AVISOS: Esta historia se sitúa cronológicamente... ahh... venga, si ya leyeron las partes anteriores de seguro se saben este rollo. Xena y Gabrielle por supuesto no me pertenecen, digo tal vez en mis sueños pero en este cruel mundo, aparentemente real, le pertenecen a la correspondiente compañía de producción que tenga los derechos sobre este par de heroínas. Sangre, nada; sexo explícito, nada; mucho amor entre mujeres, eso si, que de eso se trata.
ADVERTENCIA: esta parte es muy diferente a las anteriores... quise cambiar el ritmo de las secuencias pos porque dejar tanto tiempo abandonada la historia y regresarles con el mismo choro se me hizo muy tonto, sin embargo, la historia es la misma en cuento y conflictos. Estáis advertid@s.
DEDICATORIA: a todas las personas que han esperado por esta entrega, sobre todo a las que se han puesto en contacto conmigo, incluida la remitente de cierta tarjeta con un foco encendido que me arrancó una gran carcajada y me ha encantado... JAJAJAJAJAJA... me la merecía... lo admito... espero que el desbloqueo neuronal sea de tu agrado (no pongo tu nombre porque no te pedí permiso y no quería arruinar la sorpresa al hacerlo) ahhh Y una MUY especial!!!... Va pa ti Ale, hasta tu camita! Con todo cariño chiquilla! Lamento no estar al día...
Venga pues... se abre el telón...


EL FESTIVAL DEL AMOR

Fosy

Tercera parte

- ¿Estás nerviosa?- pregunta Xena a Gabrielle, mientras mueve los leños de la fogata, para que arda con mayor intensidad.
- Un poco- Gabrielle acaricia su vientre con la mano derecha. Está sentada frente a la guerrera con la mirada perdida en las llamas de la fogata, su mente en el destino de ese viaje.
- Es normal... esperar un hijo es mucha presión. Yo sentí lo mismo con Solan y Eve.
- Hope...- dice Gabrielle en apenas un susurro.
- Si...- continúa Xena- Hope fue una mala experiencia, pero éste niño o niña, no lo será, será lo más maravilloso de tu vida, tu verdadera esperanza...
- No puedo imaginar el rostro de Virgil cuando le diga que será papá.
- Si es listo, al final entenderá la suerte que tuvo.
- Si... tal vez.
Xena nota la preocupación que embarga a su linda bardo, lo peor es que aquello está fuera de sus manos, no puede aliviar el peso que abruma el alma de Gabrielle... solo puede estar con ella y hacerle saber que siempre lo estará...
- ¿Has pensado en algún nombre?- pregunta Xena, mientras coloca las sobras de la cena en un trasto.
- Si es niña me gustaría llamarla Cyane, mi derecho de casta la convierte en Princesa Amazona.
- Un nombre muy apropiado... ¿y si fuera niño?
- En honor a su abuelo, Jox- afirma Gabrielle- "Joxer" no me agrada mucho- Gabby sonríe un poco.
- No podrías haber elegido uno mejor... por un momento pensé que le pondrías Safo o Sóflocles o algo por el estilo... ¡Pobre ser humano!- Xena sonríe abiertamente a su amiga, la broma tendría que arrancarle a la rubia una sonrisa. La guerrera no se equivoca, Gabrielle sonríe abiertamente un momento.
- Gracias Xena- Gabby busca la mirada de Xena, realmente le fascinan esos ojos azules, pueden cobijarla en su majestuosidad... hacerla sentir segura... hacerla sentir amor.
- ¿Y eso?
- Sé que toda ésta situación no es fácil para ti, pero aún así estas conmigo... muchas gracias, no sé que haría si tú no estuvieras a mi lado.
- No Gabrielle, yo soy la que no sé que haría sin ti. Te amo Gabrielle... nada cambiará eso nunca... ¿Tú me amas?
- Guerrera tonta, ¿acaso no lo sabes ya?...
- Si- Xena dibuja un puchero mono - Pero me gusta escucharlo...- sonríe pícara.
- Te amo Xena...
La bardo se acerca a la guerrera y le da un tierno beso. No había nada más especial para ambas que un beso, era amor puro resumido en un suave y cálido contacto de labios, el intercambio de alientos las abrumaba de amor... un amor por el que morirían y vivirían...
- ¿Nos hemos puesto melosas?- pregunta Xena enarcando una ceja y viendo fijamente los ojos de Gabrielle.
- Creo que sí... me gusta cuando te pones así.
- ¡Hey!, no digas eso tan fuerte que si alguien lo escucha arruino mi reputación.
- Tu reputación ya está arruinada...- Gabby sonríe, burlona.
- ¿Por qué lo dices?
- No creo que haya un alma en todo el mundo que no sepa que eres débil ante mis encantos.
- ¡Tranquila Bardo!...- Xena amenaza a Gabrielle apuntándole con un dedo- ¿De verdad crees que me tienes atrapada?
- Admítelo, eres completamente prisionera de una bardo guerrera rubia, inteligente, encantadora, graciosa, talentosa...
- Engreída, fastidiosa, habladora...
- Xena...
- ¿Qué?
- Completamente atrapada...- la bardo reclama una vez más los labios de Xena, ahora de una forma más apasionada, explorando con su lengua toda la boca como solo la dueña del lugar lo haría.
- Completamente atrapada...- dice la guerrera entre jadeos.
- Xena...
- ¿Qué?
- Te amo...
- Y yo te amo también... ahora a la cama, una futura mamá no puede andar desvelándose después de una larga caminata...
- Tengo una idea mejor que la de irme a dormir...- la bardo sonríe pícara.
- ¿Estas seduciéndome Gabrielle?- la guerrera encarna una ceja como solo ella sabe hacerlo.
- ¿Funciona?
- Mmm... déjame pensar- juguetea Xena, Gabrielle opta por ayudar en la decisión a su compañera robándole un beso ardiente.
- Ya lo has pensado suficiente.
- Mmm tal vez otro poco de ayuda funcione...
Esa noche Gabrielle no se fue a la cama temprano... otro día sería.

La guerrera despierta envuelta entre las pieles, el olor de su rubia amiga inunda el ambiente, es realmente agradable despertar en aquella situación sintiendo la cálida piel arropada en contraste con el frío exterior... Xena mantiene los ojos cerrados creyendo escuchar la música de flautas y tambores que deberían acompañar momento tan perfecto.
- ¿Música? Vaya señor de la guerra que estoy resultando ser...- se burla de sí misma- Soy la exdestructora de naciones y estoy completamente desnuda e indefensa a expensas de cualquier idiota que se atreva a asediarme y para colmo estoy imaginando música que acompañe mi despertar... y todo porque estoy... enamorada... es tu culpa Gabrielle... ¿Gabrielle? ¿Gabrielle?- Gabrielle no esta.
Xena abre los ojos para comprobar que efectivamente la bella de ojos verdes no está a su lado reposando.
- ¡Gabrielle!- llama una vez más.
Pero no hay señales de la rubia por ningún lado. Los restos de la fogata están intactos, las alforjas continúan en el mismo sitio en que las dejaran la noche anterior. La guerrera se pone de pie, rápidamente se coloca el vestido de cuero y toma su espada.
Recorre el campamento, se nota preocupada.
Por ningún lado hay señales de Gabrielle.
Da uno... dos pasos hacia unos arbustos en donde cree escuchar algo y entonces encuentra dibujadas en el barro huella hechas por pies humanos descalzos.
- ¡Gabrielle!- insiste... pero nadie responde.
Sostiene con mayor fuerza la espada.
El arbusto de la derecha, que separa a la guerrera de un arroyo se mueve ligeramente, los músculos de Xena se tensan. La morena apunta la espada hacia aquella dirección, con la filosa hoja separa un poco las ramas del arbusto dispuesta a atacar al primer indicio de peligro.
Probablemente el salto hacia el arroyo hubiera sido de igual magnitud si hubiera encontrado a una banda de asaltantes a punto de maltratar a su bardo, sin embargo lo que encuentra es a la rubia vomitando copiosamente en el arroyo.
La guerrera con total dulzura detiene los cabellos de la rubia y le frota la espalda hasta que las arcadas finalizan.
La pobre bardo intenta recuperarse pero inmediatamente es obligada por su estómago a regresar a la posición sobre el arroyo.
- Vamos Gabrielle, es suficiente- Xena ayuda a Gabrielle a incorporarse después de un rato.
Ambas se dirigen al campamento. Gabrielle tiene el rostro de un feo color amarillento, parece a punto de volver a vomitar.
Xena enciende la fogata sin decir palabra, no sabe cómo actuar.
- No sé si podré soportar esto por más tiempo- dice Gabrielle suspirando profundamente, más por sofocar un nuevo ataque de nauseas que por resignación.
- No será por mucho tiempo- se atreve a decir Xena- las náuseas duraran solo los primeros cuatro meses, después vendrán las hinchazones, dolor de espalda, etc... etc...
- Si Xena, ya entendí el punto, estar embarazada no es fácil.
- No, no lo es y por eso necesitas que te cuiden y consientan mmm ¿por qué no me despertaste si te sentías mal? pude haberte preparado algo... un té, una sopa.
- No quise despertarte, te veías tan tranquila y hermosa.
- No debes pasar por esto sola, no tienes que hacerlo, me tienes a mí y pronto tendrás a Virgil...- el rostro de la guerrera se tensa, Gabrielle se da cuenta de ello y da un giro a la conversación.
- ¿Qué te parece un poco de fruta para el desayuno? No creo que mi estómago soporte otra cosa y realmente estoy hambrienta.
- ¿Frutas? ¡Vamos! El desayuno es el alimento más importante del día y yo no pienso comer sólo frutas...
- ¿Qué propones entonces?
- ¿Qué te parece un poco de calamar a medio cocer, con sus tentáculos rosados y viscosos, o un buen trozo de anguila recién pescada?
- Xena...
- ¿Si Gabrielle?
- ¡Cállate!

