Capítulo 1
Xena estaba acostada de lado en una inmensa cama repleta de almohadas, en uno de los
aposentos del palacio de Cleopatra. Luce un atuendo egipcio, evidentemente mucho más
holgada que su tradicional ropa. El cuarto es enorme, con numerosos muebles y esculturas
de dioses, además está grácilmente decorado con un toque confortable. En ese aposento,
la guerrera mira fijamente la pared, la cual contiene diversas imágenes que pretenden
contar la historia del imperio. Sin embargo, Xena no tiene interés en los mosaicos y en
sus significados, sus pensamientos están en su dulce y amada poetisa.
La princesa necesita entender sus propios deseos, peor, intentar explicarle a Gabrielle
lo que no consigue explicarse a sí misma. A causa de esto, decide permanecer algunos
días en Egipto; para pensar, incluso muriéndose de ganas por tener a su hija en brazos,
que dejó en Alejandría con su madre.
En el aposento, la guerrera intenta imaginar donde está Gabrielle, porque desde que se
despidió de Octavio por la mañana, no consiguió estar con la bardo. Gabrielle es una
persona muy sensible y está sufriendo con esta situación y Xena lo sabe, por eso la
guerrera también sufre al haber herido a la persona que más quiere en este mundo. Pero
conociéndola como la conoce, prevé que tarde o temprano, Gabrielle aparecerá para
hablar, buscando respuestas y ese es su miedo; ya que, ¿Cómo explicar a su amante
aquello que no tiene explicación?
Esto la está matando por dentro, pero no es sólo eso, los últimos acontecimientos
trastornaron demasiado a la princesa guerrera: La persecución de los dioses, la muerte
de su amiga Cleopatra, la batalla naval provocada por ella en el Nilo y sobre todo lo
que más la perturba, es la confusión de sus sentimientos. El problema es que Xena teme
que Gabrielle no entienda los conflictos que la corroen. Ama a su bardo, pero ha
sentido deseos por otros... Ares... Marco Antonio...
En fin, la Reina Amazona se hizo la ciega ante el pequeño juego que se traía con el
Dios de la Guerra en Amphípolis. Intentó incluso esconder su rabia, pero Xena conoce a
Gabrielle, sabe que este sentimiento aflige su corazón. La princesa también sabe que
esta vez la bardo no ignorará sus celos y pronto vendrá para preguntar sobre lo que
sucedió realmente entre Xena y Marco Antonio, y eso no tiene forma de negarlo. Entonces,
ese es el motivo de estar separadas, al parecer, necesitan pensar como afrontar la
situación: ¿Cómo controlará Gabrielle sus celos? ¿Cómo controlará Xena sus deseos? ¿Qué
pasaría si fuese al revés?
Tantas son las cuestiones que destrozan el alma de la guerrera y la angustia, que al
final tiene que levantarse debido a su impaciencia. Se dirige a la ventana, para
intentar soportar su dolor y aclarar sus ideas. Respira profundamente y mira el
atardecer. Recuerda las palabras de Marco Antonio: "Conquistaste mi confianza... mi
amor... y ahora me traicionas... te amaba". Después surgen las palabras de Gabrielle:
"Ten cuidado... es tu tipo." Por consiguiente, Xena se pregunta: "¿Cómo he
podido sentir algo por ese romano?... Gabby me avisó e incluso así deseé a ese hombre...
¿Cómo pude dejarme llevar por ese sentimiento?... La idea que alguien tan poderoso
estuviese enamorado de mi, me conmovió demasiado pero... ¿Por qué?... A quien estoy
engañando, el no me amaba, amaba a Cleopatra... mi gran amiga muerta para beneficio de
terceras personas... COMO PUDE PERDER EL CONTROL... COMO PUDE HERIR A GABBY..." Xena
dirige de nuevo su mirada al atardecer como si así encontrase sus respuestas; aunque ni
siquiera se había parado a mirar el espectáculo de la fusión de colores que se esconde
detrás de las pirámides, como si fuese el mismísimo ojo de Ísis, oteando sus dominios
antes de la llegada del crepúsculo... Xena susurra: Gabrielle... ¿Dónde estás?... por
favor, perdóname. ¡¡¡Lo que daría porque estuvieses aquí conmigo!!!
