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Capítulo I

  

 

EL 15 DE FEBRERO DE 1901, UN GRUPO DE ENTUSIASTAS MUCHACHOS DE LA CALLE COTABAMBAS DECIDIÓ FORMAR SU PROPIO EQUIPO DE FÚTBOL, LLAMADO SPORT ALIANZA. SIN SABERLO, HABÍAN DADO INICIO A CIEN AÑOS DE GLORIOSA HISTORIA.

 

Las cinco cuadras de la calle Cotabambas –que parte en el Parque Universitario y termina en la avenida Grau–, son un resumen de la vida limeña en el año 2001, de sus habitantes y sus ocupaciones. Allí conviven dos agencias de transporte, un callejón donde se vende carbón, tres talleres de mecánica, una panadería, cuatro mercadillos, un hostal dos estrellas, cinco playas de estacionamiento, una pequeña imprenta, seis casas antiguas que se rematan como terrenos, un local del partido de gobierno, siete estudios de abogados, un segundo piso donde se aplican inyectables. El Teatro Pardo y Aliaga y la Casona de la Universidad Nacional de San Marcos le conceden un aspecto académico en sus inicios, que pronto –a media cuadra– se diluye en librerías transformadas en puestos de alquiler de revistas, dos peluquerías y unos baños de servicio público. La jefatura de la Policía Metropolitana, ubicada en la quinta cuadra, tampoco alcanza para concederle al barrio el aspecto de una zona segura: un oscuro salón de billar, dos chifas dedicados a la venta de cerveza y tres bares atiborrados de parroquianos desde el mediodía, funcionan victoriosos sobre cualquier intento de imponer orden y disciplina.

 

Es el año del centenario y los vecinos de la tercera cuadra de Cotabambas ya se han acostumbrado a las visitas de periodistas, investigadores, curiosos, que se acercan por el barrio porque les han contado que allí se fundó Alianza Lima. Los mayores improvisan historias sobre el stud, el presidente Leguía, las antiguas familias del lugar; los jóvenes se pasean con camisetas blanquiazules, patean una trajinada pelota, dibujan corazones aliancistas en las paredes. Un periodista insiste y toca la puerta de la casa 327 para preguntar si allí vivían antes los Chacaltana, fundadores del club.

 

–Aquí viven todavía–, responde el señor que abre la puerta. –Aquí todos hemos sido siempre de Alianza.

 

COTABAMBAS 1901

 

La familia Chacaltana vivía en una finca de quincha y adobe que tenía una entrada por Cotabambas y otra por Sandia. El padre, Mariano Chacaltana, era carpintero, y tuvo seis hijos con María Chacón: Julio, Guillermo, Rosa, Herminia, Lucinda y Manuel. Estuvieron entre los primeros vecinos del barrio de las chacaritas –formado por las calles Cotabambas, Bambas, Sandia, Mapirí e Inambari–, en las afueras de la ciudad de Lima, al pie de las antiguas murallas. En la zona convivían solares y callejones, pequeñas huertas y caballerizas, talleres artesanales y pulperías.

 

Vecinos de los Chacaltana eran los Carvallo, que se habían asentado en la esquina de Mapirí y Sandia. El padre era José Carvallo Gonzales, la madre Mercedes Gonzales, y los tres hijos se llamaban Manuel, Herminia e Ismael. Don José tenía un negocio de telas y confecciones. Eran de Barranco, pero dejaron su casa en 1895 porque quedó destruida al paso de Nicolás de Piérola por el lugar.

