Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes de la serie Xena: Warrior Princess. Xena y Gabrielle, son propiedad de Universal Studios y de Renaissance Pictures, al igual que alguno de los otros personajes que puse en mi historia, otros son nombres comunes si te llamas así, bienvenida a mi historia. No pretendo infringir los derechos de autor con esta historia ficticia producto de mi imaginación, esto ha sido escrito solo para entretener a los fanáticos de la serie.
DISCLAIMER / ADVERTENCIA DE VIOLENCIA: sí, algo...
DISCLAIMER / ADVERTENCIA DE AMOR /SEXO: Esta historia describe una relación de amor y sexo entre dos mujeres adultas. Si eres menor de 18 años o esta clase de historias te molesta por favor no la leas...
Dedicación: se lo dedico a tod@s los que ponen su tiempo en leerlo y a l@s que quieren esquivar la soledad, si conociste el amor no lo dejes escapar...
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UN AMOR... ¿IMPOSIBLE?

Por: La Bardita

Tercera parte

Llegó la hora de la fiesta y Gabrielle estaba muy nerviosa, se moría de ganas por estar con Xena pero tenía que estar con Pérdicas por las apariencias, y además porque Xena aun no le había dicho nada de irse con ella, estaba muy triste especialmente después de ver a la guerrera besarse con otra.
Ya estaban todos en el pueblo para darle la bienvenida a Xena, el salón de la posada estaba repleto de gente que quería saludar y agradecerle a la guerrera, toda la familia de Gabrielle, sus padres y su hermana ya estaban sentados en una mesa esperando que comenzara la fiesta y que llegara Gabrielle con Pérdicas, en ese momento se hizo un silencio y apareció Xena bajando las escaleras, estaba hecha una diosa, nadie podía creer lo que veían, ¿esa es Xena? se preguntaron muchos, claro estaban acostumbrados a verla siempre de cuero negro, con aire de lucha, ahora la que bajaba era una dama con todas las letras, una diosa, estaba hermosa, a más de uno y una se les cayó la mandíbula, entre ellos al padre de Gabrielle que nunca disimuló que le gustaba Xena, pero ahora era peor, suspiró tan fuerte cuando la vio y dijo ¡Dioses! Hecuba lo quedó mirando, mientras Layla se reía en silencio de la cara de su padre.

Layla: padre, te quedaste mudo, está hermosa...
Herodoto: sí, la verdad que sí.
Hecuba: te recomiendo que te comportes, no tanto por lo que te pueda hacer yo, sino por lo que te puede hacer ella si le dices o haces algo inapropiado.
Herodoto: ¿¡cómo dices eso!?, soy un caballero y como tal, la invitaré a nuestra mesa.¿no estarás celosa?
Hecuba: no, a ti solo te puedo dar el apunte yo, ja, ¿dónde se metió Gabrielle?... ya debería estar aquí.

En ese momento llegó Gabrielle con Pérdicas.

Gabrielle: hola.
Hecuba: ¿por qué tardaron tanto?
Gabrielle: es que Pérdicas se encontró con Fidelitus y no dejaba de hablar... ya sabes como es.
Hecuba: estás muy linda hija, Herodoto ¿no le dices nada?
Herodoto: sí Hecuba, Gabrielle, estás muy linda -casi sin ganas.
Gabrielle: gracias padre, pero no estás obligado a decirlo.
Herodoto: no lo dije obligado, mi expresión no es por ti, es porque tu madre está celosa, es que tu amiga es muy hermosa, además con ese vestido, ¡Hecuba! no me digas que no es hermosa...
Hecuba: sí lo es, nuestra hija también.
Layla: no tendrán que decir, nuestras hijas... mmm...
Hecuba: por supuesto, tú también eres hermosa.
Layla: aunque hay que reconocer que Xena es realmente muy hermosa.
Gabrielle: ¿Xena ya bajó?
Xena: ¿hablaban de mí?

Gabrielle se dio vuelta y casi se desmaya se perdió en los ojos de Xena, en su cuerpo, tenía puesto un vestido azul cielo que hacía juego con sus ojos, con los hombros desnudos, mostrando su piel dorada. Gabrielle al no poder hablar por la emoción Herodoto no perdió oportunidad.

Herodoto: sí, hablábamos de la mujer más hermosa de la fiesta y todos coincidimos en que eres tú, pensaba si te gustaría acompañarnos, sé que esta noche estarás muy ocupada eres la invitada de honor, pero nos gustaría que cenaras con nosotros.
Xena: gracias, es usted, en realidad, todos son muy amables, les agradezco pero como usted dijo no creo que hoy pueda sentarme mucho tiempo, me llaman de todas las mesas, gente que ni conozco, pero una copa tomaré con ustedes, no mucho porque luego las chicas van a poner música y me invitaron a cantar algo.
Layla: ¿cantas?
Xena: sí, me gusta mucho cantar y modestia aparte lo hago bien, eso creo, bueno ustedes luego me juzgaran.
Pérdicas: eres una mujer perfecta Xena, debes tener muchos pretendientes.
Xena: sí, pero mi vida ha tomado otro rumbo, me gusta mucho viajar y vivir de aventuras, no creo que me establezca en algún lado.
Pérdicas: eso lo dices porque aun no te has enamorado, míranos a Gabrielle y a mí, nos encanta éste pueblo y aquí formaremos nuestro hogar, el día que te enamores como nosotros vas a ver que el amor es tan fuerte que cambiarás de idea, si ese amor te pide que te establezcas lo harás.
Xena: pero si realmente me ama, también puede seguirme, ir juntos por el camino de la vida, mientras haya amor no es necesario establecerse en un sitio.
Pérdicas: pero es más seguro, darle un hogar a la mujer que amas.
Xena: sí, puede ser... eso depende de cada uno, de lo que quiere cada uno hacer con su vida, no porque te establezcas en algún sitio me dirás que serás feliz por siempre.
Pérdicas: si estas junto a la persona que amas, como estoy yo con Gabrielle seguro que sí, serás muy feliz.
Xena: tienes razón una mujer como Gabrielle -la miró- necesita tener un hogar y ser feliz y no hay nadie mejor que tú para hacerlo.
Pérdicas: le daré lo mejor, siempre. -la abrazó fuerte a la barda que estaba a punto de salir corriendo, de llorar, de no saber para donde ir, pero decidió hablar.
Gabrielle: creo que yo merezco opinar... ¿no creen?...
Pérdicas: por supuesto mi amor.

Xena se estaba muriendo de celos, cada vez que le decía mi amor, mi mujer, estamos enamorados la cabeza le daba vueltas.

Gabrielle: coincido con Xena, mientras haya amor y estén juntas dos personas que se aman no importa donde estén, si viajando por ahí o establecidos en una casa.
Hecuba: pero reconoce que es mejor estar en una casa, es más cómodo, tienes a tus hijos, les puedes dar una educación, en fin, creo que vivirás mejor.
Gabrielle: eso si tienes hijos.
Hecuba: toda mujer quiere tener hijos.
Gabrielle: no todas, ¿por qué? ¿es una obligación tener hijos?
Hecuba: no, no lo es... pero es muy lindo... tú tendrás muchos hijos con Pérdicas.
Gabrielle: -miró a la madre y susurró- sí.

Xena estaba muy triste pues se convenció que Gabrielle amaba a Pérdicas y no era justo que ella la confundiera con sus sentimientos, pues eso era algo que Xena nunca le podría dar, un hogar ni una familia con hijos, ya era tiempo de irse y dejar a Gabrielle en paz para que fuera feliz con Pérdicas, se le rompía el corazón pero debía hacerlo.
La fiesta ya estaba en su mejor momento, después de comer algo llegó la hora del baile, todos querían bailar con Xena esto a Gabrielle mucho no le gustaba, pues ella también quería bailar con la guerrera, nunca lo había hecho se moría de ganas pero no podía pedirle delante de todos, especialmente estando con Pérdicas.

Herodoto: Xena, ¿me harías el favor de bailar conmigo?
Xena: me gustaría, pero ya le prometí este baile a otra persona -y se acercó en ese momento Diana, quien era la mujer que se había besado con Xena en la puerta de la posada, Gabrielle casi se desmaya.
Diana: hola, buenas noches, venía a quitarles a la mujer más hermosa.
Xena: gracias, pero no hace falta que digas tantos halagos.
Diana: no es un cumplido, es la verdad, pregúntale a ellos. Gabrielle ¿no crees que Xena es hermosa? -Xena esperaba con ansias la respuesta.
Gabrielle: sí lo es -miró a Xena a los ojos y ambas se perdieron en sus miradas... -Hecuba lo notó.
Hecuba: Gabrielle, ¿por qué no bailas con Pérdicas?
Gabrielle: luego, no sé bailar muy bien, aunque algo aprendí hace poco tiempo.

