porque soy una Señora de la Guerra, muy cruel y despiadada- dijo Xena
levantado una ceja y en pose muy altanera.
-Déjame recordarte, ¡Oh Gran Terror de Grecia y Más Allá!, que ya no eres ninguna de las
tres cosas- dijo Gabrielle remarcando sus palabras y regalándole una sonrisa burlona.
-Te concedo que lo primera sea cierto, pero las dos últimas están muy latentes en mí, de
repente en menor grado pero están... además recuerda que tengo una reputación que
cuidar- alegó una Xena muy indignada, mirando a Gabrielle con ojos entrecerrados y con
casi un puchero.
-De acuerdo, trataré de recordar eso- cedió la rubia tratando de ocultar una sonrisa.
Sus mirada se encontraron, absorbiéndose la una a la otra, el hechizo de sus miradas no
les permitió darse cuenta de que se estaban inconscientemente acercando, quedando una de
frente de la otra, Xena levantó una mano y la posó en la mejilla de Gabrielle y ésta se
apoyó en la caricia, lo que provocó el redoble de los latido de ambos corazones.
-¿Pue... puedes darme ese abrazo?- preguntó Gabrielle sin romper el contacto y las
miradas. Xena no pronunció palabras, sólo arropó a la mujer de la cual estaba enamorada,
con sus brazos y Gabrielle rodeó la cintura de la alta guerrera con sus brazos.
Un suspiro se escuchó por parte de ambas al estar en ese contacto, Xena hundió la nariz
en el dorado cabello de Gabrielle para respirarla, sintiendo una paz interna como nunca
antes. -Dioses estoy perdidamente enamorada y quiero permanecer así.- Xena ajustó
más su abrazo.
Mientras tanto a Gabrielle no le iba mejor, tenía la cara apoyada en el pecho de Xena,
sonrojada como un tomate pero con una sonrisa de oreja a oreja, al no creerse que ha
tenido el coraje de pedir ese abrazo, en el cual su alma estaba rebozando de alegría.
Reconociendo que si antes había querido enmascarar esto que sentía por Xena, como un
cariño de hermanas, pues... pues ahora no hay duda alguna de lo que sentía, estaba
enamoradísima de esta hermosa mujer.
-Reconozco que esto es muy agradable, pero creo que si seguimos así, puedo quedarme
dormida y darme cuenta si una de mis habilidades es hacerlo de pie.- dijo Xena luego de
un largo rato de estar abrazadas.
-Tienes razón, es muuuy agradable y también podremos averiguar si yo lo puedo hacer-
concordó Gabrielle, rompiendo reluctantemente el abrazo.
-Brrrr... que noche más fría, creo que estos cambios de climas son extremos para un día-
comentó la bardo más que nada para evitar un silencio embarazoso entre ellas.
-Si esta noche está poco más fresca, compensa mucho ya que sería horrible dormir con la
calor que hizo durante el día, aunque sería bueno poner más leños a la fogata para que
no se sienta el frío de la noche- concluyó Xena.
-Xena ¿podría pegar mi petate al tuyo?- la guerrera levantó una ceja en tácita pregunta-
¡Tu siempre te mantienes caliente! y así yo no tendría que estar levantándome para
poner más leño al fuego durante la noche- dijo Gabrielle tratando de convencer a la
guerrera.
-No hay problema- dijo Xena mientras estaba echando más leña a la hoguera y
disponiéndose a acostarse luego de colocar su armas al alcance en caso de necesitarlas.
Gabrielle puso su tapete pegado al de su compañera, arropándose hasta casi la coronilla
haciéndose un ovillo y pegándose a un costado de esta. Mientras tanto Xena estaba
totalmente estirada con la cabeza apoyada en sus manos y los pies cruzados a la altura
de los tobillos mientras sonreía por la curiosa forma de Gabrielle de dormir con frío.
-Gabrielle- llamó a su compañera, ésta rápidamente levantó la despeinada cabeza rubia y
mostrando una mirada expectante.
-Ven aquí- invitó Xena, alargando su brazo hacia su compañera, que no espero una segunda
invitación y se instaló en el costado derecho, apoyando la cabeza en el ancho hombro y
rodeando su cintura con el brazo derecho a la alta guerrera.
-Mmmmm, gracias- dijo Gabrielle con deleite.
-Es para no tener que levantarme a poner más leña en la hoguera durante la noche- dijo
Xena en tono jocoso.
Gabrielle se acurrucó más y empezó a dormirse soltando un suspiro de contento, tras un
largo y cansado día. Ambas tenían una sonrisa en sus rostros y Xena acomodó las mantas
que las abrigaban y cerro sus ojos pensando en la felicidad que le producía el estar
con Gabrielle de esa forma, para luego dejarse llevar al mundo de Morfeo.
