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Amor Real

Capitulo 17º

Capitulo 17.- O Mati es esquizofrénica o la asustaron mis gruñidos ¡Hoy se portó bien!

Por : Maria Elena Venant

Adolfo y Matilde se besan apasionadamente.

¡Te has convertido en una obsesión! Suplica Adolfo “¡No me abandones!”

Matilde lo abandona. Corre a la casa, entra llorando y llorando sube la escalera dejando a Damiana que la ve muy preocupada.

Ciudad Trinidad. La Generala Peñalvert recibe una alarmante carta de su yerno en la que solicita que alguien vaya a buscar a Mati. Augusta le dice a su hermana que de impedir que Matilde abandone a su marido.

En el pueblo, Antonia se va al dispensario, y Manuel a recibir regaño del Padre Urbano. Le cuenta que Mati está en onda menospreciadora, que se ha portado altanera con el nuevo administrador y que se niega a compartir la mesa con Antonia. Como siempre, su padrino toma el partido de a Sra. Fuentes Guerra. Le dice a Manuel que el se excede y no la trata con cortesía. Lo acusa de darle mucha importancia a Antonia. Manuel explica que Mati se negó a ocuparse de la casa por lo que se vio obligado a dejar todo en manos de Antonia. El sacerdote lo acusa de tratar con mucha familiaridad a Antonia que es joven, linda y lista (¡OH pecados!). Le pregunta si han tenido algo. Manuel le cuenta lo del beso, pero le aseguran que no llegaron a más. El cura lo cubre de reproches ¿Por qué no va a la hacienda a ver como la Sra. Fuentes Guerra se faja con el administrador?) Le dice que les ha faltado a Dios y a su esposa. ¿Qué esposa? Pregunta Manuel añadiendo que Matilde no comparte nada con él.

Adolfo le dice a Delfino que esperará a que Mari regrese a Ciudad Trinidad para irse. Delfino le comenta que los peones hablan bien de Fuentes Guerra y dicen que es un buen patrón. Adolfo dice que el doctor es un tipo desconcertante. Porque no entiende como alguien tan recto pudo hacerles tanta porquería a el y a Mati. Delfino riéndose le recuerda “Tu tampoco te estás portando bien, queriendo volarle a la vieja”. Adolfo dice que es diferente, Mati fue de el primero. Llegan Manuel y Antonia. Despectivo, el “Sr. Santamaría” comenta que tipo de hombre es ese que se pasea a luz del día con su querida.

Damiana le cuenta a “su niña” como llegó Mati llorando y como Adolfo intentaba subir al segundo piso. A Antonia se le ocurre que el Administrador fue detrás de Matilde.

Humberto corre a contarle a Renato sobre el arcón lleno de onzas de oro y de alhajas. Cree que ya no tiene que casarse con Finita puesto que ya tiene la llave del tesoro (¡Este joven es tan aprovechado como su hermana!) Renato le recuerda que todavía hay propiedades de la Srta. de Icaza que puestas en venta les darían buenos dividendos. Renato pide la mitad de lo que su amigocho consiga. El tacaño Greñaldo le dice que él merece puesto que es quien debe casarse con la fea y (pone cara de horror) ¡cumplirle como marido!). Renato lo tranquiliza. Al final hay de sobra para ambos.

Matilde esta como siempre llorando en su recamara.

En la cena, Adolfo deja caer el nombre del General Prisco Bermúdez Cañero. Manuel reconoce conocedlo, y le cuenta como le negó las reses que e General quería. Adolfo pregunta si Manuel es del Partido del Pueblo. Manuel dice que simpatiza con ellos y repudia al General Baranda. Manuel da órdenes que venga Nazario desde Santa Rita. Antonia le ordena a Benigno que mandé a buscar a Nazario. Maligno quiere ir él, pero Antonia le dice que el patrón ordenó que fuese otra persona. Delfino en la cocina pregunta como es eso que el patrón fue pobre un día. Jacinta le dice que ella ha trabajado en la Hacienda hace diez años y que nunca vio a Manuel hasta que llegó a ver al agonizante Don Joaquín. Delfino le cuenta a Adolfo y éste le menciona lo que dijo Manuel sobre Bermúdez Cañero. Adolfo cree que Manuel nada tuvo que ver con su arresto “¿Te está cayendo bien?” le pregunta Delfino.

