José Luis Basulto

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Rescate en Haití

Texto con que inicia el libro de cuentos del mismo título. Se publicó en el 2003 y se reeditó en  el 2009, en la Editorial Trinitaria, de República Dominicana.

 

José Luis Basulto

Para Dany

—Sí señor Presidente... No señor presidente... Como usted diga señor Presidente...

Y al colgar el auricular retumbó el cerebro del Secretario de Relaciones Exteriores de México... “¡Carajo! ¿A quién putas se le había ocurrido la maravillosa idea de aconsejar el desalojo de toda la Embajada de México en Puerto Príncipe?”. Con el coraje entripado, llamó a su secretario particular y ordenó una reunión de asesores urgente.

 —Invítate al Cisen y a la Secretaría de la Defensa. ¡Pero para ya!

De regreso a México, el Hércules V ya volaba sobre el mar Caribe lleno de mexicanos y mexicanas residentes en Haití, que la Fuerza Aérea Mexicana había puesto a salvo.

Todo iba bien, excepto por el pequeño detalle de que se le olvidó a la nación mexicana en Puerto Príncipe, una de esas mexicanas con una mexicanita en brazos que apenas llegaba a los meses de nacida.

La prensa azteca estaba entrevistando y pasando a la hora pico del más noble de los horarios en vivo, en directo y a todo color la entrevista con “las abandonadas”, cuya rabia y lloriqueos lograron tal audiencia, que dejaba chiquita la boda, obra y ocaso de la Lady Di.

—¡Nos olvidaron! ¡Que nos saquen de aquí que va a estallar la guerra civil y nos van a matar, nos van a comer a mí y a m´ija”!

Y la mujer desesperada mostraba una tierna criatura, cuyos ojos cerraditos dormía el más tranquilo de los sueños, ajena al desmadre que estaba armando su mami.

—La embajada está cerrada y no hay naiden. Todos se fueron, incluso el propio embajador. ¡No se vale! ¿Para qué les pagan sueldos millonarios en dólares?

 El pueblo de México viendo la tv, se quedó boquiabierto con la coca cola en una mano y el taco de chicharrón prensado en la otra, incrédulo ante la noticia de que por primera vez en la historia un gobierno mexicano hubiera abandonado a su triste suerte en un territorio conflictivo a los connacionales.

¡Uy! Los críticos fueron duros:

        “¿Dónde habían quedado los días de heroísmo diplomático luego del pinochetazo en Santiago de Chile en septiembre 11 del 73?

“¿Qué había sido del orgullo que nos significó cuando rescatamos de los bombardeos, tantas vidas en Arabia Saudita en la guerra contra Irak?”

 Las críticas de los más renombrados periodistas, no daban cuartel a las críticas contra el sorpresivo e inesperado giro que daba la política exterior tradicional del gobierno del presidente Fox.

Sonó un teléfono en Santo Domingo, República Dominicana.

 —¿Es cierto que ahí tenemos a Onésimo Ortega de la O? ¿Está apto física y mentalmente todavía? ¿Aún es confiable?

 Era una orden de la superioridad de que yo, un simple hijo de ex burócrata priista, ahora vestido de cónsul, tenía que trasladarme a las entrañas malolientes de la tierra guerrera del vudú, para rescatar a una nacional y a su unigénita.

—Pero, si no es nuestra jurisdicción... —dijo la voz enojada y contrariada de la embajadora Reyes de carrera.

Del otro lado del auricular se agotaba la paciencia, dada la presión popular.

—Tenemos informes confidenciales de que él tal Onésimo ese, ya ha trabajado en misiones encubiertas para el Sistema Secreto Nacional y para el Estado Mayor Presidencial.

—¿Y si no acepta? —La embajadora metió la duda.

— Para eso le pagamos ¿no?

Y la voz globalizadota neoliberalista del otro lado de la línea telefónica, colgó.

“¡Hazlo por México!” Y esas palabras dichas por una veterana embajadora de carrera, que más que jefe era puro sentimiento nacionalista, hizo que este pobre hijo de ex burócrata priista, bajara la mirada para ver reflejada en el piso la imagen de un Cuauhtémoc que comenzaba a elevarse del suelo luego de su caída.