Xena la miró y supo que se refería a esa noche en que había bebido bastante, y cuando Gabrielle bailó con Ornella.

Pérdicas: no te preocupes, en mis brazos te enseñaré como hacerlo. Vamos. -la tomó de la mano y la llevó al centro del salón, justo comenzaba la música, bien suave, Pérdicas la abrazó y ella pasó sus brazos por el cuello de Pérdicas, Xena se la quedó mirando en silencio hasta que Diana también la tomó de la mano y comenzaron a bailar muy juntas, estaban muy cerca de Gabrielle, las miradas se cruzaban una y otra vez, Pérdicas aprovechó la situación tan romántica y le dio un beso en la boca a Gabrielle tomándola por sorpresa, ella no le respondió y él se dio cuenta, pero para Xena era un puñal en la espalda, Diana hizo lo mismo, se perdió en los ojos y rozo los labios de Xena, ésta se dejó besar pues estaba muy dolida por la actitud de Gabrielle y sabía que debía dejarla en paz y que mejor que darle a entender que no la amaba, que quizá se estaba enamorando de Diana, era una buena excusa para que Gabrielle la olvidara, Xena sabía que Gabrielle estaba tan confundida como ella por eso no quería hacerle más daño, Xena sabía que Pérdicas no merecía sufrir y pasar por el estado emocional que tenía Gabrielle, en esos días, pues Xena también la notaba tensa, nerviosa, a veces no sabías si te estaba escuchando, era como que estaba pensando constantemente en algo y así era pensaba en Xena, ¿cómo sería amarla?, ¿cómo sería vivir con ella el resto de su vida?, ¿cómo podía gritarle a todos que la amaba, que quería estar con ella para siempre?, ¿cómo podía decirle a Pérdicas que ya todo había terminado?, que nunca sintió con él lo que sentía cuando estaba con ella, esa magia que la envolvía, como le diría a sus padres que no se casaría, que iría detrás de una mujer porque la amaba, todas esas preguntas hacían que Gabrielle sufriera en silencio, hacían que estuviera en otro sitio, solo pensando una y otra vez.
La música había terminado y todos aplaudieron, luego siguió otra un poco más movida y Layla se acercó para bailar con Xena.

Layla: Xena, bailas muy bien, quiero bailar contigo ésta canción.
Xena: sí Layla, con mucho gusto.

Y así se pusieron a bailar, Layla lo hacía muy bien.

Gabrielle: Pérdicas quiero ir a la mesa.
Pérdicas: pero estamos bailando, mira a tu hermana que bien lo hace, bueno Xena la acompaña muy bien.
Gabrielle: estoy cansada, quiero irme a la mesa.
Pérdicas: esta bien, no te enfades.

Herodoto y Hecuba también estaban bailando, Gabrielle ya sentada en la mesa no le sacaba la vista de encima a Xena y a su hermana, sintió celos de ella y envidia por ser tan abierta, en pedirle a la guerrera que bailara con ella, cuando Gabrielle se moría de ganas por hacerlo pero no encontraba las palabras, pensaba en solo el que dirán, pues sentía culpa por haberse enamorado de una mujer.
Luego siguió una música suave y Layla no iba a dejar esa oportunidad para abrazar a Xena, en tanto en la mesa de Gabrielle se acercaba Triasta una mujer que estaba enamorada de Pérdicas desde hacía mucho tiempo, pero sabía como todos en el pueblo que él solo tenía ojos para Gabrielle, pero Triasta nunca perdió las esperanzas de conquistarlo.

Triasta: hola Pérdicas, hola Gabrielle. -Gabrielle movió su cabeza para saludarla.
Pérdicas: hola Triasta. ¿Cómo estás?
Triasta: ahora estoy muy bien, te quería pedir si Gabrielle no se ofende, si bailas conmigo, te veo acá sentado me parece un desperdicio no bailar esta canción tan romántica. -Pérdicas la miró a Gabrielle.
Gabrielle: ve a bailar, no te preocupes por mí, hoy no tengo muchas ganas de bailar.
Pérdicas: ¿te sientes mal?
Gabrielle: no, anda a bailar, vinimos a divertirnos.
Pérdicas: pero tú no pareces divertirte mucho.
Gabrielle: sí lo hago, no te preocupes.
Pérdicas: está bien -en ese momento se acercaba Xena para tomar algo- Xena estás bailando como nunca o me equivoco.
Xena: ¡wow!... sí, estoy cansada, tu hermana, -se dirigió a Gabrielle- me agota, es tremenda, le encanta bailar y lo hace muy bien.
Pérdicas: bueno yo las dejo me voy a bailar con Triasta.
Xena: ¿por qué no baila contigo?
Gabrielle: no tengo ganas.
Xena: pero... es una fiesta... debes divertirte.
Gabrielle: es tú fiesta, tú debes divertirte.
Xena: te noto muy nerviosa ¿estas bien?
Gabrielle: ¡qué te importa!, ¿por qué no sigues bailando con mi hermana?, parece que te gusta.
Xena: oye, cálmate... -en ese momento volvía Diana para decirle a Xena que era hora de cantar.
Diana: ¿y?... ¿ya estas lista?
Xena: sí... -Xena se fue preocupada, quería darle celos a Gabrielle para que se olvide de ella pero parece que no le salió tan bien, Gabrielle estaba muy enojada, en el fondo a Xena le gustó la reacción de Gabrielle, eso le decía a ella que la duda era cada vez más pequeña de saber si Gabrielle estaba enamorada de ella o no.
Diana: bueno vamos, Gabrielle ¿la escuchaste cantar?
Gabrielle: no, además pienso irme en un momento...
Diana: no te lo aconsejo, eso sería de mala educación, además Xena canta muy bien, bueno hace todo bien.
Xena: gracias, tengo muchas habilidades.
Diana: pues me gustaría conocerlas todas -dijo sensualmente, Gabrielle se levantó y se fue para hablar con Pérdicas- ¿qué dije?
Xena: esta muy sensible, déjala.
Diana: me parece que esta celosa, no sensible.
Xena: ¿celosa? ¿de qué hablas?
Diana: no te hagas la tonta, esta celosa por ti, ¿no te diste cuenta?
Xena: déjate de tonterías, ella ama a Pérdicas.
Diana: pues como te mira a ti, nunca la vi mirarlo así a él, además está muy enfadada, debe ser porque aun no bailaste con ella, te apuesto a que si le dices que baile contigo se desmaya.
Xena: no quiero que se desmaye.
Diana: bueno es un decir, caerá rendida en tus brazos. Anda y tómala de la cintura por sorpresa y baila, les diré a los chicos que toquen una música suave, luego cantaremos nosotras.

Comenzó a sonar la música suave y Xena tomó por la cintura a Gabrielle, sintió el temblor de su cuerpo entre sus brazos.

Gabrielle: ¿qué haces?.
Xena: quiero bailar contigo, bailé con todas pero no contigo, ¿no quieres?
Gabrielle: no, déjame.
Xena: sí que quieres, temblaste cuando te abracé.
Gabrielle: Xena... por favor...
Xena: por favor... ¿qué?... déjame tenerte entre mis brazos aunque sea por esta vez, sé que será la última.
Gabrielle: ¿te irás?
Xena: sabes bien que sí, debo irme. ¿Por qué no quieres bailar conmigo?
Gabrielle: sí quiero, pero no es lo correcto.
Xena: ¿correcto? bailé con todas las mujeres de la fiesta, pero me faltaba la más bonita.
Gabrielle: eres muy cruel, sabes que estoy confundida, me hace daño verte en brazos de otras.
Xena: ¿por qué estás celosa, si solo somos amigas?, ven, déjate llevar por la música, es hermosa. -Xena la abrazó y Gabrielle se fundió en sus brazos- ¿ves que querías bailar conmigo?... te gusta, me gusta sentirte cerca.
Gabrielle: Xena...
Xena: shhhh... no hables, ahora solo estamos bailando, luego tendrás tiempo para pensar... no hables, ahora quiero escuchar el sonido de tu corazón, tu respiración. Parece eterno este momento...

La música ya llegaba a su fin, el abrazo y la magia entre ellas seguía, la música terminó y aún seguían abrazadas, Pérdicas las miró y se acercó.

Pérdicas: veo que has convencido a mi prometida de bailar, pues hace un momento estaba cansada y se quería ir.
Xena: ya esta mejor -se miraron a los ojos- ¿verdad?
Gabrielle: sí. -Se soltó de los brazos fuertes de Xena, aunque quería permanecer allí para siempre.
Pérdicas: tienes magia, Xena... eso me gusta en una mujer... has bailado con todos debes estar cansada.
Xena: la verdad sí, pero aun debo cantar algunas canciones... espero que se queden...
Pérdicas: sí, nos quedaremos, ¿Gabrielle?
Gabrielle: sí...
Xena: bueno ahí comienza mi canción.
Pérdicas: nos iremos a sentar.