Varios recuerdos inundan los pensamientos de la guerrera...
"Que rápido pasa el tiempo. Parece que fue ayer... cuando aquella pequeña rubia
estaba parada frente a mi, suplicando el poder acompañarme"... una sonrisa aparece
en los labios de la princesa... "Buscando aventuras, nuevos lugares, ayudar a personas...
esa pequeña que deseaba ser mi mejor amiga".
Gabrielle: "¡Llévame contigo y enséñame todo lo que sabes!"
"Al principio, sentía una gran admiración por esa chiquilla. Su magia, su compañía,
su inocencia... su pureza, su complicidad... su Amor... alguna vez dejaba entrever su
lado infantil... pero nadie es perfecto. No obstante, me mostró que el verdadero poder
proviene del Amor... y en relación con ese aire infantil... Gabby ya pasó esa fase. Se
ha convertido en una mujer madura, pero sin perder esa magia y su sentido del humor, a
pesar de todo el sufrimiento que pasamos juntas... por todos los dioses ¡Moriría por
ella!"
Para la guerrera, su amistad se fue transformando en Amor a través de la convivencia.
Inicialmente, luchó contra ese sentimiento, no sabía como Gabrielle reaccionaría si lo
supiese, debido a su inocencia e inexperiencia, por lo tanto Xena prefirió sufrir por
un amor platónico, antes que declarar sus emociones a la poetisa evitando así el riesgo
de perderla.
"Recuerdo cuanto sufrí... y cuantas veces luché contra el impulso de poder acariciar
su rostro... besar sus labios, tocar su cuerpo."
Cuando la guerrera golpeó a la bardo en un ataque de rabia, provocado por Ares,
Gabrielle la perdonó. Este fue el inicio de un sentimiento puro que la princesa
guardaría hacia la poetisa para el resto de su vida. Sin embargo, Xena era emotiva, no
conseguía esconder sus celos si alguien se aproximaba a su amada. Sucedió cuando
encontró a su bardo acostada con un joven, llamado Philius, en una aventura en la cual
luchó contra los Titanes liberados por Gabrielle. La idea de verla en brazos de otro
hacía que sangre hirviese en sus venas. Intentó huir de sus deseos utilizando a Hércules,
dándose cuenta que al volver con un antiguo romance, no podía olvidar ese Amor que
florecía en su alma, pero fue imposible, al ver que su amada quedaba con Iolaus.
"Qué locura... intentar olvidar a mi alma gemela en brazos de otro... es... no es
solamente Gabrielle la que siente celos por aquí. Cuantas veces deseé acabar con muchas
personas que se acercaban demasiado a ella. Incluso con mi ex novio Pétracles. Es
verdad que era un mentiroso, pero en el fondo era buena persona. ¿Qué hubiese sucedido
si me casase con él? Mejor ni pensarlo".
El tiempo pasaba y Xena se enamoraba cada vez más. Sufrió al ver la fuerte atracción
que Gabrielle sintió por el joven Talus. Cuando salvó a Celesta del rey Sisyphus,
Gabrielle descubrió que Talus estaba muy enfermo, quedando desesperada. La guerrera se
entristeció al ver a su amiga perder un ser querido. Incluso amado, prefería ver a su
bardo en brazos de otro y feliz, a ser testigo de su sufrimiento. En el momento en el
que el joven fue llevado por la muerte, la poetisa buscó consuelo abrazando a Xena para
sorpresa de la misma. Pero al fin, consideró aquella actitud por parte de Gabrielle
como un regalo de los dioses, para poder protegerla y tocarla... incluso en semejante
situación.
