Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

 

Amor Real

Capitulo 26º

Capítulo 26

Por: Maria Elena Venant

Damiana pide hablar con Manuel. Le dice que le da mucha pena molestarlo y le cuenta todo lo que le dijo el Padre Urbano. “La pobrecita está desolada” le dice. Ya Antonia creía haber encontrado un hogar. “Tiene horror de vivir sola” Y termina la platica con “En unos días más nos vamos”. Manuel le dice que quiere hablar con Antonia.

Mati sigue con Adolfo en las ruinas. “No me quiero ir” le dice Adolfo le explica que deben huir el no puede dejarla en manos de Humberto. “Sé que eres bueno” dice Mati “Te pido que te vayas”. Le dice que su madre no hablará y ella se puede encargar de su hermano. Adolfo se molesta. ¿Acaso olvida de lo que des capaz Humberto? ¿De lo que le hizo a él? Ahora el administrador está seguro que Manuel no tuvo culpa en su arresto.

Llega Antonia quejándose con su nana del trabajo del hospital (¡Ahora me recuerda a Scarlett!). La nana le dice que quizás metió la pata al hablar con Manuel. El no pareció muy interesado en que se quedaran. Antonia le dice que no debió hablar, no debió hacerle caso a “ese cura mojigato”.

Mati y Adolfo “Lo nuestro no puede ser” le dice atilde “Mis sentimientos hacia ti han cambiado. Me he enamorado de Manuel” “¡No es cierto!” gime Solís. La pobre Rosario los ha estado buscando por todas partes y al fin los encuentra “¡Ya basta!” grita y dice que Manuel los está buscando “No puedo volver a verte” solloza Matilde “Deje a la Señora en paz” ordena Rosario “Lo de ustedes ya se acabo. Entienda”

Manuel se entrevista con Antonia “¿Me tengo que ir?” pregunta asustada. El la tranquiliza. Su promesa de amparo sigue en pie. El le explicará a Urbano. Ella está sinceramente agradecida.

Matilde se lamenta con su tía. Ella la insta a hablar con Manuel. Matilde llora “Voy a perder su cariño. ¡Yo tengo la culpa! Cometí un error tras otro ¡Soy la única culpable!”

Manuel le dice a Felipe Santamaría que quiere poner más hombres vigilando el ganado. Necesitaran comprar armas y Santamaría como ex militar es el más indicado “No repare en gastos” dice. Nota que su administrador está triste. Le pregunta si le pasa algo “Yo también tengo mis problemas” contesta brusco Adolfo. Manuel se ofrece a ayudar. Adolfo le dice que no puede.

En el patio se pasean Humberto y Renato que se queja de problemas digestivos. Se les cruza Adolfo. Petulante, Greñaldín, le pregunta porque nombre debe llamarlo ahora. Adolfo le responde con un puño en la cara que lo derriba. El joven Peñalvert se pone furioso, se para y dice que ahora mismo va a contarle a Manuel para que lo mate. Renato lo calma. No puede hacer eso, quizás Manuel entonces mate a Matilde.

Adolfo le cuenta a Delfino que Humberto exige mil pesos por su silencio. Lo envía su finca para darle órdenes al encargado de que la hipoteque o la venda. A Delfino no le gusta la idea “Mejor me echo al catrín” dice “Adolfo con tono militar le dice “Las ordenes no se discuten, se cumplen”.

N cama Manuel nota que Mati ha vuelto a ser la de antes. Comienza el interrogatorio de nunca acabar.
“Algo tienes”
“Me preocupa la salud de mi padre”
“Todo el día has estado así”
Me duele la cabeza”
¿Es un pretexto para que no te me acerque?
Quizás tome mucho sol
Has vuelto a ser la de antes. Esquiva. Asustada
Gracias al cielo, comienza a sonar la campana de alarma y corta este tedioso dialogo. ¡Se están incendiando los maizales! Manuel y Adolfo corren a intentar apagarlos

El incendio alcanza los jacales. Hay muertos y muchos heridos. Los peones atrapan al Negro que estaba incendiando el maíz. Adolfo no lo reconoce como el asesino de Nazario, pero Delfino lo reconoce como amigo de Benigno y del Alcalde. Adolfo ordena que lo encierren en San Cayetano. Benigno ve y oye todo. Corre al pueblo a contarle a Quintero. El Alcalde le ordena “Mata al Negro antes que hable con el doctorcito”.

