Era un día cálido y lleno de vida. Las rosas parecían bailar, movidas por la
refrescante brisa veraniega. Los árboles, robustos y grandes, parecían ansiosos de
querer dar sombra a todo viajero que se lo propusiese. Incluso el prado, maltratado aún
por las constantes tormentas que sufrió en el invierno, se abría a través de un camino
bien elaborado, lo que daba una imagen de hermosura y esplendor a los ojos de cualquier
viajero peregrino.
- Xena, ¡ésto es algo hermoso! -exclamó Gabrielle, mirando a su alrededor sin perder
detalle.
- Ajá... -Respondió Xena, mirando el rostro sonriente de Gabrielle, completamente
inconsciente de lo que la rubia acababa de decir.
- Xena ¿qué te sucede? ¡No me estás prestando atención!
- Sí lo estoy haciendo -Apuntó Xena, quitando al fin la mirada de Gabrielle.
- Bueno, en fin ¿hacia dónde nos dirigimos? -Preguntó la bardo sacando sus sais y
empezando a luchar con un enemigo imaginario, sin dejar de caminar.
- De hecho, no tengo ningún lugar en especial. Sólo creí que te agradaría venir por
este camino lleno de vida.
- ¿En serio? -Preguntó Gabrielle con una brillante sonrisa- gracias por pensar en mí,
entonces.
- ¡Pero si siempre lo hago!
- ¿Qué? -Preguntó Gabby- ¿de verdad?
- Sí... digo no... si... no... no en esa forma... ya sabes... me preocupo por ti... y...
y... eso pues...
- Xena ¿soy yo o te has sonrojado? -Preguntó Gabby con una sonrisa pícara- ja ja ja...
de acuerdo, amiga, no te me pongas sentimental, ya sé que te preocupas por mí, me lo
has demostrado muchas veces -Enfatizó Gabby, adelantándose con paso rápido y siguiendo
su práctica con los sais.
Xena, que se había quedado atrás con Argo II, se quedó mirándola un breve momento.
- Claro... amiga... -susurró en tono melancólico.
*****
- ¿Segura que quieres acampar? -Preguntó Xena, bastante sorprendida- Creí que querrías
ir a una posada.
- Es que este lugar es hermoso Xena -Explicó la bardo, mirando el sol ocultarse-
últimamente hemos estado acampando en bosques y éste parece más un prado, o algo así.
¡Mira ese lago! Por la noche, la luna se verá reflejada en él. Será algo tan bello...
- Ajá -Dijo Xena mirando de nuevo a Gabrielle fijamente. ¿Por qué siempre le tenía que
pasar eso? Siempre que Gabrielle le hablaba, ella empezaba a mirarla con detenimiento,
cada facción de su rostro, era... ¿qué era?
- Xena...
- ¿Ah? -Preguntó Xena, saliendo del portal de sus pensamientos.
- ¡No me estás prestando atención de nuevo!
- Sí lo estoy haciendo, Gabrielle.
- No, no lo estás haciendo... -Respondió Gabrielle, de manera desafiante.
- ¿Me estás retando, bardo?
- Sí, lo estoy haciendo -Respondió la bardo, muy segura de su respuesta.
Se miraron un breve momento. De pronto, Xena sacó su espada ágilmente y Gabrielle lo
mismo con sus sais. Y, tras otro breve momento de intercambio de miradas, se lanzaron
una sobre la otra en una amena y placentera pelea de entrenamiento.
Gabrielle se había vuelto muy buena con sus sais y esquivaba cuánto golpe se le cruzaba
en el camino. Por su lado, Xena parecía estar disfrutando mucho la sesión de
entrenamiento y cada vez se lo ponía más difícil a su joven aprendiz.
El momento se retrasó un par de minutos más, hasta que Xena al fin encontró la
oportunidad y derribó a Gabrielle, tomándole de la cintura antes de que cayera de
espaldas al suelo. Se arrodilló lentamente aún sosteniendo a Gabrielle con su brazo
derecho, de modo que la bardo quedó finalmente recostada sobre el suelo. Entonces, Xena
puso sus dedos sobre su cuello, simulando "querer" ponerle los puntos de presión.
- ¿Ves? ¿quién ganó ahora ?
- Ja ja ja... eres inigualable Xena, me alegra que seas mi maestra -exclamó la bardo
sin el menor temor- sin embargo, debes admitir que di una buena pelea.
- Sí, en realidad lo... hiciste...
- No, no ahora, de nuevo la estoy mirando como una estúpida, ¿qué hago? -Pensó Xena,
bajando su mirada de los ojos de Gabby a sus labios. Aún sostenía su cintura con su
brazo derecho, y sentía como su pulso comenzaba a acelerarse a costa de eso.
- Xena... -Empezó a decir Gabby, mirando a Xena extrañada. ¿Por qué su amiga la estaba
mirando así?
- ¡Maldición! ¿Qué rayos me está pasando? ¡¡Ella es mi amiga!! -Pensó Xena.
Se levantó, fue directamente a sus mantas y se metió en ellas ante la sorpresa de Gab,
que seguía recostada en el suelo preguntándose qué podría pasarle a Xena.
- Xena, ¿deseas decirme algo? -Preguntó la bardo al acercarse y ponerse frente a ella-
y no te hagas la que está durmiendo, sé que no lo estás.
- ¿Qué me podría suceder, Gabrielle? -Preguntó Xena, abriendo los ojos para mirarla.
- De nuevo, esos ojos, esos labios... ¡maldición! ¿Cómo te puedo explicar algo que yo
tampoco entiendo? -Pensó Xena.
- Dime TÚ qué te sucede, Xena. Desde que regresamos del palacio de Odin dejando la
sortija, estás actuando muy extraño, me preocupas -Apuntó Gabby, mirando fijamente a su
amiga- ¿me estás ocultando algo Xena? ¿Te sucede algo que no me has contado? Dímelo,
sabes que soy tu amiga, te comprenderé sea lo que sea.
- Yo... necesito dormir, Gabrielle. Hablaremos por la mañana -Concluyó Xena, evitando
mirar a Gabby.
- De acuerdo, Xena. Pero si tienes algún problema... por más mínimo que sea... desearía
poder ayudarte, lo sabes.
- Lo sé... gracias... -Susurró Xena, empezando a cerrar los ojos.
- Pon tu confianza en mí, amiga, te amo -Concluyó Gabrielle, acariciando el rostro de
su amiga y marchándose hacia su propia manta.