"Que sensación tan maravillosa... quedé totalmente desconcertada... sabía que Gabby
estaba sufriendo... prefería morir antes que presenciar eso... pero fue imposible evitar
mis emociones y mis pensamientos... intenté controlarlos, al menos para que Gabrielle
no se diese cuenta... casi en un intento vano..."
Ya que Gabrielle estaba consumida en la amargura por la muerte de Talus, Xena aceptó la
invitación de la reina Merope de pasar aquella noche en el castillo del ya fallecido
rey Sisyphus, pues la reina, incluso con la muerte de su marido, entendió que era su
hora y que hizo mal al secuestrar a Celesta. Por eso, quería mostrar su arrepentimiento,
por haber ayudado a su esposo a aprisionar a la muerte. Ya que la guerrera no aceptaba
recompensa, lo mínimo que Merope podía hacer era ofrecerles una confortable cama, para
que la joven poetisa pudiese descansar y aceptar la muerte de Talus.
"Pasar la noche en el castillo de Sisyphus fue lo mejor en esa situación. Fue la
primera vez que vi a mi amada tan abatida. Gabrielle que siempre era y será mi luz,
necesitaba consuelo."
Aquella noche, Gabrielle estaba en el cuarto desolada encima de la cama. Vestía su
tradicional ropa: falda y blusa marrón con detalles azules. Xena no estaba, salió
momentáneamente para buscar algo de comer para ambas. Al volver, vio que la bardo no se
había movido, continuando con el mismo letargo; es decir, acostada en posición fetal.
El corazón de la princesa se oprimió dentro de su pecho al ver la enorme tristeza de su
amada, nunca la había visto de esa forma. La guerrera se aproximó, en seguida se sentó
en el borde de la cama y comentó:
Xena: "Te he traído algo de fruta, pan, queso, vino y unos pocos dulces." Al hablar miró
hacia la bandeja que dejó encima de una pequeña mesa.
Gabrielle ni siquiera miró a Xena ni a la bandeja. Continuó acostada de lado al borde
de la cama, mirando al vacío.
Xena pasó su mano por el cabello de Gabrielle y dijo de forma suave:
Xena: "Vamos Gabrielle, come un poco... venga, por favor... no has probado nada durante
horas."
Gabrielle entristecida: "No tengo hambre." La bardo limpió algunas lágrimas que caían
de sus ojos.
Xena afectuosa: "Bien... si así lo quieres... dejaré la comida por si te apetece más
tarde. ¿Está bien?
Gabrielle a penas afirmó con la cabeza.
Xena suspiró, no podía hacer nada, pero tenía la esperanza de que por la mañana la joven
estuviese mejor y tal vez comiese algo.
Xena: "Ahora me voy a mi cuarto, para dejarte descansar." Pero cuando la princesa empezó
a levantarse Gabrielle la agarró de la mano.
Gabrielle: "No... por favor, queda conmigo... no quiero estar sola." Dijo angustiada.
Xena miró esos ojos verdes ahora tristes. Acarició el rostro de la bardo y enseguida
besó su frente.
Xena: "¿Quieres que me quede hasta que te duermas?"
Gabrielle: "No... porque no quiero despertar en plena noche y darme cuenta de que te
has ido... quiero que te quedes a dormir... por favor..."
Xena sonríe dulcemente y responde: "Claro ¡Nunca te abandonaré!"
Pero antes de acostarse, Xena se sacó la ropa para conseguir mayor comodidad, quedando
únicamente con el cuero que está debajo del traje de guerrera. Gabrielle a penas la
observó. Al terminar, la princesa se situó en el espacio que le concedió la bardo. Esta
apoyó su cabeza encima del hombro de su amiga, colocando su brazo por encima del abdomen
de la misma.