En la casa de Manuel, Renato dice que es muy sospechoso que el incendio haya seguido al robo de ganado. Humberto pregunta si Manuel tiene enemigos. Antonia baja enmantillada. Matilde le pregunta donde va. Antonia dice que a ayudar con los heridos en el hospital. Matilde dice que ella va también. Le dice que le avise a Rosario. Antonia parece objetar y Matilde le grita.

A solas, Prudencia aprovecha de interrogar a su sobrino sobre los motivos que lo trajeron a San Cayetano
“¿Qué hiciste Betito?”
“Humberto, Tía”
“¿Robaste?. ¿Mataste un cristiano?”
“Por si las moscas, le voy a mandar una carta a tu mamá

Esto asusta a Humberto. Renato lo tranquiliza. Solo tendrá que interceptar la carta. Con el mal estado del correo, nadie se sorprenderá si la carta no llega.

En el hospital no dan abasto. Llega Antonia, Manuel la manda buscar vendas. Llega Matilde, le ha traído su maletín. “¿Qué hago?” pregunta. El la manda ponerse una bata para ayudarlo a lavar los heridos. Llega Adolfo y le cuenta a Manuel sobre el hombre que atraparon. Manuel le dice que vaya a la iglesia a pedirle al padre Urbano que de refugio a los que se quedaron sin casa.

En San Cayetano. Llega Benigno y a través de los barrotes de la celda le dispara al Negro. Delfino pasa a caballo, va camino de la finca de Adolfo. Le dice a Benigno que suelte el arma. El capataz no lo obedece. Delfino lo mata y se va.

Ahora viene una escena muy desagradable que amerita una explicación por separado. Yo solo la voy a describir.

En el hospital llega Antonia. Viene de la iglesia, a los damnificados, le faltan muchas cosas y va a ir al almacén de Don Melquíades a pedírselas. Matilde revolviendo los ojos y remarcando sus palabras, le dice a Manuel “Yo quiero encargarme de eso” Antonia le dice que es una faena cansadora “En su estado le puede hacer daño” (recordemos que Antonia todavía cree que Mati está encinta) Matilde terca insiste. Antonia le dice que don Melquíades cobra muy caro y que hay que regatear con él. Matilde se enoja, dice que ella pedirá lo que necesitan, y que luego Antonia puede regatear todo lo que quiera. Manuel la apoya. Matilde sale. Manuel le ordena a Antonia que dejen esa supuesta rivalidad. Antonia dice que “Ella” la agredió “Ella es mi esposa” le dice Manuel enojado y la amenaza “No hagas que me arrepienta de haberte dejado en mi casa”.

Nunca llegamos a saber si Matilde fue a ver a Don Melquíades. Aparece en la iglesia seguida de Rosario. Silvano reconoce a Rosario. Se le acerca cuando la ve sola. La saluda y le dice “¿Por qué no me dijo que Manuelito era hijo del patrón?” Rosario finge no saber quien es.

Al hospital llega el lic. Quintero muy hipocritón. Al saber que hay un sospechoso exige que se lo entreguen. Manuel se niega. El quiere interrogarlo primero. El Alcalde, sabiendo que el sospechoso ya es fiambre, con muchos aspavientos dice que es una irregularidad, pero tratándose de Don Manuel la pasara por alto. Llega un peón de la hacienda a anunciar que mataron al Negro y a Benigno. En la alcaldía Quintero llama a un ayudante y le dice que investigue quien mató a Benigno.