*****
-Istides, despierta, dijiste que llevarías al rebaño a pastar cerca del río temprano-
llamó Marget a su esposo.
-Umm... voy, voy- dijo Istides abriendo los ojos y sintiendo un gran malestar a ver la
luz del sol que entraba por las ahora abiertas ventanas de su habitación, trató de
incorporarse sintiéndose un poco mareado.
-Demócles ya está preparando las cañas y algo de comida para acompañarte- dijo Marget a
Istides- ¿te pasa algo?- preguntó al verlo ojeroso y pálido.
-Estoy algo mareado, debe ser que ayer fue un día pesado y necesito descansar más-
contestó éste a su mujer.
-¿No será menor que te quedes en casa?- preguntó algo preocupada Marget.
-No, se me pasara- contestó levantándose del todo de la cama- además le dije a Demócles
que lo llevaría hoy a pescar mientras los corderos pastan- recordó Istides a Marget,
Demócles un joven saludable de once verano, hijo de ambos.
-Bueno, apúrate que Clara ya ha terminado de poner la mesa- Clara su hermosa hija de
ocho veranos- esta creciendo y al parecer tiene habilidad en la cocina, me ayuda un
montón.
-Muy bien, recordaré eso cuando me vista y salga a desayunar- dijo Istides.
Mientras en otras casas algunos de sus ocupantes tanto hombres como mujeres presentaban
los mismos síntomas, algunos tan débiles que estaban postrados en camas muy pálidos.
-Helder, busca al curandero- dijo una mujer a su esposo, al percatarse que en esa
mañana su joven hija de quince veranos estaba postrada en su cama muy pálida pero
consciente- creo que Elsa ha pillado un resfriado.- Helder entró a la habitación de su
hija para cerciorarse de su estado.
-Elsa, ¿desde cuándo te sientes mal?- preguntó Helder a su hija.
-Cuando desperté- dijo débilmente Elsa, dándole la espalda a la luz del sol.
- Voy a buscar al curandero y de regreso pasaré a buscar unas herraduras que le
encomendé al herrero.- Dijo Helder antes de salir de su casa rumbo al curandero.
En tanto en otra casa un hombre estaba furioso al despertar y no encontrar a su mujer
por ningún lado de la casa.
-Maldita seas Felicia, sólo fueron unas cervezas de más- se sentó en la mesa y se tomó
la cabezas entre las manos y esperó un rato en esa posición, pero al no llegar su mujer
se enfureció más.- Bien tú lo quisiste, cuando te encuentre te voy a enseñar como se
atiende al hombre de la casa- dijo este levantándose y poniéndose las botas para salir
en busca de Felicia.
A Helder no le fue fácil encontrar al aldeano ya que al llegar a su pequeña casa no lo
encontró pero se enteró por otros habitantes que esa mañana su oficio como curandero
fueron solicitados desde muy temprano. El pueblo había amanecido agitado por la cantidad
de enfermos no usuales en esta temporada.
Mientras la gente comentaba sobre las personas enfermas, también comentaban sobre que el
herrero no estaba en su negocio y que al parecer había salido del pueblo sin dejar
mensaje, esto último llamó la atención del malhumorado hombre que buscaba a su mujer y
tuvo un mal pensamiento ya que tampoco había dado con esta a pesar que ya había buscado
por todo el pueblo. Regresando a su casa, recogió algo de ropa y uno cuchillos y salió
con dirección al establo y preparó su montura y salió a medio galope del pequeño pueblo
para luego espolear al caballo para ir más rápido mientras pensaba -"No pueden ir muy
lejos"-.
El curandero salía de otra casa, donde se encontraba una de sus "clientes".
-Extraño, muy extraño, hay nueve personas con los mismos síntomas, los cuales se han
presentado esta mañana, sin razón aparente- divagaba en voz alta el curandero, a media
mañana- tendremos que esperar a ver si las plantas que les di para té bajan sus fiebres
y esos caldos les reponen, de lo contrario tendremos que esperar a ver más claramente
que puede ser, no estoy muy seguro que sea resfriado.
Al llegar a su casa, recogió su bolso de recolección y tomó algunas cosas más, para
salir en busca de más plantas ya que casi no le quedo nada para controlar las fiebres.
Dejando dicho a dónde iba y en cuánto tiempo pensaba estar de regreso, por si empeoraban
sus pacientes, tomó su caballo y salió del pueblo rumbo a la parte norte bosque próximo
al pueblo.