Xena comenzó a cantar una canción hermosa, tanto como ella, todos se asombraron de la voz de la guerrera, cantaba muy bien, tenía talento para todo, Gabrielle no le quitaba la vista de encima, aunque no era la única. Después de ésta canción y de recibir los aplausos, Xena cantó otra canción muy romántica, junto con Diana, ahora Gabrielle estaba que volaba, pues Diana se le insinuó en toda la canción a Xena y terminó besándola en los labios, algo que para todos fue hermoso, menos, obvio para Gabrielle, se sintió muy mal, por como la trataba Xena, en un momento parecía amarla, y al otro la mataba de celos, besándose con cualquiera, si quería romperle el corazón ya lo había hecho, se sintió mal y se quiso ir.

Gabrielle: Pérdicas, quiero irme.
Pérdicas: pero está linda la fiesta... esperemos un rato más.
Layla: quédate Gabrielle, estás muy sensible, además Xena cantará otra canción.
Gabrielle: no me interesa lo que haga Xena.
Layla: uhh... no te enojes, es solo que me dijo que quería volver a casa con nosotros y si te vas.
Gabrielle: no creo que vuelva con nosotros... está muy ocupada...
Layla: lo dices por Diana... la verdad... le comió la boca... ¡qué beso!
Gabrielle: Pérdicas o me llevas tú, o me voy sola.
Pérdicas: cálmate, nos iremos ahora.

En ese momento volvieron los padres de Gabrielle que no habían parado de bailar.

Hecuba: uyyyy... no doy más, nunca había bailado tanto, deberían hacer lo mismo es muy divertido.
Layla: mi hermanita, se aburre, se quiere ir.
Herodoto: pero tú deberías quedarte Gabrielle, nosotros ya estamos grandes para fiestas y tu madre me agotó, además Xena es tu amiga y me dijeron que cantará una canción más, una muy romántica, así bailas con Pérdicas, no te vi bailar mucho.
Gabrielle: si ustedes se van, yo me voy con ustedes, puedes quedarte Pérdicas, me voy con mis padres.
Layla: madre yo quiero quedarme un rato más, Xena me acompañará a casa.
Hecuba: sí, dile que te acompañe no quiero verte sola por el camino, es peligroso, después de lo que pasó con tu hermana, no quiero que anden solas por ahí, igualmente Xena vendrá a dormir a casa, pero cuando llegues no hagas mucho ruido no quiero despertarme en la madrugada, pues sabes que luego me cuesta volver a dormir.
Layla: esta bien madre, no haremos ruido.
Gabrielle: madre no deberías dejarla, Xena quizás hoy no venga a casa.
Layla: no seas aguafiestas, sí que irá a casa.
Gabrielle: eres muy chica para entender, ella quizás quiere estar sola.
Layla: si te refieres a que la molesto, te equivocas porque yo no soy como tú. No la molestaré.
Gabrielle: yo no molesto a nadie... -sollozó y se fue corriendo hacia la puerta, Xena alcanzó a ver que Gabrielle se iba, su corazón quedó muy triste no se quedaba para escuchar la siguiente canción pues en su interior se la dedicaba a ella, era una canción muy hermosa, una canción de amor, de un amor imposible y no correspondido, pero que luego con el tiempo se dieron cuenta que no podían vivir separados.
Layla: ¿y ahora, qué le hice?
Hecuba: nada, tu hermana está muy sensible... déjala, ya se le pasará. Vamos Herodoto, Pérdicas ¿vienes?
Pérdicas: iré a buscarla.

Gabrielle estaba llorando en silencio en la plaza del pueblo, sentada en un banco.

Pérdicas: Gabrielle... ¿qué te pasa?
Gabrielle: nada, déjame... Pérdicas... lo siento... es que...
Pérdicas: dime que te pasa, hubo un tiempo en que me contabas todo, hasta cuando te peleabas con tu hermana por tonterías, era tu mejor amigo y ahora que quiero ser tu esposo, no confías más en mí.
Gabrielle: tienes razón, creo que perdí al amigo, ¿crees que nos dejamos llevar por los demás? Desde chicos ya nos habían casado y nadie nos preguntó si realmente nos amábamos.
Pérdicas: yo te amo... ¿tú no?
Gabrielle: sí, pero me di cuenta que te amo como amigo, no como hombre... descubrí que el amor verdadero es distinto a lo que siento por ti, no sé estoy tan confundida... tal vez tú también estés confundido y me amas como amiga, pero no como mujer... ¿nunca pensaste en alguien más?, especialmente en estos últimos meses en que yo no estuve, ¿quién te consoló?, ¿quién estuvo a tu lado cuando yo no estaba?
Pérdicas: Triasta...
Gabrielle: Triasta, lo supuse.
Pérdicas: ¿por eso estás mal?... te juro que entre Triasta y yo no pasó nada...
Gabrielle: pero quisieras, te vi los ojos Pérdicas cuando se acercó a la mesa te pusiste nervioso, ¿la amas?... como mujer...
Pérdicas: sí -bajó la cabeza- pero a ti también te amo... Gabrielle no sé que haría sin ti.
Gabrielle: seré tu amiga por siempre, si la amas a ella no la dejes ir. ¿Para qué casarnos si no vamos a ser felices?... y además ella también te ama, lo sé desde hace mucho tiempo, si tú la amas, hazla feliz...
Pérdicas: pero ¿y tú?...
Gabrielle: no te preocupes por mí, te confieso que también estoy profundamente enamorada, por eso supe que por ti solo sentía una profunda amistad, no el amor que siento ahora por esa persona.
Pérdicas: note algo en tu mirada, no soy tonto, ¿te enamoraste de alguien mientras estabas secuestrada?
Gabrielle: sí.
Pérdicas: y él ¿te ama?
Gabrielle: no lo sé y eso me está matando, por eso estaba tan confundida.
Pérdicas: bueno, al menos ahora dijiste que "estabas", confundida, ¿ya no lo estás?
Gabrielle: quizás me siento mejor por hablar contigo y aclarar nuestra relación, pero sigo mal... no ser correspondida es terrible.
Pérdicas: vuelve a donde lo dejaste y pregúntale, eres muy hermosa tanto por dentro como por fuera, cualquiera se enamoraría de ti, mereces ser feliz. Te quiero mucho amiga.
Gabrielle: gracias Pérdicas, yo también te quiero mucho. ¿Qué le diremos a nuestros padres?, estaban tan entusiasmados por la boda, bueno al menos los míos porque los tuyos tendrán una boda igual, aunque esperen a otra mujer para ti.
Pérdicas: lo importante es que tú estés bien, luego los demás se acostumbrarán. Quiero conocerlo algún día.
Gabrielle: sí -pensó, si supieras que es la que está cantando.
Pérdicas: es la voz de Xena, vamos a la puerta así la escuchamos mejor, ven se alegrará de saber que al menos la escuchaste.

Gabrielle y Pérdicas estaban en la puerta escuchando la hermosa canción que cantaba Xena, Gabrielle sintió que esa canción fue escrita para ella. Se asomó más a la fiesta y la vio a Layla y a Diana que estaban embobadas mirando a Xena, cuando terminó todos aplaudieron emocionados, a Xena se le habían llenado los ojos de lágrimas, igual que a casi todos los presentes.

Pérdicas: es una canción muy triste,
Gabrielle: sí -dijo con un nudo en la garganta, pues reflejaba lo que le estaba pasando a ella.
Layla: Gabrielle volviste, sabía que te quedarías, Xena se pondrá contenta.
Gabrielle: no, déjala ya me voy, solo quería escucharla, estoy cansada, no tardes, dile que te acompañe.
Layla: como tu quieras y me acompañará, deja de preocuparte.
Gabrielle: es que no quiero que te pase nada.
Layla: sí, a mí no me engañas, quieres que me acompañe para que duerma contigo y no con Diana en la posada.
Gabrielle: ¿cómo te atreves? ¿estás loca?
Layla: ya no soy una niña... a mí no me engañas.
Gabrielle: si le dices algo a Xena, te juro que te daré la paliza de tu vida, ni se te ocurra decirle que te acompañe para que ella también vuelva a casa...
Layla: y duerma contigo... por tus pesadillas...
Gabrielle: eres mala, no te burles de mí, no sabes por lo que pasé -se fue llorando.
Pérdicas: -se acercaba donde estaba Gabrielle y vio que salía de nuevo corriendo hacia la puerta- Gabrielle...
Layla: ¿y ahora qué le hice?, Pérdicas, cásate con ella, así me deja tranquila.
Pérdicas: no me casaré con tu hermana, y no me digas que quieres que te deje tranquila, porque luego la extrañarás mucho, como siempre, ¿la quieres mucho verdad?.
Layla: sí, por supuesto... hace tiempo que no se lo digo.
Pérdicas: ¿por qué no vas ahora y le pides disculpas?, se fue llorando, seguro se peleó contigo.
Layla: solo discutimos, está bien, le pediré disculpas.

