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HIMNO ANTIOQUEÑO

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El autor de la letra del Himno Antioqueño fue Epifanio Mejia, nacido en Yarumal(Antioquia), quien escribió un poema titulado "El Canto Antioqueño", obra publicada en 1868. Sólo a finales del siglo XIX se abrió concurso para que este poema fuera musicalizado, con el fin de convertirlo en el himno propio de la región. Este fué ganado por el Maestro caucano Gonzalo Vidal y por la ordenanza de 1962, fué adoptado oficialmente como el Himno de Antioquía.

CORO

Oh libertad que perfumas

las montañas de mi tierra,

deja que aspiren mis hijos

tus olorosas esencias.

Oh libertad, Oh libertad.

 

I

Amo el sol porque anda libre,

sobre la azulada esfera,

al huracan porqué silba

con libertad en las selvas.

 

II

El hacha que mis mayores

me dejaron por herencia,

la quiero porque a sus golpes

libres acentos resuenan.

 

III

Forgen déspotas tiranos

largas y duras cadenas

para el esclavo que humilde

sus pies de rodillas besa.

 

IV

Yo nací altivo y libre

sobre una sierra antioqueña,

llevo el hierro entre la manos

porque en el cuello me pesa.

 

V

Nací sobre una montaña,

mi dulce madre me cuenta

que el sol alumbró mi cuna

sobre una pelada sierra.

 

VI

Nací libre como el viento

de las selvas antioqueñas,

como el Cóndor de los Andes

que de monte en monte vuela.

 

VII

Pichón de águila que nace

sobre el pico de una peña,

siempre le gusta la cumbres

donde los vientos refrescan.

 

VIII

Cuando deciendo hasta el valle

y oigo tocar la cometa, subo a las

altas montañas

a dar el grito de alerta.

 

IX

Muchachos, les dijo a todos

los vecinos de las selvas,

la cometa esta sonando...

¡tiranos hay en la sierra!

 

X

Mis compañeros alegres,

el hacha en el monte dejan

para empujar en sus manos

la lanza que el sol platea.

 

XI

Con el morral a la espalda

cruzamos llanos y cuestas,

y atravezamos montañas

y anchos ríos y altas sierras.

 

XII

Y cuando al fin divisamos,

alla en la llanura intensa,

las toldas del enemigo

que entre humo y gente blanquean.

 

XIII

Volamos como huracanes

regados sobre la tierra,

¡a ay del que espere empuje de

nuestras lanzas revueltas!

 

XIV

Perdonamos al rendido

porque támbien hay nobleza

y en los bravos corazones

que nutren las viejas selvas.

 

XV

Cuando volemos triunfantes

las niñas de las aldeas

rinden coronas de flores

a nuestras frentes serenas.

 

XVI

A la luz alegre tarde

pálida, bronceada, fresca

de la montaña en la cima

nuestras cabañas blanquean.

 

XVII

Bajamos cantando al valle

porque el corazón se alegra;

porque siempre arranca a gritos

la vista de nuestra tierra.

 

XVIII

En la oración; las campanas

con golpe pausado suenan;

con el morral a la espalda

vamos subiendo la cuesta.

 

XIX

Las brisas de las colinas

bajan cargadas de esencia,

la luna brilla redonda

y el camino amarillea.

 

XX

Ladran alegres los perros,

detrás de las arboledas

y el corazón oprimido

de gozo palpita y tiembla.

 

XXI

Caminamos...Caminamos...

y blanquean...y blanquean...

y se abren con ruido

de las cabañas y puertas.

 

XXII

Lagrímas, gritos, suspiros,

besos y sonrisas tiernas,

entre apretados abrazos

y entre emociones revientan.

 

XXIII

¡Oh libertad que perfumas

las montañas de mi tierra,

deja que aspiren mis hijos

tus olorosas esencias!

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