EL
TERCER MANDAMIENTO
Introducción: El primer mandamiento nos muestra qué
cuál debe
ser la actitud dedispuesto nuestro corazón hacia Dios, el segundo
dirige la boca y la lengua hacia Diosél. “<169>El
tercer mandamiento enseña cómo el hombre se debe dirigir hacia Dios
externamente en las obras, o sea, en el culto.”<170> Lutero. Pero No obstante, cuando
comparamos el tercer mandamiento con su explicación, algo raro nos impresiona. El mandamiento habla de un día de fiesta que debemos
santificar;, la explicación, por otro lado, no nos dice
nada de un día de fiesta, sino nos enseña cómo debemos considerar la palabra de
Dios. ¿Cómo se debe entender esto? Con ello nos damos cuenta
Esto nos demuestra que en el tercer mandamiento —en la forma en que Dios
en un tiempo lo dio a los judíos en el monte Sinaí— se encuentrahay mucho que ya no se
aplica a nosotros los cristianos.
1. Primero hablamos del entendimiento correcto
de este mandamiento. Preguntas 31 y 32.
a. “<169>Acuérdate
del día de reposo para santificarlo”<170>,
así dice eleste
mandamiento. En
el monte Sinaí DiosEl Señor dio este mandamiento con mucho más
detalle en el monte Sinaí. (ÉExodo 20:8-11). Este mandamiento fue dadoSe dio a los judíos.
EllosLos judíos
tenían que celebrar determinados días de fiesta, como el séptimo día de la
semana, el sábado,. unEn
ese día en el
cual no debían hacer ningún trabajo. (ÉExodo
16:23,29; 35:3).
Dios seriamente loes
amonestó a guardarque guardaran este día. En el
Antiguo Testamento el que no lo guardaba se incurría
en un grave pecado, cometía transgresión contra el claro mandamiento de Dios. Dios Él había establecido la
pena de muerte por transgredirla transgresión de este
mandamiento. (Números 15:22-36). Y
aparte delde este sábado, Dios había dado a su pueblo en el Antiguo
Testamento toda una serie de días de fiesta. —--
Nosotros los cristianos en el Nuevo Testamento ya no celebramos el séptimo día
de la semana, el sábado, ni tampoco las demás fiestas judías, loas cuales Dios en un tiempo tan enfáticamente
había mandado. ¿Debemos estarlo haciendo? Oigamos
lo que dice la Sagrada Escritura del Nuevo Testamento acerca del sábado. En Mateo 12:8 Cristo dice que el Hijo del Hombre es Señor
también dsobre el sábado. ÉEl
estableció el sábado para que tuviera vigencia durante cierto tiempo en Israel.
Y cComo él ha dado este
mandamiento, también tiene el derecho
de quitarlo otra vez.
Y
en el Nuevo Testamento Dios
realmente ha eliminado este mandamiento de días de fiestas específicos en el Nuevo Testamento. Eso lo aAprendemos eso del siguiente pasaje:,
Colosenses 2:16-17.
Los cristianos ya no deben hacer
ciertas cosas asunto de la conciencia, dice el apóstol. Tenemos
que hacer algo un asunto de la conciencia cuando hacemos
es algo
que Dios ha prohibido o no hacemos lo que
Dios ha mandado, cuando pecamos contra alguna ley,. lo cual seríaEso luego es pecado. Por
otro lado en lo que
Dios no ha mandado ni prohibido no debemos hacerlo
asunto de la concienciacondenar ni permitir que otros lo hagan. En esas cosas estamos libres. Ahora
el apóstol dice que no debemos permitir que nadie haga
asunto de la concienciajuzgue en cuanto “<169>a
días de fiesta, luna nueva o díasdias
de reposo.”.<170> Luego
Dios ya no manda estos
días especiales de fiesta, fiestas de luna
nueva o días de sábado ya no son mandados por Dios. Dios mismo ha eliminado todo eso. No es
ningún pecado si ya no los
celebramos este día de fiesta. Y el apóstol agrega también la razón por la que todo eso ya se ha sido
eliminado. Fue “<169>sombra
de lo que había de venir”<170>. Todo
eso pertenecía a la ley del culto de los
judíos, y era una imagen o una sombra de Cristo. Ahora
Cristo él mismo ha venido, y así las sombras e
imágenes no son innecesarias. Este mandato
acerca del sábado judío ya no es pertinente para nosotros
los cristianos., es decir, Yya no tenemos la obligación desomos obligados a observar el séptimo día de la
semana y las demás fiestas judías. (Hay
una secta, los Aadventistas del Sséptimo
Ddía,
que enseña, en contradicción a la palabra de Dios, que nosotros
los cristianos todavía estamos obligados a celebrar el sábado).