Esa noche, es Matilde quien va a golpear la puerta de su esposo. ¿Podemos hablar? Pregunta. Manuel la invita a entrar. Ella comienza con sus remilgos. Mejor hablan en el pasillo. Manuel le dice que no sea niña y la hace entrar. Ella entra y le dice “Le quería preguntar” Manuel le dice que después de todo lo pasado entre ellos mejor se tuteen. Ella usando el “tu” le pregunta si le concederá el divorcio. Manuel comienza a quitarse la camisa mientras le da una cátedra legal. Solo se puede solicitar el divorcio en casos de enfermedad contagiosa, impotencia o matrimonio no consumado. También por adulterio ¿¿Cuál escoges? Mati incomoda pregunta si acaso no pueden solo decir que no se llevan bien (¿En qué tiempos cree que vive esta niña?).

Manuel se le acerca, le dice que tiene otra opción, quedarse. “Quiero que te quedes” Esta será la última vez que pueda hablarle de sus sentimientos. “Te quiero” la acaricia Ella intenta negarse, pero se ve que le gusta. “No digas que no antes de probar” le dice su marido. La besa le pide que le deje demostrarle su amor “Seré tierno” promete. Se besan y ella lo abraza. El la alza en brazos y la lleva hasta la cama. Siguen besándose el intenta meterle mano debajo de todos los refajos de Mati. Ella se levanta “no, no debo” “¿No debes?” pregunta atónito su marido. “No puedo” dice Mati y se va dejándolo resoplando.

Al día siguiente llega el Padre Urbano a San Cayetano. Lo recibe Antonia. El le dice que hace mucho no se confiesa. Incomoda, Antonia dice que ahora no tiene tiempo. Baja Mati con falda de lino color crudo con una chaquetita a franjas blancas y verde claro. Mira con recelo y desprecio a Antonia. Esta se retira. Mati si acepta confesarse y va a la capilla.

Benigno va al pueblo a contarle al Alcalde que Nazario regresa y puede hablar. Quintero le dice que lo esperen en el Paso del Coyote y ahí “¡Se lo echan!”

La confesión de Mati comienza con ella diciendo “No sé que me pasa. Soy una Mala mujer” Ser mala para Mati no es ser ingrata, altanera y mentirosa sino que la Sra. Fuentes Guerra se acusa de serle infiel a su verdadero amor aceptando y gustando de las caricias de su marido (¡!!!). El Padre Urbano esta muy dispuesto a absolverla sólo le dice que Adolfo es el pasado, ya quedó atrás. Matilde chilla “usted no entiende” (¡que descortés es esa expresión!) El está aquí.

Salen al patio y es un milagro que toda la hacienda no se enteré porque Mati casi a gritos le cuenta que Adolfo y el Administrador son la misma persona.

Manuel y Adolfo con una partida de hombres revisan los sembrados. El Dr. Fuentes Guerra anda muy mohíno. Adolfo le pregunta que sucede. Manuel enojado le dice “¡Son asuntos personales!” y se adelanta. Un rato después le pide disculpas por haber sido grosero. Adolfo, muy comedido, le pide disculpas por su parte. Creyó que lo aquejaba algún asunto de la hacienda y olvidó que Manuel tiene también una familia que puede causarle disgustos. Manuel lo interroga sobre su difunta esposa (Sixto le escribió que Santamaría era viudo). Adolfo habla de ella, pensando en Matilde. Dice que sufrió mucho cuando le fue arrebatada y que nunca otra mujer podrá reemplazarla en su corazón.

En San Cayetano, ahora en el salón, siguen hablando Mati y el Padre Urbano. El le dice que no debe sentirse mal por gustar de las caricias de Manuel, ese es el comienzo del Amor. Matilde empecinada dice (¡Y tiene razón!) que es solo la “atracción de la carne”. Ella no puede amar a un hombre mezquino y ruin como el DR. Fuentes Guerra. Le cuenta al sacerdote como Manuel contrató una actriz para que se hiciese pasar por esposa de Adolfo y como mandó a este a la cárcel. Por primera vez, Don Urbano pierde la paciencia y grita “Eso lo rechazo”. Dice que Manuel es incapaz de esas bajezas. Que el lo crió y lo conoce bien. Manuel es impulsivo y testarudo, pero bueno. Y nada sabía de la existencia del Teniente Solís.