Mientras en el lado contrario, el ofuscado hombre que con tanta determinación había
salido del pueblo en busca de su "adultera" mujer y al "amante", se había detenido a
causa de la enorme resaca que tenía que por poco lo hace caer en varias ocasiones de su
montura y ahora dormía un poco para emprender la marcha nuevamente, un poco fuera del
camino, pero sin percatarse que su caballo ya tenía una herradura rota, por lo que
tampoco podría adelantar mucho cuando despertara.
*****
Con el sol en lo alto, Gabrielle contaba una historia a la alta guerrera, mientras esta
no dejaba de recordar lo... "Lo que Xena"?... feliz?, se mofó de ella misma ella
misma -¿Qué hago ahora?, si le digo a Gabrielle lo que siento por ella, puede que
quiera dejar de viajar conmigo,... y... ¿qué pasa si es así?.- Los ojos de Xena se
desorbitaron y sintió un enorme dolor en el pecho que le robo el aliento, de sólo
imaginarlo.
-Y así todo volvió a la normalidad- terminó su relato la rubia bardo, que al no recibir
cometario de parte de Xena, Gabrielle preguntó- ¿No te gustó?- cruzando rápidamente
frente a Argo, ya que iban caminando una cada lado de la yegua. Xena apenas tuvo la
oportunidad de ocultar su expresión y cambiarla por una reflexiva, al mismo tiempo que
pensaba con urgencia en algo que decir.
-Bueno... me parece... que has exagerado un poquito- dijo Xena con tono y mirada
reflexiva.
-Sabes muy bien que no es así, Xena- dijo rápidamente la rubia.- ¿Por qué siempre
quieres quitarte méritos?- fue la pregunta de una muy intrigada Gabrielle.
-Porque no me gusta llamar la atención- fue la sincera contestación por parte de la alta
guerrera de oscuros cabellos.
Gabrielle se le quedó mirando con los brazos en jarras, sin saber si creer lo que estaba
escuchando.
-Xena- empezó la bardo- es que ¿no te has dado cuenta que el sólo mencionarte es
llamativo?- continuó la bardo- sin mencionar tu presencia, lo que ya de por si es una
conmoción- concluyó la hermosa joven reina amazona, con una ceja enarcada.
Xena detuvo sus pasos muy cerca de la rubia y se le quedó mirando con aire exasperado,
pero sin pronunciar palabra, -Es una preciosura es cuando se enoja, que ganas de
besarla- los pensamientos de la alta guerrera seguían en avalancha sin que Gabrielle
lo supiera, mientras tanto esta estaba perdida en los ojos azules más hermosos que
hubiera visto, -Dioses, que bella es- ambas pensaban en prácticamente lo mismo,
bajando sus miradas y deteniéndolas en los labios de cada cual.
-Creo... que será mejor que comamos y descansemos un poco antes de seguir, te parece?-
dijo la valerosa guerrera de ojos azules antes de cometer una locura.
-Me parece- contestó Gabrielle, parpadeando como si estuviera regresando en sí, tan
absorta estaba que no se acordaba que esperaba los comentarios de Xena de la
conversación previa.
-Vamos por allá, bajo esos árboles fuera del camino- dijo Xena tomando nuevamente las
riendas de Argo y dirigiéndose al lugar indicado.
-La carne de jabalí nos alcanzará para varios días, sólo tendremos que comprar algo de
otras provisiones, inclusive podríamos negociar otro tipo de carne por una parte de ella-
comentó la bardo pensativa y tratando de pensar en otra cosa.
-Estupenda idea- la felicitó la guerrera- llegaremos al próximo pueblo a más tardar
mañana a media mañana- dijo pensativa Xena- a menos que quieras cabalgar a galope hasta
llegar hoy- ofreció a su compañera.
-No hay apuro, podemos llegar mañana- fue la rápida respuesta de Gabrielle.
-Lo decía porque así podríamos salir en la mañana de allí y llegar a media mañana a casa
de tus padres, en veces de llegar al día siguiente- esto lo dijo muy seria y a la
expectativa, Xena.
-No, me parece mejor ir con calma y no agotarnos las tres sin necesidad-, dijo la rubia
bardo sonriendo- además podemos aprovechar y relajarnos en la posada de ese pueblo casi
todo el día y la noche, nos hará falta- sonrió dulcemente a su amiga.
-Ja, ja, ja- río Xena, mientras sacaba los alimentos de la alforjas.
-Si... si quieres, puedes quedarte en la posada mientras yo visito a mis padres- dijo
Gabrielle, de espalda a Xena, para no mostrar la tristeza que sus verdes ojos reflejaban
al hacer la propuesta a su amiga.
