MITOLOGÍA EGIPCIA
EL LIBRO DE LOS MUERTOS
He aquí Osiris, el escriba Ani, después que llegó a su puerto de descanso. Que lo que se hizo sobre la tierra por parte de Ani sea bendito, todas las palabras del Tmu ocurren."Yo soy el dios Tmu en mi resurrección; yo soy el Único. Yo nací en Nu. Yo soy Ra que resucitó en el principio. El ha gobernado lo que hizo."
Entonces, ¿quién es éste? Es Ra que resucitó por primera vez en la ciudad de Sutenhenen coronado como un rey en su resurrección. Los pilares de Shu no fueron creados todavía, cuando él estaba sobre el alto sitial de quien está en Khemennu.
"Yo soy el gran dios que lo engendró, incluso Nu, que creó su nombre Paut Neteru como dios."
Entonces, ¿quién es éste? Es Ra, el creador del nombre de sus miembros, que nació en la forma de los dioses en el séquito de Ra.
"Yo soy quien no es desalojado de entre los dioses."
LIBRO DE LOS MUERTOS: Capítulo XVIII 3,12
- LA CREENCIA EN LA INMORTALIDAD
- LOS MITOS COSMOGÓNICOS
El sistema cosmogónico heliopolitano es revelador de por sí. En primer lugar, se indica que en el origen existía una inmensidad de aguas llamada NUN y con él la oscuridad y las tinieblas. En segundo lugar, se afirma que existía yacente ATUM, el que existe por sí mismo; aparece de forma inexplicada sobre el NUN sin ser una criatura de él. En tercer lugar, ATUM se pone en movimiento y surge una isla del océano a la cual sube. Una vez ahí crea la Eneada nombrándolos (haciendo uso de su facultad de convertir en materia las palabras que pronuncia)... "Todas las palabras del dios TMU ocurren".
En el origen, la oscuridad, las tinieblas y el océano primordial. Una primera impresión nos diría que el principio de generación es único, el NUN, mientras que los otros dos elementos descritos, la oscuridad y las tinieblas, son sólo recursos estilísticos cuyo fin es resaltar el primitivismo del origen. Es posible que sea así, la ausencia de luminosidad es complementaria de la absoluta imposibilidad de reconocer objetos y, por lo tanto, resulta sencillo deducir que en un espacio oscuro no hay más que lo que hará que después algo pueda ser generado. En nuestro caso, oscuridad y tinieblas podrían reforzar visualmente la imagen de un inicio temporal anterior a la creación; el océano primordial, la inmensidad de las aguas, representaría la fuente que animará al creador, RA. Aquí es donde se complica la propuesta pues el surgimiento del creador es extremadamente significativo.
ATUM (RA) es descrito yacente sobre las aguas del NUN, inerte, sin vida. Existe por sí mismo, no depende del NUN ni es generado a partir de él. El caso es que vuelve a la vida sobre una isla que emerge del NUN, resucita, no sobre las aguas del océano sino sobre una tierra que surge de él. Por lo tanto, ATUM no es generado sino que se supone autogenerado; pero en él el asunto de la generación no se reduce al acto a través del cual se llega a la vida sino que puede suponer un doble proceso: En primer lugar, su llegada y aparición en el NUN que lo identifica como un ser inerte que comparte el espacio con el océano sin haber sido creado por él; en segundo lugar, su resurrección sobre la isla que emerge del NUN y que pone en movimiento el mecanismo de la creación.
Pueden plantearse algunas hipótesis: ATUM se mantiene inerte mientras no se halla sobre la isla que emerge del NUN y, por lo tanto, su resurrección sólo se hace posible una vez que esté sobre aquella isla por lo cual el principio vital se hace manifiesto de forma activa en este último momento, habiendo estado latente en el NUN. Si esta hipótesis resulta razonable tendría que aceptarse que junto con el océano debe existir algún otro principio que interviene en la revitalización del creador y que se hace manifiesto, en su actuar, en el surgir de la isla. Este segundo principio tendría que ser el responsable de la fertilidad del terreno que hará posible la vuelta a la vida de ATUM, es decir, es un principio que debe complementar el trabajo del océano primordial.
