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Planteamiento

Objetivos

Marco Teórico

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Metodología

Análisis de contenido

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Capítulo I

POSTMODERNISMO

 

La segunda mitad del siglo XX se ha caracterizado por la voraz avanzada del postmodernismo en todos los ámbitos de la cultura, estableciendo las características propias de la sociedad actual. Si bien el postmodernismo nació como un claro fenómeno contestatario respecto a la modernidad y sus vicios, no están aún claros los límites que separan estas dos tendencias.

 

Del Postmodernismo y sus comienzos

El termino Post-modernismo comenzó a ser utilizado por Leslie Fidler e Ihab Asan en los años 60 para referirse críticamente a la literatura moderna, aunque ya en la década anterior había sido acuñado para ejercer una dura crítica al modernismo.

Para Andrea Huyssen, la Postmodernidad puede dividirse en dos etapas, la primera se presentó durante la década de los 60, cuyas principales características están dadas por la un poderosos sentido de futuro y de nuevas fronteras, de ruptura y discontinuidad, el ataque a las manifestaciones artísticas institucionalizadas, el optimismo tecnológico aplicado a la Televisión, el video y las computadoras, así como el populismo y la cultura de masas.

En una segunda etapa, ya hacia los años ‘70 y mucho más fuerte en los ’80, este período se caracteriza por trabajar la cultura de masas a todo nivel y la disolución de la retórica vanguardista.

“Fue un fenómeno que, aún comenzando en Estados Unidos a finales de los cincuenta con la poesía de los Black Mountain Poets y continuando en los setenta con la literatura exhausta, en los setenta con la arquitectura, etc., alcanza sin duda su cenit en los años 80, que es cuando mejor se descubren los efectos de una corriente que acabo siendo una moda mas del mercado. En los 80, quizás debido al florecimiento económico  en nuestro país (Estados Unidos) se creó una sociedad de las identidades construidas, de las imágenes artificiales, del collage y de la anorexia”[1]

Así, rápidamente, la sociedad sufrió una especie de metamorfosis que afectó sus mas diversas áreas y principalmente todas aquellas relacionadas con la arquitectura, artes, letras; incorporando de este modo, un nuevo estilo de vida para el hombre postmoderno. Se trata de una dominante cultural que integra los rasgos más diversos de la vida en sociedad subyugándolos en función del objetivo prioritario que marcará toda esta época: el disfrute del placer.

“De hecho los postmodernistas se sienten fascinados por el conjunto del panorama “degradado” que conforman el sholck y el kitsch, la cultura  de las seriales de televisión y de “Selecciones del readers’ Digest”, de la propaganda comercial y los moteles, de las películas de medianoche y los filmes de bajo nivel de Hollywood, de la llamada paraliteratura con sus categorías de literatura gótica o de amor, biografía popular, detectivesca, de ciencia ficción o de fantasía: todos estos son materiales que los postmodernos no se limitan a “citar”, como habrían hecho un Joyce o un Mahler, sino que incorporan en su propia sustancia”.[2]

Este proceso, el paso de la modernidad a su etapa Post,  se ve caracterizado por el desencanto, el desengaño provocado por las promesas no cumplidas en la época anterior, el fracaso de las instituciones, incredulidad y un desentendimiento generalizado respecto de la sociedad y sus objetivos comunes. Un individualismo exacerbado y una perdida de la fe. El capitalismo y sus postulados, llevados a la práctica, no resultaron suficientes para alcanzar la felicidad prometida en su manifiesto, por  lo que el hombre postmoderno recurrirá a nuevos modos de encontrarla, forjando en función de ello, una sociedad de mentalidad más abierta y tolerante a los nuevos tiempos.

“Nos informan sobre el advenimiento  y el comienzo de un tipo completamente nuevo de sociedad, cuyo nombre más famoso es el de “posindustrial”, pero en la que a menudo se designa también con los títulos de sociedad de consumo, sociedad electrónica o de la “tecnología sofisticada”, etc. Tales teorías tienen la obvia misión ideológica de demostrar, para su propio alivio, que la nueva formación social ya no obedece las leyes del capitalismo clásico, o sea, la primacía de la producción industrial y la omnipresencia de la lucha de clases”[3].