Layla se fue a buscar a Gabrielle y Xena se acercaba a Pérdicas.

Xena: gracias por volver...
Pérdicas: de nada, cantas muy bien, aunque esa canción es muy triste.
Xena: sí el amor cuando no es correspondido duele mucho -Pérdicas se quedó pensando pues Gabrielle no hacía mucho le había dicho las mismas palabras- Ahora ¿se irán?.
Pérdicas: sí, Gabrielle, está cansada y muy sensible. Debo hablar con ella, algo malo le pasó mientras estuvo secuestrada, pero aún no quiere decirme nada, ella es mi mejor amiga y ya no confía en mí.
Xena: dale tiempo, seguro que volverá a confiar en ti. -Xena se quedó pensando si solo era ese el problema o había algo más para que Gabrielle estuviera tan nerviosa y sensible, luego se dio cuenta que no pensó en lo peor que le podía haber pasado a Gabrielle, debía hablar con ella urgente, los Dioses quieran que no sea cierto lo que estoy pensando, se dijo.
Pérdicas: gracias Xena, Layla se quedará un rato más, ¿la puedes acompañar hasta la casa?.
Xena: sí, no te preocupes.

En la plaza:

Layla: Gabrielle, perdóname no quise herirte... sabes que te quiero mucho, hermana, eres mi mejor amiga, te extrañé mucho todo este tiempo en que no estuviste, sé que la pasaste mal, pero ya ves soy una tonta, quería verte alegre y te pongo más triste, perdóname, ¿siiiiiiiii...? dale... lo siento...
Gabrielle: ¡cómo no te voy a perdonar!, eres mi hermana y yo también te quiero mucho -se abrazaron- es que estoy no sé... sensible...
Layla: sufriste mucho, pero Xena te salvó.
Gabrielle: ya basta, no la nombres más. Me voy a casa, allá viene Pérdicas.
Layla: a propósito me dijo ¿que aun no se casarán?...
Gabrielle: no, luego te lo explico.
Pérdicas: Layla, ya hablé con Xena, ella te llevará a tu casa.
Layla: gracias -le guiñó un ojo a Gabrielle.
Gabrielle: vamos Pérdicas.
Layla: adios hermanita...

Pérdicas acompañó a Gabrielle a su casa y Layla volvió a la fiesta.

En la fiesta:

Layla: Xena, me quedaré un rato más, me gustan mucho las fiestas.
Xena: sí, pero no te metas en problemas.
Layla: vamos guerrera hay que divertirse, ahora que se fueron todos quiero tomar un poco de ese vino que te pone la cara tan colorada... mira como está Sebastián, ese muchacho me gusta mucho. ¿Te interesa alguien de la fiesta?... hay muy buenos candidatos, aunque sea solo para pasar la noche...
Xena: y yo creí que eras una niña, eres muy despierta.
Layla: gracias, jaja, voy a bailar con mis amigos.
Xena: no te alejes mucho, no quiero que te pase nada, tus padres te dejaron a mi cuidado.
Layla: tú solo deberías cuidar a Gabrielle.
Xena: ¿a qué te refieres?... ella ya tiene quien la cuide... -bajó su cabeza.
Layla: no por mucho tiempo.
Xena: ¿qué dices?
Layla: no le digas nada a nadie, especialmente a ella, pero Pérdicas me dijo que aun no se casarán.
Xena: es cuestión de tiempo, además ¿que tiene eso que ver conmigo?
Layla: Xena, no soy tonta, a ti te gusta mi hermana.
Xena: estás loca, ya habrás tomado vino, con tu hermana no me pasa nada, solo la ayudo en un momento feo que está pasando en su vida, eso es todo.
Layla: bueno, tal vez tú no le correspondas pero...
Xena: pero ¿qué?...
Layla: nada... yo y mi bocota...
Xena: no me dejes con la intriga.
Layla: ¿intriga?... si tú dices que no te importa mi hermana, no debo decirte nada más.
Xena: ¿qué quieres insinuar?
Layla: nada, es mejor que te des cuenta tú sola, yo soy muy niña, tú lo dijiste.
Xena: ve a bailar, no te pierdas de mi vista.
Layla: eso no lo haré nunca, me gusta que me mires, Xena tienes unos ojos muy bonitos.
Xena: gracias, tú también, vete.
Layla: sí, te dejo en buena compañía. Oye si quieres estar a solas con Diana yo me voy sola a casa, no te preocupes por mí.
Xena: déjate de tonterías.
Layla: no son tonterías, además me lo dijo Gabrielle.
Xena: ¿qué te dijo Gabrielle?
Layla: que a lo mejor te molesto, porque tú quieres estar a solas con Diana en la habitación de la posada, no me imagino para que... -sonrió- ... pero mi hermana como es barda tiene una gran imaginación -le guiñó un ojo.
Xena: ¿en serio pensó que yo me iría con Diana?
Layla: sí, la verdad nunca la vi tan enfadada. ¿Por qué será?. Te dejo, ya tienes compañía... en serio Xena... si quieres... me voy sola.
Xena: ni se te ocurra.
Diana: hola, ¿cómo está mi heroína? -la tomó de la cintura.
Xena: bien, estoy cansada, pero bien.
Diana: ¿en serio estas muy cansada?, quería proponerte algo -se acercó a sus labios.
Xena: dime.
Diana: ¿siempre eres tan seria?, ¿no te das cuenta que te estoy seduciendo?
Xena: sí, lo haces bien, no es por ofenderte pero hoy no puedo, estoy realmente cansada.
Diana: eso de hoy no puedo me da la esperanza que quizás mañana ¿sí?
Xena: tal vez.
Diana: te gusta jugar...
Xena: sí...
Diana: y a mí me gustaría jugar contigo, eres hermosa, te deseo... quiero que me ames, pero si debo esperar hasta mañana, lo haré, te esperaré por siempre.
Xena: mañana será otro día, veremos que pasa.
Diana: mañana te espero en el lago, luego nos iremos por ahí, quiero sentir tu piel junto a la mía, eres muy especial.
Xena: debo irme.
Diana: ¿te vas con Layla?
Xena: sí, debo llevarla a la casa.
Diana: ¿por qué no la lleva Gabrielle?
Xena: ya se fue.
Diana: ya entiendo, te dejó a la hermanita para que tú la entretengas, mientras ella está con Pérdicas a solas por ahí.
Xena: no me dejó a cargo a la hermanita y si está con Pérdicas por ahí, no es asunto mío y tampoco tuyo, se aman y se van a casar -dijo enojada.
Diana: esta bien, no te enojes, solo dije la verdad, hacen buena pareja, es hora que estén juntos... que hagan el amor -a Xena se le transfiguró la cara, estaba por explotar.
Xena: ¿cómo sabes que nunca hicieron el amor?
Diana: en los pueblos chicos todo se sabe, aunque estos días la vi diferente a Gabrielle, más mujer, ya no es la niña de antes. Además ellos están enamorados es normal hacer el amor con quien amas.
Xena: sí -bajó la cabeza.
Diana: disculpa, pero... parece que te afecta que te hable de Gabrielle y Pérdicas, tu cuerpo se pone tenso.
Xena: no me pasa nada, bueno... me voy.

Xena quería llegar cuanto antes a la casa de Gabrielle, para saber si ella estaba allí dormida en su cama como todas las noches, se estaba muriendo por dentro de celos, de dudas, y si era verdad lo que dijo Diana, que Gabrielle se había deshecho de la hermana para estar a solas con Pérdicas, se le rompía el alma, no podía imaginarse a Gabrielle en otros brazos que no fueran los suyos, pues Gabrielle solo había estado con Santinolles, -eso al menos creía Xena- y luego ella quiso hacerle lo mismo, pensó en que ambos se habían portado como dos bestias, pero Xena se había enamorado de Gabrielle, se moría de ganas por tenerla, hacerle el amor, con todo su corazón, su cuerpo, su alma, la deseaba cada vez más, se daba cuenta cuando dormían abrazadas, su mano subía y bajaba por la espalda de Gabrielle y quería seguir bajando, de pronto cerró los ojos y vivió la imagen, pero cuando miro bien en su interior el que le hacía el amor no era ella, sino ¡Pérdicas!, él la abrazaba, la besaba, la hacía suya una y otra vez, y veía a Gabrielle sonreír de placer, hasta sentía en sus oídos los gemidos de Gabrielle mientras él la penetraba suavemente, volvió en sí y una lágrima se derramó de sus bellos ojos. No podía seguir sufriendo así, tenerla solo por las noches cuando ella la necesitaba para consolarla porque había tenido una maldita pesadilla, solo para eso le servía, pero ella quería más, pero ese más era de él.

