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A casi 200 años de la llegada de Alejandro de Humboldt a estas tierras equinocciales del nuevo mundo, la perplejidad que nos embargó al aventurarnos en esta caminata para contemplar lo infinito de la vida en la Cordillera de la Costa puede compararse, en estos días, a lo que significó para el naturalista alemán la maravillosa selva tropical nublada.
Esta vez fueron dos días de agotadoras escaladas, y bajadas también.
El viaje comenzó con una plácida visita a la Hacienda Cariaprima en el fascinante y misterioso valle de Chirgua, en los valles altos del occidente carabobeño. La estructura de la Hacienda se conserva espléndida, amén de la atención que recibimos. Visitar este lugar nos colocó frente a una ventana al pasado que hizo retrocediéramos en el tiempo dando una visión de la vida del hacendado de otrora.
Detrás de la Hacienda, en la fila Olivita, se encuentra nuestro primer objetivo: el geoglifo de Chirgua, una figura de 54 metros de alto por 20 metros de ancho excavada en la empinada ladera. Consiste en tres círculos concéntricos de donde salen, en la parte superior, dos canales curvos y en la inferior, uno que luego se divide en dos. Según los estudiosos, el significado más acertado acerca de la extraña figura lo asocia a la representación simbólica de un personaje, deidad, ser supremo o héroe cultural con el que se identificaban los indígenas de la zona, que basado en ciertas investigaciones se presume eran los jirajaras.
Después de visitar la Hacienda, comenzamos a caminar por una senda larguísima que serpentea a lo largo del valle y que nos llevaría hacia la segunda estación del viaje: la Laguna Verde ¡qué de leyendas se tejen a su alrededor!, Imprimiéndole un halo de misterio que deseábamos despejar.
A eso de las 4 de la tarde acampamos y comenzamos una pequeña caminata a través de la selva nublada en busca de la enigmática Laguna Verde, por cierto, tan encantada está que después de varias horas de camino no logramos encontrarla. Fallido el intento nos devolvemos al campamento, muertos de hambre, ya casi es de noche y hay un aguacero pertinaz.
Luego de la tormenta, llegó la calma. En la mañana del domingo, ya bien descansados, recogimos las carpas y emprendimos la bajada al valle para cruzarlo y comenzar la subida de la fila que separa Chirgua de Las Trincheras.
Camino a Las Trincheras, entramos de nuevo en la selva húmeda tropical con su vegetación característica: árboles altísimos que casi no dejan entrar los rayos del sol, bromelias y orquídeas -que despertaron la curiosidad de nuestra querida Nancy-, neblina envolvente y corrientes de agua por doquier. Es de hacer notar la presencia en estos bosques del "árbol de la vaca" que Alejandro de Humboldt, en el año 1800, describió como: "Un árbol maravilloso del que manaba
una leche alimenticia".
¡Por fin! A eso de las 7 de la noche llegamos a la antigua Hacienda La Unión, en otros tiempos famosa por su cacao y su café. Todavía se pueden observar los grandes patios para el secado, perdidos entre la vegetación.
Si eres de esos a quienes les gusta vivir aventuras u obtener información sobre algún lugar de interés, ¡no lo pienses más! Haz contacto, envía tu e-mail, siempre estamos dispuestos a organizar excursiones.
AGRADECIMIENTOS: a Dios por crear cosas tan maravillosas. Al Lic. César Gil y al señor Fernando Martínez por compartir sus conocimientos con nosotros. A Cruz Aché, por animar la caminata y la pernocta con sus cuentos y canciones. A todos por su compañerismo y sentido de la conservación.
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