"Estamos en un claro del bosque. Ya hemos cenado...
Todo se dibuja apacible a nuestro alrededor. Gaby se encuentra junto a la hoguera, como
en estas últimas noches solo mira las llamas, no escribe, lleva así pensativa varios
días. Más concretamente desde que visitamos la aldea en la que se hallaba aquel profeta
que hablaba en la plaza. Habíamos ido allí para abastecernos de provisiones. Desde el
primer momento le llamó la atención aquel hombre, así que decidí ir yo a comprar
mientras ella se quedaba escuchándolo. Después la recogí y seguimos camino.
A partir de ahí su actitud ha cambiado, no parece ella, apenas articula palabra y
rehuye mi contacto. No se que dijo aquel tipo, pero como me llamo Xena que voy a
averiguarlo."
*****
"No se que pensar, las ideas rebotan una y otra vez en mi mente. No logro aclarar mis
pensamientos. Supongo que sería mejor que se lo comentará a Xena, ella siempre me hace
ver las cosas desde distintos ángulos. Aunque no se como se tomará esto. Se que ha
notado mi distanciamiento, y me va a tomar por loca como le diga que me estoy planteando
la idea de retirarme y llevar una vida de castidad... quizá sea lo mejor... según aquel
hombre... nosotras... no deberíamos... pero la verdad es que... yo lo siento así... ¡ah!
no logro aclararme. Le voy a coment..."
- Gab, ¿puedo hablar contigo? Necesito preguntarte algo.-
- Claro Xena, ¿de qué se trata?-
"Me siento a su lado y me dispongo a hablarle."
- Gaby el otro día cuando estuvimos en la aldea, ¿de qué hablaba aquel hombre de la
plaza? Me quedé con ganas de saber que decía.-
- Si, precisamente yo quería... hablarte de eso. Pues... verás. Su doctrina era muy
parecida a la de los seguidores de Eli. Lo que pasa es que para él su profeta era un
hombre llamado Jesús, que por lo visto era hijo de un Dios único.-
- ¿Cómo Dajah?- A Xena se le abrieron los ojos al máximo.
- No, no, para nada. Este Dios según aquel profeta es todo amor, de hecho envió a su
hijo a la tierra para que enseñara a la gente el camino que debían seguir. Su mandato
mas importante era que debían amarse unos a otros como el los amaba. El no rechazaba a
nadie y hacia cosas buenas por la gente. Precisamente murió y entregó su vida para
salvar a todos los hombres. Lo crucificaron.-
- Romanos ¿verdad? ¡Puaj!-
Sus ojos se quedaron mirando el fuego trayéndole recuerdos nada gratos.
- Si.-
Xena sabía que tenía que haber algo mas. Una doctrina así no hace daño a nadie. Pero su
compañera no estaba así por algo como eso, de hecho, esa manera de vivir, era algo que
Gaby intentaba practicar desde siempre.
- ¿Y?...-
Su mano entrelazó la de su compañera y su rostro volteó hacia el de ella para perderse
en un mar verde-azulado.
- ¡Ah! Verás, hubo una parte en la que el habló de cómo debería comportarse la gente y
como debían ser la uniones entre personas. Xena, dijo que las uniones entre mujeres o
entre hombres estaban condenadas. Que eran antinaturales. Que la gente que sentía así
no eran normales. Que debían seguir una vida de castidad, para que fuesen aceptadas.-
El agobio en su voz se hizo patente en todo su rostro.
- ¿Y eso lo había dicho su Dios?-
Xena empezaba a notar como cada parte de su cuerpo empezaba a tensarse. Nunca le había
gustado el daño gratuito que hacían comentarios de esa clase.
- No, es que su doctrina después de la muerte de Jesús había seguido ampliándose con los
que se suponían sucesores de él.-
- Ahora entiendo todo.-
Sus hombros y su cara se destensaron hasta recuperar un semblante relajado pero serio.
Gabrielle se quedó mirando a Xena por unos instantes como si no pudiese ver mas allá
del rostro de su compañera, y como si esa cabeza que solo se hallaba a centímetros de
ella tuviese la llave que haría desaparecer esa incertidumbre que tenía en su interior.
- Hoy voy a ser yo la bardo y quiero que escuches esto atentamente.- Gaby centro toda
su atención en su compañera. Sabía que guardaba mucha sabiduría dentro. Tanto por todo
lo vivido, como por su inteligencia en si. Era persona de pocas palabras pero cuando
hablaba era digna de ser escuchada. Ella nunca hablaba por hablar.- Te voy a contar una
historia que oí hace tiempo...-
En una pequeña aldea un hombre trabajador y bonachón llegaba a casa todos los días
por la mañana temprano después de haber realizado la primera jornada de trabajo en el
cultivo de su campo.