Antes del mediodía guerrera y bardo estaban de nuevo en camino a su destino.
- ¿Falta mucho para que lleguemos?
- Si... todavía dos pares de marcas de vela más... ¿Por qué? ¿Estas cansada? ¿Tienes sed? ¿Tienes hambre? ¿Te duele algo?
- No Xena, solo era una pregunta, de hecho estoy muy bien... hasta creo que una caminata me sentaría de maravilla... o tal vez seguir cabalgando pero abrazada a tu cintura sea también muy bueno.
- Este... este... no.- Xena se negó con varias dificultades- Debes estar lo más cómoda posible.
- Xena... estoy embarazada, no agonizando.
- Pues como sea pero tienes que estar cómoda...
- Vamos...- Gabrielle dibujó un puchero suplicante- Ven aquí- la bardo le tiende una mano a la guerrera- ¿vas a decirme que prefieres caminar y que te salgan juanetes a cabalgar con mis brazos rodeando tu cintura?
- Ehh... si... lo prefiero.
- Pero... ¡Xena!
- Sin peros...
- Ahgg... no me gusta que me trates así... ya te dije que no estoy agonizando.
- Ya te dije que no me im...
Unos destellos y lucecitas como de fuegos artificiales color de rosa anunciaron la aparición de un pintoresco y aturdidor personaje.
- ¡Hoolaaaa mis chicas favoritas!
La diosa del amor apareció luciendo una gran sonrisa.
- Hola Afrodita- saludó Gabrielle desde lo alto de su montura.
Xena pasó de largo caminando sin hacer caso de la Diosa. Afrodita, con un chasquido de dedos desapareció y volvió a aparecer, en un abrir y cerrar de ojos, flotando a un lado de Gabrielle.
- ¿Todavía está muy molesta?- le pregunta a la bardo jugueteando con un cairel de su deslumbrante cabellera.
- Si, eso creo- dice Gabby arrugando ligeramente la nariz y contrayendo el entrecejo.
- ¿Qué tanto?
- Digamos que ya es ganancia que no haya intentado arrancarte la cabeza hace un momento.
- Ahh... de verdad Gabby, lo siento tanto, eché todo a perder, perdóname.
- Lo entiendo, no fue tu culpa. Tú no pediste nacer dotada de irresponsabilidad, algo de torpeza...
- Vale... vale, gracias por disculparme... Si hubiera algo que pudiera hacer.
Xena caminaba frente a ellas, aparentemente ajena a la conversación.
- Créeme- la voz de la guerrera resuena segura, sin voltear- Lo último que necesitamos es tu ayuda.
Afrodita suspira con resignación.
- Sea lo que sea que necesites- se dirige a la rubia de ojos verdes- desde éste momento éste niño o niña- Afrodita palmea con dulzura el vientre de la bardo- ... está bajo mi protección, después de todo sería para él una especie de... autora intelectual... no, no, eso suena feo... mmm... una especie de... de... ¡Abuela!
- ¡¿Qué?!- Xena se voltea al punto- ¡Ni se te ocurra desgraciar al bebé antes de nacer!- grita.
- Venga Xena, tranquila...- intenta calmarla Gabrielle.
- Mira guerrera con sentido de la moda atrasado, te guste o no el bebé está bajo mi protección.
- No, si puedo evitarlo- Xena desenfunda su espada- ¡Y el cuero nunca pasa de moda!
- Dítelo fuerte...- Afrodita sonríe burlonamente.
- Cálmense las dos- Gabrielle comienza a intranquilizarse con el comportamiento de la guerrera y la Diosa.
Afrodita sopla sobre la hoja de la espada de Xena, que en ese momento le apunta, convirtiéndola al instante en un enorme girasol.
- ¡Devuelve mi espada!
- No.
- ¡Que la devuelvas te digo!- Xena estaba cada vez más furiosa.
- Sólo si prometes calmarte y dejarme acompañarlas... prometo no molestar, quiero cuidar de Gabby.
- ¡Ja!- la guerrera levanta los brazos y los deja caer sonoramente a sus costados- Yo puedo cuidar a Gabrielle sin ayuda.
- Xena, Afrodita... cálmense ya las dos, no necesito que me cuiden.
- ¡Sí lo necesitas!- exclaman Xena y la Diosa al unísono.
- Ahhgg... ¡¿Alguien quiere entender que estoy embarazada y no moribunda?!
- Yo puedo cuidarla... gracias por tus buenas intenciones, ahora esfúmate- Xena no presta atención a la demanda de la bardo y continúa su discusión con Afrodita.
- ¿Qué sabes tú de cuidar embarazos?- la Diosa no pretende dejarse vencer tan fácil.
- Pues para tu información he sido madre dos veces...
- ¡Genial!... ¡Soy invisible! puedo ir al Tártaro y nadie se enterará...- Gabrielle continua con su indignación. Afrodita y Xena continúan en lo suyo.
- Mmm...- Afrodita piensa su siguiente argumento- ... pues andar cabalgando junto a un guerrero sanguinario, confiando en chamanas malignas, no es mi idea de buenos cuidados.
- ¡Hey! La gestación de Solan fue antes de que yo cambiara de camino... hace mucho.
- ¿Quieres algo más reciente?... pues tampoco me parece muy apropiado participar en una expedición suicida a China... ¡Ah! y el concurso de bandas musicales... todo ese ajetreo y ruido, rock metálico y para colmo Draco obsesionado con la rubita...
- ¡Hey!... en serio... ¿me vuelvo invisible para ser heroína o para colaborar con Ares?- Gabrielle se molesta cada vez mas.
- ... a mi eso no me parecen buenos cuidados- continúa la diosa del amor- ... aunque la parte de baile es diferente.
- ¿Ah?- la guerrera se confunde con el comentario.
- Ya sabes...- con un nuevo chasquido de dedos, Afrodita se viste con el traje de maternidad de Xena, acompaña el atuendo una perfecta imitación del peinado de Xena y una bonita panza de embarazada...- Somos la nueva generación...- La Diosa comienza a bailar. La guerrera abre mucho los ojos.
- Eso... eso...- Xena no logra reaccionar.
- Me parece muy saludable- prosigue Afrodita sin hacer caso de la consternación de la guerrera- ... si, si... me parece muy saludable que Gabby baile... ¡Es más! esta noche montamos una coreografía... apuesto que Xena ya entra en el trajecito blanco de flecos que usó Gabrielle en esa ocasión...
- ¡Basta!... eso... eso... fue porque la lira tenía que ser justamente merecida... y... yo...
- Pretextos- Afrodita seguía hablando, se dirige a la bardo quien había perdido el mal humor ante el divertido apuro de Xena- ¿Crees que debo usar un top o el traje de seda ori...?
- ¡Suficiente!- exclamó Xena- de acuerdo, de acuerdo, si te callas y me devuelves la espada puedes ir con nosotras...
- Trato hecho- con una gran sonrisa, la diosa sopla el girasol y éste se vuelve a su forma original- ahí tienes tu juguetito.

*****

- Eros fue un amor, era divino con sus alitas y sus cachetitos... tenía unos rizos preciosos, yo misma le untaba todas las noches aceite de almendras y de olivo para que tuviera una hermosa caída y un brillo maravilloso... Espero que tu bebé herede el color de tu cabello y de tus ojos Gabby, eres tan hermosa... de hecho he estado pensado ¿No te interesa procrear con Eros?
- Afrodita... no te excedas- Xena lleva un pésimo humor. Durante tres marcas de vela la diosa no ha parado de hablar. Afrodita camina a la par de Argo II para platicar con Gabrielle a gusto.
- Agradezco la oferta a Afrodita, pero no creo que sea una buena idea...
- ... a menos que quieras cenar sopa de Eros- completó Xena acentuando las palabras pateando una piedra que va a parar muy... muy lejos...
- Ohh era una mera sugerencia...- Afrodita gira los ojos con fastidio.
Para colmo de males, el sol parece querer asar todo debajo de él acentuando más el mal humor de la guerrera.
- ¿Tienes sed Gabrielle?- pregunta la guerrera retirando con el dorso de una de sus manos las gotas de sudor que se acumulaban sobre su frente.
- Un poco...
- Bien... descansen aquí un momento, voy a buscar agua...- y Afrodita- se dirige a la Diosa severamente- por favor no hagas nada estúpido.
- ¡Hey!
Xena se retira antes de que la Diosa pueda argumentar a su favor.
- ¿Siempre esta de ese humor?- pregunta la reina del amor.
- Pues últimamente está muy irritable... bien rara... de repente esta cariñosa y luego toda gruñona, hace unos días juro que vi que dos lágrimas le rodaban por las mejillas mientras caminábamos, pero me dijo que era la tierra del camino que le irritaba.
- Vaya... vaya... ¿será que también ella esta embarazada?
- ¡Oye!
- Vale... vale... ya no aguantas ni una bromita.
- Mmmm- la rubia duda un momento- puede ser que tengas algo de razón.
- ¿Yo? ¿tener razón? ¡Suficiente! le diré a Xena que no continuarás cabalgando, el calor te está afectando.
- No, no, quise decir que después de nuestra ceremonia de unión ella y yo parecemos sentir algunas emociones al mismo tiempo, podemos sentir lo que la otra siente... ¿me explico?
- Ohhhh... sssss... la verdad no.
- ¡Por los dioses! ¿Por qué no me hechizó Osiris?
- ¡Hey! A esa vieja ni la invoques... si vieras lo que dicen de ella las diosas celtas... la otra vez...
- Afrodita...
- Ahh si... jeje... explícame bien como va eso de que la gruñona y tú sienten lo mismo.
- Bueno... en realidad todavía no sabemos cómo funciona... pero de que Xena está muy sensible, lo está... y también le ha dado por comer muchas cerezas, creo que ella y yo estamos embarazadas... ¿no te parece adorable?
- La verdad...- Afrodita dibuja un gesto extraño- ... la verdad... se me hace algo extraño.
- Pues a mi me parece muy lindo, de alguna forma esto ayuda a que Xena sienta al bebé como suyo y lo ame.
- Ella lo amará por ser tuyo...
- Si... pero... yo quiero que sea nuestro ¿entiendes?
- Lo entiendo Gabby... pero está también Virgil...
- Pues entonces tendrá que ser de los tres...
- Eso... me parece... mmmm... aún más extraño, pero no importa, te apoyo en todo... ¡Se me acaba de ocurrir una ideota!- el rostro de la diosa se ilumina con una gran sonrisa.
- ¿Algo idiota?
- No, no... ¡Una ideota!
- ¿Ah?
- Ya verás... ya verás... te veré después Gabby...
Sin decir más Afrodita desaparece.
Un rato después Xena regresa con los odres de agua.
- ¿Y Afrodita? ¡Te dejó sola!
- Tenía algo que hacer...
- Ahhhhh... ¡Nunca confíes en cursis vestidas siempre de rosa!