En la iglesia, Adolfo se acerca a Mati y le dice que hipotecará su hacienda para conseguir el dinero. El se siente culpable de todo lo que ocurre (que noble es este hombre ¿Nuera, por que no lo quieres?) Le dice a Matilde que se ha dado cuenta que Manuel la quiere mucho “¿Tú también lo quieres?” pregunta. Matilde llora y se va. Adolfo con lágrimas en los ojos dice “Tal parece que en esta historia el único perdedor soy yo” (Ayyyyy poechito!!!!)

Silvano le insiste al Padre Urbano que Rosario es Rosario. “¿Tu crees que Manuel la tendría de criada si supiera que es su madre?” pregunta el cura El listo Silvano deduce que por vergüenza Rosario no le ha contado a su hijo quien es. Llega Manuel. Bajo la amenaza de excomunión de parte del sacerdote, Silvano se queda mudo y ni siquiera lo saluda. Sólo se lo come con los ojos.

Manuel y Matilde llegan a su casa y a su alcoba. Manuel se echa en la cama y dice que esta tan cansado que no va a desvestirse. Matilde ofrece cancelar el almuerzo con los Heredia, pero el se niega. Ella comienza a desabotonarle la camisa.
“Deja eso” le dice su marido “Mejor dame un beso”
Ella cumple la orden
“cada día crece mi cariño por ti” le dice al besarlo
“¿En verdad me quieres?
“Te amo mucho”
“Tal vez no esté tan cansado. ¿Te molestaría desvestirme?”
Matilde obedece. Muy feliz.

En su casa, Adolfo llora recordando el rechazo de Matilde.

Día siguiente. Matilde le dice a su tía que no permitirá que Adolfo hipoteque su finca (Too late!) y a cambio le dará sus alhajas a su hermano. La tía comenta sobre la señora de Heredia, su prima. Se refiere a María Clara (ese es el nombre) como “una gordinflona”

Prudencia entrega una carta a un propio, siendo observada por su sobrino que esta escondido detrás de un agave. Este intercepta la carta.

Llega Quintero quien poco menos que acusa a Manuel y su entourage de haber matado a Benigno. Adolfo dice que de acuerdo a las balas, Benigno mató al negro y otro lo mató a el. Quintero nota que conoce de armas y deduce que estuvo en el ejército. “Déjese de suposiciones simplonas” le dice Renato “e investigue”. En el pueblo están enardecidos por el incendio y quieren a un culpable. Manuel le dice al Alcalde que cree que el incendio es parte de una campaña para atemorizarlo y exigirle que pague por protección. Quintero se empluma y le recuerda que esas palabras son una acusación a su persona. Adolfo le dice que Delfino lo vio tomando en la cantina con los difuntos. Al descubrir que Delfino se ha ausentado, el Alcalde se burla “¡Que conveniente esa ausencia! Se va.
Renato se acerca a Manuel y lo aconseja hablar con Ramón “Ya se que mi cuñado es ordinario y antipático” le dice, pero tiene poder.

Visita de los Heredia. Mientras las nenas Heredia (por sus peinados y el modo en que juegan se nota que son muy niñas) juguetean, María Clara (Raquel MOrell) intercambia veneno con Prudencia quien señala que Catalina, la niña mayor, es muy flaca. MC remarca que Mati también es flaca “esbelta” la corrige su prima. Maria Clara pregunta por su prima Augusta ¿Sigue tan guapa? Y su marido “Estará muy viejo” “Madurón” la vuelve a corregir Pru

Los caballeros conversan de temas más interesantes. Heredia dice que no pueden seguir aguantando que les roben y le quemen los sembrados. Humberto aconseja que creen ejércitos personales. Don Gregorio prefiere seguir la sugestión de Renato y acudir a Ramón. En ese instante Catalina tose. El ojo clínico de Manuel reconoce el síntoma de tuberculosos, pero no dice nada. Llega Adolfo, a la tosedora casi se le caen los ojos al verlo