Aquella noche, ocurrió algo que nunca antes había pasado, era la primera vez que Xena
tenía a Gabrielle en sus brazos. Pesando en eso, comenzó a acariciar el sedoso cabello
de la poetisa. La guerrera nunca antes se había mostrado tan cariñosa, pero Gabrielle
nunca estuvo tan vulnerable. Xena sintió el perfume de la joven. Esta durmió rápidamente
pero la guerrera no. Quería sentir la bardo el mayor tiempo posible, deseando que Cronos,
Dios del Tiempo, estuviese allí para que ese momento fuese eterno, pero el cansancio le
ganó la batalla instantes después.
Amaneció y Xena despertó. Notó que habían cambiado de posición. Estaban acostadas de
lado, Gabrielle delante y Xena detrás. La princesa estaba con un brazo por encima del
cuerpo de su amada. Al sentir esto, se aproximó más, para sentir toda la suavidad de
Gabrielle, sin embargo, fue un error. La poetisa se movió cambiando de lado, y quedando
con el rostro a pocos centímetros del de Xena. Poco faltó para que le robase un beso y
si eso llega a suceder seguro que la perdería para siempre. Xena se levantó bruscamente
consiguiendo que la joven despertase.
Gabrielle soñolienta: "¿Ya es de día?... puff, pero prefiero no levantarme."
Xena que estaba de espaldas a la cama, un poco trastornada por no poder controlar sus
impulsos, había empezado a colocarse la armadura, cuando oyó la voz de la bardo, que la
hizo voltearse y sonreír, alegrándose del tono juguetón de Gabrielle.
Sus ojos azules se encontraron con los verdes de la joven. Por un momento, la contempló
viendo como respondía a su pequeña sonrisa.
Xena se sentó en la esquina de la cama y dijo afectuosamente: "Disculpa, no quería
despertarte. ¿Cómo te sientes?".
Gabrielle se sentó: "Me encuentro mejor". Mintió, estaba triste y angustiada, pero no
quería preocupar a la guerrera. Tenían que seguir su viaje y Xena no haría eso hasta
que la joven estuviese mejor.
Xena: "¿Estás segura?"
Gabrielle: "Pasará tiempo hasta que acepte la muerte de hombre tan bueno y joven."
Xena: "No había opción, estaba muy enfermo, muriéndose de dolor. Sabía que era mejor ir
con Celesta. Créeme, ahora está en mejores manos."
Gabrielle: "Tal vez... voy a superarlo, sólo necesito tiempo. Quedándome aquí no
conseguiré nada... Xena, debemos continuar con nuestras vidas."
Xena acarició la cara de Gabrielle, realmente aliviada con sus palabras y enseguida
preguntó: "¿Tienes hambre?"
Gabrielle apoyando su mano en el estómago: No... ¡Me muero de hambre!
Xena se levantó para coger la bandeja con la comida que anteriormente había dejado
sobre la mesa, feliz al ver que el apetito insaciable de su amiga estaba de nuevo
presente: "No es para menos... ayer no comiste nada."
Gabrielle con una sonrisa juguetona: "Sabes Xena... a pesar de todo lo que sucedió,
incluso no está mal recibir tantos cuidados de una Princesa Guerrera".
Xena trayendo la comida responde con una mirada dulce: " Sólo cuido a quien de verdad
se lo merece."
"No eran solamente los celos los que me mataban por dentro... La idea de perder a
Gabrielle era horrible... me acuerdo cuando decidió regresar a Potedaia, después de
haber quedado afectada en una situación peligrosa, donde un carro venía a toda velocidad
hacia nosotras y quedó sin conocimiento... o cuando decidí buscar un camino más corto
para llegar a Atenas y quedamos en medio de una guerra... donde Gabrielle casi muere...
o cuando se casó con Perdicas, o cuando se lanzó contra Esperanza para salvarme...