Dios ha eliminado este
mandato acerca del sábado judío, y también no ha establecido ningún otro día en su lugar del sábado judío. (Ese error loo enseñan falsamente casi
todas las iglesias falsas, diciendo que si bien ya no estamos obligados al
sábado, sin embargo ya hay otro día de fiesta, o sea, el
domingo, que tenemos que celebrar según
el mandato de Dios). Dios Él no nos ha mandado que
celebremos este o aquel o ningún día de fiesta determinado. Así que Nno es por lo tanto
ningún pecado si celebramos o no celebramos determinados días de
fiesta. Para nosotros todos los días son iguales. Así
afirmamos en primer lugarprimeramente en cuanto a este mandamiento: Dios no nos ha
mandado a nosotros los cristianos que
guardemos ningún día de fiesta determinado.
b. Dios
no nos ha mandado ningún día de fiesta determinado. Esto lo
hemos aprendido de la su palabra de Dios. Y sSin embargo, nosotros los
cristianos celebramos ciertos días de fiesta. Especialmente
celebramos el primer día de la semana, el domingo. Además
celebramos muchas fiestas especiales, la Nnavidad,
la Ppascua, etc. (Si
el tiempo lo permite, el maestro aquí debe dar un repaso breve de todo el año
eclesiástico y explicar a los niños el significado de nuestras hermosas fiestas
cristianas. Se debe hacer esto especialmente en la instrucción para la
confirmación.) —-- Nosotros lLos cristianos no celebramos estos domingos y días de fiesta por mandato divino. Ya
hemos oído, que Dios no nos ha mandado que
guardemos determinados días de fiesta. ¿Por
qué entonces celebramos los cristianos estos
días? Leemos en Hebreos 10:25 que no debemos dejar de congregarnos. De estoDe eso vemos que es la
voluntad de Dios que nosotros los
cristianos nos reunamos, y que nadie debe ausentarse sin necesidad de tales
asambleas. El siguiente pasaje, Hechos 2:42, nos muestra por qué nosotros los cristianos debemos congregarnos. La primera congregación cristiana en Jerusalén se reuníaió
para escuchar la doctrina de los apóstoles, para partir el pan, o sea, para
celebrar la Santa Cena, y para orar en común, es decir, para celebrar unidos el culto público, escuchar la palabra de
Dios y usar el sacramento. Luego eDios quieres la
voluntad de Dios que nosotros los
cristianos nos reunamos para el culto público, que oigamos la predicación de la
palabra de Dios, que usemos el sacramento
y que nos unamos en la oración. Todos deben participar de esta proclamación pública de la
palabra de Dios; nadie debe ausentarse de estas asambleas. Pero
si nosotros los cristianos debemos reunirnosasamblearnos para la predicación, debetiene
que haber días señalados con este propósito para que los cristianos sepamos cuándo será predicada la
palabra de Dios, y así cuándo debemosn venir acudir para escuchar la predicación. Con este fin, no Dios, sino la iglesia cristiana,
ha escogido ciertos días y establecido que los cristianos se reúnan en ellos para oír la palabra de Dios. Los cristianos hanHa escogido especialmente
el primer día de la semana, el domingo, porque fue en
un domingo queen
ese día el Señor Jesús resucitófue
resucitado de los muertos. Luego
celebramos el domingo y otras fiestas en libertad cristiana para tener tiempo y oportunidad para el
culto público.
