El nombre del Coquí se deriva de su canto onomatopéyico que lo identifica "co-quí" o "coco-quí." Los puertorriqueños saben que el oir el sonido "coquí" significa que hay uno muy cerca. El Coquí suele refugiarse entre hojas, árboles, y la yerba. Su tamaño promedio se encuentra entre un cuarto de pulgada y una pulgada. Su color varía de crema a marrón, siendo de color translucientes. Esta condición le permite refugiarse más fácilmente en su hábitat, casi pasando por inadvertido, excepto por su cantar. Apesar de su tamaño, el coquí puede saltar varios pies de distancia de un solo salto, aumentando su habilidad para trepar árboles.
Todos los países tienen leyendas. Estos personages de leyenda pasan de vez en cuando a ser representativos de dicho pais. Puerto Rico no es la excepcion, pues el coquí ha pasado a ser parte del folklore puertorriqueiio. Entre las leyendas de Puerto Rico, se encuentran una que dice que, en una época, el coquí era un ave, pero por un cruel destino, perdió sus alas. Con el tiempo, y por misericordia divina, adquirio la capacidad de subir a los arboles, donde una vez vivió.
Otros dicen que era un niño desobediente, que fue castigado y convertido en coquí. Por tal motivo, su canto se asemeja al de un niño pitando. Sin embargo, se rumora que es un regalo del Ser Supremo, que le ofreció a la Isla del Encanto como un fiel compafiero que todas las noches le canta. Esta serie de leyendas en torno al coquí, su rareza, fragilidad y belleza le han convertido en uno de los símbolos más queridos de Puerto Rico.