Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes de la serie Xena: Warrior Princess. Xena y Gabrielle, son propiedad de Universal Studios y de Renaissance Pictures, al igual que alguno de los otros personajes que puse en mi historia, otros son nombres comunes si te llamas así, bienvenida a mi historia. No pretendo infringir los derechos de autor con esta historia ficticia producto de mi imaginación, esto ha sido escrito solo para entretener a los fanáticos de la serie.
ADVERTENCIA DE VIOLENCIA: sí hay violencia.
ADVERTENCIA DE AMOR /SEXO: Esta historia describe una relación de amor y sexo entre dos mujeres adultas. Si eres menor de 18 años o esta clase de historias te molesta por favor no la leas, quedas advertido que es muy violenta.
COMENTARIOS: puedes enviar tus sugerencias a labardita@hotmail.com, ten compasión es mi primera historia.

P:D: no seré tan mala, prometo las continuaciones, lo antes posible, pues sé que es terrible esperar tanto por las mismas...


UNA HISTORIA DE AMOR

Por: La Bardita

Sexta Parte
EL AMOR Y EL HORROR

Después de andar viajando por distintos lugares y conocer tantas personas simplemente para olvidarla, algo que nunca pudo hacer, pues en cada lugar que iba la veía por todas partes, conoció mujeres maravillosas, como Xena, Gabrielle, Lilian, Lindsay, las amó profundamente, pero ninguna llenó ese espacio tan vacío que le había dejado ella, el amor de su vida, como diría la barda, su alma gemela.
Claudia así decidió por fin ir a buscarla, y volver a ser feliz, llegó al pueblo un día antes de su cumpleaños como le había dicho la última vez que la vio, "volveré el día de tu cumpleaños", ya habían pasado cinco, y Jill aún la esperaba en la ventana mirando hacia la entrada del pueblo, pero como Claudia llegó un día antes, Jill no la vio llegar.
Se dirigió a la posada, pidió una habitación, un baño y comida, por suerte la dueña no la conocía, aunque esperaba ver alguna cara conocida, pensó que sería mejor que por ese día no la viera nadie, pues pese al estar en el mismo pueblo, aun tenía dudas, miedo de acercarse a ella, tal vez esperando el rechazo, el dolor, sabía por Marcel que ella había enviudado hacía mucho tiempo, pero también había pasado mucho tiempo desde que vio a Marcel, ¿y si se volvió a casar?, las preguntas de Claudia eran un tormento, no durmió en toda la noche. Llegó el amanecer y aun tenía los ojos abiertos, ya era el día del cumpleaños, como el pueblo era chico, entre todos se conocían, pero a los forasteros no les prestaban mucha atención, pues era un pueblo de paso, y llegaban personas de todos lados, pero solo por uno o dos días, nadie se quedaba más de ese tiempo.
Cuando bajó a la taberna para desayunar, escuchó su nombre y su piel se erizó.
Hombre1: hoy estamos invitados al cumpleaños de Jill, hará una gran fiesta. Dicen que presentará a su nuevo prometido.
Hombre2: es mentira, ella no tiene a nadie.
Hombre1: pues te equivocas, andan diciendo que sale con el dueño del establo.
Hombre2: son habladurías, ella esta muy enamorada de otra persona.
Hombre1: tú que sabes... te digo que hoy lo presentará. Me lo dijo un amigo de él.
Hombre2: siempre es lo mismo, todos quieren estar con ella, y no saben que inventar, para que los demás nos demos por vencidos, es tan hermosa, pero siempre se la ve muy triste.
Hombre1: claro le falta un hombre... yo le daría lo que le falta... jajajaja...
Hombre2: pues ponte en la fila, porque hay muchos que desean hacerle el amor.
Hombre1: por eso te digo, el del establo está enloquecido con ella.
Hombre2: ¿Y quién no?.
Hombre1: bueno hoy a la noche veremos que pasa, esta noche tendrá una buena excusa para festejar, el del establo me dijo que esta noche le hará el amor, un buen regalo de cumpleaños, pues desde que murió el marido, hace años, no se le conoció ningún hombre. Me jugó una apuesta y todo, me dijo que esta noche se acuesta con ella.
Hombre2: si ella quiere, cosa que no creo, la vi hablar con él, pero de ahí a que se enamore o incluso se acueste... no creo... a no ser que la tome por la fuerza, o la convenza después de algunas copas, en los días previos y el mismo día de su cumpleaños está muy alterada, siempre esta mirando por la ventana como si esperara a alguien, y después se encierra en su pieza y comienza a llorar, por eso no creo que esta noche el del establo le haga el amor, difícil, muy difícil.
Claudia al escuchar esta conversación, se le paralizó el corazón, pues supo que Jill aun no la había olvidado, que aun miraba por la ventana esperando su llegada, que no había tenido otro hombre desde la muerte de su esposo, y que había una apuesta horrible, como podían jugar con los sentimientos de una mujer, tenía ganas de romperle la cara al hombre que había dicho eso, pero se tranquilizó y quiso conocer al dueño del establo a ese maldito que andaba diciendo por ahí que Jill esa noche sería suya, a cualquier precio.
Terminó su desayuno como pudo, los nervios eran muchos, pero estaba tranquila por otra parte por el amor que aun sentía Jill por ella, su corazón volvió a latir con fuerza, era tanta que se le salía por la boca, se levantó despacio y habló con la d ueña.
Claudia: disculpe, ¿podría decirme dónde es el establo del pueblo?, necesito llevar mis caballos.
Dueña: sí, queda por esta misma calle, siete u ocho casas.
Claudia: gracias. (Claudia salió con cuidado, pues temía que Jill la viera antes de tiempo, si era verdad que miraba la entrada del pueblo todo el día de su cumpleaños, la vería, así que caminó cubriéndose con sus dos caballos, ella iba en el medio de ambos, llegó al establo). Buenos días, quiero que le cambie la herradura a mi caballo y luego que los cepille a ambos y les dé comer.
Dueño: sí, son veinte denarios.
Claudia: esta bien, paso mañana a retirarlos.
Dueño: sí, estarán recién mañana, pues hoy tengo un cumpleaños muy importante, el de mi prometida.
Claudia: ¿Se va a casar?
Dueño: no, aun no, solo hoy anunciaremos que en un tiempo nos vamos a casar.
Claudia: ¿Y quién es la afortunada? (A Claudia se le revolvía el estómago, quería golpearlo en ese momento para que no hablara más, pero se contuvo, era un hombre mayor, soberbio, altanero, parecía ser el dueño del mundo, pero nunca tendrás a mi Jill pensó).
Dueño: por supuesto, la mujer más hermosa del pueblo, yo siempre elijo lo mejor. Su nombre es Jill, hoy dará la fiesta de su cumpleaños en su casa, la de allá arriba, venga que le muestro, cuando nos casemos viviremos en esa casa, es tan hermosa como ella, será todo mío.
Claudia: pero usted parece ser muy posesivo, ¿la ama?
Dueño: amor... amor... siento una gran atracción, es hermosa, con el tiempo nos amaremos, debería conocerla, ¿por qué no viene hoy a su fiesta?, yo la invito.
Claudia: perdón, pero creo que debería invitarme ella ¿no?.
Dueño: no hace falta, usted ya está invitada, ya le dije que será mi mujer y para esta noche tengo el mejor regalo. ¿me entiende?.
Claudia: sí, lo entiendo. Pero entonces ella aun no le ha dicho que lo ama.
Dueño: ¡Oh! No hace falta, ella será mía, lo que me propongo lo tengo. Bueno, nos vemos luego en la fiesta, venga que le muestro la casa, de acá se ve, además seguro está en la ventana, no puede vivir sin mí, siempre el día de su cumpleaños me mira desde la ventana y me saluda. Venga, la verá.
Claudia: le agradezco pero estoy apurada, mañana vendré por mis caballos.
Dueño: pero solo le señalo la casa así viene esta noche.
Salieron un poco del establo, y allí estaba ella en la ventana como habían dicho todos, esperando a alguien, a alguien que nunca llegaba, el dueño del establo levantó la mano para saludarla y ella hizo lo mismo, Claudia se escondió un poco detrás del hombre para que Jill no la viera. Luego se retiró lo más rápido posible de ese lugar, volvió a la posada, subió las escaleras de a tres escalones, cuando llegó a su habitación, su cuerpo temblaba de emoción, la había visto de lejos, ella aun la esperaba. Se recostó un rato trato de dormir algo, pues esa noche necesitaría mucha fuerza para enfrentar a la vida. Llegó la noche y se dio un baño, se puso su mejor traje, estaba hecha una diosa, hermosa, pero su cuerpo aun temblaba, tenía miedo, prefería estar frente a mil hombres luchando por su vida, antes que encontrarse en esa situación, trato de calmarse, respiró varias veces muy hondo, profundo, y salió de la habitación rumbo a cambiar el resto de su vida, a llenarla de amor.

En la posada no había mucha gente, en las calles tampoco, pues todos estaban invitados al cumpleaños de Jill, la casa brillaba de las velas encendidas que había, era una verdadera fiesta, entró junto con cuatro personas más, nadie preguntó su nombre, se perdió en la inmensidad de la casa, era en realidad como un palacio, el salón principal estaba lleno de gente, los invitados ya comían y bebían, había una música suave, Claudia se metió entre la gente, para tratar de verla pero no la veía, ¿dónde estará?, es la del cumpleaños y no está presente (pensó). Intentó averiguar por qué.
Claudia: hola, disculpe, quería saber donde está Jill.
Señora: ¿Eres su amiga? ¿te conozco?.
Claudia: tal vez, hace mucho tiempo que no vengo por aquí. ¿por qué no esta ella en la fiesta? ¡Es su cumpleaños!.
Señora: se ve que hace rato que no vienes por aquí, ella no participa de su cumpleaños, solo aparece al final, corta el pastel, y se vuelve a ir, antes no viene porque se encierra en su cuarto, y espera a alguien en la ventana de su habitación, alguien que nunca llega, es muy triste, pero ella nos invita quiere que sea una fiesta, aunque no lo es para ella.
Claudia: pero hoy hay un rumor que presentará a su prometido, el dueño del establo.
Señora: esas son tonterías de los hombres, pues si la conoces sabes que es una mujer muy bella, y todos quieren tener algo con ella, pero ella ama profundamente a otra persona, a esa que espera, nunca será de nadie más, ya cometió ese error una vez, y perdió a su verdadero amor, no creo que lo haga de nuevo, además ella no ama a nadie del pueblo, y con respecto al dueño del establo, es un presumido, siempre hace lo mismo, luego toma unos tragos y se va a dormir a la casa junto con su mujer y sus cinco hijos, es muy mujeriego por eso hay algunos estúpidos que le creen pero Jill jamás saldrá con él ni con nadie de este pueblo, ya te dije que espera a otra persona. ¿cuál era tu nombre?
Claudia: no se lo dije... me llamo Claudia...
Señora: Claudia bonito nombre... Claudia pero tú eres... dioses... (Claudia no la dejó terminar la frase, fue desapareciendo entre la gente) es ella, estoy segura, sí ahora que la miro bien estoy muy segura, Jill volverá a sonreír.
Claudia estaba cada vez más feliz y más nerviosa, se acercó al dueño del establo.
Dueño: hola, me alegro de verla, no sabía que iba a venir.
Claudia: usted me invitó que mala memoria, hasta me dijo que se iba a comprometer (se lo dijo a propósito pues vio que estaba acompañado por una mujer que lo tenía de la mano, supuso que esa sería su mujer, el hombre se puso nervioso y contestó).
Dueño: era un chiste, pero no mentí en que la mujer es hermosa, no tanto como mi esposa, pero es muy bella, ¿estás de acuerdo querida?
Esposa: sí, mi amor.
Claudia: disculpe, voy a tomar algo.
Claudia siguió escuchando las estupideces de todos esos invitados que lo único que hacían era comer y beber gratis, estaba muy ansiosa no veía el momento para terminar con todo aquello, esperaba a que llegara la hora de cortar el pastel así entraría ella.
En un momento dado, la música se detuvo, y se abrió una puerta de una de las habitaciones de arriba y salió ella, era un ángel, una luz celestial, iluminó el rostro de todos, especialmente el de Claudia, era tan bella, su pelo suelto dorado como los rayos del sol, su piel dorada, sus ojos verdes grandes, resaltaban como dos estrellas iluminando un camino oscuro, traía un vestido blanco con volados, parecía una novia, bajó lentamente uno por uno los escalones de esa escalera majestuosa, tan despacio que movía su cadera de un lado a otro, todos especialmente los hombres estaban con la boca abierta, era realmente hermosa, Claudia sintió que su cuerpo temblaba más que de costumbre, transpiraba sus manos, todo su cuerpo, los nervios eran terribles, necesitaba un trago, tomo uno muy rápido, una música suave volvió a sonar y todos aplaudieron la llegada de la mujer más hermosa, una reina, una diosa, se dirigió hacia el pastel que era enorme, todos cantaron el feliz cumpleaños, la saludaron, pero Claudia se quedó a un costado mirándola, estaba perdidamente enamorada.
Señora: ¿No piensas acercarte?, eres tú, la persona que ella ha esperado durante tanto tiempo. Lo recordé cuando me dijiste tu nombre, ella te ama, con toda su alma.
Claudia: estoy muy nerviosa... no sé que hacer...
Señora: acércate y déjate llevar, el corazón no te engañará.
Claudia: claro que no, se me está saliendo, late con tanta fuerza, que explotará.
Señora: pues que te explote cuando estés con ella. Anda, dale un plato para que te ponga el pastel.
Claudia se puso en la fila con un plato en su mano, que temblaba tanto como ella, le faltaban solo tres personas para llegar a ella, las piernas no le daban más, se negaban a caminar, pero la mujer estaba detrás y la empujó para que no retrocediera a su felicidad y la de Jill. Ya solo faltaba uno, Jill servía el pastel en el plato que uno le ofrecía, luego levantaba la vista y te daba un beso, y te agradecía por haber ido a su fiesta.
Llegó el momento de Claudia, Jill estaba de costado cortando el pedazo de pastel para ponerlo en el siguiente plato, el que tenía Claudia en su mano, que se movía demasiado.
Jill: (Aun sin mirar al dueño o dueña del plato, sonrió y dijo), tu plato se mueve demasiado, (cuando levantó sus ojos, y vio aquel rostro, esos ojos, su cuerpo tembló tanto como el que sostenía el plato, se quedó sin aire, sin palabras, susurro) túuuuuuu... (Y se desmayó, Claudia tiró el plato, y la tomó entre sus brazos, antes de que cayera al suelo, todos quedaron conmovidos, no sabían que había pasado, solo una señora hablo).
Señora: esta todo bien, no se preocupen, nosotras nos encargaremos de ella, tú sigue cortando el pastel, la fiesta continúa, solo es el calor, ella estará bien, llévala a su habitación, es por aquí.
Claudia subió la escalera, que momentos antes Jill había bajado perfectamente, ahora la llevaba en sus brazos desmayada.
Señora: por aquí, no te preocupes se pondrá bien, fue solo la emoción de volver a verte.
Claudia: lo sé no debí hacerle esto, debí avisarle de otra forma, aun estoy temblando, no puedo creer que estoy aquí con ella, a mi lado.
Señora: ten, ponle esto en la nariz, despertará.
Claudia: si me ve a mí, se asustará de nuevo.
Señora: no tengas miedo, es lo que esperó desde el día en que te fuiste. Creerá que está soñando, deberás hacer algo para que no crea que es un sueño. (Claudia la miró con un símbolo de pregunta) bésala mujer, y así sabrá que eres real. Las dejo solas, ya esta por despertar, no te preocupes por nada, aquí nadie te molestará.
Claudia: gracias.
Señora: no hay por qué, gracias a ti por volver, estaba muriendo día a día. Llévatela de aquí, llévatela lejos, pero siempre juntas.
Claudia: eso haré. Gracias de nuevo.
Señora: me voy ahí despierta.
Jill: mmm... ¿dónde está?, otra vez un maldito sueño... (se tomó la cabeza y se sentó en el sillón).
Claudia: no soy un sueño, soy real. (se acercó y besó sus labios con una suavidad suprema, era exquisito, era un placer volver a sentir esos labios).
Jill: (luego se separaron y ambas se perdieron en sus ojos, Jill comenzó a llorar), eres real, te amo, te amo, (no paró de besarla en la cara, la abrazó fuerte), ¿por qué tardaste tanto?, te esperé cada día de mi vida, cada cumpleaños, no vuelvas a irte, jamás nos volveremos a separar, te extrañé tanto, te amo... te amo... (La besó con más pasión, sus lenguas entraron en cada boca, luchando para ganarle a la otra quien se introducía más, era amor, era puro amor). ¿dónde estuviste?
Claudia: en muchos lugares, pero nunca pude olvidarte, no vine antes porque creí que aun seguías casada, y... bueno... hasta que un día me encontré con Marcel y me dijo que ya no lo estabas.
Jill: pero eso fue hace mucho. ¿por qué no volviste enseguida?
Claudia: pensé que tú, ya no me amabas... como yo lo hacía, como lo hago.
Jill: por los dioses, no dejé de pensar ni un minuto en ti, te ame, te amo y te amaré por siempre, perdóname por lo que te hice sufrir.
Claudia: shhhh... ya es el pasado, además tu también sufriste, pero debiste decirme que él te había amenazado con matarme, pues todo este tiempo sin ti, no viví, me sentía vacía.
Jill: lo siento tanto amor, mi amor, mi vida... (la abrazó de nuevo)... pero no podía decírtelo, te hubieras quedado y te hubiera mandado a matar, él tenía mucho poder, pero no duró mucho, cuando él murió al poco tiempo, le pedía a los dioses que volvieras, no sabía donde buscarte, te tragó la tierra, me encerré en mi casa, en mi mundo, en mi misma, morí de pena, le dije a Marcel que si te veía algún día me contara algo sobre ti, pensé que ya te habías casado, que tendrías hijos, otro amor que no fuera yo, me dolía el corazón, pero en el fondo, soy egoísta, quería que no amaras a nadie, quería que solo me amaras a mí, quería ser solo yo la dueña de tu corazón, la dueña de tu alma, de tu cuerpo. Te amo tanto...
Claudia: aun eres, la dueña de mi corazón, de mi alma... y serás la dueña de mi cuerpo...
Jill: entonces tú...
Claudia: seré solo tuya, como te lo prometí una vez y si nunca más te veía, moriría así, sin pertenecer a nadie, me guardé solo para ti, porque te amo, porque quiero hacerte mía, porque quiero ser tuya, solo tuya, quiero amarte y que me ames con el alma.
Jill: me haces tan feliz, (Comenzó a llorar), te amo con el alma y hoy te lo demostraré.
Se besaron nuevamente con ansias, con pasión, con hambre de besos, de amor, de tanto tiempo de estar separadas pero cada día pensando en la otra, Claudia la tomó en sus brazos y la recostó en la cama, sin dejar de besarla, luego le fue quitando la ropa, era una belleza de mujer, su piel tan suave, sus ojos tan verdes, su sonrisa, Claudia se derretía ante esa mujer, ante el amor de su vida, la desnudó por completo, se perdió en la inmensidad de sus ojos, succionó su cuello, luego bajó a sus pechos, mordió suavemente su pezón, mientras apretaba el otro pecho, los gemidos de Jill eran cada vez más fuertes, cuanto hacía que no era amada, las caricias eran puro fuego, Jill comenzó a quitarle la ropa a Claudia, sería su primera vez, estaba ansiosa y nerviosa, pues siempre llevaba la iniciativa ella, hoy sería diferente, sentiría otro placer ese que había dado tantas veces a tantas mujeres, recordó a Xena, la desesperación que tenía por tenerla, a Gabrielle, con su curiosidad, a Lilian, por el amor que le había dado, pero ahora estaba con ella, con su verdadero amor, con la mujer que sería su mujer, con la mujer a la cual pertenecería por siempre, Claudia besó su vientre, tomó su cadera con ambas manos levantando el centro del placer de Jill, perdiéndose en él, comenzó a besarla suavemente, introdujo su lengua, despacio, haciéndola gemir al máximo, entraba y salía, hacía círculos en su interior, salía y la besaba, los líquidos de Jill ya comenzaban a salir como un manantial, Claudia subió y le dio en un profundo beso su propio sabor, la miró y en ese momento la penetró con tres dedos fuertes, Jill levantó tanto su cadera que levantó el cuerpo de Claudia junto con el de ella, los movimientos iban sincronizados, ambas estaban en el cielo, el orgasmo había llegado al cuerpo de Jill, las acometidas eran cada vez más fuertes, Claudia comenzó a calmar sus movimientos, y se abrazaron aplacando el temblor, el sudor, suplicando a los pulmones que no les faltara el aire.
Jill: me hiciste tu mujer de nuevo, eres magnífica, te amo tanto, que quiero demostrártelo, hoy será el placer más grande de mi vida, esperé tanto este momento, hacerte mía, creí que con todo este tiempo que estuvimos separadas, te habías entregado a otro u otra, por eso te amo aun más, solo pensaste en mí, en entregarte a mí.
Claudia: sí amor, solo en ti. Las veces que estuvimos antes, no te di la oportunidad, y en este tiempo me había arrepentido tanto, el no haber sido tuya, en aquellos días que estuvimos juntas, pero ahora será el gran día, el momento, quiero sentirte dentro de mí, quiero ser tuya en forma completa, quiero que me ames.
Jill: lo haré, amarte es un placer... aunque también es mi primera vez, nunca le hice el amor a nadie, solo te pertenecí a ti.
Claudia: y a él.
Jill: no, a él no. Solo pensé en ti.
Claudia: pero él te hizo su mujer (triste).
Jill: no quiero que te pongas triste, te diré lo que pasó, solo estuve casada con él veinte días, luego lo mataron. La primera noche...
Claudia: no quiero, no quiero saber...
Jill: quiero que lo sepas, para que entiendas que nunca le pertenecí a nadie solo a ti. La noche de bodas, yo no estaba bien, estaba muy triste por ti, porque no venías, llegue a odiarte...
Claudia: ¿A odiarme?... Jill...
Jill: tú no venías, y yo le pertenecería a él esa noche, tenía miedo, quería verte, te necesitaba tanto (comenzó a llorar)...
Claudia: shhhh, tranquila. lo siento no llegué a tiempo... (se abrazaron muy fuerte)...
Jill: (seguía llorando) él... esa noche... fue muy amable... al principio... me dijo... por fin serás mía, he esperado tanto tiempo por ti, seré la envidia de todos... eres mía, solo mía. Me acostó en la cama, me desnudó, luego él hizo lo mismo y...
Claudia: bueno, ya se lo que vino después...
Jill: no todo... era muy diferente a ti, y yo solo pensaba en ti, en las veces que me habías hecho tuya, con tanto amor, tanta ternura, el luego se excitó demasiado y me penetró con fuerza, luego de varias acometidas, se dio cuenta que no era mi primera vez. Se levantó de golpe y me gritó que era una prostituta, con quién había estado antes, que no me lo perdonaría nunca, que él había pensado que nunca había pertenecido a nadie, me levantó de los brazos y me dio una bofetada arrojándome de nuevo en la cama, luego se subió de nuevo encima mío y me dijo: nadie debe enterarse nunca que perteneciste a otro, si alguien lo sabe te mataré, tú eres solo mía, yo te hice mujer, ¡¡Entendiste!!, me gritó. Después quiso saber quién había sido el primero, y le dije que fuiste tú, él te conocía de las veces que había venido a visitar a mi abuela y a mí, me dio otro golpe y me dijo: no puedo creer que le hayas pertenecido a esa mujer, te entregaste a ella primero y no a mí, le dije porque la amo, pero ella jamás te dará lo que te daré yo, te enseñaré lo que es hacer el amor, me tomó de nuevo con fuerza y volvió a penetrarme, varias veces. Luego volvió a decirme que si te veía por algún lado del pueblo, te mataría, pues ahora yo le pertenecía, por eso no quería verte aquel día que viniste, tenía miedo por ti, que él te encontrara, tenía mucho poder en el pueblo te hubiera matado y yo hubiera muerto contigo, aunque todo este tiempo tampoco viví, después de varios días, no volvió a amarme, me sentí aliviada, no quería que me volviera a tocar, pero una noche antes de morir, entró borracho y me tomó de nuevo, ese día quería morir, fue horrible, intenté detenerlo y se puso mas furioso, me tomó por la fuerza, rompió mi ropa y me hizo suya salvajemente. Sé que esta mal... pero me alegre mucho cuando lo mataron, supe que había acabado mi calvario, pero aun mi corazón seguía roto por no tenerte a ti, no viví mas desde el día en que te fuiste, la primera noche que te fuiste soñé contigo, iban pasando los días, y tú no volvías, mi abuela estaba cada vez peor, perdíamos ya la granja el maldito se quedó con todo hasta conmigo, mi abuela me dijo que tú ya no vendrías, que habías tardado mucho, y que él me daría un hogar, y tendría un buen pasar, no quería dejarme sola, luego ella murió de tristeza, vio cuando sacaban todas sus cosas de la casa, estuvo conmigo un tiempo en el palacio pero luego murió.
Claudia: si me amabas tanto debiste esperarme...
Jill: lo hice, te juro que así fue, pero tardaste mucho, ¿por qué?...
Claudia: tenía que llegar hasta Roma, queda lejos, y luego bueno... tengo mucho dinero y propiedades, había que hacer muchos papeles y justo fue cuando... (Claudia se quedó pensando, Susan siempre estuvo ahí para arruinarle la vida)... cuando... una mujer maldita asesinó a la hija del regente, que era quien tenia que firmar los papeles, el hombre quedó muy mal, tuve que esperar hasta que se recuperara de la muerte de su hija, y luego me agarró el invierno, el frío me hace muy mal, no pude salir, no pude viajar, cuando recién pude salir ya habían pasado varios meses, te entiendo, pero debiste esperarme, yo te amaba, te amé, te amo y te amaré por siempre, nunca mas me alejaré de ti, no quiero volver a perderte...
Jill: nunca me perderás. Seré tuya por siempre, y tu mía eternamente.
Claudia: Demuéstramelo.

