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Disclaimer: Los personajes nombrados (Xena, Gabrielle, Joxer, Ephiny, etc) no son de mi propiedad, sino de Robert Tapert y sus guionistas de la gran serie Xena: Warrior Princess.
Advertencia: En esta historia se habla del amor entre dos mujeres, si no te agrada o eres menor de edad, por favor, hay otros FF más interesantes que éste, los cuales puedes leer.
Consulta: Si necesitas consejo de un Bardo o simplemente felicitarme por los FF'S, aquí tienes mis correos. lobeznadlbosque@yahoo.es y lobeznadelbosque@hotmail.com
Agradecimiento: Pues como siempre o si no lo he dicho aún, pues a esta pagina por darme la oportunidad de publicar mis historias, a tod@s l@s lector@s, que dedican su tiempo en leer. A la Musa que ha vuelto para echarme una mano en mis inspiraciones y sobre todo a mis nuevas Bardos, que digamos que se han vuelto mis protegidas, Iskaliz y Ankerry. Un Xenabrazo para todo el Xenaverso.
Ahuuuuuuuu bye bye bye bye bye bye.


PENSAMIENTOS Y AMOR

Por Lobezna del Bosque

Quinta parte

Cinco mujeres se miraban amenazadoramente, nadie quería hablar primero, solamente suplicaban a que una divinidad que tenia mucho que ver en el amor, apareciera de un momento a otro, puesto que era la responsable de todos los males que había en ese lugar, por entrometerse.

Mientras unas se debatían y suplicaban, otra muy distinta intentaba olvidar lo último ocurrido en las últimas marcas de vela, estaba en el Olimpo, trataba de concentrarse, en lo que estaba haciendo o lo que la estaban haciendo, solamente se escuchaban gritos y suspiros masculinos, mientras que una mujer no dejaba de pensar lo que había ocurrido. De repente unos cuantos pensamientos fueron hasta su mente, haciéndola que su corazón se helara de colgué, con sus poderes hizo desaparecer a 6 hombres desnudos que tenía sobre su cama, estaban agotados, pero no le dio importancia. Se movió insinuosa y ya volvía a estar vestida como siempre, se levantó de la cama y se encaminó por los pasillos del Olimpo, sin dejar de tener un objetivo claro.

----------Afrodita----------
"¿Cómo que necia?, si la necia soy yo por estar embrujada de una Amazona, es una mancha en mi historial de amante perfecta de los hombres. No puedo olvidar tus caricias, no puedo hacer nada, por que tu rostro se me aparece, pero primero es el amor, hay que arreglar este entuerto de Artemisa y luego te vas a preparar Ephiny porque vas a pasar noches inolvidables."

Se colocó y con sus poderes desapareció del Olimpo y reapareció junto al grupo, pero para que éstas no la vieran hizo un conjuro para que nadie la viera, incluso las diosas, las observó detenidamente, todas parecían tensas, nadie hablaba ni hacia nada. Movió sus dedos y unos pequeños corazones aparecieron que fueron directas a todas salvo a Ephiny, todo eso solamente era un pequeño hechizo que duraría un instante, justo cuando se besaran desaparecía el conjuro, creyó que de esa manera ambas implicadas confesarían su amor por fin. Pero se divirtió más al ver que Artemisa y Atenea también se besaban, Ephiny no entendía nada de repente sintió un escalofrío y ahora todas se besaban delante suya, pensó para sí que posiblemente se trataba de Afrodita, aunque pensó que tal vez estaba ocupada quitándose su olor de su cuerpo.

Xena se acercó a Gabrielle y cogió su rostro con ternura acercándola para sí, la bardo parecía que se derretía, sintió la humedad abrasadora de la lengua de Xena pidiéndola permiso para hacer un beso más intenso, Gabrielle abrió ligeramente su boca dejando paso a la inquieta y tímida lengua de la guerrera, el beso empezó despacio, pero luego se fue convirtiendo en muy intenso, como si trataran de entregarse totalmente. Afrodita se colocó detrás de Ephiny y mientras se hacia presente para todos los ojos se acercó a su oreja, y susurrando la dijo.