En sí mismo el domingo no es mejor que
otro día. Nosotros lLos cristianos
santificamos el domingo al
escuchar en ese díaen esta manera, que en él
escuchamos la palabra de Dios. (“<169>¿Cómo tiene lugar ahora esta
santificación? No sentándonos detrás de la estufa o haciendo trabajos
vulgares o colocándonos una corona sobre la cabeza o poniéndonos el mejor
vestido; sino, como antes se indicó, para que nos ocupemos en la palabra de
Dios y nos ejercitemos en ella... En
efecto, la palabra de Dios es la cosa más santa de todas las cosas santas. Todavía más, ella es lo único que nosotros los cristianos
conocemos y poseemos... La palabra de Dios es el tesoro que
todo lo santifica y, también, lo que ha santificado a todos los santos. Ahora bien: las
horas dedicadas a la palabra de Dios, ora predicándola, ora escuchándola, ora
leyéndola, ora meditándola, son una ocupación que santifica a la persona, el
día y la obra; mas no por la mera obra exterior, sino por la palabra de Dios
que nos hace santos a todos.”<170> (Catecismo
Mayor, Mandamientos, #88,91,92). Este
mandamiento no nos señala ningún día determinado, sino exige que se predique,
se oiga y se aprenda la palabra de Dios. La palabra de Dios es la
cosalo
principal en este mandamiento. Por
eso la explicación no nos habla de ningún día de fiesta, sino habla de la
palabra de Dios y cómo la debemos considerar.
2. Además
aprendemos lo que se nos prohíbenos es prohibido
en este mandamiento. Preguntas 33 y 34.
Nuestro catecismo lo indica
con las palabras:
“<169>Debemos temer y amar a Dios de modo que no
despreciemos su palabra y la predicación de ella.”<170>
a. No
debemos despreciar “<169>su
palabra y la predicación de ella.”<170> Nuestro
catecismo distingue aquí entre la predicación y la palabra de Dios. ¿Cómo se debe entender esto? No
como si la predicación no fuera también la palabra de Dios. La
predicación viene por la palabra de Dios. (Romanos 10:17). El
Señor dice acerca de toda predicación del Evangelio: “<169>El
que a vosotros oye, a mí me oye.”<170> Lucas
10:16. Con la palabra “<169>predicación”<170>
nuestro catecismo señala el culto
público, que especialmente se celebra en los
domingos y en los días de fiesta. En él la palabra de Dios se proclamaes
proclamada públicamente y se explicaexplicada
en la predicación. —-- Se encuentra Een el
culto público se encuentran también muchos además otros elementos y no de
sólo la
palabra de Dios. Allí se administra el sacramento, allí oramos
y cantamos. —-- Pero Sin embargo, no solamente
sólo en
la predicación pública oímos la palabra de Dios. También
la tenemos escrita en la Biblia. Nuestro
catecismo especialmente señala la
palabra escrita de Dios cuando al lado de la predicación menciona la la palabra de Dios. Luego con la palabra
y la predicación de ella entendemos el culto público, con la predicación, la
oración, el canto y el sacramento, y la palabra escrita de Dios, que leemos y
contemplamos en nuestras casas.
b. Todo
eso no lo debemos “<169>despreciar”<170>.
Uno dDespreciar algo esal
considerarlo sin
importancia y valor, como algo que le importa poco o nada. El
desprecio de la palabra de Dios se demuestra en primer lugar cuandoen
esto, que a uno no le importa nada la palabra de Dios, que uno no asiste al culto público, que uno no participa del sacramento, que uno no lee ni medita en la Biblia, sí, tal
vez hasta se burla y blasfema de la palabra de Dios. Eso
es el desprecio más grosero de la palabra divina, pero no se prohíbe aquí solamente tal
desprecio grosero de la palabra de Dioseso es prohibido aquí. También ellos desprecian
la palabra de Dios y la predicación aquellos que son negligentes en el uso de
ella, que visitan solamente sólo rara vez el culto
público, que sólo de vez en cuando leen y meditan la palabra de Dios. Y también entre aqueéllos
que con más frecuenciatemente
oyen y leen la palabra de Dios y la predicación hay personas que las
desprecian. El
Señor Eso nos lo demuestra el Señor en lasu
parábola del sembrador. (Mateo 13:3-4). El
que de hecho oye la palabra de Dios pero pronto la olvida otra vez, no permite
que eche raíz en su corazón, la oye con indiferencia, y
desprecia la palabra de Dios y la predicación. Es despreciarSe desprecia la palabra
de Dios cuando uno no asiste nunca o asiste irregularmente o cuando usa
descuidadamente la palabra. (“<169>De
aquí que no pequen contra este mandamiento únicamente quienes lo usen
groseramente en indebidas formas profanándolo, como, por ejemplo, hacen los que
se dispensan de escuchar la palabra divina por avaricia o por ligereza o están
en las tabernas locos y beodos como los puercos; sino que también quebrantaen
el mandamiento un sinnúmero de personas que oyen la palabra de Dios como una
nadería cualquiera o que sólo por costumbre oyen el sermón, y entran y salen de
la iglesia de tal modo que, al cabo del año saben tanto como al principio.”<170> (Catecismo
Mayor, Mandamientos, #96).