Y así Jill comenzó a amar a Claudia, quién estaba un poco nerviosa, pero Jill era cuidadosa, y dulce, muy suave, Claudia temblaba con cada caricia, tenía cosquillas, la sensación era diferente, ser amada era muy distinto a amar, sentía el cosquilleo en el estómago, en todo su cuerpo, su interior volaba, ahora se encontraba abajo del cuerpo de su amante, que estaba haciéndola ver las estrellas, con cada caricia, cada beso, Jill succionó sus pechos, tan perfectos, Claudia arqueaba su espalda, nunca se había rendido a alguien tan rápido.
Jill: ¿Voy bien?
Claudia: per... fec... to... eres... tan suave... me desmayo...
Jill: aun no empiezo... amor... te amo... no tengas miedo... relájate... shhhhhh... así... me encanta como palpita tu vientre, estás ansiosa...
Claudia: sí, por favor...
Jill fue con su boca hacia el máximo placer que la esperaba ansiosa, besó suavemente los labios externos, a Claudia le faltaba el aire, sintió la lengua de Jill que quería entrar en su interior, era extraño, una sensación inigualable, solo ponía una pequeña punta de su lengua.
Claudia: dioses... (gimió).
Jill seguía haciéndola gemir con cada lamida que le daba a su centro, volvió a mirar a Claudia quien tenía los ojos cerrados, como candados, tomó dos de sus dedos, se sentía en el aire, iba hacerla suya, por primera vez, le daría todo su amor, entró suavemente, Claudia levantó su cadera, Jill puso su mano en el vientre hizo presión, y bajó su cuerpo, para seguir entrando hasta el máximo, sintió en sus dedos los primeros líquidos vírgenes, los primeros líquidos que bañaban sus dedos de placer, Claudia estaba en la luna, Jill volvió a salir, y entró con más fuerza, Claudia volvió a levantar su cadera, gritó su nombre, ahora el ritmo lo ponía Jill, la empujaba cada vez más, la estaba haciendo suya, era un placer, puso el peso de su cuerpo sobre Claudia y le susurró al oído.
Jill: te amo... eres mía... estoy en ti... así... así... me encanta como tiemblas... estás tan húmeda, jamás me olvidaré de este momento, te amo...
Claudia: te amo... eres tan dulce... dioses... sigue no te detengas... soy tuya, te pertenezco... te amo... estoy viendo las estrellas, bésame... (se fundieron en un beso apasionado, Jill seguía con las acometidas, Claudia tensó su cuerpo, luego se relajó había llegado a su primer orgasmo, fue maravilloso, su amada le había dado el mayor placer, su cuerpo tembló , se estremeció y se fundió en los brazos de Jill, ambas quedaron abrazadas hasta calmar sus cuerpos).
Claudia: por los dioses, te amo tanto... fue maravilloso... aun estoy temblando... No me sueltes, te amo... (la abrazó con fuerza, parecía que la rompería).
Jill: (gimió por el abrazo)... dioses eres muy fuerte... no te soltaré nunca... también te amo, fue hermoso el tenerte... (se besaron de nuevo), dioses soy tan feliz... quiero vivir contigo el resto de mi vida.
Claudia: yo también. Te amo.

Llegó el amanecer del día más feliz de sus vidas, ambas se pertenecían, con el correr de los días, las noches de amor no pararon, cada vez eran más intensas.

Claudia: Jill, quería decirte que... bueno yo viajo mucho, es más tengo un ejército, con el cual viajo para ayudar a los más necesitados, y dar la paz en los lugares que la necesitan, quería pedirte si viajas conmigo... sería más feliz de lo que soy, si me dices que no, lo entenderé, pues no me importa donde este siempre que sea contigo.
Jill: amor... lo mismo te digo, además quiero irme de aquí, quiero irme contigo a dónde tu vayas, siempre juntas, y si haces obras de bien, mucho mejor, ¿cómo no acompañarte? Te amo, te amo más que a mi vida, pues sin ti no vivo. (se besaron con pasión).
Claudia: bueno prepararé todo, mañana nos vamos, tengo mucha gente que quiero que conozcas, grandes amigas, mujeres extraordinarias que me acompañaron a lo largo de este último tiempo, un tiempo en que trate de olvidarte, algo que no pude hacer. ¿qué harás con tus cosas?
Jill: aun no sé, en un día no podré hacer mucho, pero dejaré a un amigo como encargado, luego algún día volveré y arreglaré todos los papeles.
Claudia: sí, algún día volveremos. Pero te aviso que yo viajo mucho, tal vez más adelante te lleve a vivir a Roma, es una ciudad hermosa, te encantará, tengo un palacio, y otras casas todas para ti, todo lo mío es tuyo, a partir de ahora seremos una sola, te amo tanto.
Jill: yo también te amo. ¿así que conociste muchas mujeres?
Claudia: sí conocí a las mejores, guerreras amazonas, te encantarán, sobre todo Xena, Gabrielle y Lilian, son muy especiales para mí, la verdad las amo a las tres.
Jill: mmmm... me haces sentir celosa...
Claudia: no como te amo a ti, tú eres muy especial, eres el amor de mi vida, pero te confieso que a ellas también las amo, son mis grandes amigas, vivimos muchas cosas juntas, buenas y malas, pero siempre salimos adelante, y nuestra amistad se fue fortaleciendo cada día más. Te gustará conocerlas.
Jill: se te iluminan los ojos cuando hablas de ellas, veo que las quieres mucho en serio.
Claudia: sí así es.

Y así Claudia y Jill se unieron luego al ejército que comandaba Claudia para ayudar a los más necesitados, y sobre todo para implementar justicia, estaba trabajando de nuevo para el Imperio Romano, se encargaba de encontrar para castigar con la justicia romana a los culpables de crímenes, robos, esclavistas, todo aquel que había cometido un delito para ser ajusticiado, iban de pueblo en pueblo, buscando a los que tenían captura por orden del emperador, Claudia tenía la esperanza de encontrarse de nuevo con Xena y Gabrielle, pero el destino se empecinaba en separarlas, Claudia tenía ganas de encontrarlas para que supieran que ahora era realmente feliz y para que conocieran el motivo de su felicidad, a Jill.

Después de un tiempo, decidió pasar por la aldea amazona, pues sabía que allí era muy bien recibida, y tal vez se encontrara con Xena y la barda, sería una gran alegría.
Claudia: Jill, ya estamos llegando a la tierra de las amazonas, haz lo que haga yo.
Jill: sí amor, ¿son muchas mujeres?
Claudia: sí, hay bastantes, son guerreras, por eso deje al ejército en el pueblo, aquí no pueden entrar hombres, quédate al lado mío, algunas me conocen, cuando lleguemos levanta las manos hacia arriba y tira tu espada al piso.
Jill: si hay tantas mujeres, ¿alguna se enamoró de ti?
Claudia: me escuchaste lo que te dije, levanta las manos.
Jill: parece que la que no me escucha eres tú. ¿alguna se enamoró de ti?
Claudia: no, solo te pertenezco a ti.
Jill: eso ya lo sé, pero te pregunté otra cosa, no importa, me daré cuenta quién te mira con ojos de enamorada... no soy tonta... y le haré ver muy bien, que tú eres solo mía. Así que compórtate... nada de besos, ni abrazos... soy muy celosa...
Claudia: pues debería decirte lo mismo, más de una querrá saber quién es la diosa que entra del brazo de Claudia.
Jill: te amo... eres tan dulce... (se dieron un beso en los labios).
Solari: por los dioses... Claudia... ¿qué haces por aquí?...
Claudia: hola Solari, ¿cómo estás? Todo tranquilo.
Solari: sí, por suerte... Lilian se alegrará mucho de verte...
Claudia: ella es Jill, mi amiga.
Solari: encantada, bienvenida a la aldea, toda amiga de Claudia es nuestra amiga. Hizo mucho por nosotras.
Jill: gracias, eres muy amable.
Solari: bueno, ya sabes el camino.
Claudia: sí gracias, ¿están Xena y Gabrielle?.
Solari: no, ellas estuvieron hace unos meses, aun no volvieron, pero ya deben estar por llegar, casi siempre a esta altura del verano regresan.
Claudia: bueno, nos vemos. Mira Jill, aquella es la cabaña de la Reina, su nombre es Lilian, te gustara mucho, es una gran mujer.
Jill: ¿Ella te ama?...
Claudia: sí... pero sabe que siempre pensaba en ti...
Jill: ¿Se lo dijiste?...
Claudia: sí, nunca le oculte nada, es muy especial para mentirle.
Jill: me debe odiar...
Claudia: no creo, le conté tanto sobre ti, que siempre quiso conocerte, me decía quiero conocer a la mujer que me robo tu corazón... le dije que se enamoraría de ti cuando te viera y me daría la razón por amarte tanto.
Jill: yo te amo aun más, eres realmente un ángel, me amas con toda tu alma.
Claudia: no lo dudes nunca.
Lilian: ¡¡Por los dioses!! Claudia, volviste, sabía que volverías. (Claudia bajó del caballo y se abrazaron fuerte, las lágrimas corrían por sus rostros, lágrimas de felicidad)... ella debe ser...
Jill: hola soy Jill.
Lilian: lo sé, me ha hablado mucho de ti, te ama con toda su alma, siempre te recordaba. Eres muy afortunada de tener su amor.
Jill: lo sé. También me hablo de ti, eres su gran amiga amazona.
Lilian: sí solo soy su amiga...
Claudia: bueno, bueno, vine a visitarte y a divertirme... (la tomó de los brazos y la subió a su espalda)... cambia esa cara o te llevare al lago...
Lilian: no, no, esta bien, suéltame. (sonreía de nuevo, aunque Claudia no era de ella, se alegraba de volver a verla, sentir de nuevo su voz, sus brazos, su fuerza, su humor, era maravilloso para Lilian, Jill las miraba asombrada).
Jill: Claudia bájala, le harás daño.
Lilian: no te preocupes, ella siempre me cuida, nunca me hace daño, bueno casi nunca...
Claudia: me parece que sí necesitas ir al lago, pórtate bien...
Lilian: bájame, en serio, ¿qué dirán las amazonas?, la Reina en brazos de su amiga a punto de ser arrojada al lago, bájame.
Claudia: bájame ¿qué?
Lilian: por favor...
Claudia: creí que te gustaban mis brazos, me ofendes. (Claudia la bajó y quedaron las dos mirándose a los ojos).
Lilian: claro que me gustan tus brazos (la abrazó fuerte y le susurró en el oído) te amo... te extrañe tanto...
Claudia: (se miraron otra vez a los ojos) lo sé... Bueno ¿qué te parece?... ¿me quedé corta cuándo te dije que era bella?...
Jill: ¡Claudia!
Claudia: ¿Qué pasa? Digo la verdad, ¿no crees Lilian?.
Lilian: sí, la verdad eres muy bella. Más de lo que creía, pensé que Claudia al estar enamorada exageraba, pero no mintió... eres hermosa... ven debes estar cansada, les prepararé la cabaña de Gabrielle, ella aun no ha venido, ya deberían estar por aquí, pero Xena últimamente viaja mas de la cuenta, estuvieron hace un tiempo por aquí, por supuesto me preguntaron por ti, la barda estaba con unas ganas de verte, quería quedarse un tiempo mas, pero sabes como es Xena, no se queda mucho tiempo en un solo lugar... viaja... viaja... viaja... no sé que me quejo si tú eres igual.
Claudia: siempre me tienes que criticar... ya me encargare de ti...
Lilian: pero sigues viajando, ¿no?.
Claudia: si, ahora viajo con el ejército romano, busco delincuentes con pedido de captura por orden del emperador, trato de llevarlos a la justicia.
Lilian: ¿Tu también vas con ella?
Jill: si, desde que me vino a buscar, no nos separamos mas, siempre la seguiré a dónde vaya, (le sonrió a Claudia).
Claudia: ¡¡¡Por los dioses quieres matarme!!!. Te dije que tiene una sonrisa maravillosa.
Lilian: si la tiene, bueno vamos, mandaré a prepararte un buen baño, y algo de comer.
Claudia: gracias.
Jill: Lilian, gracias...eres muy amable.
Lilian: las amigas de Claudia, son mis amigas. (le guiñó un ojo).
Jill: Gracias amiga.

Ya en la cabaña de Gabrielle:
Jill: Claudia eres terrible, no deberías decirle tantas cosas bonitas sobre mí, esa mujer te ama de verdad, lo vi en sus ojos, la haces sentir celosa, muy mal, pues sabe que nunca te tendrá y tú encima le hablas sobre mí.
Claudia: ella es muy especial, es mi confesor, le dije cosas a ella, que nunca le dije a nadie, sabe que te amo, y que también la quiero mucho.
Jill: sí pero no la amas como ella quiere.
Claudia: la verdad no, solo te amo a ti. Vamos a darnos un baño.
Jill: es hermosa esta cabaña.
Claudia: si, es de la barda, cuando ella viene con Xena, toma el papel de Reina, y duerme acá, (Claudia respiro hondo, para sentir en el aire el aroma de la esencia de Gabrielle, luego suspiró)... ¿qué estará haciendo y dónde estará?
Jill: ¿Quién?
Claudia: Gabrielle, ella es la más especial de todas, te encantará. Tiene el alma tan pura, es un ángel... existen pocas personas como ella, es de las que te ayudan, se brindan a ti, sin esperar nada a cambio... es maravillosa...
Jill: ¡Hey!, para de hablar así de ella, me pondré celosa...
Claudia: no debes ponerte celosa, pero la verdad... la amo... es un amor diferente, nunca lo pude comprender... ella me dice que entre nosotras hay magia... quiero que la conozcas como te dije te va a encantar.

Así pasaron varios días, entre noches de amor y pasión, con los recuerdos de sus amigas, Lilian y Jill sé habian vuelto inseparables, siempre hablaban de su tema favorito, Claudia.
Lilian le contaba como la había conocido, las veces que las defendió, del festival de la canción, las bromas, los chistes, todo, Jill cada vez se enamoraba mas de su amada, de saber con detalles todo lo que había hecho esos años en que no estuvo con ella, Lilian también quería saber como se habían conocido y Jill le contó.
Lilian: es un amor hermoso el que se tienen, no la dejes nunca, ella te ama con locura, me consta, me lo dijo muchas veces, y te puedo asegurar que nunca le perteneció a nadie, solo a ti.
Jill: lo sé.
Lilian: entonces ella... por fin se entrego a ti...
Jill: si, pero ¿cómo sabías que ella nunca... se entregó a nadie? ¿acaso estuvo contigo?...
Lilian: lo siento, no quise entrometerme...
Jill: aún no me contestaste, no le diré nada... te lo juro...
Lilian: sí, fue mi primera vez, fue hermoso, excitante, jamás la olvidaré...
Jill: ¡¡Por los dioses!!
Lilian: me dijiste que no le dirías nada, por favor.
Jill: esta bien quédate tranquila, yo no estaba con ella, podía hacer lo que quería.
Lilian: nunca dejó amarse, lo sabes. Ella siempre pensó en ti, siempre se guardó para ti.
Jill: (sonríe)...
Lilian: ¿Por qué sonríes?
Jill: porque es terrible, también fue mi primera vez, y fue tal como lo describiste tú. Es pura pasión, amor, te da todo de sí, es maravillosa...
Lilian: (si tú supieras que no fui la única, Xena, Gabrielle, y cuántas que no conozco, pensó), bueno vamos a verla, ya debe tener todo listo para irse, las voy a extrañar mucho, pues la verdad pese a que sé que tienes su corazón, me encantó conocerte, me gustas mucho, eres una gran mujer, se nota que la amas mucho, se pertenecen, y si alguna vez, necesitas a alguien para hablar sobre ella o lo que quieras, puedes contar conmigo, siempre seré tu amiga, será un placer volver a verte.
Jill: gracias, también te tomé mucho cariño, estos días han sido muy hermosos, amiga. (se abrazaron muy fuerte)... gracias de nuevo... tengo el presentimiento que volveremos a vernos...
Lilian: ven cuando quieras, siempre serás bien recibida.
Claudia: hola, ya tengo todo listo, veo que están llorando, las despedidas no me gustan, así que Lilian, adiós.
Lilian: ven aquí y dame un abrazo, porque te mato. (se abrazaron y una lágrimas rodaban por sus mejillas) ahora que conozco a Jill, sé que eres muy feliz y me alegro por ti, tu felicidad es la mía, te amo, siempre lo haré. Ven cuando quieras, siempre las estaré esperando.
Claudia: también te quiero mucho lo sabes, volveremos... Adiós Lilian... (la abrazó de nuevo y subió a su caballo).
Jill: adiós Lilian, volveremos... (la abrazó y subió a su caballo, Lilian la ayudó).
Lilian: adiós amigas vuelvan cuando quieran. (muchas lágrimas corrían por su rostro). Adiós mi amor, adiós... (susurro)...