¡¡¡BASTA!!!" A la guerrera no le apetece recordar más situaciones en las que casi se
queda sin la poetisa. Mira de nuevo el atardecer. "En ocasiones es mejor ni pensarlo...
porque sólo el creer que podría haberme quedado sin mi pequeña... sin su alegría, sin
su luz... es como si me faltase el aire... por eso al pensar en Gabrielle, es mejor
pensar en los buenos momentos... Y SOLAMENTE EN LOS BUENOS MOMENTOS..."
"... Una vez, me pidió que la enseñase a pescar... ¡Qué inocencia!... Gabrielle
suplicando que parásemos porque estaba muerta de hambre... ¡Menuda novedad!...
encontramos un lago... lo cristalino de su superficie permitía ver la tibieza de sus
aguas... la pequeña rubia sin dudar un sólo instante se quitó la ropa y se lanzó..."
Gabrielle: "Xena... ¡Tengo hambre!" Insistía por octava vez mientras a cierta guerrera
se le acababa la paciencia.
Xena alterándose: "¡Está bien! ¡¡¡Ya lo sé!!! Hay un lago por aquí cerca, espera un poco
por favor."
Gabrielle provocando a la guerrera: "Xena... no puedo esperar... ¡ME VOY A MORIR!
Xena que estaba encima de Argo, paró mirando hacia atrás para encontrarse a la rubia
con las manos en la cintura en un intento de encarar a la guerrera.
Gabrielle amenazando: "¡Qué! ¿Es que tener hambre es un crimen?
Xena sacando su buen humor sin saber muy bien de donde: "No... pero pronto lo será...
porque estoy apunto de cometer ¡Un asesinato!"
Gabrielle defendiéndose: "No tienes lo que hay que tener... ¿Quién contará tus
aventuras, cocinará, limpiará, te hará compañía...?"
Xena: "Vale... me has convencido." Dice mientras sigue cabalgando.
Gabrielle, que en ese momento caminaba a su lado comentó: "Ves... conmigo no tienes
argumento válido... Entonces... ¿Falta mucho para llegar a ese lago...? porque...
Xena: "Sí, ya lo sé... te estás muriendo de hambre..."
Gabrielle fingiendo enfado: "¿Ahora te dedicas a leerme los pensamientos?"
Xena se mordio el labio para no sonreír: "Sabes una cosa... tengo la ligera impresión
de que has repetido esa frase... solo para ponerme de los nervios... así que... como la
oiga de nuevo, pararé en la última ciudad que encontremos".
Gabrielle sonriendo: "Entonces la repetiré hasta la última ciudad que encontremos"
Xena se rindió: " Venga... sube a Argo que llegaremos más rápido."
"Es increíble, con esta chiquilla no hay forma de ganar". Piensa Xena, que al
parecer no se cansa de admirar el atardecer y de recordar los buenos momentos con su
bardo.
Finalmente encontraron el lago. Gabrielle bajó de Argo. Se quitó la ropa y la colgó de
un árbol. Xena quedó paralizada mientras la rubia se volteaba:
Gabrielle: "Vamos Xena... el agua debe estar perfecta."
Xena: " Ah... esto... ya voy..."
Gabrielle totalmente desnuda corrió hacia el lago, un poco frío pero refrescante.
Xena estaba en un estado de excitación absoluta. No era la primera vez que Gabrielle
nadaba desnuda, pero cada vez que sucedía era más difícil el contenerse.
Gabrielle: "Vamos Xena."
Xena descendiendo de Argo: "Calma... déjame al menos quitarme la armadura..."
La guerrera empieza a desnudarse, mientras Gabrielle en el lago la observaba. La
princesa lo notó y se ruborizó. La rubia se echó a reír...
Gabrielle irónica: "¿Cuál es el problema? ¿Tienes vergüenza? ¿Tú? La Gran Destructora
de Naciones...
Xena que aún llevaba su ropa de cuero, empezó a rascarse una oreja: "No tengo vergüenza."
Gabrielle: "Entonces ¿Por qué estás toda roja?"