c. Y esto es un pecado grave. El
que no oye la predicación, que no lee la
Biblia, que no usa el sacramento, con eso
no desprecia al hombre, sino a Dios
mismo, quien es elél que nos habla en su palabra. Lucas 10:16. Tal La personahombre,
que desprecia a Dios, que no leo teme
ni le ama, no es de Dios, sino del diablo. Juan 8:47. Leemos acerca dquee
los fariseos y de los escribas, que despreciaron
la palabra de Dios y los sacramentos. Lucas
3:30. Y eso significaba que rechazaban los planes de que Dios tenía para con ellos. El que rechaza la palabra de Dios, rechaza con eso el medio
por el cual Dios según su planconsejo nos quiere justificar y salvar. El que rechaza la palabra de Dios será rechazado por Dios. Oseas 4:6. ¡Evitemos con todas nuestras fuerzas
este pecado de rechazar la palabra divina!
3. Finalmente, oímos lo que Dios nos manda en
este mandamiento.
Pregunta 35.
a. Debemos considerar santa la predicación y
la palabra de Dios. Como es la palabra del Dios santo, la su palabra de Dios es
santa. No debemos hacerla santa la palabra de Dios. La palabra de Dios es másMás bien es “<169>la
cosa santísima”<170> que hace todo lo demás santo. Es y sigue siendo santa, si nosotros la consideramos asísanta
o no. Luego santificar no
significa hacerla santa. Santificar la palabra de Dios sSignifica considerarla como algo santa, considerarla como algo sumamente valiosa. Lo que esto significa Aaprendemos
lo que esto significa de en Isaías 66:2. Dios
mirará, o sea, se agradará de aqueél que
tiembla a su palabra.
El que santifica la palabra de Dios es
el que la ve como lo que realmente es:, como la palabra
de Dios, como la palabra en la cual
Dios le habla. El que realmente reconoce la palabra de Dios como talpalabra
de Dios tiembla delante
de ellatal palabra, tiene una santa reverencia por la palabra de Diosella. Le dará Tendrá horror de la
idea de distorsionardistorcionar o de mal interpretar
mal la palabra;,
la acepta tal como está y reza. Le repugnaráTendrá horror de hacer algo que sea contrarioa
a esta palabra.
Santificar la palabra de Dios luego
significa tener
unsentir
santo horror de profanarprofanaar la su palabra de Dios y sentir una reverencia por ella como de la
palabra del Dios santo. También debemos tener por santa la
predicación, recibirla
como la palabra de
Dios, como los tesalonicenses recibieron la predicación de Pablo como palabra
de Dios. 1 Tesalonicenses 2:13; Lucas 10:16.