En el camino:
Jill: es realmente maravillosa, ¿cómo no te enamoraste de ella?, es hermosa, por dentro y por fuera y encima te ama con locura...
Claudia: si lo sé, pero yo te amo solo a ti, eso no lo puedo cambiar...
Jill: soy muy afortunada, de tenerte solo para mí, te amo... te amo tanto... pude perderte en brazos de ella, pero aun eres mía...
Claudia: siempre lo seré. Quiero hacerte el amor, ahora. Bajemos aquí.
Jill: eres terrible, pero sabes una cosa yo también te deseo tanto, quiero que me ames, quiero amarte...

Ambas bajaron cada una de su caballo, estaban desesperadas, se abrazaron y se besaron con pasión, Claudia la recostó sobre la hierba.
Claudia: traeré las mantas.
Jill: no hace falta, la hierba esta muy suave.
Claudia: la suave eres tú, deja que las traiga (Claudia quería traer las mantas y el penetrador, aun no lo había usado con Jill, le daría la mejor tarde de su vida, pues a Claudia le gustaba sorprender).
Claudia puso las mantas sobre la hierba y luego tomó a Jill entre sus brazos y la recostó sobre las mantas, comenzó a besarla suavemente en la boca luego más fuerte, luego la fue desnudando lentamente, con cada prenda que le quitaba se le iba un suspiro de ver tanta belleza, aun después de tanto tiempo no podía creer que la tenía solo para ella, besó su cuello, sus pechos, dulcemente cada beso era una caricia.
Claudia: tu piel es tan dulce que me empalaga la boca, quiero morir haciéndote el amor, haciéndote mía. Te amo tanto... (seguía acariciando suavemente el cuerpo de su amada, cada toque era una sensación de estar volando para Jill, Claudia tomo su cadera, acariciaba ambas piernas, puso sus manos debajo de Jill y apretó fuerte las nalgas de su trasero, Jill gimió ante el contacto y el apretón tan fuerte, abrió sus piernas despacio, se perdió en la inmensidad del deseo de ese centro tan excitado, puso su boca en ese volcán, lamió los labios, succionó, la desesperó, introdujo su lengua y devoró la lava que salía de ese volcán, su boca quemaba del placer, subió a perderse en los ojos de su amada, sonrió y la penetró suavemente, pues para Jill era su primera vez con el penetrador no quería hacerle daño, sabía que había estado con ese maldito, por eso quería hacerlo suave, para que ella se olvidara para siempre que estuvo casada, Jill no entendía nada.
Jill: ¡Por los dioses!... auu... ayyy... duele...
Claudia: shhhh, relájate y no te dolerá, es perfecto, estoy entrando aun más, falta poco para penetrarte del todo... ya estoy así, así... tranquila... quiero amarte así... profundo... lento... despacio... te amo tanto... tanto... quiero hacerte mi mujer cada día y noche de nuestras vidas... siempre... (Claudia seguía empujando, luego lo dejó quieto dentro de Jill, hasta dejarla nuevamente respirar, su respiración se había cortado, con cada empuje sentía que explotaba, se aferró fuerte a la espalda de Claudia, clavando sus uñas en ella).
Jill: ¿Qué... es... eso...? ... ayyyy... estoy volando, sostenme... por favor... (su cadera se levantaba cada vez más fuerte, pues Claudia ahora iba más rápido, más fuerte y profundo, salía y entraba sin control...) estoyyyy viendo el sollllll...
Claudia: mi sol eres tú, amor... eres tú...
Jill: te amo, no te detengas... sigue, sigue, sigue... ayyyy... ahhhh...
Claudia quitó el penetrador e introdujo tres de sus dedos pues Jill ya estaba muy relajada, sintió los flujos en sus dedos, estos absorbieron todo el placer... la penetró más fuerte... Jill gritó más fuerte, Claudia ahogó su grito en su boca, besándola con tanta pasión que ambas quedaron sin aire, sus labios rojos de tanto deseo, de tanto besarse, bajo a su cuello y la besó, luego se deleitó con sus pechos, besaba, succionaba, Jill ya había llegado al máximo, su cuerpo tembló demasiado, Claudia la contuvo y la abrazó con su propio cuerpo, se puso sobre ella, y la calmó, aunque las olas de placer y deseo aun no habían acabado... Claudia la dio vuelta... y con el penetrador entró en su trasero, haciéndola ver las estrellas que aun no estaban en el cielo... la empujó varias veces... sacaba y ponía, los músculos de Jill ya estaban a punto, su cuerpo se tensó, y Claudia la penetró por última vez más fuerte y más profundo, puso el peso de su cuerpo, la movió, con su cuerpo, Jill ya estaba a punto del desmayo, su cuerpo tembló, convulsionó, explotó en un grito gutural que salió de su garganta gritando el nombre de su amada, de esa mujer que le estaba dando tanto placer, Claudia la abrazó fuerte, y luego la giró quería ver su cara, quería perderse en sus ojos, el sudor de su frente, ver el sol reflejado en la sonrisa de su amor... la había amado con el alma... y Jill lo sintió... eran felices, se pertenecían... nada ni nadie las separaría, solo la muerte...
Claudia: (tocaba su rostro con la mejor caricia) ¿estás bien?, quise sorprenderte...
Jill: ¡Por los dioses! lo hiciste... estoy perfectamente bien... pero aun no sé dónde estoy, solo sé que estoy contigo, te amo tanto, tanto... me hiciste tuya de nuevo... jamás lo olvidaré... ¿con qué me amaste?...
Claudia: (sonrió, pues todas le preguntaban lo mismo)... un amigo que me hace darte el placer supremo, la penetración perfecta, para que no te olvides nunca que hiciste el amor conmigo.
Jill: jamás me olvidaré de ti, te amo demasiado, eres mi vida, mi luz, mi camino.

Después de un buen rato abrazadas, pues para calmar sus temblores necesitaron mucho tiempo, sentían escalofríos, temblores supremos de haber vivido el amor.
Claudia: me quedaría toda la vida así, abrazada junto a ti, siento que el tiempo no tiene piedad de nuestro amor, pasa cada vez más rápido, siento que recién termino de amarte... aunque sé que han pasado varias marcas de vela, es como si recién te hubiese puesto sobre las mantas, no me canso de amarte, quiero quedarme así, en silencio esperar la noche dentro de ti, (y Claudia volvió a deslizar dos dedos dentro de Jill quien gimió ante la profunda penetración) aun estás tan húmeda, te amo tanto... ven más cerca... así... así... quiero fundirme en tu cuerpo... quiero estar siempre dentro de ti... es el placer... más grande... ayyyy... así... quiero estar así... mover mis deseos... mover mis dedos en ti... te amo... te amaré mil años, toda la eternidad... estoy loca por ti... te amo tanto... (Claudia la abrazó fuerte y gritó a los cuatro vientos) Te amoooooo... Jill... te amooooo... (su voz retumbó en el medio del bosque, los pájaros salieron volando de sus nidos, asustados por el grito, pero luego al ver los ojos de esa mujer, tan enamorada, se dieron cuenta que fue un grito de amor y cantaron junto con ella piando a más no poder, para demostrar que ellos también amaban a sus parejas, el bosque se volvió un coro de pájaros cantándole al amor.
Esa tarde, casi noche eran todos felices... había amor en ese bosque...
Jill: fue hermoso, yo también te amo tanto... esta noche jamás la olvidaremos...
Claudia: nunca olvidaré ninguna noche mientras esté contigo. Las guardaré en mi corazón, en mi cuerpo, mi mente, mi memoria, en cualquier lugar donde me encuentre, recordaré cada momento que pase contigo, te quiero tanto... te quiero porque eres la causa de este amor, porque eres la causa por la cuál vivo, respiro, por la cuál late mi corazón, eres la causa de esta canción que se formó en el bosque... ellos cantaron para ti, por tu amor... por ese amor incondicional que me das cada día...
Jill: eres una romántica... te amo...
Claudia: tú me inspiras... no lo dudes... te amo tanto...
Luego se quedaron todos en silencio y durmieron con el amor en sus labios, en sus corazones... hasta que llego el amanecer... y Claudia y Jill volvieron a tomar el rumbo que habían marcado... regresaban al pueblo para unirse al ejército romano y seguir buscando a un maldito que se les escapaba siempre...

En otro sitio no tan lejano, había otros dos cuerpos demostrándose todo el amor que se tenían.
Xena y Gabrielle, estaban en un claro del bosque como siempre, amándose apasionadamente, hasta que el solo ruido de dos cuerpos amándose, se vio interrumpido por el galopar muy fuerte de varios caballos, Xena enseguida se puso en guardia y dejó a la barda con las ganas de seguirla amando.
Xena: rápido Gabrielle vístete, ese ruido a caballos no me gusta debe ser un ejército entero.
Gabrielle: ¡¡¡Diablos, la estábamos pasando tan bien!!!
Xena: si no nos apresuramos, no habrá otro día para pasarla bien, pero te prometo que después de que se vayan estaremos juntas como siempre, amándonos eternamente, seré toda tuya.
Gabrielle: ¿Lo prometes?
Xena: si, vamos, apúrate.
Gabrielle: ¿Dónde vamos Xena?
Xena: a una cueva allá arriba, donde podamos escondernos, y a la vez poder ver quienes son, me huele a problemas.

Y así Xena y Gabrielle encontraron en lo alto del monte que rodeaba el lago una pequeña cueva, donde esconderse y desde allí podrían ver de quienes se trataba.
Xena: ¡¡Por los dioses!!
Gabrielle: ¿Qué pasa Xena? ¿quiénes son?
Xena: es el ejército rojo, lo llaman así por la sangre que derraman, se dedican a secuestrar gente en cada aldea que destruyen y las venden como esclavas, trabajan para un hombre llamado Kalnuss, es realmente temible, escuche decir algunos aldeanos que no tiene piedad por nadie, especialmente con las mujeres.
Gabrielle: ¡¡Qué horrible!!, como puede haber alguien tan malvado. (miró a los ojos de la guerrera y se dio cuenta que lo que dijo había calado hondo en el corazón de Xena.) Tú ya no eres así.
Xena: pero lo fui, y...
Gabrielle: shhh, ya no lo eres, además tú no les harías daño a las mujeres y niños.
Xena: es verdad jamás lastimé a una mujer y menos a un niño, pero como siempre te digo yo tuve mucha suerte, pude cambiar gracias a ti, gracias al amor que me diste, me das, y siempre me darás, Gabrielle, no me cansare de decirte cuanto te amo, que eres todo para mi, mi luz, mi camino, mi destino.
Gabrielle: yo también te amo, Xena. Eres toda mi vida, sin ti no vivo. Y yo solo abrí un poco mas tu corazón, pero la fuerza de voluntad para cambiar la pusiste tú, si tu no hubieras querido cambiar yo no podría haber hecho nada. Aunque lo hubiera intentado hasta cansarte o hasta que me mataras, porque como te dije varias veces me enamore de ti la primera vez que te vi.
Gabrielle acercó los labios a la guerrera y le dio un beso apasionado, si hubiera sabido que iba a pasar muchísimo tiempo para poder besarlos otra vez, tal vez se hubiera quedado allí por siempre. Unas risas las sacaron de ese momento mágico.
Guerrero1: vamos zorra, corre, corre, me gusta cuando se hacen las difíciles. Te voy a agarrar, jajajaja, ya veras lo que es un hombre, bueno varios porque estamos todos muy necesitados. (los siete hombres que rodeaban el lago y a la mujer reían como hienas ante su presa)
Gabrielle: Xena debemos hacer algo, no podemos permitir que le hagan daño.
Xena: shhhh, no hables tan alto que nos descubrirán.
Gabrielle: están muy ocupados en saciar su lujuria como para vernos.
Xena: no te creas, un buen guerrero siempre esta atento a todo.
Gabrielle: ¿Qué haremos? Ya la tienen cada vez mas cerca.
Xena: quédate aquí, haré ruido por el otro lado para que se vayan por allá, y cuando los distraiga, le haces seña a la chica para que suba por el monte, luego te vas con ella por allá atrás y me esperas allí, ¿entendiste?
Gabrielle: si Xena, cuídate por favor, son muchos y muy fuertes.
Xena: si amor lo haré, tu quédate aquí no hagas ningún ruido. (y le pasó la mano por la cara y Gabrielle besó la palma de la mano de Xena) te amo.
Gabrielle: (sonrió) ... yo también.

Xena comenzó a bajar con cuidado para que no la vean y así fue pues como había dicho la barda estaban muy ocupados en devorar a su presa, quien ya estaba acorralada y no tenía salida, de pronto se escucharon unas rocas caer hacia el lago y los hombres se asustaron, Xena lanzó su chakram y las rocas seguían cayendo haciendo cada vez mas ruido, era tal la magnitud del estruendo que no pudo escuchar los gritos de ayuda de Gabrielle, uno de los hombres que no estaba entre los siete había observado a la rubia desde otro ángulo y la tomó por la espalda, para luego ahogar sus gritos con su mano y en un solo golpe callar a la barda, la cargó en sus hombros y se fue hacia su caballo la depositó en la silla con las piernas y brazos colgando a ambos lados, y se fue deprisa de allí, ya habían hecho la captura del día, tenía a una linda rubia con quien divertirse un rato.

En tanto Xena veía que la mujer seguía en el mismo sitio y pensó: Gabrielle, ¿por qué no la llamas?, Xena vio que se le acababa el tiempo pues las piedras ya estaban dejando de caer, así que decidió ir ella por la chica, saltó entre dos hombres y les pegó con su espada haciéndolos caer al suelo, tomó a la chica que estaba histérica, la empujó fuerte para que reaccionara y ambas comenzaron a subir por el monte desapareciendo de la vista por ahora de los guerreros que estaban furiosos por lo que había pasado.
Guerrero2: ¿Qué diablos fue eso? ¿dónde está la zorra?
Guerrero3: no sé, algo me golpeo la cabeza, debe estar bajo las piedras.
Guerrero4: bueno, salgamos de aquí, ya perdimos mucho tiempo, encontraremos a otra zorrita, la muy tonta se murió sin llevarse lo mejor nuestros deseos... (se tocó la bragueta, todos rieron a coro).

Xena ya estaba algo lejos de los hombres, especialmente porque ellos habían decidido irse de allí, y tomaron para el otro lado en donde se encontraba la guerrera.
Xena: por los dioses, ¿dónde se metió?, Gabrielle, ¡¡¡Gabrielle!!!
Chica: graciasss, no sé como puedo pagarte lo que hiciste.
Xena: no me debes nada, si no fuera por ella, ¿dónde diablos se metió? ¡¡¡¡Gabrielle!!!!, (La guerrera ya comenzaba a preocuparse).
Chica: ¿Buscas a una rubia?
Xena: sí, ¿la viste? Le dije que te hiciera seña para que subieras hasta aquí, y ahora no sé, dónde...
Chica: yo sé dónde esta...
Xena: ¡¡Pues habla mujer!!
Chica: escuche antes de que tiraras las piedras un pequeño ruido y voltee a mirar hacia arriba y vi su mano moverse para que vaya con ella, pero de pronto vi una sombra detrás de ella, me pareció que era uno de los guerreros, la cargó en los hombros y luego no vi mas, pues las piedras me taparon la visión y me quedé dura en el mismo sitio, pensaba en mi y en esa pobre mujer que se había llevado el maldito, le harán lo mismo que querían hacerme a mi, especialmente si ella es rubia, el jefe tiene una obsesión con las mujeres rubias.
Xena se había quedado en silencio, su mente comenzó a nublarse no podía ser cierto Gabrielle, Gabrielle, se repetía una y otra vez en su mente.
Xena: debo hacer algo urgente. ¿dónde está el campamento?.
Chica: no sé bien, corrí tanto que me perdí, estoy tan nerviosa (comenzó a llorar).
Xena: mira en este momento no necesito a alguien que llore, necesito respuestas, ¿¿¿¿¿¿¿¡¡¡¡Dónde está el campamento!!!!?????? (gritó la guerrera)
Chica: creo que al norte de aquí, creo que llegué desde allá (con voz temblorosa, pues no sabía a quien tenerle mas miedo sí a esos hombres o a la mujer que tenía enfrente con una mirada tan fría y dura como el mismo hielo)
Xena: bien, iré a buscar a Argo, tu quédate aquí.
Chica: sí, sí... ¿quién es Argo?
Xena: mi yegua, iremos por Gabrielle. ¿dijiste que le obsesionaban las rubias?, pero tú eres morena.
Chica: sí, las morenas somos para los hombres de su ejército, las rubias son solo para él, la matará sino hace lo que le dice, es un sádico...
Xena: eso lo veremos... ahora vuelvo, necesito que me des mas datos del campamento, cuantos son, si hay esclavos, todo eso, ahora regreso.
Chica: si te espero aquí.

Xena fue en busca de Argo, pero cuando volvió por la chica no la encontró, de pronto vio como una raíz gruesa se movía desde el acantilado, y la vio allí colgando, otra vez estaba en problemas.
Xena: quédate tranquila, ya bajo por ti. (ató una soga a Argo y el otro extremo a su cintura por las dudas de que la raíz del árbol cediera por el peso) allá voy (y bajó lentamente, la mujer estaba aterrada, cuando Xena la tomó por los hombros se aferró a ella, no quería soltarla, le agarró un ataque de nervios tan grande que hizo tambalear a Xena casi a punto de arrojarla al precipicio, estaban en un pequeño hueco hecho por la naturaleza, pero aun quedaba mucho por subir y encima con esta mujer que no dejaba de darle golpes en los brazos, por los nervios, entonces Xena decidió que era el momento de ponerle punto final a ese estado así que decidió darle un golpe fuerte para desmayarla, y así poder subir las dos más tranquilas, pero por desgracia la mujer volvió a pegarle a Xena esta vez mas fuerte haciéndola perder el equilibrio y cayó unos metros mas abajo, se golpeo fuerte en la cabeza y la guerrera quedó desmayada colgando de la soga que aun sostenía Argo, la mujer gritaba de horror, no aguantó mas tanta angustia y otro ataque de nervios hizo que se resbalara, pasando a centímetros del cuerpo colgante y desmayado de Xena, quiso aferrarse de la guerrera pero su mano no llegó a tomarla y cayó al vació, haciendo que cayeran con ella una cuantas piedras que la sepultaron cuando llegó abajo).

Xena seguía inconsciente, pero su yegua sabía que pasaba algo, se puso en guardia cuando escuchó las piedras caer, y ver que su guerrera no le tiraba de la cuerda, este animal tan maravilloso, sentía que había pasado algo malo, y comenzó a tirar hacia atrás, con toda su fuerza, el cuerpo de la guerrera subía lentamente golpeándose a cada rato contra la pared, Argo seguía tirando hasta que por fin pudo distinguir el bulto que estaba subiendo, era su amada dueña, aquella valiente guerrera, que siempre cuidaba de ella, dándole de comer las mejores manzanas, poniéndola en un establo cada vez que podía, cuando la cepillaba todas las noches, tiró mas fuerte de la soga y Xena por fin ya estaba arriba del monte, la fue haciendo girar con el hocico para que no estuviera tan cerca del precipicio, la llevó rodando hasta debajo de un árbol, en un lugar seguro y se quedó allí observando a su mejor amiga, su querida ama, quien le había demostrado tantas veces como la quería, la yegua estaba triste, pues parecía presentir todo lo malo que había pasado.
Y así las agarro la noche, un día, otro día, y otro, y otro mas, hasta que Xena despertó, en un estado deplorable, estaba toda dolorida, hematomas, cortes en su cuerpo, con sed, con hambre, la cabeza le daba vueltas, en su instinto lo primero que buscó fue a Gabrielle, a su adorada bardo, y de pronto recordó todo, había pensado que sería solo una pesadilla, pero su estado le dijo que lamentablemente no había sido una pesadilla, había sido real, vio a su yegua cerca de ella mirándola, con ojos tristes, se levantó como pudo aun tenía la soga puesta en su cintura y recordó lo del precipicio, acaricio a la yegua dándole las infinitas gracias, y esta resopló de alegría de volver a ver y sentir a esa guerrera, montó a Argo como pudo y le dijo:
Xena: me salvaste la vida, ahora debemos ir por Gabrielle, (tomó un poco de agua de su odre, pues le hacía falta, y luego llevó a Argo hacia el lago para que hiciera lo mismo, se lavó como pudo, pues el dolor era intenso, tenía muchos cortes, pero nada le dolía mas que el no saber donde estaba Gabrielle).