Xena no necesitaba mirarla a los ojos para saber como se sentía su bardo, sólo le
bastaba observar la cabeza gacha, los hombros caídos y su tono acongojado, por lo que
inmediatamente dejó lo que estaba haciendo y posó las manos sobre los hombros de
Gabrielle, girándola suavemente.
-¿Qué pasa Gabrielle?- preguntó Xena, suavemente- ¿no quieres que te acompañe?- hizo la
pregunta suavemente, sintiendo una desazón en su pecho y reflejándose en su voz.
-No es eso- dijo Gabrielle, con la mirada clavada en sus botas.
Xena dio la vuelta a la bardo quedando frente a ella, subió su mano derecha hasta la
quijada de su amiga he hizo una sutil precisión para levantarle la mirada.
-¿Entonces qué es?- preguntó dulcemente.
Gabrielle levantó sus verdes ojos sólo para ver como era tragada entera por uno azules
tiernos y expectantes, sintiendo la necesidad de decir la verdad a su amiga, dijo.
-Se que no te apetece este encuentro... y francamente no quisiera que pasaras por las
miradas, gestos y palabras poco amistosas de mis padres.- concluyo la ruborizada bardo
por lo apenada que estaba.
-No te preocupes por eso- dijo Xena luego de soltar la respiración que no sabia que
tenia retenida- si yo tuviera una hija que se hubiera ido de casa con una loca asesina
Ex Señora de la Guerra, de muy mal humor, probablemente haría lo mismo que ellos-
explicó la oscura guerrera con una tierna sonrisa en sus labios.
-¿De veras harías eso?- preguntó una ahora animada bardo, con una gran sonrisa instalada
en su rostro.
-Sip, si es que no la hubiera eliminado ya- dijo Xena en tono serio y haciendo la
pantomima de un ataque a la cabeza de su oponente, con una espada, lo que provocó una
serie de risas por parte de su antes afligida amiga.
-Gracias- fue lo único que dijo la dulce chica rubia, al recuperarse del ataque de risa
y dándole un gran abrazo a la guerrera; el cual fue correspondido de igual forma por
Xena, mientras se daba palmadas mentales en la espalda al conseguir quitarle importancia
al asunto y hacer reír a su adorada bardo.
Con la cabeza aún sobre el pecho de Xena, Gabrielle dijo.
-Voy a visitarlos porque son mi familia y a pesar de que no aceptan mi decisión de ser
tu amiga, de viajar contigo y que de esa forma estoy cumpliendo mi sueño, de conocer
otros lugares, escribir historias y contarlas, los extraño y seguiré visitándolos
mientras me reciban- concluyó la bardo. Xena absorbió sus palabras y mantuvo el abrazo
hasta que Gabrielle necesitó de el.
-Bueno será mejor que comamos algo para reanudar cuanto antes el viaje- comentó
Gabrielle, más que todo para no dormirse en ese abrazo que la hacia sentirse muy, pero
que muy protegida.
*****
Con el sol en lo alto el curandero recogía las hierbas para las preparaciones, sin
dejar de pensar en los síntomas que presentaban las personas enfermas en el pueblo, sin
ninguna razón aparente, cuando descubrió de entre los matorrales un pedazo de tela
cubierta de sangre.
-¿Qué es esto?- se preguntó el curandero, mirando con mayor detenimiento, dándose cuenta
que había un surco entre la maleza, que al parecer fue echo al arrastrar algo pesado,
siguió el surco manchado también por sangre por lo que asió con mayor firmeza el
cuchillo, que estaba utilizando para arrancar las plantas y plantar otras.
-¡Dioses!- fue la expresión que soltó el sobresaltado curandero, al ver que lo que
parecía el cuerpo destrozado de un hombre a unos pasos más adelantes, no se acercó más
y dando media vuelta empezó a correr, con su bolso de recolección botando en su costado,
en busca de su caballo.
Al cabo de media marca de cabalgar como si Hades estuviera tras él buscándolo, entró al
pueblo deteniéndose sólo al estar en el centro de éste, provocando la alarma entre los
habitantes, ya de por sí muy inquietos desde la mañana, debido a que en su ausencia
Istides y su hijo Demócles al ir a sacar el rebaño de corderos del corral "descubrieron"
los restos de uno de ellos, lo desgarrado del cuerpo del infortunado cordero trajo
muchas suposiciones por parte de la gente.
-Encontré el cuerpo de una persona, como a una marca de aquí, en el bosque- dijo el
curandero, cuando le brindaron un cuenco con agua.
-¿Sabes de quién es?- preguntó uno de los aldeanos que lo rodeaban, luego de varias
exclamaciones de asombro.