*****

Desde la colina puede divisarse perfectamente una aldea asentada a sus faldas. Los techos de las chozas de madera destacan sobre el cielo tornasol por el atardecer. Los nervios aumentan en el estómago de la bella rubia de ojos verdes, la tensión amenaza con acabar el casco de frialdad de la morena de ojos azules. Están muy cerca del hostal en el que vive Virgil, el destino final de aquel viaje.
- Xena... ya lo pensé bien... creo que no hay necesidad de decirle... tú y yo podemos solitas con el paquete... serías un excelente padre... alta, fuerte, noble, guerrera, le enseñarías a pescar, a luchar...
- Gabrielle... tranquila, todo saldrá bien... te lo prometo.
- Sé que tú estás tan nerviosa e insegura como yo pero agradezco que intentes tranquilizarme.
- Gabrielle... te amo... y amo al bebé... solo quiero que lo sepas.
- Te amo Xena... pero por favor no vuelvas a decir eso en tono de despedida porque te juro que si lo vuelves a hacer te doy con la sartén en la cabeza.
- Lo prometo- Xena sonríe ligeramente- Vamos.
- Si, si... vamos.

Recordaban muy bien la ubicación del hostal de Meg y, si no lo hubieran recordado, todos los carteles de letras doradas anunciando el lugar de residencia del poeta más famoso de ese lado de Grecia, las hubieran orientado.
- No sabía que Virgil fuera tan famoso- expone Gabrielle muy sorprendida.
- Si...
- Según esto- Gabrielle señala un letrero- El antiguo hostal de Meg es ahora la biblioteca y liceo local... ¡Virgil ha abierto una biblioteca y un liceo!
- Si...
- Vaya... es fabuloso... es decir, hay muchas personas con grandes ideas e historias que no saben leer y escribir... y ahora tienen un lugar en dónde aprender...
- Si...
- ¡Y la biblioteca! Debe de tener todos sus pergaminos y tal vez hasta algunos de otros poetas famosos... debería proponerle que me deje añadir a la colección alguno de mis pergaminos, me encantaría que mucha gente leyera algo mío...
- Si...
- Xena... ¿estás bien?
- Si.
- ¿Demasiada emoción de mi parte?
- Si.
- Lo siento- Gabrielle le da un besito en la mejilla a la guerrera.
- El lugar está cerca... andando.

Las heroínas caminan un poco más hasta llegar al antiguo hostal de Meg que había sido renovado y tiene muy buena pinta.
- ¿Lista?
- No, pero que remedio.
La guerrera golpea la puerta tres veces firmemente. Nadie responde.
- Mmmm... parece que no hay nadie en casa, creo que, mejor volvemos después, quizás dentro de unos diez años- dice Gabrielle, la rubia está muy nerviosa, el movimiento continuo de sus manos así lo delatan.
- Nada de eso, ya llegamos hasta aquí...- Xena vuelve a llamar a la puerta, esta vez de forma mas firme.
Una pequeña ventana que había en la puerta se abre revelando el rostro de una mujer joven bonita, de cabello rizado y rubio bastante largo y ojos oscuros.
- Buenas tardes- saluda Xena. Gabrielle se escuda con el cuerpo de la guerrera por temor a que quien se dejara ver por la ventana fuera Virgil, suspira con alivio al notar que no es así.
- Muy buenas tardes...- responde la mujer- ¿En qué puedo ayudarlas?
- Buscamos a Virgil... ¿está en casa?- dice Xena cortésmente.
- Bueno... pues... él está trabajando, pero si me dan sus nombres iré a preguntarle si puede recibirlas.
- Preferimos darle personalmente la sorpresa de nuestra visita- la amabilidad de Xena estaba menguando.
- Lo siento, pero no puedo dejarlas pasar; denme sus nombres y las anunciaré- dice la mujer tan firmemente como le es posible al sentir la azul y penetrante mirada de la guerrera cada vez más molesta.
- Pero si nos anuncias no habrá sorpresa... ¿Y desde cuándo se necesita cita para hablar con Virgil?
- Es por cuestión de seguridad- dice la joven ya bastante intimidada.
- No pretendo matar a Virgil... por el momento- Xena estaba a punto de perder el control, realmente estaba muy irritable- déjanos pasar.
- No puedo hacerlo.
- Está bien Xena, ella sólo hace su trabajo- dice Gabby tomando a Xena del brazo, luego se dirige a la mujer- Hola, mi nombre es Gabrielle y ella es Xena, somos... amigas... si, amigas de Virgil.
- ¡¿Gabrielle?! ¡¿Xena?!- exclama la mujer muy sorprendida- ¡Vaya! he esperado toda mi vida para conocerlas, mi nombre es Mina, crecí junto a Virgil en ésta aldea escuchando los cuentos del viejo Joxer sobre ustedes.
Gabrielle le ofrece una sonrisa a la mujer.
- ¡Por los Dioses!- continúa Mina- lo que decía el viejo Joxer sobre tu sonrisa es verdad... ¡Es bellísima!
- Gracias- corresponde Gabrielle sintiéndose un poco apenada.
- ¿Podemos entonces ver a Virgil?- dice Xena con fastidio.
- ¡Vaya!- exclama de nuevo Mina- ... en realidad pareces muy poderosa, tan alta... tan fuerte... tus ojos son dos zafiros... tu boca del color de carmín parece una rosa ¡Eres tan hermosa!- Mina parece totalmente perdida en su asombro y en la guerrera. Gabrielle se limita a encarnar una ceja.
- Gracias- Xena tiene que admitir que los elogios son buenos- ¿Podemos pasar?- la guerrera hace uso de una de sus sonrisas de medio lado con el humor un poco compuesto.
- ¡Claro que sí!- dice Mina dejándoles el paso libre a las viajeras.
Ya dentro, pueden observar que la renovación se ha extendido a las salas interiores del antiguo hostal.
- Síganme.
Xena y Gabrielle obedecen y son guiadas por Mina.
- ¿Y por qué tanta precaución?- cuestiona Xena con tono amable.
- Virgil se ha vuelto muy famoso y hay rumores de que un bandido llamado Kovrek y compañía quieren secuestrarlo... él es una persona muy valiosa para la comunidad.
- Entiendo... la fama tiene sus consecuencias- señala Gabrielle.
Continúan el recorrido subiendo por unas escaleras que las conduciría al segundo piso. Se detienen al llegar a una puerta medianamente ancha.
- Éste es el estudio de Virgil y como su visita es una sorpresa pues... adelante- Mina las invita a abrir la puerta por ellas mismas.
- Es ahora...- dice Xena palmeando cariñosamente la espalda de su bardo.
Gabrielle toma la manija de la puerta y la empuja... ahí está, de espaldas a la puerta, sentado en una silla a primera vista cómoda y escribiendo algo en un pergamino sobre una mesa... Virgil. Por un momento Gabrielle no puede moverse, siente que los vellos de la nuca se le erizan y su estómago da un vuelco, su vida había sido cambiada en gran medida por aquel hombre que tiene delante de si.
- ¿Quién llamó a la puerta, Mina?- sin apartarse de su trabajo, de espaldas, Virgil se dirige a la figura por la que se siente observado, suponiendo su identidad.
No recibe respuesta, no de inmediato.
- Nosotras llamamos- dice Xena, con voz grave, al notar que Gabrielle no responde.
Virgil reconoce la voz. El joven se pone de pie casi de un salto dejando caer la pluma con la que escribía y al darse la vuelta se encuentra cara a cara con una Gabrielle todavía sin habla.
- Gabrielle...- susurra Virgil sin decidirse a creer que la visión sea posible.
- Y yo también estoy aquí- anuncia Xena colocándose tras la bardo.
- Xena...- reconoce el poeta- ¡Xena!- exclama ahora poniéndose rojo de ira- ... ¡Vete de aquí, tienes lo que querías! ¡Te la llevaste! ¡¿Qué más quieres de mi?! ¡Maldita seas!
- Yo no te arrebaté nada Virgil, lo sabes- los ojos de la guerrera lanzan destellos de rencor.
- ¡Me dejaste en aquella mugrosa posada!- Virgil esta en un estado de furia incontenible, tanto así que dos lágrimas resbalan por sus mejillas- ... Cuando desperté te la habías llevado... ¡Maldita seas! ¡Te llevaste mi alma Xena! ¡Tú... perra!
- ¡Escúchame bastardo!- Con un ágil movimiento, tan rápido que no da tiempo para que el poeta reaccione, Xena toma a Virgil por el cuello de manera violenta- ¡Yo no te arrebaté nada! ¡Tú te aprovechaste de un hechizo!... pedazo de mierda no entiendo todavía por qué no te maté en ese instante- la voz de la guerrera suena muy peligrosa.
- Estabas celosa...- el joven se zafa del agarre de la guerrera con un fuerte tirón- Preferirías verla muerta antes que en brazos de otra persona.
- ¡Imbécil! Preferiría estar muerta antes que verla muerta a ella.
- ¡Vete Xena!... váyanse las dos.
Xena y Virgil respiran con dificultad por la ira que amenaza con explotar.
- Virgil- la voz de Gabrielle se escucha por primera vez, decidida a intervenir antes de que las cosas se pongan más tensas, si eso puede ser posible.
- ¿Por qué Gabrielle?- Virgil suaviza el tono al dirigirse a Gabby, dos lágrimas más ruedan por sus mejillas encendidas.
- Sabes que fue un hechizo... yo no te amo... no de esa forma. Sin embargo he tenido mucho tiempo para pensar en lo que pasó entre nosotros. Lo que pasó en el festival no podemos cambiarlo. Creo entenderte, sé que me amas y te agradezco la intensidad con la que lo haces... conozco perfectamente el amor y por lo tanto se que hay ocasiones en que nos vuelve ciegos, conozco ese amor que te quema por dentro, que te convierte en bestia y ángel, que estas seguro que va más allá de todo, incluso de la misma muerte.
Xena y Gabrielle intercambian una significativa mirada lo que calma el ánimo de la guerrera.
- Exactamente Gabby, te amo- Virgil toma las manos de Gabrielle- puedo hacerte feliz... sería un buen esposo... un buen padre, eso es algo que ella no puede ofrecerte.br> Gabrielle siente una gran necesidad de gritar, pero se mantiene firme.
- Pero yo amo a Xena y ella me ama.
El poeta suelta las manos de Gabrielle terriblemente derrotado con las palabras seguras de la rubia.
- Si vinieron hasta aquí para decirme lo mucho que se aman y lo estúpido que fui al creer que me amabas Gabrielle ya se pueden ir.
- No- interviene la bella guerrera sin dudar.- Aún hay algo que debes saber. El motivo de nuestra visita.
- Así e.- continúa Gabrielle.- Todo lo que hacemos trae consecuencias y...
- ¿Qué quieres Gabrielle? ¿Qué me disculpe?- interrumpe el joven volviendo a desatar su furia- Pues... ¡Ya está! no tienes idea de cuánto lamento haberte hecho el amor... ¿pero, sabes una cosa? Tú también estabas ahí y digas lo que digas y lo que diga Xena, una parte de ti, una parte de la Gabrielle que no estaba bajo ningún hechizo me demostró pasión y deseo... digas lo que digas Gabrielle, te divertiste... gozaste de lo lindo Gabby.
Demasiado para la guerrera.
- ¡Deja que termine de hablar, pedazo de mierda!- exclama la guerrera volviendo a sujetar del cuello al poeta, el joven deja ver una sonrisa burlona de satisfacción.
- Como decía- continuó Gabrielle un poco perturbada pero manteniéndose segura.- Todo tiene consecuencias y lo que pasó en el festival también... y no tiene nada que ver con una disculpa tuya Virgil.
Al notar el velo sombrío de preocupación que cubre en este momento el rostro de la bella rubia, Virgil deja de sonreír. Xena entonces, lo deja libre.
- Lo que trato de decirte...- el corazón de la bella rubia parece querer salirse de su pecho- ... es que estoy embarazada... estoy esperando un hijo tuyo...
Un silencio sepulcral cae sobre el estudio.
- ¡Vaya!- exclama Mina quien había escuchado todo desde el umbral de la puerta- ¡Qué cosas!
- Gabrielle... yo...- Virgil no tiene idea de qué decir.
- No tienes ninguna obligación con éste bebé- dice Gabby- pero era algo que tenías que saber.
- Yo...
- Parece que se te acabó el ingenio- señala Xena, gran parte de la tensión continúa flotando en el ambiente.
- ¿Pero cómo es eso posible?- inquiere Mina.
Virgil, Xena y Gabrielle observan incrédulos a la joven.
- Bueno... sí se cómo ocurrió... me sé muy bien el cuento de las flores y las abejas... pero me refiero a que... bueno a las circunstancias...
- Virgil te las explicará- responde Xena.- Si es que puede volver a hablar algún día.
- Creo que nos vamos...- expone Gabby.
- ¡No!- se apresura a exclamar Virgil- ¡No pueden irse!... Necesitamos hablar... se trata de... un hijo... de un hijo mío y tuyo Gabrielle.- El rostro de Virgil es indescriptible, como si muchas emociones estuvieran revueltas aunadas a unas ganas tremendas de vomitar.
- No nos iremos de la ciudad... pero necesitas tiempo para reaccionar a la noticia... - dice Xena.
- Si... iremos a una posada, nos veremos mañana por la mañana si te parece bien... estoy muy cansada- Gabrielle esta realmente cansada tanto física como emocionalmente.
- Si... de acuerdo... hablaremos mañana- Virgil está aún pasmado.
- El problema es que desde que el liceo y la biblioteca se abrieron no queda una solo habitación libre en todas las posadas de la aldea...- dice Mina- pero mi madre estará encantada en recibirlas en mi casa, tenemos una habitación vacía... si gustan.
- Si, si- continúa el poeta.- En casa de Mina estarás cómoda Gabrielle...
- Pues si no es mucha molestia, indícanos dónde está tu casa...- dice la guerrera dirigiéndose a Mina y deseando poder salir muy rápido de esa habitación lejos de la visión del estúpido rostro del poeta.
- Hasta mañana Virgil...- se despide Gabrielle siguiendo el camino que Xena y Mina ya habían empezado.