Estas palabras abrieron los ojos de Xena de golpe. Tragó saliva. Sintió como su corazón
comenzaba a latir fuerte, de una manera sobrenatural. Sintió como se sonrojaba y
comenzaba a temblar.
- Por todos los dioses del Olimpo ¿qué rayos me está sucediendo? ¡Sólo dijo que me
amaba! Y no es la primera vez... incluso yo se lo he dicho muchas veces -Pensó Xena,
luchando por salir de su confusión.
Luego de un par de horas de meditación al fin se quedó dormida.
*****
¡Te... te amo, Gabrielle! -Susurraba Xena entre sueños- ¡¡¡TE AMO!!! -gritó al fin,
levantándose de golpe.
- ¿A quién amas, Xena? -Preguntó Gabby, con una sonrisa pícara, había estado paseando
cuando escuchó la última frase de Xena.
- ¿Yo? ¡A nadie! -Respondió Xena con una sonrisa nerviosa.
- Oh, vamos, que te escuché decir que amabas a alguien. A mí no me engañas, Princesa
Guerrera. Seguro que estabas soñando con esa persona. Debió ser un sueño agradable, para
que te hayas levantado tarde... no es tu costumbre. A ver, dime, seguro que por él te
has estado comportando rara, ¿quién es?
- Yo... no...lo recuerdo, Gabrielle. No suelo recordar mis sueños.
- Oh, vamos Xena. ¿Quién es el galán? -Preguntó Gabby, con curiosidad- sé que estás
enamorada, antes lo sospechaba, pero ahora estoy segura. ¿Quién es él?
- ¿Por qué cree que estoy enamorada de un hombre? -Pensó Xena.
- Lamento decepcionarte Gabrielle -Dijo Xena, levantándose y empezando a levantar el
campamento- pero no hay ningún chico del cual esté enamorada. Ahora, ayúdame a levantar
el campamento.
- Algún día lo descubriré, Princesa Guerrera. No eres buena para ocultarme algo,
decididamente, no es una de tus muchas habilidades. ¿Verdad Argo? -preguntó a la yegua
que pastaba cerca de ellas.
Argo II mostró su acuerdo con un relincho.
- Empaca, Gabrielle.
*****
Xena se la pasó pensando todo el camino en su sueño. No lo recordaba muy bien, ya que
la sorpresa y la repentina avalancha de preguntas de Gabrielle habían tomado toda su
atención. Sólo recordaba que Gabrielle era parte de él y que estaban conversando, pero...
algo pasó después, algo que no lograba recordar. No era la primera vez que soñaba con
Gab, de hecho, cada vez aparecía más a menudo en sus sueños.
Ambas seguían caminando en silencio, Gabrielle miraba a Xena como pidiéndole una
respuesta a lo que sucedía. Sin embargo, Xena seguía concentrada en tratar de recordar
aquél sueño extraño. De repente, mientras caminaban, Xena tropezó con una piedra, pero
gracias a sus habilidades rápidamente recuperó el equilibrio.
Gabrielle se quedó con la boca abierta.
- Xena -Dijo con una sonrisa- sí que Cupido te dio en el blanco. ¡Pero mira qué
distraída andas! Si antes no estaba muy convencida al respecto, ¡¡ahora!! Ahora estoy
mucho más que convencida. ¡¡Estás enamorada!!
- Gabrielle, eso no es verdad, sólo perdí la concentración un breve, pero MUY breve
momento -Apuntó Xena, sorprendiéndose también de sí misma.
- Pero ¿qué rayos me está pasando? ¡Nunca antes me había pasado ésto! En todos mis años
de guerrera, jamás me había pasado que casi caigo al piso por una distracción simple -
Pensó.
- Ya pues, Xena, dime quién es -Insistió Gabby poniendo la expresión más angelical que
Xena había visto en su vida.
- ¿Ah? -Preguntó Xena mirándola nerviosamente.
- ¡Xena, ésto es inútil! Estás tan distraída que no me puedes prestar atención ni un
solo momento -Reclamó Gabby- Pero bueno, si no deseas decirme es tu decisión, lo
comprendo. Mejor... Mm... cambiemos de tema ¿A dónde nos dirigimos?
- Gabrielle, no te enojes, discúlpame es que últimamente...
- No te preocupes, Xena -la tranquilizó la bardo con su natural prudencia- No me
expliques si no deseas, no soy nadie para obligarte. Ahora contesta mi pregunta ¿Hacia
dónde nos dirigimos?
Xena la miró dulcemente.
- Nos dirigimos a un pueblo bastante conocido. Te darás cuenta de cual se trata apenas
lleguemos. El único problema es que tomará un día más llegar ahí. Montaríamos sobre
Argo...
La yegua que había estado siguiendo a Xena fielmente, se detuvo de manera súbita.
- ... Pero está muy cansada -concluyó Xena- y no la quiero forzar.
- Muy amable de tu parte Xena, te ablandas con los años -Expresó Gabrielle en broma.
- Muy graciosa.
*****
Caminaron un buen tramo de camino, hasta que el ocaso llegó y decidieron empezar a
instalar el campamento. La noche amenazaba con acercarse rápidamente, cuando al fin
terminaron de instalarlo. Gabrielle se sentó sobre su manta, recostada sobre un tronco,
abrió un pergamino y comenzó a escribir. Xena por otro lado, sacó su espada y a la luz
del fuego comenzó a afilarla. De manera desesperadamente disimulada, comenzó a mirar a
su pequeña amiga.
- Es... hermosa... -pensó Xena- ... es... una gran amiga -se repitió sin convencerse del
todo de esa palabra.
- Últimamente Xena se ha estado comportando muy extraño -comenzó a escribir la
bardo en su diario- Anda como distraída, duerme más de lo normal, una que otra vez
he notado que suspira e incluso ¡se tropezó cuando caminábamos! Me parece muy raro en
ella, y temo que le esté sucediendo algo malo, y que no quiera decírmelo para no
preocuparme...
Gabby levantó la vista al notar la mirada furtiva de Xena.
- ¿Sucede algo? -Preguntó con una sonrisa.
- No, nada -Respondió Xena, fijando su mirada en su espada rápidamente.
- He pensado que quizá esté enamorada, esos son los primeros signos de un
enamoramiento, o al menos eso creo. No he sentido amor desde que Pérdicas murió y ya
estoy empezando a olvidar la sensación de bienestar. Si es que está enamorada, quizá no
quiere decírmelo por miedo a dejarme sola o algo, como yo temía cuando me casé con
Pérdicas y tuve que decírselo. Si tan solo supiera que deseo verla feliz. Para mí ella
lo es todo. La amo mucho, es una amiga excepcional -Gabby concluyó su escritura con
una sonrisa.