 

Más allá, en la propia Cotabambas, vivía una familia de italianos. Ángel Pedreschi Andreucci y su esposa Juana Pierotti Acorzini habían llegado de Florencia en plena guerra con Chile y se instalaron en el barrio, en una casa de amplios salones y patio central, con huerta y corrales para las aves en la parte trasera. Los Pedreschi Pierotti tuvieron once hijos: Angela, Eduardo, Adela, Carlos, Adolfo, Amelia, Amasili, Juan, Augusto, Ricardo y Wilfredo. Todos se educaron en el Colegio Italiano y tocaban instrumentos musicales; Eduardo la mandolina, las cuatro hermanas el piano, Adolfo era tenor... los fines de semana la familia se reunía para cantar canciones populares italianas y piezas de ópera. Doña Juana nunca llegó a aprender bien el castellano y les transmitió a sus hijos el orgullo de su origen lombardo. Don Ángel puso una fábrica de licores en Sandia que funcionó bastante bien. Está entre los industriales notables que en 1896 fundaron la Sociedad Nacional de Industrias en Lima.

 

Los muchachos Chacaltana, Carvallo y Pedreschi, se hicieron buenos amigos. Se juntaban también con Alberto López y Julio Rivero, hijos de Doña Petita y Doña Francisca, vecinas que tenían sus negocios de comida en la tercera cuadra de Tipuani, entre Sandia y San Carlos. Por allí caía Eduardo Méndez, hijo de Doña Hermenegildo, que tenía una verdulería en la tercera cuadra de Inambari; también José Carreño, el hijo de la costurera que vivía en Cotabambas 334. Y otros más, Cirilo Cárdenas, Carlos Villarreal, José Paulet, que venía de la alameda Grau, Alberto Moncada, hijo de Don Delfín, que tenía una cigarrería en la calle Mantas, los hermanos Cucalón, Eleodoro y Augusto, hijos de un comerciante chino, estudiantes del colegio Guadalupe... Comenzaban a juntarse los muchachos que fundarían Sport Alianza.

 

ENTRE CABALLOS Y FOOTBALL

 

En 1899 se sumaron nuevos vecinos al barrio de las chacaritas. A pocos metros de la finca de la Chacaltana se instaló el Stud Alianza, de propiedad de Augusto B. Leguía, gran turfman, y H.M. Beausire, industrial inglés. La nueva sociedad tenía cinco caballos de carrera: El Gaucho, Fantoche, Blondina, Insurgente y General Delgrave, que competían en las pruebas que se realizaban en la Cancha Meiggs de Bellavista. Después se incorporaron dos ejemplares más: La Noche y Mar Bravo. No le fue tan bien al flamante Stud En las competencias durante esa primera temporada, pues sólo obtuvo tres triunfos y ganó 694 soles en premios.

 

En la temporada de 1900 mejoró el rendimiento de la caballada de Cotabambas. Fantoche ganó cuatro carreras y finalizó tercero en la estadística general. El Stud Alianza ganó 2.550 soles en premios, siendo superado solamente por Mizapah y Ampo. Los colores que llevaban los jockeys –chaqueta azul, mangas negras y blancas, gorra negra– empezaban a lucirse en la hípica peruana.

 

Los muchachos del barrio solían reunirse en el potrero donde se ubicaban las caballerizas de los fina sangre de Leguía y Beausire. No tardaron en trabar amistad con los trabajadores del corral, que les permitían divertirse allí con una pelota de trapo jugando football, ese deporte que estaba ya dejando de ser exótico y que practicaban los ingleses del Lima Cricket en el campo que tenían en Santa Sofía, sobre la alameda Grau.

 

Los ingleses no eran los únicos que jugaban football en los alrededores: los alumnos de la Facultad de Medicina de San Marcos habían fundado el Club Sport Fernandino el 16 de junio de 1900 y, siguiendo su ejemplo, los alumnos de Jurisprudencia fundaron el Club Carolino en noviembre. Ambos funcionaban en el Gimnasio Universitario de San Marcos, que quedaba en la primera cuadra de Cotabambas. La Copa Universitaria, programa atlético anual que se disputó desde 1899, incluyó en su segunda edición un partido de football entre Medicina y Jurisprudencia al que asistió Eduardo López de Romaña, Presidente de la República.