Mientras Xena había estado desmayada, esos cuatro días, a Gabrielle le parecieron eternos, la habían llevado a un campamento lleno de guerreros y esclavos, se despertó en una tienda, la cabeza le daba vueltas, de pronto unos desgarradores gritos la hicieron volver a la realidad, observó por un agujero que había en la tela y se horrorizo al ver a los esclavos, estaban muy mal, se notaba que no les daban de comer, a dos de ellos los tenían atados en un poste y les estaban pegando con un látigo, mientras el resto de los esclavos miraban horrorizados con mucho miedo de poder ser los próximos, Gabrielle sintió un fuerte dolor en su corazón, por los dioses, como pueden hacer eso, luego se dio cuenta en que lugar estaba ella, por qué estaría allí en una tienda que estaba muy bien arreglada, parecía que era de alguien importante del campamento, se preguntó porque no estaba con el resto de los esclavos allí afuera, aun tenía puesta la ropa de siempre, su top y falda, su bastón le faltaba, era obvio, recordó de pronto lo que había pasado, que estaba con Xena tratando de rescatar a una chica y luego sintió un fuerte golpe en la cabeza y ahora despierta se encontró allí. Pensó donde estaría Xena, ¿la habrían secuestrado también?, volvió a mirar por el agujero para ver si la encontraba, pero no había señales de la guerrera, luego sonrió para sí misma y se dijo:
Gabrielle: Xena nunca se deja capturar, aquí la tonta soy yo, espero que vengas pronto por mí, mi amor, no me gusta nada esto, tengo miedo...

Solo habían pasado unas horas desde que la barda había sido secuestrada y esperaba ansiosa a Xena, pero Xena no venía, antes del anochecer alguien entró a la tienda.
Hombre: vaya, vaya, veo que estas despierta, era hora que despertaras, parece que el golpe que te dieron fue muy fuerte, ya les dije a esos estúpidos que no le peguen tan fuerte a una mujer especialmente tan hermosa y rubia como vos, pues saben bien que las rubias me gustan mucho, y quiero ver la mercadería sana y fuerte.
La barda lo miraba con desconfianza, que se traía entre manos este hombre y ¿quién era?
Hombre: no te dije aun mi nombre, soy Kalnuss, el mejor guerrero de esta zona y el mejor amante... ¿cómo te llamas tú?
Gabrielle: me llamo Gabrielle...
Kalnuss: que hermoso nombre, Gabrielleeee, suena muy bien, es dulce decir Gabrielleee.
A Gabrielle ya no le gustaban para nada las insinuaciones de ese maldito.
Kalnuss: ven Gabrielle siéntate aquí en la mesa conmigo, debes tener hambre, hace horas que duermes.
Gabrielle: ¿Qué diablos quieres de mí? ¿por que no estoy con el resto de los esclavos? ¡¡Bastardo!!
Kalnuss: uyyy, que boquita, una mujer que parece tan dulce, te responderé solo por esta vez, pero el que hace las preguntas aquí ¡¡Soy yo!! (con voz de mando) no estas con el resto, porque me gustan las mujeres y especialmente las rubias, pero no temas cuando me canse de ti iras con ellos si es que me obedeces en todo, sino acabarás muerta, como la última zorra que tuve, lo siento, con esto no quiero asustarte...
Gabrielle: no te tengo miedo, no me asustas... (Xena ven pronto, pensó)
Kalnuss: ¡¡Oh!!, no te preocupes, ya me tendrás miedo, haré contigo lo que se me plazca, por eso eres mi esclava, tal vez prefieras morir después de todo.
Gabrielle: eres un mal nacido, maldito bastardo, te aprovechas de mí porque soy solo una mujer, ¡¡¡Cobarde!!!
Kalnuss: (se acercó a Gabrielle y la tomó de los hombros) oye, a mi nadie me llama cobarde, (le apretaba mas los hombros) tienes un carácter fuerte, creo que me va a gustar mucho hacerte mía, me encanta cuando las mujeres, se ponen tan altaneras, porque es ese el desafió que busco en ellas, el demostrarles que el miedo y el dolor, puede con todo, te haré bajar esos humos que tienes zorra. (y le siguió apretando los hombros esta vez hacia abajo, y Gabrielle se iba arrodillando del dolor frente a Kalnuss) Ves rubia, ya esta mejor, así me gusta que te pongas de rodillas frente a mí. Nos vamos a divertir mucho nosotros dos...
En ese momento entró uno de los hombres para hablar con Kalnuss.
Guerrero: Kalnuss necesito...
Kalnuss: ¡¡Te dije que no me interrumpieras!! además la próxima vez avisa antes de entrar, ¿qué es lo que quieres? Mejor que sea algo importante.
Guerrero: disculpa, lo es.
Kalnuss: esta bien (empujó a Gabrielle que aun estaba de rodillas y esta cayó al piso).
La barda estaba temblando pues ese hombre si se podía llamar así, la había asustado en serio. Empezó a imaginar lo que le sucedería esa noche, pidió a los dioses, por Xena, Xena, Xena, ¿¿¿dónde estas???
Kalnuss: ¿Qué diablos pasa?, estaba poniendo en su lugar a la rubia, ¡¡Me desconcentras!!
Guerrero: lo siento, es que vimos en las otras aldeas, las más lejanas, alguno soldados romanos, tendríamos que estar preparados.
Kalnuss: romanos ¿eh?, pues les venderemos esclavos, solo espero que no sean de la misma sección que los últimos que estuvieron por aquí, le vendimos esclavos de última, tal vez quieran de nuevo su dinero, pero antes pelearemos.
Guerrero: ¡¡Pero son romanos!!
Kalnuss: ¡¡Y qué me importa!!, ¿¡¡Le tienes miedo a los romanos!!? ¡¡Somos 60 guerreros!! El ejército más importante de la zona. No les tengo miedo.
Guerrero: y si es... ¿¿¿la romana??? Dicen que te esta buscando hace tiempo.
Kalnuss: (un escalofrío le traspaso el cuerpo) la boca se te haga a un lado, no creo que llegue hasta aquí. Pero debemos estar atentos.
Guerrero: viste que la información que te di, valió la pena la interrupción.
Kalnuss: si valió la pena, pero ahora necesito desahogarme, así que no me molestes en toda la noche, ¿entendiste? (y lo tomó de la camisa)
Guerrero: sí, sí, entendí, que te diviertas, ella es muy bonita.

Kalnuss regreso a la tienda estaba nervioso, por el recuerdo de la romana, eso le hacía hervir la sangre, así que se la desquito con Gabrielle.
Kalnuss: ¡¡Hey!!, tú no comiste nada aún (tomó una pata de pollo), come algo, necesitaras fuerzas, muchas fuerzas para estar conmigo, pues soy terriblemente apasionado, eso me han dicho todas las zorras con que estuve, veras que potente soy rubia, ¡Ah! tu nombre era Gabrielle... (tiró la pata de pollo y se acercó a Gabrielle), veo que no quieres comer, bueno un poco de movimiento te dará luego mucho hambre, ven aquí (la tomó por la cintura, la barda lo golpeo fuerte e hizo que la soltara) maldita verás, te gusta jugar rudo ¿eh? Pues a mí también, (se volvió acercar a la barda, esta lo esquivaba y lo excitaba mas, hasta que la agarró con fuerza y le sujetó los brazos con ambas manos), así esta mejor, ¿ves que podemos divertirnos juntos? Tranquila, todo va estar bien, para mí, te deseo desde que te trajeron, esperaba a que despertaras para hacerte mía, (la tiró sobre la cama y él encima de ella, aun le sujetaba los brazos, se los puso sobre la cabeza de Gabrielle, y comenzó a besarla en el cuello, la barda quería morderlo pero el muy astuto se iba alejando de la boca de la barda) uyyy, tu piel es muy suave, ¿te han amado alguna vez?, Seguro que no has tenido muchos hombres, le falta ese olor a tu piel, (soltó una de sus manos y con una sola sujeto las dos de Gabrielle, pues era un hombre muy fuerte y grande, con la otra mano comenzó a quitarle el top a Gabrielle dejando al descubierto sus maravillosos senos, los tocaba, los apretaba, bajo su boca y los comenzó a lamer con furia, Gabrielle sufría, gimió ante el mordisco del bastardo, al sentir el dolor de Gabrielle, la miró con una sonrisa maquiavélica y volvió hacerlo, nuevamente la mordió, dejándole una marca profunda, la barda no pudo mas y gritó de dolor), eso me gusta, grita, grita, me excita escucharte gritar y aun no has visto ni sentido nada de lo que tengo para darte, Gabrielle, eres perfecta, (siguió besando y succionando los pechos de Gabrielle, comenzó a bajar por su abdomen), tienes un abdomen firme preciosa, es excelente, si tienes o tuviste algún hombre fue muy afortunado, como ahora lo soy yo, de tenerte solo para mí, (introdujo su lengua en el ombligo, cada vez mas fuerte, la lamía, la mordía, Gabrielle ya no aguantaba mas, y sabía que aun no había terminado, aun no había pasado lo peor, comenzó a sollozar), vaya te dije que me tendrías miedo, pero no supuse que sería tan pronto, aun no te hice nada
Gabrielle: déjame por favor .
Kalnuss: ¿Por favor dijiste? me encanta que me supliquen.
Gabrielle: por favor déjame, por favor hazlo.
Kalnuss: a mí me pareció escuchar hazlo, quieres que siga ¿verdad?...
Gabrielle: no por favor no sigas...
Kalnuss: sí Gabrielle, tú quieres que siga (y ya venía lo peor, le bajó la falda, en realidad la rompió, sacó su ropa interior) abre las piernas, (la barda ni se movía), te dije ¡¡Qué abrieras las piernas!! ¡Ah! Veo que te has puesto difícil, (le dio un golpe fuerte en la cara) maldita zorra ¡¡Abre las piernas!!, (Gabrielle aun seguía dura, quieta, solo respiraba y lloraba), esta bien tú lo pediste (se levantó, tomó unas sogas y ató a Gabrielle a la cama, ató sus brazos y piernas finalmente las abrió por la fuerza, Gabrielle estaba toda desnuda y atada en la cama, ya no tenia salvación, pensó en Xena, solo en Xena, el bastardo se desnudó frente a Gabrielle, haciendo alarde de su miembro, volvió a ponerse encima de la barda). ¡¡Mmm!! Ahora esto esta mejor, tengo mis dos manos libres, solo para ti, volvió a masajear los pechos de Gabrielle, esta vez con mas fuerza, los apretaba cada vez mas fuerte, los lamía, los volvió a morder, las lágrimas de Gabrielle ya habían mojado todo su rostro, Kalnuss subía para tomar esas lágrimas, la besó con furia, la barda lo mordió, le volvió a pegar, y le dijo al oído eso te costara lágrimas de sangre, verás que a Kalnuss no hay ninguna zorra que se le resista, y menos morderme maldita, tienes miedo puedo olerlo, me encanta, ¿no te excita el miedo?, estas ansiosa porque esto termine, te dices que acabe de una vez, que entre en ti y listo, ¿verdad? Lo veo en tus ojos, aunque los cierres, lo siento en el temblor de tu piel, lo deseas por un lado para que termine y por otro no quieres para que no te lastime, ¡¡Mujeres quien las entiende!!. (Bajo su boca hacia el centro de Gabrielle y comenzó a succionar a lamer todo su sexo, la mordía lentamente, el dolor que ya estaba sintiendo, por cada mordida era intenso, de pronto subió de nuevo para ver el rostro de Gabrielle,) abre los ojos quiero verte, (Gabrielle mantenía sus ojos cerrados con fuerza, no quería ver a ese maldito) abre los ojos o ¿los tendré que abrir yo, como hice con tus piernas? (la barda abrió lentamente los ojos) ves así esta mejor, quiero que me veas, (la vista de la barda estaba nublada por el llanto, pero sabía que él la estaba mirando, se acercó nuevamente y le dijo ahora verás lo que es sentir dolor Gabrielle, (y la penetró con fuerza, haciendo que la barda se estremeciera del dolor, pues entró muy fuerte, y cada empuje era cada vez más y más fuerte, y así entró y salió varias veces, la barda ya no sentía nada solo deseaba que alguien la ayudara a salir de ese tormento, pensó en Xena...)
Kalnuss: ahhhh, eres mas dulce de lo que pensé, estoy seguro que casi nunca te tocó un hombre, pero de ahora en mas ya podrás decir que estuviste con un hombre, y uno muy bueno, ¿verdad Gabrielle? (la sacudió por los hombros), ¡¡Te estoy hablando zorra!!, cuando hablo me gusta que me miren y me contesten. Aunque entiendo es nuestra primera vez, aun no estas acostumbrada a mí, pero no te apenes pues te haré acostumbrarte, mas de lo que te imaginas, pues necesito descargar todos mis demonios, así que todos los días serás mía, tengo mucha energía, a la última que estuvo conmigo le hacia el amor varias veces al día, pero la pobre se murió, no soportó tanto dolor, espero que tú dures un poco mas, eres algo rara, pareces frágil, pero eres fuerte, lo veo en tus ojos, bueno te aconsejo que duermas un poco, pues mañana será otro día, no muy diferente a este.
Gabrielle seguía llorando en silencio, el dolor era intenso, había quedado muy dolorida, solo pensaba en Xena, ¿dónde estaba?, ¿qué hacía?, ¿por qué aún no había llegado a rescatarla como hacía siempre?, ¿Xena... dónde estas? Fue su último pensamiento antes de quedarse dormida, por el dolor y el cansancio.

A la mañana siguiente Gabrielle aun estaba atada a la cama, el bastardo ya se había levantado, cuando entró una mujer que había enviado Kalnuss para que atendiera a Gabrielle. La mujer era mayor, tenía el pelo con varias canas, algo gordita, baja, entró y vio a Gabrielle.
Maria: ¡¡Por los dioses!! ¿qué te ha hecho?
Gabrielle: (no podía detener su llanto) me... vio... ló...
Maria: ¡Oh, niña!, ¡Qué horror!, no sé como nadie lo detiene, aun cuando lo he visto varias veces no puedo acostumbrarme a tanto horror.
Gabrielle: ¿Y por qué no lo detienes tú?.
Maria: ¡¡Estás loca!!, ¿quieres que me mate?, o peor ¿qué me haga lo que te hizo a ti y a todas las que pasaron antes de ti? (mientras le hablaba le quitaba las cuerdas, las muñecas y los tobillos de Gabrielle estaban marcados por el esfuerzo que había hecho para soltarse) tienes unas feas heridas.
Gabrielle: ya no me importa nada... El dolor fue tan intenso que ya no siento nada...
Maria: lo siento, me dijo que te dieras un baño, ya tienes todo listo, pero yo debo quedarme, no quiere que te escapes.
Gabrielle: ¿Qué me dé un baño?, cree que así me quitare su olor, el manoseo asqueroso de sus manos, su aliento en mi cuello, sus gritos, sus golpes, ¿¿el dolor que me hizo sentir??, es un maldito hijo de...
Maria: debes hacer lo que te dice, sino te matará.
Gabrielle: ya no me importa morir, ¿¿no lo entiendes??
Maria: ¿No tienes a nadie por quien vivir? ¿cuál es tu nombre?
Gabrielle: Gabrielle... (se quedó en silencio)
Maria: aun no me respondes, ¿tienes marido, hijos?
Gabrielle: no. Pero sí tengo a alguien porque vivir, aunque después de esto no estoy segura que quiera volver a verme. Pues siempre me ando metiendo en problemas, siempre tiene que rescatarme, tal vez ya se cansó de eso. Es raro que aun no haya dado conmigo.
Maria: ¿Te ama?
Gabrielle: sí, me ama.
Maria: entonces mujer, no hay nada que no le permita el volver a verte, siempre y cuando salgas con vida de aquí.
Gabrielle: ¿Alguien salió alguna vez con vida, después de pasar por esto?
Maria: sí, hubo una chica hace mucho tiempo, ella era muy hermosa. Quedó medio loca así que Kalnuss, una vez que habíamos viajado mucho la dejó en una posada, ya se había cansado de ella, al principio se mostró rebelde, había una extraña relación entre ellos, no sé que era, pero luego con el tiempo, no le quedó otra que obedecer y lo hizo tan bien que Kalnuss le dio su libertad, es mas para mí fue peor ese castigo, para esa pobre mujer después de todo lo que le hizo, el dejarla con vida, fue peor.
Gabrielle: pagó un alto precio... por obedecer, yo prefiero estar muerta.
Maria: ¿Y que dirá aquella persona que tanto amas?, tal vez te este buscando y te encuentre algún día.
Gabrielle: seguro que me esta buscando, pero no sabe dónde estoy, y si tarda un día mas no sé si podré soportar tanto dolor. Aun no me has dicho tu nombre.
Maria: me llamo Maria. Ven será mejor que te sientes en la tina, te relajara un poco el dolor del cuerpo. Sé que es duro lo que te hizo, mira los pechos, te ha mordido, es un salvaje, una bestia.
Gabrielle: sí, no tienes idea de lo que me duele el cuerpo, tomare ese baño.
Maria la ayudó a meterse en la tina pues Gabrielle estaba que no podía mas, especialmente por el dolor que sentía en su centro, en su entrepierna, pues Kalnuss tenía razón en algo solo había estado una sola noche con un hombre, con Pérdicas, luego solo había hecho el amor con Xena y con Claudia... ¿dónde están cuando más las necesito?... el dolor era inmenso, comenzó a meterse lentamente, sintió el agua en sus piernas, luego sintió el agua entrar a su centro, sintió el dolor, y subió lentamente, no podía soportarlo, Maria le dijo que se metiera de nuevo, lo hizo despacio, otra vez el agua le producía ardor, dolor, pero poco a poco, se sumergió en la tina y se quedo allí un rato largo, llorando...
Maria: Gabrielle, es hora de salir, ya es la hora de almorzar, sal y vístete, te traje esta túnica blanca para que te pongas.
Gabrielle: gracias, ¿y ropa interior también trajiste?
Maria: (solo negó con la cabeza)
Gabrielle: ¡¡Qué estúpida!!, no la voy a necesitar más, ¿verdad?, así será más rápido para él.
Maria: (bajó la cabeza) ahí traen la comida.
Gabrielle: gracias, pero no tengo hambre, es en lo que menos pienso.
Maria: por favor debes comer, a él le gusta que sus mujeres coman, para tener fuerzas, tu me entiendes...
Gabrielle: si te entiendo, pero no.

En ese momento entró Kalnuss.
Kalnuss: veo que te has bañado, me gusta sentir el olor a limpio. A que le decías "no", ¿Gabrielle?
Gabrielle no le respondió.
Kalnuss: mmmm, veo que aun no has aprendido nada después de lo de anoche.
Maria lo miraba con temor, miraba luego a Gabrielle, suplicaba en su interior que la barda le contestara.
Kalnuss: (sacó a Maria de sus pensamientos) ¡¡Maria!! Pon la comida en la mesa, desde ayer no prueba bocado, quiero que coma.
Gabrielle: no, no comeré.
Kalnuss: ¡¡Ah!! Así que a eso decías que no... Pues deberías comer es lo que yo quiero, necesito que comas.
Gabrielle: (negaba con la cabeza)
Kalnuss: uyyy, eres muy testadura... Maria vete...
Maria: por favor Gabbb...
Kalnuss: ¡¡¡¡Te dije que te fueras!!!! (gritó muy fuerte, Maria tembló ante el grito y se fue en silencio).
Kalnuss: (se acercó a Gabrielle), así que no quieres comer, (su aliento descomponía a la barda), pues comerás de una forma o de otra acá se dice lo que mando yo, (Gabrielle seguía diciendo no con su cabeza, Kalnuss la tomó de los pelos y la tiró sobre la mesa, haciendo que la barda quedara con medio cuerpo apoyado sobre la mesa, sus brazos extendidos, dándole la espalda a Kalnuss, sus piernas aunque estaban aun en el piso, ya nos las sentía pues estaba temblando pensando de nuevo en lo que haría con ella el maldito, este se recostó sobre la espalda de Gabrielle, apoyó el peso de su cuerpo en el trasero de Gabrielle, ella se agitaba sobre la mesa, su respiración se entrecortaba, sintió como Kalnuss se bajaba el pantalón y levanto la túnica de Gabrielle y allí vio el tesoro que lo estaba esperando, la penetró por detrás, con fuerza, la barda se movía al ritmo que imponía el bastardo, haciendo mover hasta la mesa, cada vez entraba con mas fuerza, una y otra vez, mientras le tiraba del pelo y ponía su cabeza sobre el plato de comida y le gritaba que comiera, después de penetrarla varias veces la soltó y la barda se aferró a la mesa desmayada del dolor. Kalnuss se subió los pantalones, y le dijo:
Kalnuss: ahora comerás, o vendré de nuevo por ti... zorra...

Gabrielle luego que el bastardo se fue quedó tendida en el suelo, llorando de dolor, su corazón y su cuerpo ya no soportaban más...
Y así llegó la noche del segundo día del cautiverio de Gabrielle.
Aun seguía tendida en el piso, hasta que volvió Kalnuss y la patio para que despertara.

Kalnuss: oye levántate, ¡¡¡Quiero que te levantes!!!
Gabrielle apenas podía respirar, pues le había pegado fuerte, se retorció en el piso de dolor, ya no sabía que parte del cuerpo le dolía más. La agarró de los pelos y la arrastró hasta sentarla en una silla, sus piernas no le respondían.
Acomodó la mesa en su lugar, pues al violarla, había corrido la mesa por toda la tienda. Llamó a Maria para que le trajera la comida.