-No... no puede distinguirlo... esta... esta... destrozado... su cabeza casi fue
arrancada- fue lo que pudo decir, nerviosamente, el curandero. Lo que provocó
exclamaciones de horror por parte del grupo que lo rodeaba.
-Debemos ir a buscarlo para ver si lo reconocemos y saber que le pudo hacer eso- dijo
uno de los hombres.
-Debemos ir armados que bestia lo atacó- dijo otro.
-El herrero no está y su caballo está todavía aquí, además vi salir a Limus a caballo
esta mañana- dijo otro hombre provocando más desasosiego en el grupo de personas.
-Es mejor que vayan de una vez y traigan al desgraciado- intervino una mujer- así
sabremos si lo conocemos y si lo mató el mismo animal que atacó al cordero de Istides.
-Mientras se preparan los que van, yo iré a revisar a los enfermos- dijo el curandero-
ahh y me buscan otro caballo, no quiero que la noche nos agarre fuera del pueblo-
concluyó en tono apremiante.
El curandero tardó casi una marca de vela en revisar a sus pacientes, los cuales algunos
presentaban poca de mejoría y otros no, para luego salir con diez hombres armados con
trinches, hachas, cuchillos y alguno que otro con una espada, a medio galope sobre sus
caballos, hacia donde se encontraba el cuerpo.
Luego de tres cuartos de marca, llegaron al sitio y se encontraron horrorizado por lo
que encontraron, algunos al ver el estado del cuerpo vomitaron, lo que tenían en su
estomago, sobre sus propias botas. El cuerpo estaba boca abajo, su cabeza desprendida
del cuerpo con los ojos vidriosos mirando al cielo, sus extremidades revelaban a simple
vista que huesos rotos, tenía también carne desprendida en varias partes de su cuerpo,
como hechas a mordidas, sus ropas eran de dormir y estaba descalzo, pero había poca
sangre por el lugar para un ataque como este.
-Denme agua para echarle en la cara, parece ser el herrero- dijo el hombre más cercano
al cuerpo inerte.
Uno de los hombres que se estaba enjuagando la boca, luego de haber vomitado se apresuró
a ir a su lado para ofrecerle el odre. Luego de reconocer afirmativamente al herrero
desaparecido, lo envolvieron en unas mantas y lo montaron sobre un caballo del cual
tiraron de sus riendas para iniciar el galope de regreso al pueblo.
-Parecen ser las mismas marcas que tenía el cordero- comentó un hombre.
-Es cierto, pero no logro identificar que halla sido- hablo otro.
-Cierto, además no encontramos huellas del animal- recordó otro de los hombres.
-Es como si sólo hubiera caído del cielo, lo digo porque estaba descalzo y sus pies no
tenían daños, de ninguna caminata- dijo pensativo uno de los hombres que iban en la
retaguardia.
-Esta con ropas de dormir, como si lo hubieran sacado de su cama, hay que revisarla para
ver si encontramos indicios de lo que sucedió- dijo uno de los hombres de más edad.
-Es extraño, yo vivo cerca y no he oído que hubiera alguna pelea en la noche- comento
otro.
-Será mejor apurar el paso y terminar con esto por hoy... mañana tendremos que rastrear
a ese animal- dijo el curandero, lo que provocó que espolearan a sus monturas.
Llegaron al atardecer, la pira funeraria estaba lista, hecha por algunos hombres que
quedaron encargado para ello y así tener todo preparado a la llegada de la partida de
búsqueda. Luego de la llegada de estos procedieron a dar a conocer la identidad del
cuerpo y lo que pudieron averiguar, procediendo a dar inicio al funeral del herrero, el
cual coincidió con el ocaso; al terminar se dirigieron a resguardarse a sus casas; con
excepción de dos hombres que fueron escogidos para revisar la casa del difunto.
*****
Luego de almorzar, Xena propuso viajar ambas sobre Argo al notar el cansancio en su
compañera, pero ésta se esmeraba en ocultar.
-Pero Xena, podemos ir caminando- objetó Gabrielle.
La alta guerrera sólo mostró un rostro inflexible, con ceja enarcada incluída, lo que
anunciaba a la bardo que no iba a ceder. Gabrielle mantuvo la mirada en un duelo muy
personal, el cual perdió al bajar la mirada, a lo cual su compañera se puso a un paso
de distancia de Gabrielle, posando ambas manos a los lados de la rubia cabeza,
acariciando sus cabellos e inclinándose un poco hasta poner su boca a la altura de los
oído de ésta.
-No tienes que esforzarte al punto de extenuarte, Gabrielle.
La bardo sin levantar aún la cabeza, dijo.
