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El Cementerio

El Cementerio

Esto sucedió al sur de la ciudad de México, era un Sábado y asistí a una tertulia a la casa de un entrañable amigo, compartimos varias historias de terror. Entre las historias que se contaron en la reunión, varias contó el anfitrión acerca del cementerio que existe muy cerca de su casa y que yo pasaba cada vez que iba a visitarlo. Al acabar la reunión tomé mi auto con dirección a mi casa, y al pasar el cementerio me dió risa todo lo que platicaban acerca de éste, ya que yo nunca creía en esos asuntos.

Seguí mi camino algunas cuadras, dos o tres de ellas hasta virar en una calle, algunos segundos después sobre la misma calle me topé con una señora que vestía toda de negro a la vieja usansa pidiendo aventón, obviamente no pensé en dárselo debido a la inseguridad que vivimos actualmente en esta ciudad, al llegar al final de la calle, justo donde tenía que dar vuelta para tomar otra avenida, sin saber como estaba otra vez en el inicio de la calle que hacía unos segundo ya había transitado.

Muy asustado de nuevo encontré a la misma señora, pidiendo aventón y de nuevo me negué a darlo, así que llegué una vez más al final de la calle y de nuevo estaba al principio, me fijé en el reloj de mi automóvil y eran las 3:24 am, esto me sucedío seis veces más, y de nuevo estaba al principio de esa calle, que para ese entonces ya me sabía de memoría, la última vez que miré mi reloj eran las 3:46 de la mañana y yo seguía en el mismo punto, al inicio de esa calle obscura, sin ninguna persona, solamente la señora que me pedía aventón.

Mi corazón saltaba de miedo y mis nervios me acababan, en realidad no sabía que hacer, quería pensar que era un sueño, pero intenté todo para darme cuenta de que en realidad estaba despierto.

Decidí armarme de valor y bajarme a preguntarle a la señora hacia donde iba, paré el auto, bajé la ventana y la mujer después de todo el miedo que me había inspirado mientras rondaba la calle, ahora me daba una profunda confianza, la mujer era una viejita con un rostro angelical que me pedía que la llevara a su casa, no se porque, en realidad no lo entiendo todavía accedí a llevarla, subi a la mujer en la parte de atrás de mi auto y siguiendo sus instrucciones llegamos hasta la puerta del cementerio del que me había reído minutos antes.

La mujer bajó de mi auto, se acercó a la puerta que estaba cerrada y por un segundo voltée a ver mi reloj de nuevo, marcaba las 3:55, regresé mi mirada a la puerta del cementerio y la mujer ya estaba adentro despidiéndose de mi. Enseguida retomé el mismo camino hacia mi casa y volví a pasar por la calle que había transitado ya varias veces, pero esta vez si pude terminar mi recorrido y seguir transitando por las demás calles, hasta llegar a mi hogar.

Esta historia la he contado a todos los amigos que estuvieron ése día y nadie me lo ha creído pero fué real.

Atentamente Jesus Sierra.

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