Maria luego de un rato trajo cordero, vino y frutas. Kalnuss le gritó a la barda para que se acercara con su silla a la mesa y empezara a comer, la amenazó de nuevo con sus gritos, sabes lo que te espera sino comes, sino me haces caso a lo que te ordeno.
Gabrielle con todo el dolor del mundo, se acercó a la mesa, arrastrando la silla, pues las piernas no le respondían, no podía mantenerse en pie, y comenzó a comer un poco, masticaba despacio, como ida, pensando en otra cosa, y así lo hizo, desde esa tarde esa sería tu táctica, pensar solo en lo que mas amaba, en Xena, sentirla, hacer que la tenia a su lado, que la reconfortaba, hizo de cuenta que tenía a Xena enfrente, como siempre, que ella era la que estaba comiendo el cordero, y en ese maravilloso rostro que no sonreía hacía dos días, comenzó a esbozarse una sonrisa pequeña, Kalnuss la vio sorprendido.
Kalnuss: ¿De qué te ríes?
Gabrielle: de nada.
Kalnuss: algo te causa gracia, dime que es o ya sabes lo que te espera.
Gabrielle: de algo a lo que tú nunca podrás llegar.
Kalnuss: no te creas, llego adonde quiero, y cuando quiero.
Gabrielle: ahí nunca llegarás.
Kalnuss: lo veremos. ¿dónde no llegaré?
Gabrielle: a mi corazón, como estoy segura nunca llegaste al de nadie, seguro que nunca te amó una mujer, por eso las odias tanto.
Kalnuss: ¡¡Ya cállate!!, no necesito que me digas esas cosas, y a mí me amaron todas las mujeres que tuve, ¡¡¡Me amaron!!! ¡¡¿entiendes?!!
Gabrielle: y si te amaron tanto como dices ¿dónde están, ahora?. Te veo tan solo que me das lástima.
Kalnuss: ¡¡Lástima!!, ¡¡Yo te doy lástima!! ¡¡Deberías verte!!, ¿quién te querrá después de lo que te hice?, no hay hombre en el mundo que soporte que su mujer este con otro, nadie mas te querrá después de mí, después que entré en ti tantas veces, y las que vendrán, ¿crees qué encontraras algún hombre? O lo que es mejor, crees que tú puedas volver a sentir amor por un hombre, que te toque después de mí, estoy seguro que no, tendrás tantas pesadillas, que me veras hasta en tus sueños, eso es lo que mas placer me da, que ninguna me olvida, que ninguna puede volver a estar con nadie después de mi.
Gabrielle: eres un maldito, disfrutas cada tormento que haces, deberías morirte, pudrirte, y sabes algo, sonreía porque tengo a alguien que me ama mas que a su propia vida, ¡¡Sí!! Tengo alguien que me ama, como tú nunca tuviste ni tendrás, alguien que no le importará lo que me hagas, sabes ¿por qué? Porque me ama, ¡¡¡Me ama!!! ¡¡¡Me ama!!! ¡¡¡Me ama!!! (gritó la barda tanto que lo hizo enfurecer, se levantó de golpe y tiró la silla a un costado, acercándose a Gabrielle)
Gabrielle: sí, ven ya no me importa lo que me hagas, ¡¡¡Ya no me importa!!!, porque tengo a alguien que me ama, y me amara por siempre, y vendrá por mí, y te juro que te matará, será tu verdugo, maldito, ya no te tengo miedo, ven quieres poseerme de nuevo, ven, ven, tómame haz lo que quieras, ¿quieres destruir mi cuerpo de nuevo?, ven, ya no hay mas dolor que puedas darme, porque solo pensaré en la persona que amo, y eso no podrás quitármelo de mi mente y menos de mi corazón.
Kalnuss: ¡¡¡Maldita!!!, ya veras, lo que es el dolor... (la tomó de los pelos y la tiró a la cama, rasgo su túnica en pedazos, y nuevamente la violó, cada acometida era con mas furia, grita maldita, grita, (Gabrielle solo reía pues pensaba en Xena) grita maldita grita, (le pegó un par de bofetadas, Gabrielle se desmayó) Kalnuss salió con la misma furia con que había entrado en su cuerpo, y la dejó tendida en la cama. No soportó mas el olor de esa mujer así que se fue de la tienda, necesitaba descargar mas nervios, fue en busca de otra esclava y así sacio sus bajos instintos, pero aun pensaba en Gabrielle, ninguna mujer le había dicho tantas cosas, lo había hecho enfurecer, y la maldita aun sonreía, no lo soportó mas y volvió a la tienda, Gabrielle dormía de lado, en posición fetal, tomándose las piernas, pues en su interior tenía tanto dolor, que rezaba para que no volviera mas, que no la tocara mas, pensaba que por fin se lo había sacado de encima con todo lo que le dijo, que hirió su amor propio, pero se equivoco, Kalnuss era una bestia, estando aun en sus pensamientos mirando hacia la pared de la tienda, sintió de nuevo los pasos, su cuerpo tembló, pues en un momento había sacado fuerzas no sabía muy bien de donde para contestarle, pero ya no las tenia aunque pensara en Xena, o en Claudia ya no le quedaban fuerzas. Rezaba porque no fuera él y otra vez se equivocó.
Kalnuss: sé que te hiciste la fuerte, no me había dado cuenta, eres muy inteligente, quisiste herir mi orgullo, para que me olvidara de ti, pero sabes algo, soy muyyyyyy maaaalloooo... Y no te librarás de mí tan fácilmente con tu estúpido juego de palabras (volvió a tomarla por la fuerza, instintivamente Gabrielle abrió sus piernas) veo que ya entendiste, así me gusta mas, que seas sumisa, esclava a mi poder, creo que ahora sí nos llevaremos mejor, (y la penetró de nuevo, Gabrielle ya solo lloraba las pocas lágrimas que quedaban en ella) ¡¡Ahhh!! Esto sí que es el placer, ¿no sientes lo mismo?, ¿quién te ha dado tanto placer en tu vida? Solo yo... Y te lo seguiré dando. (mordió sus pechos, sus labios, la besaba con deseo, Gabrielle no respondía y eso lo enfureció) quiero que respondas a mis besos, bésame. Gabrielle abrió lentamente su boca y entró toda su lengua en la boca de Gabrielle casi dejándola sin respiración, bajo a su cuello, la beso, la lamió, la mordió.
Llegó nuevamente a su centro y entró varias veces mas hasta que quedó exhausto y se quedo encima de Gabrielle durante el resto de la noche dormido y dentro de ella, Gabrielle quería correrlo, sacarlo de encima, sobre todo de su interior, pero pesaba mucho y con las copas de más que tenía encima, era más pesado todavía, hizo todo lo posible, pero no pudo, así que espero a que llegara el nuevo día, con todo su corazón y su cuerpo dolorido.

Así llegó el tercer día para Gabrielle pero para ella parecía una eternidad.
Kalnuss despertó y se encontró encima y dentro de Gabrielle.
Kalnuss: ¿Dormimos así?, ¡Qué lindo!, que placer para ti, estuve toda la noche dentro de ti... dormiste como una reina... ¿no es cierto? (y quitó su miembro rápido y la barda gimió del dolor, tenía ya todo su centro inflamado, ardía, dolía, a veces ni lo sentía, sus pechos hinchados, las mordeduras se estaban infectando, estaba un poco caliente, tendría fiebre pensó, tal vez era lo mejor que si no la mataba el bastardo espero que lo hiciera la fiebre, comenzó a temblar, Kalnuss la miró, y le dijo:
Kalnuss: ya vuelvo, me voy y tiemblas, tanto me extrañas, eres insaciable, estuve en ti toda la noche, y aun tiemblas, después del almuerzo vuelvo, hoy haremos otras posiciones, tengo mucho para enseñarte. La beso en la boca, y sintió el calor que emanaba el cuerpo de Gabrielle.
Kalnuss: ¿Qué diablos tienes?. Llamaré a Maria.

Se aseo, se cambio y fue a buscar a Maria.
Maria: ¿Qué le pasa ahora?
Kalnuss: no sé tiembla y está caliente, cúrala antes de la noche pues hoy tengo mas planes para ella, no quiero que se enferme, la necesito entera, quiero demostrarle todo el placer.
Maria: sí señor, lo haré. Pero creo que debería descansar, no hay cuerpo que aguante tanto, si me permite decirlo señor.
Kalnuss: pues ya lo dijiste, es una mujer fuerte, por eso quiero que coma, esta más delgada cada vez que la toco siento que pesa menos, y a mí me gusta sentir la carne entre mis manos, sus pechos mira que grandes y jugosos, toca, toca (y apretaba el pecho de Gabrielle, tomó la mano de Maria e hizo que esta también lo apretara, Gabrielle volvió a gemir del dolor, Maria al sentirla gemir acaricio su pezón, sintió aun la mano temblorosa de Maria y abrió lentamente los ojos para saber quién era, pues pensó que era Xena quien la acariciaba), sientes lo fuerte que es, por eso quiero que la cures, tu vida va en ello. ¡¡¡¿¿¿Entendiste???!!!
Maria: sí, entendí. (con rabia y dolor en sus ojos, pues sabía que sus amenazas eran ciertas, pero como podía una persona causar tanto dolor y disfrutar con eso, en los ojos de Kalnuss se podía ver la lujuria, el placer que le provocaba hacer sufrir con tanto dolor a una mujer; sabía que si la tomaba de nuevo la mataría, Maria intento tomar a Gabrielle en sus brazos, quiso abrazarla, protegerla, si pudiera, pues la barda inspiraba tanta ternura y en ese estado lamentable, la puso sobre sus piernas y la abrazó y lloró con Gabrielle desconsoladamente, depositó un beso en la frente de Gabrielle y supo que volaba en fiebre, volvió a recostarla, Gabrielle solo lloraba y decía palabras que Maria no entendía. Maria quería saber que decía Gabrielle, la curiosidad la estaba matando, pero a su vez pensaba, pobre debe soñar con la persona que ama, se deben querer mucho, pero nunca llegara nadie a rescatarte mi niña, nunca, esto es una pesadilla, no sale nadie que ellos no quieren con vida. Y todos los que entran son esclavos. ¿¿quién podrá venir a rescatarte??

Gabrielle en su fiebre, solo decía un nombre casi susurrando, Maria como no podía escuchar se acercó para entender mejor a quien nombraba Gabrielle.
Maria: (reconoció el nombre) dijiste Xena, Xena, ¿la Princesa Guerrera? Gabrielle por favor respóndeme, dijiste Xena, que tienes que ver con Xena.
Gabrielle: ella es mi amiga... Mi alma gemela... el amor de mi vida...
Maria: pero entonces tú eres, claro que tonta, Gabrielle, la barda, que está con Xena, Gabrielle de Potedia. ¡¡¡Por los dioses!!! Entonces ahora te creo niña, estoy segura que ella vendrá, sí, ella tiene que venir a llevarte (y la abrazó nuevamente, ambos cuerpos se estremecieron, Maria dejó a Gabrielle y fue en busca de unos trapos mojados con agua para ponerle a la barda en la cabeza)

Maria: (al regreso) te pondré este trapo húmedo, para que baje la fiebre, pero necesitare algunas vendas y hierbas para la infección de tus pechos, el maldito te mordió fuerte, tienes muy hinchado, y todo rojo, maldición aquí en este campamento no tienen nada de eso, el que queda mal herido lo matan directamente, no los curan, te puedo ofrecer solo agua para limpiar tus heridas, (Maria también observaba el centro de Gabrielle, la barda se dio cuenta).
Gabrielle: sí allí también me mordió, tengo un profundo dolor, no puedo moverme, ni siquiera ya siento mis piernas, el dolor es intenso, (con la voz cortada por el llanto) entró muchas veces en mí, salvajemente, me violó tantas veces que ya no recuerdo.
Maria: sí, lo sé, es una bestia. Déjame verte, tal vez con un poco de agua. Por los dioses no sé que hacer.
Gabrielle: dame un trapo húmedo, yo lo haré.
Maria le dio el trapo y Gabrielle lentamente se paso por su centro el trapo, el dolor era tremendo, no soportó mas y se desmayó.
Maria: Gabrielle, por los dioses despierta, ¿qué pasa niña?.
Maria abrió lentamente las piernas de Gabrielle y miró su sexo, estaba rojo, hinchado, inflamado, sangraba en los costados, tendría también una fuerte infección. Suspiro profundo y rezó a los dioses que llegara la guerrera, por favor Xena, ven a rescatar a tu amiga, creo que no durara mucho tiempo así.

Ya era la hora en que regresaría Kalnuss y así fue, entró a la tienda y vio a Gabrielle tendida aun en la cama, con el trapo sobre la cabeza y Maria a un costado.
Kalnuss: ¿Y qué pasa?, ¿por qué no despierta?
Maria: esta muy dolorida, y tiene fiebre, creo que deberías dejarla tranquila un tiempo.
Kalnuss: no te pedí tu opinión, te dije que si no la curabas para esta noche tu vida iba en ello, y veo que no aprecias mucho tu vida.
Maria: mi señor, lo siento, pero tiene profundas heridas y creo que están infectadas, y aquí no hay hierbas para tratar esa heridas.
Kalnuss: no hay excusas, te dije que hoy la quería entera, tengo planes, ¿¿no entiendes??
Maria: si señor, entiendo, pero puedes esperar un poco mas, así no te dará el placer que buscas, esta muy dolorida y cansada.
Kalnuss: eso lo veremos. Volveré en un rato y será mejor para ti que la encuentre despierta esperándome para darme placer...
Maria no contestó. El sol ya se ocultaba y así pasaba el tercer día de calvario de la barda. Llegó la noche y aun dormía, Maria estaba desesperada, pues sabia que el maldito cumplía sus promesas, trató por todos los medios de despertarla, la sacudió un poco.
Maria: Gabrielle, despierta, por favor, ya vendrá y me matara si no te encuentra despierta, Gabrielle...
Gabrielle: (se movió un poco) Xena, un poco más. (dijo en un susurro).
Maria: no soy Xena, Gabrielle, soy Maria, despierta por favor. (volvió a sacudirla esta vez mas fuerte, la barda se despertó y volvió a la realidad, que era un desastre, peor que una pesadilla, quiso seguir durmiendo pues se encontraba soñando con Xena, su paz, su luz...)
Gabrielle: ¿Qué pasa?... lo siento (intentó moverse un poco en la cama, pero los dolores eran intensos)
Maria: Gabrielle, debes estar despierta, él vendrá en un rato, quiere verte despierta, sino me matara...
Gabrielle: (aun adormilada) no temas, Xena vendrá primero y... (Gabrielle volvió a caer sobre la cama, para cerrar de nuevo los ojos)
Maria: no Gabrielle, no te duermas...

En ese momento entro Kalnuss.
Kalnuss: te dije que la quería despierta, aun duerme.
Maria: recién se despertó, lo juro, es solo que cerró un poquito de nuevo los ojos, ves (la sacudió a Gabrielle, pero esta solo murmuraba palabras que nadie entendía), Gabrielle despierta...
Kalnuss: no tienes suerte mujer, es que no tienes el poder de saber despertar a una mujer, yo soy un hombre y tengo ese poder. Se acabó tu hora.
Maria: no por favor, no lo hagas...
Kalnuss: Petrus, Petrus, ven aquí.
Petrus: si señor, (los ojos se le desviaron hacia el cuerpo desnudo de Gabrielle, reconoció a esa mujer, era aquella rubia que habian traído solo hacia tres días, pero su estado era lamentable, parecía que estaba allí desde hacía mas tiempo, lo que hacía su jefe con las mujeres, era terrorífico, se apiado del alma y del cuerpo de la joven mujer).
Kalnuss: quiero que te la lleves, no cumplió mis ordenes, dásela a los de la última tienda que hagan lo que quieran con ella.
Maria: no por favor, ten piedad, mi señor, hice siempre lo que quisiste, por favor, déjame ir, por favor... (lloraba desconsoladamente)
Kalnuss: si tienes razón, diles que la maten, es lo mejor, estoy cansado de las mujeres que lloran.
Maria: nooooo...
Petrus tomó a Maria del brazo.
Kalnuss: Petrus, espera. Maria, mira bien como un hombre despierta a una mujer. (se bajó los pantalones, se tiró encima de Gabrielle la barda se despertó y la violó de nuevo, moviendo su cuerpo cada vez que entraba, con mas violencia, la movía, movía la cama, todo su ser, Gabrielle gritaba del dolor, Maria y Petrus estaban horrorizados al ver ese espectáculo tan escalofriante, ambos se miraron) ya puedes irte, ¡¡Hey!! Maria, ¿viste que despertó? Jajajajaja...
Gabrielle aun gemía del dolor, del asco que sentía cada vez que entraba en ella, Kalnuss se levantó, para cambiar de posición.

A todo esto Maria le decía a Petrus quién era Gabrielle, que era la amiga de Xena y que ella vendría a vengarse y que no le importaba morir, pues Xena mataría a uno por uno, haciendo que se desangren de dolor, ella será mi venganza y la de Gabrielle, ya lo veras.
Petrus: cállate mujer.
Maria: no me callaré, Xena vendrá.
Petrus: pues vendrá a recoger un cadáver, viste como esta su amiga, no creo que dure un día mas, sé que es un sádico, una bestia, como pudo hacerle eso a una mujer.
Maria: sabes, no es la primera, yo hace años que estoy con él, ha matado a muchas, solo a una la dejo ir, pero ya estaba completamente loca.
Petrus: no es para menos.
Maria: ¿Me vas a matar?
Petrus: no soy como ellos, pero que puedo hacer yo solo.
Maria: no estarás solo, si yo voy a buscar a Xena, y le digo donde esta su amiga, ella vendrá corriendo, traerá a un ejército.
Petrus: ¿Lo crees?, escuche que había romanos por aldeas muy cercanas, y vi que Kalnuss, se puso nervioso, cuando hablaban de una comandante romana, ¿qué sabes de eso?
Maria: ¿En serio?, la romana esta por la zona, entonces estamos salvados. Ella lo esta buscando desde hace tiempo, nos mudamos de varios sitios mas que nada para que la romana no lo atrape, pues viste la chica que te dije que dejó loca era muy amiga de la romana, y esta nunca se lo perdonó. Por eso a partir de que dejó con vida a esa chica, ahora luego de destruirlas con sus bajos instintos, las mata, no las deja vivir mas, no quiere volver a cometer el mismo error.
Petrus: así que esa romana podría ser nuestra esperanza, si supiera que Kalnuss está en esta zona. Pues bien, prométeme que la buscarás y le dirás donde esta Kalnuss, te lo suplico, ve y hazlo.
Maria: gracias, no te arrepentirás, volveré con la romana y con Xena, a quien encuentre primero, ese bastardo pagara cada vida que arruinó.
Petrus: vete ahora antes de que sospechen, total Kalnuss, recién me preguntara por ti a la mañana y ninguno de los otros sabe tu sentencia.
Maria: ¿Por qué haces esto?, creí que eras guerrero.
Petrus: lo soy, pero no un guerrero salvaje, mato, cuando me atacan, y puedo tener esclavos para venderlos pero de ahí a someterlos a mis placeres, no puedo hacerlo, es horrible. Vete, ten cuidado.
Maria: lo haré.

Y así Maria se fue en la noche en busca de Xena o de la romana, aunque no sabía su nombre, sabía que todos le decían la romana, era comandante de un gran ejército que se dedicaba ha hacer justicia. Rezo a los dioses que la protegieran y también rezo por Gabrielle para que no sufriera tanto y que viviera un día mas para ver a su amiga.
Petrus volvió a la tienda de Kalnuss, deseaba ver a Gabrielle, quería ayudarla, esa mujer no se merecía la pesadilla que estaba viviendo, pero al escuchar aun los gritos de Gabrielle supo que Kalnuss no había terminado con ella, se apiado de su alma y su dolor, pues no podía entrar a ayudarla, esperaría a que Kalnuss se quedara dormido.
Kalnuss: ven quiero que te pongas de rodillas, (la barda obedeció) agáchate y apoya las manos en el suelo (le dio unas palmadas en el trasero, la pellizco, la mordió, y la penetró, mientras hacia esto, jadeaba de placer, y le tiraba la cabeza hacia atrás, teniéndola agarrada de los pelos). Eso es, muévete zorra, así, muévete, uhhh, me excitas cada vez mas, tu llanto, tu dolor, me excita, ahhhh, (salía y entraba, las acometidas eran cada vez más salvajes, Gabrielle seguía llorando, su dolor era terrible) luego volvió a ponerla boca arriba y la penetró en su centro, su vagina ya no aguantaba, Gabrielle gimió por última vez en esa noche, ya no soporto el dolor y se desmayo. Kalnuss también estaba exhausto, quito su miembro de Gabrielle, se levanto de la cama y tomo una copa de vino).
Kalnuss: ahh, esta si que es toda una mujer, bueno era, ahora es una piltrafa, como le di, soy un perfecto hombre, mi amiguito cada vez se porta mejor, (y se tocó su miembro, siguió tomando toda la noche hasta que se quedó dormido en la silla).