Lo que acá se está describiendo es el proceso natural que involucra la inundación, el paulatino decrecimiento de las aguas y proporcional reaparición de las tierras inundadas y la posterior utilización del terreno fértil para la siembra en un proceso cíclico que se repite anualmente como un acto de renacer de la naturaleza. En este proceso son fácilmente identificables los momentos de la descripción del relato cosmogónico: el océano primordial representa las aguas de la inundación, la isla que emerge de las aguas da cuenta de la progresiva recuperación de la tierra firme como consecuencia del decrecimiento de las aguas y la aparición de RA-ATUM y su posterior resurrección representa la fertilidad de la tierra recuperada que, al abrigo del sol, producirá y dará inicio a un nuevo ciclo creador.
La complejidad del relato daría cuenta de la inabarcabilidad comprensiva del proceso que se haría manifiesta en la pregunta acerca de la recuperación de la fertilidad de la tierra luego de su inundación. Este enigma del proceso natural que daría expresado en el relato mítico a través de los pasajes que describen la aparición de un RA revitalizado sobre la isla que emerge de las aguas. Por decirlo así, luego de la inundación del principio, las condiciones que hacen posible la generación del universo sólo se hacen realidad después de la resurreción de RA pero como posibilidad están ya latentes en la isla que emerge del océano y que sirve de sostenedor de la obra creadora de RA y de RA mismo. Esto quiere decir que el que resucitó en el principio, RA, vuelve a la vida no en el NUN sino fuera de él, en la isla que emerge de él. Su vuelta a la vida tiene más de un elemento que la hace posible: en el NUN yace inerte (en medio de la oscuridad y las tinieblas), habiendo llegado a la existencia por sí mismo pero reviviendo sobre la isla que emrge de las aguas. Parece ser que los elementos que hacen posible su resurrección se hayan presentes en estos momentos: uno de ellos es el NUN pero no sería el único.
De esta manera, siguiendo la lógica de la argumentación, el yacente ATUM del principio se halla inerte sobre las aguas del NUN; no son las aguas las que lo hacen volver a la vida sólo puede ser la voluntad de este ser inerte (?) o algún otro factor que, junto con las aguas del NUN, crearía las condiciones para su resurrección. La segunda hipótesis, la de la voluntad de ATUM, puede ser una buena correspondencia del nombre del dios, "el que existe por sí mismo", pero genera un problema de muy difícil solución: Desde el punto de vista del sentido común, resulta difícil comprender cómo un ser inerte puede tener voluntad y cómo esta voluntad puede hacer posible un cambio de estado tan radical como el que se pretende. Además, esto supondría la absoluta diferencia entre ATUM y el NUN pues este segundo haría las veces de una suerte de condición espacial para describir la resurrección de RA y su posterior acto de creación.
La clave se haya en que lo que se describe no es un acto de creación sino un proceso a través del cual se llega a la resurrección del creador. En esta justa medida, la creación de la Eneada por RA cumple con la función de hacer explícito este proceso. Los dioses generados a partir de RA no describen en su totalidad el mapa del sosmos, al contrario, parecen responder a una intención muy diferente que la de hacer una estructura para explicar la composición del mundo. Los cuatro primeros dioses (SHU, TEFNUT, GEB Y NUT) representan fenómenos naturales y aspectos del cosmos pero los otros cuatro dioses (ISIS, OSIRIS, NEPHTHYS Y SETH) parecen representar referentes que tienen que ver de forma directa con el proceso de resurrección y de renacimiento de la naturaleza.
- LA RELIGIÓN SOLAR: LOS MUCHOS NOMBRES DE RA
"RA era poderoso y su poder y su secreto permanecían en su Nombre Secreto. RA tenía el poder de pronunciar palabras que se convertían en materia." Pronunció SHU (vientos, aire), TEFNUT (lluvia, humedad), GEB (tierra) y NUT (cielo) así fue creando el mundo y todo lo que en él habita y es conocido.