Layla: Xena, ya es muy tarde, si quieres llevarme ya estoy lista, mis padres me mataran.
Xena: estas conmigo, nadie te va a matar.
Layla: eres tan fuerte y segura, me encanta, la verdad siento envidia de la persona que tiene tu amor, esa persona es muy afortunada. ¿Estas enamorada?
Xena: vamos.
Layla: sí, vamos, pero... no me contestaste.
Xena: ¿tu hermana iba para tu casa?
Layla: creo que sí -la miró con los ojos cerrados- ¿piensas que ella está con Pérdicas?
Xena: solo preguntaba, para saber si había llegado bien.
Layla: si está con él, seguro que llega bien.
Xena: sí, no lo dudo.
Layla: él la ama mucho, se conocen desde chicos, aunque... bueno... tú me entiendes, nunca estuvieron íntimamente...
Xena: ¿cómo sabes?
Layla: Gabrielle me lo hubiera dicho.
Xena: ¿se cuentan todo?.
Layla: sí para eso son las hermanas, ¿tú no tienes hermanas?
Xena: no, tengo hermanos, varones, uno ya murió.
Layla: lo siento, pero cuando quieras puedes contar conmigo, aquí ya tienes una hermana.
Xena: gracias, hermana.
Layla: y puedes confiar también en Gabrielle, ella es muy buena persona, no es porque sea mi hermana, pero es un ángel, tiene un alma muy pura, ella siempre está ayudando a la gente en lo que puede y si no lo consigue te pone una carita de niña triste que te da ganas de comértela, y termina consiguiendo siempre lo que quiere.
Xena: lo sé.
Layla: ya te conquistó, ¡jaja! ella hace siempre eso, cuando quiere llamar la atención de alguien te dice que no sabe hacer nada.
Xena: ¿cómo?
Layla: sí, no sé... por ejemplo, hacer fuego... nunca le gustó, así que te dice... "lo siento pero soy muy torpe, no sé que leña debo buscar, o directamente te dice que no sabe encenderlo", de chica lo hacía siempre, hubo una vez que casi incendiamos el granero, como no le gustaba que la mandaran se enojó y dijo... ¿quieren fuego? tendrán fuego... y juntó leña y seguía poniendo y poniendo enojada, hasta que se le fue de las manos y nuestro padre casi nos mata, es muy traviesa Gabrielle.

Xena estaba con la cara desencajada, la había engañado, le dijo cuando se conocieron que no sabía hacer fuego, se reía en su interior, pensó en su rostro y se perdió en sus ojos.

Layla: ¿estas bien?
Xena: sí, ¿por qué?
Layla: porque cerraste los ojos, y sonreíste... tienes una hermosa sonrisa.
Xena: es que... tienes una hermana muyyy lista...
Layla: seguro que te engañó.
Xena: sí, como a una tonta.
Layla: jajajaja... la Princesa Guerrera cayó en las redes de Gabrielle. ¿Qué te hizo?
Xena: me dijo que no sabía juntar leña y tampoco encender el fuego, es terrible, pero no le digas que me contaste, me las pagará.
Layla: uyyy, me gustará ver eso. Ya casi llegamos. ¿a dónde vas?
Xena: al granero.
Layla: Xena, hace frío, duerme con ella.
Xena: no quiero molestar más, además ella quizás... no esté.
Layla: mi hermana está en su cama, la conozco bien, aun no está preparada para estar con Pérdicas, si es a eso a lo que te referías.
Xena: eres muy lista.
Layla: ven, se alegrará de saber que vienes conmigo. Además debe estar despierta, seguro está esperándonos, para saber que hicimos, es muy curiosa, pero si me ve contigo seguro se hará la dormida, entonces haremos un plan... hablaremos de los hombres y las mujeres tan hermosos que había en la fiesta, que bailamos con todos, que nos besamos, de todo, vas a ver como se muere por dentro y no se puede hacer más la dormida.
Xena: eres terrible.
Layla: me divierto. No hagamos ruido al entrar, porque mi madre me dijo que entremos en silencio, pues después le cuesta dormir de nuevo.
Xena: está bien, ¿que te parece si entro contigo en brazos?, te levanto, así no hacemos tanto ruido con las botas.
Layla: me parece perfecto, ¿te quieres aprovechar de mí? o ¿es para darle celos a mi hermana?
Xena: ninguna de las dos cosas, es solo para no hacer tanto ruido, además, si le vas a decir a tu hermana que la fiesta estuvo perfecta que mejor que entrar en mis brazos.
Layla: se morirá de envidia. Seguro que no se hace tanto tiempo la dormida. Vamos guerrera. -Xena la alzó- Dioses eres muy fuerte... con razón mi hermana no quiere dormir sola, ¿lo de las pesadillas es verdad?
Xena: sí, eso es verdad, debes preguntarle a ella, lo que pasó.
Layla: lo haré, ahora no hablemos más, entremos en silencio, shhhh... ¡ah! espera, aún no me contestaste sobre si estás enamorada...
Xena: eres muy chica para preguntar eso...
Layla: el amor no tiene edad Xena...
Xena: aún... mmm... bueno vamos, se hace tarde... entremos en silencio...

Layla la quedó mirando supo que la guerrera sería muy valiente para luchar pero para el amor... mmm... era muy cerrada...

Xena y Layla entraron en silencio a la casa y luego fueron al cuarto para dormir, a Xena le temblaba el cuerpo y el corazón latía como mil caballos galopando, esperaba ansiosa cruzar la puerta y saber que ella estaba allí esperándola, Layla abrió lentamente la puerta para no hacer ruido, a Xena se le hizo eterno saber si ella estaba allí y no con Pérdicas. Gabrielle estaba acostada en su cama dándoles la espalda. Xena suspiró al saber que estaba allí.

Layla: -susurró pero Gabrielle escuchaba todo- tranquila guerrera estás temblando, ¿qué pasa? Aunque... tus brazos son muy fuertes.

Gabrielle abrió los ojos como platos al escuchar decir eso a su hermana, aun les daba la espalda, así que Xena y Layla no le podían ver los ojos, pero Layla sabía perfectamente que Gabrielle estaba despierta escuchándolas, le hizo seña a Xena para que siguieran con el juego.

Xena: tal vez sea fuerte pero tú pesas poco.
Layla: gracias, eres muy amable, además de seductora, en la fiesta nadie dejó de mirarte, aquí está bien, puedes bajarme, aunque me gusta estar así.
Xena: ahora la amable eres tú. -Gabrielle estaba que volaba- tu también eres muy seductora.
Layla: tú lo eres más, todos y todas no te quitaban la vista de encima, y cuando bailaste con Diana y te besó, mmm... nunca había visto tanto fuego... tus labios deben ser muy dulces... pues luego te besó Luisa... estaban todas muy tomadas aunque yo te besaría sin haber tomado nada... -Gabrielle se dio vuelta horrorizada con miedo a encontrarse a Xena y Layla besándose, las dos Xena y Layla se morían de la risa pues estaban esperando esa reacción en Gabrielle, las dos estaban cerca de su cama mirándola, cuando Gabrielle se dio vuelta y las vio a las dos paradas al lado de su cama riéndose supo que le habían hecho una broma.
Gabrielle: no me parece gracioso... son dos tontas...
Layla: ¿creíste que nos besaríamos?... jajajajajaja... ¿celosa hermana?
Gabrielle: no seas tonta, no sé a que te refieres -Xena sonreía en silencio.
Layla: pues deberías probarlos.
Gabrielle: ¿probar qué?
Layla: sus labios.
Gabrielle: Xena...
Xena: tranquila Gabrielle, no hice nada raro con tu hermana, está bromeando.
Layla: conmigo no, pero con las demás sí, no me digas que no te estuviste besando con todas, por eso digo que tus labios deben ser muy dulces, algún día me gustaría probarlos.
Gabrielle: ¡Layla, qué dices!
Layla: ¿qué?, ¿no te gustaría probarlos?
Xena: esta bien Layla, no pongas incómoda a tu hermana y a mí tampoco, no ando besando a cualquiera por ahí.
Gabrielle: no sabía que era una... cualquiera... -dijo triste.
Xena: no quise decir eso...
Gabrielle: pero lo dijiste, cualquiera son las que te besaron hoy, sin ningún pudor.
Xena: cálmate Gabrielle, será mejor que duermas.
Gabrielle: no necesito que me digas lo que tengo que hacer.
Layla: no te enojes, solo quisimos hacerte una broma, sabía que estarías despierta y te harías la dormida para escuchar nuestra conversación. ¿Viste Xena que no me equivoqué?, si hay alguien que conoce a Gabrielle soy yo, y sé que estás muy sensible, nerviosa, insoportable, te enojas por cualquier cosa, pero quiero que sepas que te entiendo, me imagino por lo que pasaste pero nosotras no tenemos la culpa. Quiero que sepas que puedes contar conmigo, y quiero decirte que te quiero mucho, mucho, al igual que Xena... ¿no es cierto?...
Xena: sí, -Gabrielle se alegró pues entonces Xena la quería mucho, pero luego cuando siguió hablando volvió a la duda, a la tristeza- puedes contar conmigo -eso fue todo lo que dijo la guerrera, que podía contar con ella, no que la quería mucho.
Layla: vamos a dormir, que descanses hermanita -se abrazaron- que descanses Xena.

