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   Cuatro años sin dientes

La administración foxista cumplió, este primero de diciembre, cuatro años de dar tumbos y traspiés. Esto no es, lo reconocen ya propios y extraños, ninguna noticia. Para celebrarlo, además de un evento en Los Pinos con invitados especiales, el presidente ha decidido de manera involuntaria y con su estilo inopinado y fresco, sazonar las fiestas decembrinas regalándonos la incertidumbre sobre cual será el presupuesto de egresos para el 2005. Incertidumbre que afectará, en mayor o menor medida, la estabilidad financiera del país. Por ello, a pesar de su frase: "el Ejecutivo propone y el Congreso dispone", no sorprende a nadie la inminente decisión presidencial de impugnar o vetar el presupuesto de egresos aprobado por la Cámara de Diputados.

El equipo foxista no se ha caracterizado nunca por su capacidad política, más bien al contrario. Es un hecho inexorable que sus hombres más cercanos, como Ramón Muñoz de la Oficina para la Innovación Gubernamental de la Presidencia de la República, sienten un desprecio por los políticos profesionales. Prevalece en ellos la idea que asocia al quehacer político con la corrupción, como elementos inseparables. De ahí gran parte de la torpeza política de su gestión. Olvidan que, como decía Heberto Castillo, el arte de la política consiste en "caminar entre la mierda sin embarrarse". La administración foxista pretende evadir el excremento sin darse cuenta -quizás- que generan el suyo propio, y de manera abundante, cuando se olvidan de revisar los adeudos hasta ahora aceptados como deuda del IPAB, cuando realizan onerosas compras de toallas para los chiquillos de la casa presidencial o de colchones y autos realizadas por y para los amigos otrora becados en Francia, o al traficar con influencias y operar fundaciones familiares desde Los Pinos con fines electoreros y un montón de etcéteras.

Por todo lo anterior, después de cuatro años de más de lo mismo, lo extraño sería no encontrar inconsistencias en el equipo foxista en el cierre del 2004. Y es que los miembros de su gabinete, en general, actúan no solamente como si fueran estrellas del equipo de futbol español Real Madrid, sino como si estuvieran todos capacitados para dirigir al equipo nacional. Por ello, al tiempo que hacen un disparo a gol conceden entrevistas para decir a los cuatro vientos que ellos harían mejor papel dirigiendo al equipo de su actual y despistado entrenador. ¿Puede alguien dudar de ello? Como si hiciera falta mayor caos, a estos personajes del PAN se suman, faltaba más, los más distinguidos y honorables miembros del PRI y del PRD que no pierden oportunidad para posicionarse en el juego presidencial del 2006. Y todo ocurre con una cancha cada vez más enlodada y sin árbitros a la vista. O peor, con los árbitros pateando el balón hacia las porterías.

Efectivamente, con todo mundo mirando hacia el futuro, se abandona el presente y se convierte el escenario político en un peligroso espacio para el enfrentamiento continuo, al tiempo que ineluctablemente se abandona la posibilidad de la negociación política, como elemento clave para resolver un número importante de nuestros problemas como nación. Y en este escenario casi circense, resulta entonces natural que ante un linchamiento brutal, televisado, el jefe de la policía del Distrito Federal sobrevolara la zona meditando sobre las inconveniencias políticas (i.e., electorales) de usar la fuerza pública para rescatar a los tres infortunados policías de la Federal Preventiva en San Juan Ixtayopan. Quizás por que esa noche Ciro Gómez Leyva en CNI Canal 40 daría más tarde a conocer la encuesta de GEA donde le ubicaban en primer lugar de la lista para contender por el PRD para Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Por su parte, Ramón Martín Huerta, el Secretario de Seguridad Publica del gobierno foxista, y jefe de la Policía Federal Preventiva, justificaba su incapacidad para resolver el problema argumentando, por un lado, los riesgos de intentar rescatar a sus subordinados usando helicópteros que "podrían ser derribados por una piedra" y, por otro lado, más recientemente señalaba que se encuentran en "proceso de aprendizaje".

Sin duda, en un país medianamente civilizado, estos dos personajes habrían tenido que renunciar inmediatamente por su clara incompetencia e incapacidad que para colmo fue tristemente videograbada y documentada. Pero no. Ni el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, ni el Presidente de la República consideran que sus hombres actuaron mal. Los solapan pues. Y luego dice uno de ellos que no es tapadera de nadie... Pero ellos, los funcionarios responsables, tampoco dan muestras de dignidad propia y se aferran a sus espacios de poder, no para servir ahora, sino para mantenerse en la lucha hacia el 2006. Y luego se indignan de que la prensa internacional recoja estos lamentables hechos que dieron la vuelta al mundo mostrando no solamente el primitivo comportamiento de un pueblo suburbano del siglo XXI con inclinaciones fuenteovejunescas, sino a una policía brutalmente incapaz. Sorprende, además, que algunos en los medios nacionales, con actitud chauvinista y con un falso nacionalismo manifiesten indignación por lo que la ABC, BBC, New York Times, AFP, UPI, y muchas más mostraban en todo el mundo. El mismo Ciro Gómez Leyva, en su noticiero nocturno descalificaba a estas agencias internacionales que hacían, decía por la noche, "un juicio sumario sobre nuestros policías", y remataba: "si los policías dicen que no se podía a entrar a rescatarlos, debe ser verdad".

Termina pues el cuarto año de gobierno. Tendremos que esperar dos más para que se vayan, esperando no regresen jamás. Imposible imaginar siquiera la posibilidad de su renuncia anticipada. El mimetismo foxista resultó, en muchos sentidos, una caricatura del priísmo. La percepción, en gran parte de la ciudadanía, es que estábamos mejor con el PRI. Ese es el riesgo que ni los panistas ni perredistas han podido entender. La restauración del viejo régimen. Los priístas deben estar festejando desde ahora. A cuatro años del autodenominado gobierno del cambio, el dicho popular resultó cierto: perro que ladra no muerde.

Réplica y comentarios al autor: trasquila@hotmail.com




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