Recuerdo que salí temprano de la casucha que es la sede de la Embajada de México en Santo Domingo, República Dominicana y me fui a casa pensando en aquellos nostálgicos tiempos de la guerra fría, cuando la KGB de los rusos era la KGB rusa y la CIA de los gringos era la CIA gringa.

Saqué del closet mis lustrosos zapatos de charol, el pasaporte negro diplomático y un paliacate blanco a modo de banderita de tregua, única arma de paz a las que estaba acostumbrado, la usaba cada vez que me mandaban a una misión de éstas en las que siempre me encuentro sólo y sin ningún tipo de respaldo.

 Sabía que iba a encontrarme con gente en estado animal, tal vez poseídos por las drogas, pero tenía algo seguro, confianza. Bueno, confianza en que esta clase de trabajitos, como siempre, después pasan a formar parte del olvido, pues ni registro queda en nuestros expedientes oficiales, me consta.

 Pero ni modo, así ha pasado y así pasará por siempre en el Servicio Exterior Mexicano de Carrera y cerrando el maletín en donde metí una imagen de la Virgencita de Guadalupe, digo, por si las moscas, lo único en que pensé fue en regresar de Haití con mis mexicanitas, vivo naturalmente, y poder seguir la rutina diaria de sellar pasaportes como de costumbre, que “¿para eso me pagan, no?”

Mientras me amarraba las agujetas, me recordé aquellos tiempos en que sobreviví a los retenes de soldados gorilas de la dictadura de los milicos en Montevideo, a las desapariciones forzadas en la Habana, a las incursiones de la guerrilla del M19 en Bogotá, a los secuestros de la CIA durante la Invasión de Granada y cosas por el estilo que mejor se las cuento otro día.

 Así que esta era una misión más... qué me podía importar si para morir nacimos y ¡órale!, que me lanzo a lo Rambo a las oscuras entrañas de la sangrienta tierra que alguna vez fue propiedad exclusiva de “Papa Doc”, ¡a rescatar a esta mujer y a su nena!

 En algún lugar de Haití 2:00 a.m.

Los cielos oscurecidos por la noche, están refulgentes de abanicos explosivos, que no son otra cosa que juegos de metralla de voces apagadas; la carretera en pésimo estado, nos detiene con la aparición fantasmal de un polvo impenetrable, aún así manejamos, parecemos gallinitas ciegas.

 Finalmente, un helicóptero de la Fuerza Aérea Dominicana nos impide seguir cayendo en baches impronunciables. Baja una mujer cuya falda al levantarse nos deja ver la intimidad de su miedo, lleva abrazada a una criatura que duerme el sueño de los inocentes. Nos es entregada por el cónsul dominicano de cuyo nombre inmortal ahora no me recuerdo, pero que quisiera acordarme. Le doy las protocolarias gracias en nombre del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos.

Por razones humanitarias, permito que otros tantos refugiados de los que nadie me había advertido, un periodista de el periódico “El Universal” y el esposo italiano de la mexicana suban a la van.

Al italiano lo observo con cuidado, porta una maleta sumamente sospechosa por la manera que la carga, pues cuida de ella con más cuidado que a su propia nena.

 20 kilómetros más adelante4.00 a.m.

Un soldado de ojos rojos, seguramente pertenece a una de las guerrillas matonas, nos da el paso franco en un retén, su contraparte al final del mismo no lo escucha y por un guerrillero sordo, nos bajan de la camioneta, nos apuntan en la nuca, solo alcanzo a encimarme sobre la mujer que ahora siento flaca y desprotegida de cualquier perfume, cubro con mi cuerpo pesado a la bebita que es de una belleza angelical y me da tristeza que mueran así, a tan sólo unos kilómetros de la frontera.

 Pensé en la foto del otro día: mi cuerpo acribillado, tratando de salvar hasta el último minuto a mis protegidas. “Para eso me pagan” dicen allá en la Cancillería Mexicana. “Para eso, no tienen que pagarme, lo hago por mi gusto”, les diría a esos jijos.

