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ADVERTENCIA: Esta historia es subtexter.
DEDICATORIA: Para Mi sister, mi brother, Alfonsito, Ines y todos aquellos que día a día aguantan mi forma de ser.

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones, escribidme a:
lady_bardo@hotmail.com


WHEN FATES COLLIDE

Lady_Bardo

Primera parte

Xena

Mi paseo por los alrededores de palacio ha sido especialmente aburrido. Tan solo me he limitado a rodear las murallas, cabalgando por el pequeño bosque que queda cerca. Inconscientemente esperaba encontrar algun bandido robando a cualquier subdito o incluso algun grupo de mercenarios kamikaces intentando atravesar nuestras murallas, pero nada de nada. Se que es buena señal que no se produzca este tipo de altercados, porque significa que la paz en Roma es cada vez más real, pero me gustaría algun malo al que patear. Algo que me saque de esta rutina. Pero aun asi, regreso de mi paseo sin haber hecho nada más emocionante que cabalgar tranquilamente. Estoy a punto de resignarme, cuando una idea perversa cruza mi mente...
Me coloco mi máscara, la que utilizo antes de lanzarme a algunas batallas y me dirijo hacia la puerta principal. Los guardias encargados de vigilar el portón principal no me reconocen, porque dan un grito para abrir las puertas, pero no anuncian mi llegada. Supongo que me habrán confundido con un simple mensajero a caballo.
Según desplazan las puertas para dejarme pasar, compruebo que como pensaba hay varios de mis hombres, repartidos por el patio que procede a la entrada, mirándome con curiosidad. Comprobemos como reaccionan...

Golpeo con fuerza a mi caballo. Este no tarda en reaccionar. Corró hacia el interior, pero por el camino aprovecho, estiro las piernas y golpeo a los guardias de la entrada con los pies. Y continúo con mi carrera. Atravieso los primero metros sin problemas hasta que mis hombres comienzan a actuar. Oigo que alguien les da órdenes. Quieren intentar detenerme. En mi frenética carrera me dejo caer hacia un lado de la silla. Me apoyo en el suelo para dar un salto y me reclino con el impulso, en dirección contraria. Contraigo cada músculo del cuerpo, y completamente rígida comienzo a golpear con mis piernas a cada uno de mis hombres, que se cruza en mi trayectoria. Y de nuevo me recoloco con facilidad sobre la silla.
En la entrada puedo distinguir a Cesar acompañado de Bruto, el cual apenas entiende lo que pasa. Ahí va una sorpresa para ellos. Me mantengo sobre la silla, gracias a la fuerza que hago con mis piernas, pues utilizo mis manos para agarrar mi arco y dos flechas. En solo unos segundos salen disparadas. Y dan en todo el blanco. En la capa de Bruto y en la puerta, cerca de su asustado rostro. Oigo los quejidos de mis hombres levantándose y comprobando los desperfectos. Se que me perdonarán mi pequeña entrada. Sobre todo porque argumentaré que era parte de su entrenamiento.
Tengo el tiempo justo para recolocarme comodamente en mi montura, antes de tirar de las riendas. Aprovecho la frenada brusca de mi montura para impulsarme en un salto que me deja frente a Cesar. Por el aire proclamo mi nombre con mi particular grito y cuando caigo compruebo que por fin Bruto me ha reconocido. Al hacerlo su cara de preocupación se transforma en una de cabreo y detiene su amago de desenvainar la espada.
Entonces miro a Cesar. Esta sonriente y muy tranquilo. Me ha reconocido desde un principio. Le devuelvo la sonrisa, ahora más desahogada, tras mi llamativa entrada y me quito el casco ante él.

"Mi emperador" susurro.

"Mi emperatriz" responde el encantado, como si fuese la primera vez.


Estoy bastante más animada tras mi malévola idea. ¡Se que ha habido alguna nariz rota, pero me siento como nueva! Y hasta algunos hombres se lo han tomado bien. Y en cuanto a Cesar, se que le encantan este tipo de arrebatos inesperados, según él, revitaliza la pasión de mi personalidad.
Por eso, aunque en este momento lo que más me apetece es un buen baño, caliente y espumoso, Cesar me conduce junto a él sin dejar que me escape a mis aposentos. Mientras andamos hacia el salón, comenzamos a hablar:

"Ah, esta noche he preparado un espectáculo para mi dama".

"¿Un nuevo luchador de Tracia?"

"¡No! Una obra de teatro de Atenas" me contesta emocionado. Finjo desinterés, siempre lo hago, como si no me interesase mucho. No se por qué, pero no me gusta mostrarle a mi esposo mis verdaderos sentimientos, asi que como otras tantas veces, no admito lo mucho que me entretienen las comedias y los dramas griegos. "Pensé que te gustaría algo que no tuviese relacción con la guerra".

"Oh, mas viejos babeantes con nombres imposible" contestó sarcástica. "Todo un detalle por tu parte".

Oigo pasos tras de mí, y al instante Bruto entra con dos jovenes al salón, sin duda venidos de Chin. Bruto esta empeñado en lograr una paz con el reino de Lao Ma, una mujer desquiciantemente buena, y pidió una reunión para establecer un pacto.

"¿Emperador?" pronuncia Bruto mientras entran en el salón.

"¡Ah! Honorables emisarios" pronuncia Cesar, para explicarme la visita. Casi puedo oir el recochineo en sus palabras.

"Ahm" contesto con desgana. Sin tener que preguntárselo se que al final ha decidido hacer caso a la suma sacerdotisa y matar a esos pobres hombres. Bruto insistió mucho e intentó convencerle para realizar un tratado de paz con el poderoso reino de Lao Ma. Pero mi esposo se niega rotundamente, y no se por qué. Y para mayor desastre ha decidido engañar a Bruto, hacerle creer que acepta su propuesta de paz y pedirle que convocase a los emisarios de Lao Ma. Según me ha dicho, su intención es matarlos para enviarle un mensaje de terror en contestación al ruego de paz y dejar bien claro que me enviará con mis tropas para conquistar esas tierras orientales.
Bueno, puede ser divertido. Lo que no comprendo es por qué ha decidido traicionar asi la confianza de su fiel amigo. Él sabrá... Pero yo no quiero verlo. "La reunión del Senado tratará del armamento de mis hombres, debo estar presente" y con esta excusa, me decido a irme.

"Por supuesto" contesta él. Ando hasta los emisarios, pensando en los breves minutos de vida que les quedan y con todo mi pesar realizo una breve reverencia. Y cuando me corresponden, marcho hacia la salida, mientras oigo a Cesar tras de mi, añadir una última cosa. "Bruto, ¿quieres acompañarla?".

Ya esta hecho. Bruto no puede negarse y camina hasta alcanzarme. Si le ha pedido eso, no dudo de que va a matarles y no quiere que el intente evitarlo. Sea como sea, ambos comenzamos a andar hacia el Senado. Apenas unos instantes despues oimos unos pasos por el pasillo: son altivos, rapidos y ligeros. Tanto Bruto como yo reconocemos esos pasos y suponemos que se trata de Alti, la Suma Sacerdotisa. Conduce sus pasos al salón, lo que hace que Bruto se detenga al instante. No se que decir, pero no hace falta que añada nada, pues al instante escuchamos unos gemidos de dolor, acompañados de la voz de mi esposo.
Bruto me mira triste y angustiado, sabiendo que les ha llevado a una muerte segura. "Los ha matado, ¿cierto?". Me limito a estrechar su brazo en un gesto de apoyo y vuelvo a caminar, hacia el Senado. Al instante, cabizbajo, me sigue hacia nuestro destino.

Continuará...


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