Víctor Aquiles Jiménez

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Un invento sin futuro

 

Víctor Aquiles Jiménez H.

     Venía desde lejos a presentarme una novedad. Concerté una cita con él en Gotemburgo. Le precedía una cierta fama exótica, empero, poseía un gran prestigio académico internacional y varios doctorados honoris causa. La principal evidencia de su inteligencia la refrendaba su pobreza. La curiosidad por lo científico me hizo asistir al encuentro porque en su carta me decía que con su invento yo podría tener activa participación ¡y ganancias!

 

    Nos juntamos en un local tipo Mac Donald de comida rápida, porque el presupuesto no daba para lujos. Mientras Anders Larsson, el intermediario de nuestro encuentro hacía los pedidos, yo observaba al científico cincuentón con aspecto de hippie, bastante venido a menos, que se refregaba las manos con nerviosismo. Sobre la mesa dejó un manojo de papeles fotocopiados, que inconscientemente afirmaba con los codos ante la eventualidad de un robo. Sonreía cada vez que le miraba, dejando ver unos dientes disparejos, pero firmes, tan naturales como su cabello esparcido como un payaso, todavía rubio, que coronaba una pelada rosada. Cabeza semejante a la mía, que como él, lucía una calvicie cana disimulada por un corte de pelo moderno casi al cero. Yo tenía ansias de entrar en el tema, mientras llegaban las hamburguesas, las papas fritas y la cola. Por fin apareció Anders, haciendo equilibrios, desparramando papitas y líquido encima de los documentos. El inventor sueco mirándome con complicidad me dijo: “Usted es sociólogo, tiene hoy una gran oportunidad de hacerse famoso y rico como tal”. Habló esto, mientras que con el dedo índice hundía el hielo en la bebida. Anders, comenzó a engullir su hamburguesa con gran ruido y quejidillos de placer, y por sus bigotes pintados de ketchup colgaban algunas papas fritas, cuando todavía nosotros no desenvolvíamos las nuestras. Comía rápido para poder traducir.

 

     Pero esos detalles no vienen al caso, ya que el asunto de marras es el importante. El invento consistía en un detector de mentiras para políticos. Un detector especial, parecido al detector de mentiras aún vigente y con éxito en USA, empleado por la justicia para saber cuando los acusados dicen o no la verdad. La particularidad de este aparato sería perfeccionar la débil democracia. Poco a poco vine a entender el asunto, después de una peculiar introducción de ética y moral que el inventor me diera, diciendo que la ciencia avanzaba increíblemente, pero no así la democracia, como consecuencia del cinismo, de la mentira, de la falsedad, la chatez y mala leche de la mayoría de los políticos que la utilizaban tanto para un barrido o un fregado haciendo luego lo contrario a lo predicado en las elecciones o cuando están en el poder.

 

     ¡Su invento podría revolucionar y hacer avanzar el mundo a saltos si se pusiera en práctica! Me dijo que lo tenía registrado, pero que nadie se interesaba en él, ni siquiera en Suecia. Creía que en Sudamérica, o en Chile podrían emplearlo. Me pareció buena la idea.

 

    El sistema era simple, consistía en dotar a las cámaras de televisión y a los televisores caseros de un dispositivo de sensores capaces de “medir” la sinceridad de los políticos en los programas. Tal como hacen los estudios televisivos y de radios, al controlar sus límites de audiencia. Cómodamente en sus casas los espectadores podrían apreciar en un marcador luminoso en sus pantallas de manera automática la sinceridad de los entrevistados y sacar sus propias conclusiones...

 

    Por un instante me vi millonario y famoso, pero pronto aterricé, dándome cuenta que el invento era muy adelantado para nosotros y que no encontraría apoyo alguno; es más sería combatido y yo caería en desgracia. No fue necesario expresarle nada al inventor sueco, su inteligencia le hizo comprender mi tácita negativa. Sus azules pupilas rezumaban tristeza. Anders, ante el silencio de los que él creía eran ingenuos sabios locos, acabó con las dos hamburguesas nuestras y las papas fritas, confitadas de sal, lacias ya por la grasa enfriada.

 

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Escritor chileno


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Nació en San Antonio, el 17 de junio de 1944 en Chile, pero su padre en un olvido involuntario lo inscribió el día 9 de julio del mismo año.Comenzó como dibujante, libretista radial, fotógrafo, periodista, director teatral y titiritero. Hizo su servicio militar en 1963, y 10 años más tarde sufrió las consecuencias del derrocamiento del presidente Allende pagando con ello finalmente luego de muchas adversidades con el exilio en Suecia.Como autor ha logrado un especial estilo, intentando humanizar el cuento de ciencia ficción. Sus trabajos en este género circulan en revistas culturales y universidades de las Américas y Europa. Sin embargo  siente una gran y natural atracción por el género infantil y juvenil,  y ha escrito extraordinarios cuentos y una novela Don Cometa el profeta de los niños, ahora Megalaxia Ciudad Infinita en el 2005, esta obra vio la luz en Chile en dos ediciones 1981/ 1985. Recientemente ha sacado el Libro de las profecías felices, que es una segunda parte de Megalaxia Ciudad Infinita.Llegó como refugiado político a Suecia, trayendo a su esposa, un hijo; (que ahora son tres) sus libros publicados en Chile y numerosos originales, más un morral con los libros de sus autores favoritos. Varios premios literarios jalonan su trayectoria y  en España en 1994 publicó Cuentos ecológicos, cuando esa temática no interesaba a los escritores, siendo entonces uno de los pocos autores concienciado y comprometido con la ecología, el medioambiente y la Tierra. Fue así que al darse comienzo en Francia las pruebas en el Atolón Mururoa Víctor Aquiles Jiménez H. fue el único intelectual que se hizo escuchar protestando a través de un programa emitido por la Radio Nacional de España a todo el mundo el 30 de agosto de 1995 en Claves de América, conducido por el periodista Luis Arancibia y Ana Segura, que dieron vida a unos de sus cuentos El sacrificio olvidado del libro citado. Como ensayista uno de sus trabajos más reconocidos internacionalmente es Conciencia del límite publicado en la Revista Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la Universidad de Deusto, en el año 2001. Este mismo trabajo es citado  en numerosas revistas científicas, tanto médicas como de derecho de Europa y América.Es delegado oficial de la Sociedad Científica de Chile en Suecia desde 1989. Fue propuesto como Miembro Agregado por el Dr. Eduardo Frenk  (Premio Doctor Honoris Causa por la  Universidad de la Paz 1988), Presidente de la Sociedad Científica entonces. También en vida el reconocido Dr. Alfredo Givré, de nacionalidad argentina, Director de la Fundación Givré le nombró delegado en Suecia en 1989.Ha sido corresponsal de numerosas revistas culturales y centros educacionales.Actualmente es socio CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) y se encuentra participando en la lucha por la defensa de los derechos humanos de los escritores a través del respeto de la propiedad intelectual.Está en trámite su ingreso a la ACE Asociación Colegial de Escritores de España.  En Suecia ha estudiado el idioma, comercio, numerosos cursos de cultura escandinava y ha impartido charlas de literatura  hispanoamericanaVíctor Aquiles Jiménez H.  es Doctor of  Philosophy en Sociología en la Pacific Western University de California, USA. Aboga porque los sistemas de enseñanzas cambien en el mundo instaurando una educación que forme seres humanos y luego a profesionales.