*****

La casa de Mina resultó ser una choza muy agradable, su madre también resultó ser una señora madura muy amable. Ya instaladas en la que sería su habitación, Gabrielle no duda en tumbarse sobre la cama y casi al momento queda profundamente dormida.
Xena, por el contrario, no concilia el sueño, da vueltas y vueltas sobre la cama sin conseguir entrar al reino de Morfeo, teme despertar a su rubia y bella compañera con tanto ajetreo así que decide salir a dar un paseo (la rima salió sin intención... ahh que la madre otra vez!!)

Afuera la luna ofrece suficiente claridad para distinguir las cosas, la guerrera camina con parsimonia hacia el establo para comprobar que Argo esté bien.
Al entrar en el establo-granero, lo primero que llama su atención es un montón de paja que se mueve misteriosamente, como si algo o alguien estuviese envuelto en el montículo de hierba seca, cautelosamente, Xena se aproxima...
La sorpresa de la guerrera aumenta al localizar una mano humana entre la paja...
- ¿Qué haces aquí?- la voz de Xena resuena tan fuerte que la persona envuelta en la paja da un salto tremendo, muy asustada.
- ¡¡Ahhh...!!- Mina intenta controlar el susto- Xena... casi me matas.
- Eres tú- la guerrera enarca una ceja divertida, Mina sacude sus ropas y su cabello- ¿Qué hacías durmiendo allí?
- Esteee...- Mina se sonroja- Cuando no puedo dormir vengo, me meto entre la paja y sagrado remedio... ¿Qué haces tú aquí?
- Cuando no puedo dormir... opto por dar un paseo.
- ¿Y sagrado remedio?
- No... cuando no puedo dormir, simplemente no lo hago... para mi la paja no tiene efecto- la guerrera sonríe.
- Ahh... sí, sí... tú piensas que soy extraña- señala Mina.
- Tienes buena intuición...- la sonrisa de Xena se torna burlona.
- Hey... tampoco se trata de desquitar tus tensiones conmigo- Mina se sienta sobre un madero.
- ¿Tensiones?... yo no tengo tensiones y ¿desde cuándo me perdiste el respeto?
- No te he perdido el respeto, ¡Oh poderosa Princesa Guerrera!- dice Mina alarmada cual adoradora incurable de la bella y heroica guerrera.
- Venga... tampoco exageres...- la morena se sienta a una lado de Mina- ahh... tienes razón estoy bastante tensa, es que...
- Lo del embarazo de Gabrielle debe de ser difícil para ti y más aún siendo hijo de Virgil... con eso de que a la rubia la vuelven loca los pergaminos y la poesía, bibliotecas... apuesto lo que quieras a que estas pensando en si no sería lo mejor dejarla aquí con Virgil.
- ¡Nunca! Gabrielle y yo estamos unidas- exclama Xena en actitud romántica al estilo del Quijote por su Dulcinea.- Mi alma le pertenece y su alma me pertenece...
- ¿Entonces? ¿Qué te provoca el insomnio?
- Pues... pues... ahh... no pienso en dejarla, sino en darle lo que se merece y sacrificar lo que yo quiero... me refiero a que éste sería un magnifico lugar para asentarnos, el bebé tendría cerca a su padre, Gabrielle tendría cerca una biblioteca... ella sería muy feliz aquí y yo no...
- Válgame... eso sí que es un dilema existencial de los buenos...- medita Mina intentando dejar a una lado sus recurrentes pensamientos sobre cierta guerrera con el corazón roto en espera de que le ayuden a repararlo- ¿y qué se supone que vas a hacer?
- No lo sé... supongo que por lo pronto esperar a saber que pensó el idiota de Virgil.
- Ahh... no seas tan brusca con él, es buen chico...
- Eso es lo peor del asunto, es buen chico...- la morena y bella guerrera suspira sonoramente.
- Mira, yo creo que lo que necesita mayor atención en estos precisos momentos son esos nudos que de seguro has de tener en el cuello por tanto estrés contenido...
- Soy una guerrera, puedo estresarme y no habrá gran problema...
- Pues probablemente no, pero preferiría estar segura de que no asesinarás mañana a Virgil... Anda, colócate frente a mí- Mina le indica a la guerrera una posición entre sus piernas...- te daré un masaje que ni en los Campos Elíseos...
- Mmm- la guerrera duda un momento.- No creo que sea buena idea.
- No seas terca Xena... ven de una vez!- ordena con voz firme la atractiva joven.
- Sale...- accede la guerrera tentada por la posibilidad de relajarse con el masaje.

Una marca de vela más tarde, Xena entra a sus aposentos discretamente y se recuesta en la cama a un lado de su rubia bardo.
- La próxima vez que quieras un masaje- la voz de la rubia suena en la penumbra, dejando al punto congelados los movimientos de la morena- dímelo... buenas noches.
La guerrera gira los ojos en la oscuridad, había tenido la corazonada de que el masaje no era buena idea en lo absoluto.