- Eres mi mejor amiga, Xena. Hemos pasado por tanto... aunque, seguro no fue suficiente
como para que pongas más confianza en mí -Se reprochó Gabby para sí, borrando la
sonrisa de su rostro.
- Creo que ya debemos dormir -Sugirió Gab, pero al alzar la vista notó que había sido
observada por lo que prometía haber sido un largo tiempo- ¿Sucede algo?
Xena se sonrojó por haber sido descubierta, y bajó la mirada.
- No, tienes razón, es hora de dormir.
*****
Esa noche fue difícil para ambas. Una pensaba en lo que podía estarle pasando a su
amiga, y la otra pensaba en qué podría estarle pasando a ella misma. Al despertar, el
sol resplandecía con todo su esplendor.
- Buenos días, dormilona -La despertó Gabrielle con una sonrisa- ven a tomar el
desayuno.
Xena se quedó momentáneamente hipnotizada con la mirada de su amiga, pero pronto se
recuperó y se levantó.
- Ha sido una noche larga -Comentó bostezando.
- Sí, y al parecer fue aún más larga para ti. Te has levantado tarde, Princesa Guerrera.
Con quién habrás estado soñando.
- Gabrielle, ya te dije que no estoy enamorada de nadie.
- No mientas, guerrera, se te ve en esos hermosos ojitos azules. Confiésalo.
- Gabrielle, no me retes.
- ¿Y qué pasa si lo hago?
Xena levantó su espada del suelo. Gabrielle sacó ágilmente sus sais, y, una vez más,
empezó la sesión de entrenamiento.
Gabrielle parecía muy divertida, pero sin duda no más que Xena, que adoraba cada sesión
de entrenamiento que se le presentaba. A veces le costaba más trabajo que otras, ya que
Gabrielle era muy buena y sabía cada uno de sus movimientos. Sin embargo, eso no
quitaba que disfrutara ese habitual pasatiempo. Siguieron "luchando" hasta que en uno
de los movimientos quedaron muy cerca una de la otra.
- Xena ¡te has sonrojado!
- ¿En serio? -Preguntó Xena preocupada, tocándose el rostro.
Ante la breve distracción Gabrielle tomó ventaja.
- ¡Te tengo! -Exclamó y le propinó una llave que la derribó al suelo, pero perdió el
equilibrio y cayó sobre ella también- Mm... ya que estoy encima de ti, aprovecharé para
hacer algo que siempre quise hacer... -Dijo sonriendo.
Xena alzó una ceja y ante su atónita mirada, Gabrielle intentó hacerle cosquillas, pero
ella no le dio la satisfacción de oír su risa.
- ¡Ah, con que una chica difícil!- Expresó la bardo, pero pronto se detuvo en su
intento y empezó a mirar a Xena.
- Eres... hermosa... lo sabes ¿cierto? -Dijo mientras acariciaba el rostro de la guerrera,
que nuevamente empezaba a sentir su corazón romper su récord en rapidez de latidos.
Gabrielle poco a poco se fue acercando, hasta depositar un dulce beso sobre los labios
de la guerrera.
La guerrera se estremeció ante el contacto, a pesar del leve temblor de sus manos y los
acelerados latidos de su corazón, ella le devolvió el beso a Gabrielle. Era el beso más
dulce que jamás haya sentido, era la primera vez que se entregaba con todo su ser a un
solo beso... estaba tan lleno de... amor... ¿amor? ¡Sí, eso era, era amor!
Comenzó a besarla más apasionadamente, pero con temor a que Gabrielle se resistiera en
cualquier momento.
Gabrielle parecía corresponderle.
Xena la abrazó por la cintura, comenzó a acariciar su rostro ¡Ese bello rostro! Comenzó
a besarla y acariciarla, perdiendo poco a poco el temor. Gabrielle parecía tan frágil
en sus brazos. No quería dejar nunca de besarla. Se sentía feliz a su lado,
completamente feliz. Sin embargo, el encanto se rompió por la falta de aire, y se
quedaron mirando por un breve momento.
- Te amo -Susurró Xena. Y de nuevo, comenzó a besarla y acariciarla, pero esta vez
libremente, sus manos corrían sobre su cuerpo, y se encontraron con su top, comenzó a
desabrocharlo lentamente mientras le susurraba- Te amo, te amo tanto...
- ¡¡AHHH!!
Xena se levantó súbitamente. Aún su corazón iba a todo galope y sus manos temblaban. Su
rostro estaba ligeramente sonrojado. Su expresión mostraba claramente su asombro.
- ¿Te encuentras bien, Xena? -Preguntó Gabrielle, quien también se levantó, preocupada
por el grito de Xena.
- Sí, Gabrielle, sólo fue un sueño...
- Una pesadilla querrás decir, ya que por tu expresión...
- No te preocupes Gabrielle, vuelve a dormir, yo también lo haré -Concluyó Xena,
tapándose con sus mantas.
Gabrielle le lanzó una profunda mirada de preocupación, pero no quería molestar a Xena,
sabía que ese no era el momento para una conversación, así que decidió esperar hasta el
día siguiente. Se volvió a tapar con sus mantas.
- Ahora comprendo qué me pasa -Pensó Xena, asustándose con su conclusión- No lo noté
antes porque es la primera vez que... me sucede... pero... Gabrielle tenía tanta razón...
siempre la tuvo... yo estoy enamorada... estoy enamorada de ella, de mi mejor amiga,
¡¡de Gabrielle!!... -Terminó temblando, ¡simplemente no sabía qué hacer! en situaciones
anteriores, siempre se había enfrentado a todo tipo de seres: señores de la guerra,
dioses, titanes, cíclopes, gigantes, baqueidas... siempre se había enfrentado con el
odio y la muerte... pero nunca con el amor... el verdadero amor de pareja... y aún peor...
con un amor imposible...
Esa noche, ninguna de las dos pudo dormir.
*****
El alba las sorprendió tan sólo unas horas después de haber caído dormidas. Ambas
estaban muy consternadas con lo que había pasado la noche anterior, pero ninguna se
atrevió a hacer comentario alguno. Empacaron sus cosas, Xena tomó las riendas de Argo,
y se marcharon a iniciar otra larga caminata.
Fue Gabrielle quien decidió empezar.
- Xena ¿te sientes bien?
- ¿Por qué no habría de estarlo? -Preguntó Xena sin mirar a Gabrielle.