Xena al fin quitándose la ropa: "No digas tonterías... ¿Quieres la cena o no? ¿No me
llevas atormentando todo el camino con que te mueres de hambre?"
Gabrielle: " ¿Por qué siempre haces eso?"
Xena: "¿Qué hago?"
Gabrielle: "Huir de un asunto con otro."
Xena: "Yo no estoy huyendo de nada."
Gabrielle: "¿Por qué te avergüenzas? Venga... responde..."
Xena sin saber que responder: "Es porque... porque..."
Gabrielle levantando una ceja: " Porque... ¿el qué?
Xena: "Porque me estabas mirando..."
Gabrielle riéndose: "¡Sólo por eso! Siempre te miro... mmmmm se podría decir que eres
bastante guapa..."
Xena aún más roja: "Está bien... ¿quieres comer o no?... porque sino vuelvo a vestirme..."
Gabrielle prefirió no continuar con el asunto, a pesar de encontrarlo realmente extraño
y al mismo tiempo divertido, por las reacciones de la guerrera.
Gabrielle: "¿Sabes?... Podrías enseñarme a pescar con las manos..."
Xena entrando en el lago: "Eso va a llevar su tiempo..."
Gabrielle: "Venga Xena... por favor. El día está precioso, ¿por qué no lo aprovechamos?"
Xena al fin ser rindió ante su sonrisa: "Está bien."
"Gabrielle... sólo ella es capaz de hacerme perder el norte. Años de entrenamiento
para controlar mis emociones y reacciones... y se va todo al cuerno por una simple
sonrisa suya. Son esos pequeños momentos de la vida junto a ella los más felices... y
ahora con un miembro más en la familia... mi pequeña Eve, creo que no podría ser mejor...
¡Claro está!... Si los dioses se dignases a dejarla en paz... pero no puede tenerse
todo."
"... Y nuestra primera noche... ¡Nuestra!... Estaba tan nerviosa... puedo luchar con
gigantes, con ejércitos e incluso contra los dioses y mantener la calma... pero al ver
la lujuria y el deseo en los ojos de Gabrielle... sentí que las piernas me fallaban...
Me acuerdo que..." De repente, Xena nota que la están llamando...
Capítulo 2
Shiana entra en el aposento para avisarla de que todos los preparativos para su partida,
ya estaban dispuestos. Sin embargo, encuentra a Xena totalmente sumergida en sus
pensamientos, mientras mira el atardecer. Shiana se detiene y la observa, temerosa de
interrumpir sus reflexiones, pero al final decide llamarla:
Shiana: "Xena."
Xena se voltea hacia la puerta para encontrarse a su amiga con una sonrisa en los labios.
Xena respondiendo a su sonrisa: "De todos los lugares en los que he estado, nunca he
visto un atardecer como este."
Shiana: "Es verdad, yo siempre lo veía con ella". Al decir eso camina hacia la ventana
para poder admirar la divinidad de semejante espectáculo.
Xena: "La querías mucho ¿verdad?" Al preguntar, la guerrera gira la cabeza para poder
mirarla a los ojos. Shiana también la mira directamente al azul de su mirada y responde:
Shiana: "Con todo mi corazón. Cleopatra no me trataba como una simple dama de compañía,
sino como una amiga, confidente y amante. Era la persona más dulce y amable que he
conocido, pero al mismo tiempo era fuerte e implacable. Se dedicaba en cuerpo y alma a
su pueblo. No podría haber existido mejor gobernante. Trataba bien a las personas que
se lo merecían y sancionaba severamente a aquellos que intentaban aprovecharse de su
confianza."
Xena: "Era muy especial y nunca dejó que la bondad de su corazón se corrompiese con el
poder." Xena volvió a mirar el atardecer.
Shiana: "Xena, Cleopatra te quería mucho desde el día que evitaste su asesinato cuando
estuvo en Grecia."