-Sólo quiero mantener tu paso, no quiero seguir siendo una carga para ti, ni quiero
seguir siendo la chica campesina debilucha.
-Primero, no eres ni remotamente una "carga" para mí, eres mi mejor amiga- dijo en tono
muy serio Xena, alejando a la bardo un poco pero manteniéndola agarrada por los hombros,
para mirar esos profundo ojos verdes que le robaban el aliento y la hacían suspirar-
segundo, por si no te has dado cuenta no eres una campesina debilucha, no creo que los
tipo a los que mueles a palo con tu vara estén de acuerdo, si se los preguntas y
definitivamente el don de la palabra no se le entrega a cualquier persona, eres la mejor
bardo que haya escuchado- concluyó Xena en tono firme pero sincero.
Gabrielle empezó a escuchar las palabras de la hermosa mujer frente a ella, dejando
salir una tímida sonrisa, la cual a medida que avanzaban se iba haciendo más grande
hasta ocupar toda su cara al igual que un fuerte sonrojo, a la vez que su alicaída
estima alzara vuelo.
Mientras la preciosa chica de ojos verdes se regodeaba en lo dicho por la mujer que se
había ganado su corazón, ésta esperaba que su poco fluída labia es esta ocasión surtiera
los efectos deseados, lo cual la sonrisa la sonrisa creciente, en el bello rostro de
Gabrielle, le dio la respuesta.
La sonrisa de Gabrielle se extendió hasta sus ojos, atrapando los azules que se vieron
indefensos ante tanta dulzura e iluminó lo más oscuro de su ser y la guerrera se vio
vencida irremediablemente.
-¿Cómo me conoces tanto?- fue la pregunta de Gabrielle, emitida en voz alta,
sorprendiéndolas a ambas.
-Una de mis habilidades- pudo decir Xena más que todo como acto reflejo, ya que no se
había recuperado del todo a esa mirada, que ahora la miraba con adoración.
-Mejor nos vamos- dijo la rubia bardo.
Montaron en Argo, Gabrielle con la ayuda de Xena al esta extenderle el brazo para
subirla tras ella. Rodeando la cintura de la alta guerrera de ojos azules con un brazo,
mientras que en la otra mano aferraba su vara; apoyando su cuerpo sobre la espalda de
ésta, aún sonriendo y cerrando los ojos al recordar las palabras de su amiga. La altiva
yegua dorada inicio la marcha tras una orden se su dueña, transportando sobre sus lomos
a dos hermosas mujeres perdidas en sus propios pensamientos.
-Bueno Xena... ¿qué vas hacer ahora?... estas muy cerca de cruzar la "línea" de amiga
a "algo más"- eran los pensamientos conflictivos de la guerrera- Si lo hago,
puedo perderla... y si no, voy a lamentarlo el resto de mi vida... vamos Xena eres una
Señora de la Guerra sin sentimientos ni escrúpulos... ummm... bueno era- se burló
su mente- esta bien, pongamos mente fría- se dijo- enfoquemos los sentidos-
cerró los ojos y se relajó- hoy he sentido por lo menos dos veces por parte de ella,
que hay algo más profundo cuando... nos miramos... o nos tocamos, inclusive me parece
que si no me frenaba era posible que... que nos besáramos- Xena siguió analizando-
en su mirada hay algo más.
Mientras tanto Gabrielle también analizaba sus sentimientos.
-Puedo ver algo muy profundo cuando nos miramos por parte de Xena, eso es extraño...
¿será amor de hermanas?... no, no es eso... Lila no me mira así, entonces amor de amigas...
ummm... no tampoco Ephiny me mira así, ¿entonces?- siguió muy pensativa la bardo-
la mirada de Pérdicas es... es muy parecida, pero la de Xena es más... más profunda.
Oh Dioses ¿será posible?- Gabrielle se agitó de solo pensar en la posibilidad.
-¿Pasa algo?- preguntó la alta guerrera al sentir el sobresalto de la bardo al estar
tan pegadas, situación que de por si no esta ayudando a aclarar sus sentimientos.
-No... no es nada, estaba pensando en una nueva historia- dijo la bardo, al ser lo
primero que le pasó por la mente y volvieron a guardar silencio, volviendo a sus
reflexiones.
-Bueno si es cierto y ella siente... bueno no nos hagamos ilusiones y pensemos en un
plan, para averiguar que cual es la verdad.- Siguió pensando Xena, ahora enfocada en
su objetivo al saber cuales sus sentimientos y una "leve" señal por parte de Gabrielle,
decidió jugarse el todo por el todo.