A su llegada se encontraba a su esposa preparando el desayuno. La mujer tenía la
costumbre de mirar por la ventana y observar antes de sentarse con él a desayunar.
Segundos después siempre le comentaba a su marido. "¡Hay que ver! Esa mujer siempre
tiende la ropa sucia. Como puede ser que no lave en condiciones. Parece mentira que no
hay una vez que lo haga bien. Seguro que todo lo hace igual. Su marido debería
abandonarla. Como puede no saber hacer algo tan sencillo. Es una guarra", Y así una y
otra vez volvía a repetirle a su marido toda la sarta de especulaciones sacadas solo de
la vista de la ropa de su vecina.
Hasta que una mañana al levantarse e irse como siempre a tomar el desayuno, vio que su
marido ya estaba esperando en la mesa. Miró como tantos días hacia la ventana lista para
soltar su retahíla de insultos y se dio cuanta de que su vecina tenía la ropa limpia.
Miró a su marido y le dijo: "¡Por fin!, es la primera vez que le veo la ropa en
condiciones". A lo que su marido recostado en el espaldar de su silla y muy
tranquilamente le espetó: "Te equivocas cariño. La diferencia de hoy con ayer, no es que
la vecina haya lavado su ropa de otra manera, si no que yo, he limpiado los cristales de
nuestra ventana, que era lo que te hacia parecer que su ropa estuviese sucia. Si te
hubieses molestado, una sola vez, en mirar de cerca, hubieras sabido que no era ella la
que hacia las cosas mal".
- Es así Gabrielle, la gente nos juzga sin saber realmente como somos y como sentimos,
no se molestan en pensar, solo miran de lejos y su mente llena de suciedad hace el
resto. Prejuzgan sin conocernos.
Si miraran bien, verían que entre nosotras existe amor, respeto, confianza y miles de
cosas más, que ya quisieran ellos tener en sus vidas.
Su odio y repulsa nacen de su desconocimiento y su desdén.
Así que si realmente sientes que debes llevar una vida de castidad y retiro, adelante,
yo respetaré tu decisión. Pero si es por lo que puedan pensar gente que no se molestó
en conocernos, creo que te estas equivocando.
Ellos no te van a hacer feliz. Solo critican sin saber. Dejándose llevar por unas reglas
absurdas, que si se molestaran en razonarlas, no se atreverían ni a abrir la boca.
Y que además no creo que vengan de ese Dios que me has hablado. Su hijo predicaba amor
y el amor no tiene límites. Son ellos los que como hombres se lo están poniendo.
Predican una cosa pero hacen otra. Su corazón suele estar lleno de barreras, prejuicios
y limitaciones.
¿Quién se equivoca?, ¿su Dios o ellos?. Por lo que me has contado, se supone que Jesús
no rechazaba a nadie y que todos eran bien acogidos en su seno. Por lo tanto no creo que
sea él quien esté en contra de nosotras. Si no mas bien los que se dicen poseedores de
la verdad.
Un rubí puede ser muy puro y cristalino, pero cuando pasa de mano en mano se va
ensuciando. Habrá algunos de ellos que lo conserve mejor, pero también habrá quien lo
utilice en su beneficio.
En cuanto a la antinaturalidad, ¡Nosotras nacimos así! ¡La naturaleza nos hizo así! Lo
antinatural sería querer ser de otra forma o sentir de otra manera que no es la nuestra.
Si tienes dudas, pregúntale a tu corazón. Es la mejor brújula.
Tú decides...-
Gabrielle por unos instantes levantó la vista al cielo cuajado de estrellas. Guiño el
ojo derecho como si alguien pudiese verla y resueltamente volvió la cara hacia Xena
esbozando una sonrisa pícara.
- Que limpien ellos sus cristales. A mi vida no le hacen falta cambios. Estoy con la
mujer que amo y me siento completa y feliz. ¿Quién podría pedir mas?...-
Los dos rostros se acercaron lentamente hasta fundirse en un beso cálido y profundo, que
no hacia si no confirmar el amor que sentían y el primer paso para lo que vendría luego.
(Pero eso es otra historia y hoy toca intimidad para las chicas jeje)
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Nota de la autora:
Siempre he dicho, que bastante suerte es encontrar en este mundo alguien a quien amar y
que te ame, para que vengan unos extraños a decirte que eso no puede ser. Nosotras
intentamos no hacerle daño a nadie. Solo pedimos que no nos lo hagan a nosotras y que
nos traten como lo que somos "PERSONAS". El amor es uno de los dones mas preciados. Si
no crees en ti misma ¿quién creerá en ti?