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La biotecnología: una práctica ancestral.

        La biotecnología consiste en la utilización de seres vivos o parte de ellos para modificar o mejorar animales o plantas o para desarrollar microorganismos.

        El hombre lleva miles de años utilizando estas prácticas para mejorar su alimentación, aunque los métodos actuales han cambiado radicalmente las formas y la eficacia. La primera vez que se usó algo parecido a lo que hoy se entiende por biotecnología fue para producir bebidas alcohólicas. Los responsables de esta primera gran melopea biotecnológica fueron los babilonios, hacia el año 6.000 antes de Cristo. Y en el año 4.000 a C. los egipcios recurrieron de nuevo a esta técnica para producir pan y cerveza. Mil años después, en Oriente Medio se usó la forma primitiva de la biotecnología para conseguir la fermentación de la leche en forma de queso y de yogur, logro que franceses y suizos, hoy reputados maestros queseros, tardaron 4.000 años más en conseguir; también el vinagre se obtuvo por este medio en Egipto 400 años antes de Cristo.

        Las aplicaciones de la biotecnología han hecho posible los descubrimientos de Pasteur y las leyes de la herencia genética de Mendel. El primer medicamento producido por ingeniería genética se comercializó en 1982, y la primera patente sobre un animal transgénico, un ratón, se registró en 1988. Y quién sabe el camino que queda por recorrer.


En el mundo

En la medicina

En nuestro medio

Lo que piensan los científicos

Contrapartes

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Conclusión

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¡Bienvenidos a esta página informativa sobre transgénicos!




En el mundo

        Los controles establecidos por la FDA no sólo afectan a Estados Unidos, ya que los productos genéticamente modificados también se cultivan y comercializan en muchas otras partes del mundo.

        Debido a la enorme expansión y al escaso control de estos productos en España, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaba de inaugurar el primer laboratorio que se dedicará a analizarlos y a identificarlos para garantizar la seguridad de los consumidores. Hasta ahora, el Ministerio de Agricultura ha agregado en el Registro de Variedades Comerciales dos tipos de semillas de maíz transgénico, aunque por el momento sólo se ha sembrado una de esas variedades.

        Según datos facilitados por la Comisión Europea, actualmente este tipo de alimentos se cultivan experimentalmente en Andalucía, Asturias, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura,Madrid y Valencia. En Navarra y Zaragoza ya hay cultivadas 20.000 hectáreas de maíz transgénico resistente a las plagas de taladro para su uso comercial. Otros alimentos como la soja o la colza tienen autorización para comercializarse pero no para cultivarse, por lo que se importan de Estados Unidos. Estos productos se destinan fundamentalmente a consumo animal, lo que supone una vía de acceso de los productos modificados a la cadena alimenticia humana por medio de la leche, los huevos o la carne de los animales que los consumen. Por lo tanto, este tipo de alimentos y sus derivados están mucho más extendidos de lo que se pueda imaginar. En 1998 se plantaron en todos el mundo 33 millones de hectáreas de cultivos transgénicos: el 88 por ciento en Estados Unidos y Canadá, el 6 por ciento en Asia, un 6 por ciento en Hispanoamérica y un porcentaje muy pequeño en Europa. Actualmente, en todo el mundo se comercializan más de 50 variedades de plantas transgénicas. Las estimaciones señalan que entre 10.000 y 30.000 productos que se venden en los comercios europeos contienen soja transgénica: margarinas, cervezas, chocolates, repostería, alimentos infantiles, productos dietéticos, etc.

        En fin, una lista interminable y muy difícil de identificar por lo vago con que estos productos se identifican en las etiquetas de los alimentos. Pero existen dos caras de la moneda: una, que sería el peligro para nosotros, los consumidores y en la otra cara de la moneda están los agricultores que deciden comprar estos productos para mejorar la rentabilidad de sus cosechas.

        Es indudable que si se producen alimentos transgénicos es porque a quien los produce le resulta muy rentable, pero no es oro todo lo que brilla, sólo hace falta una prueba para demostrarlo. Hace poco más de un mes se conoció esa prueba: Monsanto, la más importante empresa biotecnológica del mundo, obliga a los agricultores estadounidenses que compran sus semillas a renunciar a salvar lo mejor de una cosecha para el año siguiente, una costumbre que el hombre practica desde que descubrió la agricultura. De este modo, la multinacional se asegura el mercado año tras año.