Al no escuchar ningún ruido, Petrus supo que Kalnuss estaba dormido, así que decidió entrar a la tienda, lo vio recostado sobre la silla, borracho, sabia que no despertaría en mucho tiempo, se aproximo a la cama, y miro a Gabrielle quien estaba tendida en ella, desnuda, con su cuerpo maltrecho, su dolor en el rostro, le acaricio la cabeza, la cubrió con la sábana, ella despertó y solo susurro:
Gabrielle: no, otra vez no, por favor ya no lo hagas.
Petrus: shhh, tranquila mujer, no te haré daño.
Gabrielle: por favor no me violes tu también.
Petrus: no lo haré, shhhh, solo quiero ayudarte, Maria fue en busca de tu amiga Xena, solo te pido que resistas un día mas, ten toma un poco de agua (Gabrielle no podía creer lo que oía, Xena me vendrá a buscar, sabía que no me fallaría, pensó)
Gabrielle: ¿Dijiste Xena?.
Petrus: sí, Maria fue por ella.
Gabrielle: pero te ordenó que la mataras.
Petrus: no lo hice, no puedo soportar mas a este tipo haciendo estas barbaridades con las mujeres, es un demonio.
Gabrielle: ¿En serio me ayudarás? ¿no es una trampa?
Petrus: no, crees que estaría aquí si así fuera, puede despertar en cualquier momento y si me llega a ver aquí hablando contigo me mataría. Solo quería decirte eso, que dentro de todo, sé que no es fácil, quiero que sepas que no estas sola en esto, Maria llegará con Xena o la romana.
Gabrielle: ¿La romana? ¿quién es?
Petrus: alguien que esta buscando a Kalnuss desde hace mucho tiempo, alguien que se vengará por todo lo que te ha hecho a ti y a todos los esclavos que tuvo durante mucho tiempo, alguien a quien Kalnuss le tiene miedo, puesto que se muda de lugar cada vez que oye versiones de que ella esta cerca.
Gabrielle: ¿¿¿Romana???, ojalá que llegue cuanto antes. No creo que pueda vivir un día mas en estas condiciones, estoy muy enferma, ya no siento mis piernas, tengo fiebre, hasta hace unos momentos pedía solo la muerte, pero tú me has traído fe, y esperanza. Gracias amigo.
Petrus: lo hago por ti, y por todas las mujeres que se salvaran de ahora en mas, nadie merece vivir este sufrimiento.
Gabrielle: sí, dímelo a mí.
Petrus: bueno me voy antes que despierte, estate atenta, a cualquier movimiento, pues pueden ser Xena o la romana, tardarán unos días, pero estoy seguro que llegarán. Ojalá que los dioses iluminen el camino de Maria.

Y Maria camino sin descanso, pues sabía que no tenía mucho tiempo, hasta que se dieran cuenta que Petrus no la había matado, tenía los pies con llagas y no había bebido agua en muchas horas, pero la fuerza de voluntad de poder salvar tantas almas, le siguió dando fuerzas para continuar y así lo hizo llegó a la primera aldea, casi al borde del desmayo, logró ver una pequeña casita en las afueras de la aldea, golpeo la puerta y le abrió un viejo.
Viejo: ¿que quieres mujer?, ¡por los dioses!, (Maria cayó en los brazos del viejo desmayada, la llevo adentro y la recostó como pudo en su cama, luego de un rato, le dio un poco de agua y Maria despertó lentamente, pero ya habían pasado unas cuantas horas desde el amanecer, pudo hablar un poco).
Viejo: ¿Y bien, mujer, que te ha pasado?, veo que caminaste mucho y sin descanso.
Maria: (aun agotada por el cansancio), estoy buscando a alguien, a una mujer que se llama Xena. ¿la conoces?
Viejo: sí, la Princesa Guerrera, pero no sé dónde puede estar, no ha venido por aquí en mucho tiempo.
Maria: (tomo al hombre de la camisa) dime donde puedo encontrarla, es un asunto de vida o muerte, debo encontrarla cuanto antes, debo darle un mensaje.
Viejo: lo siento, no sé dónde estará, pero podemos averiguar en el centro de la aldea, en las tabernas se sabe mucho sobre los guerreros, allí siempre cuentas historias y las últimas hazañas de cada uno, tal vez alguno de ellos sepa por donde anda.
Maria: sí llévame allí.
Viejo: no, tú te quedas aquí, no puedes ni caminar, mira tus pies, debes descansar, te quedarás aquí, yo iré a la taberna y averiguare que saben de Xena.
Maria: gracias, eres muy bueno, pero apresúrate, te dije que es algo de vida o muerte.
Y así el viejo fue rumbo a la taberna del pueblo.

Mientras tanto en el campamento de Kalnuss, (ya era el amanecer del cuarto día) estaban algo más nerviosos que la noche anterior, pues tenían noticias que la romana estaba cada vez mas cerca.
Petrus permanecía de guardia en la tienda donde estaban Kalnuss y Gabrielle, no quería perderla de vista.
Salk: oye Petrus ¿dónde esta Kalnuss?, ¿aun esta con esa zorra?
Petrus: si, debe estar durmiendo, no lo molestes.
Salk: es importante, tengo noticias de la comandante, la romana. Ve y despiértalo.

Petrus entró a la tienda, Kalnuss aun seguía durmiendo, así que volvió a acercarse a Gabrielle.
Petrus: hola, ¿estás mejor?
Gabrielle: (sonrió) ¿crees que puedo estar mejor?
Petrus: lo siento, fue una pregunta estúpida. Tengo noticias parece que la romana anda cerca y... (Kalnuss se despertó).
Kalnuss: oye, ¿tú que haces aquí?
Petrus: es que vine a despertarlo, señor, Salk quiere hablar con usted, me dijo que es urgente.
Kalnuss: esta bien, vete. Oye si me venías a despertar a mí, que hacías al lado de la zorra, ¿te gusta?
Petrus: bueno, esteee...
Kalnuss: sí te gusta, lo veo en tus ojos, pues pronto la tendrás, a mí ya no me complace, esta muy dolorida y se queja a cada momento, me cansé de ella.
Petrus: como usted diga señor.
Kalnuss: ¡¡Espera!!, ¿mataste a Maria?
Petrus: por supuesto señor, fueron sus órdenes y las cumplo.
Kalnuss: muy bien, pero la vieja era buena... Tendré que conseguir a otra para que me cocine y me atienda, ¡Hey! tu Gabrielle, ¿sabes cocinar?
Gabrielle: (quien ya no quería hacerlo enfadar mas le contesto) sí, me han dicho que cocino muy bien.
Kalnuss: pues serás mi nueva cocinera, además de mi zorra... jajajajaja... Pero ten cuidado porque te vigilaré muy bien, para que no envenenes mi comida, haré que tú la pruebes primero, así estaré seguro que no la envenenaste. Quisieras matarme ¿no Gabrielle?
Gabrielle: ya no me interesa, tú solo te matarás.
Kalnuss: me encanta esta mujer, tiene siempre algo para decir, aunque después sabe que la castigo, creo que al final le gusta mi castigo, es igual a todas, creo que mejor aun no te la doy, deberás esperar un poco mas para tenerla. Vete Petrus. Dile a Salk que ya voy. Gabrielle levántate, alcánzame las botas. Vamos mujer muévete.

Gabrielle se levantó como pudo, el dolor era intenso, se puso la túnica que estaba algo rasgada por la noche anterior, se agachó a recoger las botas, con el trasero mirando hacia Kalnuss.
Kalnuss: quédate así, quiero admirar tu trasero, tienes un trasero hermoso, levántate la túnica. (Gabrielle temblando obedeció, pues sabía lo que vendría de nuevo, el dolor, este maldito era insaciable, Kalnuss se acercó por detrás la tomó por la cintura, le acariciaba el trasero despacio, con ambas manos, subía y bajaba sus manos por la espalda de la barda, Gabrielle quiso incorporarse, pero Kalnuss no la dejó), no quédate así, te dije que quiero tenerte así, quieta, shhh, estas temblando, recuerdas el primer día, te dije que temblarías y lo haces, me excita verte temblar, sudar del miedo, del dolor.
Gabrielle: por favor, mi señor, no lo hagas.
Kalnuss: dijiste ¿mi señor? Dilo de nuevo... quiero oírte suplicar...
Gabrielle: por favor mi señor no lo hagas... por favor...
Seguía acariciando el trasero de Gabrielle, tenía ganas de poseerla de nuevo, cuando en ese instante entró Petrus, interrumpiendo "el momento" en que penetraría de nuevo a Gabrielle.
Petrus: lo siento, pero esto es importante.
Kalnuss: (en la pose perfecta para penetrar a Gabrielle, se detuvo). Que diablos crees que haces, maldito, te dije que no me molestaras.
Petrus: es que es muy importante.
Kalnuss: será mejor que lo sea, en ello te va la vida, como a Maria.
Petrus: la romana esta cada vez mas cerca...
Kalnuss: (aun tomando a Gabrielle de la cintura, la barda sintió el temblor por primera vez en las manos de Kalnuss, supo que era verdad que le tenía pánico a esa mujer que llamaban "la romana", la soltó, la empujó y le dijo que le pusiera las botas) tráeme las botas, vamos zorra apresúrate, no tengo toda la mañana para ti. Petrus, dime quién la vio.
Petrus: Salk trajo la noticia. Por eso entre hace un momento, ¿ya lo olvidaste?
Kalnuss: y que esperas hazlo entrar, vamos muévete, tráelo. Ves Gabrielle tu trasero me hace olvidar las cosas, me vuelves loco.
Gabrielle le ponía las botas, él se termino de vestir y espero a Salk.

Salk: hola señor, traigo noticias.
Kalnuss: habla de una vez.
Salk: ¿Adelante de ella señor?
Kalnuss: sí, no sabe que hablamos, además no sale nunca de acá y sabe cual es el castigo si se porta mal.
Gabrielle se sentó como pudo en el borde de la cama, escuchaba muy atenta todo lo que decía Salk, sobre la romana, supo que Kalnuss había encontrado la horma de su zapato, era esa mujer, ella me vengaría pensó la barda, ya sé a quien le tienes miedo maldito bastardo.
Salk: pues parece que esta cerca de la aldea del norte, estará por llegar y de esa aldea aquí no hay mucha distancia.
Kalnuss: entiendo. Pero aun tenemos algo de tiempo, no sabe que estoy en esta zona, quiero terminar de vender los esclavos que nos quedan, luego nos marchamos, los compradores llegarán hoy a la tarde, la romana no puede llegar hasta pasado mañana a la tarde, tenemos unas cuantas marcas de vela de ventaja, igualmente vayan preparando todo para el viaje, iremos hacia el sur. Dale la orden al resto de los hombres.
Salk: si lo haré, señor. (y Salk se retiró).

Kalnuss: ¡¡Maldita mujer, nunca me atrapara!!
Gabrielle: ¿Quién es esa mujer que llaman la romana? Parece que le tienes miedo...
Kalnuss: yo miedo, jajaja, yo no le tengo miedo a nadie y menos a una mujer, acaso no te lo demostré estos días, ¿crees que puedo tenerte miedo a ti, o cualquier otra zorra?
Gabrielle: aun no me dijiste quién es esa mujer, la que le dicen la romana.
Kalnuss: es una larga historia, y... nosotros estábamos en otra cosa antes que nos molestara Petrus... Si mal no recuerdo... estaba por entrar en ti... Y me parece que te hace falta, pues estas haciendo muchas preguntas...
Gabrielle: no quise molestarte. Fue solo curiosidad. Perdona.
Kalnuss: bueno, veo que te estas poniendo más sumisa, me llamaste señor, ahora me pides perdón, nos llevaremos bien... ponte otra túnica esa esta toda rota, iremos a desayunar afuera con los hombres. La barda volvería a ver al sol después de cuatro días encerrada en esa maldita tienda, siendo sometida una y otra vez, aun no había comido mucho, pero esa mañana era distinta, Kalnuss no la había vuelto a penetrar, tenía la esperanza de que Xena llegará en cualquier momento, o esa famosa mujer que llamaban la romana que Kalnuss le tenia tanto miedo, sabía que ella estaba realmente cerca.

Ambas habían sufrido mucho en esos cuatro días, sobretodo Gabrielle, Xena ya montada en Argo, se dirigía hacia el norte, en busca de alguna señal que le dijera donde estaba Gabrielle, así llego a una aldea. Entró a la taberna a comer un poco, pues el tiempo corría en contra de Gabrielle, sabía que la barda no la estaba pasando bien, lo presentía en su corazón, en su alma, en escuchar en susurros su nombre, a cada momento, se daba vuelta pensando que vería a Gabrielle, pero no era así, y su corazón se rompía de nuevo en llanto, y se preguntaba una y otra vez ¿dónde estas amor? ¿dónde estas?... La guerrera estaba sentada en una mesa al fondo, cuando entró en la taberna el viejo que había hablado con Maria, el viejo cuando llegó a la taberna lo único que hizo fue comenzar a beber, se tomó cuatro copas de vino, ya estaba medio entonado, cuando se acordó para que había ido a la taberna.
Viejo: esstoyyy, buscando a una princessssaaa...
Tabernero: yo también, la busqué durante mucho tiempo, y mira con lo que me casé. (apareció una mujer regordeta, baja, hasta parecía que tenía bigotes)
Viejo: porr los diosseesss, nooooo, yo busco una muyyy linda princeessaaa.
Tabernero: todos los hombres buscamos una princesa, y nos quedamos con la peor.
Viejo: peroo tú noooo... entiendesss...
Tabernero: sí viejo, entiendo que tienes una borrachera de locos, será mejor que te vayas a buscar a tu princesa a otro lado. (en ese momento se acercó Xena a la barra para pagar su cuenta)
Xena: dime cuánto te debo.
Tabernero: son 7 denarios.
Viejo: 7 denariioooss, te esta robando. Yo le daría...
Tabernero: ya cállate, y vete de aquí borracho, ve a buscar a tu princesa a otro lado.
Xena: no le grites, tiene razón me estas robando, te daré 5, y gracias.
Tabernero: pero... viejo estúpido, mira si a ti te va a dar bolilla una princesa...
Viejo: nooo esss cualquiera, quiero aaa laa princesaaa guerrerraaa... (y se levantó tambaleándose, Xena lo agarró fuerte y lo sacó de la taberna).
Xena: dime ¿estas buscando a la Princesa Guerrera? ¿para qué?
Viejo: soy suuuu amigoooo....
Xena: pues no te conozco. Dime quien te envió.
Viejo: peroooo tú eres Xenaaa.
Xena: sí, por los dioses, dime quién me mandó a buscar...
Viejo: venn te llevaré a miiii casaaaa.
Xena: mejor te llevo yo, dime cual es.
Viejo: afuera del pueblo, aquella que esta alliiiiii. (y le señaló con el dedo antes de caerse al piso, Xena lo cargó y lo llevó hasta la casa, golpeo y no salió nadie así que pateo la puerta y se encontró con una mujer asustada en el borde de una cama)
Xena: lo siento, no quise asustarte, pero este hombre me dijo que vivía acá, y que alguien me buscaba.
Maria: ¿Eres Xena, la Princesa Guerrera?
Xena: sí, ¿tú quién eres y qué quieres?
Maria: mi nombre es Maria, y sé donde esta... bueno...
Xena: habla mujer, no tengo mucho tiempo, ni tampoco paciencia.
Maria: tu amiga Gabrielle.
Xena: ¡¡Por los dioses!!, habla que sabes de Gabrielle, hace días que la estoy buscando.
Maria: ella esta en un campamento no muy lejos de aquí, esta a cargo del maldito de Kalnuss, oíste hablar de él, secuestra gente para luego venderlos como esclavos, y a las mujeres le hace lo que quiere... me entiendes.
Xena: quieres decir que tiene a Gabrielle ¿solo para él?
Maria: si, debes apurarte, no creo que tu amiga logre vivir otro día, estaba muy mal la última vez que la vi, tenía fiebre, fuertes dolores, y algunas infecciones.
Xena: ¿Qué le ha hecho?...
Maria: todo lo que te puedas imaginar... se lo ha hecho a tu amiga y a tantas mujeres que ya perdí la cuenta, pues antes de tu amiga hubo varias mas, que no soportaron tanto dolor, y luego las mata.
Xena: maldito desgraciado, dime dónde esta el campamento, lo mataré, le haré pagar cada lágrima que derramó mi bardo. ¡¡¡¡¿¿dónde esta??!!!! ¿cómo sabes tú todo esto?
Maria: yo trabajaba con él, pero me escapé. Hay un guerrero que me ayudó y me dijo que ayudaría a Gabrielle, él debía matarme, pero me mandó a buscarte a ti o a una mujer que le dicen la romana que anda tras Kalnuss desde hace tiempo, que si lo encuentra también le hará pagar todos los crímenes horribles que cometió el maldito. El guerrero que me ayudó se llama Petrus, por si te sirve de algo, es el que cuida la tienda de Kalnuss y dónde esta tu amiga Gabrielle, siempre esperando a que él entre en la tienda y en su cuerpo...
Xena: ¡¡¡Maldito!!! (los ojos de Xena se transformaron en dos témpanos de hielo, de solo pensar en Gabrielle en ese estado, siendo violada constantemente por esa bestia, sentía unas ganas tremendas de verla, de abrazarla fuerte, de decirle que la amaba mas que nunca, quería decirle que la esperara, que ella iría a rescatarla, se derrumbó de golpe frente a Maria y comenzó a llorar) ¿por qué tuvo que pasarte esto Gabrielle? ¿por qué?
Luego que Xena se calmó un poco decidió salir hacia el campamento de Kalnuss, pues no tenía más tiempo para perder, Maria le dio su bendición y le dijo que se cuidara.
Maria: ¿Cuántos hombres tienes?
Xena: ¿Hombres? ya no dirijo ejércitos, solo somos Gabrielle y yo.
Maria: pero mujer, ¿estás loca?, no podrás con todos ellos, son como 60, y de los mejores.
Xena: por Gabrielle hago cualquier cosa, y la sacaré de allí así sea lo último que haga, ¿de dónde quieres que saque un ejército en esta aldea?.
Maria: sí, tienes razón, solo te queda una esperanza, ve tu primero, yo buscaré a la que llaman la romana, me dijeron que viaja con hombres del ejército romano, ella es nuestra única esperanza. La buscaré por cielo y tierra, sé que esta por la zona, pues Kalnuss, la última vez que lo vi, estaba muy nervioso, y eso sucedía cada vez que sabía que la romana estaba cerca para atraparlo, y así nos mudábamos a cada rato, por eso debes apresurarte, tal vez ya este levantando el campamento y así no encontraras a Gabrielle.
Xena: gracias, la encontraré.
Maria: que los dioses te protejan.
Xena se marchó enseguida de la aldea, rumbo al norte, para encontrar a Gabrielle.

En tanto en el campamento, la barda estaba comiendo por primera vez en varios días, los dolores no habían cesado, pero la esperanza le devolvió el apetito, comió bastante. Kalnuss, estaba muy nervioso y la observaba.
Kalnuss: veo que hoy si tienes buen apetito.
Gabrielle: parece que tú no tanto, no has comido mucho.
Kalnuss: no tengo muchas ganas. Pero me alegra que tú comas, eso quiere decir que esta noche estarás despierta esperándome, esta será nuestra última noche aquí, pues saldremos al amanecer. No quiero hacerte olvidar de esa hermosa tienda, los momentos que vivimos en ella.
Gabrielle: creo que ya has hecho suficiente para que no me olvide de ella.
Kalnuss: jajajaja, sí creo que sí, pero siempre puede haber un poco mas para hacer que recuerdes, aun me debes el favor de esta mañana, te dejé ir.
Gabrielle: lo sé, gracias.
Kalnuss: gracias... ¿qué...?
Gabrielle: señor... (por dentro decía bastardo)...
Salk: mira Kalnuss, Petrus ya se acerca con los compradores.
Kalnuss: sí ya voy. Espérame aquí, Petrus te cuidará, ojo con lo que haces Gabrielle, pues ya sabes cual es tu castigo.
Gabrielle: sí lo sé señor...
Kalnuss: jajaja... señor, me llama señor... Petrus quédate con ella, si le pasa algo tu vida va en ello.

Xena cabalgaba a mas no poder, Argo ya estaba agotada cuando logró ver a lo lejos varias fogatas, supo que ese era el campamento, no estaba muy lejos de la aldea. Se acercó lentamente, estudio el panorama, era muy difícil para que ella sola atacara a tantos hombres, confiaba en sus habilidades, pero eran demasiados, incluso para la Princesa Guerrera. Esperaría la noche para atacar aunque sea se quitaría del medio a unos cuantos.

Kalnuss: esto esta mal, dijimos que trajeran todo el dinero, ¿qué pasa con ustedes?.
Comprador: es que tuvimos un pequeño inconveniente, mañana a la tarde traeremos el resto.
Kalnuss: mañana a la tarde, es muy tarde, yo debo partir al amanecer.
Comprador: pero no podemos darte ahora todo lo que pediste, además sabemos que necesitas el dinero, puedes esperar un día más.
Kalnuss: no puedo esperar un día mas, tu no entiendes, tengo en los talones a la ley romana, debo marcharme.
Comprador: ¿Te refieres a la romana?
Kalnuss: sí, me dijeron que anda cerca, no quiero que me atrape.
Comprador: no te preocupes por ella, seguro tienes dos días de ventaja, ella estaba a tres aldeas de aquí, se quedaba en una de ellas a descansar, así que calculo que recién dentro de tres días estará por esta zona, puedes esperar el pago y así nos llevaremos nosotros a los esclavos y no serán un estorbo para ti, porque sabes que correr con esclavos es mas difícil que solo con tus hombres.
Kalnuss: tienes razón, será mejor que no me mientas y sea así como tu dices, que tenga dos días de ventaja, tu vida va en ello, y los esclavos no me importan en absoluto, los mato a todos y listo, nadie es un estorbo para mí, por eso soy el mejor.
Comprador: entonces nos esperas, saldremos hoy, pasado mañana al atardecer tendrás el resto del dinero.
Kalnuss: esta bien vayan, los espero.