-Creo que si me vuelve a mirar o abrazar así, no podré soportarlo... otra vez y la
besaré- se burló de ella misma dirigiéndose una mueca divertida- Hay que
averiguar que si es cierto lo que pienso pero ¿CÓMO?.- Gabrielle de esta forma
comenzó a idear varias formas en su vívida imaginación.
Siguieron por el camino, hasta casi una marca de vela antes del ocaso, en silencio
interrumpido sólo para hacer algún comentario del paisaje por parte de alguna de las dos
de vez en cuando para escuchar la voz de la otra y que el silencio no se sintiera
incómodo, pero sus silencios no eran percibidos para nada incómodos, en este caso el
motivo era que cada una estaba enfrascada "el tema".
-Salgamos del camino para buscar un buen lugar para acampar... por éste lado- dijo Xena
cuando su agudo oído detectó el sonido del agua y lo siguió.- Mira hasta hoguera tiene.
-Oh si, parece que éste sitio es utilizado para acampar- comentó la rubia bardo,
observando el claro entre los árboles, cerca de un recodo del un pequeño río que pasaba
por allí, formando un regular charco.
La guerrera de cabellos oscuros bajó primero, pasando una larga y fuerte pierna por
encima de Argo y cayendo elegantemente para luego voltearse y ayudar a su compañera,
asirla de la cintura y terminar de bajarla por un costado de la castaña yegua, ya que
los estribos estaban un poco más abajo del largo de las piernas de su amiga. Gabrielle
sintió un escalofrío recorrerla iniciando donde fue tocada por esas inconfundibles manos.
-¿Estás bien?- preguntó Xena.
-Sííí- ese sí hizo que a la joven bardo se ruborizara totalmente al percatarse que fue
emitido con un gemido ronco, cosa que no fue pasada desapercibida por la guerrera, a la
cual se le pusieron los pelos de punta y el lívido a flor de piel.
-Gabrielle- llamó la ojiazul con voz ronca de pasión, sus ojos estaban oscurecidos y su
mente luchaba con su impulso de tomar a la hermosa mujer.- Mírame- volvió a llamar Xena-
Por favor- insistió al no percibir respuesta de la joven.
La rubia bardo se giró aún con las manos de la guerrera en su cintura pero con la cabeza
gacha, estaba aturdida por la manera en que se había expresado pero eso fue rápidamente
olvidado al escuchar el tono de las palabras de Xena.
-Por favor- repitió la alta guerrera en tono suave, la chica rubia levantó su verde
mirada, un poco oscurecida, lentamente y al encontrarse con la azul, la guerrera vio
confusión y lágrimas acumuladas en ellos, lo que la hizo sentirse abrumada y decidió que
era el momento de enfrentarse a sus temores.
-Gabrielle, no temas... creo... creo que... tenemos que hablar- dijo una extrañamente
nerviosa guerrera, -Maldita sea Xena, contrólate, pareces una asustada niña
tartamuda- se regañó la Ex-Señora de la Guerra muy indignada, suspiró y trató de
reagruparse para hacer frente a la batalla.
-Sinceramente esperó que lo que te pasa sea lo mismo que a mí, porque tú me gustas más
que a una amiga,... mucho, muchísimo más- dijo de carretilla la guerrera, haciendo sólo
una pequeña pausa como para agregar algunas palabras que eliminaran cualquier duda, que
pudiera tener su amada rubia, de lo que acabada de admitir.
Gabrielle se quedó de piedra al escuchar las palabras que Xena había dicho, más que todo
porque estaba tratando de repetir mentalmente dichas palabras, más que todo para
entender.
La dura guerrera estaba tensa con los ojos cada vez más abiertos, al ver la reacción de
Gabrielle a sus palabras -Mierda, que fue eso, IDIOTA, la has asustado- perdiendo
su firme talante, la guerrera estaba repasando sus palabras -Debí haber esperado
terminar de escoger las palabras adecuadas para declararme y entonces escoger el momento,
IDIOTA, ahora como corrijo esto-.
Mientras tanto la rubia bardo entraba en shock, al ir asimilando las palabras de Xena,
su mirada iba cambiando de desconcierto a sorpresa y luego a una ilusionada.
-¿De... de verdad?- la pregunta interrumpió a una desesperada guerrera que se devanaba
los sesos por encontrar la manera de arreglar lo dicho.
-De verdad- fue la sincera y rotunda respuesta de Xena, pero sin cambiar su gesto
aprensivo.
-¿Estás bien?- preguntó Gabrielle a Xena, al ver que parecía a punto de desmayarse o
vomitar sobres sus propias botas, al mismo tiempo que ella estaba a punto de saltar y
hacer piruetas pero detenida por la apariencia de su guerrera.