- Xena, ayer... si tuviste una pesadilla... esto... puedes contármela... si quieres...
si así puedo hacerte sentir mejor... ya... sabes... que odio verte sufrir... -Expresó
Gabrielle muy angustiada, sin quitar su mirada de Xena.
Xena, posó su mirada sobre el rostro Gabrielle.
- Por los dioses, como nunca me di cuenta que era tan hermosa -Pensó- Desearía
contártelo, mi pequeña, de verdad quisiera, pero...
Xena desvió súbitamente su mirada hacia el piso.
- Tengo miedo -Pensó.
- Xena... -Empezó a decir Gabrielle- quizás... ¿quisieras contármelo después? Veo que
no deseas hacerlo ahora. Yo... no entiendo qué te está pasando, estoy muy preocupada.
Pero, sabré esperar, si así lo deseas. Sólo acércate a mí cuando desees contármelo,
estaré lista para oírte. Siempre lo estoy. Sabes... que eres mi mejor amiga, te amo
mucho y sea lo que sea te sabré comprender.
- Gracias...
- No hay porqué -Respondió Gabrielle, dedicándole a Xena su mejor sonrisa- ¡Mira! ¡Ya
llegamos! Es... espera, esta aldea me parece conocida... pero... no puede ser... es...
¡sí es! -Exclamó con una enorme sonrisa- ¡Vamos Xena, apresúrate! -Terminó de decir,
apurando a Xena.
- Continúa tú, yo voy a dejar a Argo en un establo -Informó Xena, con una sonrisa- Dile
que nos vaya preparando una mesa, y... mándale mis saludos... adelantados...
- Lo haré, Xena -Exclamó Gabrielle, empezando a correr.
Xena se quedó mirando a Gabrielle correr hacia la taberna, cuando ella entró, Xena
volteó a buscar un establo.
Cuando finalmente encontró uno, dejó ahí a Argo, dio unos denarios al posadero y se
marchó a la taberna a buscar a Gabrielle. No quería estar sin ella mucho tiempo.
Cuando al fin entró a la taberna, lo primero que vio fue a Gabrielle conversando
animadamente con Virgil. Se quedó mirándolos por un momento, mientras empezaba a sentir
un deseo desconocido de querer matar a Virgil. Sin embargo, éste volteó y la saludó con
la mano.
- ¡Xena! ¡Cuánto tiempo! -Exclamó, levantándose para ir a saludarla. Le ofreció la mano.
- Hola, Virgil -Respondió Xena estrechándose de manos con el muchacho.
Pronto Gabrielle se les unió.
- ¡Me alegra tanto que Gabrielle y tú hayan visitado mi pueblo de nuevo! Ya empezaba a
extrañarlas -Virgil dijo esta última frase mirando a Gabrielle.
Xena lo notó y lamentó haber venido.
- Bueno, Virgil, necesitamos una habitación para pasar la noche. ¿Cuánto está...?
- Ni lo sueñes, Xena. Esta taberna me pertenece ¿Cómo podría cobrarle a mis amigas?
- Virgil, este es tu negocio. No me sentiría bien tomando una habitación si no he pagado
por ella.
- Pero no te preocupes...
- Virgil -Dijo Gabrielle mirándolo fijamente- Xena tiene razón, queremos pagarte como es
justo, de otra manera no nos sentiríamos bien.
- ¿Cuántos días piensan quedarse?
- Sólo hoy, para pasar la noche -Respondió Xena, sin pensarlo dos veces. Gabrielle la
miró sorprendida.
- ¿Tienen algo que hacer mañana?
- No, la verdad no.
- ¿Y pasado mañana?
- Tam... poco... -Susurró Xena, adivinando el suceso que seguiría a esas palabras.
- Entonces, mi paga será que se queden aquí por dos días -Exclamó Virgil muy animado-
si desean pueden quedarse incluso más.
- De acuerdo, Virgil -Contestó Gabby con una sonrisa, para la sorpresa de Xena- pero
esos dos días serán pagados, ésa es nuestra condición.
Virgil hizo una mueca de fastidio, que rápidamente reemplazó por una sonrisa.
- De acuerdo, dijo, la habitación está un cuarto de denario por dos noches.
- Muy gracioso -Contestó Gabrielle aún sonriendo.
*****
- Xena ¿no te parece maravilloso pasar un tiempo con Virgil? Hace mucho que no lo
veíamos -Comentó Gabby, sentada sobre su cama en la mejor habitación de la posada.
- Pues...
Xena no quería exaltarse, pero otro extraño sentimiento empezaba a asomarse y ella no
lo podía controlar.
- La verdad Gabrielle, creo que no debiste aceptar -Comentó Xena, con un tono de voz
serio- Ni siquiera pediste mi opinión, simplemente aceptaste.
- ¿Por qué no debía, Xena? -Preguntó Gabrielle con sorpresa- Creí que querrías pasar un
tiempo aquí. Somos sus amigas y hace mucho tiempo no lo veíamos.
- De igual forma, Gabrielle, sólo quisiera que antes de tomar una decisión lo
consultaras conmigo -Dijo Xena de una manera mortalmente seria, casi se podría decir
que molesta.
- ¿Cómo iba a saber yo que no querrías? -Se defendió Gabrielle- Fuiste tú la que dijiste
que no tenías nada que hacer en los próximos dos días, pensé que no sería impedimento,
que querrías relajarte un tiempo, que quizás... no lo sé... sería bueno para ti.
- Pues ten más cuidado en lo que piensas Gabrielle -Contestó Xena de una manera
totalmente fría, sin mirarla- y no tomes decisiones por mí, yo decido lo que hago, tú no.
Y ¿sabes? Quizá sí tenía planes para los siguientes dos días. Así que no lo vuelvas a
hacer ¿de acuerdo?
Gabrielle no sabía si se sentía más herida o sorprendida, pero decididamente se sentía
mal. No podía creer lo que Xena le estaba diciendo.
- Entonces perdóname por preocuparme por ti Xena, ¡¡te prometo que no me vuelvo a meter
en tus asuntos!! -Gritó Gabrielle con lágrimas en los ojos, saliendo corriendo de la
habitación.
Xena se quedó momentáneamente sorprendida. Pero pronto se recuperó y fue corriendo tras
ella.
- ¡¡Maldición!! ¡¡Maldición!! ¡¿Qué rayos está pasándome?! -Se dijo a sí misma mientras
corría.
Bajó al primer piso de la posada, buscando a Virgil -seguro él podría decirle dónde
había ido Gabrielle- pero no se encontraba, sólo estaba una chica en el mostrador,
debía ser la asistente de Virgil.