*****

Cuando llegan a la taberna, encuentran a Virgil sentado en una mesa esperándolas, aparentemente tranquilo señala unas sillas en su mesa dispuestas para el par de heroínas. Xena y Gabrielle toman asiento, la morena luce un tanto incómoda debido a que la rubia había despertado con la idea de ignorarla ("¡Venga! el masaje no fue para tanto" le tanteó Xena mientras se vestían, mas Gabrielle solo respondió lanzándole un brazalete directo a la panza). La rubia y la morena ocupan los asientos pausadamente, como probando el ambiente que definitivamente sólo puede definirse como tenso. Virgil, carraspea nervioso. Xena se ajusta unas tiras de la armadura (Gabrielle no le había ayudado esa mañana a atarse correctamente las correas). Gabrielle observa muy atenta el vuelo de una mosca que curiosa, pasea revoloteando alrededor de la hogaza de pan colocada en medio de la mesa.
- ¿Se supone que pasaremos así toda la mañana?- dice Xena acomodándose en la silla.
- No... no, no, no- secunda Virgil atropelladamente.- Tenemos que tratar asuntos importantes.
- Pues yo estoy esperando que todo esté listo y de una vez empezar a hablar- Gabrielle continúa atenta a la mosca.
- Pero todo está listo...- señala Virgil, bastante contrariado por la actitud de la rubia.
- Si...- complementa la guerrera- Podemos empezar a hablar cuando sea...
- Ahh... yo creí que debíamos esperar a Mina- argumenta Gabrielle secamente.
- ¿Y qué tiene que ver Mina en todo esto?- inquiere el joven y apuesto (y nunca bien ponderado) poeta.
- Nada- interviene Xena fríamente- Mina no tiene nada... nada que ver... Gabrielle...
- No te canses- interrumpe la rubia- olvida ese comentario mío... empecemos de una vez.
- Como sea... no lo olvido, hablaremos más tarde.
- Como sea.
Virgil no entiende que pasa, coge un trozo de pan, lo muerde, lo mastica y lo traga; bebe un sorbo de vino.
- He pensado mucho durante la noche... de hecho no pude dormir ni un momento... este es un asunto muyyyyy delicado, y no estoy seguro de tener todas las respuestas y...
- Y... en resumidas cuentas estamos como al principio pero con otro bobo incluido: con un lío de nueve meses y sin saber que hacer...- el mal humor de la guerrera se acentúa a cada momento.
- Ahhh...- Gabrielle da un golpe seco con su palma sobre la mesa- pues no tiene porque ser lío tuyo...- La rubia está que suelta chispas por los ojos que amenazan con calcinar a la guerrera.
Virgil observa la escena, muy, muy, muy sorprendido. La demás gente de la taberna se concentra en la mesa de los tres protagonistas, al llamarles la atención el ruido del golpe.
- No lo dije con esa intención...- Xena se siente bastante molesta- ¡Vuelvan a su comida!- exclama a todos los espectadores, éstos son lo suficientemente listos para buscar rápidamente otro punto de atención y volver a sus platillos.
- Ahora te desquitas con gente que nada tiene que ver en el asunto...- Gabrielle, tranquilamente, se fija en una segunda mosca que se acerca a la primera con la finalidad de hacerla compartir la hogaza de pan.
- ¡No me desquito con nadieeeeeeee! Me lleva el tártaro... Hades, Cerbero y hasta Afrodita... ¡Yo no dije nada... ahhhhhhh...!
Tatatatannnnnnnnn... unas chispas rosas, olor a agua de rosas... prendas de vestir rosas...

- ¿Alguien me llamó?- la diosa del amor aparece recostada sobre la mesa, entre un "Ohhhhhhhhhhh" general.
- ¡Lo que me faltaba!- Xena está a punto de sufrir una embolia.
- Oye nena...- un tipo con facha de teporocho (porque eso de embriagarse a tan temprana hora de la mañana no puede significar otra cosa) habla desde una mesa vecina donde muchas copas están apiladas- ¿Tus braguitas también son rosas?
- ¡Ah!- exclama la diosa consternada- ¡Todo mundo puede verme! Ups... error de cálculo- con un chasquido de dedos, Afrodita se vuelve invisible salvo para los ojos de Virgil, Xena y Gabrielle. "Ahhhhhhhhhhhh" suena con desilusión entre los comensales de la taberna.
- Ahora si, ¿en qué estábamos?- cuestiona la diosa.
- En que Xena se quiere convertir en Hidra porque te apareciste...- señala Gabrielle, continuando con su desconcertante calma.
- Ahhh... ¿otra vez de mal humor guerrera mía...?- le pregunta Afrodita a la guerrera quien curiosamente tiene la vena de la frente muy resaltada.
- Ejem...- Virgil anuncia su presencia... Nadie la nota.
- Ahhh... digo, guerrera suya...- la diosa señala pícara a Gabby.
- Ejem...- repite Virgil... Nadie lo vuelve a notar.
- Debí quedarme en cama y no despertar hoy...- dice Xena al borde de la desesperación total.
- Si, de seguro tienes sueño... eso suele ocurrir cuando una pasa la mayor parte de la noche al saber en dónde... y con quién- las moscas vuelan, Gabrielle las sigue observando.
- Ahhh... en serio Hades... ¡Ven por mi!
- Ejem...- ¿Por qué nadie pela a Virgil?
- ¿Noto algo de tensión entre ustedes?- dice afrodita viendo al par de heroínas intercaladamente.
- Me impresionan tus dotes de adivina...- la guerrera utiliza un tono muy sarcástico.
- Gracias...
- EJEM...- Virgil está apunto de desgarrarse la garganta con tanto carraspeo.
- ¿Alguien tiene gripe?... conozco un remedio excelente... si quieren Xena puede darles la receta....- (jajajajajajajajaJAJAJAJa... chiste cruel con referencia a la primera parte de este fic).
- No, nadie tiene gripe... Buenos días Afrodita- saluda Virgil cortésmente.
- ¡Virgil!... ¡Por nosotros!... osease ¡Por los dioses!- exclama la Venus con ojos desorbitados...- Tú... osea, ustedes... ¿mmm ya?
- Si Dita- señala Gabrielle- Virgil ya sabe que estoy esperando un hijo y que él es el padre...
- Caramba... con razón la guerrera encuerada anda de malas.
- ¡Yo no ando de... ahhh! ¡Cómo sea... da igual... X!- (jajaja... chiste local... lo siento).
La diosa del amor gira los ojos con fastidio.
- Bien... empecemos de una vez- la voz grave de Gabrielle, hace que hasta el corazón de la diosa se acelere... el asunto está empezando a tomar la seriedad que se requiere. La guerrera también reacciona, se acomoda sobre el asiento. Virgil juega sus manos con nerviosismo y Afrodita enrolla un bucle una y otra vez en uno de sus dedos- ¿hablaremos justo aquí?- continúa la bardo.
- No... creo que habrá mucho bullicio... ¿Qué tal si vamos a mi estudio?- sugiere el poeta.
- Si mi opinión cuenta, preferiría un lugar neutro...- dice Xena con gravedad.
- Hagamos lo que dice Xena... vamos a la afueras de la aldea...- decide la rubia.
- Vamos.
Los cuatro se dirigen al lugar.

Los cuatro están sentados sobre la verde hierba, el sol brilla, los pájaros cantan, una brisa fresca hace su aparición, dos ardillas se pasean entre los árboles... ¡Ah que día tan bonito hace!... bueno, no para estos con cara de estreñimiento.
Xena parece agradecer el aire libre, pues ya no tiene la vena a punto de estallarle en la frente. Gabrielle parece menos calmada, ahora ya mueve las manos nerviosamente, Virgil no sabe dónde posar la vista y Afrodita, bueno... Afrodita, afroditando... osease haciendo lo que siempre hace... osease nadita de nada.
Total, que veinte minutos sin que alguien diga algo.
- Algo...- suelta Gabrielle sin aviso.
- ¿Qué?- Xena observa a Gabrielle haciendo eso con su ceja que siempre hace.
- Alguien tenía que decir algo ¿no?- expone la rubia como la creativa bardo que es.
- Venga... Gabby- una mirada furiosa y gélidamente azul se posa sobre el joven poeta- esta... digo, Gabrielle... ehhh... creo que debemos empezar a tratar el asunto que nos concierne.
- "Asunto que nos concierne"- repite la apetecible diosa del amor- vaya... éste se ha puesto al corriente con los estudios... mira que ya es hasta conciernudo.
- Ahh... claro... soy un chico culto...
- Sí... si... un chulo de seguro... bueno... a lo que venimos que empiezo a desesperarme- dice Xena.
- Bien...- la rubia pone con su tono la seriedad requerida para el asunto- ... ¿Qué pensaste Virgil?

En este momento la tensión y preocupación vuelve con mayor fuerza sobre el rostro de todos.
- Gabrielle- la voz grave del poeta suena contrariada- he pensado tantas cosas, he repasado cada posibilidad una y otra vez... y solo se que... quiero tener a ese bebé contigo.
- Uooooooouoooooo...- Xena se pone de pie casi de un brinco, sus ojos sueltan destellos confundidos- ¡¿quieres tener el bebé con ella?!...
- Si... Gabrielle, es mi hijo.
- Sé que es tu hijo. Pero Gabrielle...- Xena comienza a caminar de un lado a otro sin saber que decir exactamente.
- Sí, es tu hijo Virgil, y también es hijo mío... y no puedo negarte los derechos que tienes sobre él...
- Dioses...- bufa Xena dejándose caer de nuevo sobre el pasto.
- Pero yo soy la madre y las condiciones en que este niño fue concebido, me dan muchos más derechos sobre la situación... ¿está claro?- señala segura Gabby mientras se pone de pie.
El poeta asiente suavemente.
- Lo entiendo- señala el joven, parándose frente a la rubia- y sé de antemano que te irás con ella, alejarás a mi hijo... cuando lo que deberías hacer es quedarte, casarte conmigo y formar un verdadero hogar para que nuestro hijo crezca feliz.
- Un hogar sin amor... no es hogar- señala con prudencia sorpresiva, la diosa del amor.
- Pero yo amo a Gabrielle...
- Pero ella no te ama- la voz de la guerrera suena más a pregunta que a afirmación.
Gabrielle al escuchar el dulce temor de su amada morena de ojos azules suelta un suspiro, observa a la guerrera quien mantiene la cabeza gacha y al presentir todo el dolor que ésta siente solo por la muy remota idea de que ella la deje, no puede hace otra cosa que amarla con toda su alma.
La rubia se acerca donde Xena, ella al sentir la presencia de la bardo levanta la vista, acepta la mano que Gabrielle le tiende y se pone de pie. Gabrielle la conduce, aún tomadas de la mano, hasta pararse frente a Virgil.
- Virgil... mira- la rubia le muestra la palma de su mano y la de Xena al poeta quien observa con curiosidad las cicatrices que ahí encuentra- ... Xena y yo estamos unidas, bajo la sangre, bajo la unión de nuestros cuerpos, bajo la unión de nuestra almas... y... de nuestro amor... Amo a esta mujer más de lo que amo mi propia vida, incluso en la muerte... nunca la dejaré... y ahora- Gabrielle suelta la mano de Xena y coloca la suya sobre su barriguita - ... ahora siento que mi alma es entregada dos veces... amo lo que está creciendo dentro de mi... y soy tan feliz como nunca pensé serlo- Gabrielle vuelve a tomar la mano de Xena y esta vez, entrelazando sus dedos con los de la guerrera, coloca ambas manos sobre su abdomen...- y siendo feliz... se lo que es no serlo... y yo no quiero que tú no seas feliz... Virgil, yo no puedo hacerte feliz, aún si me caso contigo, no te amaría y tú mereces ser amado... es también tu hijo y no tengo intenciones de que eso cambie... pero...
- ¿Entonces?
- No se... me quedaría un tiempo... pero solo si Xena se queda conmigo...- bardo y guerrera intercambian miradas... Gabrielle se acerca a Xena y le susurra al oído- No puedo estar si ti... y menos con nuestro hijo gestándose.
- Nos quedaremos...- dice Xena muy segura, con el corazón hinchado de dicha- por lo menos hasta que el bebé nazca, tienes derecho a ser parte de esto Virgil... pero... te advierto una cosa...- la guerrera enturbia un poco el tono de su voz- ... Gabrielle es mi esposa... ¿entendido?
- Si es todo lo que puedo obtener...
- Todo.
- De acuerdo... pero yo quiero cuidar de Gabrielle...
- Pues empieza a hacer fila- dice Afrodita sellando una conversación que pudo haber terminado muy mal.