Xena estaba muy emocionada de ver como las hermanas se amaban en serio, ella había perdido al suyo, pues al otro no lo vio nunca más, Gabrielle la miró a los ojos y se perdió en ellos, supo que estaba triste.

Gabrielle: ¿te vas a quedar?
Xena: si no te molesta.
Gabrielle: Xena, sabes que no me molesta.
Xena: bueno me cambio y me acuesto.
Gabrielle: te espero.

Ya Layla estaba en su cama, Gabrielle esperando ansiosa a Xena, en ese momento Xena se recostó a su lado y la tomó por la cintura, Gabrielle tembló y Xena sonrió.

Xena: -le susurró en el oído a Gabrielle- ¿por qué te fuiste de la fiesta?
Gabrielle: -susurrando, para que Layla no se despertara- ¿te dolió?
Xena: sí... ¿por qué te fuiste?
Gabrielle: estaba cansada.
Xena: mientes...
Gabrielle: no quería ver que no me cantabas solo a mí.
Xena: si te hubieras quedado, sabrías que era para ti.
Gabrielle: si me hubiera quedado habría visto todo lo que contó Layla, y no quería.
Xena: ¿no querías?... pues yo tampoco quería verte con él... cuando te fuiste imaginé que estabas con él, que tenía tus besos, tus caricias, -Gabrielle seguía temblando, estremeciéndose ante las palabras de Xena y estaba tan cerca, ya estaba muy excitada, Dioses pensó, ¿estará celosa?- imaginé que estaba contigo, mientras yo cantaba...
Gabrielle: Xena, ¿qué quieres decirme?... -se dió vuelta y quedó frente a los ojos de la guerrera, a una escasa distancia de sus labios que pedían a gritos que los besara, al igual que los de ella, ambas estaban volando, su respiración era de fuego al igual que la de Xena, sintió una ola de calor desde la cabeza hasta la punta de los pies, pasando y quedándose en su centro, la deseaba, la amaba, Xena aún la seguía mirando perdida en sus ojos y no le contestó- Xena... Xena... por favor háblame.
Xena: shhhh... no hables, quiero quedarme así en tus brazos y tú en los míos, tu piel es tan suave -acercaba lentamente su boca, rozó suavemente los labios de Gabrielle- Te deseo tanto... no te imaginas cuanto... tu boca no se compara con nada...
Gabrielle: con la tuya, aunque solo me besaste dos veces... aun no lo olvidé...
Xena: ¿solo dos veces?
Gabrielle: sí, cuando entraste a la tienda de Santinolles y te pusiste sobre mí, para aparentar que me estabas haciendo el amor y el otro día aquí mismo, fue un roce...
Xena: y las otras veces que tengo en mi mente, ¿fue un sueño?
Gabrielle: sí, porque sino lo sabes cuando entraste ebria aquel día...
Xena: shhhh... no hablemos de eso...
Gabrielle: quiero decirte, que esa vez no me besaste y fue horrible, porque me dijiste que no me besarías, porque el besar en los labios era dar el alma, la vida y era algo que tú nunca me darías -comenzó a sollozar.
Xena: no quiero que llores, por favor, lo siento, no sabía que te había dicho eso, estaba ebria... es la única forma en que pude haber hecho semejante cosa, perdóname no me cansaré de pedirte perdón.
Gabrielle: me trataste muy mal, solo quería saber ¿por qué?
Xena: -estaba a punto de decirle que estaba celosa por Ornella, y por ende porque la amaba con toda su alma, pero sabía que era arruinarle la vida- no lo sé.

Gabrielle la quedó mirando con dolor, pues se dio cuenta que Xena nunca le iba a decir que realmente la amaba, que se fueran juntas para compartir la vida.

Gabrielle: esta bien.
Xena: ven más cerca.
Gabrielle: Xena casi estoy encima de ti.
Xena: me gusta, ¿a ti, no?
Gabrielle: sí.

Xena volvió a rozar sus labios con los de Gabrielle, tenía ganas de hacerla suya ahí mismo, mientras seguía jugando con sus labios sobre los de Gabrielle, quería comerle la boca, ambas se dejaron llevar y llegó el beso perfecto, ese beso que cuando besas entregas el alma, ambas abrieron sus bocas y sus lenguas comenzaron la mejor danza, Xena acariciaba la espalda de Gabrielle, volaba, quería más, de pronto se dio cuenta donde estaba, y comenzó a calmar el beso, especialmente para poder respirar.

Xena: Gabrielle, eres tan dulce, pero no puedo seguir... lo siento, aquí no.
Gabrielle: Xena, por favor no te detengas, te deseo, te necesito...
Xena: shhhh...
Gabrielle: no puedo calmarme, me pides algo imposible... ámame...
Xena: no puedo amarte aquí, en la otra cama está tu hermana, se despertaría con nuestros gemidos, pues hoy quiero hacerte el amor como nunca... solo amor... quiero darte amor... sé que nunca hiciste el amor... me dirás que ya tuviste tu primera vez...
Gabrielle: ¿mi primera vez?...
Xena: sí, pero eso no fue amor, el amor te lo mostraré yo, pero mañana...
Gabrielle: ¿mañana?... te quiero ahora... Xena...
Xena: mañana a las tres en la posada... te lo prometo... serás mía, como nunca serás de nadie, te haré ver las estrellas, el sol, la luna... haremos ambas por primera vez el amor.
Gabrielle: Xena tu ya hiciste varias veces el amor, no me engañes.
Xena: no te miento, haré por primera vez el amor contigo, pues te llevo dentro, muy dentro de mí, nunca sentí lo que siento por ti, es extraño... mi corazón late con fuerza, me estremezco cuando te toco, cuando te abrazo, Gabrielle... eres tan dulce... -tenía ganas de decirle que la amaba en serio, pero aun no se atrevía, por su parte Gabrielle seguía esperando oír esas palabras tan hermosas por parte de la guerrera y que si no se las había dicho ahora que era la verdadera oportunidad para decirle que la amaba, se resignó a pensar que nunca se lo diría, las dudas seguían dando vueltas, ¿la amaba? o ¿solo quería acostarse con ella?... ya no le importaba... pues ella la amaba y ahora mismo la deseaba con el alma... quería que la amara... pero si debía esperar hasta mañana, lo haría... se prepararía con lo mejor... para su guerrera- ¿sonríes?, eres hermosa cuando lo haces...
Gabrielle: si me sigues halagando... no sé si pueda esperar hasta mañana...
Xena: yo tampoco... pero no puedo amarte aquí... será mejor que duermas, yo vigilaré tu sueño.
Gabrielle: y yo el tuyo...

Llegó el amanecer y ambas seguían abrazadas.

Xena: hola dormilona... ¿estas bien?
Gabrielle: no.
Xena: ¿qué te pasa?... ¿te duele algo?
Gabrielle: el cuerpo, estoy aun muy tensa, creo que hoy tendrás que hacer algo... anoche me dejaste con las ganas...
Xena: jajaja... pues yo también estoy muy tensa... no veo el momento en que llegue la hora... recuerda, te espero a las tres en la posada, ve a buscarme, yo saldré un momento, pero le diré a la dueña que vuelvo enseguida así te deja pasar a mi habitación y me esperas ahí, nadie va a sospechar que en esa habitación habrá amor, mucho amor... te volveré loca de pasión...
Gabrielle: ya lo haz hecho... anoche... me excitaste al máximo y luego me arrojaste un jarro de agua fría.
Xena: pues yo también tuve que hacerlo. Iré al pueblo, ¿te levantas?
Gabrielle: sí, quiero ponerme linda para ti.
Xena: no importa lo que te pongas eres hermosa de cualquier forma, además no te va a durar mucho.
Gabrielle: jajajaja... pues la tuya tampoco... Xena...

Xena se dio cuenta que la barda le iba a decir que la amaba, pero le puso justo un dedo en sus labios.

Xena: shhhh... no lo digas, no quiero atarte a mí, le perteneces a él.
Gabrielle: quiero decírtelo, es verdad... lo siento aquí, y ya no me digas que le pertenezco a él, porque no es así... sé que a partir de hoy seré solo tuya.