- ¿¿¿Aún crees que todo era fingido??? -seguido le mordió el lóbulo.
- Troy... -suspiró la amazona, pero al rato se molestó y se dio la vuelta para encararla. -¡No!, te marchaste, me dejaste sola, ¿qué quieres de mi?
- Pues primero piensa que soy la Diosa del Amor y tengo cosas que hacer, y que ahora que estoy desocupada estoy junto a ti, ¿qué más quieres tú? -decía seductiva.
- ¡Si... digo no!, ¿y ellas? -pregunto preocupada.
- En fin, lo que bien empieza pronto se acaba.

Las cuatro dejaron de besarse en cuanto Afrodita chascó sus dedos, sorprendidas se alejaron de la otra. Gabrielle se sonrojó, había sido besada por su guerrera y ésta era tierna con ella, pero al ver a Afrodita sonriéndola, despejó todo pensamiento amoroso que tenía, tal vez todas estaban otra vez embrujadas y nada era lo que parecía.

- ¿¿¿Qué ha pasado???
- Gabrielle. -Xena parecía ilusionada.
- ¡No Xena!, tu no puedes... tu no eres así. Afrodita nos ha embrujado. -trataba de aclararle.
- ¡Solo un poco! -saltó pícara Afrodita.
- ¡Lo ves Xena!, tu no eres delicada con nadie, ni siquiera con Argos, esto no es normal... y... -seguía tratando de comprender toda la situación, y buscando una razón lógica.
- ¿Qué no es normal?, ¡¡¡el besarnos!!! Creía que me conocías más, lo he intentado por todos los medios, pero nada.
- Xena yo...
- ¡¡¡No!!! Ya basta tú. Estoy harta de que siempre seas tú. Estoy cansada de esperar, lo mejor es largarme, porque al parecer tú me desprecias. -parecía que iba a llorar.
- ¡¡¡¡Xena!!!!

Antes que pudiera pedirle explicaciones a Xena por su comportamiento, ésta ya se había marchado con paso firme, todas las amazonas trataban de quitarse de su camino, pues su mirada helaba a cualquiera, parecía desquiciada, nadie quería molestarla. La bardo se quedó parada, intentaba asimilar toda la información, todas la miraban sorprendidas, de repente sintió fuerzas de su interior y salió corriendo hacia Xena, pero solamente vio como se alejaba a galope con su caballo, ambos parecían uno, era como si la vida les fuera en salir del lugar.

Mientras se alejaba sentía como su corazón se iba partiendo en mil pedazos, nadie la hacia sentir como lo hacia Gabrielle, era como si hubiese sido traicionada sin más, la reacción de Gabrielle al decirla que no era normal su comportamiento, era como si mil flechas la atravesaran todo el cuerpo. Se alejaba de aquel dolor que le estaba produciendo, estaba desesperada por olvidar y solo sabía una forma de conseguirlo, sus ojos empezaron a tener un brillo que hacia años que había desaparecido gracias a una rubia.

Gabrielle al no ver ya ni un rastro de Xena o de que ésta se diera la vuelta, entró a la cabaña y las lágrimas traicioneras de su error empezaron a salir sin más, su corazón ya no quería bombear, ya no quería respirar, ni escribir, sentía como sus ilusiones e inspiraciones se iban alejando cada vez más al perder a su guerrera. Su cuerpo entonces empezó a temblar, ya sus piernas no soportaban su peso, antes de cerrar del todo sus ojos vio a cámara lenta como sus amigas se iban acercando a ella, mientras ésta se iba cayendo al suelo sin reparo, sin aliento, volviéndosele todo borroso, sin ganas de nada.