-Eso depende.
-¿Depende de qué?- preguntó la ahora muy desconcertada bardo.
-De que si a TI te pasa lo mismo que a MI.- dijo Xena, señalando a la bardo primero y
después a ella misma.
-Pues... yo diría... que... teóricamente... ummm sí- dijo Gabrielle con una pose muy
pensativa, apoyando la quijada sobre una mano y mirando fijamente con ceño fruncido a
Xena.
Con cara desconcertada, la hermosa guerrera de ojos azules iba a emitir una pregunta,
de repente su cuerpo se tenso un poco cuando sus sentidos le alertaron de la presencia
de algo o alguien por los alrededores.
La baja rubia notó el cambio en el movimiento corporal de la guerrera y se puso alerta
con su vara, intentando también localizar el motivo de la alarma de su compañera.
Ladeando la cabeza y cerrando los ojos, la guerrera de cabellos oscuros enfocó sus
sentidos y estos no tardaron.
-Un caballo y un hombre- abrió sus electrizantes ojos azules- vienen para acá, por ese
lado- informó y señaló el lugar por donde aparecería el intruso, a su amiga.
-Quédate aquí, veré que quiere- dijo a la bardo y empezó a caminar hacia los árboles,
deteniéndose y girándose repentinamente- luego continuaremos nuestra conversación- dijo
haciendo un rápido guiño para Gabrielle, haciendo que ésta sonriera tiernamente y luego
siguió su camino.
Oculta tras unos árboles, Xena acechó al intruso. -Bueno guerrero no es, parece un
campesino a lo mejor es del pueblo al que nos dirigímos- guardó su espada, la cual
llevaba en su mano derecha al no percibir peligro alguno del tipo.
-Eh! ¿buscas algo?- preguntó toscamente la guerrera al individuo, luego de aparecer de
entre los árboles frente a él.
-¡Dioses!- exclamó el hombre al llevarse tremendo susto, lo cual hizo que Xena sonriera
de lado con malicia, ante la reacción de éste.
-¡Qué mujer!- fue lo segundo que soltó al reaccionar y fijarse detenidamente de pies a
cabeza con lascivia a la alta guerrera provocando que esta pusiera los ojos en blanco,
Hombres.
-¿Qué hace una mujer tan hermosa y desamparada sola por estos parajes?- preguntó el
hombre, mirando con descaro.- Puedo hacerte compañía y darte protección- dijo el hombre
con gesto chulesco.
Sacando su espada en un cerrar y abrir de ojos, Xena la giró con maestría, pasándola de
una mano a otra.
-Gracias, pero creo que puedo arreglármelas- dirigiéndole una fiera sonrisa, cuando éste
por el sobresalto cayó de culo al suelo.
-Ahora, ¿puedes contesta a mi pregunta?- preguntó la fiera guerrera apoyada en su espada
con una mano y limpiándose las uñas de la otra mano.
-¿Qué?... ah si... busco donde acampar- dijo el hombre todavía sentado en el suelo.
En eso apareció la bardo tras Xena y miró al hombre en el suelo con una expresión
humorística, el cual reaccionó levantándose rápidamente.
-Vine al escuchar voces- explicó la bardo a Xena, al ver la ceja enarcada de ésta.
-Soy Limus, estoy buscando un lugar que utilizamos para acampar que está un poco más
adelante- se dirigió más que todo a Gabrielle con una mirada libidinosa.- Además
necesito un baño, ya que he pasado casi todo el día caminando porque a éste apestoso
animal se le rompió una herradura y viene cojeando más lento que una tortuga.- terminó
su diatriba sin quitar los ojos encima de la bardo.
-Tendremos que compartir el campamento porque ya nosotras estamos instaladas alli- dijo
la rubia y hermosa bardo ignorando las miradas del hombre.
-Por supuesto, así estarán más seguras- comentó el hombre mientras iba por las riendas
de su montura. Ambas mujeres pusieron los ojos en blanco.
-Gabrielle que te parece si te das un rápido baño, mientras yo veo si tengo una
herradura para ese pobre caballo- propuso la alta mujer.
-Si me parece buen plan- concordó la bardo- así cuando termines te das también una ducha,
mientras yo preparo la cena.
-De acuerdo.
-Creo que esta noche será muy larga- comentó la bardo, mientras pensaba en mejor no
ponerse su habitual camisa de dormir y en cambio ponerse ropa de amazona, se había dado
cuenta de la forma en que la miraba el tipo y francamente se sentía muy incómoda a
parte de enojada ya que por su culpa, tendrían que posponer su conversación hasta
volver a estar a solas.
Continuará...