A Xena le daba vueltas la cabeza, y si hacer el amor con Gabrielle significaba que Gabrielle dejaría a Pérdicas... ella no quería eso... bueno en el fondo tal vez sí lo deseaba, pero aun no estaba segura no le podía dar nada de lo que le daría Pérdicas, familia, hijos, ella no quería confundir a Gabrielle, la deseaba, pero no le haría daño, se quedó pensando en si cometía un error al verse en la posada con Gabrielle, para amarla. El día siguió su curso, Gabrielle estaba muy nerviosa al igual que Xena, que ya se estaba arrepintiendo de haberle dicho a Gabrielle que le haría el amor.
Gabrielle estaba en el granero y Xena la siguió, antes de estar con ella en la posada necesitaba saber algo que le paso por la cabeza la noche anterior y se dijo como no lo había pensado antes, a lo mejor Gabrielle estaba tan nerviosa y sensible no porque ella la confundía con sus sentimientos, tal vez tenía algo que no quería decirle, tenía que averiguarlo.

Xena: Gabrielle.
Gabrielle: -se sobresaltó- Xena, me asustaste.
Xena: lo siento, quiero hablar contigo.
Gabrielle: estas muy seria, ¿te arrepentiste de querer hacer el amor conmigo?
Xena: no, es algo más importante.
Gabrielle: -triste- para mí es muy importante hacer el amor contigo... ¿yo no soy lo mismo para ti?.
Xena: sí lo eres, pero no es eso, es otra cosa, ven, siéntate aquí. Te veo muy nerviosa, sensible, ¿te sientes bien?... digo... si te duele algo, si sientes algo extraño en tu cuerpo... tienes mareos, no sé como decirlo...
Gabrielle: ¿quieres saber si estoy embarazada?
Xena: -abrió los ojos- sí.
Gabrielle: no Xena...
Xena: me alegro por ti, era un maldito...
Gabrielle: ¿era?
Xena: sí, yo lo maté al desgraciado...
Gabrielle: ¿lo mataste? ¿cuándo?
Xena: lo maté cuando salimos de la tienda, lo maté para que no le hiciera a nadie más lo que te hizo a ti.
Gabrielle: ¿lo mataste por mí?
Xena: sí, te hizo mucho daño, y no quiero que pienses más en eso, se terminó.
Gabrielle: -se abalanzó a los brazos de Xena y comenzó a besarla por toda la cara, Xena la abrazó y la levantó un poco del suelo teniéndola frente a su boca, luego se dieron un beso apasionado, con el alma- te amo Xena... y sé que me amas aunque no me lo digas... sé que es así... y hoy en la posada estoy segura que me lo dirás... te amo, te amo como nunca amé a nadie.
Xena: shhhhh... no hables más, no quiero que te arrepientas de lo que dices.
Gabrielle: nunca lo haré Xena, es la verdad, te lo juro ¿qué debo hacer para que me creas?, hoy cuando estemos juntas te lo demostraré... te amo y no me cansaré de decírtelo.
Xena: bueno... debes seguir con tu trabajo, nos vemos luego.
Gabrielle: sí, estoy muy ansiosa... ¿y tú?
Xena: sí, también... recuerda que yo no voy a estar, espérame en la habitación, así nadie sospecha.
Gabrielle: sí lo haré... Xena.
Xena: -se dio vuelta, y se perdió en sus ojos, que estaban emocionados- sí Gabrielle.
Gabrielle: te amo. -Xena sonrió y se dio vuelta en silencio pensando en lo que iba hacer- Xena... espera, hay algo que debo decirte...
Xena: sí, dime.
Gabrielle: es sobre Santinolles...
Xena: ¿qué pasa con él?...
Gabrielle: él no abuso de mí...
Xena: ¿cómo?
Gabrielle: lo que oyes, cuando tú entraste a la tienda, aún no me había tocado, llegaste justo... y al verte supe que me salvarías, y luego me perdí en tus ojos y no dejé ni un momento de pensar en ti...
Xena: pero yo pensé... que...
Gabrielle: te quedaste sin palabras, parece que no te alegras por mí...
Xena: ¡¡Gabrielle!! ¿cómo dices eso?, por supuesto que me alegro por ti... no sabes cómo me alegro... mi pequeña... -la abrazó fuerte- me lo hubieras dicho antes...
Gabrielle: es que no me di cuenta que tú pensaste que me había pasado eso, tan horrible...
Xena: bueno, por tus pesadillas... sé que el estar secuestrado es traumático, pero ¡¡Dioses!!, gracias a todos los Dioses... me alegro tanto por ti... que no pasara a mayores...
Gabrielle: gracias Xena...
Xena: bueno, te espero en la posada... -al decir esto Xena se dio cuenta que entonces Gabrielle se entregaría a ella, entonces era verdad que la amaba tanto, o estaba confundida, ¿y ahora que haría?... ¿y Pérdicas?...

Llegó la hora y Gabrielle ya estaba en la puerta de la posada, estaba hecha una diosa, hermosa.

Dalma: hola Gabrielle, ¿qué haces por aquí?... ¡estás hermosa!
Gabrielle: gracias... solo busco a Xena, tengo que decirle algo.
Dalma: salió hace rato... bastante diría yo, si quieres esperarla, siéntate, ¿te traigo algo para tomar?.
Gabrielle: te agradezco, pero prefiero esperarla en la habitación, sino te molesta.
Dalma: no me molesta, pero tal vez a ella no le guste.
Gabrielle: ¿a Xena?... seguro no tiene problema, además viaja casi sin nada, ¿qué le puedo robar?
Dalma: el corazón...
Gabrielle: ¡Dalma!...
Dalma: puedes subir, si se enoja conmigo... le digo que subiste sola.
Gabrielle: está bien, no se enojará.

Gabrielle subió a la habitación de Xena, le temblaban las piernas, estaba muy nerviosa y excitada. Abrió lentamente la puerta, se sentó en la cama y comenzó a pensar en la guerrera...

Gabrielle: ¿cuándo llegas Xena?, apúrate, no soporto más, te deseo tanto... mi amor... te amo Xena, ven rápido...

En ese momento giró su cabeza hacia la mesita que estaba al lado de la cama y vio que había un pergamino, lo abrió y lo comenzó leer, las lágrimas comenzaban a brotar sin parar, era un pergamino con la firma de Xena.

Xena: -pergamino- "Gabrielle, sé que estarás muy sorprendida, pero me di cuenta que no puedo hacerte feliz, él te dará todo lo que yo no puedo darte, una familia, hijos, un verdadero hogar, pues conmigo estarías siempre viajando, en peligro constante, no quiero dañarte, no quiero que te pase nada malo por mi culpa, no lo soportaría, eres demasiado importante y especial para mí, no quiero hacerte daño porque me di cuenta que te amo, como nunca ame ni amaré a nadie, por eso me voy, porque sé que estás confundida y no quiero confundirte más, a mi lado nunca serás feliz, él te dará esa felicidad dándote un hogar. Recuerda que siempre te amaré, soy una mujer que descubrió el amor por primera vez en ti, gracias por cruzarte en mi camino, nunca te olvidaré, viví contigo los mejores días de mi vida, adiós. X"

Gabrielle ya era un mar de lágrimas, no podía creer lo que estaba leyendo, Xena se había ido, la había abandonado y encima le había escrito que la amaba.

Gabrielle: ¿por qué?... ¿por qué?... Xena, ¿cómo pudiste dejarme?, yo también te amo, estaba dispuesta a decirte hoy que me iría contigo, que ya había hablado con Pérdicas, ¿por qué?... ¿qué haré sin ti?... debo buscarla.

Gabrielle salió corriendo de la habitación, fue enseguida al establo para averiguar cuanto hacía que Xena se había ido.

