Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

ADVERTENCIA: Esta historia es subtexter.
DEDICATORIA: Para quienes siempre van con la verdad por delante y diciéndola bien alto. ¡Sobre todo aquellos cuyas verdades son dulcemente sonrojantes!

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones, escribidme a:
lady_bardo@hotmail.com


EL RELOJ

Lady_Bardo

Cuarta parte

Por tercera vez se encontraban en el comedor, Xena cenando y Gabrielle cerca de la mesa. Le crujían las tripas cada vez que Xena se llevaba un trozo de alimento a la boca. Al menos la consolaba que por cada delicioso bocado guardaba una pequeña porción para ella. Pero aquella noche llevaba un estimulante nuevo, él había dicho que mostraría su secreto. Y no mintió: cuando el alimento comenzó a menguar, miró a uno de sus criados y este marchó de la habitación.

"Te prometí que para conseguir la confianza de Roma y tu amistad, destaparía el secreto que esta haciendo crecer mi imperio. En seguida lo traerán".

"¿Es algo?" preguntó Xena fingiendo sorpresa.

"Si, un objeto. Y muy curioso además. Supongo que tiene origen divino, asi que agradezco al dios que lo haya perdido, su poca cabeza" siseó con una infantil sonrisa de felicidad. Terminadas sus palabras, y no antes, un criado entró llevando con él un objeto cubierto con una gran tela de seda. Lo dejó sobre las rodillas de su dueño. No debía de medir más de cincuenta centímetros de altura y cuarenta y cinco de ancho. Por las descripciones de Afrodita aquel debía de ser el objeto. En su día Gabrielle la preguntó que por qué no podía Afrodita aparecer en el palacio y recuperarlo ella sola: Afrodita ya le había adelantado a la guerrera que se encontraba embrujado para que ningun dios pudiese cogerlo, a menos que un humano se lo ofreciera, pues Afrodita, pensando que solo los dioses lo utilizarían como un arma poderosisima, dejó a todos los humanos total libertad sobre la posesión del objeto. ¡Ilusa!, pensó Xena. Pero en ese momento solo debía de preocuparse de una cosa:
Observar el objeto, deducir donde lo llevaban o al menos seguir al esclavo o preguntárselo a Kambara y una vez lo hubiese recuperado y entre sus manos, llevárselo a la diosa del amor, que ya se encargaría de todo.
Kambara, mostrando su impaciencia, destapó el reloj con un suave tirón. Al hacerlo, un tic-tac, que no se sabía de donde provenía, inundó levemente el sonido de la habitación.

"¡¿Un metal?!" preguntó Xena indignada, y frunciendo el entrecejo. "¿Qué hace? ¿Matar a los líderes con su propio y horrible reflejo? ¿O es una broma?" siseó templada.

"No" sonrió él. "¿Puedo mostrarte cómo funciona?" pidió. "Y si aun así no crees en su potencial..."

"Esta bien, esta bien" permitió Xena paciente. No sobraría un poco de conocimiento sobre el objeto que debían recuperar. Él la sonrió al tiempo que, poniéndose de pie, le tendía el reloj. "¿Qué debo hacer con él?"

"Probar su potencial".

"¿En mí?" preguntó pálida. Sabía lo que él reloj hacía. Sabía lo que revelaba. El corazón se le aceleró. Gabrielle no podía enterarse de sus sentimientos. Y estando allí, lo sabría seguro. Su corazón bombeaba aun más deprisa mientras notaba la presión en sus sienes. ¡No! "No, gracias" dictaminó, fingiendo calma. Kambara se quedó congelado a medio camino. "Sea como sea, ese objeto a de ser poderosísimo. Me niego a que lo utilices conmigo".

"La prudencia es una cualidad de las mejores mujeres" sonrió él. "Pero, ¿Qué crees que puede hacerte este metal? Si todos a los que he vencido hubieran tenido que tocarlo, no hubiese conseguido ni la mitad de mis victorias" resumió él. "Es quien lo sostiene, el que domina el arma. Pruébalo, fíate de mí" pidió. Se giró entonces hacia la bardo. "Gabrielle, ven acá" ordenó. Pero la bardo no reaccionó ni obedeció. Permaneció donde se encontraba, quieta, pero devolviéndole la mirada a Kambara. La guerrera creyó que estaría esperando a que ella le diera la órden, pero cuando lo hizo vió en los ojos de Gabrielle, ahora dirigidos a ella, agonía y temor.

"Ven" la pidió suavemente, abrumada por los sentimientos que había en sus ojos. La bardo, mordiéndose el labio para no llorar ni quejarse, avanzó hacia ellos dos. Ella sabía que sería un suicidio llevarle la contraria a Xena pues se descubriría todo el plan, pero es que en esos momentos, cada paso que daba le hacía sentir que iba hacia el matadero. No sabía para que la requería Kambara, pero si la utilizaba como diana de Xena... no quería estar alli cuando el reloj le confesase a la guerrera su secreto...

"La tienes bien educada" felicitó Kambara. "A pesar de haber pertenecido a Xena y a las amazonas" recalcó.

"La fidelidad. La salvé de que la ejecutaran" contestó ella. Tras esas palabras había un inmenso vaiven de pensamientos. Sentía que traicionaba a Gabrielle al obligarla a aquello, porque ella misma no podía ofrecerse como diana de Kambara.

"Cógelo" le indicó Kambara, inclinando el objeto hacia Xena. "Piensa unicamente en tu criada" Xena respiró hondo, empezaba a pensar que no tendría coraje para hacerlo. Kambara volvió a mirarla y dijo. "Una voz nos anunciará el nombre de su amado. Si es un hombre, será una voz masculina, si es una mujer, al revés" confirmó. Ambos nobles vieron como un escalofrío recorría a la criada. Y por efecto dominó, Xena comenzó a temblar: iba a saber a quien amaba.
Se calmó. Como la indicaba Kambara, cerró los ojos y pensó en Gabrielle. El reloj emitió una descarga que recorrió a Xena, el tic tac aumentó momentaneamente y enseguida fue reducido al murmurllo anterior, al tiempo que el reloj se iluminaba.

"Vaya, que rápido" siseó maravillado Kambara. "Eso significa que su corazón lo tiene muy claro" le comentó curioso a Xena. Y entonces sin saber de donde venía el sonido, la voz de una dama anunció fuertemente...

Continuará...


Indice Fan Fiction

Página Principal