 

El hombre postmoderno

El hombre postmoderno comienza a sumergirse en una esfera potencialmente relativista influenciado directamente por la pérdida de los modelos modernistas. Para la sociedad de esta época “todo fluye y nada permanece, lo nuevo rápidamente se hace viejo”[4]. La interfase entre modernidad y postmodernidad se enmarca en un rechazo a los valores, creencias y conductas anteriores, combinado esto, con un una incertidumbre respecto del futuro. “Con la postmodernidad se toma conciencia de la complejidad del ser humano y de la sociedad, de que no esta todo estructurado, de que no existe un punto de vista unico, ni un elemento clave para comprender y explicar la realidad. La fragmentacion y el pluralismo son el destino insuperable del hombre de hoy como reacción a epocas “unificadoras” pasadas”[5]. Este período es por sobre todo una búsqueda, a través de la cual, el hombre intenta estrucutrar un nuevo orden social  desligándose de los fallidos sistemas anteriores y trazando nuevos estilos y usanzas para justificar su propia presencia al interior de la comunidad. Para encontrar este equilibrio, el postmodernista decide romper con el pasado y salir al encuentro de un nuevo fufutro.

“La postmodernidad es el paso lento y complejo a un nuevo tipo de sociedad, de cultura y de individuo que nace y se prolonga en la modernidad. “es la fase cool (tibia, fria) y desencantada del modernismo, la tendencia a la humanización a medida de la sociedad, el desarrollo de estructuras fluidas moduladas en función del individuo y sus deseos, la neutralización de los conflictos de clase, la disipación del imaginario revolucionario, la apatía creciente, la desustanciacion narcisita, la reinvestidura cool del pasado”[6]

 

La sociedad postmoderna

 De este modo, como lo indica Zygmunt Bauman, el final del siglo XX fue dando a lugar a un nuevo tipo de sociedad en la que el consumismo se convierte en el núcleo moral de la vida, el vinculo integrador de la sociedad y el centro de gestión del sistema.[7]

En este panorama, la sociedad se trastoca en una cultura del hedonismo, de vivir el hoy por hoy y hacer a un lado deberes y complejos antes instaurados. Los nuevos valores serán aquellos que concedan placeres inmediatos y las conductas estarán determinadas por la accesibilidad a ellos. La sociedad se envuelve de una mansedumbre expectante y sibarita. “En la ciudad- el locus posmoderno por excelencia -se ha pasado de lo económico y funcional a lo cultural y estético, y todo, absolutamente todo- de lo intelectual hasta lo artístico- esta sometido al mercado De la fabrica se ha pasado a la tienda, del trabajo al consumo, del placer como enemigo de la laboriosidad capitalista al placer como valor”[8] y como diría la seducción como instrumento de control  integración social

Las corrientes racionalistas con sus “sistemas cerrados totalizantes”[9], que tanto auge habrían alcanzado en la etapa previa al postmodernismo, se encuentran ahora, si no desvirtuados, al menos en amplio cuestionamiento. La sociedad laboriosa de la modernidad, cuyos modelos se fundaban sobre los principios y valores más supremos justificando de esta forma sus esfuerzos y sacrificios, está desengañándose del sistema imperante y trazando un nuevo rumbo en donde vaciar su descontento. “La postmodernidad se inicia, pues, con un desencanto y desconfianza de la razón, dado que la seguridad y confianza en ella depositadas desde el Renacimiento y la Ilustración lentamente, se ha convertido en inseguridad, desconfianza, decepciones y desengaños. Promesas y realidades no se corresponden. La ilusión puesta en la ciencia en la técnica, en la justicia e igualdad social no se ha logrado, o al menos no se ha logrado como se esperaba. Los avances han sido parciales y el progreso tecnológico esta siempre acompañado de aspectos negativos, y, en consecuencia, será siempre un progreso amenazado y en beneficio de unos, utilizado, a veces, como dominio y poder sobre los demás”[10]