En perfecto creole, el primer guardia que nos había dado el paso franco, llega a tiempo para regañar por estúpido al segundo guardia cuyos labios gruesos y rojos sangre estaba a punto de sacrificarnos.

El polvo en que por poquito nos convertimos, se apodera de nuestras ropas y de los asientos de la camioneta que reanuda su camino. La guerrilla nos despide a su manera, dando una andanada de metralla hacia el cielo, ahora el abanico tiene sonido y todos los pasajeros nos estremecemos.

Mi protegida sonríe y su nena sigue dormidita. El supuesto marido mustio no deja por nada del mundo su maleta sospechosa.

 Bani, República Dominicana frontera con Haití
5:45 a.m.

El amanecer dominicano nos recibe en una serie de claroscuros, el italiano pide ir al baño y por absurdo que parezca se lleva su maleta, es el colmo. Me doy cuenta que trae algo más valioso que la propia vida de su hija y esposa.

Pero mi misión es salvar, no indagar.


Santo Domingo, República Dominicana
Casi las 8:00 a.m.

Finalmente llegamos a un hotel de lujo donde la familia pequeña vive mejor. Fin de la misión. Regreso a casa. Mi madre paralítica está viendo tv y mi hermano mayor, enfermo de chorrillo, no aguantó mis últimas palabras antes de partir: ''si no regreso, ahí te haces cargo de mi madre''.

La señal de tv a cable traída desde México, corta la señal para dar una noticia de importancia nacional.

Con bombos y platillos, el gobierno mexicano convoca a todos los medios nacionales y anuncia el increíble rescate en Haití hecho por el cónsul de México en República Dominicana, Onésimo Ortega de la O, “El Rambo Mexicano”. Mi madre me mira…

—¿Pos no que te habías ido de parranda? Andabas en Haití haciéndote el héroe…

Yo le sonrío a mi madre y le digo —¿Estoy vivo, no?

Me cambio y para evitar preguntas, me regreso a la chamba. Atento a ver que otra misión me encomiendan, aunque prefiero seguir sellando pasaportes, “para eso me pagan”.

  

Escritor mexicano


Radicado en Cuautla, Morelos (México).

-Licenciado en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

-Estudios de Maestría en Lingüística Aplicada (UNAM).

-Doctorado Honoris Causa de la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA), República Dominicana.

-Presidente de la Asociación Dominicana de Inteligencia Artificial (ADIA).

-Dramaturgo, traductor, ensayista, periodista, historiógrafo, investigador; científico y compositor.

-Diplomático de Carrera en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México en los últimos treinta años.

-Ha publicado diversos artículos, cuentos y una novela en México, Brasil y República Dominicana.

-Su dramaturgia se compone de obras como: "El tercer ojo", El pájaro feo", El mejillón" y "Kipling y las 6ws" llevadas a escena en los principales teatros de República Dominicana en donde "El Supermercado" obtuvo una mención en el Festival Internacional de Teatro de ese país.

-Sus cuentos han sido premiados u obtenido mención en concursos internacionales en México y en República Dominicana (El coño, el diablo y el verdugo).

-En 1999, con introducción del poeta brasileño Haroldo de Campos se publicó en portugués el cuento "O Tercer Olhio". 

-En el año 2000, el escritor mexicano, Enrique Serna, lo incluyó en "LOS MEJORES CUENTOS MEXICANOS" de la editorial Joaquín Mortiz, 2000, México.

-Ha escrito una colección de cuentos titulada "Rescate en Haití" que va en su primera reeimpresión en la República Dominicana.

-La novela histórica "Cuiloni, historia de una lágrima (Ed. Felou, México 2008) desde su publicación ha despertado polémica en distintos blogs que pueden ser visitados por internet. 

-Colaborador de diversos diarios en República Dominicana y los Estados Unidos como crítico literario.

-Actualmente se desempeña como uno de los cónsules mexicanos en los Estados Unidos de América.

Su lema es "Aude sapere!" (Atrévete a saber!)
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Las tres tortillas de maíz con sal


 

Cuiloni

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Novela de José Luis Basulto