b. Demostramos que consideramosSe demuestra este santificar la palabra de Dios santa cuandoen que la oímosoigamos
la palabra. Hacemos esoOímos la
palabra de Dios especialmente
en la predicación, en el culto público. Debemos
con diligencia asistir a los cultos divinos. Con
este fin nosotros los cristianos
interrumpimos nuestro trabajo diario en los
domingos y los días
de fiesta, no porque es elsea domingo ni porque tenemos tengamos un
mandamiento de Dios de que no podamos trabajar en
el domingoese
día, sino para tener tiempo y oportunidad para de asistir al culto. UTenemos un hermoso
retrato de tal asistencia diligente al culto divino en la tenemos con
Ana, la madre de Samuel. 1 Samuel 1. Pero Sin embargo, cuando vamos a la iglesia, a la casa de Dios, debemos
pensar en lo que está escrito en Eclesiastés 5:14:17. No debemos ir a la iglesia solamente
sólo por
costumbre, no para hacer una buena obra o para hacer un
servicio sobresalienteservir a Dios de manera excepcional, sino para escuchar la predicación y la palabra de
Dios. De otro modo nuestra asistencia a la iglesia sería el sacrificio de los
necios, una obra externa, que esserá
una abominación a Dios. —-- Pero Eel
catecismo más bien dice
que debemos oír la predicación de la palabra de Dios de buena voluntad. Escuchar la palabra de Dios no
debe ser para nosotros una carga pesada, sino un deleite, un gozo. Qué hermoso retrato nos da la profetisa Ana, que nunca
estuvo ausente del templo, Lucas 2:37, y sobre todo Jesús, nuestronuesto mismo Salvador, Lucas 2:41 y siguiente. Y realmente tenemos buenas razones para asistirque asistamos con gozo a los hermosos cultos del
Señor. Salmos 26:6-8. Allí se
son predicandas las
maravillas del Señor, las sus grandes obras de Dios para nuestra redención,; allí se oye en los cantos y las oraciones
de los creyentes la voz de la acción de gracias. Es pPorque la su palabra de Dios nos es proclamadase proclama allí para nuestra salvación que debemos de buena gana estar presentes en los
atrios de su casa.
(Compare también Salmo 27:4; 84:2-4). (Sin duda también será beneficioso impresionar a los alumnos
el sentido y el profundo significado de todas nuestras prácticas en eldel
culto).
Debemos escuchar de buena
gana, es decir con deleite
y gozo, la palabra divina, debemos tener nuestro
deleite y gozo en ella. De esto
sigue, sin embargo, se concluye que nosotros
debemos cooperaremos
para que la palabra de Dios sea predicada entre nosotros,. dandoDebemos
dar parte de
nuestros bienes terrenales, para que el oficio de la predicación sea
establecida y mantenida en nuestro medio. Debemos
contribuir para el sostén terrenal de aqueéllos
que nos proclaman la palabra de Dios. Dios
nos ha mandado ehacerlo sto en
su palabra. Gálatas 6:6. Y hay
más. En Colosenses 3:16 leemos que la palabra de Dios debe morar en abundancia entre nosotros. No es suficiente que la oigamos la palabra
de Dios en la iglesia. También
se oye la palabra de Dios en la clase del
catecismo, y en las clases bíblicas y de
en la
escuela dominical.
También aquí debes escuchar con
diligencia y voluntariamente la palabra de Dios. Pero Al mismo tiempo, debemos también tener la esta palabra de Dios en
nuestras casas. Nosotros
mismos debemos leerlas y amonestarnos con
salmos, himnos y cánticos espirituales. También
en nuestras casas debemos cantar al Señor preciosos cánticos espirituales. El jefe de la familia debe también leer la palabra de Dios a los
suyos en la casa la palabra de Dios y
meditarla, cantar y orar. (Las devociones en casa.) Cada cristiano también por sí mismo debe leer y meditar la palabra de Dios;,
debe sentarse con María a los pies de Jesús y escuchar sus palabras. Lucas 10:29.
Sin embargo, para santificar la
palabra de Dios correctamente no es suficiente que solamente
sólo la oigamos
la palabra de Dios o la leamos y luego
otra vez la olvidemos, como hacen tantos, sino debemos también aprenderla. Eso
consiste en primer lugar en recibirque recibamos
la palabra de Dios , recibirla con fe como la
su palabra de Dios. 1
Tesalonicenses 2:13. —-- Además debemos, como María, la madre del
Señor, Lucas 2:51, guardar la palabra en
nuestros corazones, es
decireso es, meditar sobre la palabra de Dios, para que siempre la entendamos
mejor. —-- En la parábola del sembrador Cristo nos habla
de oír correctamente, de los que guardan y retienen la palabra oída, y “<169>dan
fruto con perseverancia.”<170> (Lucas 8:15). Nosotros
también debemos retener la palabra de Dios y perseverarnos en la fe hasta el
fin. Solamente Sólo entonces seremos
salvos. Lucas 11:28. —-- Los
que oyen de la manera debida también “<169>dan fruto con perseverancia”<170>. Finalmente pertenece una parte deal aprender la palabra divina es,
que guiemos toda nuestra vida y manera de ser en conformidad consegún
ella. (Santiago 1:22).