La llegada a la existencia de la primera pareja de dioses, SHU Y TEFNUT, nos coloca frente a la aparición de dos elementos naturales cuya manifestación se hace patente en el proceso de la inundación. El aire bajo la forma del viento y el agua bajo la forma de la lluvia se hacen presentes en el momento de la crecida y disminución de las aguas, son parte del proceso a través del cual la naturaleza renace, proceso éste que tiene como telón de fondo las aguas de la inundación y como fuente de reanimación de la naturaleza al sol. El sol, cuyo acto de reaparición se describe como un acto de renacimiento, y las aguas de la inundación, que contienen dentro de sí todo lo que va a hacer posible el renacimiento de la naturaleza, existen desde el principio sólo que mientras uno de ellos, el NUN, lo cubre todo, el otro, el sol, espera el momento de su reaparición para crear todo de nuevo. Su renacimiento trae consigo la vuelta a la vida de la naturaleza, iluminando todo lo que anteriormente había estado en tinieblas producto de la oscuridad que era consecuencia de su estado inerte.
El sol renace pero en este acto, que es un acto en el cual hace manifiesto su poder volviendo a iluminar y volviendo a dar calor, trae a la existencia todo lo que cae bajo su influencia. De esta manera, el sol no es sólo creador sino que es principio de individuación en la medida en que su facultad iluminadora permite reconocer diferencias. Quizá sea una mezcla de esta cualidad con aquella que lo caracteriza como fuente de calor lo que nos permita identificar con mayor claridad el poder que se halla en su Nombre Secreto y que le da la facultad de convertir en materia las palabras que pronuncia. El poder que esconde su Nombre Secreto sería una mezcla de su capacidad lumínica (diferenciadora) y su capacidad calórica (sustentadora): no sólo individualiza (nombrando - iluminando) sino otorga existencia (materializando - calentando). La inercia del principio daría cuenta de la pasividad o de la potencialidad latente en aquél pero lo que resulta extraño, desde el punto de vista de la razón, es el modo en que éste renace sin mediar causa agente alguna.
Se puede responder diciendo que se está intentando describir un proceso cíclico, un proceso que se repite constante e indefinidamente, pero la respuesta siempre será insuficiente porque si bien la experiencia nos muestra un proceso cíclico, se está intentando acceder, con la descripción, al primer episodio de la historia y si se insiste con la tesis del ciclo tendrá que aceptarse que aquel primer momento no es en realidad el primero sino la culminación de un proceso y el inicio de otro. De ahí que el sol no aparezca sino reaparezca; de ahí que la palabra clave no sea creación sino renacimiento y resurrección. Se puede percibir con nitidez el enorme vacío que esta tesis deja pues no se explica ni se pretende explicar cómo o bajo qué causa es que este renacimiento se produce. Una explicación sobre este asunto se hace necesaria pues se trata de un proceso y, en tanto tal, la muerte del sol y su posterior resurrección son parte de ese proceso pero no son el proceso; son, por decirlo así, el aspecto más notable de este proceso, notable, en el sentido en que no sólo es de lejos el momento más importante de la muerte y el posterior renacimiento de la naturaleza sino en el sentido en que es el que más destaca, el que más sobresale para el observador. El renacimiento y la muerte del sol traen consigo el renacimiento y la muerte de todo lo que bajo su auspicio, existe.
El proceso del renacimiento de la naturaleza se hace manifiesto de diferentes formas y en diversos grados: el grado inferior es el de la recuperación de la fertilidad de la tierra que trae como consecuencia el regreso de todo lo que tiene vida pero esta fertilidad es, a su vez, consecuencia de las bondades que ofrece el sol a través de su calor y su luminosidad; el grado superior de este renacimiento es la reaparición del poder del sol que hace posible todo lo demás. No obstante, el renacimiento de la naturaleza supone más que estos procesos que quedan incluidos en él, supone la regeneración de todo el proceso, la renovación de la repetición: regeneración y renovación que deben hallarse latentes en la naturaleza, que deben estar subyaciendo a todo lo manifiesto del proceso, que deben estar presentes potencialmente en la naturaleza para que la repetición sea posible. Es factible que eso es lo que hayan querido denotar con el nombre de ATUM, en su forma de yacente inerte.
Será signo manifiesto de que el proceso se ha reiniciado y que, por lo tanto, el renacer de toda la naturaleza está en camino, el hecho que el sol haya reaparecido. Entonces, la salida del sol será sinónimo del amanecer pero también será la señal que el proceso ha vuelto a empezar, es decir que lo oculto, lo desconocido, ha vuelto a la vida, ha resucitado y a puesto en marcha el mecanismo de la generación. ATUM (TMU) resucita como RA.
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