Por otro sector del campamento Xena observaba como los compradores se iban, tenía que hacer un buen plan para poder entrar al campamento sin ser vista, solo tenía un nombre Petrus, el único que podía ayudarla a encontrar a Gabrielle según le había dicho Maria. Pero como saber cual sería Petrus, luego recordó que Maria le dijo que Petrus era el que cuidaba la tienda de Kalnuss, entonces era fácil debería seguir con la vista a ese hombre alto y corpulento que parecía ser el jefe, el que habló con los compradores, comenzó a seguirlo con la vista, vio que se dirigía hacia una tienda, pero no encontró guardia alguna, luego vio hacia el campamento y la vio, allí sentada en una silla junto a la mesa, tenía a un hombre al costado, como que la cuidaba, el corazón de Xena comenzó a latir fuertemente, se le salía del pecho, quería seguir viéndola, pero el hombre se movía a su alrededor y le tapaba la visión de la barda, maldito seas córrete pensaba Xena, muévete quiero verla, al menos pensó que la barda seguía con vida, eso le dio las fuerzas suficientes para pensar en un plan que no fue tan perfecto.

Al caer la noche Xena se fue acercando, tomó a uno de los hombres por la espalda y de un solo golpe lo mató, y así fue entrando en el campamento, luego se cruzó con otro y también lo desnucó, y así mató a diez, pero uno de los últimos guardias dio la voz de alto y comenzó la alarma en el campamento, había entrado un intruso, Xena se defendió como pudo, mató a otros cinco, hasta que la agarraron entre varios y Xena no pudo con tantos, eran mas de veinte los que la rodearon y entre golpes y patadas, Xena cayó desmayada por un certero golpe que le habían dado por la espalda.

En tanto Kalnuss estaba durmiendo tranquilo, al lado de Gabrielle, la tomaba por la cintura, la barda escuchó el escándalo y pensó primero lo mejor, se dijo asimismo ¿será Xena?, debe ser ella, por los dioses que sea ella quien viene a rescatarme. Quiso moverse para poder espiar por el agujero de la tienda, pero la mano fuerte de Kalnuss no se lo permitió, y no quería despertarlo, pues esa noche aun no la había tomado, así que aguardó en silencio, alguien seguro vendría a avisarle a Kalnuss que era lo que pasaba, de pronto escucho un profundo silencio y temió lo peor, hasta que entro Salk a la tienda.
Salk: Kalnuss, despierta, hubo un intruso en el campamento pero ya la agarramos.
Kalnuss: ¿Un intruso? dijiste la agarramos, ¿acaso es una mujer?
Salk: sí, y no sabes como peleaba, mató a quince de los nuestros, es una salvaje, por la ropa parece guerrera.
A Gabrielle se le paralizó el corazón, sabia que hablaban de Xena, por los dioses que este viva, que este bien, se repetía en su interior.
Kalnuss: vaya, una guerrera, ¿viste de cuero negro?
Salk: sí, y traía consigo esto (y le dio el chakram, a Gabrielle se le llenaron los ojos de lágrimas, no pudo contener un gemido de horror, Kalnuss y Salk la miraron enseguida, la barda comenzó a temblar, Kalnuss se dio cuenta de la reacción de Gabrielle, pero siguió hablando con Salk).
Kalnuss: sí, esta arma es de Xena, la que llaman Princesa Guerrera, ¿está viva?
Gabrielle, rezaba en su interior que la respuesta fuera sí. Le pareció eterno el silencio entre la pregunta y la respuesta.
Salk: sí, solo la golpeamos en la cabeza, pero luego de un rato de inconsciencia estará bien.
Gabrielle volvió a suspirar, esta vez Kalnuss quería saber el por qué.
Kalnuss: muy bien Salk, atenla bien a los postes, separa sus brazos y piernas, mantenla de pie, dicen que es una zorra muy astuta, no dejen que junte sus piernas, pues da unos saltos espectaculares, es muy peligrosa, ponle doble soga en sus muñecas. (y Salk se fue a obedecer las ordenes de Kalnuss). Tú dime porque tienes tanto interés en esa guerrera, te pusiste pálida cuando me dio su arma, ¿acaso la conoces? ¿qué hacía Xena aquí? ¡¡¡Te estoy hablando!!!
Gabrielle: (por miedo a que le hiciera daño a Xena lo negó) no, no la conozco, es que solo me gusto esa cosa, es extraño, ¿no crees?
Kalnuss: (no le creyó nada a Gabrielle, la miraba pensativo) mira que si mientes ya sabes tu castigo, aunque anoche me porte bien, no te toqué en todo el día, sabes muy bien que no me gusta que me mientan.
Gabrielle: (con voz temblorosa) no, te digo que no la conozco, ¿crees que me gusta tu castigo? No la vi nunca en mi vida...
Kalnuss: (aun sospechaba de Gabrielle, pues no creía en nadie y menos en una mujer) pensemos bien, a qué vendría una guerrera como Xena a mi campamento arriesgando su vida, pues esta sola, pelear sola con 60 hombres no es muy normal, a menos que... Que vengas a rescatar a alguien que quieres mucho... ¡¡Oh!!, el amor hace que uno se destruya asimismo... pensemos... ¿los esclavos?, a Xena no le importan los esclavos, y si le importaran ya los habría liberado hace muchos días, puesto que hace varios días, casi un mes, que tengo los mismos esclavos, no creo que le llevara tanto tiempo a la Princesa Guerrera encontrarme... la única solución a mi problema eres tú... Tú eres la única zorra nueva que tengo desde hace unos días... tus ojos cuando viste su arma, tu suspiro cuando escuchaste su nombre, cuando Salk dijo que no estaba muerta... Jajajajaja... la perra vino por ti... claro que tonto, ella viaja con una mujer, una barda... acaso su nombre será ¡¡¡Gabrielleeee!!! (le gritó tan fuerte en el oído a la barda que se tiró hacia atrás y la hizo caer en la cama) vino a buscar a su zorrita, jajaja, esto será mas divertido de lo que pensé, jamás creí que disfrutaría tanto, viendo a la Princesa Guerrera, llorar y sufrir por su amiguita... y a ti sufrir por ella...
Gabrielle: no por favor, no le hagas daño, déjala ir, ya me tienes a mí, te juro que si le digo que se vaya bien lejos, jamás te molestará de nuevo, déjame hablar con ella, por favor...
Kalnuss: shhhh, silencio, hablas mucho, con razón te dicen bardo, aun no la mataré, solo vengaré la muerte de mis hombres, le daré un par de azotes, y tu serás testigo, ¿no es hermoso?, ¡¡Qué comience la función!!, mis hombres necesitaban esta diversión, y que mejor que darles a la Princesa Guerrera y a su amiga, en un solo paquete, necesito darles fuerza para seguir adelante, una vez que venda los esclavos nos iremos de aquí, así que será una gran celebración, el golpear hasta morir a tu Xena.
Gabrielle: no por favor, no lo hagas haré lo que tu quieras.
Kalnuss: siempre hiciste lo que yo quería, no es ninguna novedad para mí, te tuve cuando quise, te dominé, te humillé, tú eres mía, ahora y para siempre, así que siempre, harás lo que yo quiera y cuando yo quiera, no tienes nada para darme a cambio de salvar a tu amiga.
Gabrielle: ¡¡Te doy mi vida!! quítame la vida, pero no le hagas daño, déjala ir.
Kalnuss: ¿Eso es amor? ¿la amas verdad? Maldita, ¿la amas?
Gabrielle: ¡¡¡Sí!!!, sí la amo, como nunca amé a nadie, como nunca te amaran a ti, como nunca te amaré, la amo con todo mi ser, ella es mi todo, mi luz, mi camino, mi alma gemela, mi vida. (y se tiró al piso llorando, no podía contenerse, lloraba y lloraba)
Kalnuss: (se encolerizó y la levantó de un brazo) ¿así que la amas? ¿ella es tu vida?, pues verás como se le escapa la vida, y ella verá como se te escapa la tuya.

Ya el sol estaba apareciendo en el horizonte, todo el campamento estaba levantado, querían ver de cerca de la Princesa Guerrera, pues era una leyenda. Xena estaba atada en los postes tal como había pedido Kalnuss.
Aun tenía la cabeza con un golpe muy fuerte, algo de sangre ya seca tenía en su ceja y en el labio inferior, Kalnuss llevo a Gabrielle arrastrando al lado de Xena.
Kalnuss: guerreros míos, hoy será un gran día, tendremos un excelente espectáculo. Xena ha venido en busca de la zorra que ahora es mía, que opinan ¿la guerrera la querrá después de saber que es mía? (todos reían, Gabrielle estaba aterrada, mirando a Xena quien aun no había despertado, no quería que Xena la viera en ese estado tan lamentable, pues ella en el fondo sentía vergüenza por haber sido tan maltratada, pensó que Xena si se enteraba de todo lo que había vivido, no la amaría de nuevo nunca mas, que la despreciaría, que no la volvería a mirar a los ojos, ese cielo azul profundo en que se perdía cada vez que la miraba, pues ella al pensar en todo el daño que le había hecho Kalnuss, ya no era merecedora del amor puro que le había dado Xena, así que en su mente, pensó que si Xena la rescataba nunca le diría el calvario que había pasado, solo le diría que había estado en una celda con otros esclavos, esperando día tras día a ser vendida o liberada por ella. Xena no debía enterarse de lo que paso en esa tienda. Le pedía a los dioses que no despertara, solo hasta que ella se haya ido otra vez a la tienda, pero los planes de Kalnuss, eran diferentes.
Kalnuss: (arrojó un tacho de agua fría sobre Xena para despertarla) oye guerrera buenos días, ¿dormiste bien? Jajaja.
Xena: (algo mareada) no es la mejor posición pero...
Kalnuss: vaya tienes sentido del humor, espero que con tu castigo se te vaya esa sonrisita de la cara, denle diez, no, mejor que sean quince, uno por cada hombre que mataste y verás sí te dura esa sonrisa, perra.
Salk: (estaba dispuesto ya con el látigo en la mano a dar el primer golpe).
Kalnuss: espera Salk, aun quiero que la guerrera vea algo interesante, algo que vino a buscar, porque después de los azotes no verá mucho, mira Xena, mira a quién tengo aquí,( y levantó a Gabrielle de los pelos).
Xena: ¡¡Gabrielle!!
Xena no podía creer cómo estaba la barda, su bardo, estaba más delgada, con una túnica rasgada, dejando parte de su cuerpo desnudo, que mostraba algunas marcas, sus ojos no tenían vida, estaba demacrada y su cuerpo temblaba.
Xena: por los dioses, ¿qué le haz hecho?, maldito bastardo, eres un monstruooooo (Xena quiso soltarse con todas sus fuerzas para atrapar al gusano pero las cuerdas estaban muy bien seguras, comenzó a lastimarse las muñecas, estaba desesperada por llegar a Gabrielle. Gabrielle vio apenas los ojos de Xena, no quería verla directamente a los ojos, no quería ver su sufrimiento.
Gabrielle: Xena, tranquila, estoy bien... (en un susurro).
Xena: Gabrielle, por los dioses, mírate, no estas bien, ¿qué le haz hecho?, hijo de... te mataré, te juro que te mataré... así sea lo último que haga...
Kalnuss: jajajaja, lo último que hagas será morir, Xena, yo te mataré, pero antes tengo preparado una buena despedida. Comienza Salk.
Salk comenzó a darle el primer latigazo a Xena, quien sintió un fuerte ardor en la espalda, luego otro y otro, los guerreros contaban a coro, cada uno de los latigazos, era un espectáculo horripilante, Gabrielle lloraba desconsoladamente en el suelo, el resto reía, Petrus estaba en silencio, con mucha bronca en su interior, Xena solo gemía de dolor, pero su vista permanecía mirando a Kalnuss, con todo el odio del mundo, ni una lágrima caía por el rostro de la guerrera, Xena era fuerte, muy fuerte, no lloraría frente a esos bastardos, pese a que ya tenía diez golpes en su espalda, ya no le quedaba lugar donde poner un nuevo latigazo, la piel estaba toda ajada, dolía, ardía, sangraba, pero nada le dolía mas que su propio corazón al ver en ese estado a Gabrielle, aun con los golpes, tenia fuerzas para seguir moviendo sus muñecas y así poder soltarse de las sogas, pero era imposible, estaban muy bien atadas, y con esto Xena cada vez se lastimaba mas, y así llego el último latigazo, que acabó con las fuerzas de la guerrera.
Kalnuss: eres increíblemente fuerte, he visto a mas de uno llorar, por un solo latigazo, y esta mujer ni gritó, y ni derramó una lágrima, ¿la perra se desmayó? dejémosla un rato, vamos a comer algo, el placer me da hambre, luego si la veremos llorar, vas a llorar Xena ya lo verás (y la tomó del pelo y la sacudió) vas a pedirme clemencia para ti y tu amiguita.
Xena abrió un poco los ojos, estaba exhausta, no sentía su cuerpo, estaba muy mal, Gabrielle quería acercarse pero Kalnuss se la llevó con él, Xena respiraba con dificultad.

Todos se había separado dejándola sola, bajo los rayos del sol, quien ya comenzaba a calentar fuerte la piel sangrante de Xena, un solo hombre se acercó a ella, para ver como estaba, era obvio que estaba muy mal, pero este hombre pensó que podía hacer algo por ella.
Petrus: Xena, mi nombre es Petrus, alguien te avisó sobre Gabrielle, fue Maria yo fui quien la envió, ¿te habló de mí?
Xena: (susurrando apenas podía hablar) sí, me habló de ti.
Petrus: dime que puedo hacer para ayudarte, y lo haré, esto debe terminar ya, no puedo seguir siendo parte de esta masacre diaria. Ya no...
Xena: agua... (solo dijo Xena)
Petrus: si que tonto soy, te traeré enseguida.
Petrus fue en busca del agua, volvió a escondidas, pues sabía que si Kalnuss lo veía se enojaría.
Petrus: aquí tienes mujer toma despacio. Por los dioses, tu espalda es un desastre...
Xena: gracias, me gusta tu optimismo...
Petrus: ¿Cómo puedes tener humor en un momento como este?
Xena: he estado en peores circunstancias... Pero necesitare de tu ayuda...
Petrus: lo que me pidas lo haré.
Xena: quiero que me desates, cuando oscurezca un poco, me seguiré haciendo la dormida, consigue mi chakram, y tráemelo aquí, si hablas con Gabrielle, dile que este lista, pobre Gabrielle (la imagen de la barda volvió a su mente y casi se pone a llorar de dolor) ese bastardo pagará una a una las lágrimas de Gabrielle. Consigue dos caballos, uno para ti y otro para Gabrielle.
Petrus: ¿Y tú donde irás?
Xena: con Gabrielle, en el estado que esta no creo que pueda sostenerse en un caballo, la llevaré conmigo, hasta encontrar a Argo, mi yegua fiel. Vete, vete, alguien se acerca.

Petrus salió veloz de al lado de Xena. Se hizo el distraído.
Sisusco: oye, ¿qué haces por aquí?.
Petrus: lo mismo que tú, paseando un rato.
Sisusco: sí, vine a estirar un poco las piernas, comimos como cerdos, ¿cómo está la perra?, que fuerte que es esta mujer, la verdad la admiro, pero Kalnuss tiene grandes planes para ella y la rubia. Oye, tú que la cuidas, dime como es cuando Kalnuss, me entiendes... cuando... esta con ella... cuando la penetra... (a Xena se le revolvía el estómago), la sientes gemir, ¿no te excitas cuando la oyes gritar?, sé que Kalnuss es terrible, no ha dejado a ninguna con vida, no sé como esta dura tanto, debe ser muy fuerte, bueno era, viste como esta, no la veía desde el primer día que la traje, la destruyó, es un asco ahora, no creo que si Kalnuss la deja libre la vuelva a tocar ningún hombre, seguro hará lo mismo que hizo la última zorra que Kalnuss dejo ir, eso fue hace mucho, la violó tantas veces, que la dejó loca, terminó en un burdel, y esta terminará igual pues por su estado creo que Kalnuss no la ha dejado a solas ni un momento, estoy en lo cierto ¿no?... contéstame ¿qué te pasa?
Petrus: nada, es que la verdad no me gusta que trate así a las mujeres.
Sisusco: no son mujeres, son zorras.
Petrus: tú mismo lo dijiste, era una mujer hermosa (una lágrima caía por la mejilla de Xena, como estaba con la cabeza agachada, no la podían ver). No se merecía lo que le hizo pasar.
Sisusco: entonces tengo razón, la zorra gime a más no poder, ¿no estuviste con ella?, uyy, yo no la hubiera dejado pasar, cuando Kalnuss se va al otro lado del campamento dime, ¿entraste y estuviste con ella?
Petrus: no, no lo hice.
Sisusco: ¡¡Eres un tonto!!, mañana vendrán los compradores y Kalnuss, la dejará libre, entonces aprovecharé para estar a solas con ella, sabrá lo que es un hombre...
Petrus: si le tocas un pelo, te la verás conmigo, ¡¡Entiendes!! (lo agarró del cuello)
Sisusco: esta bien hombre ¡¡Cálmate!!, la zorra será solo tuya después que Kalnuss la deje. Tranquilo, no era para tanto, después de todo, hay muchas mujeres de esclavas, tenemos un día mas, para estar con ellas. Y esta guerrera no esta nada mal, mira que piernas, y esos pechos, a Kalnuss no le gustan las morenas, así que le pediré a esta. (se acercó a Xena y le tocó el trasero) mira que fuerte, (lo apretó con ambas manos, Xena quería partirle la cara en ese momento pero no podía moverse, y debía permanecer tranquila como si aun estaba desmayada) mañana será todo mío. ¿Vienes Petrus?.
Petrus: no, aun no, me quedaré un poco mas por aquí.
Xena: maldito bastardo, lo mataré si piensa en ponerle encima una sola mano a Gabrielle. Petrus... ¿es verdad... todo lo que dijo sobre Gabrielle?...
Petrus: me temo que sí, Xena, lamentablemente es verdad, tu amiga ha sido muy fuerte, la última vez que hablé con ella, me dijo que lo único que la mantenía con vida era el pensar en ti (Xena comenzó a llorar, las lágrimas no se detenían). Lo siento Xena, no quiero ponerte mal, pero no puedo mentirte, la pasó muy mal. Kalnuss es un sanguinario con las mujeres, pero hay una que espero que Maria la halla encontrado, le dicen la romana. Kalnuss le tiene pánico a esa mujer, lo esta siguiendo desde hace tiempo, para vengarse de una amiga, a quien le hizo lo mismo que a Gabrielle, escuchaste la historia que contó Sisusco, bueno esa mujer era amiga de la romana, y la esposa de Kalnuss, por eso es su odio hacia todas las mujeres especialmente las rubias, pues dijo que su esposa, lo había traicionado con su mejor amigo, pues la mujer le dijo que estaba embarazada, algo imposible para Kalnuss, él sabía que no podía tener hijos, así que la hizo seguir, hasta que los encontró a ambos juntos en una cama, a su amigo lo mató al instante y a ella, le hizo pasar la peor pesadilla de su vida, y para que siguiera con el dolor, le hizo tanto daño, que no la dejó dar a luz, perdió a la criatura antes de que naciera, y no la mató, el sádico quería que viviera eternamente para verla sufrir por siempre. Quedó loca, trabajando en un burdel.
Xena: por los dioses, eso no le pasará a mi Gabrielle, yo la sacaré de aquí, la cuidaré, la amaré por siempre, no la alejara de mí.
Petrus: espero que estés en lo cierto. Hay que ser muy valiente para soportar tanto dolor. Me voy, antes que sospechen porque estoy tanto tiempo acá, vuelvo a la noche, con todo lo que me pediste.
Xena: te espero, ten cuidado.

En tanto, luego de comer, Kalnuss, se dirigió a la tienda a dormir un poco.
Gabrielle estaba tirada en la cama, llorando desconsoladamente por Xena, y por ella. No sabía que más podía pasarles, como saldrían de allí, Xena estaba al borde de la muerte, al igual que ella, Xena era la única esperanza que albergaba en su triste corazón para salir de allí, y ya se había esfumado, ya no quedaba nada ni nadie que pudiera acabar con su pesadilla, que ahora se convertiría también en la de Xena, luego pensó en la única persona que podría ayudarlas, como hacía siempre, pero ¿quién sabe por dónde andaría?... solo los dioses... sabrían donde estaba esa gran amiga incondicional... esa otra mujer que tanto amaba... Claudia...