- Disculpa, ¿Has visto a mi compañera Gabrielle? Es rubia, un poco más baja que yo, está
vestida con un top rojo y una falda de color...
- Sí, señora -Interrumpió la chica- salió corriendo de la posada, parecía que lloraba.
Mi amigo Virgil la siguió.
- ¿¿Que Virgil qué?? -Gritó Xena, saliendo de la posada, corriendo con todas sus fuerzas.
Al salir de la posada, miró para todos lados, intentando encontrarlos... sin éxito.
Corrió para todos lados, buscando, intentando encontrar alguna huella... alguna señal...
y cuando al fin, empezaba a preocuparse en serio... los vio... estaban juntos, cerca del
bosque... al parecer hablando... pero repentinamente Virgil abrazó a Gabrielle, y ella
pareció corresponderle muy bien...
Xena se sintió morir... no podía creer aún todo lo que le había dicho a Gabrielle... y
peor, no podía creer que después de eso se fuera a los brazos de Virgil... ¡claro! ¡Y a
ella que le parta un rayo!
Por un momento no supo si acercarse o irse corriendo, quería pedirle disculpas a
Gabrielle pero ese extraño sentimiento que la dominó antes volvía con toda su fuerza...
¿qué era? ¿Qué eran esas ganas de querer apartar todo lo posible a Gabrielle de Virgil?
¿Qué eran esos deseos locos de querer ir y romperle a Virgil la cabeza o hacerlo sufrir?
Y, cuando al fin estuvo dispuesta a irse, vio claramente -como en cámara lenta- como
Virgil se le fue acercando un poco más a Gabrielle hasta plantarle un beso...
Ésto rebasó completamente la ira de Xena, que, sin poder controlarse, marchó hasta ellos.
- Hola, ¿interrumpo algo? -Dijo fríamente.
Gabrielle, que había sido agarrada de sorpresa por Virgil, se separó de él.
- Ahhh... este... ehh... yo... -Intentó explicar Gabrielle, sintiéndose extrañamente
nerviosa, y pasando la mirada de uno en otro captó perfectamente la mirada de amor y
devoción de Virgil, y la de dolor y decepción de Xena, y ésto la hizo ponerse aún más
-si era posible- nerviosa y confundida.
Virgil las miró en silencio a ambas. Sabía perfectamente lo que estaba pasando, para él
siempre estuvo claro pero nunca había querido admitirlo. Ni siquiera en ese momento.
- Yo las dejo solas para que hablen -Les dijo, y dándose media vuelta, se marchó a la
posada tristemente, dejando a Xena y a Gabrielle en un incómodo silencio.
Por alguna razón, a Gabrielle le embargó una extraña sensación de culpabilidad. ¿Sería
por la mirada de Xena? Sí, seguro era eso, porque no podía mirarla a los ojos en ese
momento.
Xena también tenía la mirada baja... se sentía dolida y decepcionada... culpable y
confundida... pero, más que todo eso... molesta, muy furiosa con Gabrielle por hacerla
sentir así...
- Xena... -empezó Gabrielle, pero no pudo terminar debido a que Xena se volvió y regresó
en paso rápido a la posada. Sin embargo, antes de que Xena pudiera abrir la puerta, fue
tomada de la mano por detrás.
- ¡¡No, Princesa Guerrera, ya me harté de esta clase de juegos, ahora sí me vas a decir
qué rayos sucede contigo!! -Exclamó Gabrielle, llevando a Xena cerca del bosque.
Xena, dolida y furiosa como estaba, no pudo hacer nada, y sólo se dejó arrastrar por
Gabrielle.
Cuando por fin llegaron, Gabrielle se volvió, clavando sus hermosos ojos verdes sobre
ella.
De pronto, su expresión se suavizó, y le refirió con voz dulce:
- Te amo, Xena, y siempre podrás contar conmigo, ¿lo sabes, cierto? Siempre hemos sido
buenas amigas, siempre me he preocupado por ti, por tu bienestar, y, aunque sabía que
te costaba confiar en mí... al principio, intenté ganarme tu confianza, y creí que esa
parte de nuestro pasado había sido ya superado. Si tienes un secreto, lo respetaré como
tal, pero si ésto es algo que pretendes decirme, como lo noto, y no deseas hacerlo por
miedo a... a mí... ten en cuenta que cuando lo hagas, te sabré comprender... porque te
amo, y las personas que tienen una amistad como la nuestra superan el límite de la
vergüenza y el miedo...
Xena quedó muy conmovida con las palabras de Gabrielle. La quedó mirando por un cierto
instante... intentó decir algo pero no salió palabra de su boca... de pronto...
lentamente... como con temor... se asomó una pequeña y transparente lágrima, que abrió
paso a muchas otras...
Gabrielle quedó sorprendida con esta reacción, y sin decir una palabra, se acercó a Xena
y la abrazó.
Xena comenzó a llorar más libremente, y correspondió al abrazo de Gabrielle.
- Te amo... -Dijo con cierto temor.
- Yo también -Dijo Gabrielle.
Xena lo pensó por varios minutos, mientras permanecían abrazadas, y se decidió. Sacó
valor de donde pudo, y se separó de Gabrielle, la miró a los ojos, y le dijo:
- Si no es ahora, no será nunca -Susurró lentamente, mirándola con una mezcla de miedo
y adoración- Perdóname por haberte hecho pasar por tanta angustia, y haberte mantenido
tan preocupada, perdóname también por lo que pasó en la posada, yo...
- No tienes que explicarme nada -Dijo Gabrielle tapándole la boca a Xena con un dedo-
Yo ya te perdoné antes de que me lo dijeras.
- No, Gabrielle, es que no comprendes...
- Claro que comprendo Xena, sólo tuviste un mal día, sé que no quisiste decir eso,
además fue mi culpa por no haber...
- ¡No Gabrielle! ¡No fue tu culpa!
- Sí lo fue Xena, sé que debí...
- No, no entiendes, yo...
- De verdad Xena, no tienes que explicarme nada yo sé que...
- No lo sabes, Gabrielle, no aún...
- Sí lo sé, sé que te sientes mal últimamente y sé que yo no te ayudé a...
- Gabrielle...
- ... A que te sientas mejor... muy por el contrario yo...
- Gabrielle... yo...
- ... te estuve presionando, no tenía derecho a...
- Yo... yo... ¡¡¡Gabrielle, yo me he enamorado de ti!!!