 

El Colegio de Lima, ubicado en la primera cuadra de Inambari, también tenía un buen equipo de football. Era uno de los principales animadores de los campeonatos interescolares y fue finalista del certamen de 1900, que perdió en el último partido ante el poderoso Guadalupe. Viendo a los gringos de Lima Cricket, a los universitarios de San Marcos, a los alumnos del Colegio de Lima, los muchachos de Cotabambas decidieron fundar su propio equipo.

 

ALIANZA, HORA CERO

 

En una entrevista publicada en la revista El Íntimo (No. 1,976), Manuel Carvallo asegura que fue él quien dio la idea de formar un equipo. “Todo empezó el 2 de febrero, en una reunión en la calle Juan Castilla, cuando asistíamos a una fiesta. La idea prendió en el grupo y fundamos el Sport Alianza unos días después, el 15 de febrero, en una reunión en las esquinas de Cotabambas y la alameda Grau, que era la única gran avenida que existía en Lima”.

 

Manuel tenía doce años, su hermano Ismael nueve. Julio Chacaltana iba a cumplir recién ocho años el 12 de abril. El mayor del grupo era Eduardo Pedreschi, que había nacido en 1887; sus hermanos Carlos y Adolfo no llegaban a los diez años. Ellos –con José Carreño, Eduardo Méndez, Cirilo Cárdenas, Carlos Villarreal, Luis Buitrón, Manuel Aranda, Hipólito Venegas, Antonio La Torre, Alberto y Antonio Palomino, Luis Litardo, José Paulet, Alberto Moncada, Eleodoro y Augusto Cucalón, Alberto López y Julio Rivero– aprobaron el nombre de Sport Alianza para el nuevo equipo, en honor al corral en el que se reunían para jugar su deporte favorito.

 

No eran negros ni trabajadores del stud los fundadores de Alianza. Eran en realidad un grupo de niños que comenzaban a hacerse hombre. Poco después de formado el equipo de Cotabambas falleció Don Ángel Pedreschi, dejando viuda y once hijos huérfanos. Eduardo, como hermano mayor, debió asumir el rol de jefe de familia los trece años y comenzó a trabajar en el negocio de los licores que había dejado su padre. No pudo seguir jugando football con la frecuencia de antes por sus nuevas obligaciones, pero pasó a desempeñar otro papel entre sus amigos: como él mismo manejaba el dinero que dejaban las ventas de licores, se convirtió en el protector ideal del Sport Alianza, en el padrino que podía conseguir un buen balón y un juego de camisetas.

 

Eduardo les encargó a sus hermanas Amelia y Amasili que hicieran los primeros uniformes del equipo: camisetas verdes con el color de la bandera italiana para que mamá Juana no se molestara; pantalones blancos como todos los footballers de la época. Muchos años después, las hermanas Amelia y Amasili siguieron dedicándose a la costura y pusieron una tienda de ropa para niños en Manco Cápac. Nunca se casaron y vivieron en una casa de Jesús María hasta su muerte, en los años setenta. Menuditas, siempre vestidas de negro, siempre juntas, en las reuniones familiares nunca podían explicarle a sus sobrinos de dónde habían salido las camisetas blanquiazules de Alianza.

 

–¡Si nosotras las hicimos verdes!–, recordaban ambas perfectamente.

 

LOS TRABAJADORES DEL STUD

 

No hay actas, fotografías, documentos oficiales, ni siquiera apócrifos, que registren la fundación del Sport Alianza en 1901. Queda la palabra de sus fundadores, que en los años siguientes recordaron muchas veces el episodio, no sin caer en contradicciones. Sin embargo, a partir de esos testimonios, algunos hechos irritables pueden verificarse consultando los archivos de otras instituciones.