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En la medicina

        Las plantas podrían usarse para producir en su interior anticuerpos que se emplean en el diagnóstico y tratamiento del cáncer. "Se trata de expresar anticuerpos en plantas, porque nos permiten producir moléculas complejas, anticuerpos que se usan en el diagnóstico o terapias de cáncer", explicó a Europa Press Carmen Vaquero, bióloga española que realiza su postdoctorado en el equipo del doctor Rainer Fisher, del Institut für Biologie I, de Alemania. "Nosotros estamos trabajando ahora con la expresión en planta de un anticuerpo dirigido contra un antígeno tumoral, presente sobre todo en adenocarcinomas y cáncer de pecho --aseguró Carmen Vaquero-- Los anticuerpos se han logrado producir en animales en Estados Unidos y queremos hacer lo mismo en plantas y ver si es igual de efectivo".

        Si en la fase final del estudio se demuestra igual efectividad, la agricultura molecular, según Vaquero, serviría para reducir los costes de producción de tratamientos relevantes. "Actualmente, los sistemas animales que se utilizan conllevan bastante riesgo. Una vez que obtengamos estas plantas transgénicas, con propiedades terapéuticas, las llevaremos al campo y se producirá a gran escala, lo que significará mayor rapidez, mayores cantidades y menores costes", argumentó. Aunque el papel de las agricultura molecular en la lucha contra el cáncer sigue en estudio, ya existen anticuerpos en el mercado, creados en la planta del tabaco, que se utilizan para tratar la caries dental. Asimismo, el equipo del que forma parte Carmen Vaquero, está estudiando formas de crear nuevas propiedades en las propias plantas que las haga más resistentes a virus y patógenos que suelen atacarlas.

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En nuestro medio

        Si el término es relativamente nuevo, el hombre practica la biotecnología desde que empezó a utilizar la materia viva que lo rodeaba para mejorar su bienestar. Ejemplos de estas prácticas antiquísimas que hoy llamamos biotecnología son la domesticación o mejoramiento genético de plantas cultivadas y animales. La gran diferencia entre la biotecnología "antigua" y la que se conoce hoy en día es que la primera fue, mayoritariamente, empírica y la de hoy tiene en la ciencia su fundamento más importante.

        Lamentablemente, muchos de estos productos químicos, como el DDT, 2,4,5-T, 2,4-D, dieldrina y organofosforados son notoriamente perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana debido a que pueden persistir en la cadena alimenticia. Para colmo, muchos de los insectos y agentes patogénicos se han vuelto resistentes a estos productos químicos, por lo que el agricultor tiende a elevar las dosis utilizadas. La ingeniería genética ofrece volver a la situación en la que el cultivo se adapta al ambiente, es decir proveerle de los transgenes necesarios para defenderse aumentando la sustentabilidad, minimizando el impacto sobre el medio ambiente y la salud humana. De hecho, hasta los más recalcitrantes opositores de la biotecnología reconocen en ésta, a la única salida viable para proveer más alimentos a la creciente población humana, a costos razonables.

        Algunos ejemplos que ya son realidad: Un ejemplo son las llamadas "plantas Bt" como los maíces Bt que se comercializan en América a través de tres compañías semilleras distintas. El transgén presente en estos maíces es una modificación de un gen natural presente en la bacteria del suelo Bacillus thuringiensis la cual se conoce desde hace más de treinta años por su utilización para el control biológico de plagas. Los datos de más de 30 años de investigaciones avalan la ausencia de toxicidad de la proteína Bt en humanos y animales domésticos por lo que está considerada como inocua para la salud humana y el ambiente, tal es así que se recomienda ampliamente en la agricultura orgánica. Las plantas transgénicas conteniendo este gen se comportan como si hubiesen sido tratadas con este agente de control biológico de plagas y presentan la ventaja, en el momento de su consumo por el hombre, de estar tan libres de pesticidas químicos como los cultivos producidos orgánicamente. Otro beneficio para el ambiente es que, a diferencia de los insecticidas químicos, las plantas transgénicas sólo afectan a los insectos plaga (aquellos que "se comen" la planta) y no a insectos benéficos como pueden ser las abejas.