Ésto calló a Gabrielle por completo. Se quedó completamente sorprendida con esta
revelación. Tenía la boca ligeramente abierta y los ojos como platos por la sorpresa.
Pero intentó rápidamente poner una expresión de normalidad no quería que Xena se
sintiera más incómoda, ya parecía estarlo bastante.
Gabrielle movió la boca para decir algo, pero no salió palabra alguna.
Xena tenía los ojos clavados en el suelo. Su miedo aumentó considerablemente y no se
atrevía a mirar a Gabrielle a los ojos. De nuevo, un incómodo silencio reinó entre
aquellas dos mujeres.
A Gabrielle esto le había caído totalmente por sorpresa. No sabía qué hacer ni qué
decir. Tenía al fin la respuesta que tanto deseaba sobre el comportamiento de su amiga.
Pero, en verdad, ésto era lo último que se hubiera imaginado. Se sentía muy confundida
y sorprendida. Y, para empeorar las cosas, las palabras no salían de su boca, se habían
quedado estancadas en su garganta.
- Xena... yo... no... lo sabía... -logró tartamudear.
- Lo sé -Susurró Xena sin apartar la mirada del piso- y te pido perdón, también por eso.
Porque sé que hace mucho tiempo me enamoré de ti, pero nunca deseé admitirlo a mí misma.
Ahora ese sentimiento creció y ya no cabe en mi pecho. Y lo peor es que sé que te
lastimo con este terrible secreto. De un modo u otro, sabiéndolo o no, te lastimo igual.
- No lo haces, Xena... estás confiando en mí, y te lo agradezco... pero... ésto me ha
caído por sorpresa... y... yo... no sé qué responderte...
- Lo sabía, Gabrielle. Cuando por fin lo admití a mí misma, sentí un gran dolor y miedo,
porque sabía lo que me esperaba. Si deseas irte, o si me odias por ésto, lo comprendo,
no te detendré... Yo también me odio por ésto...
- ¡Xena no digas eso! Sabes que jamás podría odiarte por sentir amor, y jamás te dejaría
porque te amo.
- Lo sé, Gabrielle, yo también, pero ambas sabemos que cada vez que te vuelva a decir
esa frase no será como antes...
- Xena...
- No, Gabrielle, por favor no intentes consolarme. No me digas nada, yo sé lo que estás
pensando... por favor... sólo... no digas nada... sé que no me amas, como yo a ti, pero
escucharlo de tu boca sería aún más doloroso...
Una vez más, sin quererlo, Xena comenzó a derramar ligeras lágrimas, pero rápidamente
se las secó. No quería darle lástima a Gabrielle.
Por su lado, Gab se sentía confundida y dolida... le destrozaba ver sufrir a su amiga, y
más si era por ella. Quería hacerla sentir mejor, pero realmente las palabras no le
salían en ese momento. Simplemente no sabía qué hacer. ¿Qué le podía decir a Xena en
ese momento? ¿Cómo podía hacerla sentir mejor?
- Tengo miedo... -susurró Xena.
Esa frase sacó a Gabrielle de golpe de sus pensamientos. Le sorprendía ver a Xena en
ese estado. Pero de pronto, mientras pensaba en qué podría decirle, recordó algo que la
hizo palidecer.
- Dioses... -Dijo mirando fijamente a Xena mientras recordaba la escena con Virgil- Lo
siento mucho, Xena... lo que pasó con Virgil... bueno... es que él me agarró de sorpresa...
yo no quería... es decir...
- No tienes por qué darme explicaciones, Gabrielle -Susurró Xena, melancólicamente, sin
quitar su vista del suelo- tú y yo no somos más que amigas, que así sigamos, pues -
Terminó Xena, y brindando una falsa sonrisa se volvió en dirección a la posada y empezó
su recorrido hacia ella- ¿no vendrás? -Preguntó Xena con temor en la voz, al ver que
Gabrielle no la seguía.
Gabrielle se había quedado paralizada. Todo lo que había estado pasando en los días
anteriores se le vino a la mente de golpe. Esta revelación terminó de llevarla hasta el
límite de la sorpresa y la confusión. No sabía si deseaba conversar con Xena de eso, o
necesitaba pensar... ya no sabía nada...
- Voy en seguida, Xena... -Fue lo único que acertó a decir, pero al ver el rostro de
Xena, cubierto de temor y angustia, sonrió y dijo:
- Te prometo que estaré allí en unos minutos.
Xena se volvió y caminó hasta la posada a paso rápido. Al verla entrar a la posada,
Gabrielle se sentó en una roca y comenzó a reflexionar sobre lo sucedido.
- Dioses... ¿qué debo hacer ahora? ¿Qué le diré? -Pensó en voz alta- Ahora comprendo
todo. No me equivocaba, sí que estaba enamorada... ¡y de mí! Pero ¿cómo pasó esto?
¿Cuándo empezó? ¿Cómo no lo noté? ¡Rayos! ¡Lo mismo me pasó con Joxer! Debería prestar
más atención...
- Eso es completamente cierto -Exclamó una voz por detrás de ella.
Gabrielle reaccionó al instante: se levantó de un salto, sacando sus sais y poniéndose
en guardia. Pero al ver la figura, los guardó.
- Afrodita... ¡Me asustaste!
- Andas muy distraída pequeña...
- Dime algo que ya no sepa... -susurró Gabrielle, dejándose caer de nuevo sobre la roca.
- Te preguntaría qué te sucede, pequeña, pero la verdad es que ya lo sé, las oí hablar...
me refiero a Xena y a ti...
- Deberían enseñarte a no escuchar conversaciones ajenas, Afrodita.
- Lo siento mucho, es que no me pude resistir... -comenzó Afrodita, fingiendo voz de
culpabilidad, que al instante cambió por su voz pícara y coqueta de siempre- pero bueno,
yendo al grano, he notado que el camino de su amistad está tomando un pequeño desvío...
Gabrielle la miró.
- Bueno... es que...
- Sí, lo sé. Xena es la que encontró ese desvío. ¿Puedo preguntar si es mutuo?
- ¡Por supuesto que...! Que... no lo sé, de verdad que ya no lo sé...
- ¡Ay, pero pequeña! -Exclamó Afrodita, sentándose en una roca al lado de ella- ¡Ay,
estas rocas son cada vez más frías y duras! bueno, pequeña... -Dijo cuando al fin estuvo
algo cómoda- ¿es que nunca lo habías considerado?