Xena en tono de lamento: "Desearía poder haber llegado antes, tal vez pudiese haber
evitado su muerte... ya estaba en camino... cuando encontré a un mensajero sino incluso
habría tardado más..."
Shiana enfadada da un paso para quedar frente a la guerrera, no podía permitir que esta
se culpase, había hecho mucho por Egipto y por la memoria de Cleopatra, por eso empieza
en un tono áspero, incluso más de lo que esperaba, para seguir con más suavidad.
Shiana: "No podías hacer nada. Bruto fue muy cuidadoso e inteligente al colocar aquella
cobra en el mensaje. Lo que pudiste haber hecho... lo hiciste, conseguiste una unión
pacífica entre Roma y Egipto, colocaste a una persona noble al mandato de Roma, además
de evitar una guerra civil, donde millares de romanos habrían perdido la vida, por la
culpa de personas sin escrúpulos como Bruto y Marco Antonio."
Xena: "Marco Antonio..." Dijo con una sonrisa forzada y con un tono de voz triste y
melancólico. Xena para de observar el atardecer y se va hacia la cama.
Shiana: "¿Te enamoraste de él?"
Xena volteándose responde agresivamente: "¡¡No!!"
Shiana camina hacia Xena y habla claramente: "¿Entonces por qué estás así tras su muerte?"
Xena: "Sentí atracción. Tengo una pequeña tendencia a seguirle el juego a los "chicos
malos"."
Shiana: ¡Ah! ¡Te entiendo! Así que no es el hecho de sentirte atraída por el romano,
sino el haber herido a Gabrielle.
En ese instante, entran algunos criados pidiendo permiso para encender algunas antorchas,
además de algunas mujeres que portan frutas y vino. Shiana mueve la cabeza con
aprobación, llama a un criado y le susurra algo al oído. Rápidamente hacen una
reverencia y se retiran.
Xena se sienta en la cama. Shiana había leído su alma en aquel instante. La princesa
sabe que Gabrielle está en algún lugar de aquel palacio, quizá pensando que lo suyo no
duraría mucho más. Gran mentira... Xena nunca había encontrado una persona tan dulce,
sincera y delicada como Gabrielle. La ama en cuerpo y alma.
Shiana se sienta a su lado. Siente que esa gran guerrera está deprimida. La egipcia
sabe lo que es perder a un ser querido, por eso también comprendía cuanto horrorizaba a
Xena el hecho de perder a Gabrielle. Ella también tenía esa angustia, ese sentimiento
de vacío, desde el asesinato de Cleopatra, sin embargo se sentía mejor al haber
cumplido su promesa: vengarse del asesinato de su amada, a pesar de que Marco Antonio
no tuviese llevado a cabo el crimen, Shiana lo consideraba tan culpable como Bruto.
Xena miraba a su amiga. La guerrera está realmente abatida, pero a pesar de ello, se
siente con ganas de hablar con Shiana.
Xena: "Nunca he hablado con nadie sobre mi relación con Gabrielle. ¿Has hablado tu con
Gabby?" Pregunta seriamente.
Shiana responde con una sonrisa, con una mirada comprensiva y voz arcana: "No, pero la
primera vez que os vi, sentí el amor que fluía entre ambas."
Xena con un tono sarcástico: "¿A caso eres vidente?"
Shiana sonriendo: "¡Hasta un ciego lo vería!"
Xena: ¡Pues así es! Amo tanto a Gabby que fui al infierno sólo para estar con ella. Y
no hablo metafóricamente. Baja el tono de voz, casi susurrando: "Es mi alma gemela,
estamos destinadas a estar juntas." Respira profundo y dice más seriamente: "No lo pude
evitar. Me atraía Marco Antonio, pero sólo eso. Me siento mal por haber conquistado su
amor y después aplastar su corazón. Realmente me amaba, al menos eso dijo... en una
ocasión, le pregunté que haría si derrotase a Bruto. ¿Sabes que respondió?"
Shiana: "No."