*****

Afrodita, Xena y Gabrielle deciden ir de compras, bueno... las que lo deciden son Afrodita y Gabby después de que la diosa sugiriera que ese era el remedio a todo el estrés acumulado en la mañana, Xena lo único que hace es arrastrarse por la corriente y negar de vez en cuando al ver el precio de baratijas excesivamente costosas, claro que después del amor que su bardo le demostrara sería una tonta si no la deja comprar lo que quiera.

- Hola...- saluda Mina.
- Hey... - Xena no sabe dónde poner sus manos.
- Hola...- saluda Gabrielle con falsa calma.
- ¿Y tú quien eres?- pregunta Afrodita al mismo tiempo que aparece para la visión de Mina.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡Ahhhhhhhhhhh!!!!!!!!- grita la chica- eres... eres... A-f-r-o-d-i-t-a.
- L-a M-i-s-m-a- le responde Afrodita...- ¿y esta por qué habla así?- le pregunta a Gabby.
- A lo mejor se masajeó de más la lengua- responde fría la rubia.
(Acercamiento al rostro de Xena: ¡Plop! ¡Auch!).
- Ahhh... claro, claro... debo recordar que Xena, la poderosa Princesa Guerrera, tiene trato directo con los dioses... eres... asombrosa- a punto de tirar la baba, esa es la expresión de Mina al ver a Xena.
- Ahhh... oye... oye... shu... shu- exclama Afrodita agitando las manos como las agitaría para una mosca (y la verdad es que Mina no puede ser mejor mosca muerta), separándola un poco de Xena.
- ¿Sabías que soy su esposa?- pregunta Gabrielle. Mina abre mucho los ojos. Afrodita sonríe. Gabby se acerca a Xena y le da un suave beso en los labios- te veo luego esposa mía.
- Ahhhhhhhh... sisisisisisissi- responde Xena completamente roja.
Afrodita suelte una risotada y sigue a Gabby hacia los puestos que faltan por ver.

Xena y Mina quedan solas.
- Ahhhhhhhhhhhh.
- Ehhhhhhhhhhhh.
- Ihhhhhhhhhhhhhh.
- Mmmmmmmmmmmmmmmmm.
- Mmmmmmmmmmmm.
- ¿Te veo luego?
- Si claro.
Ambas toman una dirección distinta.

*****

Xena, Gabrielle y Virgil aprendieron a convivir más o menos bien a lo largo de los siguientes meses, la pancita de Gabby ya dejaba notar mucho que un nuevo ser estaba desarrollándose dentro.
Virgil pasaba la mayor parte de la mañana en su estudio y por las tardes pasaba horas y horas contemplando a Gabrielle, leyéndole sus poesías y sirviéndole (válgase el pleonasmo) cual siervo adorador.
Xena era quien atendía a Gabrielle por las mañanas, cantándole a su barriga, hablándole, acariciándola y complaciendo a la bardo hasta en el más mínimo antojo. Ya por las tardes, cuando Virgil llegaba a la cabaña a las afueras del pueblo que habían conseguido gracias a Mina, Xena se dedicaba a entrenar fieramente para no perder la costumbre y la condición, también de vez en cuando, salía en busca de líos que solucionar, dos o tres ladronzuelos habían sido presas fáciles, realmente muy fáciles, para la Princesa Guerrera y aunque la falta de emoción era en algunas ocasiones bastante frustrante, Xena se tranquilizaba totalmente al llegar a la cabaña y ser recibida por la sonrisa de oreja a oreja de su rubia esposa.
Gabrielle jamás había estado tan feliz y vaya que ya era justo, después de sufrir horrorosa y consecutivamente a partir de la muerte de Xena en Japón, aquella situación le venía de maravilla, hasta Afrodita había aparecido con regalos preciosos para el bebé y golosinas para la madre.
El caso es que todo andaba perfectamente bien.

*****

El gallo canta. La guerrera abre los ojos. La bardo abre los ojos. Xena extiende una mano hacia el abdomen de la rubia. Ella sonríe y suelta un ligero suspiro al sentir el tacto de la guerrera en su barriga.
Xena se coloca de lado, sobre su brazo izquierdo deteniendo su cabeza con la mano para así tener acceso total a Gabrielle. El cabello alborotado de la mujer de ojos verdes luce adorable a los ojos de la guerrera. Se sonríen mutuamente dejándose inundar ambas por los ojos de la otra, la morena se acerca a los labios de su amante y le da un suave beso que termina por convertirse en uno lleno de pasión y amor gracias a la impetuosidad de la rubia quien no tiene reparo en enredar su lengua con la de su amada en una danza matutina deliciosa.
- Buenos días mi amor- susurra la morena sobre los labios de la escritora intentando recuperar el aliento y la cordura perdidos en el beso.
- Muy buenos- Gabrielle sonríe con picardía.
Xena se mete por debajo de las mantas; Gabby suelta una alegre risotada al sentir las cosquillas que el aliento de Xena le provocan cuando ésta coloca sus labios sobre su ombligo.
- Buenos días bebé...- la guerrera besa la pancita de Gabby dulcemente, con completa adoración.
- Me encanta que hagas eso- confiesa Gabrielle después de suspirar profundamente- ¡Ah! Y al bebé también- dice Gabby al sentir al bebé moverse dentro de ella.
- ¡Hey!...- exclama Xena al sentir el movimiento- Yo también me alegro de verte... cuando tú y yo nos conozcamos vamos a ser inseparables- le susurra a la pancita.
Gabrielle sonríe. Ama a Xena, ama a su bebé y los ama juntos.
- ¿Qué crees que sea?
- Mmm...- duda un momento Xena- Me da igual... siempre y cuando esté bien.
- Si, si, a mi también, pero bueno... me gustaría que fuera niña.
- ¿En serio?
- Si...
- A mi también...
- Virgil la otra vez me dijo que quería que fuera niño...
- Afrodita también desea que sea niño.
- Dos... contra dos... es un empate...
- Mina también cree que será niña...- dice la guerrera despreocupadamente mientras continúa dándole besitos a toda la extensión abdominal de Gabrielle.
- Claro... Mina- Gabrielle utiliza ese tono que Xena sabe perfectamente que no quiere que utilice- Supongo que te oyó decir que eso te gustaría... en serio, esa mujer necesita un balde para toda la baba que se le escurre cuando te ve.
- Ahh... ehh...
- Y no lo niegues, está que muere por ti... pero dioses ¡No!- Gabrielle se desliza también por debajo de las sábanas poniendo su rostro al mismo nivel que el de la guerrera.- Esta señora de la guerra es sólo mía- tomando el rostro de Xena entre sus dos manos la bardo sella su afirmación besando con fuerza los labios de la mujer de ojos azules, quien se entrega a su bardo sin mesura.

*****

- Venga Virgil, no seas testarudo.
- No estoy siendo testarudo... ¡Es una idea completamente absurda Afrodita!
- No lo es, es justamente lo que hace falta para que te redimas por acostarte con Gabrielle...
- ¡Hey! Ese punto ya está más que discutido y perdonado.
- Si... claro- el sarcasmo en el habla de la Venus es bien evidente- el hecho de que Xena no te haya volado la cabezota no significa que tengas su perdón.
- Como sea, no pienso dar mi consentimiento para semejante acto antinatural.
- Acto antinatural... acto antinatural...- repite Afrodita intentando no desesperarse y terminar convirtiendo al joven en una lagartija- Si a actos antinaturales vamos... tendríamos que pensar en qué te hizo creer que Gabrielle te amara.
- ¡Basta Afrodita!- Virgil comienza a molestarse en serio- Ya te he dicho que no y no voy a cambiar de parecer.
- Ahh... eres un desconsiderado...
- Y tu una metiche, imprudente y estúpida diosa del amor que no tiene nada mejor que hacer que arruinar la vida de los demás... ¡Largo de aquí!
Al punto Afrodita desaparece muy molesta.

Seguimos a la diosa del amor. La hermosa Dita, aparece frente a las recién reinstaladas parcas.
- ¿Conseguiste la autorización del padre?- pregunta la madre.
- No...- Afrodita suspira con derrota.
- Pues entonces no podemos hacer lo que nos pides, podemos prescindir de la autorización de Gabrielle de Potadia pues has probado que no tendría problemas con esto, pero Virgil, por el contrario, es renuente a aceptar y siendo el padre necesitamos su aceptación- señala la hija.
- Ohh... venga... pero es un testarudo de lo peor... además no le estamos quitando a su hijo, solo... es un pequeñito detalle... ustedes podrían...
- No Afrodita, no podemos hacer eso- expone firmemente la vieja.
- Ahh... che tío es de lo peor.
- Pero es el padre...- manifiesta la niña
- No tienes que recordármelo, gran parte de éste lío es por culpa mía... por eso quería hacer algo lindo por Xena y Gabrielle.
- Entendemos...
- La.
- Situación.
- Pero no podemos hacer nada sin el consentimiento de Virgil.
- Sisisisisi... lo entiendo... y no pienso rendirme, Virgil tendrá que escucharme hasta en sus sueños- Afrodita desaparece con una mueca de decisión en el rostro.