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Lo que piensan los científicos

        Las técnicas de ingeniería genética permiten limitar la transferencia de ADN exclusivamente al gen que se desea introducir, del cual se conocen pelos y señales, por lo que no se esperan a priori efectos indeseables. Por ejemplo, la tecnología moderna permite comparar, mediante bases de datos, si el transgénico tiene algún potencial tóxico o alergénico para humanos. Esto permite predecir su comportamiento aún antes de dárselo a comer a animales experimentales. Por supuesto que esto no excluye la realización de los ensayos como requisito para su aprobación como alimento.

        Si se debe tener precauciones para que el cultivo no se convierta en una nueva maleza invasora o que algún patógeno se convierta en un superpatógeno, hoy se sabe que estos caracteres se deben a la interacción de muchos genes, por lo que es improbable que unos pocos genes nuevos puedan modificar tan dramáticamente lo que ya está impuesto.

        La evolución de la vida está basada en la selección natural de mutaciones exitosas que ocurren al azar en la naturaleza. La selección artificial que llevó a la domesticación de cultivos y animales también se basan en el mismo principio. La biotecnología moderna agrega precisión a este proceso natural y permite combinar aquellas combinaciones exitosas obtenidas independientemente en distintas ramas de la evolución. Desde hace años se utilizan microorganismos como la bacteria Escherichia coli como sistema de prueba de laboratorio de cualquier combinación imaginable. En los 70, incluso se introdujeron medidas de seguridad en los laboratorios que ensayaban oncogenes en estas bacterias. Se temía que un escape de estos microorganismos podía transmitir cáncer de una manera nueva. Los temores fueron infundados. En esta bacteria se introdujeron genes de toda clase y origen desde la década del 70 en miles de laboratorios en todo el mundo y jamás se observaron efectos detrimentales para el ambiente y la salud humana.

        Sin embargo, a pesar de que toda esta experiencia genera confianza, se debe seguir manteniendo gran cuidado y precaución cada vez que se libera un nuevo producto al ambiente.

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Contrapartes

        Los riesgos hacia el medio ambiente se refieren, fundamentalmente, a la posibilidad del flujo génico hacia especies vegetales relacionadas. Por ejemplo, un gen de resistencia a un herbicida podría transferirse de una planta transgénica a otra especie vegetal sexualmente compatible. Si bien ello es posible, para que este gen se mantenga en forma estable, debe conferir a la planta receptora alguna ventaja competitiva. Por ejemplo, una maleza que adquiera un gen de resistencia a un herbicida no se transformaría por ello en una "supermaleza", sino que sólo obligaría a usar otro herbicida para combatirla, y eventualmente eliminarla. El primer perjudicado no sería el ambiente, sino la compañía propietaria del herbicida original.

        En el caso de los genes insecticidas, el principal problema es que su uso generalizado origine resistencia en los insectos, a semejanza de lo ocurrido con los insecticidas químicos. Este es un problema de manejo agronómico y no guarda relación alguna con las características intrínsecas de los insecticidas biotecnológicos. Por lo tanto, es seguro que los insectos desarrollarán, tarde o temprano, tolerancia a las plantas como producto de la selección de variantes resistentes. Varios países (incluyendo la Argentina) implementan o implementarán programas de manejo de la resistencia (como es el caso del propuesto por la Coalición Bt en América del Norte) con el objetivo de controlar los insectos resistentes.

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Recomendaciones

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Conclusión

        Estamos en una época de transición en el cual muchos avances tecnológicos y biológicos se han dado y que no podemos, a veces, seguir con la corriente pero es necesario y es nuestro deber estar informados y saber de qué se trata esta revolución genética como también el mapa humano y la clonación.

        Sin embargo en esta página informativa formarás tu propio criterio si es o nó recomendable o favorable esta revolución biotecnológica considerando todos estos datos a favor y en contra.

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