Xena: "Me dijo que mataría a Bruto y a todos sus hombres, incluso los soldados rasos.
No sólo eso, también le pregunté que pasaría con Octavio, me dijo que correría la misma
suerte. En ese momento me di cuenta de que no tenía compasión."
Shiana coloca su mano sobre el hombro de Xena: "Eso es la prueba de que era un asesino,
un monstruo sin sentimientos. Un hombre así no puede amar. ¿Cómo puedes estar segura de
que lo que sentía por ti era tan fuerte?"
Xena: "Tienes razón. No me amaba, amaba a Cleopatra."
Shiana responde: "No amaba a Cleopatra, sino una imagen que tu representaste, al parecer
muy bien porque conseguiste conquistarlo. Lo que el amaba era el ejército egipcio y el
poder que eso conlleva."
La princesa mira por la ventana, observando que ya anochecía. Se levanta y camina hacia
ella, observa la noche magnífica, con su bóveda estrellada y su luna creciente que
brillaba con todo su esplendor. Sin apartar los ojos de semejante visión, contesta:
Xena: "Quien me conocía antes... no me conocería ahora. Nunca fui sentimental. Siempre
hice lo que necesitaba y todo lo que era preciso... creo que la maternidad me dejó así..."
Shiana responde con calma: "Tal vez, pero creo que no fue solamente la maternidad quien
ha conseguido que la "Gran Destructora de Naciones" se más humana, quien te mostró el
camino fue Gabrielle. A pesar de que el cambio fue increíble, muy pocos tienen el placer
de verlo".
Xena se da la vuelta y encuentra a Shiana sentada en la cama, mirándola y dice con
cierto tono de complicidad: "¿Estás segura de que no eres vidente?"
Shiana sonríe y camina hacia Xena: "No... A pesar de haberte conocido hace poco, siempre
he oído hablar de ti, "Xena, la Gran Destructora de Naciones". Pero también he oído lo
de tus intentos de buscar la redención luchando contra el mal. En estos días conocía a
Gabrielle, y comprendí la razón del gran cambio y creo que hubo una pequeña ayuda de
cierta poetisa."
Xena: "Ahora entiendo por qué Cleopatra te amaba."
Shiana con cierta curiosidad: "¿Perdón?"
Xena: "A pesar del dolor que te oprime el corazón tras la muerte de tu amada, aún así
estás conmigo, escuchando mis tristes lamentaciones. Eres muy sensible... una persona
admirable. Cleopatra realmente era una persona afortunada al tenerte."
Shiana emocionada: "Siempre amaré a Cleopatra, me queda este horrible vacío, por eso te
entiendo... Sé lo que es perder a un ser querido, se también que te aflige la simple
idea de perder a Gabrielle, por el hecho de no comprender la situación."
Xena: "Yo no culpo a Gabrielle ¿Cómo va a comprender algo que yo tampoco comprendo? La
maldita realidad es que me sentí muy atraída por Marco Antonio y eso hirió a la persona
que amo. Pero sólo fue eso... atracción y es muy diferente al Amor que siento por
Gabrielle... se lo tengo que dejar claro."
Shiana: "No te preocupes, Gabrielle te ama, por eso va a dejar sus celos de lado para
escuchar su corazón."
Xena con cierto tono de esperanza: "Espero que así sea, hemos pasado muchas cosas juntas,
Gabby lo comprenderá, sólo necesita tiempo."
La guerrera tras decir estas palabras, mira a Shiana, coloca las manos en los hombros
de su amiga y dice: "Gracias por esas pequeñas palabras de consuelo." Y la abraza.
Shiana corresponde al abrazo y responde al oído de la princesa: "De nada."
En ese instante, Gabrielle entra en la habitación y se da cuenta de la situación...
Gabrielle con una voz triste: "¡Hola! ¿Interrumpo algo? " Fue lo único que la poetisa
consiguió pronunciar, después de encontrarlas abrazadas.
Continuará...