- Pues... Xena es mi amiga... y... bueno... no me importa que sea mujer, ni guerrera, ni
que haya tenido tantos amantes -al decir ésto le brillaron los ojos, algo que Afrodita
notó perfectamente- ni que tenga un pasado oscuro...
- Entonces, ¿cuál es el problema?
- Que es mi amiga, y... pues... estar con ella... de esa forma... significaría correr el
riesgo de perder nuestra amistad... ¿qué hago si no funciona? ¿Qué hago si termina
odiándome? Como he visto que sucede con tantas relaciones rotas... yo... no tengo
experiencia... ya sabes... en estas cosas... y no sabría cómo... cómo manejarlo... como
seguir sin ella... sola... ¿me comprendes?
- ¿Y qué pasaría si sí funciona? ¿Si eres feliz con ella? ¿Si la haces la mujer más
feliz del mundo? ¿Si se aman tanto que ni siquiera la muerte podría separarlas? ¿Qué
pasaría? -Preguntó Afrodita, enorgulleciéndose de sus "frases cursis". Para ella era
obvio que Gabrielle también amaba a Xena, sólo que no se había dado cuenta o tenía
demasiado miedo como para admitirlo.
- ¿Tú la amas?
- ¡Claro que sí!
- ¿Cómo pareja?
Gabrielle bajó la mirada al piso, pero luego la subió para mirar profundamente a
Afrodita.
- Yo... hubo cierta vez en que... comencé a sentir algo por ella, algo muy especial...
creí que era la emoción de ganar su amistad... pero en el fondo siempre supe que era
algo distinto... algo que no quería admitir... por miedo... intenté pensar en otras
cosas... y poco a poco fui enterrando eso... creí que había quedado olvidado, pero
volvió al oír las palabras de Xena... y volvió con todas sus fuerzas, para confundirme
más...
- ¿Y cómo llamarías a eso, Gabrielle?
- Yo... No lo sé, Afrodita... Nunca antes había sentido algo parecido... ¿cómo puede
ser amor si con Pérdicas no lo sentí? ¿Cómo puede ser amistad si es tan distinto? Yo...
no lo sé... ¡No lo sé, Maldición! -Dijo tomando su cabeza con ambas manos.
Afrodita sonrió.
- ¿Por qué sonríes?
- Para mí siempre estuvo bastante claro, pequeña. Pero ahora, especialmente en esta
ocasión, me pregunto: ¿Cómo nunca te pudiste dar cuenta?
- ¿Qué?
- Hace mucho tiempo estuviste enamorada de Xena, Gabrielle. Y nunca lo notaste. En
realidad, estabas tan convencida de que era una hermosa amistad, que nunca notaste el
cambio.
- ¿Qué te hace estar tan segura?
- ¡Soy la Diosa del Amor, pequeña! No por gusto me llaman así. Sólo te diré algo: Si no
corres el riesgo, no podrás vencer. ¿Recuerdas esta frase? "El amor es el camino". Y te
diré algo, tiene muchos pasajes. No esquives ninguno de ellos cuando esté frente a ti.
Puede que sólo se presenten una vez -Y terminando con ésto, desapareció.
- Afrodita... ¡Afrodita! -Llamó Gabrielle pensando en las palabras de la Diosa del Amor-
... gracias... -Exclamó, empezando a correr hacia la taberna.
Subió las escaleras a la carrera, ignorando las miradas curiosas de Virgil y su
asistente. Corrió hacia su cuarto, y lo abrió, pero... no había nadie...
Gabrielle se sorprendió, pero pronto esta sorpresa se volvió temor al notar que no
estaban ni Xena ni sus cosas, sólo una nota en pergamino sobre la cama. Lo tomó y
empezó a leer:
Perdóname, Gabrielle, por favor, una vez más. No quiero volver a lastimarte, mucho
menos confundirte. Nunca te podré dar lo que tanto deseas, nunca he sido digna de ti.
Peor aún, nunca podré volver a mirarte a los ojos. Nunca podré decirte de nuevo "amiga".
Ni podré seguir a tu lado más. Me destrozará, pero quiero que seas feliz, sin
confusiones, sin culpas... quiero que seas libre... Te amo, ya lo sabes... sé feliz, es
lo único que quiero para ti... X.
Gabrielle se dejó caer sobre la cama. Sin duda, ésa había sido una noche llena de
sorpresas. Releyó el pergamino varias veces, y después, sin perder tiempo, salió a la
carrera, estaba dispuesta a encontrar a su... a Xena... y decirle la verdad.
*****
- Gabrielle ¿te vas? -Preguntó Virgil.
- Sí -Dijo Gabrielle decidida, recostándose sobre el mostrador- debo ir a buscar a Xena,
¡se ha ido! ¿La has visto salir? ¿Te dijo para dónde iba?
- Sí la vi salir, pero no me dijo hacia dónde iba. Por más que le insistí, y le pregunté,
no me dijo nada. Simplemente salió caminando.
- Bueno... tendré que buscarla... -Dijo Gabrielle, presionando su bolso y preparada para
correr, de nuevo.
- ¿Volverás?
- Trataré, te lo prometo.
- Cuidate.
- Adiós.
Gabrielle salió corriendo. Virgil se quedó mirándola tristemente.
*****
Gabrielle le preguntó a cada persona del pueblo que encontró, hasta que al fin, un
hombre, le indicó que había visto a la Princesa Guerrera dirigirse hacia el establo.
Gabrielle corrió hasta allí, donde el herrero le dijo que se había ido, llevándose a
Argo con ella, y pagándole a él unas monedas.
Gab se desesperó momentáneamente, comenzó a pensar en qué hacer. Al fin, pidió un
caballo prestado, pidió la dirección en que Xena se fue montando, y comenzó a seguirla
a todo galope.
Tras un par de horas, encontró unas huellas, aún estaban frescas. Gabrielle siguió las
huellas, éstas la dirigieron a un claro. Ahí, Xena había armado el campamento y cerca
de él Argo II pastaba tranquila. Gabrielle desmontó el caballo y lo ubicó cerca de la
yegua. Buscó a Xena con la mirada, pero no se encontraba.
De pronto, cerca de unos árboles, algo lejos de ella, escuchó la voz de...
- Ares... -Gruñó Gabrielle- y fue caminando hacia donde estaba la voz. Se oía cada vez
más clara. También pudo oír la voz de Xena. Rápidamente, cuando al fin pudo divisarlos,
se escondió tras un árbol.
Ares estaba muy cerca de Xena, ésto le hizo querer matarlo, pero se contuvo. Escuchó
atentamente.