Para dejar atrás este pesimismo que se ha desencadenado, el hombre postmoderno comienza a centrar su mundo dentro de si mismo y a encontrar las claves del nuevo rumbo al interior de sus deseos; a dedicarse a la satisfacción de sus propios placeres. A buscar, cada cual a su manera, la felicidad, lo agradable, lo bello y lo placentero. “Ahora se busca su sentido en la pérdida de sentido. Aquí con un sentido gozoso- pérdida es ganancia- descubre la multiplicación de horizontes, la riqueza de lo contingente, la deshistorización de la experiencia”[11]. Los gustos comienzan a diversificarse y, el mercado, a intentar satisfacer las necesidades más variadas de estos potenciales compradores.

 

La cultura light

Comienza a surgir la denominada cultura “light” , “de la imagen o del simulacro”[12] en donde “el hombre adulto y razonablemente instruido no es un creyente o un incrédulo, sino que se despreocupa de tales cuestiones”[13]. En este tiempo los valores sociales se nutren más de una estética que de una ética. “Una estética cualquiera justifica una ética consecuente, y no al revés. Es decir, que debemos vivir como parecemos tanto o más que parecer como vivimos”[14].

De este modo, el consumismo se instala cómodamente en el estilo de vida fácil y ligero del postmodernista, caracterizado por su pensamiento débil. “Lo que hoy pienso y siento, no se si lo mantendré mañana. Como en un supermercado, cada cual elige, en el momento, lo que le apetece, sin temor a la incoherencia y sin pretender refutar nada. La razon desencantada es ya tan flaca que ha perdido la fuerza de la razón para romperse en mil razones.[15]

Se trata de vivir en el hoy presente, sin preocuparse de la realidad total imperante in de lo que vendrá después. Esta nueva sociedad “se contenta con la parcialidad que momentáneamente percibe”[16], y por ello la masividad de oferta mercantil para aplacar la creciente necesidad de demandas.

El hedonismo de esta etapa se ve reflejado en que el centro de la acción será cada persona como individuo aparte. “Los sentimientos o preferencias de cada uno orientarán la acción, y serán también criterios siempre personales los que juzguen la misma”[17].

Al hacerse extensiva esta tendencia y al volverse un fenómeno globalizado, las personas privilegiarán masivamente a aquellos lugares facultados para responder a esta necesidad de abstracción y. “La ciudad contemporánea es la imagen del funcionamiento abstracto del postmoderno, en el que la libertad del individuo se realiza como “individualización” de estrategias particulares e irrepetibles de acceso al consumo masivo: al espectáculo de los parques de atracciones inmensos, de los estadios y de los conciertos de rock; a las escaleras mecánicas de los modernos rascacielos de vidrio y las puertas giratorias de los bingos. La ciudad postmoderna es una enorme superficie pulimentada en la que se puede patinar hasta el infinito.[18]

 

El culto a la imágenes

Del mismo modo, nuevas tendencias irán cobrando fuerza en la sociedad e imponiendo sus respectivas formas de responer a las cambiantes y efimeras necesidades del postmodernista. La moda, el cuidado del cuerpo, la estética y todo lo que enaltesca lo bello y lo agradable, se encuentra ahora en su pleno apogeo. Este hombre de estilo “light” se complacerá de todo aquello que provoque su gozo y se contentará luego de haberlo alcanzado. Los criterios guías serán los referidos a la momentánea satisfacción. “Vale lo que me agrada. El unico imperativo categórico es “haz lo que quieras” ¡Vive Feliz![19]

Sin embargo, la misma fugacidad de los placeres será lo que lleve a esta sociedad a recurrir con cada vez mayor frecuencia a nuevos sustitutos de “felicidad” y a entablar una cultura basada en el aplacamiento de estos, transformando además su propio entorno en función de ello. “De la fabrica se ha pasado a la tienda, del trabajo al consumo, del placer como enemigo de la laboriosidad capitalista, al placer como valor y a la seducción como instrumento de control e integración socialfalta pagina. [20].