En otro sitio, no muy lejos, Maria sintió fuertes pasos de caballos, voces de muchos hombres, así que se acercó a la ventana de la casita del viejo que la había ayudado, y donde estuvo hablando con Xena, y vio un ejército enorme, serían como 80 hombres, una fila larga de soldados romanos, todos con sus bellos uniformes, era una hermosa vista, los colores, la majestuosidad con que cabalgaban, al frente de ellos había dos mujeres, una tenía el pelo oscuro, alta, fuerte, muy bella, parecía que era la que mandaba, pues tenía el aspecto de ser una mujer fuerte, que no le tenía miedo a nada, la otra parecía mas frágil, pero no menos bella, es más era realmente hermosa, con su cabello rubio, con ondas, que volaba con la suave brisa que le daba el galopar, era verdaderamente un ángel ante los ojos de aquella mujer, Maria no espero mas y salió en su busca, pues supo que alguna de ellas sería la famosa mujer que llamaban "la romana".
Maria: por favor deténganse, (se puso en el medio de la caballería, casi la llevan por delante, el primer jinete, una mujer de cabello oscuro, paro bruscamente su caballo, ante el cuerpo de la mujer).
Mujer morena: ¿Qué haces mujer? ¿quieres matarte?
Maria: lo siento (Maria observaba la belleza de ambas mujeres, eran como un cuadro entre ambas, pues se contrarrestaban en los colores, la morena tenía unos ojos profundamente color café, que le veías el alma, la rubia eran los ojos más hermosos que había visto en su vida, unos ojos verdes, grandes como dos esmeraldas y una sonrisa que iluminó su rostro cuando habló).
Rubia: mujer, no deberías salir así a la calle, puedes lastimarte (y le sonrió).
Maria no contestaba, se había quedado absorbida en esa mirada, en esa sonrisa tan blanca.
Morena: (su voz era mas fuerte, por eso con una sola palabra sacó a Maria de sus pensamientos) oye, mi amiga te esta hablando, ¿por qué nos detuviste?, ¿qué deseas?.
Maria: hablar, solo necesito hablar con ustedes, en realidad, busco a la mujer que llaman la romana.
Morena: pues habla, yo soy la comandante que llaman "la romana".
Maria: (así que la morena es la comandante, pues tengo buen ojo, supe que era ella, por su porte, la rubia parece más frágil) tengo entendido que buscas a Kalnuss. (cuando nombró a Kalnuss, los ojos de la comandante se pusieron rígidos, fríos como el hielo, Maria enseguida recordó ver esa misma expresión hacía tan solo un día y algo mas, en los ojos azules de Xena).
Comandante: claro que lo busco, ¿quién eres?
Maria: mi nombre es Maria, y sé dónde está, trabajé para él, me escapé, para ayudar a una amiga, a una joven que la esta matando día tras día, ya le avisé a su amiga, pero ella sola no podrá hacer nada, son 60 hombres. Si me permites, yo puedo llevarte hasta allí.
Comandante: ¿Cómo sé que no es una trampa de Kalnuss?
Maria: no es una trampa, lo juro por mi vida, si quieres llévame contigo y si es una trampa me matas, pero debes darte prisa, no creo que esas mujeres duren mucho, tienen además esclavos, que los maltratan, y esa pobre criatura... que tiene a su servicio... Ga...
Comandante: ¡¡Está bien!!, te creo, no hables mas, iremos para allá. Vendrás con nosotros.
Maria: gracias, pero no sé montar a caballo.
Rubia: no tengas miedo mujer vendrás conmigo, yo te llevaré. (le dio la mano a Maria y la mujer quiso subir, pero no pudo, así que un soldado la ayudó a subir, se aferró a la cintura de la mujer), espero que no le mientas a ella, hace mucho tiempo que estamos detrás de ese maldito.
Maria: te juro que no he mentido. Solo espero que lleguemos a tiempo.
Rubia: esas mujeres deben ser algo importante para ti.
Maria: cualquier persona que vive esa pesadilla es importante para mí.
Rubia: sí te entiendo, debe ser terrible ver que alguien sufre tanto y no poder hacer nada para ayudarla, pero tú lo haz logrado, verás que llegaremos a tiempo. La comandante lo atrapará.
Y así se fueron a carrera veloz hacia el campamento de Kalnuss. Cabalgaron sin descansar hasta que llegó la noche, y debieron parar, para alimentarse y descansar un poco, pues sabían que les esperaba en cuanto llegaran, una dura batalla, Maria le había dicho que eran como 60 hombres, ellos eran 80 y de los mejores, pero sin descanso, era peligroso pelear, la comandante no podía sacarse de la mente la imagen de Kalnuss, lo odiaba a muerte.
La rubia seguía hablando cerca de la fogata con Maria, de trivialidades, para pasar la noche, hasta que el sueño las alcanzó, Maria durmió en una manta, cerca del fuego, la comandante y la rubia, durmieron juntas en otra manta también cerca del fuego, abrazadas, Maria antes de dormirse las vio y sonrió, vaya son pareja, aunque ya lo había notado en los ojos de ambas en la forma en que se miraban, como se hablaban a veces si dirigirse la palabra, solo con una mirada se decían todo. Se amaban, en serio, se preguntó si Xena amaba así a Gabrielle, pues se respondió que sí, porque para enfrentar ella sola a un ejército, para rescatarla, la amaría mucho, con toda su alma, pensó en el hombre que tuvo hacía mucho tiempo, aquel que fue su esposo, si no lo hubieran matado el día que la hicieron esclava, ¿la habría rescatado?. Ella lo amaba con locura, pero él ¿hubiera arriesgado su vida solo por amor?, ¿cómo había hecho Xena por Gabrielle?, nunca lo sabría, en sus sueños se dijo que sí, así dormiría feliz, una vez en su vida, por mucho tiempo, pues hacía muchísimo tiempo que no sentía la paz, la tranquilidad, que tenía en ese momento al ver a esas dos mujeres abrazadas, que pese a estar dormidas, daba la sensación que estaban despiertas pues cada una tenía una sonrisa en sus labios, y pensó que el dormir abrazada a la persona que amas, te debe hacer sentir muy feliz. Y así también ella se durmió.

En tanto en el campamento, no todo era paz, y menos felicidad, Xena estaba alerta esperando a Petrus, (aunque su cuerpo no le respondía, el dolor de los azotes ya estaba cobrando vida, después incluso de estar durante todo el día expuesta a los rayos del sol), Gabrielle también estaba alerta, pues Petrus en el día se había encontrado con ella y le dijo del plan de Xena, la barda estaba asustada, pues sabía lo que era Kalnuss, lo había vivido en su propia piel, pensó si Xena tendría suficiente fuerza como para salir a pelear con esos hombres otra vez después de recibir tantos azotes, con ella sabía bien que no podía contar, pues estaba muy débil, apenas sus piernas le respondían, los dolores seguían siendo fuertes, aunque Kalnuss, no la tocaba en día y medio. Kalnuss dormía tranquilamente. La barda estaba ansiosa esperando la señal mirando por el agujero de la tienda. Por ahí vio la señal de Petrus, que aun esperara, que no era el momento pues los guardias aun no se habían dormido, Petrus se acercó a Xena, y cortó la soga que tenía atada a uno de sus pies, pero cuando iba a cortar la segunda soga, una sombra detrás de él lo detuvo.
Anselmo: ¿Qué crees que estas haciendo?, ¡¡¡¡Guardias!!!
Petrus sacó su espada, pues sabía que lo habían descubierto tratando de liberar a la guerrera, Xena aun estaba atada de manos, pero libre de un pie y le dio un puntapié al guerrero dejándolo en el piso, pero se volvió a levantar, y le pegó fuerte en la cara, Xena reaccionó de nuevo, pero cuando iba a darle otra patada, ya era tarde, tenía a todos los hombres a su alrededor, tomaron a Petrus por los pelos y lo llevaron hasta la tienda de Kalnuss, a Xena volvieron a atarle el pie que tenia suelto, revisaron el resto de las cuerdas, estaban bien sujetas, no podía escaparse nunca.
Anselmo: ¡¡Maldito traidor!!, las pagarás, te mataremos. ¡¡Kalnuss!! ¡¡Kalnuss!!

Gabrielle se hizo enseguida la dormida, Kalnuss despertó ante los gritos de sus hombres temió lo peor que la comandante estaba ya en su campamento, tembló del susto.
Kalnuss: ¿Qué diablos pasa?
Anselmo: Petrus, quería liberar a la guerrera.
Kalnuss: pero pensé que era algo peor.
Anselmo: pero es muy malo, nos traicionó, quería dejarla libre, ¿me entendiste?
Kalnuss: sí. Petrus, como pudiste hacer eso, confiaba en ti. Te permití ser mi guardia personal, pagarás caro este error, lo pagarás con tu vida. Anselmo, átalo al lado de la guerrera, dale un par de azotes para que todos entiendan que a Kalnuss nadie lo traiciona, y vuelve a darle algunos a la guerrera, parece que quince no fueron suficientes. (se dio vuelta y la miró a Gabrielle, la tomó de los pelos) parece que tu amiguita es muy terca, tendré que darle otro espectáculo, tal vez contigo como invitada de honor. Vete a dormir, la fiesta comenzará al amanecer.
Gabrielle no pudo pegar un ojo esa noche, los gritos de Petrus eran aterradores, los gritos de Xena, no los sentía, o sus oídos no querían escucharlos, se tapo los oídos con las manos, suplicándole a los dioses que pararan con la tortura. Después de muchos gritos reinó otra vez el silencio. Solo se oía el llanto silencioso de la barda en un rincón de la tienda.
Xena y Petrus habían quedado desmayados, por el dolor.

El amanecer ya estaba llegando, no muy lejos de allí, alguien iba en su ayuda, los soldados por orden de su comandante levantaron el campamento.
Comandante: ya saben con quienes vamos a pelear, a Kalnuss lo quiero vivo, sé que muchos de ustedes no lo conocen, él es el jefe, es alto, corpulento, de cabello oscuro, ojos negros, siempre viste de cuero, lleva una cicatriz debajo de su ojo izquierdo, se la hice yo. Si alguien ve a un hombre con esas características me avisan urgente.
Soldados: ¡¡Sí mi comandante!!.
Comandante: vamos, soldados, por la justicia de Roma. (y todos levantaron sus espadas, Maria no podía creer eso, parecían uno solo, el ritmo que llevaban, todos parejos, un ejército de verdad, hombres valientes que daban sus vidas por ayudar a los mas necesitados, al menos esta sección que era liderada por la comandante).

En el campamento se vivían horas decisivas para la vida de Petrus, Xena y Gabrielle.
Kalnuss: despierta zorra, vamos, llegó la hora de hacer la parte de tu acto, (tomó a Gabrielle por los pelos, y la arrastró afuera, a escasa distancia entre Xena y Petrus, Gabrielle no pudo ver a Xena en ese estado, estaba toda despedazada, su piel, sus labios secos, y Petrus estaba igual, un desastre.
Kalnuss: (tomó agua y se las arrojó encima, haciendo que ambos despertaran). ¿¿¿¿¿durmieron bien????? (todos rieron), como verán hoy será el gran espectáculo, pues ahora tenemos otro invitado, nuestro querido amigo Petrus, quien quiso ayudar a la guerrera pero ya ven que el imbécil no pudo, y terminó igual que la guerrera, jajaja (todos rieron) así que ahora, como la guerrera aun no llora, le daremos lo que quiere a su amiguita, ven zorra (la arrastró mas hacia Xena) mírala Xena, será lo último que veas en tu vida, será lo mejor que veas en tu vida... jajaja... (le arrancó la túnica a Gabrielle dejándola completamente desnuda frente a todos los hombres) que se siente Xena ver desnuda a tu amiguita, ¿te excita? ¿le hiciste el amor alguna vez? y tú Petrus, le hiciste el amor mientras yo estaba del otro lado del campamento por las tardes algunas veces, y te dije que la cuidaras, ¡¡¡¿¿se lo hiciste Petrus??!!! (le gritó fuerte en la cara), pues no te irás de este mundo sin probar el placer, de tenerla, Xena sabe lo bien que huele y gime su amiguita ¿verdad Xena?, pues ahora entiendo no tenía mucho olor a hombre en su piel, la primera vez que estuve con ella, (se acercó a Xena y le dijo al oído) que la penetré con mi miembro una y otra vez, gozaba en cada empuje, me excitaba su dolor, deberías verla como grita, como sufre, Xena...
Xena ya estaba que explotaba, cuando Kalnuss, se iba a retirar de su oído, Xena le dio un cabezazo que le rompió la nariz.
Kalnuss: maldita perra, hija de... Te mataré aquí mismo... (y sacó su espada)
Gabrielle: (gritó) no lo hagas, por favor...
Kalnuss: la zorra pide por tu vida, la muy tonta no sabe que ya estás muerta, por verla en ese estado. Y aun no has visto nada Xena... Tu amiga tiene razón, sería muy fácil para mí matarte ahora y no ver tus lágrimas, aun no lloras mujer, pero lo harás. Bajen a Petrus.
Dos hombres le cortaron las cuerdas y Petrus cayó de rodillas al piso, cerca de Gabrielle.
Kalnuss: levántate traidor. Quítate los pantalones.
Petrus: no por favor, no puedo hacer eso.
Kalnuss: hazlo ya, si no quieres que te mate ahora.
Petrus se bajo los pantalones lentamente.
Kalnuss: todo estúpido, tu ropa interior también.
Petrus obedeció, quedo completamente desnudo (todos rieron).
Kalnuss: escucha bien Xena, oirás el placer y el dolor de tu amiga
Gabrielle se estremeció en el piso, Xena lo miró con odio, quería soltarse, pero no podía.
Kalnuss: Petrus, ya que quisiste liberar a la guerrera, para liberar a su amiga, quiero que le hagas el favor de entretenerla, hazla tuya.
Petrus: no, no puedo...
Kalnuss: sí puedes, ¡¡Sí debes hacerlo!! penétrala, hazle saber lo que es un hombre, aunque estos días lo supo bien, sabes Xena, estuve día tras día con tu amiga (todos rieron). Hazlo Petrus o te mataré ahora.
Gabrielle: (llorando) Petrus... hazlo...
Petrus: no Gabrielle, no puedo.
Xena: Gabrielle ¿qué haces?
Gabrielle: no puedo permitir que muera por mi culpa.
Xena: ¡¡Lo matará igual!!
Gabrielle: pero al menos sabré que no fue por mi culpa. Ya no me importa nada Xena, yo ya estoy muerta .
Xena: ¡No! aun nos queda nuestro amor, Gabrielle, nada ni nadie logrará acabar con eso, mírame Gabrielle, mírame maldita sea, mírame.
Gabrielle: no Xena no puedo, ya no puedo verte a los ojos (llorando).
Kalnuss: ¡¡Oh!! Que enternecedor... dos mujeres profesándose amor eterno, que estúpidas, son patéticas, idiotas. Xena, Gabrielle es más inteligente que tu, sabe bien que morirá igual, y que haré lo que quiera con ella y contigo. Petrus tómala, agáchate, (y le dio un latigazo en la espalda, Petrus cayó encima de Gabrielle, quien permanecía acostada en el piso completamente desnuda). Vamos empieza la danza del placer entra en ella, ¡¡Ahora!!
Petrus: lo siento... Gabrielle... (y Petrus entró suavemente, despacio en Gabrielle, quien sintió una puntada de nuevo en su centro, Petrus había sido suave, nada que ver con la violencia con que entraba Kalnuss en ella, pero igual le dolía a horrores, pues tenía muy inflamado aun, por las veces que la tuvo el maldito de Kalnuss, este al ver que Gabrielle no gritaba de dolor, le gritó mas fuerte a Petrus).
Kalnuss: hazlo más fuerte, entra con violencia, quiero oírla gritar, gemir del dolor, ¿ves Xena?, te dije que llorarías, (las primeras lágrimas de la fuerte guerrera ya comenzaban a salir, no podía ver ese acto tan humillante, y especialmente en Gabrielle). Muévela Petrus, muévela, eso es, más, más, dale más fuerte. (todos rieron).
Gabrielle lloraba sin consuelo, Xena también.
Kalnuss: así no se hace, te dije más fuerte, quiero oírla suplicar, (Kalnuss tomó por los hombros a Petrus y lo sacó con fuerza de adentro de Gabrielle, la barda sintió el fuerte tirón, sintió mas dolor, lo arrojó a un costado, Petrus quedó tendido de rodillas en el piso, llorando, por lo que le hizo a Gabrielle), te mostraré como lo hace un hombre de verdad, mírame Xena y aprende, ¿a qué tú nunca la hiciste gozar el placer que le di y le daré frente a ti? (se bajó los pantalones, se puso encima de Gabrielle y la penetró con fuerza, Gabrielle estaba al borde del desmayo, pues su cuerpo ya no soportaba tanto dolor, Xena se tiraba de las cuerdas con fuerza, cada vez sus muñecas sangraban mas, pero no sentía nada, solo quería ayudar a Gabrielle) mira Xena ahora sí que grita, (entraba tan fuerte en ella y le mordió el cuello, la barda gritó), ahhh esto sí que es placer, puro placer... (y empujaba y empujaba una y otra vez). ¿Ves Petrus? así lo hace un hombre de verdad.
Xena: Gabrielle mírame, Gabrielle por favor mírame, mi amor, mírame, te lo suplico, y verás que nada ni nadie detendrá a nuestro amor, (Xena decía esto con lágrimas en los ojos, solo miraba a Gabrielle, el rostro del amor de su vida).
Gabrielle levantó la vista y se cruzó por primera vez en mucho tiempo con los ojos azules profundos de su amada, vio el amor que ellos le daban, no sintió ya nada, solo veía a Xena, quien con lágrimas en los ojos, aun le gritaba que la amaba, que solo la mirara a ella, Xena le sonreía entre el llanto de ambas, los ojos de Gabrielle solo miraban a los de Xena y también le esbozo una sonrisa, Kalnuss esto no lo pudo soportar, así que salió de Gabrielle y fue directamente hacia Xena, dándole un fuerte golpe en la cara, le hizo sangrar aun mas sus labios).
Kalnuss: cállate perra, (Xena no lo miraba, solo veía a los ojos de Gabrielle) te hablo a ti, me gusta que me miren cuando hablo, (vio como aun pese al dolor que sentía en su cuerpo y en su corazón le sonreía a Gabrielle, esto lo enloqueció a Kalnuss, no podía ser que esa mujer tuviera tanto poder sobre Gabrielle, le había arruinado el plan, pues él quería verlas sufrir, verlas llorar de dolor), está bien, ustedes se lo ganaron, (ambas no se quitaban la vista de encima, Xena le repetía una y otra vez te amo, te amo, Gabrielle).
Gabrielle la miraba en silencio, pues ya no tenía fuerzas ni para hablar, pero con solo mirar a esos ojos que eran su luz, sabía que aun estaba con vida.
Kalnuss: ya no me interesa esta zorra, ustedes tres, tú, tú y tú (los señaló con el dedo) diviértanse. Luego mátenlas. (todos rieron).
Kalnuss en camino a su tienda tomo por el cuello a Petrus quien yacía de rodillas llorando en el piso y lo degolló, dejando un charco de sangre que llegaba hasta los pies de Gabrielle.
Gabrielle comenzó a gritar de horror, por ver la sangre en sus pies, la sangre de Petrus, y gritó aun más al ver que se acercaban los tres que Kalnuss había señalado como su última diversión, gritó para que por favor no la tocaran, que no le sigan haciendo daño, pero sus gritos fueron inútiles, ya no miraba a Xena, pese a que esta le gritaba que la mirara, la vista de la barda comenzó a nublarse, ya no quería sentir mas dolor, ya no oía nada, ni a nadie, solo el latido de su pobre corazón, que ya no resistía, y así fue entrando el primero, una y otra vez, hasta que el segundo lo sacó a empujones.
Guerrero2: quítate, me toca a mí, zorra aun no haz sentido nada.
Guerrero 1: ¿Qué quieres decir con eso que no soy lo suficientemente hombre para penetrarla, para hacerla sentir? (sacó su espada y comenzaron a pelearse entre ellos, Gabrielle seguía llorando tirada en el piso, Xena lloraba mirando a su Gabrielle, no podía soltarse, el tercer guerrero se acercó a Xena, comenzó a manosearla, Xena se movía con fuerza para que no la tocara, pero era inútil estaba atada, eso excitaba mas al guerrero, que ponía sus manos en el trasero de Xena, apretaba sus pechos firmes, Xena quería darle un cabezazo, pero el guerrero habiendo visto el movimiento anterior de la guerrera cuando le pegó a Kalnuss, sabía que no debía acercarse mucho, le tocaba las piernas, le dijo, que suaves son, lástima que tu espalda este tan machacada, debiste tener una piel maravillosa, Xena seguía moviéndose, los otros dos se peleaban, el resto se reía por el espectáculo, guerreros peleando para demostrar quien era mas hombre, el tercer guerrero aun manoseaba a Xena, se cansó de hacerlo tuvo la necesidad de poseer a alguna de las dos, pero la posición en que estaba Xena no era muy cómoda, así que miró hacia la barda y se lamió los labios, Xena le dijo si la tocas eres hombre muerto, te lo juro. ¿tú me mataras? jajaja, ¿cuándo guerrera? ¿no te diste cuenta que esto es lo último que verás?, cuando terminemos con tu amiga la mataré y luego haré lo mismo contigo. Se dirigió hacia Gabrielle, mientras los otros dos seguían peleando, los demás miraban excitados también querían participar, pero Kalnuss, solo los había elegido a los tres, y había que obedecer las ordenes, aunque más de uno ya estaba tocándose su propio miembro, querían saciar sus bajos instintos, pero permanecieron quietos en sus lugares, mirando el aterrador espectáculo, el tercer guerrero se acercó a Gabrielle, verás nena, le dijo, yo seré tu último hombre, seré el último en poseerte, te gustará, se bajo los pantalones... y... (todos seguían riendo)...

Continuará... (SEPTIMA PARTE) - * EL DOLOR Y EL CONSUELO * -


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