- Oh, vamos ¿seguirás llorando por Gabrielle? No, Xena, no lo mereces, ése no es tu
destino.
- Tú no sabes nada de mi destino, Ares -Respondió Xena, de una manera segura, alejándose
de él- Ahora vete, necesito estar sola.
- ¿Para que sigas pensando en ella? ¿Llorando por alguien que no te ama? Oh, vamos, Xena,
probablemente ahora esté con Virgil, quizá se estén besando, como ya lo acaban de hacer
¿o no? Probablemente él la esté haciendo suya ahora...
- ¡¡Cállate, maldito!! -Gritó Xena, dándole un fuerte golpe en la mandíbula a Ares, que
voló por los aires, hasta caer muy cerca de donde estaba Gabrielle- Ahora ¡lárgate!
¡Déjame en paz! -Gritó Xena.
- Pero piensa en mi oferta, Xena -Comenzó a decir Ares, mientras se levantaba- no es
justo que pases el resto de tu vida llorando por alguien que no te ama, especialmente
si es Gabrielle, que tiene tantos pretendientes -Terminó Ares de manera irónica, riendo
ruidosamente mientras desaparecía, justo cuando Xena se proponía lanzarse contra él en
un nuevo ataque.
El lugar quedó en silencio. Gabrielle estaba furiosa por lo que le dijo Ares a Xena, y
cuando se disponía salir a consolar a su amor, Xena se tiró al piso, y comenzó a llorar
desconsoladamente. Eso la paralizó. Pero se recuperó en un instante y salió a la vista.
- Sabes que no es verdad -Le dijo.
Xena alzó la vista. Se le notaba claramente sorprendida. Se secó las lágrimas
rápidamente y se levantó.
- Gabrielle... yo... ¿qué haces aquí?
- ¿En serio pensaste que te podrías librar de mí tan fácilmente? -Preguntó la rubia,
con sonrisa.
Xena también sonrió.
- Bueno, pensé que... que tú...
- No, Xena, no quiero estar sin ti. Mucho menos ahora.
- Gabrielle, no quiero darte lástima.
- Si ése es tu temor, no te preocupes, no lo haces.
- ¿Por qué estás aquí? Sabes perfectamente que no será lo mismo...
- ¿Acaso quieres estar sin mí?
- ¡No! No... pero ya no sé si me duele más tu ausencia o tu presencia, Gabrielle.
Gabrielle comprendía perfectamente el temor de Xena. Sabía que tenía miedo por lo que
podría pasar de ahora en adelante. Sabía que tenía el temor de ser rechazada y convivir
con alguien que jamás la aceptaría. Pero no era así. Ella tenía que decírselo.
- Xena... perdóname... -Dijo Gabrielle, ésto hizo que Xena tragara saliva y clavara su
mirada al suelo, de nuevo, esperando lentamente el doloroso final que conllevaría esas
primeras palabras...
Gabrielle lo notó e intentó apresurarse.
- Perdóname por haberte hecho pasar por tanto dolor y angustia. Mi distracción te debió
costar caro. Imagino perfectamente cómo te habrás sentido al verme allí con Virgil, y
como te sientes ahora. Debiste sufrir mucho...
- No digas más, Gabrielle. Ya sé que seguirá y creo que no deseo oírlo.
- No, Xena, ten por seguro que no lo sabes. Sé que has sufrido mucho y lo peor de todo
ésto es que fue por culpa mía. Sin embargo... créeme cuando te digo que no has sido la
única... que se ha visto envuelta de dolor por mi culpa...
Xena alzó la vista, no comprendía las palabras de Gabrielle. ¿Quién más, sino ella,
podría haber sufrido por su amor?
- Sé lo que estás pensando, guerrera. Y te digo, que es casi imposible que hayas podido
sufrir más que... más que yo. Por culpa mía estamos pasando ambas por ésto. ¿Sabes por
qué? -Se apresuró a decir Gabrielle, al ver que Xena abría la boca para decir algo-
porque nunca me di cuenta... nunca lo noté... sino hasta hoy...
- ¿Notar qué, Gabrielle? -Preguntó Xena, con un hilo de voz. Su corazón empezaba a
salirse de control, por un momento pensó que saldría galopando de su pecho.
- Ésto -Respondió Gabrielle, acercándose rápidamente a Xena y depositando en sus labios
un dulce beso.
Pronto, Gabrielle se separó de Xena.
- Perdona la tardanza -Le dijo sonriendo.
Xena había sido tomada por sorpresa, pero también se recuperó pronto.
- No lo hagas por culpabilidad Gabrielle...
- Jamás lo haría por eso, Xena.
- Tengo miedo...
- Yo también, pero mi amor por ti ha crecido tanto que no cabe espacio para el miedo
ahora...
- ¿De verdad me amas? -Preguntó Xena, con un brillo especial en sus ojos, poco usual en
ella.
- Sí -Respondió Gabrielle, abrazando a Xena y depositando en sus labios otro de sus
dulces besos.
Xena le correspondió con emoción. Era como el sueño que había tenido. Se había vuelto
realidad. No lo podía creer.
La levantó en sus brazos y la recostó sobre la hierba fresca. Comenzó a abrazarla y
acariciarla. Primero con algo de temor, después con más libertad. Éso era algo nuevo
para ella. Sentía amor, mucho amor, tanto que la volvía loca.
Pronto sus manos llegaron a su top. Pero justo cuando se disponía a desabrocharlos se
detuvo, repentinamente.
- ¿Qué sucede? -Preguntó Gabrielle.
- Yo... sólo quería... preguntarte... si... estás lista para... porque si no quieres...
yo puedo entender que tú...
Gabrielle calló a Xena con un dedo. Le divertía mucho verla tartamudear, eso era algo
que rara vez se veía en ella.
- ¿Aún no me crees, cierto?
- Es demasiado bueno para ser cierto. Temo que sea sólo un sueño más.
- No lo es...
- ¿Y si ésto no funciona, Gabrielle?
- ¿Y si sí funciona?
Xena sonrío.
- Perdóname los nervios, pero es mi primera vez.
- Oh ¿en serio?
- Es la primera vez que lo haré por amor.
Gabrielle sonrió.
- Entonces no perdamos tiempo -Concluyó besando a la guerrera.
Mientras tanto, en el claro, Argo y el caballo (prestado) se lanzaban miradas furtivas.
Sólo la luna fue testigo del inmenso amor de dos amantes en medio de la noche y una
declaración tardía... que a veces se da: "cuando el miedo nos deja sin palabras"...
FIN del comienzo de un amor eterno.