Las 4 mujeres al ver el rostro de Gabrielle como iba pasando de un tono alegre a uno amargado y casi blanquecino corrieron hacia ella, antes de que cayera del todo al suelo. Afrodita ya había visto esa reacción cientos de veces, era un mal de amores y era imposible de curar. Llevaron a la Reina a la cabaña, prepararon su cama y la depositaron ahí, su frente estaba ardiendo, pero las gotas de sudor eran frías, tanto que congelarían a cualquiera al tocarlas. Ephiny al ver a su amiga y Reina de esa forma llenó de aire sus pulmones.

- ¡¡¡Buscar a Xena ahora!!!

Ordenó furiosa, todas las amazonas que estaban fuera de la cabaña real la escucharon y desesperadas empezaron una búsqueda, a pie, a caballo, en todas las direcciones. Las diosas se miraron y desaparecieron para tratar de buscar a la guerrera, pero Afrodita prefirió quedarse, con su sabiduría podría hacer que Gabrielle aguantara hasta que llegara su verdadero amor, su alma gemela. Ephiny aceptó la sugerencia, pero ordenó que suspendieran la fiesta en honor a Artemisa por el momento, ya que la Reina no se encontraba dispuesta para nada, las amazonas que quedaban en el lugar, apenadas recogieron todo lo que habían preparado, pensaron que tal vez tardarían mucho tiempo en tener otra fiesta tan grande como esa.

Después de unas cuantas marcas de vela, Ephiny tenía bajo sus pies un camino desgastado, se movía de un lado para otro, esperando noticias de Xena o de alguna Amazona que supiera su paradero, incluso esperaba con todo corazón que las diosas la encontraran, algo en su interior se temía lo peor. Ordenó que le trajeran a Joxer, que al parecer por un error le habían castigado en las celdas por observar a las mujeres que se estaban bañando en el riachuelo, cuando entró en la cabaña real solamente vio a Ephiny escribiendo en una mesa un pergamino.

- Eres el único que puede salvar todo esto. Te libero, busca a Xena y entrégale este pergamino.

Joxer no entendía nada, pero no dudo nada, pues se subió en un caballo y cabalgó sin parar, solo sabia que Gabrielle necesitaba el regreso de Xena y lo antes posible, era cuestión de vida o muerte. Tenía una corazonada y casualmente siguió el mismo camino que la guerrera.

Cada diosa iba apareciendo. Artemisa había estado en el sur, por las villas y las aldeas, pero nada, era como si no la hubieran visto en años. Atenea pensó en el pasado de la guerrera, lo que normalmente hacia, tabernas y tugurios de mala muerte, donde se pasaba todo el día o noche bebiendo sin parar, pero nada, era como si se la hubiera tragado la tierra, como si hubiera desaparecido por arte de magia.

Afrodita se preocupó más cuando solamente escuchó el último pensamiento de Xena. Después nada de nada.

----------Xena--------
Soy estúpida, como he podido pensar que una niña estuviera enamorada de mi o que sintiera amor por mí. Ella no me ama, no le gustan mis besos, piensa que no puedo ser delicada con ella. Lo he intentando todo Gabrielle, he tratado de hacerte ver lo que me haces sentir, pero ya no más. ¡¡¡Me oyes!!! nunca más volveré a caer en el amor.

Después de eso nada en absoluto, Xena había desaparecido por completo, Afrodita estaba desconcertada, no sabía como era posible, incluso llegó a pensar que quizás Xena había cometido alguna locura. Porque a su razón solo había dos opciones, la primera que se hubiera matado o muerto de cualquier forma y la segunda era que algún dios la había ayudado a desaparecer. Pero la segunda opción era imposible como la primera. Atenea antes de ir junto a ellas rebuscó el mismo Tártaro para ver si Xena estaba escondida ahí. Solamente debían esperar a que Xena diera señales de vida, Gabrielle había caído en un sueño profundo que nadie salvo una guerrera tozuda podría solucionar todo este embrollo. Pero la morena solamente quería desahogarse con la única persona que no podría matar y aguantaría sus golpes sin más.

Continuará...


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