2253 A.D.
La elegida de la emperatriz y por lo regular la favorita de sus sirvientes entró al
cuarto rápidamente con la cabeza baja. -¿Sí, mi emperatriz?
La enfadada mujer se quitó su chaqueta, arrojándola a través de la habitación, tomando
a la pelirroja de los brazos y jalándola hasta casi un centímetro de su cara.
-¿Dónde estabas esta noche? -espetó apretándola más fuerte.
-Yo, yo no me sentía bien mi emperatriz.
-¿Y tu malestar fue la razón por la cual no bajaste a cenar esta noche?
La mujer parpadeó, tratando de no dejar correr las lágrimas que se formaban en sus ojos
azules-. Perdóneme emperatriz. Pensé que no me hubiera querido allí, si iba a dar una
mala impresión a sus huéspedes.
-Lo que hiciste fue hacerme quedar mal frente a mis huéspedes. Pareció que no tengo
control sobre mi propia casa. Y si me veo débil en mi propia casa, te puedes imaginar
que pensarán de cómo controlo mi reino.
-Perdóneme mi emperatriz. ¿Qué puedo hacer para remediarlo? ¿Para reparar mi
indiscreción?
-Oh, ya me he encargado de eso. Tuve que azotar a Raj por tu indiscreción. -La
emperatriz alzó una ceja oscura, mirando la sangre resbalar por la cara de Dazell-. Lo
entiendes. -Dejó ir a la sirvienta y se quitó el cinturón, mientras empezaba a
desabrochar su blusa-. Conoces mis reglas, Dazell. Me fallaste, tu hijo pagó el precio.
La emperatriz continúo cambiándose la ropa de la cena por un atuendo de noche. Dazell
se quedó parada, temblando y tratando desesperadamente de no llorar al pensar que su
hijo fue azotado por su error. La emperatriz volteó hacia su esclava.
-Anda, vete antes de que empieces a llorar. No creo que pueda aguantar tus lágrimas
esta noche. Me temo que tendría que matar a alguien.
Dazell se inclinó profundamente y dejó a la emperatriz lo más rápido posible. Necesitaba
encontrar a su hijo y ver cuan lastimado estaba.
*****
Entró en sus habitaciones para encontrar a Raj atendiendo un corte en su hombro.
-Estoy bien -dijo incluso antes de que ella pudiera cruzar el cuarto-, fue mucho más
gentil de lo que se podía esperar.
-Lo siento mucho.
-Es el riesgo que asumimos, mamá. -Se puso una venda sobre la cortada en el hombro-.
¿Te lastimó?
-No, no me tocó. Hasta me dejó venir a verte.
-Se está poniendo peor. Ya sabes que planea una guerra que dejará millones de muertos.
-Eso es lo que ella hace Raj, conquistar y matar.
-Lo sé. Parece que yo seré uno de los primeros en salir en la próxima misión.
-Oh Dios. -Dazell se escurrió en una silla cercana como si se hubiera quedado sin huesos-.
Raj, probablemente te pueda conseguir turno de guardia en el palacio.
-¿A que precio? ¿Tu propia vida, tu alma? No lo permitiré, madre.
-Raj, yo puedo...
El joven cruzó la habitación hasta ponerse de rodillas frente a su madre. -No. Yo
cumpliré con mis obligaciones, no permitiré que hagas algo tan ridículo.
-Tenemos una relación "difícil", pero estoy segura de que podré...
-Madre, por favor, detente.
Las lágrimas llenaron sus ojos mientras acariciaba la mejilla de su hijo. -Te amo Raj.
Eres todo lo que tengo en ésta miserable vida. No quiero perderte.
-No lo harás. Regresaré a casa. Te lo prometo.
*****
Luego de que Raj se retirara a su propia habitación, Dazell decidió arriesgarse y salir
a caminar para tomar aire puro. Por orden de la emperatriz nadie estaba autorizado a
salir del palacio por la noche, pero ella esperaba que los guardias la reconocieran, no
sólo como la favorita de la emperatriz, sino también como la madre de Raj, y la dejaran
dar su paseo.
Ella fue hacia el arroyo donde había pasado muchas horas felices cuando Raj era un niño.
La emperatriz les había dado más libertad hasta antes de que Raj se convirtiera en un
hombre. Una vez que aquello sucedió, pareció como si ella se hubiese vuelto aún más
oscura y ellos se encontraron totalmente a su merced.