 

En la Biblioteca del Jockey Club del Perú se encuentra las actas de esa institución desde su fundación en 1895. Allí están registradas todas sus actividades y los nombres de propietarios, caballos, preparadores, jinetes, vareadores, aprendices. En la cuarta página del tomo correspondiente al año 1899 aparece por primera vez Alianza, registrado como un nuevo corral que pertenecía a la sociedad formada por Augusto B. Leguía y H.M. Beausire. Se detallan sus colores –azul, blanco y negro– y quiénes trabajan allí: Juan Ibarra (preparador), Humberto Valenzuela, Juan de Dios Pérez, Basilio Carreño (jockeys), Gabriel Lareto y Carlos Zavala (vareadores) y Manuel Gutiérrez (aprendiz).

 

En los años siguientes se lleva el registro de la misma manera. En 1900, Basilio Carreño pasa a ser el preparador de los caballos y se incorporan Segundo Saravia, también como preparador, y Rufino Zúñiga con Luis Tapia como jinetes. En 1901, cuando se funda el Sport Alianza, se menciona a tres personajes nuevos: Pompeyo Longori, cuidador exclusivo del ejemplar Esmeralda, Rosendo Flores, trabajador del corral, y el Negro Matute, jockey peruano. En los años siguientes ingresan al stud el preparador norteamericano Guillermo Hossack, los jockeys jamaiquinos James Ramsing y Sammy Talles, y el peruano M.J. Escobar. En 1904 H.M. Beausire abandona la sociedad y queda Augusto B. Leguía como único propietario, nombrando a Alfredo Benavides como representante del stud. Entran dos nuevos jockeys: el peruano Gregorio Arruz y el chileno Dávalos, y un vareador, Alberto Ángeles.

 

Estos documentos aportan pruebas irrefutables: los fundadores del Sport Alianza no eran trabajadores del stud. Y el stud –así llamado pomposamente–, era en realidad un corral, como se le registra en las actas del Jockey Club del Perú, en el que se guardaban cinco o seis caballos. Entre todos los nombres recogidos de las actas del Corral Alianza no hay ninguno que figure en la lista de fundadores conocidos del equipo de football. El único caso que llama la atención es el de Basilio Carreño, pues entre los muchachos que fundaros  Alianza está José Carreño, hijo de Mercedes, costurera de Cotabambas. ¿Era este Basilio acaso el padre de José? La respuesta es negativa: Basilio Carreño era chileno, llegó en 1899 para trabajar en el Corral Alianza, y para entonces José ya tendría unos diez años. Muchos de los trabajadores del stud eran extranjeros: de Chile llegaron Zúñiga, Tapia, Saravia, Dávalos y el propio Carreño; de Estados Unidos el preparador Hossack, de Jamaica los jockeys Ramsing y Talles. Hombres de hípica, no parece probable que tuvieran interés en juntarse con los muchachos de Cotabambas ara jugar football.

 

UN EQUIPO INFANTIL

 

Las edades de los muchachos que fundaron el Sport Alianza confirman que este era un equipo infantil de football. Por eso, es difícil encontrar registros de sus primeros partidos. Es probable que, rondando todos los jugadores aliancistas los doce años de edad, sus primeros rivales hayan sido otros equipos menores de barrio, a lo sumo el del vecino Colegio de Lima. Lógicamente, esos partidos no merecieron ninguna cobertura periodística.

 

Las actas que se conservan en el Lima Cricket and Football Club aportan otras pistas. En esos documentos se anotan las actividades realizadas por este club de ingleses desde la última década del siglo XIX. Allí se consignan las solicitudes que hacían los equipos locales para enfrentar al poderoso once del Lima Cricket o utilizar su campo de juego ubicado en Santa Sofía. Por esas páginas pasan los nombres de diferentes equipos de Lima y hasta provincias que desafiaban a los futbolistas ingleses. Estos discutían en sus reuniones en el Club Phoenix si aceptaban o rechazaban tales retos, buscando acomodar las fechas para que Santa Sofía pudiera utilizarse como campo de fútbol y de cricket.