*****

- Pe... pe... pero...
- ¡Pero nada! Y deja de tartamudear Xena... te vi... lo vi todo con este par de ojos del color de la esmeralda que las parcas me dieron.
- Pe... pe... pero...
- Ya te dije que dejaras de tartamudear.
- Ohhh... Pero es que... ¿de qué otra forma podía conseguirlo?
- Virgil pudo sin ayuda...
- Ah... nononono... ¡Claro que tuvo ayuda! Y no me compares con ése.
- Un banco no es una ayuda.
- Si lo es... además, ¡Fue para cumplirte el antojo!
- Y cumplir el tuyo de pasada... ¡Tenías las manos encima de esa mujer!- Gabrielle paseaba por toda la cabaña, mientras Xena aceptaba la riña sentadita en una silla cual esposa obediente y mandilona.
- Ahh...- la guerrera suaviza el tono para intentar por enésima vez explicarle a una excesivamente sensible Gabrielle lo acontecido- Amor, Mina me dijo que las manzanas más dulces eran las de los árboles más altos, y pues para alcanzarlas mínimo necesitaba un banco para trepar a los árboles... y no quería regresar a la casa con las manos vacías... así que Mina se ofreció...
- Claro... ¡Ofrecida descarada!
- Ohh... nonono...- Xena negó rotundamente- déjame terminar, Mina se ofreció para trepar el árbol si yo le daba un empujón, pero resulta que en el empujón no controló bien el equilibrio y no iba yo a dejar que se zampara la trompa en el suelo, eso fue lo que tú viste.
- Mmmmmm...- la bardo se hacía la difícil, realmente le molestaban cosas sin gran importancia, sobre todo si llevaban implícitas el nombre "Mina", pero también hay que hacer notar que Gabrielle adoraba meter a Xena en líos, sabía que le quedaban pocos meses para seguir disfrutando de una morenaza 1000% dulce.
- Venga... sabes que es verdad... además...- Xena le tendió una cesta a la rubia- Traigo veintidós manzanas re ricas para probar que digo la verdad...
- Vale... - Gabrielle gira los ojos como si realmente le costara trabajo perdonar a la guerrera.
- Ohh... ¿ni un besito me merezco por traerle deliciosas frutas que casi le rompen el cuello a una inocente muchacha y casi me causa una fractura espinal por cargar a la méndiga muchacha?- Xena dibuja expertos ojitos de cordero degollado.
Gabrielle obviamente no resiste esa mirada y se lanza a por los labios de la guerrera. Aparte de la sensibilidad excesiva, las hormonas le provocan a Gabby un incremento notable de la libido... no hace falta decir que las manzanas se saborearon de una forma deliciosamente creativa durante toda la mañana.

*****

- ¡Xena! ¡Xena! ¡Xena!

Al escuchar la conocida voz que la llamaba a gritos a lo lejos, la guerrera de ojos azules como el mar, se levantó del lecho donde momentos antes... ahh... pos... ejem... mmm... donde momentos antes "pasaba el tiempo" con Gabrielle, mientras Virgil aparecía como de costumbre para relevarla en el cuidado de la bella rubia. Con calma se colocó la ropa que había perdido en menos de cinco segundos, Gabrielle también se levantó del lecho luciendo una pícara sonrisita de satisfacción.

- ¡Xena! ¡Xena! ¡Xena!
El llamado de Mina estaba notablemente lleno de desesperación lo que provoca que los sentidos de Xena se disparen, la guerrera se apresura a vestirse y salir casi corriendo al encuentro de la joven. Gabrielle también nota que algo parece ir mal y se incorpora inmediatamente tras la guerrera.
Mina llega al encuentro de las heroínas, de su frente corren gruesas gotas de sudor por el esfuerzo de la carrera desde la aldea y de sus ojos brotan algunas lágrimas. Gabrielle y Xena notan en seguida que algo anda muy... muy mal.

- ¿Qué ocurre?- la guerrera toma de los hombros a Mina para encararla y enterarse de una vez de lo que sucede.
- Es... es... es VIrgil- señala entre jadeos la muchacha...- Unos hombres entraron al liceo y lo secuestraron... los vi cuando se lo llevaban...
- ¡Por los Dioses, Xena, tienes que hacer algo!- la rubia reciente con fuerza la mala noticia.
- Y lo haré... ¿Hacia dónde se dirigieron?
- No pude seguirles la pista pero por la dirección en que emprendieron la retirada, supongo que fueron hacia el noreste, rumbo al bosque de las hojas amarillas.
Los ojos de la guerrera adquieren ese brillo especial que siempre adquieren en casos como éstos, dónde ella sabe que el peligro de la aventura es al mismo tiempo tentador y atemorizante.
- Pásame mi espada y el chakram Gabrielle...
La bardo de ojos verdes va sin demora por las armas.
- Voy contigo...- se ofrece Mina, el coraje brilla en sus ojos junto a la decisión- Le debo mucho a Virgil y a toda su familia, no puedo dejar de acompañarte, además soy buena con el arco y la flecha.
- Aquí tienes...- Gabby aparece con el pedido de Xena y con su par de sais bien amarrados a sus botas.
- ¡Ni pensarlo!- exclama Xena firmemente.- Tú no vas- le dice a la rubia.
- Xena... tengo que ir... no puedo dejar que vayas sola y Virgil me necesita.
- No iré sola, Mina irá conmigo y dudo que Virgil quisiera poner en riesgo tu vida y la de su hijo... anda... por favor Gabrielle, te lo ruego mi amor, quédate.
- Pero...
- Por favor...
- ¿Prometes regresar entera?
- Lo prometo... y hasta regreso con el padre de tu bebé...- Xena le ofrece una sonrisita tiernísima a su bardo.
- Me voy a morir de la desesperación aquí sin hacer nada- señala, ya a punto de resignarse, Gabrielle.
- Tengo una idea- continúa Xena- ¡Afrodita!
Destellos rosas, perfume de rosas... ¡¡BUm!! DIOSA DEL AMOR PRESENTE.
- ¿Me llamaron? ¿Para que soy buena? Miren que a mi siempre me dicen que estoy muy buena... jeje.
- Secuestraron a Virgil...
- ¡¡Madres!!....
Xena lanza un fuerte silbido y Argo II aparece galopando al instante, lista para la acción.
- Quédate con Gabrielle- se dirige la guerrera a la diosa del amor, luego cambia de dirección y le tiende un brazo a Mina.- Anda sube tras de mi...- por último, ya con la muchacha arriba tras ella, galopa suavemente hasta Gabrielle- Te amo... vuelvo en un rato...- le manda una sonrisa, le manda un beso y se pierde en el horizonte rápidamente a todo galope.
La rubia bonita observa el punto donde su amada se ha perdido, suspira sonoramente para luego darse vuelta y entrar a la cabaña. Afrodita comparte la preocupación de la bardo, la sigue al interior de la cabaña dispuesta a entretenerla para que la intranquilidad pase lo más desapercibida posible.

*****

Xena y Mina llevan ya más de dos marcas de vela cabalgando a toda velocidad por el supuesto camino que los secuestradores tomaron.
La guerrera aún no encuentra rastros de huída, pero su instinto le dice que la dirección que siguen es la correcta.
Xena encuentra algo extraño en la posición contraria a unos arbustos y se dirige hasta allí para inspeccionar, baja el ritmo del galope, Mina se aferra a la montura lista para saltar en el momento que se requiera.
La guerrera examina el trozo de tela roja que recoge del la tierra, exactamente encima de la huella de una herradura.
- Es de la ropa de Virgil- señala Mina mientras es su rostro aparece un notorio velo de preocupación.
- Ahora sabemos que vamos por el camino correcto- sin demorar más, la guerrera monta de nuevo para emprender la cabalgata otra vez.

El recorrido es accidentado, a pesar de la suave carrera de la veloz yegua, Mina comienza a sentir una ligera molestia en las costillas. EL cerebro de Xena trabaja a mil por minuto, pensando en un plan para rescatar a Virgil.
Xena aviva el oído, aísla el sonido que pretende escuchar con mayor claridad utilizando toda su concentración, cierra los ojos para aumentar la precisión y por fin logra escuchar lo que anhela.

Un montón de hombres están celebrando alguna cosa en un campamento a unos cuantos metros de distancia del lugar en el que Argo II está parada llevando encima a Xena y Mina.
La guerrera sonríe satisfecha consigo misma, sin poder evitar que su ego de guerrera se sienta complacido y vanagloriado por el excelente rastreo.
- Los hemos encontrado.
- Yo lo los veo por ninguna parte- dice Mina mientras observa para todas direcciones.
- Están a 200 varas de aquí, los escucho.
Mina imita la concentración de la guerrera sin lograr percibir algún sonido que denote la posición de los malos.
- Bueno, si tu dices que están a 200 varas, es porque están a 200 varas; supongo que ahora necesitamos un plan... ¿cierto?
- Cierto- la guerrera aprieta los costados de la yegua, indicándole que reemprenda la cabalgata.
- ¿Ya tenemos uno?
- No... necesito saber primero dónde tienen a Virgil y en qué estado se encuentra.
- Ahh... bueno... este... todo saldrá bien ¿cierto?
La guerrera deja la pregunta en el aire y acelera la cabalgata.

Unos minutos después, Xena desmonta junto a Mina y se esconden tras unos gruesos troncos desde donde tienen una buena visión del campamento de los secuestradores.

- Bien- habla la guerrera- son dos guardias en aquella tienda, supongo que ahí esta el líder, seis alrededor del cazo de la cena, tres más jugando naipes, y cuatro vigilando los caballos.
- ¡Ahí!- Mina señala un lugar fuera del campamento del otro lado de donde ellas se encuentran.
- Ahí está Virgil... buen trabajo Mina, se ve herido pero consciente, está atado y cuatro más lo resguardan... eso da un total de 19 o 20 más el líder... no es una gran tropa.
- No creo que se esperaran que Xena estuviera cerca y lista para ir al rescate de Virgil.
- De acuerdo... Mina, lo único que debes hacer es disparar hacia el cazo de comida e intentar que el caldo caliente caiga sobre esos seis, luego te diriges cerca de Virgil, esperas a que le parta la cabeza a esos cuatro y lo liberas, yo me encargo del resto... ¿lista?
- Jamás había estado tan lista...
- Bien... a la cuenta de tres... una... dos...tres.