Dazell se sentó bajo un árbol y miró a las estrellas, preguntándose cómo tantas cosas
podían ir tan mal. La emperatriz parecía que se cerraba más y más cada año que pasaba,
esperando únicamente ir a la guerra y matar a todos aquellos que consideraba sus enemigos.
Últimamente, consideraba a todos sus enemigos. El ministro de la guerra había sacado
recientemente los datos que indicaban la responsabilidad de la emperatriz en por lo
menos cincuenta millones de muertes, y esos datos subían diariamente.
Ella suspiró y arrancó un manojo de hierba del suelo. -¿Qué es lo que hace a una
persona tan malvada?
-Una equivocación cometida hace varios miles de años.
Dazell se viró para encontrarse con una figura cubierta con un manto, parada detrás de
ella. Se levantó y comenzó a retroceder.
-No te haré daño.
-¿Quién eres tú?
-Eso no importa. Lo que importa es la situación en la que estás ahora. ¿Quieres salir
de ella?
Dazell sacudió su cabeza. -No, es un truco. Estás aquí para...
-¿Ponerte una trampa? No estoy aquí para eso, te lo prometo. Estoy aquí para ayudarte,
si es que lo quieres.
-No me has enseñado ni tu rostro. ¿Cómo se supone que debo confiar en ti?
Se retiró la capucha y Dazell se quedó contemplándola, sus ojos reflejaban la mirada de
una mujer que parecía cargarcon toda la eternidad sobre sus hombros.
-¿Está mejor así?
-¿Quién eres?
-Una muy vieja amiga.
-Yo no tengo ninguna vieja amiga.
-La tienes, sólo que no lo sabes. -La mujer señaló hacia el sitio del cual Dazell se
había levantado-. Por favor, déjame tratar de explicártelo. No estoy aquí para hacerte
daño.
Dazell miró a su alrededor, preguntándose si los guardias vendrían por ella, y decidió
que tenía poco que perder, se sentó nuevamente. La mujer con el cabello rubio y la
misteriosa aura, se le unió.
-Dime Dazell, ¿crees en el amor?
La mujer tragó fuerte y asintió. -O por lo menos lo creía.
-¿Quieres saber cómo la emperatriz llegó a ser como es y qué puedes hacer para ayudarla?
-Sí.
-¿La amas?
-Sí. -Las lágrimas cayeron a la vez que ella se cubría su cara con las manos-. Dios me
ayude, sí la amo.
-Por eso estoy aquí. Tengo una historia que contarte.
-¿Eso me servirá para entenderla y poder ayudarla?
-Afortunadamente sí. -La mujer se despojó de su capa- Tómala. Hace frío. Te mantendrá
caliente.
-¿Y tú?
-No me preocupa. ¿Conoces la historia?
-Sí. La emperatriz se aseguró de que estuviera bien educada.
-¿Conoces la vieja mitología?
-¿Grecia, Roma, múltiples dioses?
-Ésa es la entrada. La historia empieza con los dioses y dos mujeres especiales.
*****
Dazell miró fijamente a la mujer que la observó con cautela. -Piensas que estoy loca,
¿verdad?
-Es sólo que no puedo entender por qué esperas que me crea esa historia. -Dazell se
abrigó con la capa apretándola fuerte alrededor de su cuerpo, encontrándola muy caliente
y confortable, y notando un sentimiento familiar en ello, incluso sin que ella nunca
hubiera llevado puesto nada como esto antes.
-Porque cada palabra es verdadera.
-Entonces dime que les ocurrió a estas Xena y Gabrielle.
-Oh, lo haré, porque verás que esto es lo más importante de la historia entera. Después
de que Gabrielle destruyera el telar del destino, puso realmente a los seres humanos en
sus propios caminos. Cada camino tiene varias confluencias a su vez y torcerlo llevaría
a un camino equivocado, podría ser...
-¿Devastador?
-No tienes ni idea. No solo devastador para esa vida sino para todas las otras
que la siguen.
-No entiendo.
-Sabes que Xena hizo un sacrificio y forzó a Gabrielle a hacer uno también. Xena murió
por las almas de las cuales ella se sintió responsable en algún nivel.
-¿No lo era?
-No, no realmente. No en el amplio esquema de las cosas. En el gran conjunto de las
cosas ella era sólo responsable de dos personas y les falló a ambas.
-¿A ella misma y a Gabrielle?
-Sí.
-¿Pero cómo falló a Gabrielle?