El culto a la imagen se traslada a los más divresos ámbitos de la sociedad conviertiendose en los postulados más validos para el hombre postmodernista. El ser y el tener se vuelven sólidos parámetros y de ello se desprende una nueva esencia social. “La cultura hedonista del consumo ha exacerbado las aspiraciones a disponer de mas tiempo, mas vacaciones y mas diversiones, a la vez que ha ido minando el culto al trabajo y la noción de ahorro contemporáneo de la edad de oro de capitalismo: el placer y el pleno desarrollo del individuo se han convertido en la finalidad máxima de la existencia. El universo del consumo incita  a gastar mas, a disfrutar de los bienes de este mundo, a vivir al día, como lo demuestran actualmente no solo el culto al ocio, sino también el auge del crédito”[21] gilles lipovetzky falta biblio.

Se trata de vivir evitando el tedio de la cotidaneidad. Se habla de una era del vacío en donde “Mucha gente ha empezado a considerar el divertirse como un deber mas. Se sienten avergonzados de no pasárselo bien, de no gozar lo suficiente, de no ser bastante lúdicos. (xavier rubert)”[22] falta biblio.

En este culto de las apariencias, en este imperio de lo efímero y en este esfuerzo por divertirse aparece la fragilidad del hombre postmodernista escondida tras los cánones esteticos de la época. El individualismo exacerbado recáe prontamente en “un sentimiento generalizado de estrés, de soledad, de dificultad de vivir y de comunicarse”[23]. La incompatibilidad entre obligación y placer se hace presente agobiando al postmodernista. El mercado se vuelve un imperante protagónico en esta sociedad del consumo y su cantidad y variedad de oferta crece sostenidamente.

 

 

 

 

 

 

 


 


[1] Rosa Ma. Rodríguez Magda y Ma Carmen Africa Vidal; Y después del Postmodernismo ¿Qué?, Ed. Anthropos, 1998, Barcelona, España. Pág 8.

[2] Jameson, Fredic; Ensayos sobre Posmodernismo, Ediciones Imago Mundo, Argentina 1990; Pág. 17.

[3] Op. Cit., Jameson, Pág. 17.

[4] Gervilla Enrique, Postmodernidad y Educación. Valores y cultura de los jóvenes, Editorial DYKINSON, 1993, Madrid, España, Pág. 18.

[5] Gervilla Enrique, Op Cit, Pág 52.

[6] Lipovetsky, G, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Editorial Anagrama, Barcelona, Pág. 105.

[7] Zygmunt Baumna, Intimations of Postmodernity, citado en Postmodernidad y Educación. Valores y cultura de los jóvenes, Pág. 7

[8] Rubert Xavier, Etica sin atributos,  Editorial Anagrama, Barcelona 1996, Pág. 148.

[9] Lozano J. M. “De la condición urbana como condición postmoderna”, Cuadernos de Orientación Familiar, 1998, Nº 114, Pág. 24

[10] Op Cit Lozano J.M.,  Pág. 9

[11] Op. Cit, Gervilla E., Pag 55

[12] Jameson Fredic, Op Cit, Pág 22

[13] Sadaba Javier, Saber vivir, Ediciones Libertarias, 1984, Madrid, Pág 80.

[14] Cebrián Juan Luis, El tamaño del elefante, Alianza Editorial, 1987, Madrid, Pág. 33

[15] Gervilla Enrique, Op Cit, Pág 46.

[16] Op. Cit, Gervilla Enrique, Pág 48.

[17] Op. Cit, Gervilla Enrique, Pág 56

[18] Barcellona, Pietro; Postmodernidad y Comunidad, Editorial Trotta, 2ª Edición, 1996, Barcelona, España. Pág. 31

[19] Sadaba Javier, “Saber Vivir” Ediciones Libertarias, 1985, Madrid, Pág 141

[20] Rosa Ma. Rodríguez Magda y Ma Carmen Africa Vidal, Op Cit, pág falta pagina

[21] falta la bibliografia

[22] falta biblpografia

[23] Rosa Ma. Rodríguez Magda y Ma Carmen Africa Vidal, Op Cit, pág falta pagina

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