Mina alista el arco y la flecha y manda el proyectil justo a su objetivo de manera prodigiosa, el caldo caliente se derrama sobre los seis bandidos que lanzan alaridos de dolor.
Xena ya se escurre silenciosamente; como una sombra repentina toma a dos de los bandidos que juegan naipes y hace chocar sus cabezas de manera violenta, el otro no tiene tiempo a reaccionar y no ve venir un fuerte golpe a la quijada con la empuñadura de la espada de la guerrera, un crujido de huesos faciales acompañan la caída del hombre noqueado.
Los demás bandidos se ponen en alerta, la misión comienza a ponerse interesante.
Xena alista la espada, lista para descargar todos esos días de tranquilidad. Son diez los malhechores que atacan a la morena de ojos azules. Xena parece muy divertida con la pelea, realmente no le costaría gran trabajo deshacerse de los bandidos rápidamente, pero se siente con ánimos de jugar un poco, eso hasta que dos logran golpearla en las costillas al mismo tiempo, lo que provoca que la guerrera se enfurezca y no dude en descontarlos uno a uno. Tres muertos yacen sobre el suelo, cuatro inconscientes con varios huesos rotos, los demás han emprendido la huida.

Xena se dirige ahora hacia la tienda del líder, los guardias prefieren no impedirle la entrada y salen corriendo aclamando misericordia.
La guerrera gira los ojos con fastidio y entra a la tienda. Sobre una silla, frente a ella, un hombre de estatura y complexión grande, con un enorme bigote y ricas vestimentas, aguarda tranquilamente su llegada.
- Xena... creí que nunca llegarías.
- Vaya... veo que me esperabas, cosa que no hacía tu pandilla de idiotas.
- Para qué decírselos... hubieran corrido como bebés desde el principio.
- Tú sabías que yo vendría por Virgil y que tus bandidos no serían un problema para mí.
- Sí lo sabía.
- Entonces ¿Qué clase de estúpido eres? Sabes que puedo rebanarte el cuello en dos segundos.
- Sí, lo sé, pero confío en que no lo hagas... Virgil vale mucho dinero y no me conviene perderlo, a ti no te conviene que yo lo pierda.
- No te entiendo.
- Claro que sí, solo que tu vena caritativa se niega a aceptarlo. Xena, no soy un imbécil, cuando los rumores de que estabas en la aldea de Virgil, me puse a investigar cuanto tiempo lo estarías y porqué razón estabas ahí... y cuando descubrí la verdad encontré una fabulosa oferta que negociar contigo.
- Habla claro.
- Simple, tu rubita amante va a tener un hijo de Virgil y tú tienes muchísimos problemas para saber lo que tienes que hacer. El chico es tu problema. Sin él, Gabrielle, tú y el que va a nacer serían los únicos que importarán, Virgil estaría perdido...
- ¿Qué te hace pensar que aceptaré ese trato?
- Creí que eras lista...
- Lo soy... y mucho... tu trabajo de investigación es un fiasco, deberías saber que Gabrielle sabría la verdad y no me perdonaría... y que yo no me lo perdonaría.
Xena toma la espada y en dos segundos, con movimientos demasiado ágiles para describirlos, apunta con el filo de su espada directo al cuello del hombre.

- No eres más que un pobre idiota con pretensiones.

*****

Xena, Mina y Virgil (quien tras ser liberado y atendido por Mina, luce mucho mejor) caminan de regreso a la aldea junto a la bella yegua.
- Muchas gracias Xena... por un momento pensé que aceptarías el trato.
- ¿Sabías sobre el trato?- inquiere la guerrera con tranquilidad, el ejercicio y la aventura le habían sentado maravillosamente a sus huesos y músculos.
- Si... Kovrek me tenía advertido... gracias por no aceptar...
- Gabrielle nunca me lo hubiera perdonado... y yo tampoco.
- Gracias...

*****

El recibimiento en la aldea no fue para nada tranquilo, el rescate de Virgil se celebraba con una gran fiesta. Sin embargo el poeta se retiró, acompañado por Mina, a su casa para descansar. Xena se dirigió a la cabaña, donde Gabrielle esperaba con ansias su retorno.

*****

- Vaya... ¿Qué te hizo cambiar de opinión, muchachito?- pregunta la diosa del amor con las manos sobre sus caderas.
- Ella quiere a mi hijo como si fuera suyo... y también es una forma de agradecerle mi liberación.
- Me alegra que por fin hagas funcionar correctamente tu seso... entonces ¿tengo tu autorización?
- Más que eso... te pido que lo hagas.
- Muy bien... así será...

*****

- Tienes que respirar...- la guerrera sostiene la mano de Gabrielle con fuerza.
- Al diablo respirar...- dice entre jadeos la rubia.
- Por favor mi amor... respira, no grites... respira.
- ¡Cállate Xena!- el rostro de Gabrielle se contrae fieramente por el esfuerzo y por el dolor tremendo que siente.
- Muy bien- habla la partera- Cuando yo le diga puje con mucha fuerza... y no se olvide de respirar.
- ¡Me importa un carajo respirar!- grita Gabrielle.
- Tranquila mi vida, estoy aquí contigo... puja cuando te digan- Xena finge una calma que no siente, tampoco siente ya sus dedos de la tremenda presión que la mano de Gabby ejerce sobre su mano.
- Una... dos... tres ¡Puje!

El esfuerzo de Gabrielle es soberbio, el rostro de Xena también se contorsiona, puede jurar que siente los dolores de parto a la par de su amada Gabrielle.
Virgil, Mina y Afrodita, esperan afuera de la cabaña. Como leones enjaulados pasean de aquí para allá, de allá para acá. Las uñas de los tres están bien roídas por sus dientes, todos parecen a punto del colapso nervioso.

- ¡Una vez más!- exalta la partera.
- ¡¿Qué?!... ¡Ni hablar... qué se quede ahí dentro!
- Vamos amor... se que puedes hacerlo... venga... puja...- gruesas gotas de sudor resbalan de la frente de la bardo y de la guerrera, es hermoso verlas tomadas de la mano, la rubia en busca de fuerza y la morena intentando darle toda la fuerza de su espíritu.
- Una... dos... tres.
Gabrielle lanza un grito, Xena lo secunda...
- Tengo su cabeza...- señala la partera- ahora sí Gabrielle, es el último esfuerzo... lo prometo...
- ¡Yo puedo vivir solo con la cabeza!
- Amor... es el último esfuerzo... el último... por favor...- ruega la guerrera a punto de las lágrimas.
- Una... dos... tres...
Grito de Gabrielle... Grito de Xena...

Virgil, Afrodita y Mina tomados de la mano mirando fijamente la puerta de la cabaña.
Silencio...
Una nalgadita...
Silencio...
Gabrielle retiene el aire en los pulmones. Xena también deja de respirar. Virgil, Afrodita y Mina aprietan con más fuerzas sus manos...
Un grito, un llanto... un primer respiro resuena con gran fuerza. ¡Ha nacido un bebé!

La partera le entrega el bebé a la madre
- Es una niña preciosa y perfecta...- la vieja partera sonríe satisfecha... piensa que esa parte de su trabajo es lo mejor del mundo.
- Es una niña...- las lágrimas de felicidad ruedan descontroladas por el rostro de Gabby.
- Una niña preciosa y perfecta- hay también lágrimas en los ojos de Xena que resbalan delicadamente por su hermoso rostro, se acerca para besar los labios de la madre y luego besa la cabeza de la bebé.
Así se quedan un momento, muy juntas observando a ese hermoso pedacito de cielo, en silencio, disfrutando el momento y luchando por no derrumbarse ante tanta felicidad.
La partera limpia todo y sale de la cabaña. Virgil, Afrodita y Mina entran sin demora.
- Acérquense... conozcan a Cyane- les dice Gabrielle sonriendo con un resplandor celestial, ese que todas las madres adquieren.
- Es una niña...- Virgil comienza a llorar- ... mi hija.
- Es hermosa... igualita a ti Gabby- la diosa del amor se acerca cuidadosamente para examinar a la criatura.
- Vaya... jamás había visto una bebé tan bella- Mina está maravillada con el milagro de la vida.
- Cierto... es igualita a ti Gabrielle...- dice Virgil- y también tiene los ojos de su madre- el joven poeta sonríe de forma misteriosa.
- ¿Los ojos? Pero si no le has visto los ojos- señala Xena inspeccionando los pequeños parpados cerrados.
Como si la bebé supiera de lo que están hablando, aprovecha ese momento para abrir los párpados y descubrir un par de ojos tan azules como el océano.
- ¡Por los dioses! - exclaman Xena y Gabrielle al mismo tiempo.
- Yo diría: ¡Por Las Parcas!- dice Afrodita sonriéndose cómplice con Virgil.
- Xena... son... son tus ojos- el asombro de Gabrielle es muy... muy grande.
- Pero... pero... ¿cómo es posible?- el asombro de Xena no es menos.
- Es mi obsequio para las nuevas mamás...- dice Virgil- Mío y de Afrodita, tú me has dado un gran regalo Gabby, nuestra hija es perfecta; tú, Xena, me devolviste la libertad y amas a mi hija como si fuera tuya y sé que la cuidarás como yo lo haría o aún más y mejor...
- ¿Ustedes hicieron esto?- le pregunta Xena a Afrodita.
- Las parcas me debían un par de favores- dice la diosa del amor más contenta que una mariposa en primavera.
- Gracias- Xena no puede decir nada más.
- Gracias- secunda Gabrielle...

El telón va descendiendo, dejándonos con ese cuadro...
Cyane creció como cualquier niña crece, bueno, como cualquiera con una madre guerrera, una madre bardo-guerrera, y un padre poeta al que veía sin falta todos los veranos.
Vivió muchas aventuras viajando de pueblo en pueblo al lado de sus dos madres y también desventuras, pues pertenece al ciclo de la vida, ese que da vueltas... y vueltas y a veces marea.
Tal vez algún día se hable de Cyane... pero esa ya será otra historia... una que tal vez contaré cuando se tenga que contar.

FIN


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