-Gabrielle fue abandonada para encontrar su propio camino en el mundo. Un mundo que
había sido cambiado y un mundo donde ella no era "la guerrera", un camino que Gabrielle
nunca debió haber seguido. Porque de ese "cambio" la energía de Gabrielle ha sido
condenada a regresar como la guerrera y la energía de Xena ha sido cambiada para volver
como pacificadora.
-¿Estás diciendo, que yo era Xena y la emperatriz Gabrielle?
-Eso es exactamente lo que estoy diciendo. Verás, por hacer este cambio, Xena está
condenando sus energías a una eternidad de tortura. Pero esto debe pararse aquí y ahora
y esto debes pararlo tú. Si no se hace, la emperatriz realmente destruirá el mundo.
-¿Cómo?
-Necesitas volver al primer error y corregirlo. Debes dejar que Gabrielle resucite a
Xena. Si no lo haces, te reencarnarás muchas veces, de muchas formas. Siempre equivocadas.
Si corriges el error, entonces te reencarnarás en otro camino. Un camino que incluye muy
buenas encarnaciones como Melinda Pappas y Janice Covington y muchas otras.
-¿Cómo es posible que pueda volver sobre tantas generaciones y hacerlo?
-Puedo enviarte allí. Una vez estés ahí sabrás lo que debes hacer.
-¿Y qué hay de mi vida aquí?
-Cambiará. Será diferente, ¿pero puede realmente ser peor?
-No.
-Así que, ¿lo harás?
-¿Quién eres?
-Si regresas, te será obvio saber quien soy.
-No sé si pueda hacerlo. ¿Qué pasará con Raj?
-Es posible que tu hijo deje de existir. Sin embargo, será como si nunca hubiera nacido,
en lugar de permanecer aquí y morir en el campo de batalla de la emperatriz.
-Sí, lo haré -asintió Dazell.
-Bien. -La mujer se levantó y ofreció su mano-. Tómala, está bien.
*****
Justo cuando Gabrielle estaba a punto de volcar la urna, sintió la mano de Xena sobre
la suya. Mirando hacia atrás, sonrió al hacerlo su compañera y juntas dejaron caer las
cenizas en el agua. Xena aspiró aire con fuerza mientras su forma volvía a ser sólida.
Cayó al piso y Gabrielle apareció a su lado sosteniendo su cabeza sobre el regazo.
-Te amo Xena.
-Y yo a ti Gabrielle. Ahora todo saldrá bien. -Sus ojos azules se cerraron y tuvo la
sensación de estar flotando.
*****
Dazell abrió los ojos. Estaba acostada sobre una cama suave, una ligera brisa le
acariciaba la piel. Dos pares de ojos preocupados la observaban, uno azul igual al suyo
y otro verde y lloroso.
-Dazell, mi amor. ¿Te encuentras bien?
-¿Qué sucedió?
Raj tomó la mano de su madre.
-Kaylyn y yo estábamos ejercitando a los nuevos caballos cuando te encontramos en la
pradera. Has tenido fiebre durante dos días.
La mujer que Dazell conocía como la emperatriz, quien nunca permitió que su nombre
fuera utilizado, se inclinó sobre ella y le dio un beso en la frente.
-Nos alegra mucho que estés de regreso.
-A mí también -murmuró, preguntándose si tendría fuerza para indagar, pero decidió que
tenía que hacerlo para ver si había otras diferencias en su nuevo mundo.
Kaylyn la ayudó a sentarse pero continuó sosteniéndola cerca de sí y acarició sus brazos
gentilmente.
-¿Te encuentras bien?
-Eso creo. -Dazell vio que, en lugar del palacio, se encontraban en una modesta casa
llena de luz solar y objetos que la decoraban mostrando que la casa estaba llena de
amor-. Me gustaría tomar un poco de aire.
-Yo te llevo -Kaylyn la ayudó a levantarse y a caminar hacia el porche.
Dazell sonrió al ver la granja y la cómoda vida que se le había aparecido. Estaba
mirando la tierra a lo lejos cuando la mujer del arroyo apareció ante ella.
-Felicitaciones Dazell. Lo lograste.
-¿Afrodita? -murmuró.
-La misma. Tenía que regresar. Tenía que ayudar. En cada vida podía sentir como moría
el amor. Vosotras estábais muriendo, yo estaba muriendo. Gracias por arreglarlo.
Dazell se hundió en los amantes brazos de Kaylyn y suspiró.
-El placer fue mío.
FIN