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¿PARA QUIEN?

Por : Aldo Raúl Rodríguez Arreola

 

Mi querida Adriana:

 

            Cuánto tiempo sin escribirte prieta, hace días que quería hacerlo pero ya ves, el tiempo no me deja.

¿Cómo has estado?, ¿Bien?; Qué bueno, yo también me siento bien; tal vez aún me siga quejando de mis dolores pero ésos ya son achaques de anciano, tu sabes, a veces nosotros - Los hombres de 80 años .- recibimos anticipos de lo que será nuestra vida a los 90, ¿Qué si por qué?, Ah sólo Dios lo sabe, tenlo por seguro.

 

            Querida, últimamente he pensado; sí Adriana, últimamente he estado pensado que el tiempo ya corre muy rápido para nosotros; pero es bueno saber que si mirara hacia atrás, aunque luego me doliera la columna; vería que el camino ha sido muy largo, largo pero nunca solitario; porque allí junto a las mías están tus huellas mi prieta, porque siempre has caminado lado a lado conmigo y aún no nos hemos separado.

 

            ¿Te acuerdas de cuando cumpliste los setenta?, Te sentías deprimida y acabada, que yá la Vida se te acababa; pero nó Adriana, no fue así; eras mi mujer de 70 años pero setenta años más hermosa, más dueña y señora de mí y de mi casa que con sus cabellos blancos revoloteando se paseaba de arriba abajo atendiendo a todos sus invitados; fué en ese brindis en el que dije que los años podían pasar y pasar uno tras otro pero que nunca olvidaría que los mayores dones que el Señor me había concedido en esta mi vida, eran el poder tenerte como compañera, el haber procreado tres hijos y haber hecho de mis años enteros los frutos que ahora recogía. ¿Recuerdas que luego de decirlo me agarró fuerte la tos?.

            También he pensado en lo importante que ha sido para mí durante todos éstos años tu apoyo, tu comprensión, tu compañía, pero sobre todo; lo más importante, es que me hayas permitido compartir yá 60 años enteros de momentos plenos, algunos ya muy lejanos pero inolvidables, compartidos; sin dejar, creo que ningún día, de sonreir – Si mal no recuerdo la única vez que no sonreiste fue cuando te propuse matrimonio, entonces te ganó la risa .- con ese gesto que heredaste a los niños; ojalá pudiéramos verlos, hace tanto tiempo que no vienen; Julián ya debe de haberse cambiado de casa, ¿Por qué tuvo que salir a mí?, Mira que llegar a los 22 y luego luego quiso volar del nido… Cristina, por ella no me preocupo; sé que eligió bien y tiene a su lado un buen hombre que la quiere y la respeta como lo que es: Toda una dama como su madre. Gustavo escribe, pero déjame decirte que no es lo mismo, no, no lo es, nuncamente. Siempre le pido que venga y siempre es la misma excusa : “- No puedo Papá, comprenda .-”

           

            Esos son nuestros hijos Adriana, dos pichones que han crecido y una rosa que  nos ha florecido; son nuestra cosecha y ahora ya ellos hicieron su propia siembra; ¿Qué nos queda a los viejos como nosotros?, Sonreir solamente y decir que yá la Vida nos ha dado tanto, que yá los sorbos a la copa se han espaciado porque no queda mucho en ella; yó me siento satisfecho Adriana, ¿Y tú?; Creo que si me dieran la oportunidad de volver a vivir, no cambiaría nada; todo lo hice y de nada me arrepiento; creo que así debe ser pues mi vida simplemente la viví… bueno tal vez si cambiaría algo, nunca debí haber dejado que mi Papá se fuera a trabajar tan lejos… nunca volvió y se perdió, se perdió de mucho; y viceversa prieta… viceversa. Los dos nos perdimos de algo, no lo sé.

 

            Hoy pedí permiso, tal vez el próximo Domingo me dejen salir; y creéme que me hace mucha falta, caramba si nó, dos semanas acostado en la cama de un hospital y yá siento que me quedé sin posaderas. Bueno pero decía que el Domingo puede que me dejen salir, entonces ya no te mandaré cartas ni pediré que me dejen llamar por teléfono, bastará entonces con que llegue a casa y pueda verte, te extraño mucho prieta, no sabes cómo pero es mucho, creéme.  ¿Oye hay por allí alguna ley que diga que yá no te puedo estar mandando cartas?, Hay que ver porque hace rato vino el Doctor Treviño – Sí, el de bigotito .- y al verme escribiendo me preguntó que si qué estaba haciendo, le dije que escribiéndote una carta, y sólo meneó la cabeza diciendo que yá era muy tarde para estar despierto y que dejara éso por la paz, anotó que todavía respiro y me muevo (Supongo) y se fué por donde vino. Bueno digo, hasta donde yó sé; tanto tú como yó estamos casados – El uno con el otro, claro está .- y no sabía ni nadie me ha dicho que no puedo escribirle a mi mujer.

Bueno, bueno; te dejo porque ya se me cansaron los ojos y luego no tarda en venir la Señora Dolores a apagarme la luz, es una enfermera muy atenta pero con todo respeto hace honor a su nombre; la entrenaron bien los alemanes o la CIA, no lo sé. En fin, hasta el Domingo que te vaya a ver prieta, alista mi silla porque ya sabes que me gusta sentarme enfrente de la casa a ver pasar la gente.

 

                                                                        No dejes las ventanas abiertas por favor

 

                                                                                              Antonio

 

 

P.D. Si vieras cuánto batallo para hacerme a la idea de que tú ya has muerto; al menos para mí nunca nos hemos separado mujer, aún te siento muy cerca, pero si así es, así será.

El Domingo llevaré flores, hace un mes que no te llevo nuevas, perdón;  pero insisto prieta, insisto; si has muerto, ¿Para quién es, eh?, Si nó lo es al menos para mí que te quiero, ¿Entonces para quién?.