Con tanta bulla, Damiana y Antonia se acercan. Damiana se pone a escuchar. El Padre Urbano dice que Manuel cometió un error al comprar a Mati, pero ya esta arrepentido. Su excusa es que lo hizo por amor. A el le consta que Manuel estaba feliz de casarse con Matilde, que mando a arreglar la casa u el jardín para ella. Le cuenta que la vida de Manuel no ha sido fácil, que creció sin familia. Mati dice que ya se enteró que es ilegitimo y no le importa. El sacerdote le cuenta como Joaquín convenció a la madre de Manuel de entregarle a la criatura e irse, prometiéndole criarlo como un hijo. Promesa que nunca cumplió, puesto que regaló al niño a unos peones. Manuel se enteró de quien era hijo, pero nunca vio a Joaquín como su padre. Matilde siente lástima por ese niño que hoy es su marido. El sacerdote le dice que aparte de sus errores, Manuel merece cariño. Mati le trata de explicar porque no puede ser ella quien se lo brinde. Le cuenta cuanto amó a Adolfo y como el cambio en su vida fue tan violento. Damiana corre donde Antonia y cuenta como los Peñalver obligaron a Mati a casarse con el amo cuando ella ama a un tal Adolfo.

Al retirarse de la Hacienda, el Padre Urbano se encuentra con Rosario y le pide varias cosas. Debe vigilar a Mati, no permitir que cometa imprudencias. Debe decirle al Administrador que vaya al pueblo a hablar con él. Rosario le explica que ya no trabaja en la casa.

Finalmente, Matilde y Antonia se enfrentan. Mati le recrimina lo de Rosario. Antonia le dice que ella la ha visto fuerte y la ha ocupado en menesteres apropiados para su fortaleza. “¡UD decide!” dice Mati indignada. Antonia se sobrepasa en su insolencia y la Sra. Fuentes Guerra le dice que su terquedad es una falta de respeto hacia ella. Le grita que si quiere ocupar su lugar, tenga la decencia de esperar a que se haya ido. En eso entra el Padre Urbano y le grita furioso a Antonia por haber expulsado a Rosario de la casa. Antonia se va a llorar a su pieza. Le dice a Damiana que nunca ante había sido tan humillada. La Nana, sabiamente le dice que se sobrepasó y le proporcionó a Mati la excusa para desquitarse con ella. Antonia no entiende los celos de su ama. ¿Acaso no quiere a otro?

Rosario vuelve al servicio de su nuera. Esta preocupada no quiere que Manuel y Mati peleen por ella. Con expresión soñadora Mati dice que no será la primera ni la ultima pelea que tiene con Manuel. Rosario teme que la echen. Mati le ofrece llevársela con ella a Ciudad Trinidad, pero Rosario no quiere dejar la hacienda. Dice que no quiere alejarse del Padre Urbano.

Apenas llega Manuel, Antonia corre con sus cuitas. Le dice que su esposa la humilló por causa de Rosario. Manuel va a ver a Mati y le dice que no quisiera tener que mediar en pleitos de mujeres. Indignada, Mati le recuerda que Antonia la pasa a llevar. “Soy tu esposa” le recuerda. ¿Lo eres?” pregunta Manuel. Mati le dice que no le importa que su esposo la humille, pero no permita que los empleados hagan lo mismo. A ella le cae bien Rosario, quiere tenerla a su lado. Manuel dice que Antonia la considera “una alzada”. “¿Y tu le crees todo?” le dice Mati. Agrega que ambos han tenido problemas, reconoce haberle mentido y ofendido a su esposo y estar arrepentida, pero desearía que hasta el día en que se vaya se traten con cortesía y no ponga a otra mujer por encima de ella. “No hay nadie encima de ti” le dice Manuel con pasión y se retira.

Mati va a la cocina y pregunta que hay de cenar. Le dicen que venado a ella no le gusta. Jacinta le dice que le diga que se le antoja y ella se lo repara.

Manuel y Adolfo van camino a Santa Rita. Adolfo dice que ese camino se ve peligroso, bueno para emboscadas. Manuel se ofrece a mostrarle el paso del Coyote. Cerca de ahí están apostados Benigno y otro hombre con un rifle. Aparece Nazario. Manuel y Adolfo se le acercan. “¡Dispárale!” grita Benigno. El hombre dispara varias veces hiriendo a Manuel y asustando el caballo de Nazario que arrastra su jinete. Benigno quiere que también maten al administrador, pero la pericia militar de Adolfo quien les dispara con buena puntería los asusta y huyen. Adolfo regresa donde su patrón. Manuel se ha desmayado. Adolfo lo mira con odio y lo encañona con su rifle.