Gabrielle: hola Tobías...
Tobías: hola Gabrielle, que guapa estás... ¿te pasa algo? Te noto agitada...
Gabrielle: sí, debo encontrar rápido a una amiga, a Xena... ¿cuánto hace que se llevó a su yegua?
Tobías: hará tres marcas de vela.
Gabrielle: ¿tres?... ¿no te dijo hacia donde iba?
Tobías: no, pero me dio éste pergamino para ti, me dijo que seguro vendrías por acá.
Gabrielle: dame. -comenzó a leer, no era muy largo solo decía: "Gabrielle si estás leyendo esto es porque estás en el establo averiguando cuando me fui, no quiero que me sigas, quiero que seas feliz con él. No me busques pues nunca me encontrarás"- Maldición... ¿por qué me hace esto?
Tobías: ¿hacer qué? Vi que estaba muy triste... ¿te hizo algo a ti?
Gabrielle: me rompió el corazón... -comenzó a llorar.
Tobías: tranquila Gabrielle... no llores niña, seguro tenía otras cosas que hacer, no podía quedarse para siempre en este pueblo, shhhh, vamos no llores, algún día volverá, sé que te salvó la vida y a varias mujeres más, pero me dijo que tenía que seguir su camino, es una mujer muy solitaria.
Gabrielle: pero tú no entiendes...
Tobías: sí entiendo... te apoyaste mucho en ella éstos meses... pero tú tienes a toda tu familia y a Pérdicas.
Gabrielle: definitivamente no entiendes, ella es mi nueva familia, yo quería irme con ella, no quiero estar más en este pueblo, no quiero casarme con Pérdicas.
Tobías: ¿pero qué dices?
Gabrielle: que la amo como nunca ame a nadie, me enamoré de ella, nunca sentí lo que siento por ella, ni siquiera por Pérdicas, sé que está mal, pero mi corazón es muy puro y con este amor lo es aun más... la amo... ¿está mal, amar tanto a alguien?
Tobías: no mi niña, pero ella es una guerrera, además de una mujer... ella no es para ti.
Gabrielle: ¿por qué?... ¿por qué es una mujer?, ¿eso es todo?... no me importa, me enamoré y eso no cambiará nunca, no me importa si es una mujer, una guerrera, si viaja constantemente por ahí, no me importa, solo quiero vivir con ella el resto de mi vida, me pierdo en sus ojos, cuando me abraza es estar en los Campos Elíseos, estuvo a mi lado cuando más la necesité, la amo, no puedo evitarlo... debo ir a buscarla.
Tobías: no Gabrielle, es muy peligroso para una niña como tú.
Gabrielle: Tobías, ya no soy una niña, la niña que venía a verte todos los días murió cuando fui secuestrada... ahora quiero vivir... y para mí la vida es Xena, iré detrás de ella así tarde toda mi vida en encontrarla.
Tobías: ¿pero si ella te ama?... ¿por qué se fue?
Gabrielle: se fue por eso, porque me ama... pensó que yo sería feliz con Pérdicas, algo imposible, yo soy feliz con ella a mi lado.
Tobías: debes hablar con tus padres, no les gustará nada que te vayas detrás de una mujer guerrera.
Gabrielle: no me importa estoy dispuesta a luchar por este amor, es verdadero, es lo que siento... amor... puro amor... gracias Tobías, debo irme rápido.
Tobías: ¿y para donde irás?
Gabrielle: aun no lo sé, pero iré hacia su pueblo, algún día irá por allá, ahí vive su madre o quizás vaya a Atenas, me dijo que iría para allá.
Tobías: ojalá la encuentres, si te hace feliz.
Gabrielle: gracias, y sí ella me hace feliz. Adiós.

Gabrielle volvió a su casa, comenzó a preparar su bolso se iba a buscar la felicidad, el amor, a Xena...

Hecuba: Gabrielle ¿qué haces?
Gabrielle: lo siento madre, me voy.
Hecuba: ¿a dónde?
Gabrielle: con Xena.
Hecuba: ¿con Xena?... ¿qué tiene que ver ella? No entiendo.
Gabrielle: sé que te dolerá pero es la única forma de ser feliz, y si me amas lo entenderás, estoy enamorada.
Hecuba: claro hija ya lo sé... todos lo sabemos.
Gabrielle: nadie lo sabe, porque no es quien tú piensas... estoy enamorada de Xena.
Hecuba: ¡¡¡¿qué?!!!
Gabrielle: lo que oíste, estoy profundamente enamorada de Xena, nunca sentí por nadie lo que siento por ella.
Hecuba: estás loca si pretendes irte con ella.
Gabrielle: madre, sé que no lo esperabas pero se dio así, y le agradezco a los Dioses que la hayan puesto en mi camino.
Hecuba: Gabrielle, no puedes hablar en serio.
Gabrielle: nunca hablé más en serio, ella... se fue, me dejó, porque cree que amo a Pérdicas, pero no es así, la amo a ella, por eso debo apurarme me a sacado mucha ventaja y debo encontrarla, debo hablar con ella, debo decirle que la amo con toda mi alma como ella me ama y que quiero estar siempre con ella.
Hecuba: no puedes enamorarte, es una mujer... ¿qué futuro te puede dar?
Gabrielle: todo, porque la amo... ¿no lo entiendes?
Hecuba: no podrá darte un hogar, hijos... estás loca, de acá no vas a salir, voy a hablar con tu padre, él te hará razonar, llamaré a Pérdicas.
Gabrielle: madre, no lo hagas nadie podrá detenerme... no se pongan en mi camino.
Hecuba: eso lo veremos... pero de aquí no te vas. -la encerró en la habitación, con llave.
Gabrielle: madre... ¿qué haces?... ábreme la puerta, déjame salir.
Hecuba: no hija, ahora estas muy confundida, luego más tranquila recapacitarás y verás que estabas equivocada... tú amas y debes casarte con Pérdicas, él te ama y te hará feliz dándote un hogar... te dejaré aquí hasta que sea necesario. Hablaré con tu padre.
Gabrielle: madre ábreme por favor- ya estaba llorando, sabía que perdía el tiempo que valía oro para ella para encontrar cuanto antes a Xena- por favor... ábreme... -Gabrielle comenzó a golpear la puerta con desesperación pero no podía abrirla- Maldición... llamaré a Layla... Layyyylaaa... Layyylaaa... ayúdameeeee...

Layla estaba en el granero jugando con las gallinas, no escuchaba los gritos de su hermana, en ese momento llegaba Herodoto desde el pueblo, Hecuba fue a su encuentro, corrió desesperada para contarle todo a su esposo, que Gabrielle estaba loca, que quería irse con la guerrera.

Herodoto: pero mi hija está loca...
Hecuba: eso pensé yo, ¿te imaginas tu hija viviendo con esa mujer? Debemos hacer algo, vamos a buscar a Pérdicas, él la hará entrar en razón.
Herodoto: Pérdicas no está, se fue a Kinotus.
Hecuba: ¿cuándo?... no se despidió... y ese pueblo queda lejos.
Herodoto: fue a buscar telas para el sastre, tardará siete días, entre la ida y la vuelta más lo que se quede, a lo mejor tarda diez días.
Hecuba: es mucho tiempo, pero si debo dejarla encerrada ese tiempo, lo haré.
Herodoto: ¿la encerraste?
Hecuba: en su habitación, se quería ir detrás de la guerrera, parece que Xena se fue del pueblo y tu hija quiere seguirla, irse con ella.
Herodoto: sé que Xena confunde a cualquiera, pero Gabrielle... Dioses... debo hablar con ella.
Hecuba: sí hazlo, a ti te hace caso.
Herodoto: ¿a mí?... Gabrielle no le hace caso a nadie, es muy traviesa, tiene...
Hecuba: tu carácter... tú haces siempre lo que quieres...
Herodoto: bueno, estábamos hablando de tu hija, no de mí, iré a verla. ¿Dónde está Layla?
Hecuba: en el granero.
Herodoto: que todavía no se entere que su hermana está loca.
Hecuba: y si no entra en razón... ¿qué haremos?...
Herodoto: pues permanecerá encerrada hasta que entre en razón.

Y así Herodoto entró a la casa y abrió la puerta de la habitación de Gabrielle, que estaba llorando en la cama.

Gabrielle: padre, sabía que no me abandonarías. -Llorando se abrazó a su padre.
Herodoto: Gabrielle, tranquila... escucha, tu madre me dijo que quieres irte con Xena, que estás enamorada... eso no puede ser hija, debes entenderlo.
Gabrielle: padre es verdad la amo como nunca amé a nadie, ella es mi vida, debo ir a buscarla.
Herodoto: no hija, estas confundida... ya se te pasará.
Gabrielle: no se me pasará, es amor lo que siento... amor... ¿no lo entiendes?
Herodoto: Gabrielle... si no cambias de pensar deberé dejarte aquí, hasta que pienses bien en lo que dices.
Gabrielle: sé muy bien lo que digo... la amo...

Herodoto se levantó rápido y la encerró de nuevo.

Gabrielle: no padre, no me dejes acá por favor, ábreme... nooooooo...

Y comenzó a llorar de nuevo mientras, golpeaba la puerta con furia.

Hecuba: ¿y? ¿entró en razón?
Herodoto: no, la dejé encerrada de nuevo.

Y así pasaron los diez días esperando a Pérdicas para que hablara con Gabrielle, quien estaba muy desmejorada, se la pasó llorando, y casi ni comió lo que le daban sus padres, luego de encerrarla de nuevo, se sintió secuestrada otra vez, y en su propia casa, pero ahora era peor, era por amar a alguien.
Xena por su parte ya estaba yendo a Atenas, pero aun le quedaba mucho viaje, fue pasando por varios pueblos en donde dejaba su marca, en donde dejaba una historia con sus hazañas, pero así y todo no dejaba de pensar en ella, se dio cuenta que la amaba con el alma, pero hizo lo mejor para Gabrielle, dejarla con quien la haría feliz...

Continuará...


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