 

Hasta 1921, año en el que se funda la Liga Peruana de Football, no aparece el nombre del Sport Alianza en las actas del Lima Cricket. Especialmente reveladora resulta la confirmación de que H.M. Beausire, copropietario del Corral Alianza, era simultáneamente presidente del Lima Cricket a comienzos del siglo XX. Que el nombre del Sport Alianza no asomara en las discusiones del Club Phoenix, presididas por el propio Beausire, confirma que prácticamente no había relaciones entre el equipo de football y el corral, más allá de servir este como eventual escenario para los juegos de los muchachos. H.M. Beausire era un entusiasta futbolista y un reconocido industrial que tenía un próspero negocio en la calle Melchormalo. Si el Sport Alianza hubiera sido un equipo del stud, lo lógico sería que Beausire fuese su benefactor y presentara a los muchachos de Cotabambas ante los socios del Lima Cricket. Y si el Sport Alianza hubiera sido, en sus inicios, un equipo de cierto poderío, lo lógico sería que apareciese en las actas del Lima Cricket. No sucede ni una ni otra cosa.

 

LOS PRIMEROS PARTIDOS

 

Para añadir más confusión a estos años iniciales de la historia blanquiazul, a comienzos del siglo XX no había uno, sino varios equipos llamados Alianza (Sport Alianza, Sportivo Alianza, Alianza Chorrillos, Association Alianza). En su edición de la tarde correspondiente al 17 de setiembre de 1904, el diario El Comercio publica el siguiente anuncio:

 

Match de football: Mañana a las 3 p.m. se verificará en la explanada de la Escuela Militar de Chorrillos un match entre el “Club Alianza” y la selección de artillería de dicha escuela. El eleven que tomará parte por el “Alianza” es el siguiente: “Goalkeeper: C. Garzón. Fullbacks: C. Alvarado, E. Espinoza. Halfbacks: E. Dávila, J. Contreras y Carlos Santos. Forwards: A. Arenas, A. Rivera, E. Jiménez (capitán), E. Bastas, J. Valdivia”. ¿Cuál de todos los Alianza es este?

 

El profesor Alberto Cajas, que recogió sus investigaciones sobre los primeros años del fútbol peruano en un libro llamado El Fútbol Asociado, identifica a este equipo como el Sportivo Alianza, proveniente del barrio de San Francisco. Armando Leveau,  historiador aliancista, lo considera como el Sport Alianza de Cotabambas, que luego se transformó en Alianza Lima. La ausencia de los nombres conocidos del barrio de las chacaritas parecería darle razón al profesor Cajas. Sin embargo, Leveau cree que, siendo niños los fundadores del equipo, en los siguientes años se reforzaron con jugadores mayores, es decir, los que vencieron 2-0 a la Sección de Artillería el 18 de setiembre de 1904 en Chorrillos con goles de A. Rivera y Estuardo Bastos (el Bastas que aparece e El Comercio).

 

En los años siguientes persiste la confusión. Alianza se presenta en los campos de Santa Beatriz, en el Recreo Grau, en la Escuela de Artes y Oficios, enfrentando a equipos reconocidos como el Unión Cricket, el Association Football o Atlético Chalaco. Leveau ha encontrado un partido en el que indudablemente juega el equipo de Cotabambas recién el 10 de abril de 1910, pues en sus filas están los hermanos Cucalón, Alberto Moncada y José Paulet. Ese Alianza le gana 2-0 al Sport Lima con goles de Moncada y Jara. A partir de esa fecha, ya se encuentran en los equipos de Alianza nombres conocidos como los de Cirilo Cárdenas, Julio Rivero, Manuel e Ismael Carvallo, Eduardo Méndez, Julios Chacaltana, Alejandro Palomino, hasta Eduardo Pedreschi... El Sport Alianza de la calle Cotabambas había reaparecido en la historia. Estaba listo para convertirse, en los próximos años, en el club más importante del fútbol peruano.